Lunes, 11 Abril 2022 11:17

EL DOCTORADO DE SAN JUAN DE AVILA Juan Esquerda Bifet Pontificia Universidad Urbaniana

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                     EL DOCTORADO DE SAN JUAN DE AVILA

 

                                                         Juan Esquerda Bifet

                                            Pontificia Universidad Urbaniana

 

Sumario:

 

Presentación

 

1. Cualidades necesarias para el doctorado y aplicación a San Juan de Avila

 

2. Influencia del Maestro Avila en su época

 

3. Influencia posterior y universal de su figura y de su doctrina

 

4. La figura del Maestro Avila durante los pontificados de Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo II

 

Líneas conclusivas: actualidad y características de su doctorado

 

 

                                   * * *

 

PRESENTACIÓN

 

      Ante la deseada declaración del Maestro San Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia, cabe preguntarse sobre algunos aspectos de la misma: las cualidades que se requieren para ser declarado Doctor y la aplicación al Maestro Ávila; el influjo "universal" y actual de su figura y de su doctrina; las características y actualidad de su Doctorado...

 

      No existe propiamente un "iter" o "normativa" concreta para que un santo sea declarado Doctor de la Iglesia, como existe en el caso de las beatificaciones y canonizaciones. Pero en comentarios autorizados se habla de una santidad preclara, una doctrina eminente y un influjo universal.[1]

 

      Cuando, en estos últimos tiempos, ha tenido lugar tal declaración, también se ha matizado, al menos indirectamente, la peculiaridad del Doctorado. Tal es el caso de Santa Teresa de Jesús y de Santa Catalina de Siena. La primera como maestra en los caminos del espíritu; la segunda como modelo de amor a la Iglesia en momentos conflictivos y de renovación. En el caso de Santa Teresa de Lisieux (año 1977), la peculiaridad de su doctorado aparece por la sencillez e influjo universal de su doctrina ("Historia de un alma", el libro más leído en el s.XX después de la Biblia), así como por su línea misionera.

 

      En el caso del "Maestro" San Juan de Ávila, su santidad es, a todas luces, preclara, no sólo por sí misma, sino por el aprecio que de él, como "santo", han tenido otros santos de su época o de épocas posteriores. La eminencia de su doctrina es muy clara cuando se tiene a la vista y se conoce este rico patrimonio de enseñanzas, tal vez único en toda la historia de la Iglesia, por su densidad bíblica, patrística, magisterial, teológica, etc., en todos los campos del saber eclesial expresado en la predicación y catequesis.

 

      El punto más delicado es el que se refiere a su influjo posterior y universal. Es muy claro el influjo en su época y en la época inmediatamente posterior. También se puede constatar este influjo "universal" por medio de las ediciones de sus obras, traducidas a diversos idiomas. Pero hoy, su influjo "directo" en el pueblo de Dios parece más ceñido a algunos sectores geográficos o lingüísticos. Aquí es donde se ha necesitado un estudio aquilatado (presentado para la Positio de su Doctorado), del que aprovechamos algunos contenidos para el presente estudio.[2]

 

      Es también conveniente preguntarse sobre las características de su Doctorado: ¿con qué líneas básicas se podría definir?. No obstante, en la inmensa mayoría de los ya declarados Doctores, no aparece esta peculiaridad ni se ha creído necesaria determinarla. De ahí que esta cuestión podría parecer algo más marginal. De todos modos, intentamos también ofrecer unas líneas aproximadas de referencia, sin que sean determinantes.

 

 

1. CUALIDADES NECESARIAS PARA EL DOCTORADO Y APLICACIÓN A SAN JUAN DE ÁVILA

 

A) Preclaro modelo de santidad

 

      El "Maestro" Ávila fue un modelo excelente de santidad, en la línea de tender seriamente a la "perfección de la caridad" (LG 40), según la afirmación conciliar del Vaticano II, pero con los matices de un pastor de almas, que transparenta heroicamente la caridad del Buen Pastor. Era un santidad concretada en el seguimiento evangélico y, consecuentemente, insertada en la realidad histórica y cultural.

