Lunes, 11 Abril 2022 09:34

HOJA DIOCESANA CÓRDOBA El gozo del Evangelio”. 12• Nº 569 • 10/09/17

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HOJA DIOCESANA CÓRDOBA El gozo del Evangelio”. 12• Nº 569 • 10/09/17

ENCUENTRO DIOCESANO DE LAICOS Cartel del encuentro diocesano de laicos.

QUERIDOS HERMANOS EN EL SEÑOR, QUERIDOS HIJOS: 1. “Unidos para que el mundo crea” El Encuentro Diocesano de Laicos que hemos venido preparando durante el pasado curso tendrá su celebración, si Dios quiere, el próximo 7 de octubre de 2017. A él están convocados todos los seglares de la diócesis, acompañados de sus pastores y de los consagrados que viven y sirven en esta diócesis. El lema escogido: “Unidos para que el mundo crea” quiere expresar dos dimensiones muy entrelazadas en este evento. Por una parte, será una gran fiesta de comunión eclesial, porque procedentes de diversos lugares, carismas, misiones y tareas, todos confluimos en un solo corazón y una sola alma, en una misma diócesis o territorio, la diócesis de Córdoba. Y por otra parte, nos damos cuenta de la urgencia hoy más que nunca de esta comunión

 Índice

1. “Unidos para que el mundo crea”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 2. Evangelizar, tarea permanente e inaplazable. . . . . . . . . . . . . . . . . 3 3. Desafíos de la hora presente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 3.1. La identidad del laico/seglar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 3.2.

Ante un mundo indiferente e increyente. . . . . . . . . . . . . . . 4 3.3.

La familia, un campo privilegiado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 3.4. El gran reto de la educación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 3.5.

Cercanos a los pobres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

8 4. Visita pastoral, segunda vuelta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

8 5. Acción Católica General, propuesta para todas las parroquias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

9 6. Sínodo sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional (2018)”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

10 7. Ocio y tiempo libre para la evangelización. . . . . . . . . . . . . . . . .

10 8. La cultura, lugar de encuentro para la evangelización. . . . . . . .

11 9. Pastoral vocacional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 10. De la mano de María. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

