QUINTA HOMILÍA DEL CORPUS CHRISTI (Primer día del Triduo del Sagrado Corazón de Jesús)

RETIRO MEDITACIONES PARROQUIA

                    QUINTA HOMILÍA DEL CORPUS CHRISTI     

                    (Primer día del Triduo del Sagrado Corazón de Jesús)

QUERIDOS HERMANOS: Nos hemos reunido este día del Corpus Christi para venerar, adorar y agradecer la presencia eucarística de Jesucristo, nuestro Dios y Señor. Este Cristo ahora viviente en la Hostia santa, que recorrerá nuestras calles esta mañana, es el mismo Cristo del evangelio, que ya permanece en nuestros sagrarios hasta el final de los tiempos, en amistad y salvación permanentemente ofrecidas.

Queridos hermanos: Está con nosotros aquí y ahora, en esta hostia santa, el cuerpo que se dejó tocar por un inmundo y un apestado de aquellos tiempos. Mirad cómo lo dice el evangelista. Se acercan a una aldea Jesús y bastante gente, mujeres, hombres y niños, una pequeña multitud. De pronto se oye un grito, un lamento, es alguien que pide socorro desde un basurero. No se ve a nadie. La gente aprieta el paso para pasar cuanto antes aquel mal olor. Mezclado entre la basura aparece un leproso, la gente huye con las narices tapadas, es un maldito, un castigado por la justicia de Dios, nadie le puede tocar, quien le toque queda impuro y debe ser purificado por el sacerdote. Jesús, el que está con nosotros y vamos a comulgar, es el único que se para, lo mira con amor y se acerca y lo toca; es el mismo evangelista el que nos lo cuenta sorprendido. El leproso ha quedado curado pero Jesús ha quedado manchado según la ley. Sin embargo, Jesús no va al templo para purificarse. Jesús lo ha hecho todo por amor, espontáneamente, no ha podido contenerse, no ha podido reprimir su compasión: es así su corazón, el corazón eucarístico de Jesús. Miremos y contemplemos ahora a este mismo Jesús en la Hostia santa que adoramos y comulgamos. Es el mismo con los mismos sentimientos.

Ahora es en Jericó, la ciudad de las palmeras. Otra vez la gente entusiasmada como siempre, no dejándole caminar ni comer ni descansar. Otra vez un grito desde la orilla del camino. Esta vez la gente no corre, pero le quiere hacer callar. Pero esta vez, como la otra vez y como siempre, Jesús lo ha oído y se para y hace que se pare toda la gente.  Ante los necesitados, Jesús nunca huye, Él siempre escucha:ADomine ut videam,@ASeñor, que vea.@Y aquel ciego vio y lo siguió, porque sus ojos ya no querían dejar de ver a la persona más buena y comprensiva del mundo. No lo puede remediar. Es así su corazón, el corazón de Jesús. Y ese corazón está aquí en el pan consagrado, en nuestros sagrarios.

Ahora es en Naím; se encuentra un cortejo fúnebre con una madre viuda, llorando a su hijo muerto, a quien va enterrar. Aquí nadie grita ni llama al maestro, porque van muy apenados y nadie, ni la misma madre, se ha dado cuenta de que pasa por allí el maestro ni sospecha que Jesús pueda prestarle alguna ayuda. Pero Él, sin que nadie le pida nada, se ha anticipado personalmente. Dice el evangelista Lucas: AEl Señor, al verla, se compadeció de ella y le dijo: no llores. Luego se acercó, tocó el féretro, los que lo llevaban se detuvieron; Él dijo: Ajoven, yo te lo mando, levántate@. Y se lo entrego a su madre.@Con su poder divino lo resucitó y nos demuestra que debemos fiarnos de su palabra: AYo soy la resurrección y la vida, en que cree en mí aunque haya muerto vivirá.@Y ese Jesús está aquí. Y tiene los mismos sentimientos. Y nos ama y se compadece de todos. No lo puede remediar, es así su corazón, el corazón eucarístico de Jesús.

HOMILIA DEL SEGUNDO DÍA DEL TRIDUO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS           

Ahora la escena es en el pórtico de Salomón. Es una multitud de hombres, muy selectos, doctores y peritos de la Ley. Quieren meterle en apuros, quedarle en ridículo y condenarle:AEsta mujer ha sido sorprendida en adulterio. La ley de Moisés manda apedrearla, tú qué dices?@No tiene escapatoria: o deja que apedreen a la mujer y dejará de ser misericordioso y la gente se alejará de Él, porque no cumple su doctrina de perdón a los pecadores,  o le apedrean a Él los fariseos, por no cumplir la ley. )ATú qué dices?@Y si nos lo hubieran preguntado a nosotros sabiendo que como consecuencia de ello, íbamos a perder nuestro dinero, nuestra salud o la misma vida, )qué hubiéramos respondido? Pero como dijo el filósofo: el corazón tiene razones que la razón no entiende ni se le ocurren, Jesús empieza a escribir en el suelo. ATú qué dices@y Jesús ha empezado a escribir, a decirles algo por escrito, no sabemos qué fue, quizás escribió sus pecados o hechos ocultos  de los presentes... no lo sabemos, pero ellos se largaron. Y el Corazón  de Jesús, el mismo que está en el sagrario, les habló a todos alto y claro a todos los presentes, para que nosotros también le oigamos: AEl que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.@Y nadie tiró la primera ni la segunda ni ninguna... y la mujer quedó sin acusadores.(Dios quiera que nosotros tampoco tiremos nunca piedras a los pecadores, que tratemos de conquistarlos para el perdón de Dios, que nunca los lancemos pedradas de condena a los hermanos! Que aprendamos esta lección de perdón y misericordia que nos da el Corazón de nuestro Cristo, el Corazón de Jesús que honramos.

Quiero recordar ahora ante vosotros un hecho que me impresionó tanto que todavía lo recuerdo. Fue en Roma,  en mis años de estudio. Con los obispos españoles del Vaticano II  vimos una película: EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO, de Pasolini, y nunca olvidaré los ojos de Cristo a la mujer adúltera y de la mujer adúltera a Cristo; fue de las cosas que más me impresionaron de la película y en mis predicaciones lo saco algunas veces. Qué vio aquella mujer en los ojos de Cristo, que no había visto antes jamás, y menos  en los que la explotaron durante su vida. Qué ternura, qué perdón, qué amor para que saliera de aquella vida de esclava...Aquella mujer no volvió a pecar.