 

      La santidad practicada por el Maestro Ávila era sin rebajas, pero asequible a todo estado de vida con la ayuda de la gracia y poniendo los medios adecuados. Santidad que influyó en muchos santos de su época y de toda la historia posterior hasta nuestros días. Santidad que invita y alienta a todo apóstol, y especialmente al sacerdote ministro, como fidelidad a la palabra de Dios y a la acción del Espíritu Santo, siguiendo el modelo y valiéndose de la ayuda de María Madre de Cristo y nuestra.

 

      Tanto en la Positio en vistas a su Doctorado, como en los estudios actuales sobre el tema, se ha hecho resaltar la amplitud y profundidad de su vida santa y de su doctrina sobre la espiritualidad cristiana y sacerdotal. Su biografía y sus escritos hacen patente su santidad preclara, así como las líneas fuertes de su espiritualidad.[3]

 

      La santidad y espiritualidad, cristiana y sacerdotal, del Maestro Ávila está relacionada estrechamente con su ministerio de profeta, liturgo y pastor. Según se indica en su sepulcro ("messor eram", fui segador), se santificó como predicador, catequista y educador. El Maestro anunciaba el mensaje evangélico en vistas a ayudar a celebrarlo en la liturgia y a vivirlo por el camino de perfección. Por su parte, él vivía esta realidad ministerial como seguimiento evangélico (a imitación del Buen Pastor), al estilo de los Apóstoles y, de modo especial, según la figura de Pablo. Con esta vitalidad espiritual y apostólica, de línea contemplativa (recepción de la Palabra), eucarística y mariana, podrá llegar a los campos más concretos de la caridad pastoral: los pobres, los enfermos, los atribulados, la juventud, la familia... La reforma eclesial que él propugna es, pues, desde la propia reforma y procurando, al mismo tiempo, la renovación de los diversos estamentos eclesiales.

 

      La dedicación generosa del Maestro Ávila a los ministerios tenía su punto de partida en el amor y seguimiento de Jesucristo: "Señor, que siempre os seguí yo por vos y en vos" (Ser 15, 188s). Su apostolado hubiera sido totalmente otro de no haber tenido el gesto de repartir todos sus bienes patrimoniales (una mina de plata) entre los pobres, con ocasión de su primera Misa. Los primeros años de su ministerio en Sevilla, viviendo evangélicamente con Fernando de Contreras, le marcaron para toda la vida. Su vida pobre y su cercanía a los pobres, durante sus correrías apostólicas, no era una añadidura, sino algo esencial como en la vida de Jesús. "Fue obrero sin estipendio... y habiendo servido tanto a la Iglesia, no recibió de ella un real"[4]. Así vivió y así murió, dejando como símbolo la cruz de palo que presidía su habitación en Montilla.

 

      Era un trasunto de la figura apostólica de Pablo, en su vida y en su predicación. Desde los comienzos de su predicación, el Maestro explicaba los escritos paulinos; en Écija, ya antes de 1531. "Fue nuestro predicador muy devoto del apóstol San Pablo y procuró imitarlo mucho en la predicación y en la desnudez y en el gran amor que a los prójimos tuvo. Supo sus epístolas de coro... Y es de ver que todas las veces que se le ofrecía declarar alguna autoridad de este santo Apóstol lo hacía con grande espíritu y maravillosa doctrina, como consta de todo sus sermones y escritos".[5]

 

      A sus discípulos recomendaba este mismo paulinismo, que se aprende a fuerza de persecución. Un gran historiador ha llegado a afirmar: "Juan de Ávila es un retrato vivo del apóstol San Pablo. Yo no recuerdo que en la historia de la Iglesia hayan otro que se le asemeje tanto. En la vida y en el pensamiento".[6]

 