12 1 «Cristianos laicos, Iglesia en el mundo» Como fermento en la masa, como el alma en el cuerpo carta pastoral de Mons. Demetrio Fernández González, Obispo de Córdoba, al inicio del curso 2017-2018 interna que suscite la admiración de quienes viven cerca de nosotros: “mirad cómo se aman”1 ; y este testimonio suscite la fe en el Señor, que nos une en un mismo Espíritu. “Unidos para que el mundo crea” viene sugerido por el mismo Jesús en su oración sacerdotal: “que todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21). El primer objetivo, por tanto, de este Encuentro es el gozo de habernos encontrado con Jesucristo y de pertenecer a su Iglesia, a la que hemos sido llamados y en la que hemos sido introducidos por el bautismo. Y a la Iglesia en este territorio concreto, que es la diócesis de Córdoba con toda su historia de santidad a lo largo de los siglos. Es una enorme gracia de Dios, que nunca acabaremos de agradecer. Y es una gracia añadida perseverar en la Iglesia, vivir en la Casa de Dios y disfrutar de sus dones, de los sacramentos, de la Palabra de Dios, del testimonio y la ayuda fraterna de los hermanos. Merece la pena celebrarlo para dar gracias a Dios, y hacemos fiesta por ello. El segundo objetivo es encontrarnos unos con otros, como una familia grande, que se encuentra en ocasiones importantes. Cada uno tiene su ritmo de vida, y su ritmo de vida cristiana. Celebra su fe, vive la Eucaristía, alimenta su vida cristiana en su propio ámbito de parroquia, comunidad, asociación, cofradía, grupo, etc. Ahí se siente acompañado por la Iglesia y colabora en la construcción de esta Iglesia, en la que cada uno de nosotros somos piedras vivas. Pero en alguna ocasión vale la pena levantar la mirada y extender la mano a tantos otros, que viven como nosotros en esta gran familia de los hijos de Dios. No estamos solos, somos muchos y estamos rodeados de mucha gente que vive su vida cristiana sin 1 “«Mirad cómo se aman», mientras ellos sólo se odian entre sí. «Mirad cómo están dispuestos a morir el uno por el otro», mientras que ellos están más bien dispuestos a matarse unos a otros” (Tertuliano 39, 1-18). ruido. Cuando se nos quiere hacer ver que esto de ser cristiano es algo del pasado, percibimos que tantos entre nosotros, incluso jóvenes, vibran con entusiasmo al encontrarse con Jesucristo, al pertenecer a su Iglesia. El tercer objetivo es el de salir al encuentro de nuestros contemporáneos. Pertenecemos a una Iglesia en salida, somos miembros de una Iglesia misionera. Vale la pena volver a escuchar el mandato misionero de Cristo: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio” (Mc 16, 15). No podemos permanecer encerrados en nosotros mismos, en nuestro grupo, en nuestra parroquia. La fe se fortalece dándola y es preciso tomar aliento en este Encuentro para afrontar la inmensa y gozosa tarea de la evangelización de nuestro entorno. Las gentes de nuestro tiempo necesitan a Jesucristo, nos están pidiendo a gritos que les llevemos esta buena noticia, aunque muchas veces expresen el rechazo. La tarea de la evangelización es la tarea más urgente de la Iglesia, y para eso necesitamos estar unidos dentro de la riqueza y variedad de carismas, caminos, experiencias de vida, etc. La Comisión preparatoria y la Delegación diocesana de apostolado seglar han venido preparándolo con todo detalle. Pedimos a Dios que este acontecimiento eclesial diocesano suponga un impulso en la vida de nuestra diócesis de Córdoba, donde –como en toda la Iglesia– en torno al 90 % de sus miembros son cristianos fieles laicos. 2 carta pastoral 2. Evangelizar, tarea permanente e inaplazable Evangelizar no es adoctrinar, y menos aún ideologizar. La evangelización no es la transmisión de una teoría o de una ideología. La evangelización es el testimonio de un encuentro. El Evangelio es una persona, Jesucristo, y el encuentro con él es un acontecimiento decisivo que va cambiando nuestra vida. Evangelizar, por tanto, es ante todo testimoniar con obras y palabras que nos hemos encontrado con Jesucristo, único salvador de todos los hombres. Esta universalidad y unicidad de la salvación de Cristo no nos lleva a posturas fundamentalistas ni excluyentes. La postura cristiana es una postura inclusiva de todo lo bueno que hay en el corazón de todo hombre y de toda situación humana. Todos están llamados a la salvación, por todos y para todos ha venido el Hijo de Dios a este mundo, a todos somos enviados como Iglesia evangelizadora. Nada más lejos de la postura “católica” que la exclusión de nadie por ningún motivo. Sólo queda excluido el que se autoexcluye, y siempre podemos tener la esperanza de que se convierta, de que vuelva. Ahora bien, no todo vale, no todo es verdad, no todo es bondad. En el corazón del hombre ha brotado también la cizaña, que no ha sembrado el Dueño del campo (cf. Mt 13, 24-30). En el corazón del hombre crecen las malas hierbas que el Maligno ha depositado. Ante cualquier situación la tarea primera será la del discernimiento sereno, con la luz de la Palabra de Dios y con la enseñanza permanente de la Iglesia en su Magisterio. No para excluir a nadie, sino para ofrecer a todos la salvación de Cristo, que incluye la conversión y está llena de misericordia. El mismo Jesús nos invita a cultivar ese campo con paciencia, pues no todo lo que parece malo lo es, ni todo lo que parece bueno lo es. Él nos pide una postura permanente de conversión personal que espera también en su momento la conversión del otro. En nuestro tiempo, somos invitados continuamente como Iglesia a la fascinante tarea de la evangelización y hemos de hacerlo con la alegría que brota del Evangelio. Llevamos en nuestras manos un tesoro, un gran tesoro, y hemos de transmitirlo con alegría y con gozo. El “gozo del Evangelio”, nos insiste el papa Francisco (Evangelii gaudium). Nuestro Encuentro Diocesano de Laicos quiere ser eso: un encuentro gozoso, celebrando la Eucaristía, que pone a Jesús en el centro de todo, al que acompañamos en procesión por las calles de la ciudad con las Cofradías de toda la diócesis, reflexionando sobre distintos temas en distintos talleres, que nos platean nuevos retos a los discípulos de Cristo, y con una ganas locas de evangelizar, de ser testigos de lo que hemos visto y oído. 3. Desafíos de la hora presente 3.1. La identidad del laico/seglar El fiel cristiano laico/seglar es un miembro de pleno derecho del Pueblo de Dios, en el que ha ingresado por el bautismo y ha confirmado su fe en el sacramento de la confirmación. En la Iglesia hay muchos caminos de santidad, pero todos estamos llamados a esa santidad personal, sea cual sea nuestro estado. “Esta es la voluntad de Dios: que seáis santos” (1Ts 4, 3). El laico no se define por lo que no es. No es religioso, no es pastor de este Pueblo de Dios. El laico se define por lo que es: miembro vivo de este Pueblo de Dios, llamado a la santidad siguiendo la vocación a la que Dios le llama y participando de lleno en la misión evangelizadora de la Iglesia, según su propio estado de vida. ¿Qué es lo específico del laico/ seglar cristiano? –La novedad de una vida auténticamente cristiana y su inserción en el mundo. El cristiano fiel laico se santifica y cumple su misión específica viviendo en el mundo, gestionando los asuntos temporales según Dios (LG 31), a modo de fermento en la masa, siendo para el mundo lo que el alma es para el cuerpo2 . “El ser y el actuar en el mundo son para los fieles laicos no sólo una realidad antropológica y sociológica, sino también y específicamente una realidad teológica y eclesial” (CHL 15h). El mundo es el caldo de cultivo del verdadero seglar cristiano, como el claustro es el ambiente natural de la vida monástica. Todos nos necesitamos mutuamente. En esta hora, todos percibimos la urgente necesidad de auténticos fieles laicos, que siembren en el mundo la vida nueva del Evangelio. En ese lugar –en el mundo– hace presente a Jesucristo y su Evangelio a través de la presencia activa y el testimonio explícito de su talante cristiano. En el ámbito de la familia, en el mundo del trabajo, en el campo de la cultura, en la presencia en la vida pública y en el cuidado de la casa común o verdadera ecología. Son los campos más específicos de los fieles laicos, que van tejiendo la historia de la humanidad. Estos dos polos, la configuración con Cristo y la inserción en el mundo, deben darse simultá- neamente. Si sólo hay inserción en el mundo, así también viven los paganos, y eso no transforma el mundo ni lo hace según Dios. Si sólo hay identificación con Cristo, sería una vivencia desencarnada e incoherente. La conversión de los fieles laicos debe tener presente constantemente estos dos polos. Y su lanzamiento misionero debe apuntar continuamente a estos dos frentes: el corazón de Cristo y el corazón del mundo. 