Santa adúltera, ruega por mí al Señor, que yo también sienta su mirada de amor, que me enamore de Él y me libere de todos lo pecados de la carne, de los sentidos, que ya no vuelva a pecar. Santa adúltera, que le mire agradecido como tú y nunca me aparte de Él.

 Los ojos de Cristo son  lagos transparentes en los que se reflejan todas las miserias nuestras y quedan purificadas por su amor, por su compasión, por su perdón....nunca miró con odio, envidia, venganza.  A)Nadie te ha condenado?, yo tampoco, véte en paz y no peques más.@Y la mujer quedó liberada de morir apedreada y fue perdonada de su pecado.

Sin embargo, ante aquellos cumplidores de la ley,  Jesús quedó ya condenado como todos los que se atreven a oponerse a los poderosos. Quedó condenado a muerte en el mismo momento  que perdonó a la mujer. Pero el Corazón de Jesús es así, no lo puede remediar, es todo corazón. Y murió en la cruz por todos nuestros pecados, por los pecados del mundo.

Y ese corazón está aquí, y lo estamos adorando y lo vamos a comulgar.  Y hoy los papeles se han cambiado, porque Cristo sigue siendo el mismo, pero los pecadores no quieren reconocer su pecado. Cristo reconoció, pero perdonó el pecado de la adúltera: “No quieras pecar más,” le dijo a la mujer. Hay que rezar por los pecadores, para que reconozcan su pecado y se acerquen a Cristo que no le condena, sino que les quiere decir lo mismo: no pequéis más. Pero esto el mundo actual no quiere reconocerlo, no quiere reconocer que peca. Y para ser perdonados, todos, ellos y nosotros, sólo hace falta acercarse a Él y  convertirse a Él un poco más cada día para ir teniendo todos un  corazón limpio y misericordioso como el suyo, para que Él vaya haciendo nuestro corazón semejante al suyo. Déjate purificar y transformar por Él. Para eso viene en la comunión, para eso se queda en el sagrario, para animarnos, ayudarnos, revisarnos y purificarnos. ¡Corazón limpio y misericordioso de Jesús, haced mi corazón semejante al tuyo!

CUARTA HOMILÍA DEL CORPUS CHRISTI

             (Tercer día del Triduo al Sagrado Corazón de Jesús)

QUERIDOS HERMANOS: Estamos celebrando la fiesta del Corpus Christi. Todo cuerpo tiene un corazón, es el órgano principal, si el corazón se para, el hombre muere. ATe amo con todo mi corazón,@Ate lo digo de corazón...@son expresiones que indican que lo que hacemos o decimos es desde lo más profundo y sincero de nuestro ser, con todas nuestras fuerzas. Pues bien, este cuerpo de Cristo Eucaristía que hoy veneramos, tiene un corazón que es el corazón del Verbo Encarnado. El corazón eucarístico de Cristo es el que realizó este milagro de amor y sabiduría y poder de la Eucaristía. Este corazón, que está con nosotros en el sagrario y que recibimos en la Comunión, es aquel corazón, que viendo la miseria de la humanidad, sin posibilidad de Dios por el pecado y viendo que los hombres habíamos quedado impedidos de subir al cielo, se compromete a bajar a la tierra para buscarnos y salvarnos: APadre, no quieres ofrendas y sacrificios, aquí estoy yo para hacer tu voluntad@.

Este corazón, centrado en el amor al Padre y al hombre, con una entrega total y victimal hasta la muerte, es el corazón de Cristo que Ame amó y se entregó por mí@,en adoración y obediencia perfecta al Padre hasta el sacrificio de su vida. Y este corazón está aquí y en cada sagrario de la tierra y este corazón quiero ponerlo hoy, en este día de la festividad del Corpus, del Cuerpo de Cristo, como modelo del nuestro, como ideal de vida que agrada a Dios y salva a los hermanos.

Este corazón eucarístico de Cristo, puesto en contacto con las miserias de su tiempo: ignorancia de lo divino, odios fratricidas, miserias de todo tipo, incluso enfermedades físicas, morales, psíquicas... fué todo salud, compasión, verdad y vida. Por eso, sabiendo que está aquí con nosotros, en el pan consagrado, ese mismo corazón de Cristo, porque no tiene otro, debemos  ahora meditar en este corazón que nos amó hasta el extremo en su Encarnación y en el Gólgota, que nos amó y sigue amándonos hasta el extremo en la Eucaristía, pero como de esto ya he hablado en otras fiestas del Corpus, hoy vamos a fijarnos en los rasgos de su corazón amantísimo reflejado en sus palabras que escuchamos esta mañana desde su presencia eucarística y que le siguen saliendo de los más íntimo de su corazón. A través de la lengua, habla el corazón de los hombres.

Jesús, el predicador fascinante que arrastraba las multitudes, haciendo que se olvidaran hasta de comer, el que se sentía bien entre los sencillos y plantaba cara a los soberbios, el que jugaba con los niños y miraba con amor a los jóvenes y con misericordia a los pecadores, tenía el corazón más compasivo y fuerte de la humanidad. Vamos a fijarnos hoy en algunas de sus palabras, que hoy nos las dice  desde el sagrario y  le retratan y le dibujan ante nosotros como en un lienzo bellísimo, en una figura con ojos misericordiosos, llenos de ternura, con su corazón compasivo y lleno de perdones, con sus manos que nunca se cansaron de hacer el bien:

BAYo soy el pan vivo que ha bajado del cielo@para estar cerca de los hombres y alimentar y fortalecer la debilidad y el cansancio humano con mi energía divina de amor renovado, de entrega, de entusiasmo, servicio.

BAYo soy la luz del mundo@, nos repite todos los días desde el sagrario, para iluminar vuestra oscuridad de sentido de la vida: por qué existimos, para qué vivimos, a donde vamos.... yo soy la luz de la verdad sobre el hombre y su trascendencia.

BAYo soy el pastor bueno,@Ayo soy la puerta@para que el hombre acierte en el camino que lleva a la eternidad, al amor de Dios, a los pastos del amor fraterno, al servicio humano y compasivo de las necesidades humanas, yo soy la puerta de vida personal o familiar honrada, yo soy la puerta de los matrimonios verdaderos, para toda la vida, de las familias unidas, que superan todas las dificultades, de unión y la paz entre los hombres, entre los vecinos.

BAYo soy el Camino, la Verdad y la Vida,@todo está en mí para vosotros, para que no caigáis en las cunetas del error, de la muerte, de los vicios y pecados que quitan al hombre la libertad, la alegría y lo reducen a las esclavitudes de los vicios, al vacio existencial.