      Como predicador y catequista, el Maestro Ávila es un caso extraordinario en su época, tan falta de buenos predicadores. Los biógrafos le llaman "predicador apostólico" o también predicador evangélico. Su predicación abarcaba todos los ambientes del sur de España (templos, conventos, plazas y calles) y todos los géneros de predicación: homilías, conferencias o pláticas, catequesis. Es predicación que discurre glosando los tiempos y contenidos litúrgicos e invita a vivirlos.[7]

 

      El Maestro Ávila era un director espiritual muy conocido y consultado en su época. Todo el tratado del "Audi Filia" es un itinerario de dirección o consejo espiritual. Sus consejos son pautas muy acertadas y de aplicación concreta a cada persona, en el camino de la vocación, oración-contemplación, perfección, vida fraterna y apostolado. Los dirigidos y dirigidas eran gente de toda condición social, y a todos les iba señalando los caminos de la vida espiritual, sin rebajar las exigencias, como quien ha escuchado con respeto, ha reflexionado y acompaña con afecto sincero; invita siempre al conocimiento propio, a la confianza en el amor de Dios y a la entrega generosa.

 

      La figura del Maestro Ávila es la de un contemplativo, que bebe continuamente en las fuentes de la Palabra de Dios con actitud humilde y confiada. Cumplía lo que él mismo recomendaba a sus discípulos: "Sed amigos de la Palabra de Dios, leyéndola, hablándola, obrándola" (Carta 86, 193s). Sus biógrafos dicen que "vivía de oración, en la que gastó la mayor parte de su vida"[8]y que, pesar de sus muchas ocupaciones, "no predicaba sermón sin que por muchas horas la oración le dirigiese".[9]

 

      Su vida espiritual y apostólica era eminentemente eucarística. Era un enamorado de la Eucaristía: celebrada, adorada, vivida, predicada. Su mismo sello personal (como puede verse en las cartas) tiene grabada una custodia con el Santísimo expuesto. Fue el gran apóstol de la comunión frecuente y diaria. Tradujo en redacción poética castellana el "Pange lingua" y el "Sacris Solemnis". Se conservan veintisiete sermones dedicados directamente a la Eucaristía. No dejaba de predicar en la fiesta y octaba del Corpus Christi, especialmente desde que, en 1542, se le apareció el Señor, caído bajo el peso de la cruz, cuando el Maestro iba a retirarse la Cartuja; entonces oyó estas palabras: "Así me ponen los hombres".[10]

 

      Su vida espiritual era profundamente mariana. Los sermones dedicados directamente a María (Ser 60-72) se han llamado, a veces, "libro de la Virgen". Los biógrafos recogen también una de sus oraciones marianas preferidas, que recitó en el momento de expirar: "Recordare, Virgo Mater, cum steteris ante Deum, ut loquaris pro nobis bona, et avertas indignationem suam a nobis".[11]

 

      La caridad pastoral del Maestro se concretaba en todos los niveles ministeriales, pero se puede notar una permanente preferencia por los más pobres, enfermos y atribulados, niños y jóvenes, campesinos y trabajadores. Llamaba a los ricos a compartir sus bienes con los necesitados y urgía a las autoridades a proporcionar trabajo y asistencia a los trabajadores. Su acción catequética tenía en cuenta estos sectores marginados.[12]

 

      Todas estas líneas de su fisonomía espiritual y apostólica (como profeta, liturgo y pastor) le llevaron, sin intentarlo directamente, a ser un gran reformador de la vida eclesial en todos sus niveles (catequesis, sacramentos, caridad) y estamentos (laicado, religiosos, sacerdotes y jerarquía en general). Sus escritos son una invitación continua a la reforma personal y comunitaria por una línea profundamente evangélica. Su invitación nace del amor a la Iglesia, aprendido en la meditación de la Palabra. Por esto le ilusiona pensar que es la misma Iglesia la que invita a la renovación[13]. Su objetivo principal era la renovación de la vida sacerdotal (obispos y presbíteros) y de la vida consagrada. Pablo VI, en la homilía de la canonización, le calificó de "un precursor" de la "renovación eclesial".[14]

