Lunes, 11 Abril 2022 09:36

Juan Esquerda Bifet ENCUENTRO CON CRISTO Páginas para meditar el Evangelio

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Juan Esquerda Bifet

 

 

 

 

ENCUENTRO CON CRISTO

Páginas para meditar el Evangelio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONTENIDO

 

 

 

 

 

 

 

Presentación

Del encuentro con Cristo a la misión

Cómo puedes usar estas páginas

Método para meditar

Cuando medites el evangelio

 

I.             Oremos

II            Jesús, amigo

III           La voz del Buen Pastor

IV           Encuentro con Jesús

V             La voz del Maestro

VI           Las preguntas de Jesús

VII         El apóstol de Jesús

 

Índices

Índice de materias

Índice litúrgico

Índice de textos evangélicos

 

 

 

PRESENTACIÓN

 

 

 

Hubo unos náufragos que a duras penas pudieron llegar a una isla desconocida. Sin ningún recurso a mano, hubieron de luchar a cuerpo limpio contra los salvajes, las fieras, el hambre...

 

En los momentos más difíciles, les llegaban socorros inesperados: armas, alimentos... Hasta descubrieron unas huellas humanas... Alguienles socorría. Pero ¿quién podía ser?

 

Algunos de aquellos náufragos se preocuparon de buscar al bienhechor que tan milagrosamente les salvaba; otros se quedaron tan tranquilos disfrutando de los beneficios. Hasta algunos... se permitieron dudar del bienhechor e insultar a quienes los buscaban...

 

Esto ocurre en tu vida. Lo que aquí te presento no es un libro o socorro inesperado, sino a la misma personaque se cruza constantemente en tu vida cotidiana. No pongo algo en tus manos, sino a alguien, cuyas huellas están en cada palabra del evangelio: Jesucristo;él mismo en persona se esconde tras sus propias huellas.

 

Jesucristo, aunque te viera perdido o extraviado, nunca pudo apartar de su pensamiento y de su corazón tu figura, tus preocupaciones, tu vida y circunstancias. Tú eras, y eres, para él, alguien. “Antes de la creación del mundo”, trazó Dios el plano de tu vivir y el mapa de tu ruta, en Cristo. Jesucristo sigue asistiéndote en cada momento de tu existir...

 

Pero... Cristo para ti todavía no es alguien, no es una realidad viviente. Disfrutas de sus beneficios, pero... ¡tienes tantas cosas que hacer! Y una de tantas cosas... Perdona, pero para Jesucristo tú no eras, ni eres, una de tantas cosas.

 

Cuando hayas aprendido a saborear el evangelio, encontrando en él a Cristo, te habrás encontrado a ti mismo en Cristo. ¡Habías estado junto a él, lo habías buscado todos los segundos de tu vida, sin saberlo! Y dirás con san Agustín: “¡Oh hermosura siempre nueva y siempre antigua, cuán tarde te conocí!”. Y oirás con santa Teresa: “Alma, buscarte has en mí, y a mí buscarme has en ti”.

 

¿Para quién es este librito?

Dijo Jesús: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños” (Mt 11,25). Para ti es este manojo de palabras de Cristo... si tienes alma de niño, evangélica, joven en la esperanza y en la generosidad.

 

¿Para qué son estas páginas?

Para que en medio de ese mundo sin equilibrio, que desconoce el optimismo y la esperanza, sepas vivir con Cristoy ver todas las cosas centradas en aquel que es fundamento de nuestra esperanza. Entonces descubrirás que el mundo es muy hermoso. Entonces irradiarás a Cristo en tu ambiente, allí donde Cristo te llama.

 

¿Sabes que tienes una vocación?

Cristo te llama a desempeñar una gran tarea en su cuerpo místico que es la Iglesia... ¿No sabes cuál es? Porque no te has preocupado de convivircon Cristo. ¡Qué soso debe ser, qué aburrido y sin sentido el vivir como quien no sabe la razón de su existencia, ni se interesa por Cristo, ese gran desconocido que tenemos a nuestro lado cuidándonos en nuestro destierro y en nuestra marcha hacia el cielo!

 

Si ya sabes cuál es tu vocación, entonces recuerda que no puedes cumplir lo que ella te pide, si no estás empapado de evangelio. Y, si fuese llamado a ser “otro Cristo”, has de ser, como decía aquel santo obispo “un evangelio viviente con pies de cura”.

 

Cuando me digas que ya no necesitas este librito, porque ya sabes encontrar a Cristo que palpita en cada palabra del evangelio, que habla y obra por la santa Iglesia, que se ha quedado en la eucaristía, que vive en el prójimo, que mora en tu corazón... entonces diré como aquel anciano en años y joven en la esperanza: “Ahora, Señor, según tu promesa,  puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu salvador a quien has presentado ante todos los pueblos”.. (Lc 2, 29-31). Porque entonces sabrás “manifestar a todos la caridad con que Cristo amó al mundo”. (Vaticano II. Const. Lumen gentium n. 41)

 

 

 

 

 

 

 

DEL ENCUENTRO CON CRISTO A LA MISIÓN

 

 

El Evangelio es siempre nuevo y nunca cambia. Cuando lo leemos, escuchamos o meditamos, entonces acontece, se actualiza en nuestro “contexto” de aquí y ahora. En él nos espera “alguien” que “vive” y que nos lleva en su corazón, como parte de su misma biografía, y que nos ama hasta darse a sí mismo como “consorte”.

 

Es Cristo, Dios hecho nuestro hermano, que murió y resucitó, quien deja escuchar los latidos de su corazón en cada gesto y en cada palabra de su Evangelio. No existe otro libro igual. La vida y la historia humana recuperan su sentido en Cristo, único “Salvador del mundo” (Jn 6,42), que no anula nada de lo que Dios ya ha sembrado en culturas y corazones. Quien le ha encontrado tal como es, ya no hace rebajas a su realidad salvífica, divina y humana. La verdadera ciencia de Cristo consiste en amarle: “Si alguno me ama, yo me manifestaré a él” (Jn 14,21).

 

Cuando uno se ha dejado encontrar por Cristo, se siente invitado por él a compartir su misma vida y misión. Ya no se puede prescindir de él, siempre se encuentra tiempo para él (la persona amada), nadie ni nada le puede suplir, ya nada se puede anteponer a su amor. Entonces se mira a los demás con la misma mirada de Jesús.

 

Desde su Encarnación, el Verbo de Dios hecho hombre, Cristo nuestro amigo y “consorte”, está unido a cada ser humano: “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre” (Gaudium et Spes 22). Y en el corazón de cada ser humano espera al “apóstol” para que este lo anuncie con la alegría de quien lo ha encontrado previamente: “Precisamente porque es               «enviado», el misionero experimenta la presencia consoladora de Cristo, que lo acompaña en todo momento de su vida. «No tengas miedo... porque yo estoy contigo» (Hech 18, 9-10). Cristo lo espera en el corazón de cada hombre” (Redemptoris Missio 88).

 

Decía Juan Pablo II que la fe es “un conocimiento de Cristo vivido personalmente” (Veritatis Splendor 88). El cristianismo (con sus “dogmas” y su “moral”) no se entiende ni se acepta sin enamorarse de Cristo. La fe es una “adhesión personal” (Catecismo Iglesia Católica 150), que lleva consecuentemente al testimonio y a la aceptación de sus contenidos. Por esto, quien ha encontrado a Cristo se siente vocacionado y urgido por el Espíritu Santo a “transmitir a los demás su experiencia de Jesús” (Redemptoris Missio 24). Sin esta fe viva, no se entendería nada de la santidad y de la misión.

 

La propia identidad cristiana, en todas y cada una de sus vocaciones, consiste en la alegría de haber encontrado a Cristo. Por esto, Benedicto XVI, en su primera encíclica decía: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus Caritas est 1). Del encuentro, se pasa necesariamente a la misión: “Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él” (Benedicto XVI, Homilía en el inicio de su Pontificado, 20 abril 2005).

 

Una nueva época y una sociedad “icónica” piden signos: “El mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismo conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible” (Pablo VI, Evangelii nuntiandi 76).

 

El “Año de la Fe”  tiene que traducirse en “la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo… nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo” (Benedicto XVI , Porta Fidei, 2 y 15). La “Nueva Evangelización” reclama “discípulos misioneros” con el “nuevo fervor de una “itinerancia” peculiar: hacerse disponibles para “amar y hacer amar al Amor” (Santa Teresa de Lisieux).

 

En estas “meditaciones” sobre el Evangelio, no he intentado dar una metodología especial y menos una ideología, sino una ayuda o motivación para que cada uno aprenda personalmente a dejarse sorprender por Cristo, como María, su Madre y nuestra, que lo recibió en su corazón y en su seno para transmitirlo al mundo. Y entonces ya no se puede prescindir del encuentro diario con él, presente en su Palabra, en su Eucaristía, en la comunidad eclesial, en la historia humana. La garantía de haberle encontrado “de corazón a corazón”,  es el deseo de hacerle conocer y amar: “El corazón se fue tras él” (Beata María Inés Teresa).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CÓMO PUEDES USAR ESTAS PÁGINAS

 

1. A manera de sugerencias o buenos pensamientos

 

Durante el día, en cualquier oportunidad, escogida al azar o por cálculo. Los primeros cristianos no disponían de nuestros medios de apuntes y notas, pero su amor a Cristo les sugirió la idea de apuntar los dichos de Jesús en las vasijas de arcilla...

 

Eso, sí, por favor, no leas solo como quien lee un buen pensamiento, sino como quien escucha o habla a un amigo presente.

 

2. En un rato de intimidad ante el sagrario

 

Sin prisas, confidencialmente, después de saludar al Señor, de exponerle tus cosas, puedes utilizar una de las presentes páginas para un coloquio sabroso o para meditar un rato a los pies del Maestro, como Magdalena, o como san Juan sobre el pecho de Jesús. No digas nunca que eres amigo de Cristo, si no sabes pasar un rato, sin prisas, junto a él. “La visita es prueba de gratitud, signo de amor y deber de adoración a Cristo Nuestro Señor allí presente” (Pablo VI, Mysterium fidei).

 

3. Como meditación

 

Acaso no sepas distinguir bien entre meditación y visita. No importa. Fácilmente convertirás cada visita en fervorosa meditación, si a las peticiones y súplicas añades las reflexiones y afectos propios de la meditación. Así aprenderás paulatinamente a intimidar con Cristo en la meditación, en la comunión, en las visitas a Jesús sacramentado, etcétera.

 

 

 

 

 

 

 

MÉTODO PARA MEDITAR

 

Aquí te presento una de las maneras sencillas de hacer meditación:

 

1. Recuerda que Jesús está presente (eucaristía, presencia de Dios en todas partes, presencia de la Santísima Trinidad en el alma del justo...) Puedes hacer actos de fe, adoración, petición...

 

2. Puedes pedir una gracia particular: mayor conocimiento de Jesucristo, para que le ames sin reservas; que sepas sentir sus penas o alegrías, intenciones e intereses, como si se tratara de ti; una virtud concreta que te falte, etcétera.

 

3. Lee una de estas páginas con su contexto, a poder ser en el mismo evangelio. Imagínate la escena: personas, palabras, obras, como si estuvieras presente. Reflexiona sobre alguna lección que puedes aprender. Procura mover tu afecto hacia la persona de Jesús y sus enseñanzas. Mi corta explicación te puede ayudar un poco. Con tal de que te pares en cada punto, para pensar con tu cabeza y amar con el corazón. No tengas prisa...

 

4. Durante todo el rato, y por lo menos al final, puedes entablar un coloquio con el Señor, con la Santísima Virgen, con los santos, etcétera.

 

5. Es muy importante sacar algún propósito sobre algo que hay que enmendar. Pero pide la gracia para que lo sepas cumplir, de otro modo, te encontrarás con muchos chascos. Si has cometido alguna falta durante la meditación, pide perdón de ella. Si el Señor te ha dado alguna luz, da gracias, pues ya sabes que no mereces nada.

Ya irás aprendiendo. Cuando ya sepas hablar con el Señor sin prisas, hazlo como te salga del corazón, aunque solo sepas pensar: “Él me mira y yo le miro”.

 

Puedes terminar tu meditación, si te gusta así, recitando una o varias veces estas oraciones.

 

Oración de san Ignacio: “Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; tu me lo diste, a ti, Señor, lo torno; todo es tuyo, dispón a toda tu voluntad, dame tu amor y gracia, que esta me basta”.

 

Oración de san Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia: “Señora nuestra, medianera nuestra, reconcílianos con tu Hijo bendito, alcánzanos de él gracia para que, salidos de este destierro, nos lleve donde gocemos de su santísima gloria”.

 

 

 

 

CUANDO MEDITES EL EVANGELIO

 

Es muy fácil meditar el evangelio. Tan fácil, como si te encontraras personalmente con el Señor por los caminos de Palestina. Pero es conveniente que no olvides lo siguiente:

 

- Jesús no es un personaje que “pasó”, sino una persona viva que está íntimamente presente, transformándote en él por medio de una vida nueva que se llama la vida de la gracia.

 

- Todo lo que Jesucristo dijo e hizo en tiempos de su vida mortal, lo hizo e hizo pensando en ti, amándote, diciéndolo y haciéndolo por ti.

 

- Ahora, al leer el evangelio, que es palabra de Dios, Cristo te dice aquellas palabras para ti personalmente, esperando tu “sí”.

 

- Cada palabra del evangelio esconde los latidos ardientes del corazón de Cristo, que piensa en ti y te ama sinceramente.

 

- ¿Es posible aburrirte teniendo en las manos un libro (¡el Evangelio!) que contiene palabras que ahora te dice Cristo?

 

- El evangelio no se te puede caer de las manos...; Sería la peor de las desgracias... Cuando uno ha experimentado su lectura y ha encontrado a Cristo, ningún libro le gusta, si no está teñido de evangelio. Porque solo el evangelio tiene palabras calientes, vivas.

 

- En el ejercicio del apostolado es siempre un buen medio reflexionar sobre un texto del evangelio. No tomar jamás el evangelio como tal, con militantes de Acción católica, chicos o chicas, es subalimentar las almas y retardar la venida del reino de Cristo (mons. Renard).

 

- El mundo del futuro está en las manos de los jóvenes que hayan recibido el impacto del evangelio.

 

- La formación de los futuros sacerdotes, según el concilio Vaticano II, se ha de basar en el evangelio, puesto que encierra el pensar, el querer, el amor, la persona de Cristo Nuestro Señor.

 

 

 

 

 

 

 

I. OREMOS

 

“Que vuestra vida esté escondida con Cristo en Dios”, nos dice san Pablo, el apóstol. Con Cristo, en unión con él, y transformándose en él. ¿Cómo?

 

Empecemos dialogando con Jesucristo. Insensiblemente nos veremos metidos en su ambiente, en nuestro centro de gravedad.

 

Dialogar con Cristo significa, en lenguaje cristiano, orar. Orar es respirar el oxígeno necesario para nuestra vida espiritual. Orar es necesario, pero quizá... ¿difícil? ¿abstracto?...

 

“Toma y lee”, oyó san Agustín de Tagaste. Leyó en los libros santos y... se encontró con Cristo. Abre el libro santo del evangelio y aprende a orar como oraba Jesucristo, aprende a dialogar con él como dialogaban con él en el evangelio su madre, sus íntimos, los enfermos, los pecadores, todos, y hasta como tú hubieras hecho de encontrarte allí.

 

No es menester haber estado en Palestina para dialogar con él. Jesucristo es de “ayer, de hoy y de siempre”. Está presente en el sagrario, ante el cual acostumbras a pasar los mejores momentos del día.

 

Ya sabes, pues, ¿qué es orar? Santa Teresa te diría que es “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama”.

 

Tu madre te enseñó a hablar cuando niño. Para hablar con Jesús, él mismo te dio a tu madre, para que te enseñase a hablar con Dios, andar por el camino espiritual, comer a Cristo eucarístico, escuchar sus palabras...

 

Pruébalo. Ya veras cómo si oras como se oraba en el evangelio, sabrás decir como Jesucristo y con él: Padre nuestro... Es necesario “aplicarse, de manera constante, a la oración” (Vaticano II).

 

1. ENSÉÑANOS A ORAR

 

 

Estaba Jesús orando.

Cuando terminó,

uno de sus discípulos le dijo:

-“Señor, enséñanos a orar”.

Él les dijo:

- “Cuando oréis, decid: Padre nuestro...”

 

                                               (Lc 11,1-2)

 

 

 

1. Sin apetito, no aprovecha ningún alimento. Y es difícil hablar de oración a quien no tiene ganas de orar. Primero se han de despertar estas ganas. Los apóstoles, al fin, cayeron en la cuenta de que necesitaban orar, y pidieron al Señor les enseñara. Si tienes ganas de aprender a hablar con Cristo, será fácil el aprendizaje. Se han de pedir estas ganas. Quien pide, alcanza. Si supieras decir lo que dijeron los apóstoles...

 

 

 

2 Es fácil hablar con un amigo, con los propios padres. Se habla sin reparos con la persona que sabemos que nos ama. Por esto la oración que nos enseñó Jesús comienza con las palabras: “Padre nuestro...”. Cada palabra del padrenuestro nos enseña la postura filial que hemos de tener al hablar con Dios. Esmérate en rezar el padrenuestro, fijándote en el sentido de cada palabra...

 

 

 

2. ¿DÓNDE MORAS?

 

 

 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían,

 Les pregunta:

-“Qué buscáis”

Ellos le dijeron:

-“Maestro, ¿dónde vives?”

Les dijo: “Venid y veréis”.

 

                                               (Jn 1,38-39)

 

 

 

1. Para aprender a orar, se necesita tomar la decisión de seguir a Cristo y tratar con él. Es el primer paso lo que cuesta más. Después, el mismo Jesús (que ya te dio la gracia de querer orar) ayuda dándonos la mano. En la oración de intimidad con Cristo no nos buscamos a nosotros mismos, sino que vamos a agradar al Señor. Quien busca su propia satisfacción, no aprende el trato íntimo con Jesús. ¿Por qué no he aprendido a tratar íntimamente con Cristo...?

 

 

 

2. No se puede ir con prisas, ni con el corazón en otra parte. El trato con Jesús es suficiente para atraer todo nuestro corazón y el mejor rato del día. Dando al Señor lo que nos sobra, y de mala gana, no se aprende a orar. ¿Explicarte qué es orar? Es mejor probarlo por propia experiencia. Esta experiencia, si es de verdad, no se olvida nunca. ¿Qué has de mejorar en tu oración?

 

 

3. ¡QUÉ BIEN ESTAMOS AQUÍ!

 

 

Jesús se transfiguró ante ellos... Pedro dijo:

-“¡Qué bien estamos aquí!...”

Salió de la nube una voz:

-“Este es mi Hijo, el amado,

 en quien me complazco. Escuchadlo”.

 

                                               (Mt 17,1-5)

 

 

 

1. Quien sigue a Cristo por el camino del sacrificio y humildad, le encuentra de veras. Jesús se transfigura, se da a conocer tal como es. Sin esfuerzo no es posible encontrar a Cristo. Y, cuando uno le encuentra, cae en la cuenta de que vale la pena haberle seguido. No se olvidan estos encuentros con el Señor. Mi oración es fría, porque hay algo que se interpone entre mi corazón y el de Cristo...

 

 

 

2. Cristo, que se queda en la eucaristía y vive siempre junto a mí, es el Hijo de Dios. Su presencia exige atención y diálogo. Ha venido a nosotros para hablarnos. Se le ha de escuchar en el silencio de otras cosas que no son él. Escucharle significa hacer caso de lo que él dice, y ponerlo por obra. Entonces el Padre se complace en nosotros como se complace en Jesús. ¿Escucho el silencio interior en los momentos de oración...?

 

 

4. SENOR, ¿AQUIÉN VAMOS A ACUDIR?

Muchos discípulos suyos

se echaron atrás y no volvieron con él.
Jesús dijo a los Doce.

- "También vosotros queréis marcharos?".
Simón Pedro le contestó:

- "Señor, a quién vamos a acudir?
Tu tienes pa
labras de vida eterna;
nosotros creemos ... ".

(In 6,66-69)

1. Cuando cuesta seguir a Cristo, muchos, que
se llaman sus discípulos, le vuelven la espalda.
jesus nos conoce a cada uno y siente nuestra des-
erei6n como el padre del hijo pr6digo y como el
buen pastor. Ante la conducta general de hacer lo
más fácil, de dejarse ir, de hacer lo que hacen
todos, Jesús me pregunta si yo también quiero de-
sertar. El espíritu de sacrificio es condici6n para
dialogar con Cristo. ¿Me sacrifico al menos esfor-
zándome por rezar mejor. . .?

2. Jesús hubiera sentido honda pena, si los
ap6stoles también se hubieran ido. San Pedro, que
estaba enamorado de Cristo, habla con palabras
salidas del coraz6n. Para él Jesúslo es todo. "Jesús
mío y todas las cosas". Quien ama, reza. San Pedro
supo escuchar las palabras de Jesús, que penetran
y transforman el coraz6n por ser divinas, y que si-
guen resonando en el mundo de hoy. ¿Son mis
disposiciones como las de san Pedro .. .?

 

 

5. ¿ERES TU EL QUE HA DE VENIR?

- ''?Eres tú el que ha de venir

o tenemos que esperar a otro?".
Jesúsle respondió:

- " ... los pobres son evangelizados.
i Y bienaventurado

l que no se escandalice de mi!".
(Mt 11,3-6)

1. Nadie puede llenar nuestro coraz6n, sino Je-
sucristo. Nadie ni nada. Porque el Señor ha hecho
nuestro coraz6n a su medida. Desear algo al mar-
gen de Cristo es como desear la chatarra o querer
llenarse de viento. A lo mas, es quedarse con ba-
ratijas. Quien tiene otros deseos al margen de
Cristo, no encuentra a Cristo en la oraei6n. Si lim-
piaras tu coraz6n de inclinaciones malsanas, sa-
brías orar mejor. ..

2. Pobre es el que sufre necesidad, sea cual sea.

EI que sufre está más cerca de Cristo. Pero con
mas propiedad, pobre es el que no tiene más ri-
queza que el mismo Dios. Es decir, el que sabe
aventurarlo todo por Dios. Entonces es fácil "ver"
a Dios, porque se tiene el coraz6n limpio. Es fácil
orar. Como lo es cuando uno sabe pasar por en-
cima del qué dirán y dar la cara por Cristo. En-
tonces se encuentra a Cristo en la oraci6n, porque
se tiene mas fe en él que en otros. ¿Son así mis
disposiciones ... ?

 

 

6. ¡SEÑOR, QUE VEA!

 

 

Un mendigo ciego:

-“¡Hijo de David, ten compasión de mí!”

Muchos le increpaban para que callase,

pero él gritaba  más... Jesús dijo:

- “¿Qué quieres que te haga?”

-“¡Señor, que vea!...”

 

                                               (Mc 10,46.48-51)

 

 

 

1.  Para orar se ha de reconocer la propia necesidad y miseria. ¡Tenemos mucha! Es el primer paso para orar. Y luego saber superar las dificultades. Orar es dialogar de tú a tú. Si no prescindimos de qué dirán o harán los demás, nunca sabremos orar no en privado ni en común. Cuando uno no tiene ganas, cuando salen dificultades, es entonces cuando se debe esforzar para vencerlas. ¿Me dejo vencer por las dificultades...?

 

 

 

2. El Señor habla al corazón. Tenemos un amigo que sabe lo que nos pasa, lo puede y quiere solucionar. Así es fácil orar. Entonces el conocer la propia necesidad no lleva al desánimo, sino a la oración humilde y sincera. ¡Que vea, Señor, cuánto me amas, para que vea lo que debo hacer, que te vea en el prójimo, que te vea en el superior, que te vea en mí...!

 

 

 

7. AUMÉNTANOS LA FE

 

 

Los apóstoles dijeron a Jesús:

-“Auméntanos la fe”.

Dijo el Señor:

- “Si tuvieras fe como un granito de mostaza,

diríais a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar,

y  os obedecería”.

 

                                               (Lc 17,5-6)

 

 

1 Los apóstoles se dieron cuenta de que tenían una fe muy floja. Ya se lo había dicho el Señor. Por eso le piden que se la acreciente. Quien siente necesidad de algo, pide. Ora quien ve su propia necesidad, aunque sea para decir como el hijo pródigo: “He pecado”. Nos falta fe en el Señor que vive escondido en el prójimo, en la autoridad, en los acontecimientos, en nosotros mismos, en la eucaristía. Fe y confianza en su bondad. Pidamos esa fe con una súplica que salga del corazón...

 

 

 

2. Todo nos lo puede y quiere dar el Señor. Pero no puede fomentar nuestra pereza. Dios no suple el trabajo de reflexión y de esfuerzo que hemos de realizar. Pero, poniendo de nuestra parte lo que debemos, él pone lo demás, aunque parezca un imposible. A Dios rogando y con el mazo dando. Hemos de trabajar examinando qué es lo que necesitamos poniendo esfuerzo, pidiendo gracia, reparando conductas anteriores, etc. Entonces, solo entonces, el Señor hace milagros. ¿En qué debería esforzarme más...?

 

 

 

8. SI QUIERES, PUEDES LIMPIARME

 

 

Se acercó un leproso a Jesús,

se arrodilló y le dijo:

-“Señor, si quieres, puedes limpiarme...”

-“Quiero, queda limpio”.

 

                                               (Mt 8,2-3)

 

 

 

1. El leproso se conoce a sí mismo, se da cuenta de la presencia de Jesús, demuestra su humildad, reverencia y confianza. Como el publicano que supo decir: “Perdóname, Señor, que soy un pecador”. Son disposiciones indispensables para orar bien. Aprovecho la visita del Señor. Era la primera y hubiera sido, tal vez, la última. Lo poco o mucho que había oído acerca de Jesús, le sirvió para orar bien. ¿Tengo estas disposiciones en la oración...?

 

 

 

2. La confianza abre la caja de caudales de los tesoros de Dios que se esconden en el corazón de Cristo. El Señor puede y quiere sanarnos. Pero necesita que nos pongamos a tiro por la confianza. El leproso consiguió el milagro fiándose de la bondad de Cristo. Nuestra lepra puede ser el pecado o las imperfecciones. El mismo Señor nos enseñó a orar: “He pecado” (hijo pródigo), “Perdóname, Señor” (publicano). ¿Es confiada mi oración...?

 

 

 

9. ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!

 

 

Dijo Jesús a Tomás:

-“No seas incrédulo, sino creyente”.

Contestó Tomás:

-“¡Señor mío y Dios mío!”

Jesús le dijo:

-“Bienaventurados los crean sin haber visto”.

 

                                               (Jn 20,27-29)

 

 

 

1. Orar es conversar con el Señor, escuchándole y hablándole. Ahora nos dice el Señor las mismas palabras del evangelio. El corazón de Jesús se queja de nuestra fe menguada. Quisiera ver en nosotros más fe en la eucaristía, en que somos templo suyo, en su presencia como Dios en todas partes, en los acontecimientos, en su presencia en el prójimo, en su voluntad manifestada por el superior, etc... Quisiera ver mi fe traducida en obras. ¿Qué tengo que mejorar en mi vida de fe...?

 

 

 

2. El acto de fe no puede ser una frase rutinaria. Es un latido del corazón, además de un “sí” de nuestro entendimiento. Creer con toda el alma es adherirse a Cristo para siempre. Esto es una aventura en medio de un mundo sin fe. Pero Jesús, que es Dios hecho hombre por nosotros, puede exigir la generosidad que él ha demostrado primero. El corazón cristiano que cree sin ver, halla la verdadera paz. ¡Creo, Señor...!

 

 

 

10. EL QUE TU AMAS ESTAENFERMO

Habíacaído enfermo un tal zaro, de Betania.
Las h
ermanas (Marta y María) le mandaron
R
ecado a Jesúsdiciendo:

- "Señor, el que tu amas esenfermo ... "Jesús amaba a Marta, a su hermana

y a Lázaro.

(Jn 11, 1.3.5)

1. Reconocerse enfermo es el primer paso para
rezar biennecesitamos luz para el entendimiento
y para conocer a Cristo, necesitamos fuerza en la
voluntad para seguirle, necesitamos tener intimi-
dad con él. Quien sabe o quiere saber orar, con-
vierte todo lo que le sucede en oración, en dialogo
con su padre, con su amigo. De todo envía recado
al Señor¿Me reconozco necesitado y expongo al
Señor todo lo que me pasa ... ?

2. El Señor lo sabe todo y nos ama de veras, en
serio. La oración mejor es la de exponer humilde
y confiadamente sin exigencias de ninguna c1ase.
Con la convicción de que Jesúsnos ama, es rnás
fácil orar. Y nos ama a cada uno con predilección
especial, no lo dudemos. Mil motivos tenia Mag-
dalena para dudar, y no dudó. Eso sí, el Señor
prueba nuestra oración. A Lázaro le escuchó, pero
le dejo morir para darle algo mejor. ¿Es confiada
mi oración?.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

11. SI, PADRE

Tom6 la palabra Jesús  y dijo:
- "Te doy gracias, Padre, ...

porque has escondido estas cosas a los sabios ...
y se las has revelado a los pequeños.

Si, Padre, así te ha parecido bien".

(Mt 11,25-26)

1. Los que se creen sabios no entienden las
cosas de Dios. El Evangelio es muy aburrido para
los "autosuficientes", para los que ya lo saben
todo, los que no necesitan consejos y tienen a
menos las normas concretas. Unicamente con dis-
posiciones filiales se aprende a orar: entusiasmarse
por el Padre, conocerle, confiar en él, hacer su vo-
luntad. Le entusiasmaba a Cristo ver estas disposi-
ciones en las almas. ¿Las tengo yo ... ?

2. Saber decir siempre que "sí" a Dios es con-
vertir todo el día en oración. Decir "sí" a nuestro
Padre Dios en todo lo que nos pasa, cuando se
muestra su voluntad, aunque cueste cumplirla.
"Amén" significa "sí". En la santa misa lo decimos
muchas veces, para significar que nos unimos a
los sentimientos de Cristo inmolado en aras de la
voluntad del Padre. No vale decir mentiras. Y no
hay mentira mayor que decir que SI a Dios solo
con los labios y no con la vida. ~Es mi vida un "SI" a Dios .. .?

 

 

 

12. NO SOY DIGNO

 

 

-“Señor, tengo un criado en cama paralítico...”

Él le dijo:

- “Voy yo a curarlo”.

Pero el centurión le replicó:

-“Señor, no soy digno”.          

Jesús se quedó admirado y dijo:

-“En Israel no  he encontrado en nadie tanta fe”.

 

                                               (Mt 8,6-10)

 

 

 

1. Exponer con confianza todos nuestros problemas al Señor es una oración fácil y excelente. Pero los problemas del prójimo también son nuestros, puesto que  todos somos la gran familia de Dios. Al Señor le satisface nuestra oración cuando es humilde. No merecemos nada, no somos dignos de presentarnos ante el Señor, puesto que hemos pecado; pero podemos acercarnos al Señor como el hijo pródigo ante su padre. ¿Oro por los problemas de los otros y soy humilde en la oración...?

 

 

 

2. De acuerdo que hay muchas personas que no frecuentan tanto la iglesia y, no obstante, tienen más fe y caridad. La tendrían más de frecuentar más. Hasta puede haber paganos que están más cerca de Dios que muchos cristianos que no cumplen. Los sacramentos, los actos piadosos, aprovechan más a los que abren el corazón a Dios. Con el cántaro tapado no se recoge agua. Un cristiano que cumple bien, tiene más fe y caridad que un pagano que no conoce a Cristo; pero las cosas cambian cuando el corazón está cerrado al amor. En mi oración ¿estoy dispuesto a todo lo que Dios me pide?...

 

 

 

13. DAME  ESA AGUA

 

 

Jesús contestó (a la samaritana):

-“El que beba del agua que yo le daré

nunca más tendrá sed:

el agua que yo le daré

se convertirá dentro de él

en un surtidor de agua

que salta hasta la vida eterna”.

La mujer le dice:

-“Señor, dame  esa agua”.

 

                                               (Jn 4,13-15)

 

 

 

1. Lo que dijo el Señor en el evangelio, me lo dice a mí ahora. Jesús es el único que puede saciar las aspiraciones de mi corazón. Hemos sido hechos a la medida de Cristo y nadie puede suplirlo a él. Se desean otras cosas cuando no se tiene verdaderamente al Señor. Las cosas tienen su valor, pero no pueden nunca llegar a valer tanto como Cristo. ¿Deseo otras cosas más que al mismo Cristo...?

 

 

 

2. Las gotitas que salpican de la fuente no pueden saciar la sed. Son gotitas de agua pero no bastan. Todas las cosas son buenas, pero no son Dios. El agua que da Cristo es la vida divina, la gracia. Si ya la tenemos, hay todavía muchos dones de gracia que necesitamos: conocer mejor a Cristo, amarle más, aprender a orar... Todo esto lo he de pedir como quien tiene sed abrasadora...

 

 

 

14. ¿TÚ VIENES A MÍ?

 

 

Se presenta Jesús a Juan

para que lo bautice.

Juan intentaba disuadirlo diciéndole:

-“Soy yo el que necesito que tú me bautices,

¿y tú acudes a mí?”.

 

                               (Mt 3,13-14)

 

 

 

1. Jesucristo es humilde. Dios se hizo hombre por nosotros, nació y vivió en un ambiente pobre y humilde, nunca buscó su propia gloria, y murió en un patíbulo como un malhechor. Pero lo más humillante es que cargó con nuestros pecados como si fueran suyos propios. Él es nuestro responsable. Por eso fue a recibir el bautismo de penitencia en nombre nuestro. Por eso continúa haciendo presente su muerte redentora en la santa misa. ¡Si supiera reflexionar sobre esta humillación de Cristo en la misa...!

 

 

 

2. “¿Tú vienes a mí?”. Yo te crucifiqué, yo sigo en mi tibieza o en mis pecados. Yo he hecho poco caso de tus beneficios continuos, no soy capaz de entender tu amor cuando vienes en la comunión. Yo me olvido de tu presencia en mí y de que estoy unido a ti como miembro de un mismo cuerpo... Y tú, ¿sigues viniendo a mí?...

 

 

 

15. DANOS SIEMPRE DE ESTE PAN

 

 

 Jesús les dice:

- “Es mi Padre  el que os da

el verdadero pan del cielo.

El pan de Dios es el que baja del cielo

 y da la vida al mundo”.

Entonces le dijeron:

-“Señor, danos siempre de  este pan”.