BAYo he venido a salvar lo que estaba perdido@AYo he venido para que tengáis vida y la tengáis abundante@, os he pensado y creado desde el Padre por amor, os he recreado por amor como Hijo desde la Encarnación, os he redimido y he sufrido la muerte para que tengáis vida eterna, y por la potencia de mi Espíritu, consagro el pan en mi cuerpo y sangre para la salvación del mundo.

BAYo he venido a traer fuego a la tierra y sólo quiero que arda@:que ardan de amor cristiano los matrimonios, que ardan de amor y perdón los padres y los hijos, que los esposos ardan de mi amor y superen todos los egoísmos, incomprensiones, que ardan de amor verdadero los jóvenes, los novios, sin consumismos, sin reducirlo solo a cuerpo.... el amor de los míos tiene que ser humilde y sin orgullo, sincero y generoso como el mío, dador de gracias y dones, sin cansancio, sin egoísmos, con ardor y fuego humano y divino.

BASi alguien tiene sed que venga a mi y beba.... un agua que salta hasta la vida eterna..,@es el agua de la vida de gracia, la vida eterna, la misma vida de Dios que es su felicidad eterna, la que quiere compartir con cada uno de nosotros.

Queridos hermanos: repito e insisto: ese corazón lo tenéis muy cerca, late muy cerca de nosotros en la Eucaristía, en la comunión, en el sagrario, está aquí. Pidamos la fe necesaria para encontrarlo  en este pan consagrado, pidámosle con insistencia: ASeñor, yo creo, pero aumenta mi fe@.Vivir en sintonía con este corazón  de Cristo significa amar y pensar como Él,  entregarse en servicio al Padre y a los hombres como Él, en ayuda a todos,  especialmente a los más necesitados, es aceptar su amistad ofrecida aquí y ahora. Esto es lo que pretende y desea con su presencia eucarística. Para esto se quedó en el sagrario. Y esto es lo que le pedimos con fe y amor.

Y lo mismo pasó con su amigo Lázaro. En aquella ocasión dicen los evangelios que se emocionó y lloró. Es que siente de verdad nuestros problemas y angustias. Le dió pena de sus amigas Marta y María, que se habían quedado solas, sin su hermano. Fueron a la tumba y allí lloró lágrimas de amor verdadero, nos lo dicen testigos que lo vieron. Y Lázaro resucitó por su palabra todopoderosa. Y luego todos lloraron de alegría. Y nosotros también lloramos de emoción, de saber que es el mismo, que está aquí con nosotros, que nos ama así, como nadie puede amar, porque así lo ha querido Él, que es Dios y todo lo puede, y le hace feliz amándonos así y este es el camino de amor, misericordia y perdón que Él ha escogido para encontrarse con nosotros, para relacionarse con el hombre. Y Él es Dios, es decir, no nos necesita. Todo lo hace gratuitamente. Su corazón es así, no lo puede remediar, así es el corazón eucarístico de Jesús.

Y como este amor hacia nosotros es verdadero, no es comedia sino que le nace de lo más profundo de su corazón, en algunas ocasiones, llevado e impulsado por él, está dispuesto a jugarse la vida.

TERCERA  MEDITACIÓN

HEMORROÍSA DIVINA, CREYENTE, DECIDIDA, ENSÉÑAME A TOCAR A CRISTO CON FE Y ESPERANZA. (Comentario al evangelio de Mateo 9, 20-26)

AMientras les hablaba, llegó un jefe y acercándosele se postró ante El, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá. Y levantándose Jesús, le siguió con sus discípulos. Entonces una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó la orla del vestido, diciendo para sí misma: con sólo que toque su vestido seré sana. Jesús se volvió, y, viéndola, dijo: Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado. Y quedó sana la mujer desde aquel momento.@

Seguramente todos recordaréis aquel pasaje evangélico, en el que se nos narra la curación de la hemorroisa. Esta pobre mujer, que padecía flujo incurable de sangre desde hacía doce años, se deslizó entre la multitud, hasta lograr tocar al Señor:ASi logro tocar la orla de su vestido, quedaré curada@, se dijo. AY al instante cesó el flujo de sangre.@  Y  Jesús... preguntó: AQuién me ha tocado?@No era el hecho material lo que le importaba a Jesús. Pedro, lleno de sentido común, le dijo: Señor, te rodea una muchedumbre inmensa y te oprime por todos lados y ahora tú preguntas, )quién me ha tocado? Pues todos. Pero Jesús lo dijo, porque sabía muy bien, que alguien le había tocado de una forma totalmente distinta a los demás, alguien le había tocado con fe y una virtud especial había salido de El. No era la materialidad del acto lo que le importaba a Jesús en aquella ocasión; cuántos ciertamente de aquellos galileos habían tenido esta suerte de tocarle y, sin embargo, no habían conseguido nada. Solo una persona, entre aquella multitud inmensa, le había tocado con fe.

Queridos hermanos: Este hecho evangélico, este camino de la hemorroísa,  debe ser siempre imagen e icono de nuestro acercamiento al Señor, y una imagen real y a la vez  desoladora de lo que sigue aconteciendo hoy día. Otra multitud de gente nos hemos reunido esta tarde en su presencia y nos reunimos en otras muchas ocasiones y, sin embargo, no salimos curados de su encuentro, porque nos falta fe. El sacerdote que celebra la Eucaristía, los fieles que la reciben y la adoran, todos los que vengan a la presencia del Señor, deben tocarlo con fe y amor para salir curados. Y si el sacerdote como Pedro le dice: Señor, todos estos son creyentes, han venido por Tí, incluso han comido contigo, te han comulgado.....podría tal vez el Señor responderle: Apero no todos me han tocado@. Tanto al sacerdote como a los fieles nos puede faltar esa fe  necesaria para un encuentro personal, podemos estar distraídos de su amor y presencia amorosa, es más, nos puede parecer el sagrario un objeto de iglesia, una cosa sin vida,  más que la presencia personal y verdadera y realísima de Cristo.

Sin fe viva, la presencia de Cristo no es la del amigo que siempre está en casa, esperándonos, lleno de amor, lleno de esas gracias,  que tanto necesitamos, para glorificar al Padre y salvar a los hombres; y por esto, sin encuentro de amistad,  no podemos contagiarnos de sus deseos, sentimientos y actitudes.