2 Carta a Diogneto, cap.6. (escrita a finales del s. II). 3 Al inicio del curso 2017-2018 3.2. Ante un mundo indiferente e increyente El cristiano fiel laico, al estar inserto en el mundo, mezclado en los asuntos temporales, se encuentra muchas veces con un ambiente desfavorable, e incluso hostil, en medio del cual tiene la misión de ser testigo del amor misericordioso de Dios. La inmersión del Hijo de Dios, que desde el seno del Padre entró en este mundo y se hizo uno de nosotros al hacerse hombre, encontró desde el comienzo cierto rechazo que fue creciendo y acabó con él en la Cruz. “No había sitio para ellos en la posada” (Lc 2, 7), cuando iba a nacer el Niño en Belén. En su infancia, tuvieron que huir de las manos de Herodes y hacerse emigrantes en Egipto (Mt 2,13s), la vida cotidiana en el hogar familiar de Nazaret transcurre sin sobresaltos. Pero la vida pública es un drama que desemboca en el misterio pascual, en la Cruz y en la Resurrección. El misterio de la redención del mundo no está planteado desde situaciones placenteras que evitan toda incomodidad y van salvando el tipo como pueden. Por el contrario, Dios Padre ha planteado la redención del mundo en un desbordamiento de amor por su parte, amor más fuerte que todos los rechazos humanos, para vencer no por el camino de la fuerza, sino por el camino del amor que no se rinde. Ese amor que no se rinde se llama misericordia y está lleno de esperanza. El cristianismo ha sufrido persecución a lo largo de los más de veinte siglos que lleva de andadura. Así se lo ha predicho el Maestro en su Evangelio, y así se cumple3 . No sólo la persecución cruenta, la de los cristianos perseguidos en tantos lugares del mundo por causa de 3 Los anuncios de persecución para sus discípulos por parte del mismo Jesús son frecuentes: “Bienaventurados cuando os persigan y os insulten de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mt 5, 11) su fe, que les conduce al martirio. Cómo nos edifica y nos sostiene ese testimonio continuo de hombre y mujeres, jóvenes y adultos, a veces incluso niños y ancianos, que prefieren la muerte y todo tipo de crueldades antes que dejar a Jesucristo. Sino esa otra persecución más fina y sutil, la de nuestra sociedad de consumo en la que se descarta a los que no producen, la que busca el placer por todos los medios, la que busca la eficiencia visible a toda costa, la que aspira a la fama y halaga continuamente hasta hacer que el cristiano pierda su vigor. No es propiamente una persecución declarada, pero va debilitando la fuerza del Resucitado, que venció en la Cruz, y va generando cristianos debilitados, con escasas defensas, incapaces de evangelizar hoy a este mundo que se aparta progresivamente de Dios. El testimonio de estos cristianos debilitados no convence a nadie. La Iglesia en Occidente va perdiendo vigor no tanto por las persecuciones externas (esas más bien la fortalecen), sino por ese debilitamiento de una fe vivida cómodamente. Es lo que el papa Francisco llama mundanidad, que consiste en acomodarse a este mundo, viviendo con los parámetros de este mundo. Cuando esto sucede, la sal ya no tiene vigor para sazonar y dar sabor y sentido a la vida. Un cristiano así hace más daño que bien. El problema de la Iglesia en Occidente reside precisamente aquí, en una mediocridad que aburre incluso al que la vive. Pero además hay otra persecución, creciente en ciertos ambientes, que consiste en una invasión ideológica, que llega a mutar la esencia de la persona y de la sociedad, de la familia y de la convivencia humana e impone su visión de manera totalitaria. Con todos los medios de comunicación a su alcance, que favorecen su difusión. Llega a ser como una ideología de Estado, a la que todos deben someterse para sobrevivir. Asistimos verdaderamente a un fuerte cambio de época, con sus grandes posibilidades y con sus grandes retos. Ante todas estas persecuciones y sus distintas variantes, Jesús viene a decirnos: “No temáis... Yo estoy con vosotros hasta el final de la historia... Las puertas del infierno no prevalecerán contra mi Iglesia” (Mt 16, 18). “Tened valor, yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). Considero que este es uno de los retos más importantes a los que se enfrentan nuestros cristianos, al que nos enfrentamos todos en este momento histórico. Nuestro Encuentro Diocesano de Laicos quiere ayudarnos a tomar conciencia de que la evangelización a la que somos enviados cuenta con estas y otras muchas dificultades, pero es mucho mayor la fuerza del Evangelio, capaz de transformar el mundo como lo ha hecho a lo largo de tantos los siglos. La piedra del sepulcro ha sido rota por el Resucitado, y eso es irreversible. No venceremos con las armas ni con la violencia, sino con el amor; venceremos con la fuerza del Resucitado que nos ha dado su Espíritu Santo. Si miramos la vida de los santos, nos sentiremos alentados a esta preciosa tarea, porque también ellos, hombres y mujeres, han afrontado esta tarea con su precioso testimonio en medio de miles dificultades, en las que ha vencido el amor de Cristo. 3.3. La familia, un campo privilegiado “La alegría del amor (amoris laetitia) que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia [...]. El deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia. Como respuesta a este anhelo el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia” (AL 1). La Iglesia, después de dos Sínodos relativos a la familia (2014 y 2015) nos ha regalado el documento del Papa Francisco Amoris laetitia (2016), la alegría del amor, que vuelve a proponer la belleza del amor humano que se vive 4 carta pastoral especialmente en el matrimonio y en la familia. Tomando lo más bonito del mensaje del Vaticano II, del beato Pablo VI, de san Juan Pablo II y de Benedicto XVI (cap 3º), vuelve a presentar la altura del “misterio nupcial”, que incluye la sexualidad humana, con una visión positiva y entusiasta del amor humano, cuyo objetivo es la mutua complementación de los esposos y la transmisión de la vida y la educación de los hijos. El capítulo 4º es una presentación del amor humano, glosando el himno de la caridad de 1Corintios 13, y proyectando su luz sobre la caridad conyugal hasta el amor apasionado. Merece la pena releerlo una y otra vez, pues la Iglesia presenta aquí una gran novedad para nuestros contemporáneos, que están llamados a vivir el amor auténtico, gozarse en él, y hacer que este amor se convierta en el motor de la vida familiar y social. Servirá para los jóvenes que se preparan al matrimonio y para los que ya viven en matrimonio, y les servirá para revisar su experiencia a la luz de estas enseñanzas. Precisamente en este campo tan bonito y tan entusiasmante, muchos contemporáneos viven, sin embargo, el mayor dolor de sus vidas. “El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente” (RH 10), nos recordaba el papa Juan Pablo II en su primera encíclica, y cita el papa Francisco en este documento al hablar de la virginidad y el matrimonio (AL 161). Por eso, la Iglesia consciente de esta vocación al amor tan radical en todo corazón humano, donde la persona humana encuentra su felicidad y el sentido de la vida, quiere salir al encuentro