 

                                               (Jn 6,32-34)

 

 

 

1. Jesucristo es el redentor que ha venido al mundo para morir por nuestra salvación. Su cuerpo es la víctima del sacrificio. Muriendo Jesucristo da la vida al mundo. Nosotros participamos de esta vida divina, sobre todo cuando comulgamos. Cristo es, pues, “el pan de Dios”. Escuchar a Cristo y comulgarle es vivir de él, en él y para él. He de revisar mi vida eucarística.

 

 

 

2. Hablar con Cristo es exponerle nuestros deseos. Quien tiene un tesoro piensa siempre en él y desea estar cerca de él. “Donde está vuestro tesoro allí está vuestro corazón”. Desea a Cristo quien le ama. Desea estar con Cristo quien le valora por encima de todo. Otros deseos atrofian el deseo ardiente de unirse a Cristo. Mis deseos más hondos ¿están lejos del Señor?...

 

 

16. TU SABES QUE TE QUIERO

Dice Jesús a Simón Pedro.

- “¿Me amas más que estos?".

- "Si, Señor, tú sabes que te quiero".

- "Apacienta mis corderos".

(Jn 21,15)

 

 

1.Es un examen de amor. Porque Jesucristo
examina a los suyos así. Cristianismo es amor.
Amar es darse, pero darse como le gusta a Cristo.
Amar es darse sin calcular. Amar es darse a una
persona. El amor no tiene paréntesis ni compases
de espera. Quien ama va más allá de lo mandado
y hace lo más agradable al amado. ¿Qué califica-
ci6n merezco en esta asignatura ... ?

2. Pedro respondi6 con generosidad y humil-
dado Estaba dispuesto a todo por Cristo. Orar es
amar. Solo se deja de orar cuando se deja de amar.
A los que ama n de veras, Cristo les encarga una
misi6n: la de hacerle amar. Apostolado es hacer
amar a Cristo. El ap6stol se fragua en el dialogo
con Cristo. ~Tengo deseos de hacer amar a
Cristo ... ?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

17. ¿QUÉ TENEMOS QUE HACER?

Jesúsles contesto:

- "Trabajad por el alimento que perdura
Hasta la vida eterna".

Ellos le preguntaron.

- ¿Qtenemos que hacer para realizar las
obras de Dios?".

 ... Que creáis en el que él ha enviado".
(Jn 6, 27-29)

1. Jesucristo es el alimento de nuestra alma. Por
eso se queda en la Eucaristía. Comulgando a Cristo
se adquiere y aumenta la vida divina que él nos
mereei6 muriendo y resucitando. Quien comulga a
Cristo tiene la vida eterna. Ninguna ocasi6n mejor
para dialogar con Cristo que en la comunión.
¿Cómo es mi oraei6n a Cristo cuando comulgo?

2. Jesucristo es luz, camino, verdad y vida. Todo
lo que hemos de hacer en nuestra vida se reduce
a seguir a Cristo imitándole. Orar es encontrarse
personalmente con él para emprender juntos la
tarea del vivir. Dialogando con Cristo es fácilpre-
guntarle qué es lo que espera de nosotros, con-
cretamente en el día de hoy. No vale irse por las
ramas. ¿Qué espera Jesús de mí en el día de hoy .. .?

 

 

18. ¡MAESTRO!

Jesús le dice:
- "¡María!".

Ella se vuelve y le dice:
- "¡Maestro!".

Jesús le dice:

- " ... ve a mis hermanos y diles:

Subo al Padre mío y Padre vuestro .. , ".

(In 20,16-17)

1. María Magdalena busco a Cristo por encima
de todas las dificultades. Nadie, ni los ángeles,
llenó su corazón más que Cristo. Una sola palabra
de Jesús convirtió su inmensa pena en alegría des-
bordante. Para orar no se necesitan muchas pala-
bras. Se ha de dejar hablar al corazón. Orar y
llamarse mutuamente por su nombre es un trato
personal de amigos. ¿Me esfuerzo por aprender a
orar. .. ?

2. Quien encuentra a Cristo en la oración,
queda comprometido para hacer partícipes a otros
de esta dicha. Quien no siente este deseo, no ha
orado bien. Somos la familia de Dios, sobre todo
en la oración litúrgica. Si falta un hermano en la
mesa, hemos de sentir su ausencia precisamente
por estar nosotros más cerca del Padre. Orar es
estar conscientemente cerca de Dios. ¿Me preo-
cupo en la oración de las necesidades de los
otros ... ?

 

 

19. NO TENGO A NADIE

Estaba allí un hombre que llevaba treinta y ocho

años enfermo ... .

Jesús, al verlo, ...... le dice:

- ¿Quieres quedar sano?".

- "Señor;no tengo a nadie

que me meta en la piscina ... ".

(Jn5,5-7)

1. La mirada de Jesucristo penetra lo más íntimo
del corazón, No hace daño. Lo descubre todo,

,

pero prefiere que seamos nosotros quienes le des-
cubramos las intimidades. El deseo de curarnos lo
tiene él más que nosotros, pero no nos quiere
curar hasta que nosotros lo deseemos y se lo ex-
pongamos. Esta es la razón de ser de la oración. El
que ora se da cuenta de su necesidad y pide au-
xilio. ¡Si dejara que el Señor mirara con su mirada
de misericordia todos los recovecos del alma ... !

2. Nadie nos puede solucionar nuestros proble-
mas más hondos. A veces hemos hecho todo de
nuestra parte, pero no se ha seguido el éxito. Es
entonces la hora de reconocer que sólo Cristo
puede solucionar nuestros problemas. Y es enton-
ces cuando descubrimos que el Señor es "alguien"
que se preocupa de nosotros y con quien se han
de tener relaciones personales. ¿Siento verdadera
necesidad de Jesucristo ... ?

 

 

20. SEÑOR, AYUDAME

   Una mujer cananea ....... se postr6 ante él diciendo:

   - "Señor; ayúdame" ... .

. .. también los perritos se comen las migajas
que caen de la mesa de los amos".

Jesús le respondió:

- "Mujer, qué grande es tu fe. que se cumpla lo
que deseas".

(Mt 15,25.27-28)

1. La oraci6n ha de ser humilde. Primeramente
reconocer nuestra miseria. Quien se ahoga pide
socorro. Sin esta humildad, la oraci6n seria un
cumplimiento. Y reconocer también que, por
nuestros pecados, no merecemos las gracias. Pero
creer, sobre todo, en la bondad del Señor.Es en-
tonces cuando brota espontánea la oraci6n desde
lo más hondo de nuestro interior. Oraci6n hu-
milde, no rutinaria, porque se sabe lo que se ne-
cesita. ¿Eshumilde mi oraci6n ... ?

2. El Señor escucha siempre. Su bondad está
dispuesta a dárnoslo todo aun antes de que se lo
pidamos. Pero no nos puede dar lo que resbalaría
en nuestro interior y se perdería. Por eso espera
que se esponje nuestro coraz6n para recibir el
agua de la gracia. Y nos ayuda para ello. Solo es-
pera nuestro ademán más insignificante para dar-
nos con creces lo que necesitamos. ¿Puede el
Señor alabar mis disposiciones personales para
orar...?

 

 

21. HAGASE TU VOLUNTAD

"Cuando oréis, no uséis muchas palabras,
co
mo los gentiles, que se imaginan que
por hablar mucho les haráncaso ...

Vuestro Padre sabe lo que os hace falta ... Vosotros
o
rad así:

Padre ... hágase tu voluntad ... n.

(Mt 6,7-10)

1. Orar es hablar con el coraz6n, "pensar en
Dios amándole". No es la cantidad de palabras lo
que mira Dios, sino el coraz6n, los sentimientos
sinceros. Solo cuando dejamos de amar, dejamos
de orar. Dedicar un rato exc1usivamente para Dios
que sabemos que nos ama, eso es orar. Si hace-
mos esto, es fácil que luego todo el día sea una
oraci6n prolongada. Cuando oro, ¿d6nde está el
peso de mi amor. .. ?

2. Dios, nuestro Padre, sabe lo que necesita-
mos. Más que nosotros. Y lo quiere remediar. Más
que nosotros también. Convencidos de esto es
fácil presentarse ante Dios (que está siempre pre-
sente) para hablar con él como un hijo con su
padre. Pero hay un enemigo de nuestra oraci6n:
nuestro capricho. Renunciar a nuestra voluntad es
el precio que nos pide Dios para saber orar. ¿Son
muchas las ocasiones en que hago mi voluntad
prescindiendo de la de Dios .. ?

 

 

 

22. QUÉDATE CON NOSOTROS

Él (Jesús) simuló que iba a seguir caminando.
Ellos lo apremiaron, diciendo:

- "Quédate con nosotros, porque ... el día va de
caída".

Y entr6 para quedarse con ellos.
(Lc 24,28-29)

1. Jesúses muy delicado. No quiere molestar.

Quiere comunicarse con nosotros, pero espera que
se lo pidamos. Cuando uno ha experimentado el
trato con Jesucristo, necesita encontrarse frecuen-
temente con él. Jesúsquiere que perseveremos en
la oraci6n, aunque no sintamos nada. Con tal que
le guste a él, ¿qué importa lo demás? ¿Me esfuerzo
por encontrar el mejor rato para tratar con Jesucristo

y prescindo de otros pensamientos en la ora-ción?

2. Muchas veces las tinieblas amenazan con
oscurecer nuestro interior. Jesús es la luz. El Señorsólo espera que deseemos su presencia. Él desea,
más que nosotros, la intimidad de amigos. Cuando
Jesús se queda, el coraz6n late con más alegría, se
ven las cosas de otra manera. ¿Deseo sinceramente
que Jesússe quede conmigo para siempre .. .?

 

 

 

23. ACUÉRDATE DE MÍ

 

 

Uno de los malhechores le insultaba…

Pero el otro decía:

-“Jesús, acuérdate de mí

cuando llegues a tu reino”.

Jesús le dijo:

-“Hoy estarás conmigo en el paraíso”.

 

                                               (Lc 23,39-43)

 

 

 

1. En cualquier momento puede realizarse el encuentro definitivo con Cristo. Para el buen ladrón fue en la hora de su muerte. Para su compañero no lo fue nunca, a pesar de morir junto al redentor. El encontrar o no a Cristo depende de saber o no hablar con él. Porque el encuentro amistoso se realiza en el diálogo. ¡Qué importancia tiene la oración! Pero una oración que salga del fondo del alma… ¿Es así la mía?

 

 

 

1. Jesús es el salvador. Salva a los grandes pecadores, a condición de que estos pidan perdón. El hijo pródigo y el publicano (dos parábolas inventadas por el corazón de Jesús) saben orar: “He pecado”..., “Perdóname, Señor”... A esta oración sigue siempre el perdón de Jesús y la promesa de salvación. ¿Sé reconocerme pecador en la oración...?

 

 

 

 

 

24.  TEN COMPASIÓN DE NOSOTROS

 

 

Vinieron a su encuentro diez leprosos

y a gritos le decían:

 -“Jesús, Maestro, ten compasión  de nosotros”.

Al verlos les dijo:

-“Id a presentaros a los sacerdotes”.

 

                                               (Lc 17,12-14)

 

 

 

1. Ni la lepra se resiste a la voz de Cristo. No hay nada que impida el encuentro con Cristo, si no es el quererse encerrar en sí mismo. Los leprosos reconocen su mal y se presentan al Señor pidiendo curación. Todos los milagros que hizo Cristo tienen significado de salvación: Jesús nos salva de nuestros pecados y miserias por grandes que sean. El orar con humildad (reconociendo lo que somos) y con confianza (reconociendo la bondad de Cristo) es la clave para encontrar al Señor. ¿Cuánta humildad y confianza hay en mí...?

 

 

 

2. Las  respuestas de Jesús no son como nos gustan a nosotros, sino como nos convienen. Jesús quiere que no le encontremos sino en los otros: el superior que manda o aconseja, el prójimo que necesita de nosotros, el equipo de amigos... No se encuentra Cristo al margen de quienes representan o son la Iglesia. Este es también el caso de la confesión y de la dirección espiritual. ¿Necesito consultar algo o llevar mejor la dirección espiritual...?

 

 

 

 

25. TE SEGUIRÉ

 

 

Jesús dio orden de cruzar a la otra orilla.

Se le acercó  un escriba y le dijo:

 “Maestro, te seguiré adonde  vayas”.

Jesús le respondió:

“Las zorras tienen madrigueras...,

pero el Hijo del hombre

no tiene donde reclinar la cabeza”.

 

                                                               (Mt 8,18-20)

 

 

 

1. Cuando uno encuentra un ideal grande, siente deseo de seguirle. Ningún ideal mayor que el de seguir a Cristo. Él llena todas las aspiraciones de nuestro corazón e inteligencia. En nuestra oración debemos manifestar a Cristo el deseo ardiente de seguirle por encima de cualquier dificultad. Jesús se da en la medida de nuestros deseos. ¿Tengo deseos sinceros de tratar personalmente con el Señor? ¿Cómo podría conseguirlos y aumentarlos...?

 

 

 

2.  No hemos de engañarnos. Jesucristo pone unas exigencias para seguirle. Él va adelante, pasando por lo más difícil. Seguirle no cuesta tanto cuando ponemos la mirada en él y los pies en sus pisadas. Cualquier dificultad agranda el corazón de las personas generosas como el viento enciende más la antorcha, y apaga la cerilla. ¿Sé pasar valientemente por las dificultades con la mirada puesta en Cristo...?

 

 

 

 

26. LO HEMOS DEJADO TODO

 

Dijo Pedro a Jesús:

- "Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo
y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?".
Jesús les dijo.

- " ... cien veces más ... y la vida eterna ".
(Mt 19,27.29)

 

 

1. ¡Quién pudiera decir lo mismo que san
Pedro! Haber aventurado todo por Cristo es el
mejor ideal. Aunque sea dejar unas barcas como
san Pedro. Lo interesante es embarcar el corazón
en el seguimiento de Cristo. Con estas disposicio-
nes siempre la oración es el rato más vital del día.
Pero en cuanto a premio, no busquemos otro que
el mismo Cristo. No hay mejor premio que seguir
amándole. ¿mo ando en generosidad .. .?

 

 

2. No estábien pedir otro premio a Cristo fuera
de seguir amándole. Pero el Señor da infinitamente
más de lo que dejamos. Un granito de trigo lo con-
vierte en un granito de oro, como dice la fábula
india. Porque lo que dejamos es "estiércol", según
dice san Pablo. No hay mejor premio que ser ama-
dos de Dios como hijos suyos y hermanos en
Cristo. Esta es la vida eterna. Vale la pena. ¿Son así
mis pensamientos?

 

 

 

 

 

 

 

 

27. PODEMOS

Jesús dijo (a Santiago y Juan):

- ¿Sois capaces de beber el cáliz
que yo he de beber?
".

- "Podemos ".

(Mt 20,22)

 

1. El coraz6n humano está hecho para conte-
ner deseos muy grandes. Estos deseos se deben
exponer al Señor en la oración. A veces pueden
ser deseos no del todo rectos. En la oración se pu-
rifican como el oro en el crisol. Juan y Santiago
deseaban algo grande. Jesús les señaló el mejor
ideal: sufrir por él para resucitar con él. Expongo
en la oraci6ón mis deseos más íntimos ... ?

 

2. El hombre se mide por su fuerza de voluntad.

Por eso dicen: "querer es poder". Ser hombre de
decisiones grandes, si se tienen también ideas
grandes, es ser hombre de verdad. Las dificultades
no cuentan para los héroes. Lo que parece impo-
sible, es posible y aún fácil para los que quieren.
En mi vida de oración, ¿tomo decisiones grandes y
pido la gracia del Señor para cumplirlas .. .?

 

 

 

28. POR TU PALABRA

Simón (Pedro) y dijo.

- "Maestro, hemos estado bregando toda la noche
y no hemos recogido nada,

pero, por tu palabra, echaré las redes".
Hicieron una redada grande de peces
.

(Lc 5,5-6)

1. Sin Jesús, siempre es de noche en el cora-
zón. Pedro, el gran pescador, no había pescado
nada, a pesar de un trabajo ímprobo. Así me salen a mi las cosas. Cuando todo parece ir bien y confío en mis fuerzas, es cuando estoy mas cerca del fracaso. Puede haber apariencias de éxito, pero ya lo dijo el Señor: "Quien no recoge conmigo, desparrama". ¿Acostumbro a pedir ayuda al Señor en mis empresas .. .?

2. ¡Qué diferencia cuando uno obra con Cristo! Con él, mayoría aplastante. Confiar en Cristo, y poner de nuestra parte lo que debemos, es un éxito seguro, aunque a veces haya momentos de cruz y Getsemaní. En los callejones sin salida, es cuando podemos confiar en el Señor y obtener los mayores éxitos. En los momentos difíciles, ¿adopto posturas de desánimo o de desconfianza .. .?

 

 

 

 

29. MÁNDAME IR A TI

 

 

-“¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”.

Pedro le contestó:

- “Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua”.

Él le dijo:

- “Ven”.

Pedro se echó a andar sobre el agua

acercándose a Jesús.

 

                                                               (Mt 14,24-29)

 

 

 

1.  La sola presencia de Jesucristo habla al corazón. Es cuestión de saberle escuchar. No se trata de “oír” palabras en la imaginación, sino de saber que él nos ama. Hay mucha gente sencilla que sabe pasar ratos sin prisa ante el sagrario con solo pensar: “Él me mira y yo le miro”. Esto es confianza en su amor. ¿Sé pasarme el mejor rato del día en la presencia del Señor...?

 

 

 

2. No hay dificultades insuperables para quien sabe orar. Orar es amar, y el amor todo lo encuentra hacedero. La mirada en Cristo, porque si nos fiamos de nosotros mismos, entonces viene el hundimiento. El Señor llama a estar con él. Orar es decidirse a estar sin prisas junto al Señor. ¿Qué dificultades encuentro en la oración y cuál puede ser el remedio...?

 

 

 

30. NO TIENEN VINO

 

 

Estaba allí (en las bodas de Caná)

la madre de Jesús.

Jesús estaba invitado también a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:

-“No tienen vino”.

 

                                               (Jn 2,1-3)

 

 

 

1. Cuando se ama a María se ama más intensamente a Cristo. Invitando a ella no puede faltar el Señor. Amar a Cristo tal como es significa amarle en ambiente mariano. No es cuestión de niños (a no ser que hablemos de los “niños” del evangelio), sino que es el ambiente de que se ha rodeado Cristo. María enseña a hablar con él. Pero hay que dejarse enseñar y ponerse a tiro. ¿Cómo es mi oración a María...?

 

 

 

2. María es modelo de oración. Ella se fija en las necesidades del prójimo. Quien ama al prójimo encuentra fácilmente la intimidad con Cristo. Y la oración de María es confiada y humilde. Expone el problema y se fía de Jesús. Él nos ama más que nosotros mismos. Sabe lo que tenemos y quiere solucionar todo. María, con su oración, anticipa la hora del Señor, cooperando a nuestra salvación. ¿Se parece mi oración a la de mi madre...?

 

 

 

 

 

 

 

II. JESÚS, AMIGO

 

 

 

Es fácil dialogar con un amigo. Y Cristo es el amigo. Lo ha dicho repetidas veces: “Vosotros sois mis amigos”. Lo ha dicho y lo ha demostrado con hechos.

 

“Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”, dijo, y lo puso por obra. A tu amigo no le es indiferente nada tuyo. Te conoce, te comprende. Tus problemas son los suyos, pues por tu pecado y para tu salvación se dejó clavar en un madero.

 

La amistad para contigo la selló para siempre. Es una alianza eterna, mientras tú no la rompas. Este pacto de amistad se renueva en la santa misa. Jesús será hombre por toda la eternidad. Y ¿para qué se hizo hombre, sino para ser tu hermano y amigo?

 

La amistad hace iguales a los amigos. Si tú eres amigo de Cristo, es decir, si lo amas, llevas en tu alma el rostro de Cristo, la gracia santificante que te hace participar de la vida de Cristo.

 

Tu corazón necesita fuego, no tiene bastante con paños calientes, Escoge entre el fuego de la intimidad con Cristo y el fuego de... una vil pasión.

 

Ya sé que eres, así lo dices, amigo de Cristo. Pero la verdadera amistad busca el conocimiento del amigo, su presencia, sus intereses... ¿Eres joven y amas a medias...?

 

Sin ideal, tu vida no tiene sentido. Búscame un ideal más hermoso que la amistad con Jesús... No lo encontrarás, por la sencilla razón de que Dios te ha hecho para Jesús, y nunca serás feliz hasta encontrar a Jesús.

 

Pruébalo. Algún día dirás a Cristo: “¿Cómo he podido vivir sin ti? Pero..., ¿he vivido alguna ves sin ti?” (Zolli). Y te convencerás de que “estar sin Jesús es grave infierno; estar con Jesús es dulce paraíso” (Kempis, Imitación de Cristo 2,8).

 

 

31. JESÚS, AMIGO

 

 

-“Vosotros sois mis amigos

si hacéis lo que yo  os mando...

A vosotros os llamo amigos,

porque todo lo que he oído a mi Padre

os lo he dado a conocer”.

 

                                               (Jn 15,14-15)

 

 

 

1. Jesús es nuestro amigo. Lo ha dicho y lo ha demostrado. Un amigo de verdad manifiesta lo que tiene en el corazón. Jesús nos ha revelado lo más íntimo que tiene: su amor y conocimiento del Padre. Y ha sellado con su sangre estas confidencias. Más no puede amar, puesto que lo ha dado todo. ¿Conozco de veras por qué Jesús es mi amigo...?

 

 

 

2. Seremos amigos de Cristo si cumplimos su voluntad. Para que se dé la amistad, es necesario el amor por ambas partes. Jesús lo dio todo. Yo debo dar lo mejor: mi voluntad. La voluntad de Cristo es que siga su doctrina y sus mandamientos. En cada momento de mi vida he de hacer, como Jesús, la voluntad del Padre. Solo así seré su amigo. ¿En qué puedo cumplir mejor lo que quiere Jesús...?

 

 

 

 

32. AMIGO FIEL

 

 

Todos murmuraban diciendo:

-“Ha  entrado a hospedarse

en casa de un pecador..”.

-“El Hijo del hombre ha venido a buscar

y a salvar lo que estaba perdido”.

 

                                                               (Lc 19,7.10)

 

 

 

1. El amigo fiel defiende, aunque los demás murmuren. Era un pecador aquel hombre llamado Zaqueo, al menos en la opinión de los demás. Pero Jesús le brindó su amistad y dejó de ser pecador. Jesús, amigo fiel, le defendió. Aunque nadie te amara, Jesús sería siempre tu mejor amigo. No traiciona nunca. Aunque seas un pecador. ¿Cómo podrías aumentar tu confianza en Jesucristo...?

 

 

 

2. Jesús significa salvador. Su nombre indica la misión que tiene que cumplir. Ha venido para salvar lo que estaba perdido. No ha venido el Señor para rodearse solo de inocentes. Sino que a los pecadores nos hace santos como él y nos admite en su amistad. Zaqueo y la Magdalena son solo una muestra. ¿Qué defectos míos debo presentar a Jesucristo para que los cure...?

 

 

 

 

 

33. AMIGO DELICADO

 

 

Jesús se turbó  en su espíritu y dio testimonio diciendo:

-…“Uno de vosotros me va a entregar”.

Uno de ellos, alque Jesús amaba (Juan),

estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús.

 

                                                               (Jn 13,21.23)

 

 

 

1. Jesús es muy delicado. No quiere delatar a Judas el traidor. A última hora todavía le llamará amigo. Es tan delicado que se limita a exponer su pena por el que se pierde. Jesús no quiere molestar. Habla delicadamente para que sólo le entiendan los que le aman de verdad. ¿Tiene motivos el Señor para quejarse de mí...?

 

 

 

2. Juan el evangelista era amigo predilecto de Jesús. Porque era puro y generoso. Llega hasta tener la confianza de reclinar su cabeza en el pecho de Jesús. Oyó los latidos ardientes de su corazón. Pero Jesús amigo siente predilección por cada uno, por ti en concreto. Solo exige delicadeza y generosidad. ¿En qué no soy generoso y delicado...?

 

 

 

 

 

34. AMIGO PODEROSO

 

 

Toda la gente trataba de tocarlo,

porque salía de él una fuerza

que los curaba  a todos

 

                                               (Lc 6,19)

 

 

 

1. Jesús lo puede todo. Curaba a todos y de cualquier enfermedad. Así es mi amigo. Para él no hay nada imposible. Ni la curación de mi frialdad o de mi orgullo. Ha venido para curar a los enfermos y salvar a los pecadores. ¡Si supiera exponer mis miserias al baño del sol de la mirada de Cristo...!

 

 

 

2. Para curar, hemos de “tocar” a Cristo. Acercarse a él y tocarle significa: hablarle íntimamente y querer amarle de veras, confiar en él y pedirle perdón. No todos los que “rezan” y “comulgan” tocan a Jesús. Hay algo en mí que me impide “tocar” a Jesús...

 

 

 

 

35. AMIGO HUMILDE

 

 

Los amó hasta el extremo...

Se pone a lavarles  los pies

 de los discípulos y a secárselos

con la toalla que se había ceñido.

 

                                               (Jn 13,1.5)

 

 

 

1. Jesús es humilde y quiere que lo seamos nosotros. La humildad nos hace ver lo que somos, ni más ni menos. Quien conoce sus propias faltas nunca desprecia a los demás. Ni ambiciona puestos y cargos de honor. Porque lo que importa no es lucir, sino servir amando. Pero como es muy difícil de entender y de practicar, Jesús, que es Dios, da ejemplo hasta lavar los pies a los discípulos. ¡Qué me falta para ser humilde...!

 

 

 

2. Todo lo que hace Jesús es para demostrarnos que nos ama. Ama hasta buscar a la oveja perdida, hasta lavar los pies de Judas. Bajó del cielo a la tierra, se ha quedado en la eucaristía. Así es de humilde nuestro amigo. Nos ama hasta el colmo. Por amor al Señor debo pensar en las ocasiones en que he de ser humilde...

 

 

 

 

 

36. ME COMPRENDE

 

 

El Señor, volviéndose, le echó

una mirada a Pedro, y Pedro se acordó

de la palabra que el Señor le había dicho.

Y, saliendo afuera,  lloró amargamente.

 

                                                               (Lc 22,61-62)

 

 

 

1. La mirada de Jesús penetra los corazones. Comprende todo lo que nos pasa, y lo quiere solucionar. San Pedro cayó muy hondo. Pero hasta ahí le siguió la mirada del amigo. Jesús miró a muchos, también a Judas, pero no todos se dejan mirar ni adivinan el amor de la mirada del Señor. ¡Si me dejara mirar por el Señor...!

 

 

 

2. No hemos de ser cabecitas de chorlito que no reflexionan nunca. Hay algo en nosotros que nos separa de Cristo. Él nos mira continuamente, esperando que nosotros nos demos cuenta. San Pedro arrancó de su corazón el orgullo. Lloró de veras su pecado. Y ya no volvió a negar al Señor. Solo pensar que había traicionado al amigo, le hacía humilde. En mí hay algo que Cristo mira que yo lo quite...

 

 

 

37. ME PERDONA

 

 

Cuando todavía estaba lejos (el hijo pródigo),

su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas;

y, echando a correr, se le echó al cuello

y lo cubrió de besos...

 

                               (Lc 15,20)

 

 

 

1. La parábola del hijo pródigo es fruto del corazón de Jesús. Así ama Jesús al amigo extraviado. Sabe perdonar. Más, Jesús amigo mira y siente compasión aun antes de nuestro arrepentimiento. ¡Qué pormenores tan delicados los de la parábola! ¡El Padre salía todos los días a esperar! Son los grandes deseos del corazón del amigo para que volvamos a él. No puedes hacer esperar más a Cristo. Por lo menos, agradece las veces que te ha perdonado...

 

 

 

2. El padre del hijo pródigo manifiesta su alegría: corre presuroso al encuentro, le abraza con efusión, le cubre de besos ardientes. Como todo esto lo inventó Jesús, significa que lo hace él con nosotros cuando tenemos algún pecado. Estas finezas merecen confianza y amor de entrega total. ¡Si supiera recordar las veces que Cristo me ha recibido así...! Yo también he de perdonar...

 

 

 

 

38. ME CONOCE

 

 

“Mis ovejas escuchan  mi voz,

y yo las conozco,

y ellas me siguen,

y yo les doy la vida eterna”.

 

                                               (Jn 10,27-28)

 

 

 

1. Mi amigo piensa siempre en mí. No puede olvidarme. Me conoce y me ama. Sabe lo que me pasa, lo que pienso y quiero. Y, por eso, me envía siempre las gracias que necesito. Me conoce por mi nombre y me ama con una predilección especial. Siempre vela sobre mí para que no me falte nada. ¿Tengo plena confianza en él...?

 

 

 

2. ¡Le gusta tanto al Señor que yo le conozca y siga su voz! Le he de conocer a fondo hasta ilusionarme por él, sobre todo y sobre todos. Si pensara más en él... Cuando me hablan de Cristo he de escuchar con delirio. Y he de seguir el camino de Cristo, que es el amor a él y al prójimo. Así llegaré a poseer la vida divina en mí. Así llegaré a vivir eternamente con mi amigo. ¿Qué podría hacer para seguir e imitar a Cristo mejor...?

 

 

 

 

39. ME INVITA

 

 

“El que tenga  sed,

que venga a mí y beba.

El que cree en mí...

de sus entrañas manarán

ríos de agua viva”.

 

                                               (Jn 7,37-38)

 

 

 

1. Quien atraviesa un desierto corre peligro de ver “espejismos”. Es decir el tormento de la sed le hace ver lo que no hay. Solo Cristo calma la sed a los que caminamos por este desierto. Beber en otra parte sería beber agua envenenada o, a lo más lamer las gotitas que salpican de la fuente. Solo Jesús puede llenar mi corazón. ¿Me dejo engañar por vanidades...?

 

 

 

2. Jesús compara la vida divina, que él infunde en nosotros, a una fuente de agua que sacia la sed. Quien cree en Jesús, piensa como él y se transforma en él amándole e imitándole. Creer en Jesús es encontrar a Jesús como amigo. Él me invita, me llama a ser su amigo. ¿Sigo siempre su invitación amándole e imitándole...?

 

 

 

 

40. ME ESCUCHA

 

 

“Si pedís algo  al Padre en mi nombre

os lo dará  en mi nombre.

Hasta ahora no habéis pedido nada...

Pedid y recibiréis...”

 

                                               (Jn 16,24)

 

 

 

1. Todo lo que pidamos nos lo concederá el Señor. Pero hemos de confiar en él. Como a veces nuestra confianza es floja, el Señor nos dará lo que mejor nos vaya. Hemos de pedir con las disposiciones filiales de un niño que habla con su padre. ¿Qué he de mejorar en mi oración...?

 

 

 

2. Jesús se queja de nuestra oración. No sabemos pedir. Pedimos poco. Cuando todo va bien pensamos que ya no necesitamos de Dios. Y luego vienen los chascos. Por eso, cuando algo nos sale bien, ni siquiera se nos ocurre dar gracias. Jesús quiere que pidamos todo lo que necesitamos. ¿Cumplo de veras el deseo y el mandato de Jesús...?

 

 

 

 

41. ME CONSUELA

 

 

“No temas, pequeño rebaño,

porque vuestro Padre

ha tenido a bien daros el reino”.

 

                                               (Lc 12,32)

 

 

 

1. Jesucristo no quiere que nos traguemos solos nuestras penas. Con él por amigo, desaparecen las penas. Repite muchas veces “no temáis”. Muchas veces sentiremos miedo ante los fracasos, en las dudas, etc. Pero hemos de esforzarnos por alejar este miedo y confiar en el amigo. Él todo lo puede solucionar. ¡Y quiere solucionarlo! ¿Me dejo llevar de temores y dudas...?

 

 

 

2. Jesús nos dice que el Padre nos ama y nos quiere salvar. Dios no nos ha hecho para condenarnos, sino para salvarnos y ser felices. Lo que pasa es que nosotros nos empeñamos en salir con la nuestra y dejamos de hacer la voluntad del Señor. Uno está triste solo cuando no hace lo que Dios quiere. Tengo siempre motivo para ser feliz: Dios me ama. ¿Estoy siempre alegre y alegro la vida a los demás...?

 

 

 

 

 

42. ME BUSCA

 

 

“¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas

y pierde una de ellas,

no deja las noventa y nueve

en el desierto

y va tras la descarriada

hasta que la encuentra?”.

 

                                               (Lc 15,4)

 

 

 

1. Por una sola oveja el Buen Pastor sale en su busca preocupándose más de ella que de las demás. Cristo está ilusionado por cada uno de nosotros. ¡Lo que supone a Cristo perder una  oveja! Es una tragedia para su corazón cuando me alejo de él. Por esto me busca como si le faltara alguien muy íntimo. ¿Creo en este amor del amigo...?

 

 

 

2. No descansa Cristo hasta encontrarme. Me envía buenos pensamientos, algún libro, el ejemplo del prójimo, el consejo del sacerdote. A san Agustín lo buscó muchos años hasta que una lectura le hizo abrir los ojos y el corazón al amor de Cristo. ¿Doy largas a las inspiraciones del Señor...?

 

 

 

 

 

43. ME ESPERA

 

 

(Marta) fue a llamar a su

 hermana María, diciéndole en voz baja:

-“El Maestro está ahí

y te llama”.

Apenas lo oyó, se levantó

y salió adonde estaba él.

 

                                               (Jn 11,28-29)

 

 

 

1. Jesucristo está presente, aunque no le veas. Vive en ti y tú en él, como viven de la misma savia el sarmiento y la vid. Pero su presencia es caliente, palpitante, al ritmo de un corazón que arde: te mira, te ama, sintoniza con tus problemas, te llama... Respóndele, dile algo..., sin prisas...

 

 

 

2. María Magdalena, la gran pecadora arrepentida, lo dejó todo enseguida para atender a Jesús. Es cuestión de generosidad y delicadeza. Jesús, que te perdonó tanto, se lo merece todo. Vale la pena que dejes aquello que te estorba para hablar con él, para encontrarle. ¡El encuentro con Cristo! Pruébalo y verás. ¿Hay algo que te impide encontrarte con él?  ¿Por qué no lo dejas? Ábrele tu corazón contándole tus cosas...

 

 

 

 

44. ME ACOMPAÑA

 

 

Las olas rompían contra la barca...

Él (Jesús) estaba en popa, dormido...

Lo despertaron... Les dijo:

- “¿Aún no tenéis fe?”.