En la oración eucarística, como Eucaristía continuada que es, el Señor nos dice: Atomad y comed.. Tomad y bebed...@y lo dice para que comulguemos, nos unamos a El. En la oración eucarística, más que abrir yo la boca para decir yo cosas a Cristo, la abro para acoger su don, que es el mismo, Cristo pascual, vivo y resucitado por mí y para mí. El don y la gracia ya están allí, es Jesucristo resucitado para darme vida, solo tengo que abrir los ojos, la inteligencia, el corazón para comulgarlo con el amor y el deseo y la comunicación-comunión y así la oración eucarística se convierte en una manera de continua comunión eucarística. Sin fe viva, callada, silenciosa y alimentada de horas de sagrario,  Cristo no puede actuar  aquí y ahora en nosotros ni curarnos como a la hemorroisa. No puede decirnos como dijo tantas  veces en su vida terrena:AVéte, tu fe te ha salvado@.

Y no os escandalicéis, pero es posible, que yo celebre la Eucaristía y no le toque, y tú también puedes comulgar y no tocarle,  a pesar de comerlo. No basta, pues, tocar materialmente la sagrada forma y comerla, hay que comulgarla, hay que tocarla con fe y recibirla con amor. Y )cómo sé yo si le toco con fe al Señor? Muy sencillo: si quedo curado,  si voy poco a poco comulgando con los sentimientos de amor, servicio, perdón, castidad, humildad de Cristo, si me voy convirtiendo en El y viviendo poco a poco su vida. Tocar, comulgar a Cristo es tener sus mismos sentimientos, sus mismos criterios, su misma vida. Y esto supone renunciar a los míos para vivir los suyos: AEl que me coma, vivirá por mí A, nos dice el Señor en el capítulo sexto de S. Juan. Y Pablo constatará esta verdad, asegurándonos: Avivo yo pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí@.

 Hermanos, de hoy en adelante vamos a tener más cuidado con nuestras Eucaristías y nuestras comuniones, con nuestros ratos de iglesia, de sagrario. Vamos a tratar de tocarle verdaderamente a Cristo. Creo que un momento muy importante de la fe eucarística es cuando llega ese momento, en que iluminado por la fe, que es a la vez luz y fuego, uno se da cuenta de que El está realmente allí, que está vivo, vivo y resucitado, que quiere comunicarnos todos los tesoros que guarda para nosotros, puesto que para esto vino y este fue y sigue siendo el sentido de su encarnación continuada en la Eucaristía.....Pero todo esto es por las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, que son las que nos llevan a Dios.

Hemorroisa divina, creyente, decidida y valiente,  enséñame a mirar y admirar a Cristo como tú lo hiciste, quisiera tener la capacidad de provocación que tú tuviste con esos deseos de tocarle, de rozar tu presencia con la suya, esa seguridad de quedar curado si le toco con fe, de presencia y de palabra, enséñame a dialogar con Cristo,  a comulgarlo y recibirlo;  reza por mí al Cristo que te curó de tu enfermedad, que le toquemos siempre con fe en nuestras Eucaristías, comuniones y visitas, para que quedemos curados, llenos de vida, de fe y de esperanza.

CUARTA MEDITACIÓN

SAMARITANA MÍA, ENSÉÑAME A PEDIR A CRISTO EL AGUA DE LA FE Y DEL AMOR.

(Comentario del evangelio de Juan 4,4-26)

ATenía que pasar por Samaria. Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, próxima a la heredad que dio Jacob a José, su hijo, donde estaba la fuente de Jacob. Jesús fatigado del camino, se sentó sin más junto a la fuente; era como la hora de sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: dame de beber, pues los discípulos habían ido a la ciudad a comprar provisiones.

Dícele la mujer samaritana: )Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, mujer samaritana? Porque no se tratan judíos y samaritanos. Respondió Jesús y dijo: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: dame de beber, tú le pedirías a El, y El te daría a ti agua viva. Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacar el agua y el pozo es hondo; )de dónde, pues, te viene esa agua viva? )Acaso eres tú más grande que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebió él mismo, sus hijos y sus rebaños? Respondió Jesús y le dijo: Quien bebe de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le diere no tendrá jamás sed, que el agua que yo de dé se hará en él una fuente que salte hasta la vida eterna.

Díjole la mujer: Señor, dame de esa agua para que no sienta más sed ni tenga que venir aquí a sacarla. El le dijo: Vete, llama a tu marido y ven acá. Respondió la mujer y le dijo: no tengo marido. Díjole Jesús: bien dices: no tengo marido porque tuviste cinco, y el que tienes ahora no es tu marido; en esto has dicho verdad. Díjole la mujer: Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que es Jerusalén el sitio donde hay que adorar. Jesús le dijo: Créeme, mujer, que es llegada la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. ...Díjole la mujer: Yo sé que el Mesías, el que se llama Cristo, está para venir, y que cuando venga nos hará saber todas las cosas. Díjole Jesús: Soy yo, el que contigo habla.@

Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en El por la palabra de la mujer, que atestiguaba: Me ha dicho todo cuanto he hecho. Así que vinieron a El y le rogaron que se quedase con ellos. Permaneció allí dos días y muchos más creyeron al oírle. Decían a la mujer: ya no creemos por tu palabra, pues nosotros mismos hemos oído y conocido que éste es verdaderamente el Salvador del mundo@

Polvoriento, sudoroso y fatigado el Señor se ha sentado en el brocal del pozo. Está esperando a una persona muy singular. Ella no lo sabe. Por eso, al llegar y verlo, la samaritana se ha quedado sorprendida de ver a un judío sentado en el pozo, sobre todo, porque le ha pedido agua. Este encuentro ha sido cuidadosamente preparado por Jesús. Por eso, Cristo no se ha recatado en manifestar su sed material, aunque le ha empujado hasta allí, más su sed de almas, su ardor apostólico:Asi conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber...@

Queridos hermanos: el mismo Cristo, exactamente el mismo, con la misma sed de almas, está sentado a la puerta de nuestros sagrarios, del sagrario de tu pueblo. Lleva largo años esperando el encuentro de fe contigo para entablar el deseado diálogo, pero tú tal vez no has sido fiel a la cita y no has venido a este pozo divino para sacar el agua de la vida. Él ha estado siempre aquí, esperándote como a la samaritana. Dos  mil años lleva esperándote.

Por fín hoy estás aquí, junto a Él, que te mira con sus ojos negros de judío, imponentes, pregúntaselo a la adúltera, a la Magdalena, a las multitudes de niños, jóvenes y adultos de Palestina....que le seguían magnetizados; (qué vieron en esos ojos, lagos transparentes en los que se reflejaba su alma pura, su ternura por niños, jóvenes, enfermos, pecadores, su amor por todos nosotros y se purificaban con su bondad las miserias de los hombres!  Todos sentimos esta tarde una emoción muy grande, porque hemos caído en la cuenta de que Él estaba esperándonos. Y, sentado en el brocal del sagrario,  Cristo te provoca y te pide agua, porque tiene sed de tu alma, como aquel día tenía más sed del alma de esta mujer que del agua del pozo. Cristo Eucaristía se muere en nuestros sagrarios de sed de amor, comprensión, correspondencia, de encontrar almas corredentoras del mundo, adoradoras del Padre, enamoradas y fervientes, sobre las que pueda volcarse y transformarlas en Eucaristías perfectas.