 

      El Maestro Ávila es un enamorado de Cristo Buen Pastor, contemplado en su Palabra, celebrado en la Eucaristía y sacramentos, anunciado por medio de la predicación y catequesis, vivido con sus exigencias evangélicas y comunicado para ser vivido según las bienaventuranzas y el mandato del amor. El "Tratado del amor de Dios" puede ser la clave de su fisonomía espiritual y apostólica, a la luz de la encarnación del Verbo y del misterio redentor.

 

      En sus escritos y en su vida aparecen ampliamente todos los temas de la espiritualidad cristiana y sacerdotal. Sus ejemplos y enseñanzas son una guía para todos los creyentes (laicos, religiosos, sacerdotes). San Juan de Ávila explicó y vivió estos temas y puede ser considerado con un Maestro eximio de espiritualidad cristiana y sacerdotal.[15]

 

      Las líneas que acabamos de resumir son trazos básicos de espiritualidad y santidad sacerdotal, calcada en la figura del Buen Pastor, a ejemplo de Pablo y de los demás Apóstoles, como seguimiento evangélico radical expresado en la caridad pastoral y en la disponibilidad misionera, con trazos muy parecidos a los documentos conciliares y postconciliares del Vaticano II.[16]

 

 

B) Maestro de doctrina eminente

 

      La doctrina de Maestro Ávila es doctrina eminente, a modo de síntesis sapiencial de todos los contenidos de la revelación, tal como la expone el Magisterio y se celebran en la liturgia, siguiendo las enseñanzas de los grandes teólogos de la historia, para ser fiel al propio momento histórico, sociológico y cultural. Es una síntesis de lo mejor que había elaborado el pensamiento cristiano hasta su época, con una línea profundamente paulina, centrada en el Misterio de Cristo. Sus contenidos son de línea teológica, pastoral, kerigmática, espiritual y pedagógica.

 

      Es doctrina que refleja una época, como síntesis de una historia milenaria del pasado y como punto de partida para reflexiones futuras, e invita a la vivencia, a la celebración y al anuncio de esta misma doctrina en una misión sin fronteras. "En el Santo Maestro Juan de Ávila se encuentra una síntesis sapiencial de la doctrina de la Iglesia y de toda la labor teológica hasta su época (Escritura, Padres, Liturgia, Magisterio, autores...), con una gran apertura al futuro y con unas cualidades de actualidad todavía vigentes en nuestra época".[17]

 

      Su reflexión teológica es a partir de la fe vivida, como encuentro con Dios Amor revelado por Jesús. Por esto presenta siempre los contenidos de la Escritura, interpretados por la tradición (Padres) y por el magisterio eclesial, sin olvidar la relación con la celebración litúrgica y la enseñanza de los santos. Su reflexión queda expuesta en pláticas, conferencias, sermones, lecciones bíblicas, etc., dejando entrever la propia experiencia de encuentro con Cristo, el amor a la Iglesia y la inserción en la realidad humana concreta (histórica y cultural) de la propia época. Su enseñanza es sapiencial, iluminada siempre por la Palabra de Dios y expresada con una terminología pedagógica y catequética. Invita a la reflexión, a la celebración y a la conversión, como respuesta a los contenidos de la revelación. Es impresionante su amplia erudición bíblica, patrística y magisterial.

 

      Aparecen todos los temas teológico-dogmáticos; Dios Amor, uno y trino; Dios creador, los ángeles y el hombre; Cristo, Verbo Encarnado y Redentor; Espíritu Santo; María; Iglesia; Sacramentos; Gracia y justificación; Escatología.[18]

 

      Aunque no expone los contenidos teológicos a modo de tratado propiamente dicho, puede encontrarse una exposición sistemática en su síntesis catequética (Credo, sacramentos, mandamientos, oración), que forma parte de su catecismo ("Doctrina cristiana")[19]. Pero los temas se pueden encontrar fácilmente diseminados en sermones, pláticas, lecciones bíblicas, epistolario y tratados diversos. Aunque son exposiciones que reflejan su contexto histórico y cultural, ofrecen contenidos de valor permanente, abiertos a futuras reflexiones y profundizaciones.