 

                                                (Mc 4,37-38.40)

 

 

 

1. Tempestad equivale a tentación, pena, problema... Y Cristo está siempre junto a mí, más preocupado por mis problemas que yo mismo. Pero “duerme”..., quiere probar mi confianza. Siendo Dios, se hizo hombre y experimentó cansancio y sueño para poder hablar el lenguaje del dolor... Cristo está siempre junto a mí... ahora también... y me ama como hermano y amigo...

 

 

 

2. Los apóstoles perdieron los estribos. No supieron confiar. No conocían las reglas de la amistad de Cristo. Y el Señor se queja, porque no han tenido equilibrio en la confianza, en el amor, en la fe. Otras veces hiciste tú lo mismo. Pide perdón y promete más valentía, confianza, más explayarte con el Señor aguardando su palabra de amigo que disipará la tempestad....

 

 

 

 

 

45. ME SANTIFICA

 

 

“Yo he venido para que tengan vida

y la tengan abundante...

Y doy mi vida por las ovejas”.

 

                                               (Jn 10,10-15)

 

 

 

1. Todo lo que hizo y dijo Jesucristo, lo hizo y dijo pensando en ti, amándote. Vino del cielo para salvarte, para solucionar tus problemas. Vivió rodeado de las mismas dificultades que encuentras en tu vida. Lo dio todo, se dio a sí mismo. Y espera de ti una respuesta generosa. ¿Quieres hacer en tu vida algo grande por él? Hoy, precisamente hoy, sin esperar a mañana...

 

 

 

2. Vivió por mí y murió por mí. Los tragos más amargos se los reservó para sí. Él pasa delante para pisar las espinas más punzantes y dejarme a mí lo más fácil. Se trata de saber poner mi pie donde él lo puso; entonces notaré el amor de sus pisadas y el aliento para mis pequeñas cruces. Voy a trazar ahora el plan de este día para seguir Cristo en cada momento...

 

 

 

46. ME ANIMA

 

 

Viendo (Jesús) la fe que tenían,

dijo  al paralítico:

-“¡Ánimo, hijo!;

tus pecados te son perdonados”.

 

                                               (Mt 9,2)

 

 

 

1. No todos saben descubrir a Cristo y encontrarse con él. Se necesitan los ojos de la fe: “Creo, Señor, aumenta mi fe”. Con la fe se descubre a Cristo en la eucaristía, en el propio corazón, en el prójimo, en todas partes. Y entonces el corazón arde. Porque se tiene siempre a Cristo consigo. Y con él todo cambia de color. Procura descubrirle escondido ahora, aquí, contigo... ¡Cree!, pero amando y confiando...

 

 

 

2. Y Cristo ha adivinado mi pensar antes de que yo abriera los labios. Su mirada penetrante se ha posado sobre mis llagas para sanarlas. ¡Son llagas profundas abiertas por mi egoísmo! El egoísmo, el pecado desanima, perturba, amarga. Y yo quisiera vivir en equilibrio, en paz... sin dejar mi egoísmo. Pero Cristo ve en lo más hondo... Déjate mirar por esa mirada de amigo que perdona y no hace daño...

 

 

 

 

 

47. CONFÍA EN MÍ

 

 

“Sentaos aquí, mientras voy allá a orar...

Mi alma está triste hasta la muerte”.

Volvió a los discípulos

y los encuentra dormidos.

 

                                               (Mt 26,36.38-39)

 

 

 

1. Cristo necesita compañía. Se hizo nuestro hermano y amigo con un corazón muy ancho. Tan ancho como para que cupiéramos todos a gusto. Pero al Señor le engañó su corazón. Quiso sentir como nosotros, sentir necesidad de compañía en sus penas; pero se quedó solo, o casi. Su pena era muy honda porque se presentó ante el Padre como responsable de mis desvíos. ¡Qué vergüenza! ¿Qué malos pasos de mi vida le entristecerían más...?

 

 

 

2. Jesucristo visita con frecuencia a sus amigos. Las más de las veces se encuentra con la puerta cerrada y el inquilino fuera, para no comprometerse...  ¡Vaya amigos los que solo van a las fiestas! Y mientras Judas no duerme, los suyos se escabullen irresponsablemente. El Señor, ahora, prueba contigo... ¿Cerrado, generoso, escurridizo? ¿Ni un momento con él...?

 

 

 

 

48. ME PREPARA EL PREMIO

 

 

“Me voy a prepararos un lugar...;

Volveré y os llevaré conmigo,

para que donde  estoy yo

estéis también vosotros”.

 

                                               (Jn 14,2-4)

 

 

 

1. Dos amigos desean vivir siempre juntos y hacerse mutuamente felices. Jesús es mi amigo. Desapareció visiblemente, pero se queda escondido. Y se fue para prepararnos la casa donde hemos de vivir para siempre felices. Cuando esté todo preparado, me llamará. Puede ser en cualquier momento, sin aviso. ¡Qué sorpresa tan agradable cuando nos abracemos para siempre! ¿Estoy preparado o tengo todavía “cuentas pendientes” y tareas por terminar...?

 

 

 

2. Jesucristo no es egoísta. Lo ha dado todo. Es el Hijo de Dios y me ha nombrado coheredero. Su herencia, su premio, es mi premio y herencia. ¡Así ama él! De mis piltrafas ha hecho documentos de heredero. Con tal que le ame de verdad y deje mis caprichos y egoísmos. ¿Tengo algo que me estorba para esta amistad con él?...

 

 

 

 

49. SENSIBLE ANTE LA INGRATITUD

 

 

“¡Cuántas veces intenté reunir a tus hijos,

como la gallina reúne a los polluelos

bajo sus alas, y no habéis querido!”

 

                                                               (Mt 23,37)

 

 

 

1. El amor del corazón de Cristo busca las mejores palabras y comparaciones para comunicarse. “Como la gallina reúne a sus polluelos”... Jesús nunca ha dejado de amarme, ni aún en mis malos pasos. Su amor me ha defendido, ayudado, cobijado. Ahora y aquí, penetra en mi corazón para transformarme en él... ¿Hay algo o alguien que impide en mí esta acción de Cristo?...

 

 

 

2. Debe ser terrible un no al amor de Cristo. Es un “no” al único amigo, al hermano, a quien me ama más que mi madre. Un “no” de este tipo debe salir de un corazón gastado o hecho trizas; no puede salir de un joven por edad o por corazón. Porque sería un “no” a la persona más íntima y más cercana. ¿Hay en mí alguna postura, alguna inclinación, que me pueda conducir a ese abismo negro?...

 

 

 

 

50. AL ENCONTRARME

 

 

Un samaritano llegó adonde estaba él (herido),

y, al verlo, se compadeció,

y, acercándose, le vendó las heridas,

echándoles aceite y vino...,

lo llevó a una posada y cuidó.

 

                                                               (Lc 10,33-34)

 

 

 

1. Muchas veces has quedado malherido y nadie ha comprendido tu problema. Jesucristo lo sabe todo y, lo que es más importante, se interesa por tus problemas más que tú mismo. El corazón de Cristo no resiste ante tu dolor; no tiene más remedio que compadecerse, latir con violencia como si se tratara de su mismo problema. Déjale revisar todas y cada una de tus llagas...

 

 

 

2. La compasión de Jesús se traduce siempre en obras. Te cura con el vino y aceite de su sacrificio y de su palabra. La palabra de Cristo, por ejemplo, la que se dice ahora, es una llamada a un encuentro personal con él. La fusión de corazones, el compromiso, el darse palabra de amistad en serio, tiene lugar en la eucaristía. ¿Cómo escucho la palabra de Cristo y cómo son mis encuentros con él?...

 

 

 

 

51. ESPERA RESPUESTA

 

 

“Quien no carga con su cruz

y viene en pos de mí,

no puede ser discípulo mío”.

 

                                               (Lc 14,27)

 

 

 

1. El Señor abre su corazón de par en par a cuantos le siguen. Pero espera nuestra correspondencia. Muchos quisieron seguirle por novedad, porque estaba de moda. El Señor pone condiciones: ser sacrificado en el cumplimiento del propio deber y en saber aguantarse a sí mismo y a los demás, es decir llevar su cruz. Imitar a Cristo y saber tratar con él, es decir, seguirle. ¿Voy por este camino trazado por el Señor?...

 

 

 

2. Y si cumplo las condiciones que puso el Señor, luego él me comunicará sus confidencias, podré experimentar su amistad, mi vida será un encuentro continuo y personal con él, me preocuparé de sus intereses y él se cuidará de los míos. ¿Qué he de dejar para conseguir estas ganancias?

 

 

 

52. DISFRUTA CONMIGO

 

 

Yendo ellos de camino, entró Jesús en una aldea...

Marta le recibió en su casa...

María, sentada a los pies del Señor,

escuchaba su palabra.

 

(Lc 10,38-39)

 

 

 

1. Jesús va de paso. No quiere molestar. Llama suavemente y, si no se le abre, pasa de largo. No le reciben en muchos corazones. Viene cansado, como el Buen Pastor que busca la oveja perdida, y no se le recibe. Me busca, ya me ha encontrado, pero espera que yo le abra las puertas del amor. Si no, pasará de largo... tal vez para no volver... ¿No ha sido así muchas veces en mí?

 

 

 

2. María Magdalena fue una gran pecadora. Pero abrió el corazón a la confianza y al amor. Y después siempre fue agradecida y generosa. Los mejores ratos de su vida se los pasó junto al Señor, mirando, callando, escuchando, amando... Escogió la mejor parte. ¡Es tan difícil estar junto a Jesús y hablarle con la mirada, con el silencio, con el amor, con la expresión afectuosa!...

 

 

 

 

53. SE ME DA

 

 

Y tomando el pan, después de

pronunciar la acción de gracias, dijo:

-“Esto es mi cuerpo,

que se entrega por vosotros”.

 

                                               (Lc 22,19)

 

 

 

1. Jesús quiso quedarse entre nosotros para ser nuestro alimento. Cuando comulgamos, nos transformamos en él, vivimos en él, de él y para él. Cuando comulgamos nos comunica la redención a cada uno de nosotros. Porque el Señor tiene un amor de predilección para ti que no tiene para los demás, y viceversa. Jesús puso toda su ilusión en la institución de la eucaristía. ¿Puede estar satisfecho de cómo le correspondo?...

 

 

 

2. El cuerpo de Jesús fue entregado por nosotros. Y su sangre, derramada para nuestra redención. Jesús está en la eucaristía inmolado, como sacrificio por nuestros pecados. Y dio la vida por nosotros. Y ahora, para comunicarnos la vida divina, se da como sacrificio y alimento en la santa misa y comunión. Él lo da todo, pues se da a sí mismo. En mí hay algo que me reservo y no quiero darle...

 

 

 

 

54. NO ABANDONA

 

 

Subió a un monte a solas

para orar...

La barca estaba sacudida por las olas...

Se les acercó Jesús andando sobre el mar.

 

                                                               (Mt 14,23-25)

 

 

 

1. Jesús busca el silencio, la soledad, para hablar con el Padre. Si no me escondo con él, no le puedo encontrar. Me quiere comunicar sus intimidades con la condición de que sepa esconderme con él, dejando las tonterías que de él me apartarían. Si le encuentro en la oración, seré fuerte para vencer las tentaciones y pruebas. Mi oración, ¿es un almacenar de fuerzas para la tempestad?...

 

 

 

2. Jesús sabe lo que me pasa. Y se preocupa de mis problemas más que yo mismo. Porque me ama como a sí mismo. Son muchas las tentaciones y luchas. A veces solapadas. Pero él está a mi lado, aunque parezca imposible. Solo, que he de adivinarlo y descubrirlo. ¿Por qué no le cuento mis penas, problemas, luchas, tempestades?....

 

 

 

 

55. SE CUIDA DE MÍ

 

 

Curó a todos los enfermos.

Él tomó nuestras dolencias

y cargó con nuestras enfermedades.

 

                                (Mt 8,16-17)

 

 

 

1. El Señor cura a todos y de cualquier enfermedad. Es amigo de los que sufren. Lo puede todo y ama infinitamente. Basta que se acerque uno con confianza para decirle: “Si quieres puedes curarme”. Dejarse mirar por Jesús es tomar un “baño de sol” eficaz. Puedes reparar tus llagas bajo la mirada de Jesús, que quiere curarte...

 

 

 

2. Jesús siente tus penas como propias. Es el amigo y el hermano que ha venido para responsabilizarse de tus líos: penas, pecados, debilidades... Ama hasta identificarse con el enfermo y enfermar con él. Un amor así reclama amor de retorno: preocuparse de sus intereses, de sus problemas en el cuerpo místico. ¿Sabes cuáles son los problemas de Jesús? Si te preocupas por ellos sanearás el ambiente de tu corazón...

 

 

 

 

56. SU MANDAMIENTO

 

 

“Este es mi mandamiento:

que os améis unos a otros

como yo os he amado...

Esto os mando: que os améis unos a otros”.

 

                                               (Jn 15,12.17)

 

 

 

1. Toda mi tarea espiritual consiste en hacer lo que quiere Jesús de mí. Y toda la voluntad de Jesús se resume en una sola palabra: amar. Solo así se cumple la voluntad de Dios. Amar es darse, descubrir a Jesucristo en el otro, procurar que no falte nada a nadie, ver lo que los demás necesitan, saber qué puedo hacer yo por Cristo que vive en el prójimo ¡Todo un programa de vida! ¡Y de examen!...

 

 

 

2. ¡Amar a los demás como Cristo los ama! Él dio la vida y se dio a sí mismo. Pero él vive en mí y conmigo y, desde mí, ama al prójimo. Puedo, pues, amar como él. Amar como él es no dejarse llevar por egoísmo, por resentimientos, por “derechos” aparentes que atropellan los derechos de los demás. El que ama así, ama como Cristo, identificado con él. En esto se conoce si uno tiene vida espiritual fuerte, si uno es cristiano de verdad. ¿Mis sentimientos son los de Cristo?...

 

 

 

 

57. MORA EN MÍ

 

 

El que me ama

guardará mi palabra,

y mi Padre lo amará,

y tendremos a él

y  haremos morada en él”.

 

                                               (Jn 14,23)

 

 

 

1. Los amigos ansían estar juntos para expansionarse. Jesús vive en mí si estoy en gracia. El Señor pone una condición: “Si alguno me ama”. Amarle es hacer lo que él quiere y enseña. Al amarle nos transformamos en él, y el Padre se complace en nosotros como se complace en él: tenemos la misma voz y fisonomía de Cristo. Pero en mí hay rasgos desfigurados que debo corregir...

 

 

 

2. Es algo maravilloso lo que ha hecho Cristo en nosotros. Nos ha transformado en sagrarios vivientes. Ha hecho de nuestro ser su casa solariega, donde Dios se complace, su lugar de preferencia. El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo moran en nosotros. ¿Hay en mí algo que desdice de la casa de Dios?...

 

 

 

 

58. NO TIENE SECRETOS PARA MÍ

 

 

“El que me ama

será amado por mi Padre,

y yo también lo amaré

y me manifestaré a él”.

 

                                               (Jn 14,21)

 

 

 

1. Jesucristo ama en serio. Espera, pues, de sus amigos amor serio, perseverante, sincero, por encima de cualquier sacrificio. La amistad con Cristo no admite amores de barro. Quien ama sinceramente a Cristo, se atrae la benevolencia del Padre. Dios amor se da a quien ama a Cristo. ¿Es mi amor perseverante y serio?....

 

 

 

2. Jesús no tiene secretos para sus amigos. No ha manifestado las intimidades de Dios. Te quiere descubrir las intimidades de su corazón. Se quiere expansionar contigo. Pero es necesario que estés dispuesto a recibir estas confidencias de Cristo. Su ilusión, sus problemas, sus intereses, sus puntos de mira, ¿son los tuyos?...

 

 

 

 

 

59. AMISTAD ETERNA

 

 

“Yo soy la resurrección y la vida:

el que cree en mí,

aunque haya  muerto, vivirá...;

no morirá para siempre”.

 

                                               (Jn 11,25-26)

 

 

 

1. Todos los amigos pueden fallar. Y ninguna amistad dura para siempre, salvo la amistad con Jesucristo. Él, al dar la vida por mí y resucitar, es dueño de la vida y de la muerte. El amigo ha entablado amistad conmigo para siempre. No solo de palabra. Ningún amigo puede amarme así. Todas las amistades humanas que no se fundamenten en Cristo, pasarán para no volver. ¿Aprecio la amistad de Cristo por encima de otros amores?...

 

 

 

2. Los amigos se comunican mutuamente sus bienes. Los amigos o son iguales o terminan siéndolo. Jesús ha comunicado la inmortalidad a sus amigos. Nuestra amistad con él pasará triunfante los linderos de la muerte temporal. Nuestro amor, si es sincero, no puede perecer. Todo lo que entrelacemos en la amistad con Cristo participará de la vida eterna. ¿Me siento feliz, optimista, con un amigo como Cristo...?

 

 

 

 

60. NUESTRA MADRE

 

 

Dijo al discípulo (a quien amaba):

-“Ahí tienes a tu madre”.

Y desde aquella hora,

el discípulo la recibió como algo propio.

 

                               (Jn 19,27)

 

 

 

1. Jesús no tiene secretos para sus amigos. Ni se reserva nada para sí. Tiene una madre que es llena de gracia por ser madre de Dios. Se la preparó él desde la eternidad. Es el único “pintor” que ha podido pintar a su madre tan hermosa como ha querido. En ella ha colocado su sabiduría, su poder y su bondad. Y, como buen amigo, te la ha dado por madre. ¡Oye!, ¿le has dado gracias por ello?...

 

 

 

2. Quiere el Señor que sepas mirar, hablar, amar a la madre (suya y tuya) como él lo hace. Es la ley de la amistad. Eres amigo predilecto de Cristo porque te dio a su madre por tuya. Pero... amor obliga. No te la dio para que la pusieras en un museo, sino para sellar la amistad contigo, para que la trataras como él. Deja a tu madre que te mire, que  ponga sus manos en tus enredos y problemas...

 

 

 

 

 

 

 

 

III.  LA VOZ DEL BUEN PASTOR

 

 

¡Escucha! Dios te habla. Es el amigo, el Buen Pastor. “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.

 

Dios te ha dicho que te ama. Todas las cosas, si supieras escuchar, te hablan a gritos del amor de Dios.

 

Jesucristo es el Verbo, la palabra amorosa del Padre. Y “del tal manera amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito”. Nunca podrás llegar a comprender perfectamente el rico contenido de esta frase, que un día salió de los labios de Cristo dialogando con Nicodemo.

 

¡Vale la pena gastar toda una vida, toda la juventud, estudiando esta palabra amorosa de Dios!

 

¿Sabes por qué no quedas prendado de la voz del Buen Pastor, tu amigo? Porque no sabes escucharle en silencio. ¡Por favor! Haz callar a tus afectos desordenados. Este silencio es el “niéguese a sí mismo” condición indispensable para seguir a Cristo. “Tanto adelantarás cuanto más violencia (¡silencio!) te hicieres” (Kempis).

 

No eres feliz porque escuchas otras cosas que no son Cristo. ¡No sabes ver en el prójimo a Cristo, ni escuchar aquello de “lo que hiciereis a uno de mis discípulos a mi me lo hacéis”.

 

“Cuando Jesús no habla dentro, vil es la consolación; mas si Jesús habla una sola palabra, gran consolación se siente” (Kempis 2, 8).

 

“Mis ovejas oyen mi voz”. ¿Y tú? No sabes discernir el silbo del Buen Pastor. ¿Sabes dónde está el secreto? Escucha: “El que a vosotros oye, a mí me oye”. A vosotros, a los que representan a Cristo. La santa madre Iglesia te habla con frecuencia de obediencia, docilidad, humildad... Ahí tienes el concilio Vaticano II.

 

 

 

61. YO SOY EL BUEN PASTOR

 

 

“El buen pastor

da su vida por las ovejas;

el asalariado ve venir al lobo,

abandona  las ovejas y huye.

Yo soy el Buen Pastor...”

 

                                               (Jn 10,11-12.14)

 

 

 

1. La figura del Buen Pastor dice todo lo que Jesús ha hecho por nosotros: dar la vida: “Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos”. Pero quien da la vida por amor, lo da todo: me conoce, me comprende, se cuida de mí, me busca, me cura... ¿Podría repasar las finezas del Buen Pastor para conmigo?...

 

 

 

2. Nadie me ama como Cristo. Ni yo mismo. Porque yo no me amo cuando sigo mis caprichos; entonces me pongo en manos del asalariado y del lobo. Solo Cristo no abandona. Solo él puede decir: “Yo soy el Buen Pastor”. ¡Qué raro! Ya sé que esto es así, pero hay momentos de mi vida en que no sigo al Buen Pastor, sino al asalariado...

 

 

 

 

62.  VEN, SÍGUEME

 

 

 Jesús contestó (al joven):

“Si quieres ser perfecto,

anda, vende tus bienes,

da el dinero a los pobres

-así tendrás un tesoro en el cielo-

y luego ven y sígueme”.

 

                                               (Mt 19,21)

 

 

 

1. Era un joven con una mina de oro sin explorar. Y Cristo le propuso algo maravilloso: estrenar él su corazón antes que otros amores, tal vez buenos. La proposición vale la pena: dejar la chatarra para poseer a Cristo. Pero el corazón tiene razones que desconoce la razón... Aquel muchacho no supo escuchar al Señor que le proponía algo grande y, por tanto, costoso. ¿Se repite en mí la historia?...

 

 

 

2. “Sígueme”. Es la voz de Cristo. El silbo del Buen Pastor. Me llama para seguirle dejando lo que no le gusta a él. ¡Tengo una llamada de Jesús que debo seguir! Me llamó a ser “cristiano”, es decir suyo. Me llama todos lo momentos a transformarme en él. Me llama para cumplir una misión en la Iglesia. ¿Conozco y sigo la llamada de Cristo?...

 

 

 

 

 

63. LÉVANTATE

 

 

Y acercándose Jesús

al ataúd (del hijo de la viuda de Naín),

 lo tocó y dijo:

-“Muchacho, a ti te lo digo,

levántate”.

 

                                               (Lc 7,14)

 

 

 

1. Era un joven muerto que llevaban a enterrar. Humanamente no había nada que hacer. Pero el corazón de Cristo siente compasión por la madre que llora. El amor de Cristo hace latir el corazón helado del joven muerto. Cuando Jesús está presente, todo es posible, hasta resucitar y calentar el corazón frío. Es solo cuestión de dejar acercarse al Señor y que nos toque. Presenta al Señor tus frialdades para que las vivifique...

 

 

 

2. La voz de Cristo es imperiosa: “Muchacho, levántate”. Cristo pensaba en ti. Ahora precisamente te dice lo mismo. Se ha de tener el oído fino para escuchar a Jesús: Levántate de esa vida sin sentido, levántate de ese desánimo tonto, de ese olvido o frialdad en el trato con él, de ese torbellino de egoísmo, de esas faltas de caridad, de humildad, de piedad...

 

 

 

 

64. SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS

 

 

Jesús dijo (a la samaritana):

-“Si conocieras el don de Dios

y quién es el que te dice:

dame de beber,

le pedirías tú,

y él te daría agua viva”.

 

                                               (Jn 4,10)

 

 

 

1. Dios te ha hecho para algo muy grande. Al corazón humano no le sacian las gotitas que salpican de la fuente. Tu corazón ha sido hecho para saciarse de Dios. Ahora se explica el por qué sientes que te falta algo (yo diría “alguien”). Suscita en ti deseos de hacer algo grande por Dios, pero quita también las aficiones que no gustan a Dios...

 

 

 

2. Solo Cristo puede saciar el corazón. Él es el don de Dios. Pero Cristo viviente en ti por la gracia. Entonces, solo entonces, tienes en ti una fuente de agua que no se acaba. Es obra del Espíritu Santo, su acción es muy delicada y no puede entorpecerse con el alquitrán de tu egoísmo. Cuanto más alquitrán saques de ti, más te saciará Cristo viviente en ti...

 

 

 

 

 

65. YO SOY EL PAN DE VIDA

 

 

Yo soy el pan de vida.

El que viene a mí

no tendrá hambre,

y el que cree en mí

no tendrá sed jamás”.

 

                                               (Jn 6,35)

 

 

 

1. Cristo es nuestro alimento. Al encontrarle, al creer en él, al comulgarle, nos transforma en él, imprime en nosotros su fisonomía. Quien ha experimentado el encuentro con él, no necesita nada más, no tiene hambre y sed de migajas y salpicaduras. Cristo ¿sacia de veras tus pensamientos, tus quehaceres, tus afectos?...

 

 

 

2. Ir a Cristo y creer en él es una condición. No basta con cumplir una especie de etiqueta. En cuestión de amistad, solo cuenta el contacto afectuoso, el encuentro, la fusión de intereses. Lo demás es rozar y pasar de largo. Tu vida ¿es un encuentro continuo y vital con Cristo?...

 

 

 

 

66. QUEDA LIMPIO

 

 

Extendiendo  Jesús la mano

(sobre el leproso)

lo tocó diciendo:

“Quiero, queda limpio”.

Y enseguida la lepra se le quitó.

 

                                               (Lc 5,13)

 

 

 

1. Era un leproso con sus llagas purulentas. Producía náuseas a todos menos a Jesús. El Buen Pastor no siente asco ante tu miseria. Ha venido a curarte. Solo exige una condición: dejarte mirar y tocar por él. Es fácil, pero es cuestión de decidirse de una vez para decirle: Señor, soy leproso..., orgulloso, tibio, iracundo, poco generoso, egoísta...

 

 

 

2. La voz de Cristo es suave ungüento que cura. Cristo quiere ahora curarte a ti de cualquier enfermedad. No le obligamos nosotros a compasión, sino que él mismo conoce nuestra enfermedad y quiere curarla con más ganas que las nuestras. Escuchar a Cristo, saber que ahora te ama, es curar radicalmente. ¡Escucha en silencio las mismas palabras del evangelio!...

 

 

 

 

67. NO LLORES

 

 

Al verla el Señor

(a la viuda de Naín),

se compadeció de ella y dijo:

- “No llores”.

 

                                               (Lc 7,13)

 

 

 

1. Jesús ve nuestros problemas y los siente como propios. Lo sabe todo, hasta nuestros extravíos. Lo ve todo como una madre. Su mirada es la del Buen Pastor. Por eso se alegra con nuestra alegría y siente nuestros pesares. Y esto, antes de que se los contemos. Más aún cuando nos empeñamos en olvidarle. Pero le gusta que nos acerquemos y nos dejemos mirar por él...

 

 

 

2. Jesús puede calmar nuestro dolor. Con una palabra le basta. Pero quiere que participemos algo de lo que a él le costó encontrarnos. Hemos de sufrir, pero nuestro dolor se convertirá en gozo verdadero. Una palabrita le basta al Señor para calmar nuestro interior. Con tal que le escuchemos... porque el Señor, ahora, nos dice las mismas palabras del evangelio...

 

 

 

 

68. YO HE VENCIDO AL MUNDO

 

 

“En el mundo tendréis luchas;

pero tened valor:

yo he vencido al mundo”.

 

                                               (Jn 16,33)

 

 

 

1. Todos tenemos que sufrir algo. Ya los propios defectos nos hacen sufrir. Nos hace sufrir el prójimo, la enfermedad, los disgustos, las humillaciones, las molestias, etc. Sufrimos porque vamos de viaje hacia la casa paterna. Y fuera de casa hay muchas molestias. Jesucristo ha sufrido más que nadie y está junto a nosotros, sobre todo cuando sufrimos. Las penas repartidas con Jesucristo se dividen por dos y desaparecen...

 

 

 

2. Cristo ha vencido al dolor. Es una victoria difícil. No se vence huyendo, sino enfrentándose. Vence al dolor quien sabe ver en él a Cristo crucificado. Solamente dejándose clavar en la cruz se llega a la resurrección. En el fondo del corazón queda una felicidad indecible cuando uno se ha decidido a pasar por el dolor con paciencia y amor. ¿Lo has probado? ¿Se te presentarán hoy ocasiones para ello?...

 

 

 

 

 

69. NO PEQUES MÁS

 

 

Jesús dijo (a la pecadora):

-“¿Ninguno te ha condenado?”

-“Ninguno, Señor”.

-“Tampoco yo te condeno.

Anda, y en adelante no peques más”.

 

                                               (Jn 8,10-11)

 

 

 

1. Era una pecadora metida en lo más hondo de la miseria espiritual. El Buen Pastor siente compasión y la defiende contra los lobos vestidos con piel de oveja. Jesús no puede condenar a quien se acerca a él reconociéndose pecador. No hay imposibles para Jesús. Él perdona y ayuda a alcanzar el perdón y el remedio. Es cuestión de acercarse con humildad (reconociéndose pecador) y confianza (creyendo en su bondad)...

 

 

 

2. Quien ha recibido el perdón de Jesús, si se da cuenta de veras de esta bondad, no quiere pecar más. La oveja perdida, cargada sobre los hombros del Buen Pastor, no muerde a quien le ha hecho tanto bien. Porque entonces uno ha descubierto que el pecado no es solamente una obra mala, sino una bofetada al propio padre. ¿Tengo esta decisión de no pecar más, precisamente porque amo de verdad a Jesucristo?...

 

 

 

 

70. TU FE TE HA SALVADO

 

 

Jesús le dijo (a la hemorroísa):

-“Hija, tu fe te ha salvado.

Vete en paz

y queda curada de tu enfermedad”.

 

                                (Mc 5,34)

 

 

 

1. Fe significa unirse a Cristo para aceptar su doctrina, para confiar en él, para entregarse a él. Quien no crea así a Jesús está destinado a ahogarse en cualquier problema. La fe en Cristo cura las tinieblas del pensamiento y sana las llagas del corazón. Estoy enfermo cuando no es Jesús para mí una persona viva. De ahí me vienen todas las dudas y tristezas. ¿Por qué no le digo al Señor, de veras, que creo en él y me uno para siempre a él?...

 

 

 

2. Oír la voz de Jesús es lo mismo que ver el rayo de sol después de la tempestad. Si escuchara en silencio, Jesús me diría: No tienes por qué temer, yo estoy contigo, sé lo que te pasa, te comprendo; ¿por qué no confías más en mí? Haz la prueba..., escucha a Jesús...

 

 

 

 

 

71 YO SOY REY

 

 

Jesús le contestó (a Pilato):

-“Tú lo dices: soy rey.

Yo para esto he nacido y para esto vine al mundo:

para dar testimonio de la verdad.

Todo el que es de la verdad

escucha mi voz”.

 

                                               (Jn 18,37)

 

 

 

1. Jesús es rey. No solo porque es Dios y Señor. Jesús es rey porque, con su amor, te ha salvado y, por tanto, puede reclamar tu corazón. Ha resucitado para que resucitáramos con él. Podría obligarte a servirle sin más. Pero prefiere amarte para que le ames libremente. Cristo lo da todo y exige todo. No debes reservarte una parte del amor, ni menos dejarle a él solo un rincón. ¿Hay en ti algo que no es de Cristo rey?...

 

 

 

2. Todos se creen (todos nos creemos) algo importante. Pero solo Jesús es la verdad. Fuera de él, hay mentira y falsedad. Vale la pena seguir a Cristo, que es rey de verdad. Pero quien se deja engañar de la mentira, del pecado y de la mala inclinación,  no sabrá escuchar y seguir a Cristo. Pilato no quiso comprometerse. ¿Qué debo apartar de mí para poder oír la voz de Cristo rey?...

 

 

 

 

 

72. YO SOY, NO TENGÁIS MIEDO

 

 

Ellos se asustaron.

Pero Jesús  habló enseguida con ellos:

-“Ánimo, yo soy, no tengáis miedo”.

Entró en la barca con ellos

y amainó  el viento.

 

                                               (Mc 6,50-51))

 

 

 

1. Sería el colmo confundir a Jesús con un fantasma. A veces hay hasta quien tiene miedo de presentarse ante Jesús. Y desde luego son muchos los que se aburren junto a Jesucristo. ¡Qué cosa más rara! No funciona bien la vista..., ni el corazón. Con un amigo se pasan las horas sin sentirlas. Y ¡qué bien se está junto al Buen Pastor!...

 

 

 

2. ¡Es él! Ahora me mira y está unido a mí. No puede dejar de amarme. No tengo derecho a aburrirme ni a estar triste. ¿Tener miedo? ¿De quién o de qué? Con Jesús, hasta el fin de la tierra. Todos los momentos del día puedo ser inmensamente feliz si pienso que Cristo me ama y me dice: “Yo soy”. ¿En qué ocasiones podría acordarme de esto?...

 

 

 

 

73. CONOZCO A MIS OVEJAS

 

 

“Conozco a mis ovejas

y las mías me conocen a mí...

Yo doy mi vida por las ovejas”.

 

                                               (Jn 10,14-15)

 

 

 

1. Jesús me conoce al dedillo. Pero me conoce como conocen los padres: amando. Él me ha dado algunas gracias extraordinarias que me asemejan a él. Tengo algún rasgo de su fisonomía sin merecerlo y a pesar de mis pecados. Jesús me conoce y sabe lo bueno que él ha puesto en mí. Por eso me mira siempre con predilección y me llama por mi nombre. ¡Hasta dar la vida por mí! ¿Sé apreciar todo esto como un tesoro?

 

 

 

2. Si soy de Cristo, he de conocer a Cristo. Pero ha de ser un conocimiento amoroso, como él me conoce y ama. Es una amistad entre los dos. Muchos conocen la vida y “milagros” de los deportistas y artistas, y no saben apenas nada de Cristo. ¡Es el colmo! Porque él dio la vida por nosotros. ¿Qué me falta para conocer a Cristo y en qué debo amarle más?...

 

 

 

 

74. VENID Y VERÉIS

 

 

“Maestro, ¿dónde vives?”.

Jesús les dijo (a Juan y a Andrés):

“Venid y veréis”.

Entonces fueron, vieron dónde vivía,

y se quedaron con él aquel día.

 

                                               (Jn 1,38-39)

 

 

 

1. Encontrar a Cristo para siempre es la mejor felicidad. San Juan el evangelista se acordó de la hora exacta de su primer encuentro con Jesús. No se le puede encontrar si uno tiene prisa. Con el corazón en otra parte, nunca se encuentra a Cristo. Se ha de ir con la disposición de estar con él sin prisas. ¿Son así mis visitas y mi diálogo con él?...

 

 

 

2. No se puede explicar lo que es el encuentro con Jesús. Se ha de probar: “Venid y veréis”. Experimentar con el corazón lo que es amar a Cristo. Nunca se puede olvidar este encuentro. Porque ya no es la cabeza, sino el corazón, lo que hemos comprometido. Juan y Andrés encontraron así a Cristo y no pudieron olvidarlo jamás. Solo traiciona a Cristo quien nunca lo ha encontrado con el corazón. Jesús invita al encuentro. ¿Sigo su invitación?...