AHe aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres,  diría a Santa Margarita y, a cambio de tanto amor, solo recibe desprecios...@  Tú, al menos, que has conocido mi amor, ámame,  nos dice el Señor a los creyentes desde cada sagrario. ASi conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber...tú le pedirías y el te daría agua que salta hasta la vida eterna.....@

 El don de Dios a los hombres es Jesucristo,  es el mayor don que existe y que es entregado a los que le aman. Para eso vino y para eso se quedó en el sacramento. Si supiéramos, si descubriéramos quién es el que nos pide de beber... es el Hijo de Dios, la Palabra pronunciada y  cantada eternamente con Amor de Espíritu Santo por el  Padre: AAl principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios.... Todas las cosas fueron hechas por El, y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho. En El estaba la vida y la vida era la luz de los hombres... Vino a los suyos y los suyos no le recibieron@(Jn 1, 1-3,11). Pues bien, esa Palabra Eterna de Salvación y Felicidad, pronunciada con amor de Espíritu Santo por el Padre para los hombres, es El Señor presente en todos los sagrarios de la tierra. 

No debemos olvidar nunca que la religión cristiana, esencialmente, no son mandamientos ni sacramentos ni ritos ni ceremonias ni el mismo sacerdocio ni nada, esencialmente es una persona, es Jesucristo. Quien se encuentra con El, puede ser cristiano, porque ha encontrado al Hijo Único, que  conoce y puede llevarnos al Padre y a la salvación; quien no se encuentra con El, aunque tenga un doctorado en teología o haga todas las acciones y organigramas pastorales, no sabe lo que es auténtico cristianismo ni ha comenzado el  gozo eterno en el tiempo.

Es que Dios nos ha llamado a la existencia por amor, tanto en la creación primera como en la segunda, y siempre en su Hijo,  primero,  Palabra eterna pronunciada en silencio pero llena de amor en su esencia divina, luego hecha carne por nosotros en este mundo, para que vivamos su misma vida y seamos felices con su misma felicidad trinitaria, que empieza aquí abajo;  las puertas del sagrario son las puerta de la eternidad:ABendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda  bendición espiritual en los cielos; por cuanto que en El nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e inmaculados ante El en caridad, y nos predestinó a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para la alabanza del esplendor de su gracia, que nos otorgó gratuitamente en el amado, en quien tenemos la redención por su sangre, la remisión de los pecados@(Ef 1,3-7).

La religión, en definitiva, es todo un invento de Dios para amar y ser amado por el hombre, y aquí está la clave del éxtasis de amor de los místicos, al descubrir y sentir y experimentar que esto es verdad, que de verdad Dios ama al hombre desde y hasta la hondura de su ser trinitario, y el hombre, al sentirse amado así, desfallece de amor, se transciende, sale de sí por este amor divino que Dios le regala  y se adentra en la esencia de Dios, que es Amor, Amor que no puede dejar de amar, porque si dejara de amar, dejaría de existir. Esto es lo que busca el Padre por su Hijo Jesucristo, carne de pan por y  para nosotros.

AEn esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó...@(1J 4,8-10).

AVed qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios y lo seamos. Carísimos, ahora somos hijos de Dios, aunque aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es@(1Jn 3, 1-3).

           Por eso, ya puede crear otros mundos más dilatados y varios, otros cielos más infinitos y azules, pero nunca podrá existir nada más grande, más bello, más profundo, más lleno de vida y amor y de cariño y de ternuras infinitas que Jesucristo, su Verbo Encarnado. AY hemos visto, y damos de ello testimonio, que el Padre envió a su Hijo por Salvador del mundo. Quien confesare que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios Y nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es amor , y el que vive en amor,  permanece en Dios y Dios en él@(1Jn 4, 14-16).

          Y a este Jesús es a quien yo confieso como Hijo de Dios, arrodillándome ante el sagrario, y a éste es al que yo veo cuando miro, beso, hablo o me arrodillo ante el sagrario, yo no veo ni pan ni copón ni caja de metal o madera que lo contiene, Yo sólo veo a mi Cristo, a nuestro Cristo y ese es el que me pide de beber.... y si yo tengo dos gotas de fe, tengo que comulgarle, comunicarme con El, entregarme a El, encontrarle, amarle:ASi tú supieras quién es el que te pide de beber....@

Dímelo tú, Señor. Descúbremelo Tú personalmente. En definitiva, el único velo que me impide verte es el pecado, de cualquier clase que sea, siempre será un muro que me oculta tu rostro, me separa de Ti; por eso quiero con todas mis fuerzas destruirlo, arrancarlo de mí, aunque me cueste sangre, porque me impide el encuentro, la comunión total. ASi dijéramos que vivimos en comunión con El y andamos en tinieblas, mentiríamos y no obraríamos según verdad.@  AY todo el que tiene en él esta esperanza, se purifica, como puro es El. Todo el que permanece en El no peca, y todo el que peca no le ha visto ni le ha conocido@(1Jn 1,6; 3, 3,6).

Por eso, la samaritana, al encontrarse con Cristo, reconoció prontamente sus muchos maridos, es decir, sus pecados; los  afectos y apegos desordenados impiden ver a Cristo, creer en Cristo Eucaristía, sentir su presencia y amor; Cristo se lo insinuó, ella lo intuyó y lo comprendió y ya no tuvo maridos ni más amor que Cristo, el mejor amigo.

 Señor, lucharé con todas mis fuerzas por quitar el pecado de mi vida, de cualquier clase que sea:ALos limpios de corazón verán a Dios@.Quiero estar limpio de pecado, para verte y sentirte como amigo. Quiero decir con la samaritana:ADáme, Señor, de ese agua, que sacia hasta la vida eterna....@para que no tenga necesidad de venir todos lo días a otros  pozos de aguas que no sacian plenamente; todo lo de este mundo es agua de criaturas que no sacia, yo quiero hartarme de la hartura de la divinidad, de este agua que eres Tú mismo, el único que puedes saciarme plenamente. Porque llevo años y años sacando agua de estos pozos del mundo y como mis amigos y antepasados tengo que venir cada día en busca de la felicidad, que no encuentro en ellos y que eres Tú mismo.