de todos: de los que han encontrado en el matrimonio cristiano la plenitud de este camino, para ayudarles a vivirlo cada vez más intensamente e invitarlos a ser testigos de esta alegría del amor; y de los que están en camino de esa plenitud (todos los que se preparan al matrimonio) o los que han vivido alguna experiencia de fracaso en esta zona tan vital de sus vidas. La comunidad cristiana no quiere excluir a nadie, sino que quiere atender especialmente a los que tienen dificultades en este terreno para acogerlos e integrarlos adecuadamente en la comunidad eclesial. “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad” es lo que pretende el capítulo 8º, del que esperamos ulteriores aplicaciones. De ahí la importancia de la buena preparación de los sacerdotes y seminaristas en estos temas. También ellos son llamados a vivir el amor verdadero por el camino de la virginidad, tan estimulante para los que viven en matrimonio, al tiempo que en los matrimonios encuentran ellos gran estímulo para su vocación virginal. Necesidad de preparación de agentes laicos de pastoral familiar. Tiene especial importancia la preparación para el matrimonio en el itinerario previo de los novios. “Aprender a amar a alguien no es algo que se improvisa ni puede ser el objetivo de un breve curso previo” (AL 208). Reconociendo la validez de los Cursos breves (menos es nada), propongamos cada vez más itinerarios de formación para el matrimonio de uno o dos años de duración, con métodos interactivos, que propongan a los novios temas fundamentales y tengan la ocasión de recibir el testimonio de quienes van por delante experimentando la vida matrimonial. Ahora bien, casarse no será el final del camino, sino el comienzo de una convivencia, que ayudará a crecer a los esposos en las distintas etapas de su vida. Es especialmente importante el acompañamiento a los esposos jóvenes, que tienen que aprender a convivir, que afrontan la experiencia de la llegada de los hijos con todas sus alegrías y dificultades, que están sometidos al fuerte influjo de una mentalidad ambiental antinatalista, donde a partir del tercer hijo (o antes) un matrimonio se siente marginado por su fecundidad. Es necesario que todos conozcan su propia fertilidad para poder administrarla responsablemente. Para eso, debe generalizarse el conocimiento de los métodos naturales, y la Iglesia tiene la obligación de ponerlos al alcance en los COF y en las parroquias. El fácil recurso al anticonceptivo químico o mecá- nico no resuelve nada, por más generalizado que esté, sino que rompe la dinámica del amor verdadero. Urge que los esposos generosamente abiertos a la vida sean testigos humildes y valientes de este gran don ante los demás. “Las familias numerosas son una alegría para la Iglesia” (AL 167). Muchos matrimonios se apartan de la práctica sacramental a partir del incorrecto planteamiento de este tema, o, peor aún, muchos otros siguen acercándose a los sacramentos sin darle importancia alguna al correcto planteamiento de este asunto. Abunda en nuestra sociedad procurarse un hijo por vía de reproducción asistida, es decir, por la vía artificial de la fecundación in vitro, que el Magisterio de la Iglesia reprueba4 , mientras que apenas se conocen los nuevos caminos explorados por la Naprotecnologia5 . La Iglesia es amiga de la ciencia, la ciencia puede aportar grandes re- 4 “Son moralmente inaceptables desde el momento en que separan la procreación del contexto integralmente humano del acto conyugal”, Juan Pablo II, Enciclica Evangelium vitae (25.marzo.1995), 14.- Véase también: Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación: AAS 80 (1988) 70-102.- El Papa Francisco en Amoris laetitia 56: “La revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas”. Cuando más adelante valora la adopción y la acogida, las sitúa “frente a situaciones en las que el hijo es querido a cualquier precio, como un derecho a la propia autoafirmación” (n. 180). 5 Véase: www.naprotec.es. 5 Al inicio del curso 2017-2018 cursos a la vida de los matrimonios, pero no todo lo que la ciencia puede hacer es bueno moralmente para la persona humana. El hijo nunca es un derecho, el hijo siempre es un don, un don precioso de Dios y tiene derecho a nacer por la vía natural del abrazo amoroso de sus padres. Muchos se encuentran con un embarazo no deseado y no ven otra salida que el aborto procurado. No se puede arreglar un problema creando otro más grueso; matar a un hijo en el seno materno tiene consecuencias incalculables para la persona y para la sociedad. Dios perdona siempre, cuando la persona se acerca arrepentida, pero las huellas de este “crimen abominable” (GS 51) tardan en borrarse. El “Proyecto Raquel”6 acompaña a las madres que por cualquier razón abortaron voluntariamente o a las personas que intervinieron en el mismo. A través de este proyecto o similares, la Iglesia acompaña y acoge a sus hijos heridos para que experimenten el amor sanador de Dios. “Estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la «cultura de la muerte» y la «cultura de la vida». Estamos no sólo «ante», sino necesariamente «en medio» de este conflicto: todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente en favor de la vida”7 . 3.4. El gran reto de la educación Venimos aludiendo en años pasados a este importante reto, que no se resuelve, sino que se agrava cada año más. Después de varias leyes de educación en los últimos diez años, en nuestro país se habla continuamente de un “pacto educativo”, donde confluyan todas las partes interesadas en un diálogo franco que conduzca al consenso. 6 Véase: www.proyecto-raquel.com. 7 Juan Pablo II, Encíclica Evangelium vitae (25.marzo.1995), 28. No es fácil, pero ¿será posible? Las dificultades que han aflorado encuentran un escollo insalvable en la enseñanza de la religión en la escuela pública, y derivadamente en la concertación con fondos públicos de la escuela católica, con su ideario propio. Es curioso que en una convivencia democrática se admita todo, menos al Dios de los cristianos. Ante el tema religioso se plantea el veto, como si Dios fuera el principal obstáculo para una convivencia en la paz. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 26) y nuestra Constitución española (art. 27) reconocen el derecho fundamental de todos los ciudadanos a la educación y la libertad de los padres a elegir la educación que quieran para sus hijos. Surgen iniciativas sociales al servicio de este derecho, como son las escuelas de la Iglesia u otras privadas y se pone en cuestión el sostenimiento con fondos públicos de estas iniciativas. “Por una escuela única, pública y laica”, reza el slogan de esa postura. Es una postura excluyente, totalitaria, que excluye a Dios por principio y excluye toda iniciativa que cuente con esta perspectiva. Así, nunca llegaremos a un acuerdo, porque se parte del planteamiento de que Dios estorba y no se admite que haya ciudadanos que tengan a Dios como norte de sus vidas. A lo sumo se les tolera en la esfera privada (no sé hasta cuándo), pero les está prohibido proyectar la experiencia de Dios en la vida pública y en el campo de la enseñanza. A la expulsión de Dios del mundo educativo le sigue la extorsión del hombre, imagen de Dios. Se quiere romper toda relación con el Creador hasta el extremo de negar toda huella natural en la biología de la persona humana. La ideología de género que va permeando la sociedad no admite ninguna huella biológica que clarifique la identidad sexual de la persona. Todo lo ha de decidir el sujeto. El Papa Francisco nos enseña: “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender [ideología de género], que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo». Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separar»... No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada” (AL 56). Educar en la libertad, en la solidaridad, en el respeto al otro, en la creatividad, desarrollando las propias capacidades no está en oposición a educar en el amor de Dios, el amor que recibimos y el amor con que correspondemos. Por el contrario, Dios es la principal fuente de libertad: si no servimos a Dios, serviremos a los ídolos y seremos esclavos de nuestras propias esclavitudes. La principal escuela de solidaridad la tenemos en Jesucristo, que ha entregado su vida para que nosotros tengamos vida abundante. El respeto al otro viene propiciado por la consideración de que es hijo de Dios y hermano nuestro, su dignidad más grande le viene de ahí; 6 carta pastoral escuchar sus interrogantes y han sabido dialogar serenamente, que han dado respuesta a sus inquietudes. Para ello, el profesor debe cultivar su vida de fe, debe mantener un permanente diálogo interior fe/razón, sin miedo a lo que las ciencias hoy nos presentan, en una formación permanente que busca fundamentos para dar razón de su fe y de su esperanza. No basta la capacitación profesional, es necesario el cultivo permanente de la fe y de las razones para creer. He aquí un reto especialmente importante: los laicos presentes en el mundo de la educación. Ciertamente es un puesto de trabajo, y es un puesto digno, que hemos de procurar dignificar cada vez más. Pero no se cumple con él solamente echando las horas que corresponda. Es preciso que el educador católico sea católico a fondo y que realice su trabajo como verdadera vocación y misión evangelizadora. He aludido anteriormente a la diferencia entre adoctrinamiento y evangelización. Adoctrinamiento es imponer una idea a otro, y hacerlo incluso con motivaciones bastardas. Evangelización, sin embargo, es proponer una vida nueva –la que brota del encuentro vital con Cristo– con el propio testimonio y su explicación correspondientes, es una tarea que genera libertad, nunca acoso. El educador católico es un testigo del encuentro con Cristo, que ayuda a sus alumnos a encontrarse con él. Por eso, hemos de proponer continuamente a los educadores católicos cauces de formación permanente, de alimento de su espiritualidad laical y profesoral, de compartir con otros compañeros esta vocación y esta misión común: evangelizar el mundo de la enseñanza y de la educación. Convivencias, cursos, retiros y ejercicios espirituales, encuentros por zonas o vicarías. Toda la acción pastoral que se invierta en este campo tendrá efecto multiplicador, porque serán muchísimos los beneficiarios, los miles de alumnos a los que va destinada. y si es débil o pobre, genera una atracción como la que Dios siente por sus hijos más débiles. Toda creatividad es una chispa participativa de la cualidad divina con la que Dios ha creado el universo entero. La creación es vista como obra de Dios, un regalo que pone en nuestras manos para que cuidemos esa casa común. Y todas las capacidades vienen potenciadas, si se reconocen que son recibidas de Dios, como expresión de su amor. Entendemos que los no creyentes no participen de esta perspectiva, pero no entendemos que esta perspectiva quiera eliminarse de la convivencia, cuando hay tantos creyentes que la comparten y la demandan para sus hijos. Por eso, es muy importante que la Iglesia renueve su compromiso de estar presente en el campo de la educación, que es un campo privilegiado de evangelización, de encuentro con Jesucristo. Lo ha hecho siempre, con más dificultades incluso que las que hoy padecemos, y lo ha hecho con grandes frutos. Hoy es más necesaria que nunca esa presencia. Hoy tenemos que seguir ahí, asumiendo cada uno el papel que le corresponde. Y los laicos tienen una tarea imprescindible. La presencia cristiana en el mundo de la educación depende principalmente de los mismos educadores. Un educador cató- lico, cuanto más convencido esté de su fe, mayor bien hará a sus alumnos. Tanto en la escuela pú- blica como en la escuela católica concertada o privada. Tenemos urgente necesidad de educadores católicos, muchos más de los que tenemos. Cada vez mejor formados, con una profunda experiencia de Dios, y al mismo tiempo, con una gran capacidad de diálogo con el mundo en que vivimos. Que no eludan los temas calientes, sino que afronten a pecho descubierto el desafío de la increencia para transmitir serenamente la luz de la fe. A un alumno, niño, adolescente o joven, le quedará para siempre el testimonio de sus profesores, a los que ha visto rezar sinceramente, que han sabido 7 Al inicio del curso 2017-2018 8 carta pastoral 3.5. Cercanos a los pobres El Papa Francisco ha expresado en distintas ocasiones: “quiero una Iglesia pobre para los pobres” (EG 198)8 . “Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia” (Ib.). Los pobres no son solamente destinatarios de la acción evangelizadora de la Iglesia, sino protagonistas de esa evangelización. Ir a evangelizar a los pobres es ir a dejarse evangelizar por ellos, y en ese intercambio de dones percibir unos y otros la acción salvadora de Dios, ante el cual todos somos pobres criaturas, y menos aún, pobres pecadores. La opción preferencial por los pobres, que ya Juan Pablo II proclamó en diversas ocasiones9 , adquiere en el pontificado de Francisco una fuerza especial. Su estilo de vida, sus gestos de cercanía, sus enseñanzas continuas nos hacen muy presentes a los pobres y nos invitan constantemente a implicarnos, tendiendo nuestra mano al que lo necesita. “La belleza misma del Evangelio no siempre puede ser adecuadamente manifestada por nosotros, pero hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha” (EG 195). Es frecuente encontrarnos a los pobres a las puertas de las Iglesias, pero apenas los vemos dentro. ¿No podríamos invitarlos a entrar 8 Una idea repetida en el Aula conciliar del Vaticano II, que es tomada posteriormente por las distintas conferencias del CELAM, en el contexto latinoamericano de la teología de la liberación. La deriva marxista de esta opción, que considera a los pobres no en la perspectiva evangélica, sino en clave de lucha de clases, ha sido aclarada por la Santa Sede en dos documentos sucesivos: Libertatis nuntius (6.agosto.1984) y Libertatis conscientia (22.marzo.1986). En esta lí- nea de Magisterio, el Papa Francisco señala: “Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica” (EG 198). 9 Sobre todo en el discurso inaugural de la III Conferencia del CELAM (28.enero.1979). y a tener con ellos alguna celebración apropiada? Los pobres con frecuencia huelen mal e incluso pueden suscitar asco ¿Qué podría hacer la comunidad cristiana para dignificar su presencia? Tenemos que pasar de darles el euro que piden a darles a Jesucristo, que ha venido para ellos, especialmente para ellos y para todo el que se sienta pobre como ellos. En la conversión pastoral que hoy nos pide la Iglesia por medio del Papa Francisco –“sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo” (EG 27)–, hemos de situar cada vez más a los pobres en el centro de la vida de la Iglesia. Primero, como icono viviente de Cristo que sale a nuestro encuentro constantemente: “Lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40). Después, porque adoptamos cada vez más actitudes de humildad y pobreza en nuestro actuar como Iglesia; nada de prepotencia ni poderío. Si la Iglesia es rica en esperanza y en los dones que su Esposo le ha concedido es para darlo a los demás, no para orgullo propio o capitalización en nuestro propio favor; menos aún, para obtener beneficios temporales de esos dones que el Esposo ha dado a su Esposa la Iglesia. La Iglesia ha de renovar continuamente esa actitud proexistente (vivir para los demás), que la sitúa a la cabeza de las instituciones que hacen el bien. Y todo lo que tiene es para darlo, hasta la misma vida. Esta actitud de pobreza y desprendimiento ha sido siempre y hoy más que nunca un signo inequívoco de autenticidad y de credibilidad. Y en último término, porque los pobres –junto con la Eucaristía y los obispos– son el fundamento de la Iglesia. Agradezco sinceramente todo el trabajo que se hace desde Cáritas y desde todas las instituciones de Iglesia en favor de los pobres. En todas las Cáritas de la diócesis y en tantas iniciativas de Iglesia, la presencia de los laicos es fundamental, además de las personas de vida consagrada que han entregado su vida a este servicio por amor a Dios. Unos y otros llevan adelante el trabajo de cada día. Los años pasados de la crisis he comprobado cómo una legión inmensa de laicos constituyen una red de solidaridad por toda la diócesis, una solidaridad que brota del amor de Cristo y no es cuantificable en cifras económicas. Si Cáritas no existiera, habría que inventarla, como han inventado formas de caridad y servicio tantos Fundadores en la Iglesia. Y todos hemos constatado de cerca su buen funcionamiento en momentos de crisis. No nos durmamos en los laureles, porque el amor de Cristo nos apremia (2Co 5,14) y en este tema del amor siempre estamos en deuda (Rm 13,8). Nuestra pregunta sea: ¿qué más podemos hacer? Es mucho lo que tenemos por delante. Pero además de todo eso, es preciso que pasemos de la labor asistencial (que todavía es necesaria) a la labor de promoción integral, que incluye el anuncio del Evangelio, y más todavía a hacer que los mismos pobres protagonicen áreas de evangelización. 