 

 

 

 

 

75. NO OS DEJARÉ HUERFANOS

 

 

“No os dejaré huérfanos,

volveré a vosotros.

El mundo  no me verá,

pero vosotros me veréis y viviréis,

porque yo sigo viviendo”.

 

                                               (Jn 14,18-19)

 

 

 

1. Cristo es delicado de sentimientos. Siempre está con nosotros, vive en nosotros. Nunca abandona. Pero nosotros tenemos la triste posibilidad de abandonarlo. Su presencia es paternal, de hermano, de amigo, de Buen Pastor que cura y alimenta con los mejores pastos. He de descubrir esta presencia amorosa de Cristo y recordarla frecuentemente. Solo así seré feliz. ¿Cómo podría recordar la presencia de Cristo?...

 

 

 

2. Todo esto no se entiende con la cabeza. Cristo lo dijo y basta. Los que viven de la fe no entienden este lenguaje, como yo no entiendo el chino. El que tiene fe, sabe que esto es verdad. Cristo vive en nosotros y nosotros en él. Es cuestión de aprender a vivir esta verdad. A pesar de lo que piense el vecino. Mi fe en la presencia de Cristo, ¿es fuerte?, ¿cómo puedo aumentarla?...

 

 

 

 

76. MI PAZ OS DOY

 

 

“La paz os dejo, mi paz os doy;

no os la doy yo  como la da el mundo.

Que no se turbe vuestro corazón

ni se acobarde”.

 

                                               (Jn 14,27)

 

 

 

1. Jesús nos ha dejado por herencia la paz, la alegría profunda y verdadera. La alegría de Jesús no es pasajera. Una sonrisa, una carcajada, una fiesta con música, diversiones y petardos, pueden ocultar una tristeza mortal. Solo quien tiene a Cristo por amigo vive siempre feliz. Ningún pensamiento es tan agradable al corazón como el pensar que Cristo nos ama y está presente. ¿Vivo siempre feliz? ¿Podría comunicar a otros esta felicidad? ¿Cómo?...

 

 

 

2 Nunca hay motivo para estar triste. Hay que echar las penas por la ventana. Desahogándose con Jesús se pasa todo. Aunque te parezca raro, mira de hacer la vida agradable a los demás y serás feliz. ¿Sabes por qué? Porque lo que haces a los otros lo haces a Cristo. Echa, pues, fuera, siempre, sin compases de espera, todas las tristezas que corroen el corazón. Díselo al Señor...

 

 

 

 

 

77. PERMANECED EN MI AMOR

 

 

“Como el Padre me ha  amado,

así os he amado yo;

permaneced en mi amor...”

 

                                               (Jn 15,9)

 

 

 

1. ¿Cuánto nos ama Cristo? Si él no nos lo hubiera dicho, no lo creeríamos; nos ama con el mismo amor con que el Padre le ama a él. No puede decir más. Esto es más que dar la vida. Sabiendo que Cristo me ama así, no necesito nada más. He de convencerme cada vez más de que Cristo me ama hasta el colmo. Esto me hará feliz. Pensaré con frecuencia en los beneficios que Cristo me ha hecho...

 

 

 

2. Jesús quiere que le amemos como él nos ama. La amistad es un amor mutuo entre dos o más. No te puedes tomar el lujo de saber que Cristo te ama y, entre tanto, no comprometerte a nada. Si amas de veras, tendrás que sacrificarte por él, imitarle, amar a los demás, dejar tus malas inclinaciones.

 

 

 

 

 

78. DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN A MÍ

 

 

Jesús hizo que se los acercaran (los niños), diciendo:

-“Dejad que los niños vengan a mí,

y no se lo impidáis,

porque de los que son como ellos es el reino de Dios”.

 

                                               (Lc 18,16)

 

 

 

1. Jesucristo tiene predilección por los niños. El niño no tiene segundas intenciones. El niño gusta oír cosas acerca de Dios nuestro Padre. Nada ni nadie le parece más grande ni más bondadoso que Dios. Y cree que todos son buenos. Dice lo que siente. Nada hay más hermoso que hablar a un niño sobre Dios y formar en su alma la fisonomía de Cristo. ¿Podría hacer yo algo con mis palabras, mi ejemplo, mi oración, para cumplir el deseo de Jesús?...

 

 

 

2. “De los que son como niños es el reino de los cielos”. Se trata de tener las cualidades del niño sin tener sus defectos. A esto se llama “infancia espiritual”. Si quiero ser “niño” no he de complicar mi oración, ni mis intenciones. He de pensar bien, ser sincero, tener hambre de Dios, ser limpio de corazón para ver, en todo y en todos, el rostro de mi Padre Dios. He de conquistar esta “infancia espiritual”...

 

 

 

 

 

79. VENID A MÍ TODOS

 

 

“Venid a mí todos

los que estáis cansados y agobiados,

y yo os aliviaré”.

 

                                               (Mt 11,28)

 

 

 

1. Siempre hay alguna pena que sufrir. El Hijo de Dios sufrió más que nadie para poderse compadecer más que nadie. En el corazón de Cristo cabemos todos. Él piensa en cada uno de nosotros más que una madre en su hijo único. El Buen Pastor llama a todos, busca a todos, da la vida por todos. ¿Por qué me empeño yo en ser una excepción?...

 

 

 

2. Cuanto mayores sean mis problemas, más quiere el Señor solucionarlos. Quiere y puede. Pero he de abrir el corazón para expansionarme con él. Y a veces para consultar con sus representantes. Si yo me empeño en cerrarme, y no dialogo con él, ni consulto, la palabra de Cristo caerá en el vacío como el silbo del Buen Pastor buscando de noche a la oveja perdida. El Buen Pastor me ha llamado y espera mi respuesta....

 

 

 

 

80. TENGO OTRAS OVEJAS

 

 

“... que no son de este redil;

también a esas las tengo que traer,

y escucharán mi voz,

y habrá un solo rebaño y un solo Pastor”.

 

                                               (Jn 10,16)

 

 

 

1. Muchas son las ovejas que no conocen al Buen Pastor. Y le pertenecen, aunque estén fuera del aprisco. Llevan las aspiraciones del Buen Pastor. Su ansia es encontrarlas y traerlas al buen camino. Es un deseo ardiente del corazón de Cristo. Cualquier humano, aun el más pobre y alejado, es centro de las preocupaciones de Dios amor. ¿Miro así a los demás? ¿Hago algo para que todos los hombres nos amemos como hijos del Buen Pastor?...

 

 

 

2. No hay paz en el mundo porque no hay paz en los corazones. Quien escucha y sigue la voz de Cristo, ama la caridad dentro y fuera de sí. El mundo será un día el aprisco pacífico del Buen Pastor, como un inmenso hogar. Este venturoso futuro sólo puede construirse sembrando amor. De él formarán parte los hijos de Dios amor revestidos de inmortalidad. ¿Soy en cada momento semilla de amor?...

 

 

 

 

81. TENGO SED

 

 

Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido,

dijo: “Tengo sed”.

Y sujetando  una esponja empapada en vinagre

a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.

 

                                               (Jn 19,28-29)

 

 

 

1. Cristo tiene sed. Ama en serio, con un corazón muy ancho, y apenas recibe el amor de retorno. Cumplimos con él unas “reglas de urbanidad” frías, pero no le damos el trato personal de la amistad. Cristo crucificado, Cristo hostia de la misa, rodeado de muchedumbres con prisa, sigue teniendo sed. ¿Qué es lo que en mí causa sed devoradora a Cristo?...

 

 

 

2. A veces, en lugar de calmar la sed de Cristo, le amargan más su agonía. Son estos “no” a la voluntad de Dios, para poder salir con la nuestra. Es el no saber descubrir a Cristo en el prójimo que convive con nosotros (con sus defectos), en el prójimo necesitado. Cristo esperaría de sus amigos mayor amor para reparar estos desaires. ¿Cómo es mi trato con Cristo en la oración y en la caridad?...

 

 

 

 

82. MI ALMA ESTÁ TRISTE

 

 

Empezó a sentir tristeza y angustia.

Entonces les dijo:

-“Mi alma está triste...;

quedaos aquí y velad conmigo”.

 

                                               (Mt 26,37-38)

 

 

 

1. Es un gran misterio de condescendencia divina. Dios hombre quiso sufrir más que nadie. Hasta sudar sangre. Cristo sufrió los más agudos tormentos y las más aplastantes humillaciones en su humanidad más sensible que la nuestra. Tuvo que pagar por nuestros “inocentes” desvíos. Era nuestro hermano mayor, responsable y protagonista de nuestra historia. Así ama él. Esto requiere reflexión y respuesta...

 

 

 

2. Cristo sintió necesidad de compañía y consuelo. Lo buscó entre sus amigos. Entonces me veía a mí, y pensaba que yo escucharía sus palabras. Lo apóstoles se durmieron, mientras Judas trabajaba para entregarlo. Cristo sufre en su cuerpo místico: enfermos, Iglesia perseguida, los que sufren hambre, los que carecen de cultura, los que no saben que Cristo murió por ellos...

 

 

 

 

83. HE VENIDO A PRENDER FUEGO

 

 

“He venido a prender

fuego a la tierra,

¡Y cuánto deseo que

ya esté ardiendo!”

 

                                               (Lc 12,49)

 

 

 

1. El fuego de Jesucristo es el amor a Dios y al prójimo. El hombre, cuando se ama a sí mismo hasta olvidarse de Dios, se destruye en un suicidio. Cuando ama a Dios hasta el desprecio de su egoísmo, construye la ciudad de Dios hecha de piedras vivas en el amor. Todos construimos. Todo depende del amor y del egoísmo. ¿Conozco en qué construyo y en qué derribo?...

 

 

 

2. Dios se hizo hombre para sembrar amor. Es la ilusión de Cristo. Ser cristiano significa amar. Y amar es darse como quiere Dios y como necesita el prójimo. No como me gusta a mí o a los demás. Dos amigos viven de los mismos ideales. ¿Soy amigo de Cristo?...

 

 

 

 

84. SIENTO COMPASIÓN

 

 

Jesús llamó  a sus discípulos y dijo:

-“Siento compasión de la gente,

porque... no tienen qué comer.

Y no quiero despedirlos en  ayunas,

no sea que desfallezcan en el camino”.

 

(Mt 15,32)

 

 

 

1. Es una confidencia de Jesús a sus discípulos. Todos los pesares encuentran eco en su corazón. Su compasión es la de una madre. Les falta de comer para el cuerpo y para el alma. La comida que el Señor les da milagrosamente prefigura la eucaristía. Cristo se da a sí mismo para la vida de todos. Ahora, en un mundo hambriento de paz, me repite la misma confidencia...

 

 

 

2. El camino por recorrer es largo y rodeado de dificultades. Hemos de llegar a Dios convirtiendo cada paso de nuestra vida en amor. Y esto, en un mundo esponjado en el odio y la indiferencia. Pero el Buen Pastor se convierte en nuestro alimento. Él mismo es el camino, la verdad y la vida. ¿Tengo como compañero de viaje a Cristo?...

 

 

 

 

 

85. YO OS HE ELEGIDO

 

 

“No sois vosotros los que me habéis elegido,

soy  yo quien  os he  elegido

y os he destinado para que vayáis

y deis fruto, y vuestro fruto permanezca”.

 

                                                               (Jn 15,16)

 

 

 

1. No hacemos ningún favor a Cristo siguiendo su llamada. El favor nos lo hace él. Es él quien llama a la fe, a servir a la Iglesia, a ser su “otro yo”. Es llamada de predilección. Él ama primero y nos da el poderle amar. La iniciativa parte de él. Esto supone mayor amor, sobre todo teniendo en cuenta nuestra miseria. ¿Sé apreciar la llamada de Cristo, por encima de todo?...

 

 

 

2. Quien ha encontrado a Cristo se convierte en apóstol de este encuentro con él. Todo cristiano ha de dejar transparentar a Cristo en su vida. Tener cada vez más la fisonomía espiritual de Cristo. Pero especialmente a los que tienen la misión de realizar en los demás la fisonomía de Jesús. ¡Llamada envidiable! ¿Dejo transparentar a Cristo en mis palabras y en mis obras?...

 

 

 

 

 

86. TAMBIÉN OS ENVÍO YO

 

 

“Como el Padre me ha enviado,

así también os envío yo...

Recibid el Espíritu Santo”.

 

                                               (Jn 20,21-22)

 

 

 

1. La obra de Jesús la continúan sus sacerdotes. Es el mismo encargo que Jesús recibió del Padre. Se trata de desempeñar el mismo papel de Jesús. Jesús llama solamente a algunos para esta misión. Es una predilección singular. Se necesita ser generoso para responder a u llamada. Vale la pena ser fiel, De mi fidelidad depende la salvación de muchos hombres. ¿Soy fiel y generoso con mi vocación?...

 

 

 

2. El Espíritu Santo traza en nuestras almas la fisonomía de Jesús. Es acción de Dios amor. Sin esta ayuda sería imposible la fidelidad y generosidad a la vocación. El bautismo, la confirmación y el orden son sacramentos por los que el Espíritu Santo nos hace hijos de Dios, testigos de Cristo, “otros Cristo”. ¿Soy delicado a las inspiraciones del Espíritu Santo?...

 

 

 

 

 

87. ANUNCIA EL REINO DE DIOS

 

 

A otro le dijo:

- “Sígueme... Deja que los muertos

entierren a sus muertos;

tú vete a anunciar el reino de Dios”.

 

                                               (Lc 9,59-60)

 

 

 

1. La voz del Buen Pastor invita y urge a seguirle. Por ello he de estar dispuesto a dejarlo todo. Las cosas de la tierra, cuando estorban para seguir a Cristo, no son más que chatarra. Mirando a Cristo es fácil dejar las otras cosas. Sin mirarle y amarle, es imposible. Quien tiene billetes de mil, no hace problema de la calderilla. ¿Hay algo que me impide seguir al Buen Pastor?...

 

 

 

2. Quien sigue al Señor queda comprometido a conquistar a otros. Nuestras palabras y obras han de reflejar el encuentro con Cristo. Somos sal, luz, olor de Cristo. Es un encargo del Buen Pastor que supone mucha confianza al fiarse de nosotros. Todos los segundos de mi vida pueden ser fructíferos para extender el reino. ¿Me preocupo de los deseos de Jesús?...

 

 

 

 

 

88. ESTOY CON VOSOTROS

 

 

“Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos...

Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días

hasta el final de los tiempos”.

 

                                               (Mt 28,19-20)

 

 

 

1. Todos los hombres han de encontrar a Cristo. Pero todavía no le conocen. Nosotros tenemos el encargo de anunciar a Cristo a todas las gentes. Cada uno, según sus posibilidades. Pero podemos más de lo que parece. Oración, pequeños sacrificios, cumplimiento del deber, entrega personal (¿por qué no?)... ¿Qué hago en mi vida para la salvación de los no cristianos?...

 

 

 

2. Jesús está presente siempre entre nosotros. Principalmente en la eucaristía. Pero también cuando nos reunimos en su nombre. Y, además, vive en nosotros y nosotros en él. Su presencia vivifica a la Iglesia, que es su cuerpo místico. Con él no hay que temer, aunque haya tempestad. Con él se puede ir hasta el fin del mundo. ¿Recuerdo frecuentemente la presencia de Jesús?...

 

 

 

 

 

89. VENID A DESCANSAR

 

 

“Venid vosotros a solas

a un lugar solitario

a descansar un poco”.

 

                                               (Mc 6,31)

 

 

 

1. Jesús es muy comprensivo. Llegan los apóstoles cansados, y les invita al reposo en la soledad con él. Cristo quiere comunicar sus confidencias a lo suyos. Pero lo hace a solas, de tú a tú. No le gusta el ruido. Quiere silencio de egoísmos para poder hablar con claridad. ¿Busco estar sin prisas, a solas, junto al Señor?...

 

 

 

2. En nuestro caminar hacia Dios necesitamos reposo. Hay luchas, tentaciones, desánimos, fracasos, dudas, entusiasmos pasajeros, derrotas y victorias. El reposo consiste en expansionarse con Cristo contándole todo como de amigo a amigo. Él lo espera y disfruta conmigo cuando voy. ¿Tengo ahora algo que contarle?...

 

 

 

 

90. AHÍ TIENES A TU MADRE

 

 

Jesús, al ver a su  madre

y junto a ella al discípulo  que amaba,

dijo a la madre:

- “Mujer,  ahí tienes a tu hijo”.

Luego, dijo al discípulo:

-“Ahí tienes a tu madre”.

 

                                               (Jn 19,26-27)

 

 

 

1. Jesús ama a su madre con delirio. Siendo Dios, pudo hacerse a su madre tan hermosa como quiso. En ella volcó los tesoros de su bondad, sabiduría y poder. Y nos la dio por madre. A tanto llega el amor de Cristo. Se dio a sí mismo, nos dio a su madre por nuestra, nos lo dio todo. Pensaba que así nos enteraríamos de cuánto nos ama. ¡Si yo pensara cuánto amor supone este don del corazón de Cristo!...

 

 

 

2. Ella recibió el encargo. Y nos ama como a Jesús. Por nosotros lo entregó a la muerte. Se unió al amor que Cristo nos tiene. Ve en nosotros la fisonomía de Jesús, pero la quisiera ver sin borrones. Cristo y María esperan que yo los ame como ellos a mí. Si es mi madre, yo he de ser su hijo amante. ¿Conozco, amo, imito a María mi Madre?...

 

 

 

 

 

 

IV.  ENCUENTRO CON JESÚS

 

 

 

A cada paso te encuentras con Cristo Te cruzas con él a todas horas. Si te extrañas de mi afirmación es que... has pasado de largo sin conocer que era él. Tu vida no tiene otro sentido que encontrar a Cristo. Es una aventura en que estás empeñado y comprendido. ¡La única aventura que te interesa y que merece vivirse!

 

Muchos han tropezado con el “tesoro escondido”, con la “perla preciosa”, y han pasado de largo. La razón es muy sencilla; no supieron ver, como aquellos indios que tiraron el oro para quedarse con los sacos.

 

Juan, el evangelista, se encontró con Jesús. Pasaron los años. Y cuando nos contó por escrito aquella escena inolvidable para él, se acordó hasta de la hora exacta en que comenzó a encontrar a Cristo, aunque que no supo expresar lo que sintió. El “venid y veréis” nos parece una invitación a probar “qué sea amar a Jesús”, pues no se puede decir, sino solo experimentar (San Bernardo).

 

Y, además, te encuentras con Cristo en la eucaristía. Cristo se coloca en nuestra limitación. No le espanta nuestra miseria. Ya cuando estás reunido en asamblea cristiana en torno al altar, fíjate en las palabras del representante de Cristo: “El Señor esté con vosotros”.

 

Volvamos de nuevo al plano de obediencia, solo allí encontraremos a Cristo: “Están en peligroso error aquellos que piensan poder abrazar a Cristo cabeza de la Iglesia, sin adherirse fielmente a su vicario en la tierra”. (Pío XII, Mystici corporis Christi).

 

“Encontraron al niño con María”. ¡Sin la madre no encontrarás al hijo! Conocerás si lo has encontrado cuando sepas decir: “Cuando yo veo a una imagen con un niño en los brazos, pienso que he visto todas las cosas”. (San Juan de Ávila).

 

 

 

91. LOS PASTORES

 

 

Los pastores se decían unos a otros:

“Vayamos, pues, a Belén

y veamos los que ha sucedido

y que el Señor nos ha comunicado”.

Fueron corriendo

y encontraron a María y a José,

y al niño acostado en el pesebre...

 

                                               (Lc 2,15-16)

 

 

 

1. Los pastores eran gente humilde, pobre y sacrificada. A ellos se les aparecieron los ángeles para anunciarles la gran noticia del nacimiento de Jesucristo. Para encontrar a Cristo se necesita limpiar el corazón de orgullo, ambición y comodidad. El Señor sale a nuestro encuentro, pero espera nuestra colaboración y nos ayuda para decidirnos. ¿Hay algo en mí que pueda impedir el encuentro con Cristo?...

 

 

 

2. Los pastores no hacen esperar a Dios. Están acostumbrados a acudir en ayuda del prójimo necesitado. Están tan deseosos de encontrar al niño Jesús, que no se detienen en nada más. Son generosos. Dicen siempre que sí a Dios y al prójimo. Por esto encuentran pronto, los primeros, al salvador. Y lo encuentran, como es natural, con María, nuestra madre. ¿Qué debo hacer para encontrar más pronto y para siempre a Jesucristo?...

 

 

 

 

92. LOS  MAGOS

 

 

Al ver la estrella

Se llenaron de inmensa alegría.

Entraron en la casa, vieron al niño

con María, su madre,

y cayendo de rodillas lo adoraron;

le ofrecieron regalos...

 

                                                               (Mt 2,10-11)

 

 

 

1. Fíjate en el gozo que sintieron los magos cunado vieron la estrella que les llevaría a Belén. Nuestros deseos son la mejor señal de que encontraremos a Cristo. No les interesó a los magos todo lo demás, porque preferían encontrar a Cristo por encima de todos los demás bienes. Cuando el corazón no desea a Cristo por encima de todo, es como si se tuviera una brújula estropeada. ¿Tengo deseos que me estorban para encontrar a Cristo?...

 

 

 

2. Y encuentran, como siempre, a Jesús en manos de María. Así nos luce el pelo cuando no tenemos verdadero amor a nuestra madre. Y cuando le encuentran, saben ser humildes y generosos. Le adoran y ofrecen lo mejor. El respeto a la casa de Dios y la caridad con Dios que vive en el prójimo, son la señal de haber encontrado a Cristo de veras. Examínate sobre estas virtudes...

 

 

 

 

93. SAN JUAN EVANGELISTA

 

 

Estaba Juan (Bautista),

 con dos de sus discípulos y,

fijándose en Jesús que pasaba, dice:

“Este es el Cordero de Dios”.

Los dos discípulos (Juan y Andrés)

oyeron sus palabras y siguieron a Jesús...

Y se quedaron con Jesús...

 

                                               (Jn 1,35-37.39)

 

 

 

1, ¡Qué encuentro tan íntimo el de san Juan con el Señor! Fue un encuentro que le llenó toda la vida. Se fio del consejo del bautista, lo puso en práctica y no se arrepintió jamás. Si supieras ser dócil y generoso con los consejos que lees o te dan, te iría mejor. Las espigas vacías, como las cabezas, son las que más se yerguen para lucir su figura. ¿Qué consejos recuerdas que no has cumplido todavía?...

 

 

 

2. Quien encuentra de veras a Cristo, tiene ganas de pasarse con él un rato sin prisas. Y todos los días. Es una necesidad del corazón. Se encuentra tiempo cuando se ama. El trato con Cristo lo ha de probar cada uno. Es algo que no se olvida jamás. Es cuestión de entregarse. Es preciso revisar a fondo el porqué de tanta frialdad en mi trato con Jesucristo...

 

 

 

 

 

94. SAN PEDRO

 

 

Al ver esto (la pesca milagrosa)

Simón Pedro se echó  a los pies de Jesús diciendo:

-“Señor, apártate de mí,

que soy un hombre pecador...”

Y Jesús dijo a Simón:

- “No temas, desde a hora serás pescador de hombres”.

 

                                               (Lc 5,8.10)

 

 

 

1. El Señor quiere que seamos humildes. No puede haber encuentro con Cristo sin la virtud de la humildad. Ser humilde significa reconocer lo que somos: tenemos cosas malas y buenas. Las malas son nuestros pecados y defectos. Las buenas son regalos de Dios, y también fruto de nuestro esfuerzo colaborando con la gracia del Señor. Pero la verdadera humildad nos acerca más a Jesús. San Pedro dijo “apártate de mí”, porque no era del todo humilde: el humilde sabe confiar. Debo revisar cómo es mi humildad...

 

 

 

2. El encuentro con Jesús trae consigo consecuencias para toda la vida. San Pedro fue llamado a ser apóstol. Jesús tiene predilección especial con quien se le hace encontradizo. A todos encomienda algo muy grande. Es la “vocación” particular de cada uno... ¿Conozco y sigo generosamente mi vocación...?

 

 

 

 

95. LA SAMARITANA

 

 

Jesús, cansado del camino, estaba allí

 sentado junto al pozo. Llega una mujer de Samaría

 a sacar agua, y Jesús le dice:

-“Dame de beber...”

La mujer le dice:

- “Sé que el va a venir el Mesías...”

Jesús le dice:

-“Soy yo, el que habla contigo”.

 

                                               (Jn 4,6-7.25-26)

 

 

 

1 Jesús, el Buen  Pastor, busca ardientemente el encuentro con todos. Hasta con los mayores pecadores. Las fatigas del Buen Pastor se ven premiadas con el consuelo de salvar a la oveja perdida. En este caso es una gran pecadora. Y Jesús se humilla hasta pedirle de beber. Parece mentira, pero es verdad. Jesús necesita mi amor. Se hace necesitado para que me dé cuenta de que soy yo quien necesita de él. ¿Doy largas a mi encuentro con Jesús?...

 

 

 

2. En el diálogo se entienden los hombres. Si alguien empieza hablando con Cristo, ya ha comenzado a encontrarle. Así le pasó a la samaritana. Y luego, el Señor se le manifestó como Mesías. Cuando Cristo abre el corazón y cuenta sus intimidades, uno ya no puede olvidar este encuentro. ¿Sé hablar con Cristo?...

 

 

 

96. NICODEMO

Nicodemo, jefe judío, fue a ver a Jesúsde noche y le dijo.

- "Rabí, sabemos que has venido

de parte de Dios, como maestro ... "
Jesús le contest6:

- "El que no nazca de nuevo
no
puede ver el reino de Dios ".

(Jn 3,1-3)

1. Nicodemo, entre una multitud de sanedritas
que se quedaron en la cobardía, creyó en Jesús.
Pero la fe y el encuentro con el Señor se demues-
tra n en el dialogo, en la oración. Había ido de
noche, por miedo. Pero aquella conversación con
Jesucristo no la pudo olvidar jamás. Cuando Cristo
murió en la cruz, por fin Nicodemo se entregó de
veras. ¿Soy cobarde en seguir al Señoor? ..

2. Las palabras de Jesússe quedaron grabadas
en el corazón de Nicodemo. Al principio no las
entendía. Los superficiales no entienden ni al
principio ni después. Jesúshabla de una vida
nueva que él nos ha traído: la vida de la gracia que
se manifiesta en las virtudes de fe, esperanza, ca-
ridad. ¡Tener la fisonomía de Cristo y pensar y que-
rer como él! ¿Pienso con calma las palabras de
Jesús? ¿Son mi mejor recuerdo? ..

 

 

97. LA PECADORA

Una mujer, una pecadora ... llorando,

se puso a regarle los pies con las grimas ... r

los cubría de besos y se los ungía con el perfume.
(Jesús) le dijo.

- "Han quedado perdonados tus pecados".
(Lc 7,37-38.48)

1. Nada estorba al encuentro con Cristo cuando
uno reconoce su propio pecado. La gran pecadora
encontró a Cristo para siempre. Su arrepentimiento
fue sincero. Su entrega no era pasajera. Por eso
perseveró en la conversión. Magdalena recibía a
Cristo en su casa, estuvo al pie de la cruz y vio a
Cristo resucitado. Es cuestión de generosidad y de-
cisión, puesto que la ayuda del Señor no falta. ¿En-
cuentro diferencia entre mi arrepentimiento y el
de Magdalena? ..

2. La palabra de Jesúscrea una vida nueva.

Pero sólo cuando el corazón escucha y responde
con un "si" generoso. Cada vez que me confieso,
Cristo me dice las mismas palabras, con el mismo
amor, con la misma fuerza. La diferencia no está
en Jesús, sino en mi. ¿Qué impide en mi el en-
cuentro definitivo con Cristo? ..

 

 

 

 

 

98. EL JOVEN RICO

 

 Jesús le contestó:

-“Si quieres ser perfecto, anda,

vende tus bienes... Y ven y sígueme”.

Al oír esto, el joven se fue triste,

porque era muy rico.

 

                                               (Mt 19,21-22)

 

 

 

1. Fue una llamada que Jesús hizo con toda la ilusión. Le propuso al joven una amistad muy íntima. El Señor exigió dejar la chatarra de unos bienes caducos. Jesucristo sigue llamando a un camino de más intimidad con él y de más generosidad. Es una señal de predilección, aunque exige dejar otras cosas. ¿Soy consciente de las invitaciones que me dirige el Señor?...

 

 

 

2. Pero el muchacho dio marcha atrás. No le interesaba. Su corazón estaba en otra parte. Y el corazón tiene razones que desconoce la razón. Tenía otras ilusiones que no eran más que espejismos. Y se fue triste. Se daba cuenta de que escogía lo peor, pero no se atrevía a romper con tantas cosas. No encontró a Jesús. ¿Qué hay en mí que puede frustrar mi encuentro con Jesucristo?...

 

 

 

 

99. EL PARALÍTICO

 

 

Subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla

y le pusieron en medio, delante de Jesús.

Él, viendo la fe de ellos, dijo:

-“Hombre, tus pecados están perdonados”.

 

                                                               (Lc 5, 19-20)

 

 

 

1. Es el encuentro de la enfermedad con el salvador. Nuestras miserias y enfermedades son resultado del pecado original. Por eso un día desaparecerán y nuestro cuerpo será glorioso como el de Cristo. El paralítico, sin poder moverse, pudo encontrarse con Cristo. El encuentro con el Señor no tiene más obstáculo que el propio egoísmo que cierra la puerta. Aquellos hombres, llevados por la caridad y por la fe, idearon lo que parecía imposible. ¿Qué tendencias pueden impedir mi encuentro con Cristo?...

 

 

 

2. La voz del salvador soluciona todos los problemas de raíz. Primero, lo primero: quitar el alquitrán del pecado. Muchos prejuicios y críticas se desvanecen cuando se limpia el corazón. Jesús perdona siempre que ve ganas de recibir el perdón. No teme ser criticado a causa de esta predilección para con los más necesitados. No hay nadie más necesitado que quien no sabe amar a Dios y al prójimo. ¿Acudo al Señor para recibir el perdón?...

 

 

 

 

100. LA VIUDA DE NAÍN

 

 

Sacaban a enterrar a un muerto,

hijo único de su madre, que era viuda...

Al verla el Señor, se compadeció...

-“No llores”...

-“Muchacho, a ti te lo digo,  levántate...”

Y se lo entregó a su madre.

 

                                               (Lc 7,12-15)

 

 

 

1. Aquella mujer no conocía a Jesús. Pero su aspecto desolador produjo compasión en el corazón de Cristo. Todas las miserias humanas encuentran solución en el corazón del Señor, que es sensible a todos nuestros problemas. Es el misterio de Cristo. Todo lo que es Cristo Jesús se puede resumir en preocuparse por la gloria del Padre y por nuestra salvación. ¿Tengo confianza en el amor de Jesucristo?...

 

 

 

2. Después de consolar a la madre, el Señor resucita al joven. Cristo sigue diciendo aún hoy: “Muchacho,  a ti te lo digo, levántate”. Porque hay muchos jóvenes sin ideal que dejan la juventud hecha jirones en las zarzas del camino. Hay jóvenes cuya juventud no la estrena el amor, sino el egoísmo camuflado de amor. En mí hay muchas energías que necesitan resucitar. He de oír la voz del Señor...

 

 

 

 

 

 

101. LA HEMORROÍSA

 

 

(Una mujer enferma), acercándose a Jesús,

entre la gente,  le tocó el manto, pensando:

“Con solo  tocarle el manto curaré”.

Inmediatamente sintió que su cuerpo estaba curado.

                                                              

(Mc 5,27-29)

 

 

 

1. Solo se encuentra a Cristo cuando se va a él con el corazón en la mano. Muchos tocaban físicamente al Señor, pero solo la mujer enferma se le acercó con confianza. La confianza es la clave de la caja de caudales que es el corazón de Cristo. Todos los remedios son útiles para curar nuestros males del espíritu. El encuentro personal con Cristo lo soluciona todo. ¿Cómo es mi confianza en el Señor?...

 

 

 

2. Muchos escuchan la palabra de Cristo y le reciben en la comunión. Muchos se topan con Cristo en los sacramentos. Pero no lo encuentran. Como la muchedumbre que estrujaba a Cristo y luego se escandalizó de él. Faltan disposiciones personales por convicción. Solamente con el corazón dispuesto para amar seriamente se puede descubrir de veras la persona de Cristo y su palabra y su acción salvadora que está oculta en la Iglesia, especialmente en la liturgia. ¿Cómo es mi postura personal en las celebraciones litúrgicas?...

 

 

 

 

102. LA MUJER CANANEA

 

 

Se acercó (una cananea) y se postró

 ante él diciendo:

-“Señor, ayúdame”.

-“No está bien  tomar el pan de los hijos”...

-“También los perritos

Se comen de las migajas”...

-“Mujer, qué  grande es tu fe:

que se cumpla lo que deseas”.

 

                                                               (Mt 15,25-28)

 

 

 

1. El Señor prueba nuestra fe. Le gustan al Señor los corazones valerosos y constantes. Se han de saber pasar los tragos amargos sin desalentarse. Cristo se esconde tras la prueba y el sacrificio. Cuando el Señor quiere conceder una gracia especial, da primero “escalera” para alcanzarla: la prueba del sacrificio. Únicamente de los que se esfuerzan es el reino de los cielos. El Señor no quiere cobardes ni comodones ni tacaños ¿Soporto las pruebas con valentía...?

 

 

 

2. La mujer cananea, con ser pagana, alcanzó el milagro. Perseveró en la oración sin desanimarse. Creyó en el poder y en la bondad de Cristo. Cristo estaba dispuesto a concederle el milagro desde el principio, pero veía que el corazón de la mujer debía disponerse más. Quien busca a Cristo le encuentra para su bien. Quien busca otros amores malsanos, a veces también los encuentra, pero para su mal. ¿Persevero buscando el encuentro definitivo con Cristo?...

 

 

 

 

103. LOS NAZARETANOS

 

 

Fue a Nazaret, donde se había criado...

“El Espíritu del Señor me ha ungido.

Me ha enviado a evangelizar a los pobres”.

...Lo echaron  fuera... con intención de despeñarlo...

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

 

                                               (Lc 4,16.18.29-30)

 

 

 

1. Fue un caso insólito y fatal. Jesucristo convivió treinta años con los habitantes de Nazaret. Y en el momento de darse a conocer, no le aceptaron. Solo encuentran a Cristo los “pobres”, es decir los que sufren con amor y están dispuestos a aventurarlo todo por Dios. No les interesaba a los nazaretanos un mesías así. Lo querían a la medida de su egoísmo. Y lo rechazaron dándoselas de listos. ¿Tengo relaciones cordiales con Cristo que vive siempre conmigo?...