 Señor,  tengo hambre del Dios vivo que eres Tú, del agua viva, que salta hasta la vida eterna, que eres Tú, porque ya he probado el mundo y  la felicidad que da. Déjame, Señor,  que esta tarde, cansado del camino de la vida,  lleno de sed y hambriento de eternidad, sentado junto al brocal del sagrario, donde Tú estás, te diga: Jesús, te deseo a Tí, deseo llenarme y saciarme solo de Tí, estoy cansado de las migajas de las criaturas, solo busco la hartura de tu Divinidad. Quien se ha encontrado contigo, ha perdido la capacidad de hambrear nada fuera de Tí. Contigo todo me sobra. Sin Tì todo me falta. Tú eres la Vida de mi vida, lléname de Ti.  ASolo Dios basta, quien a Dios tiene, nada le falta@.

QUINTA  MEDITACIÓN

EN LA EUCARISTÍA ESTÁ EL MISMO CRISTO DE PALESTINA Y DEL EVANGELIO, YA RESUCITADO

(Comentario del evangelio de Juan 9, 1-41)

APasando, vio a un hombre ciego de nacimiento...Diciendo esto, escupió en el suelo, hizo con saliva un poco de lodo y untó con lodo los ojos, y le dijo: vete y lávate en la piscina de Siloé Bque quiere decir Enviado.BFue, pues, se lavó y volvió con vista. Dijeron entonces los fariseos: )Qué dice tú de ese que te abrió los ojos? El contestó: Que es profeta.......Oyó Jesús que le habían echado fuera, y encontrándole, le dijo: )Crees en el Hijo del hombre? )Quién es, Señor, para que crea en El? Díjole Jesús: le estás viendo; es el que habla contigo. Dijo él: creo, Señor, y se postró ante El@

 

Queridos hermanos y hermanas: El mismo Cristo de Palestina, el mismísimo de la hemorroísa y de la samaritana, a las que les llenó de su amor y confianza en Él por la fe y les arrebató el corazón para siempre por el amor, el que curó al ciego de nacimiento, el mismo Cristo está aquí en este sagrario, en todos los sagrarios de la tierra. Al ciego de nacimiento, como a la samaritana, Él los  buscó para curarlos y luego, cuando éste, que antes había estado ciego y que ahora veía con los ojos de carne y de la fe,  fue expulsado de la sinagoga, Bporque ya con el afecto pertenecía a la Iglesia, pertenecía a Cristo, y no a la sinagoga,Bel Señor se le hizo el encontradizo, para ofrecerse como Mesías Salvador:AConoces tú al Hijo del Hombre? - quién es, Señor para que crea en él, - el que habla contigo,-- creo, Señor-- y se postró ante El.@

Hagamos nosotros lo mismo ahora, postrémonos ante el Señor, y hagamos un acto fe y de amor en Jesucristo,  presente en el pan consagrado. Está su mismo cuerpo, sangre, alma y divinidad que le hizo el  hombre más bello de la creación, el más atractivo sobre la tierra, Ael amado del Padre, en el que tenía todas sus complacencias@,al que le siguieron multitudes de hombres y mujeres, como narran los evangelios, que le  apretujaban por todas partes, en todos los sitios y, ensimismados por su doctrina de amor y de cielo, se olvidaban hasta de comer.  Está el mismo Cristo resucitado y glorioso del cielo, porque no hay dos Cristos, sino uno y el mismo siempre, sólo que ya transcendido del tiempo y del espacio, con una presencia metahistórica y eternizada.

Todo esto se hace presente en cada Eucaristía y se prolonga en la presencia eucarística Por eso, mirando al sagrario, podríamos decir, con santa Gertrudis: A...te ofrezco en reparación, Padre amantísimo, todo lo que sufrió tu Hijo amado, desde el momento en que, reclinado sobre paja en el pesebre, comenzó a llorar, pasando luego por las necesidades de la infancia, las limitaciones de la edad pueril, las dificultades de la adolescencia, los ímpetus juveniles, hasta la hora en que, inclinando la cabeza, entregó su espíritu en la cruz, dando un fuerte grito. También te ofrezco, Padre amantísimo, para suplir todas mis negligencias, la santidad y perfección absoluta con que pensó, habló y obró siempre tu Unigénito, desde el momento en que, enviado desde trono celestial, hizo su entrada en este mundo hasta el momento en que presentó, ante tu mirada paternal, la gloria de su humanidad vencedora.@(Liturgia de las Horas, III, pag 1370-71)

 

Es siempre el mismo y eternizado Cristo salido del Padre, encarnado en el seno de la dulce Nazaretana, de la madre fiel y creyente,  María; el mismo que curó y predicó y murió y está sentado a la derecha del Padre, que está cumpliendo su promesa de estar con nosotros, hasta el final de los tiempos.

 Nosotros, a veinte siglos de distancia, estamos ahora presentes y somos contemporáneos del mismo Cristo y podemos hablarle y tocarle como las turbas de entonces, como la hemorroísa,  para que nos cure; como la Magdalena, para que nos perdone; como el padre del lunático, para que nos aumente la fe; como Zaqueo, para hospedarle en nuestra casa y sentir su amistad; como los niños y niñas de su tiempo, a los que tanto quería y abrazaba,  como símbolos de la sencillez de espíritu, que debemos imitar sus seguidores, y recordando tal vez su propia infancia, tan llena de amor y ternura de José y  María.  Aquí está el mismo Cristo, no ha cambiado, a no ser que, con tanto desprecio y olvido por parte de los hombres, su carácter se haya agriado un poco. Es que son muchos los olvidos y abandonos que recibe de los hombres, es poca la reverencia y estima hacia su persona sacramentada de los mismos creyentes, incluso de los sacerdotes, como si el sagrario fuera un trasto más de la iglesia, muchas veces sin una mirada de cariño, de agradecimiento y así un año y otro..... menos mal que es solo a veces, porque siempre tiene amigos que lo miran, lo adoran y se atan para siempre a la sombra de su sagrario.

Siento sinceramente estos desprecios al Señor en el sagrario, porque Él no ha perdido el amor ni la capacidad ni los deseos de transfigurarse ante nosotros, como lo hizo en el Tabor ante Pedro, Santiago y Juan, y convertirse así en    cielo anticipado para los que le contemplan con fe y amor.  Cristo en el sagrario se entrega por nada; basta  un poquito de fe, de fijarse y pararse ante Él;  está tan deseoso de trabar amistad, que se vende por nada,   por una simple mirada de amor, por un poco de comprensión y afecto.