4. Visita pastoral, segunda vuelta Es tarea propia del obispo la Visita pastoral permanente a su dió- cesis. La primera vuelta ha tenido como objeto llegar a todos, en todos los lugares de la diócesis. Eso me ha dado la oportunidad de conocer a fondo esta diócesis que Dios me ha confiado. Ahora se trata más bien de una segunda vuelta, no tan exhaustiva, pero que quiere llegar de nuevo a todas las parroquias e instituciones donde la Iglesia está presente. “La Visita pastoral es una de las formas, confirmada por los siglos de experiencia, con la que el Obispo mantiene contactos personales con el clero y con los otros miembros del Pueblo de Dios. Es una oportunidad para reanimar las energías de los agentes evangelizadores, felicitarlos, animarlos y consolar- 9 Al inicio del curso 2017-2018 los...”. Animar, felicitar, consolar. Como el buen pastor, que prolonga a Cristo en medio de su pueblo. Y al mismo tiempo el obispo recibe el testimonio de tantos agentes evangelizadores, que fortalecen su fe. La Visita pastoral es, por tanto, Visita de Cristo a su pueblo, presencia del Señor, para constatar la acción del Espíritu santo en cada parroquia, comunidad, en cada cofradía, grupo o asociación. Para percibir lo que el Espíritu Santo dice a cada corazón y acoger de nuevo la llamada a evangelizar con el testimonio y con la palabra. La Visita pastoral es una ocasión de gracia extraordinaria para los fieles, para los consagrados, para los sacerdotes y para el obispo. Preparemos este encuentro en la fe y en la caridad, de manera que el paso del Señor no nos deje indiferentes. Este curso me propongo visitar toda la Vicaría de la Sierra, los tres arciprestazgos, en cada uno de los trimestres del curso. Es una zona homogénea con sus pobrezas y riquezas espirituales y materiales. Hay mucho rescoldo de fe en las familias y en las costumbres, pero hay también una secularización creciente, un planteamiento de la vida sin Dios. Y hay por tanto un reto apasionante de transmitir la fe y hacer discípulos de Cristo, sobre todo en la transmisión de la experiencia cristiana a los más jóvenes. Tomando todo lo bueno, purificando lo que esté torcido, y ofreciendo nuevos cauces para el agua siempre limpia y rejuvenecedora del Evangelio. 5. Acción Católica General, propuesta para todas las parroquias La Acción Católica General (ACG) ha celebrado su III Asamblea General en Santiago de Compostela en los primeros días de agosto de 2017, precedida de una peregrinación por el Camino de Santiago, en la que han participado un centenar de cordobeses, sobre todo jóvenes, con una nota de alegría y esperanza para todos. Ha sido un momento de gracia no sólo para esta asociación eclesial, sino para toda la Iglesia que camina en España. La presencia de más de veinte obispos y la participación de más de cincuenta diócesis (de las setenta españolas) indican el interés que ha suscitado este acontecimiento eclesial. Además de los asociados el Encuentro ha estado abierto a otros laicos de parroquia. Hemos tenido muy presente el discurso del Papa al Foro Internacional de Acción Católica (FIAC) el pasado 27 abril 2017: “La Acción Católica tiene que asumir la totalidad de la misión de la Iglesia en generosa pertenencia a la Iglesia diocesana desde la Parroquia”. Discípulos misioneros, nos insiste Francisco en Evangelii Gaudium. “Eviten caer en la tentación perfeccionista de la eterna preparación para la misión y de los eternos análisis, que cuando se terminan ya pasaron de moda o están desactualizados. El ejemplo es Jesús con los apóstoles: los enviaba con lo que tenían. Después los volvía a reunir y los ayudaba a discernir sobre lo que vivieron”, para no ser prisioneros del propio método por muy bueno que sea. “La Acción Católica debe convertirse en pasión cató- lica”, con el doble sentido de que para dar, para actuar, primero hay que recibir, hay que padecer previamente; y en el otro sentido de que la acción católica debe realizarse con pasión, poniendo toda la carne en el asador. “Es imprescindible que la Acción Católica esté en las cárceles, los hospitales, en la calle, las villas, las fábricas. Si no es así, va a ser una institución de exclusivos que no le dice nada a nadie, ni a la misma Iglesia”. Hemos recordado aquella Peregrinación a Santiago del año 1948, a la que asistieron cien mil jóvenes de Acción Católica de toda España, capitaneados por el venerable Manuel Aparici. Allí se consolidó el Movimiento de Cursillos de Cristiandad (MCC), que tan abundantes frutos ha dado a la Iglesia universal, particularmente en nuestra diócesis de Córdoba, y está llamado a seguir dando, si no se cierra en sí mismo, sino que “crece al desangrarse”. Estoy convencido de que MCC garantiza su fecundidad en la medida que se inserta en la parroquia, su “cuarto día” está en la parroquia, está en la ACG. La nueva Acción Católica General se propone suscitar un laicado bien formado, con clara identidad cristiana y eclesial, con capacidad de autogobierno seglar, en profunda comunión con los pastores y con vocación de inserción en el mundo en que vivimos, para transformarlo desde dentro según el Corazón de Cristo. Atrás quedan tantos frutos y tantas crisis. La refundación de la ACG no es un proyecto, es una realidad presente en la mayor parte de las diócesis españolas. Se perfila como el conjunto de los fieles laicos que viven en torno a la parroquia y a la diócesis y asumen como propios los planes pastorales parroquiales y diocesanos. Entre ellos, algunos son asociados a la ACG como tal, otros viven en el entorno de la parroquia sin asociarse, pero participando de ese mismo estilo y caminando juntos unos y otros. Existe también la Acción Católica Especializada, que tiene sus propios itinerarios y se dirige a un sector del pueblo de Dios (obreros, estudiantes, etc.). La nueva ACG es de más amplio espectro, incluye a todos los fieles de la parroquia en cuanto tales, atendiendo a los tres sectores de niños, jóvenes y adultos, pero formando todos una unidad y fomentando en la parroquia y en la diócesis la comunión eclesial. Notemos ese carácter “familiar”, es decir, que incluye a toda la familia: niños, jóvenes, adultos y ancianos. Amanece y se arraiga una ACG con empuje evangelizador, saliendo al encuentro del hombre contemporáneo y afrontando los graves retos de la evangelización hoy. Ojalá seamos capaces de extenderla a todas las parroquias de nuestra diócesis, de manera que esos fieles laicos que ya viven y actúan en las parroquias encuentren 10 carta pastoral su lugar en la ACG que les ofrece un sentido eclesial orgánico, una proceso formativo continuo y una fuerza común para la misión evangelizadora hoy. La pertenencia a la ACG garantiza el protagonismo que les corresponde a los fieles laicos en la tarea evangelizadora, una formación completa y equilibrada, una acción programada en sintonía con los planes pastorales de la dió- cesis y de la parroquia, libera de la excesiva dependencia del párroco de turno (que cuando él marcha, desaparece todo), y prepara para la presencia en la vida pública, en la que los seglares tienen su propio campo de acción. En este campo especialmente los fieles laicos necesitan de los sacerdotes. La puesta en marcha, la expansión y el sostenimiento de la ACG en nuestra diócesis dependen en gran parte de los párrocos, y no puede ser de otra manera, pues Jesucristo ha fundado su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles y sus colaboradores. El ministerio apostólico, prolongado por el sacramento del Orden, es un soporte necesario de toda realidad eclesial. Si además la ACG tiene a gala la plena comunión y colaboración con sus pastores, no podemos desentendernos unos de otros. Todos nos necesitamos, cada uno en su puesto según el don recibido para provecho de los demás. Que los párrocos descubran el gran valor de la ACG en el momento presente y miren al futuro, reconociendo el gran activo que supone para la Iglesia un laicado maduro, bien formado y que sabe autogestionarse. 