 

 

 

2. El Señor se fue para no volver. Nunca pudieron los nazaretanos darse cuenta del significado de esta partida. No encontraron a Cristo ya nunca más. ¡Tan cerca como habían estado de él! El Señor lo sintió como cuando lloró sobre Jerusalén. Ellos se quedaron tan tranquilos de “conciencia”. Es la mayor desgracia que le pude ocurrir a uno: apañárselas sin Jesucristo. ¿Tiene motivos el Señor para alejarse de mí?...

 

 

 

 

104. EL FUNCIONARIO REAL

 

 

-“Si no veis signos y prodigios, no creéis...”

-“Señor, baja antes de que muera mi niño”.

-“Anda, tu hijo vive...”

Y creyó él con toda su familia.

 

                                               (Jn 4,48-50.53)

 

 

 

1. Jesús no hace distinción de personas. También reprende a los poderosos, pero para sanarles. El hombre supo aceptar la reprensión y confió en el Señor. Quien ora de corazón encuentra a Cristo. Se trata de exponer los propios problemas confiadamente y limpiar el corazón de orgullo. Entonces se encuentra a Cristo con facilidad y para siempre. ¿Tengo orgullo o desconfianza que puedan impedir mi encuentro con Cristo?...

 

 

 

2. La voz de Jesús infunde serenidad y paz. Su palabra, que continúa actual en la iglesia, sana los corazones. Su palabra penetra porque es palabra de amor. Pero no hay salud verdadera hasta que respondamos que “sí” a la palabra de Dios. Cristo mismo es la palabra de Dios. Creer es aceptar esta palabra, encontrarse con Cristo, adherirse a su persona para siempre. ¿Es mi fe la adhesión o encuentro personal con Cristo...?

 

 

 

 

 

105. SAN MATEO

 

 

Jesús vio a un hombre sentado al mostrador

 de los impuestos, y le dijo:

- “Sígueme”.

Él, levantándose, le siguió.

 

                                                               (Mt 9,9)

 

 

 

1. Todas las clases sociales pueden encontrar a Cristo. Leví, el cobrador de contribuciones, se convirtió en el apóstol san Mateo. Es la transformación que se realizó al escuchar y responder a Cristo. El encuentro con Cristo es fruto de escuchar su voz y decir que “sí” a su amor. Cristo llama a todos al encuentro con él. No hay excepciones. Y a cada uno le llama para una misión concreta. ¿Escucho las llamadas del Señor?

 

 

 

2. San Mateo encontró a Cristo. El encuentro con el Señor se demuestra en las obras. San Mateo lo dejó todo y quiso hacer partícipes a sus amigos de la dicha de encontrar a Cristo. Desprendimiento y caridad significan valorar a Cristo y al prójimo (que tiene o ha de tener la fisonomía de Cristo) por encima de los bienes de la tierra. ¿Se demuestra mi encuentro con Cristo en el desprendimiento y en el amor?...

 

 

 

 

106. MULTITUD DE ENFERMOS

 

 

Le llevaban los enfermos en camillas.

Y le rogaban que les dejase tocar

al menos  la orla de su manto;

y los que la tocaba se curaban.

 

                                               (Mc 6,55-56)

 

 

 

1. No hay enfermedad corporal o espiritual que impida encontrar a Cristo. Sólo el orgullo de no querer curar o no querer reconocer el propio mal. Encuentra a Cristo quien siente necesidad de él. Siente necesidad de Cristo quien reconoce sus propias miserias, cree en el amor de Cristo y quiere mejorar sinceramente. No se cura ni encuentra a Cristo el que solo quiere salir del paso o quitarse un remordimiento para volver a las andadas. ¿Tengo estas disposiciones?...

 

 

 

2. Tocar a Cristo para curar es tener con él una relación personal. No vale usar “discos rayados” para hablar con él. Los signos donde se ocultó Cristo (los sacramentos, etc.) no son artículos de farmacia o “cosas” que se usan y se olvidan luego. Cristo vale mucho más. Él ha venido para entablar relaciones personales y no para servir de adorno. ¿Recibo los sacramentos como un encuentro personal con Cristo?...

 

 

 

 

107 LOS LEPROSOS

 

 

Vinieron al encuentro diez leprosos...

-“Jesús, maestro, ten piedad de nosotros...”

-“Id a presentaros a los sacerdotes”.

Mientras iban camino quedaron limpios.

 

                                               (Lc 17,12-14)

 

 

 

1. Ni la lepra del pecado impide el encuentro con Cristo. Con una condición: que uno se reconozca a sí mismo como pecador. Es la misma disposición interna del publicano de la parábola. Ahora son diez leprosos que salen todos juntos al encuentro del Señor. Es más fácil encontrar al Señor en la oración común cuando todos nos sentimos hermanos enfermos que vamos de camino. ¿Tengo el aprecio debido por la oración común litúrgica?...

 

 

 

2. ¡Qué bueno es el Señor! Se ha quedado entre nosotros en sus representantes. Los sacerdotes de la Iglesia continúan visiblemente la misión de Cristo. No fiarse de la Iglesia y de sus ministros es abocarse al fracaso. A pesar de los defectos de los ministros del Señor, Jesús se vale de ellos para que le podamos encontrar a él. Solo se encuentra a Cristo buscándole donde se ha escondido. ¿Cuál es mi postura ante Cristo, que actúa por sus representantes?...

 

 

 

 

108. LOS NIÑOS

 

 

Acercaban a Jesús niños

para que los tocara,

pero los discípulos les regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:

“Dejad que los niños se acerquen a mí...;

de los que son como ellos es el reino de Dios...”

Y tomándolo los bendecía...

 

                                               (Mc 10,13-14.16)

 

 

 

1. Hasta los niños encuentran a Cristo. Según la expresión del Señor solo ellos le pueden encontrar. Es decir, encuentra a Cristo quien tiene disposiciones filiales para con Dios. La disposición de ver en todo la mano del Padre, de confiar en el Padre en los momentos más difíciles, de buscar y desear solo amar al Padre y que el Padre sea amado, todo esto no tiene valor a los ojos de los que no tienen fe. Es la “infancia espiritual”. ¿Tengo estas disposiciones filiales respecto de Dios...?

 

 

 

2. Las intimidades del corazón de Jesús son para los que tienen alma de niño. Vale la pena quedar en ridículo ante el mundo por la sencillez evangélica. Total, lo único que interesa es que Cristo imprima en nosotros su fisonomía. Lo demás no vale nada si no sirve para esto. Vale más la amistad de Cristo que una lista larga de nombres que se llaman amigos, pero que no lo son de veras. ¿Aprecio la amistad con Cristo por encima de todo?...

 

 

 

 

109. MARTA Y MARÍA

 

 

María, sentada a los pies del Señor,

escuchaba su palabra.

Marta andaba muy  afanada con los muchos servicios.

Le dijo el Señor:

-“María ha escogido la parte mejor”.

 

                                               (Lc 10,39-40.42)

 

 

 

1. Encontrarse con Cristo es escuchar su palabra y estar dispuesto para responder “sí”. La pecadora, ya perdonada, estuvo siempre en disposición de recibir a Cristo y escucharle. Una señal clave de haber encontrado al Señor es saber pasar ratos sin prisa junto a él o pensando en él. Tener el corazón en Cristo, hacer silencio en el interior, saberse amado por él, pensar en sus enseñanzas con calma... ¿Es así mi trato con él?...

 

 

 

2. A primera vista hace más quien bracea más. Pero las cosas de Dios son diferentes. Cuando es el momento de gastar tiempo tratando con Cristo, no es más provechosa la acción exterior. Ya llegará el momento de la acción y entonces será acción fecunda. Pero, mientras tanto, hay que saber entregarse a la oración. Oración y acción se exigen mutuamente. Tienen un enemigo común: el hacerlas por egoísmo. ¿Paso ratos sin prisa con el Señor?...

 

 

 

 

110. ZAQUEO

 

 

Trataba de ver quién era Jesús...

Se subió a un sicomoro para verlo...

-“Zaqueo, date prisa y baja,

Porque es necesario que hoy me quede en tu casa”.

 

                                               (Lc 19,3-5)

 

 

 

1. Era un cobrador de contribuciones bastante rico. Tal vez un poco frío en los negocios del alma. Pero deseó sinceramente encontrar al Señor. Y lo logró. Tuvo que esforzarse y salir de la comodidad cotidiana. Hasta tuvo que dejar al margen apariencias sociales. ¡Tantas cosas se dejan por otros motivos rastreros! Abrir la puerta, esforzarse, ir con el cántaro a la fuente, moverse, hacer algo fuera de lo ordinario... ¿Por qué no probarlo? El encuentro con Cristo es algo personal...

 

 

 

2. La voz de Cristo no se hace esperar cuando ve buenas disposiciones. Aun estas son fruto de una voz interior de Cristo que se llama gracia actual, a la que hay que cooperar. Jesús da más de lo que esperaba el publicano. Este solo quería ver a Jesús, pero el Señor se quiere hospedar en su casa. Un rato con el Señor, sin prisas, arregla mejor las cuestiones. Las prisas edifican castillos de arena. ¿Hospedo al Señor y le muestro lo más íntimo?

 

 

 

 

111. LOS GENTILES

 

 

Acercándose a Felipe (unos griegos) le rogaban:

-“Señor, queremos ver a Jesús...”

Andrés y Felipe fueron

a decírselo a Jesús.

 

                                               (Jn 12,21-22)

 

 

 

1. El deseo de encontrar a Cristo está en el fondo de todo corazón. A veces, es verdad, como un rescoldo. Cualquier sufrimiento, problema, lectura, predicación, puede avivar este deseo. Es un deseo puesto por Dios. Hasta los paganos lo tienen. Porque nuestro corazón ha sido hecho a la medida de Cristo y solo él puede llenarlo. Manifestar en la oración a Cristo el deseo de encontrarle es un paso definitivo para ello. ¿Tengo deseos sinceros de encontrar a Cristo y los manifiesto en oración?...

 

 

2. El mandamiento especial de Cristo es el de amar a los hombres como él les ha amado. En la línea de este amor está el depender de los demás. Necesitamos de los otros, de su oración, de su ejemplo, de sus consejos. Somos iglesia, la familia de Dios, el cuerpo místico de Cristo. Al descubrir estas verdades somos más humildes y caritativos. ¿Soy humilde y caritativo con el prójimo?...

 

 

 

 

 

112. EL CIEGO DE NACIMIENTO

 

 

Al pasar, vio Jesús a un hombre ciego...

-“Ve a lavarte a la piscina de Siloé...”

Él fue, se lavó y volvió con vista.

 

                                               (Jn 9,1.7)

 

 

 

1. El ciego no se lo sospechaba. Pasó Jesús y fue el mismo Señor quien tomó la iniciativa. Jesús pasa y se hace encontradizo con todos, sin excepción. A veces, en el momento que menos podíamos imaginar. Se ha de aprovechar la ocasión. Porque el Señor a veces pasa para no volver. Puede ser un pensamiento bueno, el ejemplo de un compañero. ¿Soy fiel a las gracias de Dios?...

 

 

 

2. El Señor pone a veces condiciones desconcertantes. Al ciego lo envió a la piscina de Siloé. No necesitaba enviarlo allí para sanarlo. Aquello era un símbolo. Cristo permanece escondido en la Iglesia, especialmente en los sacramentos. En el sacramento de la penitencia encontramos a Cristo Buen Pastor que nos cura de nuestros pecados. En los sacramentos encontramos a Cristo. ¿Cómo me acerco a los sacramentos?...

 

 

 

 

113. JUDAS

 

 

A apareció Judas, uno de los doce, acompañado

de un tropel de gente, con espadas y palos…

El traidor se cercó a Jesús, le dijo:

-“Salve, Maestro”.

 Y lo besó. Pero Jesús le contestó:

- “Amigo, ¿a qué vienes?”...        

 

                                               (Mt 26,47.49)

 

 

 

1. Fue un encuentro desastroso. El corazón de Judas no estaba bien dispuesto. Y lo que hubiera podido ser un encuentro de hijo pródigo, fue su perdición. A pesar de ser uno de los doce apóstoles. La más negra traición la fraguó uno que convivió tres años con el Señor. Pero su corazón había quedado impermeable. Y todavía se atrevió a usar de la señal de amor (el beso) como señal de traición. ¿Hay en mí algo que pueda llevarme a este fracaso?...

 

 

 

2. Las palabras de Jesús a Judas son sermón de misericordia. Tal vez mejor que las parábolas del hijo pródigo y de la oveja perdida. Jesús le llama amigo y le hace un examen de conciencia. Jesús es delicado y respeta a las personas a pesar de sus defectos. Jesús tiene confianza en la conversión cuando todo parece perdido. Pero Judas se cerró para su perdición. También a mí me ha tratado el Señor con tanta delicadeza...

 

 

 

 

114. CAIFÁS

 

 

-“¿Eres tú el Mesías?”

Jesús contestó:

- “Yo soy...”

Y todos lo declararon reo de muerte.

 

                                               (Mc 14,61-62.64)

 

 

 

1. No basta con leer y escuchar materialmente. No basta con saber mucho acerca de Cristo. El encuentro con el Señor es un compromiso de toda la persona, sobre todo el corazón. Saber mucho y amar poco conduce al orgullo y, a la corta o a la larga, a la incredulidad. Caifás oyó de los mismos labios de Jesús que él era el Mesías, el Cristo. No por eso fue más dichoso que nosotros ¿Amo al menos tanto cuanto conozco de Jesús?...

 

 

 

2. Cuando Cristo habló fue condenado por blasfemo. Y eso que era la verdad. Nosotros, ¿no hacemos tal cosa? Al fin y al cabo cuanto se hace al prójimo se hace a Jesús. No es posible encontrar a Jesús rechazando al prójimo, aunque a veces parezca que tengamos la razón. En apariencia se puede tener razón, pero estar faltos de fe y de amor. ¿Cómo es mi trato con el prójimo?...

 

 

 

 

 

115. PILATO

 

 

Jesús le contestó:

-“Tú lo dices: soy rey...

Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

Pilato le dijo:

- “¿Y qué es la verdad?”

 

                                               (Jn 18,37-38)

 

 

 

1. Otro que no encontró a Cristo. Se quedó en el “casi” o en el “querría”, como tantos otros. Pilato no era de la verdad, por eso no oyó la voz de Cristo, rey de los corazones. No es de la verdad quien se deja llevar de las tinieblas de inclinaciones desordenadas. El egoísmo ciega. Y hay muchas clases de egoísmo. A un paso de Cristo se puede todavía perderlo para no encontrarlo jamás. ¿Pienso, hablo, deseo, obro con verdad?...

 

 

 

2. Excusas tenemos todos. Y para todo. Pilato se quedó tan “tranquilo” de conciencia. Tenía “muy buena intención”. Pero no es buena la intención cuando se sigue el atropello del prójimo. Al final, con toda la “buena intención”, Pilato se lavaría las manos. No hizo nada... Por eso no encontró al Señor, porque no hizo el bien que debía hacer. ¿Omito el obrar en favor del prójimo?...

 

 

 

 

116. HERODES

 

 

Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento...

Le hacía bastantes preguntas,

pero él no contestó nada.

Herodes lo trató con desprecio...

 

                                               (Lc 23,8-9.11)

 

 

 

1. La lista de los que no encuentran a Cristo continúa. Y eso que estuvieron a un paso de él. Herodes deseaba ver a Jesús, se alegró de su presencia, quería soltarlo... Pero no basta cuando se sigue atropellando el derecho de otros. El encuentro de Herodes con Cristo era de pura charlatanería, de palabras vacías y estériles. Quería congraciarse con Cristo para quedar en sus vicios. Así no se encuentra al Señor. ¿Niego algo al Señor engañándome a mí mismo con un diluvio de actos “buenos”?...

 

 

 

2. Jesús calló ante un impuro empedernido. ¿Para qué hablar a quien escuchó con gusto a Juan Bautista para luego no hacer nada de provecho? Al Bautista le mandó matar, a pesar de escucharlo con gusto. Una bailarina acabó con el predicador. Quien no escucha a los representantes de Cristo, diciendo que quiere escuchar solo a  Cristo, no hace más que escucharse a sí mismo. ¿Cómo escucho la palabra de Dios, especialmente en la predicación?...

 

 

 

 

117. LAS PIADOSAS MUJERES

 

 

Jesús se volvió a ellas y les dijo:

-“Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,

llorad  por vosotras y por vuestros hijos,

porque si esto  hacen con el leño verde,

¿qué harán con el seco?”

 

                                               (Lc 23,28.31)

 

 

 

1 A Cristo se le encuentra muchas veces en el camino de la cruz. Cuando uno sufre se entera por experiencia propia del sufrimiento de Cristo. El que sufre está más cerca de encontrar a Cristo. Pero el sufrimiento mejor tiene lugar cuando se sufre por Jesucristo, cuando uno soporta los sufrimientos de Cristo y de su cuerpo místico como propios. Sufrir es amar. Sobre todo cuando uno sufre porque ama a Dios y al prójimo. ¿Sé sufrir por amor y condolerme de los sufrimientos de Cristo y de su cuerpo místico?...

 

 

 

2. Cristo sufrió por mí, por mis pecados. Él era inocente, pero cargó mis culpas como su fueran propias. Si él sufrió por mis pecados, bien puedo yo, y debo, llorar por ellos. El verdadero sabio y santo es el que sabe retractarse o, mejor, convertirse continuamente. Como el “tentetieso” que se empeña, a pesar de sus caídas, en mantenerse en pie. ¿Me arrepiento de mis faltas y pecados y los corrijo?...

 

 

 

118. MARÍA MAGDALENA

 

 

Estaba fuera María,

junto al sepulcro, llorando...

Ve a Jesús, de pie, pero no sabía  que era Jesús...

 Jesús le dice:

-“¡María!”

Ella se vuelve y le dice:

-“Rabboni”, que significa “Maestro”.

 

                                               (Jn 20,11.14.16)

 

 

 

1. Otro encuentro de la Magdalena con Cristo. Esta vez nos descubre a un alma muy delicada. Estuvo junto a la cruz de Cristo sufriendo con él. Y ahora le busca en el sepulcro, pero, de momento, no le encuentra. Sin la presencia de Cristo, no le satisface nada, ni la presencia de los ángeles. No sabe vivir lejos de Cristo. Llora porque le parece que está lejos del Señor. Nadie ni nada le llena el corazón. ¿Tengo grandes deseos de encontrarme íntimamente con Cristo?...

 

 

 

2. Jesús ama más que nadie. No se deja vencer en el amor. Él desea el encuentro más que nosotros. Es él quien sale al encuentro, pero veladamente. Se le ha de buscar “a oscuras”. Una sola palabra de quien le ha encontrado, basta para expresar todos los sentimientos. El amor es corto en palabras y largo en hechos y en silencio fecundo. ¿Qué he de aprender de este encuentro de la Magdalena?...

 

 

 

 

119. LOS  DE  EMAÚS

 

 

Tomó el pan (Jesús), pronunció la bendición,

Lo partió y se lo iba dando…

Y lo reconocieron.

Pero él  desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro:

-“¿No ardía nuestro corazón

mientras nos hablaba por el camino?...

 

                                               (Lc 24, 30-32)

 

 

 

1. Los de Emaús encontraron a Cristo en el partir del pan. Eran unos prófugos. Pero les quedaba un rescoldo. La conversación con Cristo y entre sí, encendió la caridad. Jesús se dio a conocer en el partir del pan que es símbolo de la eucaristía. En la caridad con el prójimo, en la oración y en la celebración de la eucaristía, es donde se encuentra a Cristo...

 

 

 

2. Jesucristo habla al corazón. Junto a Cristo uno se encuentra feliz. Porque solo él llena nuestros deseos. Estar con Cristo es la mejor manera de encontrarle. Pero no se puede tener prisas. El trato con Jesús reclama nuestra atención. El Señor se hace invitar, simula que pasa, pero nada desea más que estar con nosotros. ¿Estoy acostumbrado al trato íntimo con Jesús?...

 

 

 

120. SANTO TOMÁS

 

 

Los otros discípulos le decían:

-“Hemos visto al Señor”.

Pero él (Tomás) les contestó:

-“Si no veo..., no lo creo”.

Llegó Jesús... Dijo a Tomás:

-“No seas incrédulo...”

Contestó Tomás:

-“¡Señor mío y Dios mío!”

 

                                               (Jn 20,24-28)

 

 

 

1. Fue un encuentro desconcertante. Quien se negó a creer, acabó creyendo más que nadie. Ordinariamente los que ponen más resistencia a entregarse, son luego más generosos. Parece como si vieran que el entregarse no lo harán a medias...; por eso se resisten. Como tú... porque no quieres las cosas a medias tintas. ¿Eres generoso de veras?...

 

 

 

2. El encuentro con Cristo no se puede explicar. Se ha de experimentar personalmente. Es como cuando uno encuentra una amistad para siempre. Pero hemos de imitar a los que ya son amigos del Señor. Sus palabras nos pueden orientar en la búsqueda. No fiarse del hermano, desagrada a Cristo. Y luego, unirse a Cristo para siempre. Sin traicionar jamás. ¿Cuándo he estado más cerca de Cristo en mi vida?...

 

 

 

 

 

 

 

 

V. LA VOZ DEL MAESTRO

 

 

 

Si ves un ciego sientes compasión. ¿Qué debe ser vivir en las tinieblas? Pero este ciego puede poseer una luz divina que no poseen muchos con los ojos sanos. “El que me sigue, no anda en tinieblas”. Jesús es la única “luz del mundo”. Y sigues a Cristo cuando piensas como Cristo, cuando tu vida se alimenta de la fe.

 

Jesús es “la verdad”. Pero una verdad que trae susconsecuencias: “el cuádruple deber de pensar, de honrar, de decir y de practicar la verdad” (Beato Juan XXIII). Si escuchas la voz del Maestro, mirarás al mundo con la pupila de Jesús (fe), pesarás las cosas con el peso de Jesús (esperanza), tu querer será el querer de Jesús (caridad).

 

“La verdad os hará libres”. ¡Libre! Sí, de tus pasiones desordenadas, del pecado. Libre de la impersonalidad, del desequilibrio. Libre con la “libertad de los hijos de Dios”, que saben llamar a Dios “Padre” con los labios de Jesús, porque antes los han purificado con el “niégate a ti mismo”.

 

“Andando en la verdad, crezcamos en la caridad”. Es que la verdad nos dio el precepto del amor al prójimo, como Cristo nos amó.

 

¡Qué consolador es encontrarse de nuevo con la Madre! “Haced lo que él os diga”. ¿No consiste en esto la verdadera devoción a María según el concilio Vaticano II?

 

¿Sabes qué es lo peor que podrían decir de ti? Que se te cae el evangelio de las manos. Sí, lo leíste muchas veces, pero como la piedra que permanece tan impermeable en el fondo del océano.

 

¿Quieres ser un evangelio viviente? Lee el libro santo “a los pies del Señor, escuchando sus palabras”. De seguro que te vendrán ganas hasta de imitar los “consejos evangélicos”, es decir los caminos no obligatorios que el Señor trazó para los que desean más perfección. También los seglares pueden ir por ellos, según enseña el Vaticano II.

 

 

 

 

121. YO SOY EL CAMINO

 

 

“Yo soy el camino

y la verdad y la vida.

Nadie va al Padre, sino por mí”.

 

                                               (Jn 14,6)

 

 

 

1. Las palabras de Cristo son “salvarles” en un naufragio, el faro en una noche de tormenta. Nadie ha dicho lo que él dijo y sigue diciendo. Porque en boca de otros sería una insensatez. Él es el camino: la ruta que Dios nos ha trazado; por ella andamos seguros. Es la verdad: en medio de tanta mentira ambulante y apariencia pasajera. Es la vida: de él procede todo y a él se orienta todo, como la brújula señala al norte. Es el centro de los corazones y el centro de gravedad de esta era atómica, como de todas las épocas. ¿Me siento firme en mi fe?...

 

 

 

2. Hay muchas personas que viven lejos de Dios. Otras que viven al margen de Dios. Y otras que convierten el trato con Dios en “cumplimiento” fuera del cual ya es posible hacer lo que uno quiere. Así no se ama a Dios. Dios es nuestro Padre. Solamente si queremos vivir en familia, en el hogar de Dios, encontramos a nuestro Padre. Cristo nos traza el camino: él mismo y su mandamiento de amarnos como él nos ama. ¿Camino de veras hacia Dios?...

 

 

 

122. APRENDED DE MÍ

 

 

“Tomad mi yugo sobre vosotros

y aprended de mí,

que soy manso y humilde de corazón,

y encontraréis descanso para vuestras almas”.

 

                                               (Mt 11,29)

 

 

 

1. Cristo es el modelo que debemos seguir. Nos da ejemplo de toda virtud. Corregirse de los defectos es una carga demasiado pesada cuando uno se las arregla solo. Pero con Cristo como modelo y amigo, todo se hace llevadero, porque su carga es ligera. Dios se hizo hombre y vivió como nosotros para que nosotros pudiéramos salvarnos imitando su manera de vivir. Nuestra vida tiene sentido solo cuando seguimos a Cristo. ¿Qué debo imitar principalmente del Señor?...

 

 

 

2. De todas las virtudes es Cristo el maestro. Pero hay dos a las que da importancia singular: la mansedumbre y la humildad. Es decir, hemos de saber aprovechar los contratiempos venidos del hermano o de la providencia, para convertirlo todo en amor. Y hemos de sentir necesidad de Dios sometiéndonos a su voluntad humildemente. Dios pone a nuestro paso los medios para construir nuestro destino. Solo así se ama a Dios y se tiene paz en el corazón. ¿Soy manso y humilde?...

 

 

 

123. YO SOY LA LUZ

 

 

“Yo soy la luz del mundo;

el que me sigue no camina en tinieblas,

sino que tendrá la luz de la vida”.

 

                                               (Jn 8,12)

 

 

 

1. Jesús es la luz. Estamos en las tinieblas cuando no pensamos como él. Él dio la luz a muchos ciegos para significar que cura nuestra ceguera espiritual. Es fácil dejarse engañar por pensamientos que no son los de Cristo. Porque es más fácil y halagador pensar lo que nos gusta. Hay muchos que piensan con la cabeza ajena, y muchos que divinizan su propio pensar. No piensan como Cristo. Si leyera con frecuencia la sagrada Escritura y recordara las explicaciones de los libros, de mis superiores, de la Iglesia, pensaría como Jesús...

 

 

 

2. Muchas veces las tiniebla comienzan en el corazón. No entiende quien no quiere entender. Y no se quiere entender cuando hay de por medio otros deseos. No se puede entender ni la obediencia, ni el sacrificio, ni la humildad... por la sencilla razón de que no se ama desinteresadamente a Dios y al prójimo. Primero he de limpiar el corazón de tantos caprichos y egoísmos... Solo entonces conoceré a Cristo...

 

 

 

 

124. SED PERFECTOS COMO VUESTRO PADRE

 

 

“Amad a vuestros enemigos...

Sed perfectos

como vuestro Padre celestial es perfecto”.

 

                                               (Mt 5,44.48)

 

 

 

1. Los hay que nunca logran olvidar totalmente las ofensas recibidas. Y los hay que ni se dan por enterados de que se les ofende. Los primeros no saben el a-b-c- del evangelio. Porque Jesús no solo dice que perdonemos a los que nos ofenden, sino que también los amemos. ¡Y amarlos como los ama él! ¡Esto es imposible si primero no se ama a él! Esto es imposible si primero no se ama de veras a Cristo que dio su vida por nosotros, pecadores. ¿Tengo este amor para con todos?...

 

 

 

2. La santidad consiste en acercarse a Dios, en pertenecerle consciente y deliberadamente. Esto supone imitarle. Jesús nos dice que debemos imitar a Dios que ama a todos, a buenos y a malos. Y la medida de esta santidad es la “sin medida” del amor de Dios. No se puede poner coto a Dios. Ni vale decir que no estamos obligados. El amor va más allá de la obligación. Además, estamos “obligados” a amar con todo el corazón. ¿Quién pone tasa al amor verdadero?... ¿Pongo coto en mí a la santificación?...

 

 

 

 

125. VELAD Y ORAD

 

 

Volvió a los discípulos y los encontró dormidos.

Dijo a Pedro:

-“No habéis podido velar una hora conmigo?

Velad y orad

para  no caer en la tentación”.

 

                                               (Mt 26,40-41)

 

 

 

1. Es enseñanza del Señor para todos los tiempos: vigilancia y oración. Estar alerta, esforzarse, estar a la escucha de Dios; porque las malas inclinaciones hacen más ruido y arrastran más. Orar, pedir a Dios fuerza para nuestra flaqueza, es ponerse con el cántaro abierto bajo la fuente. Muchos pensarán de otro modo, como Pedro antes de las negaciones, pero el Señor piensa así. ¿Oro de veras y me esfuerzo en la vida espiritual?...

 

 

 

2. El Señor no tiene compañía en los momentos de sacrificio. Todos quieren acompañarle hasta el partir del pan, pero no más allá. Las valentonadas de Pedro no le impidieron dormir. Y eso, mientras los enemigos trabajaban. El mal nace solo. El bien necesita lucha para nacer y crecer. Después del sueño vino la tentación y la caída. Así sucede siempre. Un período de comodidad es la calma precursora de una tempestad fatal. Nuestra propia experiencia nos lo dice. ¿Será así mi futuro?...

 

 

 

 

126. MI CASA ES CASA DE ORACIÓN

 

 

“¿No está escrito:

Mi casa será casa de oración?...

Vosotros en cambio la habéis convertido

en cueva de bandidos”.

 

                                               (Mc 11,17)

 

 

 

1. En la casa y en las cosas de Dios se entra con reverencia. Porque Dios es nuestro amo y señor. No puede aprender a amar a Dios quien no lo reverencia. Sin esta reverencia no se sabe cuánto nos ama Dios. Los cristianos nos reunimos en asamblea para orar a nuestro Padre Dios. Es una reunión familiar en la que tiene entrada solamente el amor. ¿Es así mi oración litúrgica?...

 

 

 

2. Convertir el templo en mercado no le gusta al Señor. Nuestros templos no tienen nada de mercado, al menos en lo que se ve. Pero los ángeles deben ver “ferias y fiestas” en nuestro interior. Al fin y al cabo, también las distracciones voluntarias nos roban el trato con Dios. Y sin este amor a Dios, ya nos podemos despedir de amar al prójimo. Mi oración, ¿es atenta exterior e interiormente?...

 

 

 

 

127 ORA A TU PADRE EN SECRETO

 

 

“Tú, cuando ores, entra en tu cuarto...

Y ora a tu Padre, que está en lo secreto;

y tu Padre, que ve en lo secreto,

te lo recompensará”.

 

                                               (Mt 6,6)

 

 

 

1. No son necesarias muchas palabras para orar bien. El Señor mira nuestros pensamientos y deseos. En cualquier sitio se puede orar, porque siempre podemos pensar en Dios, exponerle nuestro deseo. “También entre los pucheros anda Dios”, decía santa Teresa. Cuando uno ama, ora. Sobre todo, cuando uno ama pensando en el amado. Quien se comporta así desea (y encuentra) ratos especiales dedicados solo a pensar en Dios amándole. Los necesita. ¿Rezo más con el corazón que con los labios?...

 

 

 

2. Para rezar no es necesario que se enteren los demás. Dios, nuestro Padre, ve lo más hondo del alma. Nuestros deseos los ve Dios. Los problemas que nos hacen sufrir y que a veces nos hacen aparecer como desgraciados ante los hombres, pueden convertirse en oración. Vale mucho esta oración de los que sufren. Hay muchas personas totalmente desconocidas para los hombres, pero que son las predilectas del Padre. ¿Sé convertir mis sufrimientos y problemas en oración?...

 

 

 

 

128. PEDID Y SE OS DARÁ

 

 

...” porque todo el que pide, recibe...

¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez,

le dará una serpiente?...

Si vosotros, pues, que sois malos,

 sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,

¿cuánto más el Padre del cielo?”...

 

                                               (Lc 11,10-11.13)

 

 

 

1. Jesús insiste sobre la adoración. Nuestro Padre Dios nos escucha siempre. Puede ser que no nos dé lo que pedimos, pero nos dará algo mejor. Es una promesa del Señor: “Pedid y recibiréis”. Jesús no miente, es la misma verdad. A los discípulos manifestó la queja de que no pedían nada. Pero pedir no es exigir, ni empeñarse en convencer a Dios de la conveniencia de un don, ni mover a Dios. Pedir a Dios es exponer sencillamente, sabiendo que nos escucha y nos ama. ¿Pido con humildad y perseverancia...?

 

 

 

2. La comparación con nuestro padre de la tierra es muy aleccionadora. Dios está dispuesto a hacer mucho más. Y puede. Imaginémonos qué haría nuestro padre de la tierra si supiera y pudiera tanto como Dios. Pues así nos ama Dios y así escucha nuestra oración. Claro que el padre no le da la brasa que el hijo quiere tocar... Y Dios nos ama como a su Hijo predilecto que murió en la cruz... ¿Pido con confianza...?

 

 

 

 

129. SIN MÍ NO PODÉIS HACER NADA

 

 

“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos;

el que permanece en mí y yo en él,

ese da fruto abundante;

porque sin mí no podéis hacer nada”.

 

                                               (Jn 15,5)

 

 

 

1. Nuestras obras no son agradables a Dios si no estamos unidos a Cristo. Cuando estamos unidos a él, el Padre se complace en nosotros como se complace en Jesús. Estar unido a Cristo es pensar y querer como él. Solo entonces se tiene la vida divina. Jesús compara esta vida divina con la savia que circula por la vid (Cristo) y los sarmientos (nosotros). Entonces todo lo que hacemos es agradable a Dios porque es Cristo quien está unido a nosotros. ¿Puedo decir que estoy unido a Cristo, puesto que pienso y quiero como él...?

 

 

 

2. Unidos a Cristo, avanzamos continuamente en adquirir cada vez más su fisonomía. Unidos a Cristo, ayudamos, sin sentirlo, a que otros encuentren a Cristo. Si no avanzamos en la vida espiritual es por falta de unión con Cristo. Sin él no podemos dar un paso. El corazón y las pasiones se salen de quicio cuando Cristo no ayuda. De ahí la necesidad del contacto personal con Cristo. Por la manera como oro, ¿se ve que siento necesidad de Cristo?...

 

 

 

 

130. ORAD ASÍ

 

 

“Vosotros orad así:

 Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre...”