Mi primer saludo, cada mañana, cuando voy a la oración, debe ser mirarle fijamente en el sagrario y decirle: Jesús Eucaristía, Tú lo has dado todo por mí, con amor extremo, hasta dar la vida; también yo quiero darlo todo por Tí, porque para mí Tú lo eres todo, quiero que lo seas todo. 

Oh Señor, nosotros creemos  en Ti, te adoramos en el pan consagrado y nos alegramos de tenerte tan cerca de nosotros. Auméntanos la fe, el amor y la esperanza, que son los únicos caminos para llegar hasta Ti y unirnos por amor directamente contigo:ASeñor, yo creo, pero aumenta mi fe@; ASeñor, Tu lo sabes todo, Tú sabes que te amo@.

Y cuando lleguen las noches de fe, las terribles purificaciones de nuestra fe, esperanza y caridad, cuando el entendimiento quiere ver y razonar por su cuenta porque en el fondo no se fía de tu palabra, y  quiere probarlo todo y razonar todo: tu persona, tu presencia, tu evangelio, tus palabras y exigencias... incluso echar mano de exégesis y de teologías....la última palabra, el último apoyo es creer sin apoyos y lanzarse en pura fe, lanzarse a tus brazos sin sentirlos, porque no se ven ni se tocan ni sentimos tu aliento y cercanía,  pero Tú siempre está ahí  esperándonos y nos das tu mano, porque quieres ayudarnos, porque para eso te quedaste en el sagrario.  Tú quieres que me fíe totalmente de tu palabra,  que me fíe solo de Ti.... hasta el olvido y negación de todo lo mío, de todo apoyo humano y posible, de todo lo que yo vea y sienta, sin arrimos ni apoyo ni seguridades de nada ni de nadie.

Hasta los evangelios, en esas noches de fe, no dan luz ni consuelo ni certeza ni seguridad sensible;  )quién me asegura que sean verdad? Parecen más humanos que divinos...y todo se convierte en duda y  sospecha, )Cristo? )Buda?)Mahoma? Creación, Dios,  )Cristo en un trozo de  pan....? Es la noche de la fe y no sentimos tu presencia eucarística, como si no hubiera nada, solamente pan, y el sagrario más que casa del amigo fuera su tumba y sepulcro, la muerte terminó con todo, existió pero ha desaparecido para siempre... y entonces uno que vivía y quería vivir para Tí, se encuentra ahora sin sentido de vida y perdido,  como si  hubiera perdido el tiempo viviendo la fe, como si te hubiera perdido a Ti, como si Tu no existieras.

Por si esto no fuera suficiente, y aquí está otra causa de la tiniebla, esta noche, estos interrogantes se plantean porque ha llegado el momento de la verdad, la hora del éxodo, de la conversión, de dejar la tierra, las posesiones, la parentela, los consumismos, los propios criterios, los afectos desordenados, los pecados...... y esto cuesta sangre, porque ahora el Señor lo exige todo  y lo exige de verdad, para ser sus amigos... ASi alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga@(Mt 16,24). Hasta ahora todo había sido más o menos meditado, teórico, renuncias  que debían hacerse,  incluso predicadas a otros, pero ahora Cristo me exige la vida y claro, como me amo tanto, antes de entregarme de verdad, exijo garantías: )Será verdad Cristo? )Llenará de verdad su evangelio y su persona? )Estoy dispuesto a renunciar a la vida presente para ganar la futura? )Existe?.... Por aquí nos hace caminar el Señor para pasar de una fe heredada o puramente  teórica o apoyadas en fundamentos y consumismos humanos, a una fe personal y viva y divina.

 Esta situación ya durísima, se hace imposible, cuando además de la oscuridad de la fe, el amor y la esperanza, Dios permite que venga también la noche de la vida y nos visita el dolor moral, familiar o físico, la persecución injusta y envidiosa, la calumnia, los segundos o terceros o cuartos puestos injustamente y por envidia, los desprecios sin fundamento alguno...Y uno se pregunta: )dónde estás, Señor? )Cómo es posible que tú quieras o permitas esto? )por qué todo esto, Señor...? Sal fiador de mí.... pero tú no respondes ni das señales de estar vivo.....aunque estás ahí trabajando y purificándonos, totalmente entregado a tu tarea de podar todo lo que impida la amistad y el gozo pleno contigo, porque nos has amado y nos ama hasta el extremo de tus fuerzas, del amor y de la amistad, pero  nosotros no comprendemos ni sabemos que tengamos que purificarnos tanto, ni por qué ni cómo ni qué tiempo, porque no nos conocemos. 

Y es precisamente entonces, cuando los sentidos y las criaturas se sienten más y vuelven a darnos  la lata, los afectos, la carne, las pasiones personales, porque ahora les ha tocado el hacha, en su raíz, pero de verdad y por eso echan sangre, porque antes los teníamos, pero no nos habíamos metido en serio con ellos... ahora lo hace el Señor y los sentimos más vivos, auque ya están más mortificados pero estamos llegando a las raíces y se sienten más al vivo.....; cuando uno parece que se encuentra solo, sin Ti y sin tu ayuda,  como si Tu estuvieras muerto, y el pan solo fuera pan, sin Cristo dentro, la noche purificadora de nuestro  yo, que quiere imponer sus criterios racionales, egoístas y humanos sobre la fe, la muerte de  nuestros afectos carnales, que quieren  preferirse e imponerse a tu amor, de nuestras  pretensiones de tierra convertidas en nuestra esperanza y objeto de deseo, cargos y honores dentro de nuestro propio sacerdocio y vida apostólica, buscados y preferidos por encima de nuestra única esperanza que debes ser Tú,  cuando llegue la hora de morir a mi yo, que  tanto se ama y se busca continuamente por encima de tu amor y que debe morir, si quiero de verdad llegar a Tí,  échanos una mano, Señor, que nosotros no somos tan fuertes como Tu en Getsemaní, que te veamos salir del sagrario para ayudarnos y sostenernos, porque somos débiles y pobres, necesitados siempre de tu ayuda (no me dejes, Madre mía! Señor, que  la lucha es dura y larga la noche, es nuestro Getsemaní, es morir sin comprensión ni testigos de tu muerte, como tú, Señor,  sin que nadie sepa que estás muriendo, tú lo sabes bien, sin compañía sensible de Dios ni de los hombres, sin testigos del dolor y el esfuerzo, sino por el contrario, la mentira, la envidia,  la persecución injustificada y sin motivos.....tantas cosas que experimentamos....a veces de los mismos que nos presiden en tu nombre, pero que no entienden ni aceptan que se les indiquen  mejores caminos de vida cristiana o apostólica  o que se piense de forma distinta a la suya.... Señor, que entonces te  veamos salir del sagrario, para acompañarnos en nuestro calvario hasta la muerte del yo, para resucitar en contigo a una fe purificada, limpia de pecados  y empecemos ya  la vida nueva de amistad y experiencia gozosa y resucitada contigo.

