Lunes, 11 Abril 2022 09:33

DIRECTORIO PARA EL MINISTERIO Y LA VIDA DE LOS PRESBITEROS

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           DIRECTORIO PARA EL MINISTERIO Y LA VIDA DE LOS PRESBITEROS

 

      El Sínodo de 1990 pidió que se redactara un Directorio para la vida sacerdotal y especialmente para la formación permanente. El Santo Padre acogió la petición y, con este objetivo, señaló claramente en Pastores dabo vobis las líneas básicas, invitando a "hacer un proyecto y establecer un programa, capaces de estructurar la formación permanente no como un mero episodio, sino como una propuesta sistemática de contenidos, que se desarrollo por etapas y tiene modalidades precisas" (PDV 79).

 

El contenido del Directorio

 

      El Directorio para el ministerio y la vida de los Presbíteros (Congregación para el Clero, 31.1.94) responde a estas indicaciones y ofrece un programa de vida sacerdotal concreto, especialmente para el sacerdote diocesano y en el Presbiterio.

 

      Al presentar la identidad del sacerdote (cap. I), el Directorio indica que ella "deriva de la participación específica en el sacerdocio de Cristo, por lo que el ordenado se transforma, en la Iglesia y para la Iglesia, en imagen real, viva y transparente de Jesucristo Cabeza y Pastor" (n.2).

 

      Las dimensiones de la identidad (trinitaria, cristológica, pneumatológica y eclesiológica) se resumen con estas palabras: "Nuestra identidad tiene su fuente última en la caridad del Padre. Al Hijo... estamos unidos... por la acción del Espíritu Santo. La vida y el ministerio del sacerdote son continuación de la vida y de la acción del mismo Cristo" (n.3). "Deberán ser fieles a la Esposa y como viva imagen que son de Cristo Esposo, han de hacer operativa la multiforme donación de Cristo a su Iglesia" (n.13). Las exigencias misioneras son una consecuencia necesaria: "Enviado por el Padre por medio de Cristo, el sacerdote pertenece de modo inmediato a la Iglesia universal... Todos los sacerdotes deben tener corazón y mentalidad misionera" (n. 14).

 

      En el ámbito de la comunión eclesial, el Presbiterio de la Iglesia particular deberá estructurarse como familia y fraternidad, donde el sacerdote debe encontrar todos los medios de santificación y de evangelización: "Es en el interior de la Iglesia, como misterio de comunión trinitaria en tensión misionera, donde se revela toda identidad cristiana y, por tanto, también la específica y personal identidad del presbítero y de su ministerio" ( n.21). "La fraternidad sacerdotal y la pertenencia al Presbiterio son elementos característicos del sacerdote" (n.25). "El Presbiterio es el lugar privilegiado en donde el sacerdote debiera poder encontrar los medios específicos de santificación y de evangelización" (n.27).

 

      La espiritualidad sacerdotal (cap. II) se presenta en el contexto actual, subrayando la actitud relacional con Cristo: "El sacerdote necesita tener una sintonía particular y profunda con Cristo, el Buen Pastor, el único protagonista principal de cada acción pastoral" (n.38). Esta espiritualidad se concretiza en la caridad pastoral: "La caridad pastoral constituye el principio interior y dinámico capaz de unificar las múltiples y diversas actividades del sacerdote" (n.43).

 

      A la luz de la caridad del Buen Pastor, el sacerdote se dedica a los ministerios (predicación, sacramentos, guía de la comunidad: "Existe una íntima unión entre la primacía de la Eucaristía, la caridad pastoral y la unidad de vida del presbítero" (n.48).

 

      El seguimiento evangélico (castidad, obediencia, pobreza) es una aplicación lógica de la caridad del Buen Pastor: ""El ejemplo es el Señor mismo... En su seguimiento, sus discípulos han dejado todo para cumplir la misión que les había sido confiada" (n.59).

 

      Esta espiritualidad será posible con el ejemplo y la ayuda de María Madre especialmente de los sacerdotes: "La espiritualidad sacerdotal no puede considerarse completa, sin no toma seriamente en consideración el testamento de Cristo crucificado... Todo presbítero sabe que María, por ser Madre, es la formadora eminente de su sacerdocio, ya que ella es quien sabe modelar el corazón sacerdotal" (n.68).

 

      Tanto la identidad (el ser y el obra sacerdotal) como la espiritualidad, necesitan una formación permanente adecuada, con indicación de las líneas doctrinales, objetivos y medios concretos (cap. III).

 

Espacio operativo para la Unión Apostólica

 

      La Unión Apostólica tiene como objetivo promover la fraternidad sacerdotal que deriva del sacramento del Orden y de la pertenencia al Presbiterio de la Iglesia particular, en comunión con el propio Obispo y con el Sucesor de Pedro. Por tanto, intenta vivir la "Vida Apostólica" en la fraternidad del Presbiterio diocesano, proponiendo posibilidades de vida fraterna, con un proyecto de vida personal y de grupo.

 

      El Directorio, al subrayar la importancia de vivir la realidad de gracia del Presbiterio (nn.25-27), invita a apreciar las "asociaciones" sacerdotales en el seno del Presbiterio (nn.29,88) y a poner en práctica la posibilidad de vida fraterna o comunitaria (nn.28-29,82,88) de acuerdo con la espiritualidad del sacerdote diocesano. Invita también a redactar un proyecto personal de vida sacerdotal (n.76).

 

      Nos encontramos, pues, en una ocasión tal vez irrepetible para la Unión Apostólica. Los Presbiterios de toda la Iglesia intentarán poner el práctica las indicaciones entusiasmantes y profundas del Directorio.  Qué "espacio operativo" (según la expresión de Pablo VI) queda para la Unión Apostólica?

 

      El Directorio favorece y deja espacio ala iniciativa privada, ya sea de los individuos que de los grupos sacerdotales. A la Unión Apostólica le queda, pues, este "espacio operativo" a nivel personal y grupal o de revisión de vida. Con un proyecto tal como lo desea Pastores dabo vobis (n.79) y el Directorio (n.76), la Unión Apostólica puede convertirse en levadura para la animación del Presbiterio en todas sus dimensiones: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Esta animación, por parte de la Unión Apostólica infundirá en estas cuatro dimensiones una línea más comunitaria y familiar, que es connatural a la "Vida Apostólica" del Presbiterio.

                                                           Juan Esquerda Bifet

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