 

                                               (Mt 6,9)

 

 

 

1. Jesús nos ha enseñado las actitudes filiales que hemos de tener en nuestro interior cuando oramos. El Padrenuestro siempre es nuevo en los labios de uno que ama a Dios. Cada palabra tiene un contenido infinito, puesto que esconde todo el amor que Dio nos tiene y el que le debemos tener nosotros. La primera palabra “Padre”, lo dice todo. La decimos con la voz de Cristo y sintonizando con sus sentimientos. Cada día la podemos decir con voz más parecida a la de Cristo. Entonces la vida tiene sentido y no hay días grises. Cuando rezo, ¿tengo la impresión de que hablo con mi Padre Dios?...

 

 

 

2. “Padre nuestro”... De Cristo, de los demás hombres, de todo a la vez. Aun cuando rezo solo, rezo siempre en reunión familiar con todos los hermanos. “Que estás en el cielo”... Es el Padre, que ha infundido en nosotros la vida divina, que está en todas partes, en nuestro interior como en su casa solariega, en el cielo donde se nos dará a conocer plenamente. “Santificado sea tu nombre”... ¡Que todos los hombres reconozcamos a Dios amor y sepamos tratarle personalmente...! Y así puedo ir descubriendo las riquezas de la oración dominical...

 

 

 

131. REZAD POR LOS QUE OS PERSIGUEN

 

 

“Rezad por los que os persiguen,

para que seáis hijos de vuestro Padre celestial,

que hace salir su sol

sobre malos y buenos”.

 

                                               (Mt 5,44-45)

 

 

 

1. El mejor bien que podemos hacer a otro es orar a Dios por él. Esto es verdaderamente amor. Y este amor quiere el Señor que lo demostremos a todos los hombres, y concretamente a los que nos han hecho algún daño. El amor es la ley fundamental del cristianismo. Quien no ama como el Señor quiere que nos amemos, no tiene de cristiano más que el nombre. Rezar por otro es el mejor remedio para que desaparezcan las envidias, rencores, venganzas, y vengan luego toda suerte de ayudas. ¿Tengo costumbre de rezar por los demás...?

 

 

 

2. Hemos de copiar la bondad de nuestro Padre Dios. Dios tiene una predilección especial para con cada uno de los hombres, sin excepción. Únicamente se excluyen de este amor de Dios los que ya están condenados en el infierno. Y este amor universal de Dios es el que hemos de imitar. A veces, por desgracia, confundimos el pecado con el pecador. Y a veces vemos la paja en el ojo ajeno sin parar mientes en la viga del propio. ¿Excluyo prácticamente a alguno del amor que debo a todos...?

 

 

 

 

132. CREED EN MÍ

 

 

“No se turbe vuestro corazón,

creed en Dios

y creed también en mí”.

 

                               (Jn 14,1)

 

 

 

1. Nunca tenemos derecho a desanimarnos. Cristo nos ha dejado en herencia la alegría y el optimismo. Y esto es tocar con los pies en el suelo, es decir, en la tierra de que ha tomado posesión Cristo. Ni el desánimo, ni la desconfianza, ni el pesimismo, ni la tristeza, deben anidar en nuestro corazón. Así lo quiere el Señor. La tristeza nunca viene de Dios. Porque Dios es amor, y el amor no produce turbación. ¿Me dejo llevar de desconfianza y turbaciones...?

 

 

 

2. Nuestro apoyo está en Cristo que es Dios. Él es nuestra esperanza, nuestro guía, nuestro hermano. Con él nunca tendremos qué temer. No hay horas grises con Cristo por amigo. Hay momentos en que todo falla. Pero nunca falla el amigo. Nunca estamos solos. Ni tenemos nunca derecho a aburrirnos. “Sé de quién me he fiado”, decía san Pablo, refiriéndose a Cristo. ¿Tengo confianza en el corazón de Cristo...?

 

 

 

 

133. PERMANECED EN MÍ

 

 

“Yo soy la verdadera vid,

y mi Padre es el viñador.

A todo sarmiento que  no da fruto en mí ,

lo arranca...

Permaneced en mí, y yo en vosotros”.

 

                                               (Jn 15,1-2.4)

 

 

 

1. Desde el día del bautismo estamos injertados en Cristo, somos sarmientos suyos. De él tomamos la savia que es la vida divina y se llama gracia santificante. Todo ser vital tiene tendencia a desarrollarse. Crecer en Cristo es vocación cristiana. Todos los días nos han de sorprender con una fisonomía de Cristo cada vez más radiante. Las diferentes virtudes son los rasgos de la fisonomía de Cristo. Si no crecemos en Cristo es señal de que el sarmiento está desgajado de la vid y destinado al fuego. ¿Demuestro todos los días este crecer en Cristo por medio de las virtudes...?

 

 

 

2. Ningún amigo ha podido decir lo que dijo Cristo: “Permaneced en mí y yo en vosotros”. Es la ilusión irrealizable de todo amigo. Pero Cristo lo ha dicho y lo ha realizado. Al creer en él y comulgarle, vivimos en él y de él. Él vive en nosotros. Esto requiere de nuestra parte un esfuerzo vital para no vivir en nuestro egoísmo canceroso. ¿Cómo recordaré con frecuencia esta unión con Cristo...?

 

 

 

 

134. ÁNIMO, NO TENGÁIS MIEDO

 

 

Viéndolos fatigados de remar,

Porque tenían viento contrario,

Fue hacia  ellos... y les dijo:

-“Ánimo, soy yo, no tengáis miedo”.

 

                                               (Mc 6,48.50)

 

 

 

1. La barquichuela estaba para irse a pique. No servía de nada el bracear de los apóstoles. Faltaba Jesús. Cuando no está él, se esfuerza uno en vano. Pero a veces está y no le sentimos cerca. Entonces no cabe el desánimo. Problemas los habrá siempre, mientras pertenezcamos a la Iglesia en marcha. Pero hemos de asegurar que está el Señor con nosotros. Él no marcha si nosotros no le despedimos. ¿No “arreglo” mis problemas por mi cuenta sin contar con él...?

 

 

 

2. La voz de Cristo presente disipa todas las dudas. A veces el Señor tarda en dejar sentir su voz. Es cuestión de fe, de saber adivinar su presencia y su palabra. Difícilmente somos conscientes de su presencia cuando el corazón está en otra parte. La palabra de Cristo necesita silencio de palabras hueras. En el ruido, en la vanidad, en la autosuficiencia, no se escucha la voz del Señor. ¿Qué estorbo hay en mí para escuchar la voz del Señor...?

 

 

 

 

135. AMAOS MUTUAMENTE

 

 

“Os doy un mandamiento nuevo:

que os améis unos a otros

como yo os he amado.

En esto conocerán todos que sois discípulos míos”.

 

                               (Jn 13,34-35)

 

 

 

1. El mandamiento del amor es el testamento de Cristo. Y es un mandamiento nuevo porque exige de nosotros una postura nueva: mirar al prójimo con la pupila de Cristo. Es imposible amar al prójimo como Cristo le ama, sin tener a Cristo en el corazón. Hasta llegar a amar al prójimo como a sí mismo, me queda un rato... Más, hasta llegar a amarle como Cristo le ama: dispuesto a dar la vida por él, sin exceptuar a nadie. Todas mis reacciones, ¿nacen del amor al prójimo?...

 

 

 

2. Es la piedra de toque del cristianismo. Con la piedra de toque se conocen las monedas verdaderas y las falsas. El que ama al prójimo como Cristo, es cristiano. Y el que no, es como  fachada de una casa ruinosa. El que ama así, da a conocer en sus obras que Cristo ha resucitado. Porque no se puede amar así sin transformarse en Cristo. Este es el verdadero apostolado. ¿Se conoce en mi amor al prójimo que soy cristiano...?

 

 

 

 

 

136. PERDONAD

 

 

“Sed misericordiosos

como vuestro Padre...

No juzguéis y no seréis juzgados,

Perdonad, y seréis perdonados”.

 

                                               (Lc 6,36-37)

 

 

 

1. El Padre es la ilusión de Jesucristo. Toda su predilección y todo su obrar se resume en decirnos, de palabra y con el ejemplo, que el Padre nos ama como le ama a él. Y que nosotros hemos de estar dispuestos a arriesgarlo todo por Dios. No entrarán en el reino de los cielos más que los niños, es decir, los que imitan a nuestro Padre Dios. Dios ama a todos y perdona a todos. ¿En qué cosas necesito cambiar mi conducta?...

 

 

 

2. Ni pensar mal, ni hablar mal, ni obrar mal en contra de nadie. Perdonar cristianamente significa no sentirse ofendido y olvidar el agravio. Perdonar es pensar que un día nos sentaremos a la misma mesa del Padre y que seremos felices comunicándonos mutuamente la felicidad. Dios nos perdona si perdonamos. Dios nos juzgará estrictamente con la misma medida con que nosotros midamos al prójimo. Procuremos, pues, curarnos en salud y perdonar misericordiosamente. ¿Guardo rencor, recuerdo las ofensas o, más bien, las perdono...?

 

 

 

 

137. HACED BIEN

 

 

“Haced el bien

 y prestad sin esperar nada;

 será grande vuestra recompensa

 y seréis hijos del Altísimo...”

 

                                               (Lc 6,35)

 

 

 

1. Hacer el bien siempre, sin restricciones. Es la definición que se dio de Cristo: “El que pasó haciendo el bien”. Y es la definición del cristiano: el que ama siempre y en cualquier circunstancia. Convertir todo lo que nos pasa (pruebas, contratiempos...) en amor a Dios y al prójimo es una maravillosa alquimia, posible solamente al que está unido a Cristo. Todo es “leña” de beneficios de nuestro Padre Dios, es providencial, no hay casualidades. ¿Miro siempre de hacer el bien a todos y en todo?...

 

 

 

2. Obrar para que nos aprecien es perder lo mejor. El que ama de veras no espera recompensa. Amemos sin que nadie se dé cuenta. Seamos la gotita de aceite en un engranaje, de la que nadie se acuerda. Amar así es amar por Dios, porque vemos a Dios en el prójimo. Todo lo que hacemos al prójimo lo hacemos al Señor. Solo amando seremos hijos de Dios. ¿Obro para que me aprecien o gratifiquen...?

 

 

 

 

138. DAD Y SE OS DARÁ

 

 

 

“Dad y se os dará:

os verterán una medida generosa,

colmada, remecida, rebosante,

pues con la medida que midiereis

se os medirá a vosotros”.

 

                                               (Lc 6,38)

 

 

 

1. Dar es darse. Dios se nos da para que aprendamos a darnos. Darnos no es perder nada, sino almacenar para la vida eterna. Quien guarda para sí solo, encuentra sus tesoros apolillados o robados. Pero no damos según el capricho de los otros, sino según quiere Dios. Ni damos según nos gusta a nosotros, sino como place a Dios. Entonces vemos que darse es amar, negarse a sí mismo, morir en el surco para convertirse en espiga. ¿Me doy y doy de lo que tengo y puedo?...

 

 

 

2. Dios nos tratará como nosotros tratemos a los demás. Conviene, pues, prevenirse. Seamos misericordiosos y dadivosos para que el Señor lo sea con nosotros en el día del juicio. Parece extraña esta regla, pero es la que corresponde a nuestra fe: todo hombre está llamado a participar de Cristo y es centro de las predilecciones del Padre. Si Dios me tratara hoy como yo traté a los demás, ¿qué pasaría?...

 

 

 

 

 

139. NO HAGÁIS FRENTE AL QUE OS AGRAVIA

 

 

“No hagáis frente al que os agravia.

Al contrario,  si alguno te abofetea

en la mejilla derecha,

preséntale también la otra...

A quien te pide, dale...”

 

                                               (Mt 5,39.42)

 

 

 

1. La doctrina de Cristo parece desconcertante. ¿Cómo es posible, y aun racional, dejarse pegar sin resistencia? Pero el punto de mira de Cristo es diferente. El prójimo que ofende es hijo de Dios, y esto es más importante que el que nos abofetee a nosotros. Por amor a Dios, que nos ama hasta ser crucificado, bien se pueden aguantar unas “cosillas” que molestan. La madre no se queja del hijo enfermo que no la deja dormir. Es cuestión de amor. ¿Aguanto con amor las molestias?...

 

 

 

2. Decir siempre que “sí” es la postura más cristiana. Aun cuando exteriormente tengamos que decir que  “no”, han de ver los demás nuestro “sí” de amor. Estar disponible para los demás, dejar que a uno lo usen para todo es colocarse en el primer puesto: servir a todos. ¿Por qué no adiestrarnos en todo para estar siempre disponibles para todo? ¿Prefiero servir a ser servido, a ejemplo de Cristo en la última cena?...

 

 

 

 

140. RECONCÍLIATE PRIMERO

 

 

“Si cuando vas a presentar

 tu ofrenda sobre el altar,

te acuerdas allí mismo de que tu hermano

tiene quejas contra ti,

deja allí tu ofrenda ante el altar

y vete primero a reconciliarte

con tu hermano”.

 

                                               (Mt 5,23-24 s.)

 

 

 

1. No le gustan al Señor nuestras ofrendas cuando hemos roto con el prójimo. Por más que lo demos todo, si no nos damos a nosotros mismos, no damos lo que el Señor espera. Muchos actos de piedad, muchas ofrendas para el templo, si no estuvieran acompañadas por la caridad, serían meras excusas para escabullirse. Nunca gusta al Padre que vayamos a estar con él “solos”, es decir encerrados en el egoísmo. ¿Tengo alguna falta de caridad que he de reparar?...

 

 

 

2. Reconciliarse cuesta. A veces será necesario pedir perdón. Frecuentemente bastará solo demostrar más delicadeza con quienes hemos faltado. Siempre hemos de adoptar una postura interna de perdón. Pero el texto habla del prójimo que tiene algo contra nosotros, es decir, que somos nosotros culpables. Entonces hemos de ser nosotros los que salgamos al encuentro, al menos con las obras. ¿Con quiénes debo ser más atento y caritativo?...

 

 

 

 

141. NADIE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES

 

 

“Nadie puede servir a dos señores.

Porque despreciará  a uno y amará al otro...

No podéis servir a Dios y al dinero”.

 

                                               (Mt 6,24)

 

 

 

1. A medias no se puede amar a Cristo, que lo dio todo y se dio a sí mismo. Poco tenemos; no está bien dar a Dios solo la mitad de este poco. Esto no es juego limpio. Dios no nos ama a medias ni en broma. “Dánoslo todo, porque es chico nuestro todo por el gran todo que es Dios” (san Juan de Ávila). Quien tiene dos caras se llama hipócrita. Amemos a Dios sin mentira en las obras. Mis obras ¿dicen lo contrario de lo que digo de palabras?...

 

 

 

2. Tener el corazón instalado en los bienes de la tierra y decir que se ama a Dios es lo mismo que encender una vela a san Miguel y otra al diablo. Porque al amar la comodidad, al pasarlo bien, etc., se corre el riesgo de saltarse los problemas del prójimo, que son los de Dios. Todos lo dicen: el mundo está carcomido por el egoísmo. Pero pocos lo dicen en primera persona del singular. Y así no arreglamos nada. ¿En qué ocasiones obro por egoísmo?...

 

 

 

 

142. QUE SE NIEGUE A SÍ MISMO

 

 

“El que quiera venir en pos de mí,

que se niegue a sí mismo,

que cargue con su cruz y me siga”.

 

(Mt 16,24)

 

 

 

1.  Dicen que la palabra “negarse a sí mismo” es “negativa”. Asusta. Pero es la condición indispensable que puso el Señor para seguirle. El Señor no lo dijo porque sí. No significa más que echar el lastre por la borda o dejar de zambullirse en el barro de las malas inclinaciones. Y eso no es negativo, sino prepararse para navegar o limpiar el orín de la brújula para que señale el norte. Esto es una tarea que nunca termina en esta vida. ¿Tengo costumbre de vencerme a mí mismo?...

 

 

 

2. Después de la cruz viene la resurrección. Y después del “negarse”, el encontrarse con Cristo. Seguirle ya es empezar a encontrarle. Los estoicos llegaban a equilibrar las pasiones, pero no sabían nada del encuentro con Cristo. El encuentro con Cristo es como cuando uno se encuentra con una mina de oro; cada vez se encuentra más. Tanto más se encuentra a Cristo, cuanto más  se vence uno a sí mismo. Este es el precio que nos exige el Señor. Bien poca cosa. ¿Sigo a Cristo imitándole?...

 

 

 

 

143. ENTRAD POR LA PUERTA ESTRECHA

 

 

“Entrad por la puerta estrecha.

Porque ancha es la puerta

y espacioso el camino

que lleva a la perdición,

y muchos  entran por ellos”.

 

                                               (Mt 7,13)

 

 

 

1. La puerta estrecha es la vida de esfuerzo, como el atleta que se prepara para las competiciones deportivas. A todo el mundo le parece lo más normal cuidar la propia salud, aunque sea con sacrificio. Pero es de preocuparse de hacer la voluntad de Dios, amándole a él y al prójimo, solo nos parece bien en teoría y en plan de exigirlo a los demás. Son pocos los que van por este camino estrecho que sube al Padre. ¿Me sacrifico cumpliendo la voluntad de Dios?...

 

 

 

2. La mayoría somos del montón. “¿A dónde va Vicente?”... Pensamos con la cabeza de los demás. Nos dejamos llevar por lo que hacen todos. A eso se le llama con diversos calificativos. Nuestro Señor le llamó camino ancho por donde van todos. Es mas fácil, porque es camino ancho, agradable (dejarse ir), inclinado hacia “abajo”. Claro que al llegar “abajo” ya no es tan agradable... ¿En qué cosas sigo yo la ley del mínimo esfuerzo?...

 

 

 

 

144. NO QUERÁIS  ATESORAR

 

 

“No atesoréis tesoros en la tierra,

donde la polilla y la carcoma los roen...

Haceos  tesoros en el cielo...

Donde estará tu tesoro, allí está tu corazón”.

 

                                               (Mt 6,19-21)

 

 

 

1. Como se derrite la nieve con el calor, así se van los bienes caducos de esta tierra. Tardarán más o menos, pero no hay excepción. Aquello por lo que hemos trabajado tanto se desvanecerá como el humo, como la sombra. Solo quedará el amor que hayamos puesto en el trabajo, en la convivencia familiar, en el trato con los otros. No vale la pena afanarse tanto por almacenar humo. ¿Pongo mis afectos en los bienes de la tierra?...

 

 

 

2. Nuestro corazón ha sido creado para albergar a Dios. Pero al instalarlo en los bienes caducos se va con ellos como la espuma del oleaje. Es lástima. He nacido para cosas más importantes que para corromperme. Cuando un bien terreno nos aparta de tratar a los demás como a hermanos y de cumplir la voluntad de Dios, entonces no amamos al Señor. ¿Dónde tengo habitualmente el peso de mi amor?...

 

 

 

 

145. VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA

 

 

“Vosotros sois la sal de la tierra...

Vosotros sois la luz del mundo.

Brille así vuestra luz

ante los hombres,

para que vean vuestras buenas obras

y den gloria a vuestro Padre...”

 

                                               (Mt 5,13-14.16)

 

 

 

1. Sal y luz son todos los cristianos. Sobre todo quienes están más cerca del Señor para ser sus testigos. La sal impide la corrupción y da sabor. Hay mucha corrupción, egoísmo brutal, porque los cristianos no hemos sido sal por la caridad. Dios nos ha regalado la fe en Cristo para que la trasmitiéramos a los demás; no para pensar solo en nuestra salvación. Seamos “sabor” de Cristo para los que no han tenido todavía la dicha de gustarlo. Mis palabras y obras ¿son sal de Cristo para los que tratan conmigo?...

 

 

 

2. Somos luz porque Cristo nos ha iluminado. Pero lo somos para comunicar la luz a los demás hermanos que han de formar la gran familia de Dios. Somos linterna de Cristo. Pero se puede empañar nuestro cristal y no dejar pasar la luz o cambiarle el color. Dejar pasar la luz de Cristo, con todo su colorido grandioso, esta es nuestra misión. Y acercarnos entonces a los que no saben de Cristo, pero que le amarían más que nosotros si le conociesen. ¿Doy testimonio de Cristo con mi vida de caridad?...

 

 

 

 

146. BIENAVENTURADOS LOS POBRES EN EL ESPÍRITU

 

 

...”los mansos..., los que lloran...,

los que tienen hambre y sed de justicia...,

los misericordiosos...,

los limpios de corazón...,

los que trabajan por la paz...,

los perseguidos…

Porque de ellos es el reino de los cielos”.

 

                                               (Mt 5, 3-10)

 

 

 

1. Las bienaventuranzas nos hablan de la postura interior más cristiana, más semejante a la de Cristo. Estar dispuesto a arriesgarlo todo por Dios, saber decir “solo Dios basta” en cualquier circunstancia en que nos encontremos. Es bienaventurado aquel que sabe instalar su corazón en Dios y, por tanto, piensa que nada pierde cuando le arrebatan los bienes de la tierra, si es la voluntad del Señor. Es bienaventurado porque anticipa en su corazón aquello que será nuestra felicidad en el cielo: Dios. ¿Imito estas disposiciones internas de Cristo?...

 

 

 

2. El reino de los cielos es el tesoro por el que se vende todo para adquirirlo. Es el mismo Cristo en persona, con todos los dones de gracia que nos transforman en él. Al Señor le costó su vida el redimirnos. Algo nos ha de costar a nosotros la salvación. Repasemos las bienaventuranzas para ponernos en regla...

 

 

 

 

 

147. NO ESTÉIS  AGOBIADOS

 

 

“No estéis agobiados por vuestra vida

Pensando qué vais a comer...

Mirad los pájaros del cielo...

Vuestro Padre celestial los alimenta...

¿No valéis vosotros más”

 

                                               (Mt 6,25-26)

 

 

 

1. No se trata de mera poesía. Lo dijo el Hijo de Dios. Dios tiene cuidado de todo, hasta de los pajaritos del cielo. Y cuida también de nosotros, que somos sus hijos. A nuestro Padre no se le escapa ningún detalle. ¡No faltaría más! Quien nos ha dado a su Hijo, nos lo ha dado todo con él. ¡Estaría bonito que nuestro Padre Dios se viera imposibilitado para demostrarnos su amor cuando alguien nos fastidiara! ¿Veo en todo la mano de mi Padre Dios?...

 

 

 

2. Hay providencia. El Señor quiere que pongamos de nuestra parte lo que debemos. Es una tarea comprometedora. Porque Dios providente pone en nuestras manos los utensilios de trabajo. No le hagamos pagar a él el fruto de nuestra pereza. Y no digamos que confiamos en él cuando dejamos de hacer lo que debemos. Pero quitemos toda zozobra y pensemos que la cruz es providencial para resucitar. ¿Alejo las inquietudes tontas y me dispongo a la tarea encomendada?...

 

 

 

148. BUSCAD SOBRE TODO EL REINO DE DIOS

 

 

“Buscad sobre todo

el reino de Dios y su justicia;

y todo esto se os dará por añadidura.

Por tanto, no os agobiéis por el mañana”.

 

                                               (Mt 6,33-34)

 

 

 

1. El hombre sediento que llega a la fuente, lo primero que encuentra son las gotitas de agua que salpican sobre las piedras. Son las añadiduras del evangelio. Pero es mejor ir directamente a la fuente, que es Cristo. Con él lo tenemos todo. Lo demás, sin él, es chatarra. Quien se contenta con las gotitas no llega a la fuente. Nuestro principal deseo ha de ser transformarnos en Cristo cada día más. Esto es lo que espera el Señor de nosotros. ¿Qué cosas, aunque sean buenas, me apartan del Señor, debido a mi flaqueza?...

 

 

 

2. La inquietud y zozobra no nacen de Dios. Dudas, problemas, tentaciones, victorias y derrotas, las tenemos todos. Lo interesante es no perder el norte a donde vamos. Quien confía en el Padre no teme. El niño que en los brazos de su padre visita el parque de las fieras no tiene miedo. Si nos cuidamos de agradar al Padre en todo, él se cuidará de todo lo nuestro. En los momentos difíciles ¿tengo confianza en Dios?...

 

 

 

 

149. REMA  MAR  ADENTRO

 

 

Cuando acabó de hablar,

dijo a Simón:

- “Rema mar adentro,

y echad vuestras redes para la pesca...”

Hicieron una redada tan grande de peces

que las redes comenzaban a reventarse.

 

                                               (Lc 5,4.6)

 

 

 

1. Con sus propios medios san Pedro no pescó nada. Y es entonces cuando la voz de Cristo ordena probar de nuevo. Dices que ya te lo has propuesto e intentado otras veces; pero no en el nombre del Señor. Has de poner de tu parte lo que debes. Solo entonces obrará el Señor. Pero has de poner también algo indispensable: el convencimiento de que sin el Señor no se alcanza el verdadero éxito. ¿Qué propósitos necesito renovar?...

 

 

 

2. Sería falso triunfalismo si aguardara el éxito, sin pasar por el surco, como el granito de trigo. No hay espiga triunfante sin pasar por la cruz. Pero el triunfo de Cristo es seguro. Continuamente se está operando la resurrección de su cuerpo místico, porque continuamente se renueva el sacrificio de la cruz en sus seguidores. Creer en Cristo triunfante es convencerse de que, a pesar de todos los pesares, Cristo triunfará. En tu interior y en todo el mundo. ¿Soy siempre optimista?...

 

 

 

150. HACED LO QUE ÉL OS DIGA

 

 

La madre de Jesús le dice:

-“No tienen vino”.

Jesús le dice:

-“...todavía no ha llegado mi hora”.

Su madre dijo a los sirvientes:

“Haced lo que él os diga”.

 

                                               (Jn 2,3-5)

 

 

 

1. Cuando está presente la madre no falta nada. Y si falta algo es que no está ella. Ella lo ve todo, es muy detallista, y lo quiere solucionar todo. El Señor quiere acercarse a nosotros con ella porque por su medio manifiesta su amor tierno hacia nosotros. La intercesión de María es condición querida por Cristo, de quien recibe todo su valor. Nos olvidamos de esto y perdemos el encuentro con Cristo. ¿Acudo con frecuencia a María medianera y madre de la Iglesia?...

 

 

 

2. De María copiamos su fidelidad a Dios. Ella es modelo y tipo de la Iglesia. Quien se acerca a ella se contagia de esta disposición fundamental. Para escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica necesitamos el ejemplo y la ayuda de María. Entonces se conoce y se encuentra mejor a Cristo, y con más garantía de éxito. Así lo quiere el Señor, que nació de ella y la asoció a su obra de salvación. ¿Imito a María en el cumplimiento de la voluntad de Dios?...

 

 

 

 

 

 

 

 

VI. LAS PREGUNTAS DE JESÚS

 

 

 

 

Hay algo que te separa de Cristo. Será algo insignificante tal vez, pero que impide el que trates a Jesús como al amigo. ¿Por qué no tratas a Jesús como a una persona íntima con quien se tienen relaciones personales?

 

El amigo, el buen pastor, el maestro, sabe con exactitud dónde está tu llaga. Solo puede curarte si tú te das cuenta de tu mal, si te conoces a ti mismo.

 

Por esto Jesús pregunta... con delicadeza suma...; la pregunta de Jesús penetra hasta lo más íntimo. No molesta, no hace daño, solo cura y alienta.

 

El pecado, la falta de generosidad a la gracia son un no a Cristo, por lo menos una resistencia a transformarte más en él, a la acción del Espíritu Santo.

 

¿Quieres conocer a Cristo? Reza la oración de san Agustín: “Que me conozca a mí, para que te conozca a ti”. No esquives la pregunta de Cristo. No seas un monumento a la mentira, una fachada sin contenido. Conociendo tu verdad llegarás a la verdad. “El Hijo del hombre vino para salvar lo que estaba perdido”

 

La santidad cristiana se apoya en el conocimiento de dos abismos: el abismo de tu nada y el del amor de Cristo. “Sin mí no podéis hacer nada”. Se convierte entonces en “todo lo puedo en aquel que me conforta”.

 

Ya me conozco. Soy una calamidad. No hay nada que hacer. ¿Qué? El “ya me conozco” cristiano significa “ya conozco al que se ha enamorado de mi nada”.

 

Claro que todo esto trae sus consecuencias. ¡Sí! Es que las preguntas de Jesús suponen un corazón generoso que sabe decir sin cálculo tacaño: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Jesús prefiere que seas tú el que, respondiendo a la pregunta suya, te ofrezcas sin reserva y sin cuentagotas.

 

 

 

151. ¿CREES TÚ EN EL HIJO DEL HOMBRE?

 

 

...Contestó (el ciego):

-“¿Y quién es, Señor, para que crea en él?”

-“Lo estás viendo: el que te está hablando”.

-“Creo, Señor”

Y se postró ante él.

 

                                               (Jn 9,35-37)

 

 

 

1. El ciego había sido curado por Cristo. Lleno de gratitud, está dispuesto a todo. Pero los hombres le han despreciado. Jesús le sale al encuentro y le ofrece algo más que la salud: la fe. La fe es una adhesión personal a Cristo, un encuentro personal con él. Se trata de aceptar su doctrina, sus consecuencias y su persona. Creer no es saber (los demonios saben mucho de religión). Cristo sigue preguntando sobre nuestra fe. Y pregunta con segunda intención, sobre todo a los que nos sabemos el catecismo de memoria. ¿Soy consecuente, en mi vida, con lo que sé acerca de Cristo?...

 

 

 

2.El ciego, al enterarse de que Cristo era el mesías, se entregó del todo y sin hacer esperar. Es cuestión de lanzarse a esta gran aventura: creer en Cristo. Quien calcula, no se entrega jamás. Ante el corazón de Cristo no valen las matemáticas ni los compases de espera. Se trata de tomar una decisión para siempre: seguir a Cristo sin volver la cabeza atrás. Digan lo que digan los demás. ¿Estoy decidido a seguir a Cristo?...

 

 

 

 

152. ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?

 

 

Jesús estaba orando solo,

Lo acompañaban sus discípulos

y les preguntó:

-“¿Quién dice la gente que soy yo?”

 

                                               (Lc 9,18)

 

 

 

1. Se dicen muchas tonterías porque son pocos los que piensan con la propia cabeza, y son muchos los que piensan con las ideas del vecino. Si recuerdas el evangelio, sobre Jesús se dijeron los juicios más disparatados. También ahora sucede lo mismo. Para unos Cristo es un conjunto de ideas aprendidas en la clase o en la catequesis; para otros es un seguro de vida; para aquel es un paréntesis en la semana; para el otro es una cosa de la que se puede uno olvidar o que se puede dejar según el propio caletre... ¿Y para ti? ¿Es alguien que llena el corazón, con quien se conversa amigablemente y a quien no se traiciona jamás?...

 

 

 

2. Pero convendría que supieras qué piensan los hombres acerca de Cristo. Tus compañeros, tus vecinos, familiares..., ¿tienen un concepto claro y un afecto ardiente hacia Cristo? Conocer esto te ayudará a conocer cosas buenas y a ser apóstol de Jesús. Son muchos los que no conocen a Cristo ni lo aman. Son muchos los que, si lo conocieran como tú, lo amarían mucho más que tú. Hacer conocer a Cristo y hacerle amar, con las palabras, con las obras, con el ejemplo de caridad, es tu tarea cotidiana. ¿Qué podrías hacer hoy?...

 

 

 

153. ¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO?

 

 

-“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

-“Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.

 

                                               (Mt 16, 15-16)

 

 

 

1. Los apóstoles habían tratado a Cristo íntimamente. Jesús les escogió con predilección para estar con él y ser testigos de sus palabras y obras. Otras personas podrán tener excusa, pero los apóstoles no la tienen; deben conocer a Cristo a fondo. Por eso Pedro responde a la pregunta del Señor con un acto de fe ejemplar. Y el Señor se lo premia escogiéndole para ser el primer papa. No todos tendrán la misma fe de Pedro. Judas fue también apóstol. Se puede vivir rodeado de atenciones de Cristo y quedarse tan seco como un fósil en el fondo del mar. Cada día ¿conozco y amo más a Cristo?...

 

 

 

2. El Señor me rodeó de delicadezas. La fe cristiana, que millones de hombres no poseen, la tengo desde la infancia. Y he tenido padres cristianos, educadores entregados, libros buenos, gracias si cuento. ¡Cuántos hombres no han recibido tanto! Al Señor no se le conoce ni se le ama como es debido. Pero yo no tengo excusa. ¿Qué pienso del amor que Cristo me tiene y cómo le correspondo?...

 

 

 

 

154. ¿NO ME  CONOCES?

 

 

“Hace tanto  que estoy con vosotros,

¿y no me  conoces, Felipe?

Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”.

 

                                               (Jn 14,9)

 

 

 

1. Se quejó el Señor, y con razón. No se comprende tanto despiste. Los apóstoles, en la última cena, todavía estaban muy lejos del conocimiento y del amor que se deben a Cristo. Cristo les mimó, les adoctrinó sin cansancio durante tres años, les dio ejemplo de toda virtud. Pero ellos estaban desfasados. Como quienes se enteran de todo, menos de cuánto les ama el Señor. Y el corazón de Cristo sigue quejándose de estas inquietudes. ¿Soy motivo de pena para el corazón de Jesús?...

 

 

 

2. Jesús ha venido a hablarnos del Padre. Nos ha dicho que el Padre nos ama como le ama a él. Nos ha explicado que nosotros vivimos de él como el sarmiento de la vid. Cristo mismo es la imagen del Padre, su expresión, su palabra personal, es decir, el Hijo de Dios hecho hombre por nosotros para morir y resucitar por nosotros. Conocer a Cristo y amarlo es conocer y amar a Dios. Cristo es Dios que se acerca a nosotros con amor de padre, hermano y amigo. Si pensara esto, seguro que comulgaría y visitaría mejor al Señor...

 

 

 

 

155. ¿DÓNDE  ESTÁ VUESTRA FE?

 

 

Mientras iban navegando, se quedó dormido.

E irrumpió sobre el lago una torbellino...

-“Maestro, Maestro, ¡que perecemos!”...

Y les dijo:

-“¿Dónde está vuestra fe?”

 

                                               (Lc 8,23-25)

 

 

 

1. El Señor nos prueba como la madre que se esconde tras la cortina esperando la reacción de su hijo. Para los apóstoles debió ser una prueba muy dura ver a Jesús dormido en medio de la borrasca. Y explotaron. La oración que hicieron es muy hermosa, pero la actitud interna de desesperación no era buena. Ahora el Señor prueba de otra manera: permite dudas, problemas materiales y espirituales, opiniones confusas de otras personas, reacciones de amor propio en los que nos rodean y aun dentro de nosotros mismos... ¿Acudo al Señor con confianza en mis tempestades?...