6. Sínodo sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional (2018)” La Iglesia universal en su camino sinodal tiene en el horizonte próximo la celebración de la Asamblea ordinaria del Sínodo 2018 sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Desde Córdoba hemos estudiado los cuestionarios y hemos enviado las respuestas. Bastantes jóvenes se han involucrado en este trabajo. A la espera del Instrumentum laboris, después de haber respondido al cuestionario, queremos acercarnos a los jóvenes para pedir su protagonismo en la transmisión de la fe a sus contemporáneos. La inmensa mayoría de nuestros jóvenes cordobeses estudian, trabajan por un futuro mejor, son una verdadera esperanza para un mundo mejor. Es nuestro deber abrirles a la transcendencia, ayudarles al encuentro personal con Cristo, que les descubrirá cuál es su vocación, su lugar en el mundo, en el servicio a los demás. La peregrinación diocesana cada año a Guadalupe es un exponente notable de esta experiencia eclesial con jóvenes en nuestra diócesis, desde hace ya más de veinte años. El Adoremus cada jueves en la Casa de la Juventud de la ciudad, que tiene su réplica en otros varios lugares. La peregrinación a Santiago de la ACG a primeros de agosto pasado ha puesto a los jóvenes cordobeses en primer plano por su jovialidad y por su piedad. Varios obispos me felicitaron por ello. Bastantes jó- venes Scout de Córdoba han participado este verano en su Jamboré 2017 en Covaleda (Soria), donde se reunieron más de seis mil Scouts católicos. Otros muchísimos han tomado parte en distintos campamentos y convivencias de verano. Algunos han partido a misiones en el tercer mundo, a Calcuta, etc. en medio de múltiples privaciones. El próximo Congreso Nacional de Jóvenes Cofrades en Córdoba a finales de octubre 2017 es todo un programa de vida cristiana, que implica a los jóvenes de nuestras Cofradías. Son jóvenes, son cristianos, son una esperanza para nuestra diócesis y para el mundo. En ese clima cristiano, imbuido de fuertes testimonios de vida cristiana, los jóvenes aprenden a ser cristianos. Hoy los jóvenes no aguantan normalmente una instrucción tras otra, ni aunque sean las mejores catequesis. Los jóvenes prefieren ser protagonistas de sus propias experiencias, ser formados por medio de la acción, en una pedagogía activa dentro de la cual haya momentos de reflexión y catequesis, y sean introducidos en la experiencia contemplativa de la oración personal. Ciertamente, esto supone mucho trabajo de acompañamiento, de organización, de ejecución. Pero este es el camino de evangelización de los jóvenes, que luego se prolonga durante el curso pastoral con un plan de formación continua. La Delegación diocesana de la juventud ha de trabajar en íntima conexión con la Delegación de familia y vida, con la Acción Católica General (especialmente con la sección jóvenes) y con los jóvenes cofrades. No ir cada uno por su cuenta, sino establecer planes de formación comunes, acciones comunes, objetivos comunes de evangelización. Y junto a estos, pastoral universitaria y pastoral vocacional. La Peregrinación diocesana a Guadalupe acomuna mucho. Pero además, hay experiencias de “misión juvenil” que hacen a los jóvenes protagonistas de dicha evangelización, con gran provecho para los mismos jóvenes. En nuestra diócesis hay muchos jóvenes dispuestos a ello, hay que ponerlos en marcha. 7. Ocio y tiempo libre para la evangelización En todo este mundo juvenil un punto importante es el ocio y el tiempo libre. Hace unos años hemos apostado fuertemente por estas actividades, creando la Escuela de Ocio y Tiempo Libre “Gaudium”, porque estoy convencido de que si tales actividades están bien orientadas, son una magnífica ocasión para vivir y crecer en la vida cristiana. Este verano pasado tales actividades han experimentado un crecimiento excepcional. Muchos grupos, sobre todo de parroquias, han iniciado estas experiencias con resultados muy positivos. El albergue “Cristo Rey” de Villanueva de Córdoba, la casa del Rocío junto 11 Al inicio del curso 2017-2018 al Santuario de la Virgen y otros lugares, a los que se añadirá pronto la casa de Cáritas Diocesana en Torrox (Málaga). Sigamos por este camino, que incorpora a muchos padres, genera monitores propios en cada parroquia para continuar el trabajo pastoral durante el curso en catequesis u otras actividades complementarias. Dirigidas especialmente a niños/ as de poscomunión y adolescentes, hacen que en estas actividades de verano se impliquen jóvenes de distintas edades, a los que les hace mucho bien. Hemos de cuidar la identidad cristiana de estos campamentos, con tiempos de oración y de catequesis, en los que se cuida la actitud de servicio, la creatividad, el sentido del pudor, la sana diversión. Normalmente todos desean repetir. Cuidar durante el año la preparación de estos campamentos, la preparación de sus monitores, que han de convertirse en verdaderos testimonios cristianos ante los niños y adolescentes. Cuidar el tono de vida cristiana de todos los que participan en estas actividades. De lo contrario, se convertiría en un activismo llamado al fracaso, aunque se llene de niños. La Escuela de Ocio y Tiempo Libre “Gaudium” tiene un papel especial al fomentar este espíritu cristiano. No sólo es una Escuela que imparte títulos oficiales, sin los cuales estaríamos fuera de la ley. Es ante todo una Escuela de vida cristiana por medio del ocio y el tiempo libre. Expreso mi reconocimiento y gratitud a la labor que vienen realizando y les invito siempre a más. No pretenden ningún negocio personal, no aspiran a generar un Movimiento propio. Quieren servir a las parroquias y grupos que los solicitan, preparar a más monitores, implicar a más jóvenes. Su secreto estará en afinar cada vez más en el talante cristiano, que debe caracterizarlos. Sue- ño con un escuadrón de cientos o miles de jóvenes que se ponen al servicio de las parroquias como monitores de ocio y tiempo libre, y muchos de ellos prolongan su participación en grupos juveniles. Con ellos, ganamos el futuro. Lo considero como una preciosa labor pastoral, si vamos afinando cada vez más en su talante cristiano. 8. La cultura, lugar de encuentro para la evangelización Somos depositarios, en calidad de dueños, de todo un patrimonio cultural, que hemos de gestionar para la evangelización, es decir, para comunicar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo el gran valor del Evangelio, que se ha hecho cultura. “La síntesis entre cultura y fe no es sólo una exigencia de la cultura, sino también de la fe ... Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida”10. También en este campo, lo que hemos recibido en herencia es para darlo, para mostrarlo, para llevar a nuestros contemporáneos al encuentro con Dios por el camino de la belleza y de la cultura. Mostrar una obra de arte, mutilando su sentido religioso para el que fue realizada, es de un reduccionismo cultural inadmisible. No se trata de “añadir” el significado religioso de esa obra de arte, se trata de no mutilar el sentido religioso por el que fue realizada. Y teniendo a nuestra disposición un acervo cultural tan abundante, no podemos dormirnos a la hora de mostrarlo, y de mostrarlo en todo su sentido y valor religioso. La defensa del patrimonio cultural de la Iglesia no la hacemos desde una postura de propiedad exclusiva y excluyente, sino con un sentido evangelizador. No queremos que tales obras de arte o de patrimonio cultural sean despojadas de su auténtico valor, sean “mutiladas” por el secularismo de moda. No busca- 10 Juan Pablo II, Discurso al Congreso nacional de Movimiento eclesial de compromiso cultural (16.enero.1982), citado en la Carta de constitución del Pontificio Consejo para la Cultura (20.mayo.1982) mos el negocio económico, sino el servicio público de este patrimonio, procurando su buena conservación, su bella presentación e incluyo su auténtica interpretación. Empezando por el conjunto monumental Mezquita-Catedral, templo principal de la comunidad católica de Córdoba, y siguiendo por sus abundantes templos parroquiales y sus ermitas, la geografía diocesana está plagada de un patrimonio cultural que nos desborda: archivos, bibliotecas, retablos, imá- genes talladas o pintadas, orfebrería, telas, etc. Las administraciones públicas han retirado prácticamente la ayuda a la que tenemos derecho como ciudadanos, y cuando hay que restaurar y mantener este patrimonio tenemos que recurrir a la generosa aportación de los fieles católicos, que a pulso mantienen su patrimonio, que está al servicio de todos. La Catedral es una excepción al recibir recursos por razones de turismo. Pongamos al servicio de la evangelización todo este patrimonio cultural. Lo hemos recibido para compartirlo, sin perder la propiedad, que garantiza el fin para el que fueron creados tales obras o tal patrimonio cultural. Veamos la forma de poder explicar a todos los que nos visitan la belleza que contienen. Imaginemos y proyectemos formas nuevas de mostrar nuestro patrimonio: exposiciones, visitas guiadas, catequesis culturales, es decir, explicación de lo que estamos viendo y de su sentido religioso más profundo. Para muchos visitantes es el único contacto con el mundo religioso cristiano, para muchos servirá de verdadero “atrio de los gentiles”11, para muchos 11 Expresión de Benedicto XVI, proponiendo nuevos ámbitos de evangelización para los que buscan a Dios, aún siendo ateos: “Creo que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de “atrio de los gentiles” donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, a cuyo servicio está la vida interna de la Iglesia”: Benedicto XVI, Discurso a la Curia romana, 21.diciembre.2009. 12 carta pastoral otros puede servir de chispa que encienda el rescoldo de fe escondido en su corazón. La actualización del archivo diocesano y la modernización de su sala de investigadores es una preciosa aportación al mundo de la cultura, que nos sitúa en el máximo nivel de servicio cultural. La terminación del museo diocesano y el aula de interpretación será otro lugar cultural de primer orden. Iniciativas para difundir la cultura desde la Catedral, como el Foro Osio, merecen la máxima consideración por la calidad de sus actuaciones. Pero a niveles inferiores, desde cada parroquia se puede afrontar este capí- tulo de la evangelización a través de las obras de arte. No hay parroquia por pobre que sea que no tenga retablos, imágenes y tantos objetos de culto, que pueden ser explicados detenidamente a los niños, jóvenes y adultos que los visitan. Y en toda parroquia hay archivos parroquiales, que merecen todo el cuidado del mundo, y a los que se ofrece la digitalización gratuita desde el archivo diocesano. Felicito a los lugares donde se han decidido a crear un pequeño museo donde mostrar/ guardar los objetos de culto de manera digna. Todo esto sirve a la evangelización. Podemos incorporar a este campo cristianos fieles laicos jubilados civilmente y jóvenes que completan su formación y que son especialmente sensibles a este campo cultural. 9. Pastoral vocacional Aquí tenemos la “llave de la cosecha” en expresión feliz del beato Manuel Domingo y Sol, que dedicó su vida a la promoción de vocaciones sacerdotales. Cuando hablamos de las vocaciones al sacerdocio ministerial, no estamos pensando en una Iglesia clericalizada, no. El Pueblo de Dios y los fieles que a ella pertenecen ocupan el lugar primero y fundamental de este gran misterio, Cristo y su Iglesia. Y al servicio de ese Pueblo está el sacerdocio ministerial. Dos son las dimensiones esenciales de este Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia: la dimensión mariana y la dimensión petrina. La dimensión mariana consiste en la santidad que todo el Cuerpo recibe de su Esposo, Cristo. Tiene en María su referencia. La dimensión petrina es la articulación que ese mismo Cuerpo recibe de Cristo Cabeza, para vivificar a su Cuerpo. Su referencia es Pedro, prolongado en sus sucesores. La dimensión mariana es primera y fundamental, la dimensión petrina es imprescindible como prolongación de Cristo Cabeza. Este Pueblo de Dios es un pueblo articulado por su mismo Fundador, y en esa articulación un elemento esencial son los Apóstoles y sus sucesores los obispos y sus colaboradores los presbíteros y diáconos. Es decir, aquellos varones, elegidos por Dios y puestos al servicio de este Pueblo santo mediante el sacramento del Orden. Los obispos y los presbíteros prolongan a Cristo cabeza y esposo de la Iglesia, que es su cuerpo y su esposa. Sin ellos, no hay Eucaristía, no hay Iglesia. Por eso, son un elemento de primerísima necesidad para la supervivencia de la Iglesia en cualquier parte de la tierra y en cualquier época de la historia, son verdaderamente imprescindibles. Siendo esto así, es un gran don de Dios a su pueblo que haya suficientes ministros sagrados para la celebración de la Eucaristía y los sacramentos, y por eso hemos de pedir continuamente al Dueño de la mies que mande trabajadores a su mies (cf. Mt 9, 38). En este asunto especialmente hemos de pedirlo con la confianza de que se nos va a conceder, o como si ya lo hubiéramos alcanzado. Será la mejor forma de pedir en el nombre del Señor. No es ningún clericalismo, por tanto, pedir sacerdotes para la Iglesia. Si hay sacerdotes, habrá muchos más seglares y habrá vitalidad en las parroquias y en la diócesis. Agradecemos a Dios que este año ingrese un buen número de seminaristas en nuestros seminarios: una docena en el Seminario Mayor san Pelagio, media docena en el Seminario menor y los que sean asignados como nuevos para el Redemptoris Mater. Cada vocación es un milagro de Dios en estos tiempos y en estas circunstancias. Por tanto, seguimos rogando al Dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Y cuando suscita nuevas vocaciones, le damos gracias por lo bueno que es con nosotros. Una vez más se comprueba que el caldo de cultivo es la familia cristiana y el testimonio de los sacerdotes. Cada sacerdote debe tener como tarea prioritaria ésta de despertar y alentar las vocaciones al sacerdocio ministerial en su parroquia, en sus grupos, en su entorno. Cada familia debe orar para que en su seno alguno de los miembros sea llamado al sacerdocio o a la vida consagrada. 10. De la mano de María Pongamos nuestros ojos en María nuestra madre. Ella nos enseñará a ser discípulos misioneros de su hijo Jesús, nuestro Señor. Comenzamos el curso con la coronación pontificia de la Virgen de la Cabeza en Carpio y concluiremos el curso con la coronación pontificia de la Virgen del Carmen en Rute. Que ambos acontecimientos sirvan para incrementar la devoción filial a María. Ella nos proteja siempre como buena madre. Os bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. Córdoba, 1 de septiembre de 2017

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