Queridos amigos, es mucho lo que el Señor tiene que limpiar y purificar en nosotros, si queremos llegar a la amistad total con Él, a la  unión e identificación de amor con Él. Lo único que nos pide es que nos dejemos limpiar por Él para poder tener sus mismos sentimientos y actitudes y  gozo y verdad y vida. Y lo haremos, con su ayuda, aunque nos cueste, porque Alos sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá@(Rom 8,18). En estas noches y purificaciones hay que Aesperar contra toda esperanza@. Y es que hay que destruir en nosotros la ley del pecado que todos sentimos:AAsí experimento esta ley: Cuando quiero hacer el bien, el mal es el que me atrae. Porque me complazco ante Dios según el hombre interior, pero experimento en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me encadena a la ley del pecado que está en mis miembros. (Pobre de mí! )Quién me librará de este cuerpo que lleva a la muerte? Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor@(Rom 7,23-25).

Por todo esto, la necesidad de las noches del alma y de las purificaciones del entendimiento, de sus criterios puramente humanos; de la voluntad con sus afectos radicalmente desordenados, porque se pone a sí mismo como centro en lugar de Dios; de la memoria, que solo sueña con el consumismo, con vivir y darse gusto al margen de la voluntad de Dios e incluso contra su voluntad. Es necesaria la noche y la cruz y crucificarse con Cristo para resucitar con Cristo a su vida nueva, para celebrar la pascua del Señor, la nueva alianza en su sangre y en la nuestra, el paso definitivo desde mi yo hasta Cristo, para vivir la vida nueva de amar a Dios sobre todas las cosas, de entrega a los hermanos sobre nosotros mismos, de no buscar el placer, el dinero, la soberbia, los honores y primeros puestos como razón de la propia existencia....

Queridos hermanos, hay que purificarse mucho, Dios dirá, para llegar a la unión plena con Él, a la transformación total de nuestro ser y existir en Cristo, para que no sea yo sino Cristo el que viva en mí, para ser santos, para sentir a Cristo, para experimentarle vivo, vivo y resucitado....AOs ruego, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, grata a Dios. Este es vuestro culto razonable. Que no os conforméis a este siglo sino que os transforméis por la renovación de la mente, para que sepáis discernir la voluntad de Dios, buena, grata y perfecta@(Rom 12,1-2).

Cristo, por la Eucaristía, nos llama a identificarnos con Él, a tener su misma vida y hacernos con Él una ofrenda agradable a la Santísima Trinidad, en adoración perfecta, hasta dar la vida, con amor extremo. Esto es cristianismo, vivir por Cristo, con El y en El,  hacerse uno con El, vivir su misma vida, con sus mismos afectos y actitudes, y esto exige cambios y conversión radical de nuestro ser y vivir.ALos que viven según la carne, no pueden agradar a Dios... Quien no posee el Espíritu de Cristo, no le pertenece“ (Rom 8,8-10). APara llegar a tenerlo todo, no quieras tener nada...para llegar a poseer todo, no quieras poseer nada.@Las nadas de S. Juan de la Cruz no son teorías pasadas de moda, es la actualidad de toda alma que quiera llegar a la unión perfecta y total con Cristo: APor tanto, es suma ignorancia del alma pensar podrá pasar a este alto estado de unión con Dios si primero no vacía el apetito de todas las cosas naturales y sobrenaturales que le puedan impedir, según mas adelante declararemos@(1S 5,2). AEn este camino siempre se ha de caminar para llegar, lo cual es ir siempre quitando quereres, no sustentándolos; y si  no se acaban todos de quitar, no se acaba de llegar@(1S 11,6).

He leído muchas veces la primera carta de S. Juan  y  me impresiona las repetidas y clarísimas veces que insiste en esto: donde hay pecado, no está ni puede estar ni vivir Dios. Por eso, la necesidad de quitar hasta las mismas raíces del pecado,  para que nos llene la luz de Dios, que es vida amor:ATodo el que permanece en El, no peca, y todo el que peca no le ha visto ni le ha conocido@(1Jn 3,6). Y en su evangelio Cristo nos asegura: AYo soy la Luz@ A Porque todo el que obra mal, aborrece la luz, y no viene a la luz, por que sus obras no sean reprendidas. Pero el que obra la verdad viene a lu luz para que sus obras sean manifestadas, pues están hechas según Dios” (Jn 3 20-21).

Ya dije anteriormente, que toda la devoción eucarística o la vida cristiana o la amistad con Cristo nos la jugamos a esta baza: la de la conversión permanente. En cuanto yo empiezo a orar ante el sagrario y quiero iniciar mi amistad con Jesucristo, a los pocos meses el Señor empieza a decirme lo que impide mi amistad con Él: el pecado; tengo que mortificarlo, darle muerte en mí, se llame soberbia, envidia, genio,  consumismo,  castidad.... si no quiero luchar o me canso, se acabó la oración, la amistad con Cristo, la vivencia eucarística, la santidad, la verdadera eficacia de mi sacerdocio o vida cristiana. Sí, si llegaré a sacerdote, tal vez más alto.... pero es muy distinto todo. Cuanto más alto esté en la Iglesia, mayor será mi responsabilidad. Es muy distinto todo: su vida, su palabra, su convencimiento, su misma eficacia apostólica cuando una persona ha llegado a esta unión. Lo dice el Señor:AYo soy la vid verdadera...mi padre el viñador; a todo sarmiento que en mí no lleve fruto, lo cortará; y todo el que dé fruto, lo podará, para que dé más fruto...permaneced en mí y yo en vosotros..sin mí no podéis hacer nada@( Jn 15,1-4).

Es el Espíritu Santo el que iluminará purificando, unas veces más, otras menos, durante años, apretando según sus planes que nosotros ni entendemos ni comprendemos perfectamente, sobre todo cuando nos está pasando, sólo después de pasado y en general, porque en cada uno es distinto, según los proyectos de Dios y la generosidad de las almas. Pero lo que está claro en los evangelio es que para conocer, para llegar a un conocimiento más pleno de Dios hay que ir limpiando el alma de todo pecado: AEn esto sabemos que conocemos a Cristo: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: AYo lo conozco@y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado a én a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él (1Jn 2,3-6).

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