 

 

 

2. El Señor se quejó y continúa quejándose de nuestra falta de fe y de confianza. Nos dejamos llevar del desaliento, quedamos influenciados por la propaganda de ideas no muy cristianas, nos olvidamos de la presencia de Cristo entre nosotros, no recordamos con frecuencia la palabra de Dios que se nos explica en la liturgia, etc. Y todo es por no estar instalados valientemente en la voluntad de Dios. ¿Cómo podría aumentar mi fe y confianza en el Señor?

 

 

 

156. ¿TODAVIA NO ENTENDÉIS?

 

-“¿Tenéis el corazón embotado?

¿Tenéis ojos y no veis?...

¿No recordáis  cuando repartí

 cinco panes entre cinco mil?”

 

                                               (Mc 8,17-19)

 

 

 

1. Las quejas del corazón de Cristo se repiten. Y todo es porque damos más importancia a nuestro capricho que a su voluntad. Quien tiene el corazón sucio no ve con claridad. Del corazón, en la intención, proceden el bien y el mal. Las cosas son del color del cristal con que se miran. Por eso algunos se entusiasman con lo que a otros les deja tan frescos. Todos oyen hablar de Jesús, pero no todos reaccionan igual. Es problema de corazón. ¿Qué he de limpiar dentro de mí para creer y confiar más en Cristo?...

 

 

 

2. Hemos de reconocer los beneficios del Señor. Nuestra vida es un retablo de las misericordias divinas. Somos muy olvidadizos, pero solo para lo que nos conviene. Porque, claro, el recordar los beneficios del Señor compromete demasiado. Por eso es más fácil olvidar. Y lo peor es que nos excusamos diciendo que no nos acordamos. Así nos luce el pelo. ¿Pienso con frecuencia en el amor que Dios me ha demostrado? Al menos podría pensarlo ahora...

 

 

 

157. ¿POR QUÉ NO ME CREÉIS?

 

 

...“El que es de Dios

escucha las palabras de Dios;

por eso vosotros no escucháis,

porque no sois de Dios”.

 

                               (Jn 8,46-47)

 

 

 

1. Dios nos habla continuamente. Todo lo que nos sucede es providencia de Dios Padre. Pero, sobre todo, Dios nos habla continuamente por Jesucristo. La Sagrada Escritura, que se lee y explica en la iglesia, no nos habla sino de escuchar a Dios, y responderle es toda nuestra tarea. Dios nos da a Cristo para poder responder a Dios. Solo entonces Dios oye en nosotros la voz de Cristo. ¿Escucho con amor y reverencia la voz de Dios?...

 

 

 

2. Creer en Cristo significa escuchar y responder a Dios que nos habla en Cristo. Ser íntimo de Cristo significa escucharle y poner en práctica sus palabras. Con ruido en el corazón no se puede escuchar a Dios. El ruido es el egoísmo con sus ramas y ramitas de los vicios capitales. Quien se deja llevar de estas malas inclinaciones no es de Dios, no escucha su voz. ¿Pongo en práctica las enseñanzas de Cristo?...

 

 

 

 

158. ¿A QUIÉN BUSCÁIS?

 

 

Se adelantó Jesús  y les dijo:

-“¿A quién buscáis?”

-“A Jesús, el Nazareno”.

-“Yo soy”.

 

                                               (Jn 18,4-5)

 

 

 

1. Buscaban a Cristo, pero no para amarle sino para traicionarle y matarle. No se puede buscar a Cristo con el corazón en otro sitio. Comuniones, visitas, celebración de la santa misa... ¿Solo por cumplimiento o rutina? Entonces siempre se acaba mal. Puede uno engañarse pensando que ya cumple una serie de actos de piedad. Si no existe vida de más caridad es señal de que tampoco se ha encontrado al Señor en la “piedad”. A lo más será un sentimiento egoísta que no es verdadera devoción. En mi vida de caridad, ¿se demuestra que busco y encuentro a Cristo de verdad?...

 

 

 

2. Es el Señor. Dios, que es amor y se ha hecho hombre por amor. Y se rebajó hasta someterse hasta la muerte de cruz. Pero ha triunfado y vive resucitado entre nosotros. No lo vemos, pero sigue hablando, amando, curando, perdonando, salvando. En la eucaristía, en nuestro corazón, en el prójimo, en el superior, continúa diciendo: “Yo soy”. ¿Sé descubrir al Señor y amarle donde está y en quienes le representan?...

 

 

 

 

159. ¿POR QUÉ TEMÉIS?

 

 

“¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?”

Se puso en pie,

increpó a los vientos y al mar,

y vino una gran calma”.

 

                                               (Mt 8,26)

 

 

 

1. Hay temores y tristezas que carcomen el corazón. Con Cristo por amigo no es decente dejarse llevar por esos parásitos. No tenemos derecho. Lo exige el amor. La tristeza no nace de Dios. El verdadero temor de Dios lleva al aborrecimiento del pecado y a ser delicados con Dios sin querer ofenderle en lo más mínimo. Hay que tener higiene también en el corazón y en la memoria. El Señor está con nosotros, nos ayuda y nos perdona. Con esto basta para dejar la zozobra. ¿Qué temores malsanos he de quitar de mí?...

 

 

 

2. El Señor, con su ademán y con su voz, alejó la tormenta. No le cuesta nada repetir la operación. Pero quiere probar nuestra confianza. En el callejón sin salida, en los momentos difíciles, en la hora de la confianza. Poner lo que debemos como si todo dependiera de nosotros, y confiar en Dios como si todo dependiera de él. He ahí el secreto. Parece un absurdo, pero es así. Solo después viene la calma. ¿En qué ocasiones debo confiar más en el Señor?...

 

 

 

 

160. ¿A QUÉ  VIENES?

 

 

Se acercó (Judas) a Jesús y le dijo:

- “¡Salve, Maestro!”.

Y le besó. Pero Jesús le contestó:

-“Amigo, ¿a qué vienes?”.

 

                                               (Mt 26,49-50)

 

 

 

1. Fue la traición más negra de la historia. Un amigo íntimo de Cristo, que convivió con él durante tres años, que fue testigo de su bondad, que fue escogido con predilección para ser sacerdote... Y al final  vende al Maestro con un beso traidor. Parece una ficción de novela. Pero es una historia que se va repitiendo. Es posible ser Judas cuando uno niega continuamente lo que el Señor pide. ¿Hay algo en mí capaz de convertirme en Judas?...

 

 

 

2. La pregunta del Señor continúa repitiéndose. A los despistados, a los tacaños, a los cobardes, a los que se hacen el sordo, a los que dan largas al asunto... y que, no obstante, continúan topándose con el Señor por cumplimiento... el Señor pregunta de nuevo: “Amigo ¿a qué vienes?”... Todavía el Señor nos llama amigos. Todavía estamos a tiempo de recoger la invitación a amarlo sinceramente. En mi trato con el Señor, ¿actúo por cumplimiento?...

 

 

 

 

161. ¿POR QUÉ LLORAS?

 

 

 Le preguntan (los ángeles a Magdalena):

-“¿Por qué lloras?”

-“Porque se  han llevado a mi Señor

y no sé dónde lo han puesto”.

 

                                               (Jn 20,13)

 

 

 

1. La Magdalena se entregó de veras. Había sido la gran pecadora, pero fue luego generosa hasta el extremo. No supo nada más que amar a Jesús. Su gozo era encontrar a Cristo. Su pena, estar lejos de él. Los demás gozos y penas eran superficiales, de ninguna monta. Y como Cristo no se deja vencer en generosidad, no tuvo más remedio que aparecérsele resucitado. No pudo resistir a las lágrimas. ¿Busco al Señor aunque me cueste lágrimas y esfuerzo?...

 

 

 

2. Los ángeles no llenaron el corazón de la Magdalena. No se contentaba con los dones de Cristo, le quería a él en persona. ¡Qué palabras tan hermosas! “Se han llevado a mi Señor”: siente la lejanía de Cristo como el pez coleteando fuera del agua. “Y no sé dónde lo han puesto”: es el sufrimiento de quien no sabe qué hacer para encontrar a Cristo de veras. Pero tú sí que lo sabes. No tienes excusa. ¿Deseas ardientemente el encuentro con Cristo?...

 

 

 

 

162. ¿POR QUÉ HAS DUDADO?

 

 

Al sentir (Pedro) la fuerza del viento,

Le entró miedo,  comenzó a hundirse...

Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:

-“¡Hombre de poca fe!,

¿por qué has dudado?”.

 

 

                               (Mt 14,30-31)

 

 

 

1. Pedro se sintió valiente. Quizá hasta superior a los discípulos que quedaban en la barca. Y entonces precisamente comenzó a hundirse. Dios nos quiere dar su fortaleza con la condición de que reconozcamos que es suya la gloria. No es nuestra debilidad la que nos aparta de Dios, sino nuestro orgullo y vanidad. Fijarse de sí es comenzar a hundirse. El demonio aguarda a tentarnos cuando nos ve confiados en nosotros. Entonces su victoria es segura. ¿Me fío de mis propias fuerzas?...

 

 

 

2. El Señor reprendió a Pedro porque dudó. Quien se fía de sí, en los momentos difíciles habla de imposibilidad. Quien no se fía de sí, en lo que parece imposible confía en Dios. Y triunfa siempre. Dices: Ya lo he intentado muchas veces y no lo he conseguido. Prueba de nuevo, confiando en Dios, y hallarás fruto abundante. El optimismo que se apoya en Cristo todo lo consigue y todo lo ve posible, precisamente porque no se fía de sí... ¿Confío en el Señor en los momentos más difíciles?...

 

 

 

 

163. ¿POR QUÉ NO CONOCÉIS MI LENGUAJE?

 

 

...“Porque no podéis escuchar mi palabra...

Porque os digo la verdad,

no me creéis”.

 

                                               (Jn 8,43.45)

 

 

 

1. Jesucristo sigue hablando. Unos lo escuchan y otros se hacen el sordo. Para unos su palabra satisface el corazón, para otros es una palabra aburrida. No hay peor sordo que el que no quiere oír a Dios. La palabra de Cristo rebosa en el corazón duro o envuelto en inclinaciones desordenadas. La soberbia y el vicio no dejan oír la voz del Buen Pastor. Su voz es dulce como la de la madre, pero solo para quienes la quieren oír. ¿Pongo estorbos a la voz de Jesucristo?...

 

 

 

2. La verdad es agradable a quien busca la verdad. Pero es muy dura para el que huye de la luz. Quien se conoce a sí mismo sin desalentarse es un hombre equilibrado que vive siempre en paz. Ser lo que somos procurando ser lo que debemos ser, he ahí lo que se llama autenticidad. Jesús es la verdad porque dice, ama y obra la verdad. Honradez, sinceridad, reflexión, humildad, respeto a los demás..., son facetas de la verdad. ¿Digo, amo y obro la verdad?...

 

 

 

 

164. ¿DÓNDE LO HABÉIS ENTERRADO?

 

 

-“Señor, ven a  verlo”.

Jesús se echó a llorar... Y gritó con voz potente:

-“Lázaro, sal fuera”.

El muerto salió…

 

                                               (Jn 11,34-35.43-44)

 

 

 

1. Jesús amaba a Lázaro. Pero le dejó morir. Fue una prueba para el amigo y una pena para el mismo Jesús. Jesús llega a llorar la muerte del amigo a pesar de saber que resucitará. Su corazón es muy sensible a nuestros problemas. Los siente más él que nosotros. Le interesa saber de nuestros labios lo que ya sabe con su ciencia infinita. Es buen amigo, no es fingido. Ama en serio. ¿Estoy convencido de que Jesús me ama sinceramente?...

 

 

 

2. Y luego se siguió el milagro. Bastó una palabra de Jesús. El muerto llevaba ya cuatro días de podredumbre. No importa. El amor de Cristo puede lo imposible. Con una condición: que nos pongamos a tiro. Presentarle nuestras miserias, confiar en él, he ahí la clave de la caja de caudales que es su corazón. ¿Le cuento al Señor todo lo que me sucede?...

 

 

 

 

165. ¿OS FALTÓ ALGO?

 

 

-“Cuando os envié sin bolsa,

sin alforja, sin sandalias, ¿os faltó algo?”

Dijeron:

- “Nada”.

                                               (Lc 22,35)

 

 

 

1. Es curioso. Quien sabe dejarlo todo por Cristo no encuentra a faltar nada. “Niega tus deseos y hallarás lo que desea tu corazón”. El corazón instalado en Cristo, y todo lo demás se considera vanidad. “He considerado todo como basura, dice san Pablo, para poder adquirir a Cristo”. No falta nada a quien sabe decir “solo Dios basta”. Cristo llena todas las aspiraciones de nuestra vida. ¿Me conformo con solo Jesucristo?...

 

 

 

2. Quien empieza a hambrear cosas de la tierra no se sacia jamás. Porque nuestro corazón ha sido creado para albergar a Dios. La única manera de poseer de verdad las cosas de la tierra es poseer al Señor de ellas. Entonces todas las cosas son medios que nos llevan a Dios. Pero quien se instala en las cosas alejándose de Dios, no encuentra a Dios, ni a sí mismo, ni a las creaturas de Dios, sino que se encuentra oprimido en sus propias inclinaciones. ¿Hay algo que me aleje de Dios?...

 

 

 

 

166. ¿QUÉ ESTRÉPITO ES ESTE?

 

 

Encuentra el alboroto de los que lloraban

y se lamentaban a gritos,

y después de entrar les dijo:

-“¿Qué estrépito y qué lloros son estos?

La niña no está muerta; está dormida”.

Se reían de él.

 

                                               (Mc 5,38-40)

 

 

 

1. Al Señor le molesta el “ruido”. Hay mucho “cumplimiento” en nuestras prácticas de piedad. “Los verdaderos adoradores adoran al Padre en espíritu y en verdad”. Las manifestaciones de fuera son buenas, siempre que sean la expresión de los sentimientos internos. Nuestras oraciones son a veces “discos rayados”. El Señor ya se los sabe de memoria y quiere oír voces que salgan del corazón. ¿Corresponde mi piedad interna a la externa?...

 

 

 

2. Ni la vanidad ante el éxito ni la angustia en el fracaso le gustan al Señor. Sencillez evangélica es la actitud más cristiana. Ni bombos ni lamentaciones, sino manos a la tarea. En los éxitos: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que debíamos”. En los fracasos: “El Señor lo dio, el Señor lo quitó; bendito sea su santo nombre”. Claro que esto ya no se estila hoy... ¿Sé guardar la humildad en los éxitos, y la confianza en los fracasos?...

 

 

 

 

167. ¿QUIÉN ME HA TOCADO?

 

 

Dijo Pedro:

-“Maestro, la gente te está apretujando y estrujando”.

Pero Jesús dijo:

- “Alguien me ha tocado,

pues he sentido

que una fuerza ha salido de mí”.

 

                                               (Lc 8,45-46)

 

 

 

1. Apretujar a Jesús, dejándose llevar de lo que hacen los demás, es muy fácil. Pero no aprovecha nada. El Señor busca la relación personal de tú a tú, aun cuando estamos reunidos familiarmente en la asamblea litúrgica. De otra suerte, todo sería oropel y ruido de oleaje. La fe, la esperanza y la caridad son un encuentro personal. Cada uno ha de conocer el riesgo de lanzarse a esta aventura. ¿Tengo piedad personal o actúo con el pensamiento y el corazón en otra parte?...

 

 

 

2. Del trato personal con Cristo se sigue todo bien. Uno actúa como persona, con su pensamiento, su querer, su afectividad. No somos “cosas” ni borregos, somos personas. Y el Señor ha venido a salvar a las personas. Oración, sacramentos, santa misa, etc., como piedad personal, significa ponerse en contacto con Cristo y sanar. Una sola misa, bien participada, nos aprovecharía mucho más. ¿Qué debo mejorar en mi vida de piedad?...

 

 

 

 

168. ¿ME QUIERES?

 

Por tercera vez le pregunta:

-“Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”

-...”Señor, tú conoces todo,

tú sabes que te quiero”.

 

                                               (Jn 21,17)

 

 

 

1. El examen lo hizo el Señor a Pedro, que le había negado tres veces. Jesús no quiere nuestros dones, sino nuestro amor. A Pedro le examinó de amor. Amar es darse sin reserva. Hay personas que no han amado nunca. Amar a Cristo es preocuparse por sus intereses y sus intenciones, y hacer su voluntad. Amar no es buscar los dones del amado. Aunque del amor a Cristo se siguen todos los dones. En mi amor hay mucho de egoísmo que he de desarraigar...

 

 

 

2. Pedro amaba sinceramente. Sobre todo, después de la caída. Pero ya no se fía de sí. Ama más ahora, después de caer, que antes, cuando lo dejó todo por Jesús. Es que no hay verdadero amor sin humildad. Ama únicamente quien descubre en sí mismo el retablo de las misericordias de Dios. Entonces desea uno amar y hacer amar a Cristo. Recordando las misericordias del Señor, amaré con más sinceridad y humildad...

 

 

 

 

 

169. ¿POR QUÉ ME PEGAS?

 

 

Uno de los guardias

que estaba allí

le dio una bofetada a Jesús.

-“¿Por qué me pegas?”...

 

                                               (Jn 18, 22)

 

 

 

1. Una bofetada en el rostro del Hijo de Dios. Parece mentira. No fue más que uno de tantos episodios de la pasión. Y la pasión continúa. Se ha perdido el sentido del pecado. No nos damos cuenta de que un pecado no es solo una cosa mala, sino una ofensa personal al mejor de los padres y de los amigos. Se peca sin ver las consecuencias. Una bofetón a la propia madre es mucho menos que un bofetón al amor. ¿Colaboro con mis pecados a los sufrimientos de Cristo?...

 

 

2. El Señor no hundió en los infiernos a aquel pobre desgraciado. Porque si así lo hubiera hecho, yo tampoco leería estas líneas. El Señor le hace reflexionar ¿Por qué? No vale hacerse el sordo ni olvidar tontamente. Ni vale ocultar la cabeza en la arena... ¿Por qué sigo ofendiendo al Señor, olvidando sus beneficios, haciéndole esperar, cerrándole la puerta?...

 

 

 

 

 

170. ¿SOIS CAPACES DE BEBER EL CALIZ?

¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?"
Contestaron: "Podemos ".

(Mc 10,38-39)

1. Juan y Santiago deseaban los primeros puestos.En parte, para estar más cerca de Cristo. En parte, por ambición, Jesús les purifica lo malo para que se queden con lo bueno. En nuestras obras y deseos hay mucho amor propio. El Señor nos envía sufrimientos para acrisolar el oro de nuestro amor. El leño húmedo crepita en la hoguera: sentimos la humillación, la cruz, porque necesitamos purificarnos. ¿Entiendo el valor del sacrificio? ...

2. ¡Qué valentía la de Juan y Santiago! El Señor les pregunta si son capaces de seguirle hasta la cruz. No lo dudan ni un momento. Y no fueron solo palabras. Su vida posterior demostró la firmeza de sus propósitos. Los corazones grandes no están hechos para hambrear honores. Y el tuyo es muy grande: solo cabe Dios en él. Te falta decisión, saber decir siempre "si" a Dios. ¿Te acorbar-
das ante las dificultades? ..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

171. ¿DARASTU VIDA POR MI?

Pedro replic6:

- 'Señor, por qué no puedo seguirte ahora?
Yo daré mi vida por ti
".

"¿Darás tu vida por mí?".
(Jn,13,37-38)

1. Hay deseos que parecen de verdad, pero no
son más que bravatas, nubes sin agua. Pedro ne-
garía al Señor pocas horas después de hacer gala
de heroísmo. Quien promete heroísmos olvidando
los detalles de la vida ordinaria, promete lo que no
hará jamás, Los heroísmos son fruto de una vida
callada. Ser una gotita de aceite en el engranaje no
resulta muy agradable, pero es muy eficaz. ¿Valoro
los pormenores de la vida ordinaria? ..

2. Dar la vida por Cristo ha de ser nuestro
deseo. Santa Teresita deseaba ser mártir de cuerpo
y de espíritu. Es patrona de las misiones por el
martirio de una vida ordinaria. Cuesta más dar la
vida gota a gota, sin que nadie se dé cuenta. No da
la vida por las ovejas el pastor que no da antes de
su bolsillo. Asistir a misa significa inmolarse con
Cristo. Pero Cristo no quiere promesas hueras, sino
realidades de Nazaret y de calvario. Sólo así se re-
sucita con Cristo. ¿En qué forma debo inmolarme
con Cristo? ..

 

 

172. ¿COMPRENDÉIS LO QUE HE HECHO?

 

“¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?...

Os he dado ejemplo

para que lo que yo he hecho con vosotros,

vosotros también lo hagáis”.

 

                                               (Jn 13,12.15)

 

 

 

1. Difícil entender cuando ciega el amor propio. El Señor ha hablado muy fuerte con su ejemplo: lavó los pies de sus apóstoles. Esto no se entiende. Es la ley del amor. Amar al prójimo hasta ver en él el rostro de Cristo, parece poesía, pero es realidad. Lo malo es descubrir esta verdad en el prójimo antipático o pesado con quien toca convivir. El amor es la ley fundamental de la Iglesia. Seguramente tendré que corregir bastantes actitudes...

 

 

2. El Señor nos da ejemplo. A él le costó más, porque es el Hijo de Dios. Su humildad llega hasta hacerse hombre, vivir ocultamente, morir como malhechor. Tanto no nos pide el Señor ordinariamente, pero sí más de lo que hacemos. A veces parece heroísmo el humillarse, pero nuestra humillación es bien poca cosa si la comparamos con la del Señor. ¿Sé humillarme como el Señor?...

 

 

 

 

173. ¿QUIERES QUEDAR SANO?

 

Jesús, al verlo (al paralítico) echado,

y sabiendo que ya  llevaba  mucho tiempo,

le dice:

-“¿Quieres quedar sano?”.

 

                                               (Jn 5, 6)

 

 

 

1. Jesucristo lo sabe todo. Ve todo lo que nos sucede. Su mirada es la de una madre. Ve nuestras miserias corporales y las quiere remediar, pero quiere que primero aprendamos el valor de las cosas caducas y que estamos de paso hacia la casa paterna. Ni a sí mismo ni a su madre ahorró trabajos y cruces. Nosotros lo ciframos todo en un período muy corto de tiempo. Él nos ama más: piensa en la felicidad que tendremos en los siglos de eternidad. ¿Sufro con amor y optimismo las penas de esta tierra?...

 

 

2. Quiere el Señor que le pidamos por nuestros asuntos corporales. Pero prefiere que nos ocupemos más de los espirituales. Cualquier dolencia del cuerpo nos pone en vilo y buscamos el remedio. Cuando hay algo que impide nuestra transformación en Cristo ¡qué poco nos preocupamos! ¡Cuántos cadáveres ambulantes y cuánta lepra invisible! ¿Quiero de veras curar de mis vicios y defectos?...

 

 

 

 

174. ¿DÓNDE ESTÁN LOS OTROS NUEVE?

 

 

Uno  de ellos (diez leprosos) se volvió...

-“¿No han quedado limpios los diez?

Los nueve,¿ dónde están?

¿No ha habido quien volviera

a dar gloria a Dios más que este extranjero?

 

                                                               (Lc 17,15.17-18)

 

 

 

1. Así somos de agradecidos. Mucho llorar cuando sufrimos y nadie se acuerda de Dios en la prosperidad. Todos confían en el Señor cuando hay una calamidad, pero pocos le dan gracias por sus dones constantes. Y menos mal si no se emplean estos dones para pecar. Lo raro es que el Señor no nos castigue. Aunque a veces lo que llamamos castigo no es más que el bisturí en manos del médico, que, en este caso, es nuestro padre. ¿Soy agradecido de veras?...

 

 

 

2. El corazón de Jesús se queja. Tres palabritas denigran a una persona: tacaño, cobarde, ingrato. La última es la peor. Todos la llevamos a la espalda. Al menos, los que nos contamos entre los otros nueve leprosos curados. Así como la salud no se siente, cuando uno va bien no se acuerda de agradecérselo al Señor. Si piensas en tu lepra pasada no tendrás más remedio que ser santo. Solo no son santos los olvidadizos. Cada beneficio recibido del Señor es una llamada a la santidad...

 

 

 

 

175. ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?

 

Jesús se paró

y mandó que se lo trajeran (al ciego).

Cuando estuvo cerca, le preguntó:

“¿Qué quieres que haga por ti?”...

 

                                               (Lc 18,40-41)

 

 

 

1. Cuando pasa el Señor es una oportunidad que urge aprovechar. A veces pasa para no volver. Este paso del Señor puede ser un buen pensamiento, un consejo, escuchar la palabra de Dios, recibir un sacramento... Vivir entonces con el pensamiento y el corazón en otro sitio, es perder la ocasión de sanar. El ciego de Jericó gritó, no hizo caso del qué dirán y se acercó al Señor para escucharle. ¿Aprovecho el paso del Señor?...

 

2.  Nuestro deseo dirigido al Señor es una oración. El mismo Señor nos insta para que le expongamos nuestros problemas. Ya los sabe, pero los quiere escuchar de nuestros labios. Cuando abrimos el corazón al Señor, quitamos la losa del orgullo y de la autosuficiencia. El Señor lo puede todo y quiere sanarnos; pero exige de nosotros esta apertura con él y con sus ministros. En la oración, ¿expongo mis deseos al Señor?...

 

 

 

 

176. ¿NO OS HE ESCOGIDO YO?

 

 

-“Nosotros  creemos

y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.

Respondió Jesús:

-“¿Acaso no os he escogido yo a vosotros, los Doce?

Y uno de vosotros es un diablo”.

 

                                               (Jn 6,69-70)

 

 

 

1. Los apóstoles hicieron un acto de fe muy hermoso. Se unieron a Cristo para seguirle, a pesar de las dificultades y de la opinión de la masa vulgar. Cristo llama a cada uno y espera una respuesta personal de cada uno. Esperar a responder con generosidad cuando los demás lo hagan, es condenarse a no encontrar a Cristo jamás. Una decisión tomada en los mejores años de la vida es la base del éxito. ¿Soy hombre o mujer de decisiones firmes?...

 

 

 

2. Recibiste la llamada de Cristo a la fe y al amor. Fue una predilección. Millones de personas todavía no la han recibido, se hacen el sordo o responden a medias. Judas fue llamado nada menos que para ser apóstol de Cristo, pero acabó diablo. Todo es cuestión de saber escuchar atentamente y responder con generosidad. La generosidad forja a los grandes hombres. El “mayor testimonio de amor”, enseña el concilio Vaticano II, es la respuesta a la vocación sacerdotal. ¿Soy generoso a las llamadas del Señor?...

 

 

 

 

 

177. ¿TAMBIÉN VOSOTROS QUERÉIS MARCHAROS?

 

Muchos  discípulos suyos se echaron atrás

y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús dijo a los Doce:

-“¿También vosotros queréis marcharos?”.

 

                                               (Jn 6,66-67)

 

 

 

1. ¡Qué fuerza tiene la propaganda! Muchos discípulos se apartaron de Cristo para siempre. Se dejaron llevar del ambiente. Solo se deja llevar el que no tiene carácter. Y lo peor es que una aventura de valientes. Los valientes son pocos, pero tú lo puedes ser. No hagas depender el seguir a Cristo de nada ni de nadie. Tu entrega a Cristo ¿depende de los demás?...

 

 

 

2. Jesucristo no necesita de nadie. Pero su corazón siente la separación de quienes fueron sus amigos. Cuando hizo la pregunta a los apóstoles, habría momentos de zozobra para todos. Jesús es muy sensible al amor y a la traición. Su pregunta es como cuando se sacude un árbol para limpiarlo de las hojas secas. Eres hoja seca cuando sigues al Señor a medias y no te das cuenta de las ofensas que le haces. ¿Eres, en la práctica, de los que siguen a Cristo a medias?...

 

 

 

 

178. ¿TENÉIS PESCADO?

 

 

 Jesús les dice:

- “Muchachos, ¿tenéis pescado?”

Le contestaron: “No”.

-“Echad la red a la derecha... y encontraréis”.

 

                                               (Jn 21,5-6)

 

 

 

1. Habían pasado la noche trabajando y no pescaron nada. No tenían nada que ofrecer a Cristo. Mucho moverse y poco fruto. Muchas palabras y pocas obras. Cuando el Señor no ayuda, no hay nada que hacer. Lo curioso es que el Señor siempre ayuda, pero preferimos trabajar por nuestra cuenta fiándonos de nosotros mismos. Así sale ello... Y entonces nos quedamos con las manos vacías. ¿Son muchos los días en que termino la jornada con las manos vacías?...

 

 

 

2. El Señor nos despierta de nuestro engaño. Solo fiándonos de él, conseguiremos fruto y el cumplimiento de los propósitos. Cuando el Señor ayuda, se recoge en un momento lo que fue imposible durante años. Hay que aprender estas matemáticas de Dios. Muchos, con menos cualidades, te pasan delante porque son más humildes. También la humildad es una cualidad. ¡Si tu oración fuera más humilde y confiada!...

 

 

 

 

179. ¿NO HABÉIS PODIDO VELAR?

 

 

Los encontró dormidos...

Y  dijo a Pedro:

-“¿No habéis podido velar una hora conmigo?”.

 

                                               (Mt 26,40)

 

 

 

1. Pío XII hablaba del “cansancio de los buenos”. Mientras los enemigos de Dios trabajan, no es raro encontrar dormidos a quienes llaman amigos de Cristo. Muchas bravatas, muchos pensamientos y deseos vacíos, pero nada más. Y todo, por no tomarse la molestia de orar bien. Cuando uno se fía de sí, encuentra pronto el fruto de su tontería. ¿Trabajo para extender el reino, al menos con tanto tesón como los negociantes terrenales o los enemigos de la Iglesia?...

 

 

 

2. ¡Ni una hora! Pedro prometió dar la vida por Cristo, y no fue capaz de dominar el sueño. El Señor busca compañía. En Getsemaní sufrió agonía, pero ahora en los miembros de su cuerpo místico sigue sufriendo. ¿Quién acompaña al Señor? Mientras haya hombres que sufren, es Cristo que se transparenta en su rostro, que sufre en ellos. ¡Que todos los días hagamos algo en beneficio de los demás! Al menos, un acto de amabilidad. ¡Está el Señor tan solo en el sagrario y en el prójimo!...

 

 

 

 

180. ¿QUIÉN ES MI MADRE?

 

 

“¿Quién es mi madre?...

Estos son mi madre y mis hermanos.

El que haga la voluntad de mi Padre...

ese es mi hermano y  mi hermana y mi madre”.

 

                                               (Mt 12,48-50)

 

 

 

1. Cristo ama a su madre y quiere que nosotros la amemos también. Pero hemos de entender el porqué de la grandeza de María: fue siempre fiel a la palabra de Dios, como insiste el concilio Vaticano II. Por esta fidelidad pudo corresponder a la gracia de la maternidad divina, pudo estar asociada a la obra de la salvación, pudo ser nuestra madre. Cristo nos señala la verdadera devoción a María. Algunos, entonces como ahora, solo se fijan en cosas accidentales. ¿Cómo es mi devoción a María?...

 

 

 

2. Podemos tener intimidad con Cristo y serle tan familiares como su Madre. Podemos transformarnos en Cristo y vivir en él, de él y para él. Podemos presentarnos ante el Padre con las facciones de Cristo. Pero se necesita una condición: imitarle en cumplir la voluntad del Padre. No hacer el propio capricho, sino la voluntad de Dios. María fue quien imitó mejor a Cristo. Ella es el molde donde nacemos a la vida en Cristo. Por eso es nuestra madre. ¿Hago siempre y en todo la voluntad de Dios?...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VII.  EL APÓSTOL DE JESÚS

 

 

 

 

 

El cristiano tiene vocación de santo y de apóstol. “La vocación cristiana es también vocación al apostolado” (Vaticano II, Apostolicam actuositatem). Dices que amas a Cristo con toda tu alma. Luego debes sentir los problemas de Cristo como propios.

 

¿Un termómetro para conocer tu unión con Cristo? Muy sencillo. Apunta en tu diario espiritual qué es lo que sientes ante estas palabras: “El amor no es amado”.

 

Eres un miembro vivo del cuerpo místico de Cristo en la medida en que sientes y te preocupas de los otros miembros. ¡Sentir el chasquido del sarmiento que se desgaja de la vid!

 

Cristo necesita de ti.Es un “misterio verdaderamente tremendo” (Pío XII). Puede “completar”, como san Pablo, lo que falta a la pasión de Cristo; puedes ayudar a que su sangre redentora llegue a todos.

 

¿No sirves?No servirías si no fueras un instrumento dócil, si no ofrecieras toda tu nada, si no tuvieras intimidad con Cristo. Solo entonces serías un trasto inútil, a lo más un objeto de adorno.

 

La llamada de Cristo es urgente, personal. La bandera de Cristo ondea con los colores de: sacrificio, pobreza, humildad, es decir amor.

 

¿Quieres consagrar totalmente tu vida a expandir el reino de Cristo? Pues tal vez el Señor te llama para ser su “doble”, para ser su “otro yo”, su “vaso de elección”. Es “la mayor prueba de amor que se puede dar a Cristo” (Vaticano II).

 

La Virgen Santísima es maestra de apóstoles. Pero si un día llegas a prestar a Cristo tus labios, tus manos, todo tu ser ya sacerdotal, virginal, de apóstol, entonces podrás mirar a la madre con los ojos de Jesús y ayudarla a buscar a sus hijos con los brazos crucificados de Jesús.

 

 

 

181. EL MÁS HERMOSO IDEAL

 

 

Dijo Jesús a Simón:

- “No temas; desde ahora serás

pescador de hombres”.

...Dejándolo todo,  lo siguieron.

 

                                               (Lc 5,10-11)

 

 

 

1. Un pescador como Pedro no podía esperar para su vida otro ideal que el de recoger unos peces para ganarse la vida. Pero, inesperadamente, el Señor le llamó para el más hermoso de los ideales: ser apóstol de Cristo. Su vida ya tendría sentido. Se trataría de contagiar a los demás el amor de Cristo. Amor que se ha de poseer para poderlo comunicar. Amar a Cristo y hacerle amar. ¿He descubierto mi ideal de apóstol?...

 

 

 

2. La respuesta de Pedro, de Santiago, fue inmediata y decidida: lo dejaron todo. Es decir descubrieron que no había nada mejor que seguir a Cristo. Como el millonario no hace caso de la calderilla, pusieron su mirada en Cristo y la apartaron de las cosas caducas. El más hermoso ideal, el de ser apóstol de Cristo, cuesta sacrificio porque vale la pena. No tener más ilusión que gastarse por Cristo, darlo a conocer, hacerlo amar. Y esto, en cualquier modo de vida, aun en una vida monótona. Entonces no hay días monótonos. ¿Estoy dispuesto a dejarlo todo para ser apóstol de Cristo?...

 

 

 

 

182. EJEMPLO DE JESÚS

 

 

Jesús se marchó a un lugar solitario

y allí se puso a  orar...

Simón y sus compañeros fueron en su busca y le dijeron:

-“Todo el mundo te busca”.

...Recorrió toda Galilea, predicando.

 

                                               (Mc 1,35-39)

 

 

 

1. El apóstol es como una pila que, para dar luz, ha de cargarse. El apóstol se carga de Cristo en la oración y en el trato con él. Cristo está en el prójimo, pero no se le descubre allí sin haber dialogado con él en la oración. Para dar a Jesucristo hemos de transformarnos en él. El apóstol es un pincel del que se vale Dios para dibujar en las almas a Cristo. El pincel se hace dócil en manos del artista. El apóstol se hace dócil en la oración. Mirando mi vida de oración, ¿soy y seré apóstol de veras?...

 

 

 

2. A Cristo lo buscan ansiosamente. Después de haber dialogado con el Padre, se da a sus hermanos los hombres. En la oración, el apóstol se hace fuerte para la acción. El apostolado es duro cuando se quiere ser de veras apóstol dándose del todo. Pero hemos de darnos como Dios quiere y el prójimo necesita. Y esto supone matar mucho egoísmo en la oración. El darse del apóstol solo es posible cuando uno se va transformando en Cristo. ¿Me doy de veras a los demás amándolos como Cristo?...

 

 

 

 

183. JESÚS LLAMA

 

 

Llamó a los que quiso y se fueron con él.

E instituyó  doce

para que estuvieran con él

y para enviarlos a predicar...

 

                                               (Mc 3,13-14)

 

 

 

1. Cristo llama para el apostolado. Cada bautizado tiene una misión apostólica que cumplir. La llamada de Cristo es una predilección. A unos los llama para que gasten su vida, como san Francisco Javier. A otros, para que sean como santa Teresa: misioneros desde su vida ordinaria. De nuestra fidelidad a su llamada depende la salvación de muchas almas. No podemos perder tiempo. El tiempo es almas, hombres y mujeres que salvar. ¿Soy fiel y generoso a la llamada del Señor?...

 

 

2. Dos son los aspectos del apostolado; estar con Cristo y dar a Cristo. Lo primero para ver, escuchar, experimentar a Cristo. Solo entonces se puede dar lo segundo: ser testigo de Cristo. No puede ser testigo quien no ha visto y oído. ¿Quieres ser apóstol de Cristo y no lo conoces y amas a fondo? Esto es imposible... Si ahora no exhalas olor de Cristo, tampoco después...

 

 

 

 

184. ES UNA GRACIA MUY GRANDE

"Soy yo quien os he elegido y os he destina do
pa
ra que vayáis y deis fruto,

y vuestro fruto dure".

(Jn 15,16)

1. El apóstol es un elegido, un predilecto. Cri-
sto mismo elige a quienes han de ser sus testigos.
Es la mejor de las gracias. Deseemos, pues, que
Cristo estrene nuestro corazón para poder decir:
"cantando voy la alegría de ser tu testigo, Señor".
Ser enviado de Cristo a cualquier ambiente para
cristianizarlo, ¡nada más hermoso ni más exigente!
Esto atrapa a toda la persona y para toda la vida.
Vale la pena. ¿Estoy ilusionado, soy feliz, por ser
apóstol de Cristo desde mi puesto? ..

2. El éxito es seguro. Pero no siempre se le ve.

Se ha de tener fe en Getsemaní y en el Calvario.
Quien siembra evangelio, produce fruto, aunque
sean otros los que lo recojan. La tarea del apóstol
es sembrar, con la única preocupación de sembrar
buena semilla. Quien quiere recoger prematura-
mente, recoge espigas vacías. No hay redención
sin cruz, ni apostolado sin sufrimiento. Pero el
fruto es seguro, sobre todo cuando no se palpa.
¿Comprendo el valor del sufrimiento y de la cruz
en orden al apostolado? ...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

185. EXAMEN DEL APOSTOL

Dijo Jesúsa Simón Pedro.

- "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?".

"Si, Señor, sabes que te quiero ... "
"Apacienta mis corderos".

(Jn 21,15)

1. Solo puede ser apóstol quien sabe amar. A
Pedro le examinaron de amor. Para ser testigo de
Cristo se necesita identificarse con él en el pensar,
en el querer y en el obrar. Mal hablará de Cristo
quien no esté identificado con él. Todos han de
amar a Cristo, pero el apóstol ha de sacar sobre-
saliente en esta asignatura. Mal aguantarála bús-
queda de la oveja perdida quien no tenga el celo
del buen pastor. ¿Qué calificación merezco en esta
asignatura del amor? ..

2. San Pedro contestó decididamente y, esta
vez, con humildad. No se fiaba de sí, pero al
menos quería amar con generosidad. Sólo enton-
ces el buen pastar se fió de él y le encomendó el
cuidado de las ovejas. Cristo dio la vida por sus
ovejas. Por ellas bajo del cielo y vivió desvelán-
dose en cuidados y sacrificios. Nada tiene de más
valor que ellas, parque es el encargo del Padre. Y

este encargo te lo deja en tus manos, pero te

exige que ames como él... ¿Lohaces así?

 

 

 

 

186. RESPUESTA DEL COBARDE

 

 

Jesús se lo quedó mirando,

le amó y le dijo:

-…“Anda, vende lo que  tienes...,

y luego ven y  sígueme”.

...Él frunció el ceño y se marchó triste,

porque era muy rico.

 

                                               (Mc 10,21-22)

 

 

 

1. Era un muchacho de grandes cualidades. Quería salvarse y, para ello, cumplía los mandamientos. Viendo Jesús aquel corazón como una mina de oro sin explotar, le propuso algo mejor: dejarlo todo para seguirle y ser un apóstol. La propuesta era óptima. La mirada de predilección de Cristo se posó sobre él. Pero ¡qué fracaso!, dijo que “no” a Cristo, como tantos otros, como...

 

 

 

2. El muchacho se fue con la tristeza en el corazón. Veía que escogía lo peor, pero no se atrevía a ser libre. Su corazón estaba aprisionado en redes pequeñas que en este momento se convirtieron en cadenas. Su mirada cambió de serena en nublada. En un instante se jugó su porvenir irrevocablemente. Y todo, por naderías. Ya no sería águila, sino renacuajo. El corazón de Jesús lo sintió, pero él siempre respeta la libertad aun cuando estamos empeñados en caminar hacia la esclavitud. ¿Hay algo en mí que un día me impedirá decir “sí” a Cristo?...

 

 

 

 

187. RESPUESTA DEL VALIENTE

 

 

Muchos  discípulos se echaron atrás

 y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:

-“¿También  vosotros queréis marcharos?”.

 Simón Pedro le contestó:

-“Señor, ¿a quién vamos a acudir?”.

 

                                               (Jn 6,66-68)

 

 

 

1. Fue un momento muy crítico. En las primeras dificultades muchos discípulos se negaron a seguirle. Eran cristianos de temporada; Jesús había propuesto sus planes de quedarse en la eucaristía como banquete. Pero estas finezas no son para los pintores de brocha gorda. Y quedaron solo doce, incluyendo a Judas que se quedó por cobardía y fines bastardos. El oro se prueba en el crisol, y el discípulo de Cristo, en el sacrificio y en la vida de fe. ¿Sigo a Cristo solo cuando no me cuesta nada?...

 

 

 

2. Cristo no quiere seguidores a medias. Él ama con todo el corazón. Por eso pregunta para que respondan con sinceridad. Pedro respondió magníficamente en nombre de todos. Estaba tan enamorado de Cristo, que sin él ya no podía vivir. En esto se conoce el verdadero amor: en que nada ni nadie satisface y llena tanto como Cristo. Este es el entrenamiento necesario para ser apóstol. ¿Vivo muchos días al margen o a espaldas de Cristo?...

 

 

 

 

188. MI RESPUESTA

 

 

Vio a un publicano llamado Leví,  y le dijo:

- “Sígueme”.

Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa,

y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos...

 

                                               (Lc 5,27-29)

 

 

 

1. Cristo escogió a los apóstoles de entre pobres pescadores y pecadores. Llama a los que quiere, como te ha llamado a ti. El “sígueme” del Señor resuena continuamente en el fondo de los corazones como resonó en el del Pablo, Agustín. Algunos ni lo oyen; hay otras interferencias y parásitos. Otros no lo quieren oír. Pero siguen siendo muchos los valientes. ¿Escuchas con fidelidad y generosidad las llamadas al apostolado?...

 

 

 

2. La respuesta de san  Mateo (Leví) fue generosa. Lo dejó todo por Cristo y le siguió sin más. Su alegría era tan desbordante que convidó al Señor a un gran banquete. Quien ha encontrado a Cristo de verdad, siente la necesidad de darlo a conocer. Por eso san Mateo convidó a sus amigos de antes, aunque murmurasen los fariseos. Ser apóstol del Señor es una consecuencia de amarlo. Es la mejor manera de agradecerle su llamada y su perdón. ¿Tengo ilusión de dar a conocer y amar a Jesucristo?...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

189. APÓSTOL POR GRATITUD

 

 

-“Vete a casa con los  tuyos

y anúnciales lo que  el Señor

ha hecho contigo

y que ha tenido misericordia de ti”.

El (endemoniado curado) se marchó

Y empezó a proclamar lo que Jesús había hecho.

 

                                               (Mc 5,19-20)

 

 

 

1. Aquel pobre endemoniado quedó totalmente libre. Pero el Señor le dio el encargo de dar testimonio de las maravillas de Dios. Cristo acostumbraba a obrar de este modo. A veces elige para apóstoles a quienes se vieron enfangados en el mal, para que sean humildes y generosos. El verdadero apóstol nunca se considera mejor que los demás. Los beneficios que el Señor me ha concedido ¿me mueven a ser apóstol?...

 

 

 

2. El hombre curado se convirtió en apóstol. Narró lo que había visto y oído. El apóstol es testigo de Cristo. Aquel hombre se sintió ligado a Cristo para siempre. Hablaba de lo que sentía en el corazón. Hacer apostolado no es un juego. Apostolado es dar a conocer y amar a Cristo. ¿Sé hablar de Cristo y de sus intereses?...

 

 

 

 

190. ¿CÓMO ES EL APÓSTOL?

 

“¿Una caña sacudida por el viento?... (No).

¿Un hombre vestido con ropas finas?.. .(No).

¿Un profeta? Sí..., mi mensajero”...

 

                                               (Lc 7,24-27)

 

 

 

1. Cristo describió cómo es el apóstol. Se refería a san Juan Bautista, su precursor. El apóstol de Cristo no se deja llevar por el viento del qué dirán, resiste a la moda de las ideas confusas, le basta con los criterios de Cristo. El apóstol no es comodón, no se espanta ante la dificultad, sabe cortar sus caprichos, sabe crucificarse con Cristo... ¿Soy así?...

 

 

 

2. El apóstol sabe dar razón de Cristo. Hay quienes se saben la vida y milagros de los ídolos del deporte. Y ¿no te sabes todos los detalles de la vida de Jesús? Para ser mensajero de Cristo se necesita aprender bien la gran noticia que se va a comunicar. Y al anunciar a Cristo, han de ver los demás el amor que cautiva al mismo apóstol. ¡Ser buen olor de Cristo, ser luz de Cristo! ¿Qué te falta para ser apóstol de Cristo?...

 

 

 

 

191. ¿CÓMO SE HACE EL APÓSTOL?

 

 

“Cuando venga el Paráclito… el Espíritu de la verdad...,

él dará testimonio de mí;

y también  vosotros daréis testimonio,

porque desde el principio estáis conmigo”.

 

                                               (Jn 15, 26-27)

 

 

 

1. Ser apóstol de Cristo es una obra de arte que solo puede realizar el Espíritu Santo. El verdadero apóstol debe empaparse de Cristo, conocerle a fondo, amarle sin cortapisas, no perder ocasión de hacerle amar, gastar todos los minutos de la vida para extender su reino. No existe mejor ideal que este. Por esto el apóstol vive feliz, con el “gozo de pascua”, sobre todo en las dificultades. ¿Me dejo cincelar por el Espíritu Santo?...

 

 

 

2. El apóstol ha convivido íntimamente con Cristo. No bastan unos años de rutina. Es toda una vida la que se compromete por él. El mejor apóstol es aquel cuyo primer amor lo ha estrenado Cristo. Una infancia y una juventud gastada en amar a Cristo, es el camino más seguro para hacerle amar. ¿Pierdo los mejores años de mi formación? ¿Cómo podría emplearlos mejor?...

 

 

 

 

192. TAREA DEL APOSTÓL

 

 

“Esta alegría mía está cumplida.

Él tiene que crecer

y yo tengo que menguar”.

 

                                               (Jn 3, 29-30)

 

 

 

1. Juan Bautista fue apóstol de Cristo preparando su venida. Su único gozo fue anunciar a Cristo y gastarse por él. Tuvo muchos sinsabores, incomprensiones, persecuciones... y, al fin, derramó su sangre por él. Pero todo esto no le amedrentó, sino que le hizo más apóstol. ¡Vale la pena gastar toda la vida por este ideal! ¿Me gozo en los sacrificios que me hacen más apóstol de Cristo?

 

 

 

2. El apóstol no es comediante. No le interesa aparentar y lucir. Su gozo es que conozcan a Cristo y que le amen, que nazca y que crezca Cristo en los corazones. El apóstol sabe desaparecer y esconderse al afecto de los hombres, porque podría ser un estorbo para el encuentro con Cristo. No estorba quien es humilde y no se busca a sí mismo. ¿Estoy preparado para esta humildad?...

 

 

 

 

193. LUZ Y SAL

 

 

“Vosotros sois la sal de la tierra.

Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?...

Vosotros sois la luz del mundo...”

 

                                               (Mt 5,13-14)

 

 

 

1. El apóstol es sal que da buen sabor de Cristo y preserva de la corrupción. Muchos hombres y mujeres no saben nada de Cristo. Y tienen derecho a saber y a amar. Todo depende de que el apóstol sea sal de la tierra. Si en lugar de saber a Cristo, sabe a egoísmo, comodidad, dejadez, pereza, entonces, ¿quién dará a conocer a Cristo? No puede humedecerse mi entrega a Cristo con mi egoísmo. ¿En qué soy sal sosa?...

 

 

 

2. El apóstol es luz. Es Cristo la luz que resplandece a través de sus testigos. La luz no se esconde ni debe apagarse cuando hace falta. Muchos hombres van a la deriva, porque no han visto la luz de Cristo. Y no la han visto porque los “cristóforos”, los cristianos, la dejan apagar. ¿Cómo puedes ser luz de Cristo si tus obras señalan tinieblas de caprichos?...

 

 

 

194. A LAS ORDENES DE JESUS

"El que entra por la puerta,
ése es pastor de las ovejas ...

y las ovejas atienden a su voz.
Yo soy
la puerta".

(Jn 10,2.9)

1. El ap6stol imita a Cristo buen pastor. Tiene la
voz del buen pastor, quien ama siempre y a todas
las ovejas, sin excepción; quien imita a Jesucristo en
todo, quien es comprensivo, quien es sacrificado,
quien da la vida gota a gota, quien se olvida de sí
mismo, quien busca a la oveja perdida, quien se
hace pobre con los pobres y enfermo con los en-
fermos ...  ¿Voy por este camino o por el opuesto? ..

2. Jesúses la puerta del aprisco. Quien imita a
Cristo, entra al aprisco por la puerta. Pero quien es
pura apariencia y fachada de Cristo, no es más que
un salteador. El apóstol es como Jesúsy sabríadecir
sin ruborizarse: "Aprended de mi que soy manso y
humilde de coraz6n". El ap6stol sabe sintonizar con
Cristo y escuchar los latidos de su corazón. Sus preo-
cupaciones son las de Cristo en todos los momentos
del día ... 

 

 

 

 

 

 

195. UNION CON JESUS

"Permaneced en mi, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por si,

si no permanece en la vid, atampoco vosotros,
si no permaneis en mí".

(Jn 15,4)

1. Jesucristo ordena lo que ya es un privilegio
cumplir: permanecer en él. Es decir tener unión e
intimidad con él. ÉI vive en nosotros y nosotros en
él. Tenemos con él relaciónn vital más que como el
hijo con su madre. Así se hace el ap6stol. No hay
otro camino para ser "otro Cristo". Imitar a Cristo
es fácil cuando se le ama hondamente. ¿Tengo in-
timidad con Cristo? ..

2. De la uni6n con Cristo depende todo el fruto
del apostolado. De otra suerte, todo sería ruido de
nueces vacías. Es una locura esperar que un sar-
miento seco produzca fruto. Pero es todavía más
locura pretender ser ap6stol al margen de Cristo.
Porque apostolado es dar a Cristo. Y nadie da lo
que no tiene. Cada día debes enamorarte más de
Cristo si quieres ser su ap6stol.

 

 

 

 

196. CONSEJOS DE JESÚS

 

 

“Os envío como ovejas entre lobos;

por eso, sed sagaces como serpientes

y sencillos como palomas”.

 

                                               (Mt 10,16)

 

 

 

1. Dificultades no faltan. Las ha de haber para poderse crucificar con Cristo. No hay fruto de apostolado sin sacrificio. A veces las dificultades provienen de los mismos hombres con quienes se convive o a quienes se quiere hacer bien. Saber aguantar al prójimo antipático, o algo más, es el mejor camino para aprender a dar la vida por las ovejas. Las “almas” que se quieren salvar no son ideas, sino personas concretas con sus defectos. ¿Me preparo para el apostolado amando al prójimo con quien me toca convivir?...

 

 

 

2. Prudencia y sencillez, dos cualidades necesarias al apóstol. Prudencia significa equilibrio, reflexión, no precipitarse en el juzgar y en el obrar. Ya se entiende que no es prudente quedarse quieto, sino moverse con equilibrio. Y sencillez equivale a mirar a los demás con los ojos de Jesús. La sencillez hace confiar en Dios y tener optimismo cuando parece imposible, y descubre en los demás lo bueno que dicen y que tienen. ¿Noto que falta esa prudencia y sencillez en mí?...

 

 

 

 

197. INTERESES DE JESÚS

 

 

“Tengo otras ovejas...

También a esas las tengo que traer,

Y escucharán mi voz,

y habrá un solo rebaño y un solo pastor”.

 

                                               (Jn 10,16)

 

 

 

1. El apóstol escucha los latidos ardientes del corazón de Jesús. Pospone sus preocupaciones a las preocupaciones e intereses de Jesús. Cristo tiene sed. Por eso lanzó un suspiro anhelante: “Tengo otras ovejas” ...Son demasiados hombres y mujeres los que todavía no le siguen. Muchos, porque todavía no han oído hablar de él. Otros, porque necesitan una mano compañera. ¿Me llegan al alma estos deseos de Jesús?...

 

 

 

2. “Es preciso”. Es una necesidad para el corazón de Cristo. El Buen Pastor quiere encontrar a todas las ovejas perdidas. Porque resulta que son muchas, demasiadas. El corazón de Cristo se estremece de gozo pensando en el día en que todos los hombres oirán su voz. Para esto necesita muchos apóstoles que le ayuden de balde y con todo lo suyo. El Señor espera mi respuesta decidida...

 

 

 

 

198.  EN LOS FRACASOS

 

 

Aquella noche no pescaron nada...

Jesús les dice:

-“Echad la red a la derecha”…

La echaron y no podían sacarla,

por la multitud de peces.

 

                                               (Jn 21,3.5-6)

 

 

 

1. Hay momentos de zozobra para los apóstoles. A veces, que no se consigue fruto. A veces, el Señor exige que seamos como el trigo en el curso. Pero a veces se da el verdadero fracaso: cuando hemos confiado en nuestras propias fuerzas. Sin Jesús, todo es ruido de hojas secas. Y menos mal si se aprende la lección después del fracaso. ¿Planeo sin contar con Jesús...?

 

2. ¡Cómo cambia el panorama! Al actuar en nombre de Jesús, es decir en unión con él, se consigue lo imposible. En un santiamén, el Señor concede a los humildes aquello que los soberbios no consiguen ni a fuerza de años. Es cuestión de saber confiar en el Señor, actuar como él, y esperar el fruto, aunque no lo veamos hasta el cielo. ¿Soy optimista en el apostolado...?

 

 

 

 

199. EN LOS TRIUNFOS

 

 

Los apóstoles volvieron

a reunirse con Jesús,

y le contaron

todo lo que habían hecho y enseñado,

y les dijo: “Venid... a descansar”.

 

                                               (Mc 6,30-31)

 

 

 

1. Regresaron los apóstoles de su campaña apostólica y le contaron todo al Señor. El que trabaja por Cristo siente ganas de expansionarse con él. No es acción apostólica la que impide al apóstol su intimidad con Cristo. Como no sería verdadera intimidad con Cristo la que no empujara a extender el reino. En la expansión con Cristo se forjan los apóstoles. ¿Tengo todos los días un rato de expansión con Cristo...?

 

 

2. La expansión con Cristo no es solo una necesidad nuestra. Es también una invitación del Señor que quiere comunicarnos lo que hemos de hablar. No es tiempo perdido el dedicado a la oración. Cristo, antes de predicar, pasó treinta años en Nazaret. Y, luego, cuarenta días en el desierto y muchas noches en oración. La oración es también acción apostólica, sobre todo cuando se buscan los intereses de Cristo. En ella nos llenamos de Cristo y alcanzamos las gracias necesarias para la acción externa. (Vaticano II) Mi oración, ¿es la que corresponde a un apóstol?...

 

 

 

200. VICTORIA SEGURA

 

 

“El reino de Dios es semejante

a un grano de mostaza

que un hombre siembra en su huerto;

 creció, se hizo un árbol...”

 

                                               (Lc 13,18-19)

 

 

 

1. El apóstol está empeñado en una obra de éxito seguro. El secreto del éxito está en reconocer la pequeñez de nuestra colaboración. Cristo murió para salvarnos. Podemos ayudarle en la medida en que muramos a nuestro amor propio. Sembrar con éxito seguro es saber morir en cada momento haciendo la voluntad del Padre. Por lo menos, saber sembrar este granito de mostaza hoy, ahora.

 

 

 

2. Parece mentira que un árbol sea el desarrollo de una semilla insignificante. Pero esta semilla es vida en Cristo. A los ojos del mundo tiene poco valor, pero sí lo tiene, y mucho, a los ojos del Padre. El tonto y el veleta no pueden ser apóstoles. Tampoco el orgulloso. Ser apóstol es tener en sí la vida desbordante de Cristo. Podrá ponerse dique a esa corriente de agua viva, pero tarde o temprano el agua servirá para producir fluido eléctrico o para fertilizar los campos. ¿Me preparo para ser apóstol...?

 

 

 

 

 

201. PEDIR VOCACIONES DE APÓSTOL

 

 

“La mies es abundante

y los obreros pocos;

rogad, pues, al dueño de la mies

que envíe obreros a su mies”.

 

                                               (Lc 10,2)

 

 

 

1. El Señor ha puesto los frutos de su redención en manos de sus apóstoles. ¿Cómo es posible que haya todavía tantos millones de hombres que no conocen a Cristo? El Señor sigue llamando al apostolado. Pero faltan corazones jóvenes que respondan valientemente. Son pocos los jóvenes cristianos que oyen la voz de Cristo que grita desde el fondo de tantas almas vacías de Dios. ¿Soy fiel y generoso a la llamada de Cristo...?

 

 

 

2. Si son pocos los apóstoles de Cristo, ¿hemos de montar un gran tinglado de propaganda? Sería bueno, pero es mejor orar. La vocación y la fidelidad a la misma es una gracia que depende de Dios. El ser fiel a la vocación apostólica sigue siendo un milagro de la gracia que solo se da cuando hay oración. ¿Oro con frecuencia por mi vocación y por que haya vocaciones apostólicas...?

 

 

 

 

202. DAR LA CARA POR JESÚS

 

 

Volvieron (los fariseos) a preguntarle al ciego:

-“Y tú ¿qué dices del que

 te ha abierto los ojos?”.

Él contestó:

-“Que es un profeta...”

Y lo expulsaron.

 

                                               (Jn 9,16-17.34)

 

 

 

1. Ser apóstol de Cristo resulta comprometido. No es oficio de cobardes. A veces tendremos que dar la cara por él. Es preferible quedar mal con los otros amigos que con el amigo. El ciego supo decir la verdad y dar a conocer a Cristo. La prudencia siempre es virtud, pero no es prudencia todo lo que lo parece. Por lo menos no podemos callar, con nuestras obras, que somos de Cristo. ¿Soy valiente en mis palabras y ejemplo...?

 

 

2. Y luego vienen las consecuencias. Al ciego curado le echaron del templo. Hasta le tuvieron por malo. Y todo, por no conformarse a las palabras y a la conducta de los enemigos de Cristo. El apóstol ha de estar dispuesto a dar la vida, y ha de estarlo a dar otras cosas más pequeñas y ordinarias. No es posible poner condiciones. El apóstol ha de estar dispuesto a todo por Cristo. ¿Estoy dispuesto a cualquier sacrificio para poder ser apóstol...?

 

 

 

203. APÓSTOL CON EL EJMPLO

 

 

“Brille así vuestra luz

ante los hombres,

para que vean vuestras buenas obras

y den gloria a vuestro Padre...”

 

                                               (Mt 5,16)

 

 

 

1. No digas que no sabes ser apóstol de Cristo. ¿Qué debes hacer? Muy sencillo. Primero es cuestión de amarle ardientemente; luego, descubrir que no es amado; y luego... ¡pruébalo y verás! Porque, por lo menos, te darás cuenta de que ya con el ejemplo podrías hacer mucho. Si otros ven en tu conducta lo que Cristo predicó, se sentirán arrastrados hacia el Señor. Pero debes corregir todavía mucho de tu conducta hasta llegar ahí...

 

 

2. ¡Cuidado! No se trata de lucirse y decir a los cuatro vientos que tú amas a Cristo. Di solamente que le quieres amar. Y con esto ya se te notará en las obras. Y no pienses que te alabarán a ti. No. Sino que tu ejemplo se quedará impreso en su memoria y, cualquier día, les servirá para amar más a Dios. El que ama a Cristo, lo manifiesta a su alrededor. ¿Qué podrías mejorar en tu conducta...?

 

 

 

 

204. APÓSTOL DE LOS POBRES

 

 

“Sal aprisa a las plazas

y calles de la ciudad,

y tráete a los pobres, a los lisiados,

 a los ciegos y a los cojos”.

 

                                               (Lc 14,21)

 

 

 

1. Quienes están más preparados para recibir a Cristo son los pobres, los enfermos, los “desgraciados”. Por eso el verdadero apóstol, aunque quiere que todos encuentren a Cristo, preferentemente se dirige a los predilectos de Cristo, a los que mejor trasparentan su rostro. Los pobres, los niños, los desechados por todos, estos fueron y son los que están más dispuestos a amar a Cristo. Pero teniendo en cuenta que los ricos en dinero son a veces los más necesitados. ¿Dónde quisiera ser apóstol de Cristo...?

 

 

 

2. Cristo sigue deseando que vengan todos a él: “Tráete a los pobres…”. ¡Cómo desea el Señor a los enfermos, que se parecen a él! ¡Y a los niños, que de ellos es el reino de los cielos! ¡Y a los pobres y pecadores, a quienes espera y llama! Pero Cristo ahora necesita de mis labios y de mis obras para predicar. ¿Presto a Cristo mis palabras y mi vida para que salve a  hombres y mujeres...?

 

 

 

205. APÓSTOL DE LOS NIÑOS

 

 

“El que acoge a un niño como este

en mi nombre

me acoge a mí”.

 

                                               (Mt 18,5)

 

 

 

1. Jesús siente predilección por los niños. Es decir, por los que adoptan una postura filial ante Dios. El buen hijo confía, ama, goza junto al padre. Los niños están siempre bien dispuestos para oír cosas sobre Jesús. Y lo que oyen se les graba, al menos si se les ha explicado con amor. Pero los niños intuyen si el que habla está convencido o no. Y pensar que hay tantos niños que no saben hablar a Jesús...

 

 

 

2. Lo que se hace a un niño se le hace a Cristo. Lo mejor que se puede dar a un niño es ayudarle a vivir en gracia, a hablar con Jesús, a imitarle. No es tiempo perdido nunca, aunque las apariencias digan lo contrario. Los mejores apóstoles de la historia han gastado mucho tiempo en la educación cristiana de los niños. Pero ahora hay muchos niños que no saben ni sabrán nunca el catecismo. Faltan apóstoles que se ofrezcan...

 

 

 

 

206. LEMAS DEL APÓSTOL

 

 

 “¡Tengo sed!”.

                                               (Jn 19,28)

 

“He venido a prender fuego a la tierra,

¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!”.

                                              

(Lc 12,49)

 

 

 

1. Las palabras de Cristo, Buen Pastor, están grabadas a fuego en el corazón del apóstol. “Tengo sed”. Esta sed de Cristo espolea a los mayores sacrificios. No preguntes al apóstol  por qué no desmaya en la lucha. La sed de Cristo, hoy, es suficiente para poner en vela a los que le aman. Cristo tiene sed de tantos hombres y mujeres que se pierden, que no aman a Dios. Tiene sed de apóstoles que ofrezcan sus vidas por la labor. Tiene sed de ti...

 

 

 

2. El corazón de Cristo arde de amor al Padre y a los hombres sus hermanos. El mundo es un glaciar. Los hombres no aman a Dios ni se aman entre sí. Parece que solo se aman a sí mismos, pero ni aún eso, pues ese amor al margen de Dios es un suicidio. Por esto, Cristo quiere contagiar amor a los hombres. Pero necesita antorchas. Las cerillas que se apagan al primer soplo, no sirven. ¿Arde tu corazón con ese fuego del corazón de Cristo...?

 

 

 

 

207. JESÚS RUEGA POR MÍ

 

 

“Te ruego por ellos...

Santifícalos en la verdad...

Por ellos yo me santifico...”

 

                                               (Jn 17,9.17.19)

 

 

 

1. La tarea del apóstol es difícil. Lo que cuesta más es la conquista de la propia vida interior para transparentar a Cristo. Pero Cristo ha orado por mí, para que tenga éxito en esta santificación propia. La oración de Jesús es eficaz, ha sido escuchada. No me falta, pues, la gracia. Solo resta mi cooperación. ¿Me esfuerzo en la tarea de mi propia santificación...?

 

2. Cristo pidió y pide que sus apóstoles sean santos. Santo significa pensar y querer como Cristo. Pero eso es una lucha continua contra las inclinaciones que nos llevan al mal. Jesús se ofreció como víctima por nosotros para que nosotros supiéramos ser víctimas como él. Morir con él para resucitar con él. Mis palabras, pensamientos, deseos y obras, han de traducir a Cristo...

 

 

 

 

 

208. JESÚS RUEGA POR MI APOSTOLADO

 

 

 

“Ruego también por los que crean

en mí por la palabra de ellos,

para que todos sean uno,

como tú, Padre, en mí y yo en ti”.

 

                                               (Jn 17,20-21)

 

 

 

1. A veces el apostolado resulta difícil. Sobre todo cuando no se ve el fruto inmediato. Pero el apóstol no se desanima ni impacienta. Siembra evangelio, palabra de Cristo. Y lo siembra a todas horas y en cualquier circunstancia. Sabe que su tarea apremiante es sembrar. El agua y el crecimiento de la semilla lo dará Dios. Cristo garantiza, con su oración, el éxito de la empresa. ¿Sigo siendo optimista en los fracasos aparentes...?

 

 

 

2. El mejor fruto del apostolado es que la vida divina se prolongue en las almas. Es la vida de Dios Trino. Pero esta vida no se ve. Es cuestión de fe, de fiarnos de la palabra de Jesús. Dios se da a sí mismo en las almas de quienes lo aman. El apóstol de Cristo construye sagrarios y catedrales para Dios. Los hombres y las mujeres son cristianos, es decir de Cristo, en grado pleno, únicamente cuando están unidos a Dios y al prójimo en el amor de Cristo. Si esto se consiguiera, el mundo sería la gran familia de Dios y un paraíso anticipado. Pero para esta tarea se necesitan apóstoles que quieran morir cada día por Cristo...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

209. JESÚS ESTÁ PRESENTE

 

 

“Id..., haced discípulos...

Sabed que yo estoy con vosotros todos los días

Hasta el final de los tiempos”.

 

                                               (Mt 28,19-20)

 

 

1. El apóstol ha sentido en su interior la llamada de Cristo: “Id, enseñad”. Es un fuego abrasador que le consume y le espolea a convertir la vida rutinaria en fecundidad de Nazaret. El apóstol no teme ir a los confines del universo, ni teme un largo aprendizaje en el duro bregar de la vida cotidiana y de convivencia con los demás.

 

 

 

2. El apóstol no va solo. No es más que labios de Cristo, brazos de Cristo, pies de Cristo. Es Cristo quien salva, habla, ora, sana. Cristo invisiblemente, el apóstol visiblemente. Es fácil pasar por cualquier dificultad cuando Cristo está presente. Solo así se explica la vida de Javier, de Teresa, de Charles de Foucauld... ¿Cómo puedo descubrir esta presencia de Cristo en mi vida...?

 

 

 

 

210. MAESTRA DE APÓSTOLES

 

 

Fueron corriendo y encontraron

a María y a José, y al niño...

María, por su parte, conservaba

todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores

Dando gloria y alabanza a Dios.

 

                               (Lc 2,16.19-20)

1. La madre de Cristo sigue siendo madre del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia. Cristo nace de ella. Ahora, en las almas, también. Ser apóstol, dar a Cristo sin un amor filial a María, es inventar un cristianismo al margen de Cristo. A Cristo se le encuentra, hoy como ayer, en el ambiente maternal mariano. Los apóstoles se forman en este ambiente. No encontrarás ninguna excepción. Si conocieras, amaras e imitaras más a María, reina de los apóstoles, tendrías más celo de las almas... El apóstol ha de tener “afecto materno” como María (Vaticano II). ¿Amo así a los hombres...

2. El apóstol es muy dado a la vida interior. Como María. Precisamente porque ha de gastar su vida dando y transparentando a Cristo. Solo quien experimenta el encuentro personal con Cristo, se siente impelido a gastarse por él. De otra suerte, dice que quiere gastarse por Cristo, pero todo son palabras vacías. La norma es la de siempre: morir en Cristo para resucitar en él, tú y los demás. Si Cristo vive en tus pensamientos, deseos, palabras y obras, los demás encontrarán siempre a Cristo cuando se encuentren contigo...

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