 

      Los temas expuestos son de perenne actualidad y se prestan para estudios de profundización, especialmente los siguientes: la gloria de Dios y la belleza de la creación (contemplación); el misterio de Dios Amor revelado por Cristo que ilumina el misterio del hombre; la salvación en Cristo (único Salvador); la experiencia de Cristo (por ejemplo, a la luz de la doctrina paulina); los temas de pneumatología (fidelidad, discernimiento de carismas); lugar armónico que ocupa María en cada tema cristiano; Iglesia esposa y madre; la vida espiritual a la luz de los Cantares (desposorio) y del Apocalipsis (Iglesia peregrina-escatológica); la predicación aplicada a situaciones socioculturales; una antropología que presenta la belleza integral del hombre como expresión de la gloria de Dios, etc.

 

      Hay que destacar la cristología avilista, con fuerte base bíblica (paulina), patrística y teológica. Es una reflexión sobre el misterio de Cristo como Palabra de Dios insertada en las circunstancias humanas sociológicas y culturales. Se podría calificar de cristología existencial y funcional (salvífico-histórica), relacional (contemplativa) y pastoral (de anuncio y celebración), invitando siempre al encuentro y al seguimiento de Cristo.

 

      Su eclesiología, sin presentar la sistematización de la época actual, hace hincapié en todas las notas esenciales de la Iglesia (unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad), y es una invitación a vivir el desposorio con Cristo y la fecundidad maternal y misionera, con fuerte tendencia escatológica. Se puede ver en su eclesiología la realidad de una Iglesia "misterio", "comunión" y "misión".[20]

 

      Las líneas de su exposición pastoral quedan marcadas por un fuerte profetismo (predicación. catequesis, misiones populares, llamada a la renovación), centrado en la celebración litúrgica (fiestas del año litúrgico, sacramentos) y orientado hacia la construcción de la comunidad eclesial y a los servicios de caridad (atención a los pobres y enfermos, escucha de las personas en su situación concreta), sin olvidar la piedad popular. El panorama queda siempre abierto a la evangelización universal. Su identidad pastoral es de equilibrio y armonía entre todos los ministerios.

 

      Los temas que hoy llamamos de moral y espiritualidad cristiana, quedan expuestos en la perspectiva de las bienaventuranzas y del seguimiento evangélico (que es desposorio de la Iglesia con Cristo), invitando a todo bautizado a la santidad como perfección de la caridad. Hemos sintetizado más arriba su santidad y espiritualidad (1,A).

 

      Los contenidos doctrinales del Maestro Ávila, así como los gestos proféticos de su biografía, lo delinean como un "Maestro", que podría ser declarado "Doctor" de la Iglesia, porque con su doctrina, completa y bien fundamentada, invita a la confianza en el amor de Dios y a la generosidad por una entrega total en el camino de la santidad cristiana y sacerdotal.[21]

 

 

C) Influencia permanente y universal

 

      La influencia permanente y universal del Maestro Ávila es muy "peculiar", como se indica en los apartados siguientes del presente estudio. De ello son testigos los grandes santos y autores de su época y de épocas posteriores. Su influjo "directo" en el pueblo creyente tuvo lugar especialmente en su época o en época inmediatamente posterior.

 

      Pero el influjo "peculiar" del Maestro consiste en haber incidido en grandes santos y autores espirituales de todas las épocas hasta hoy, quienes le citan y reconocen su autoridad doctrinal y espiritual. Son estos autores y santos quienes continúan, todavía hoy, siendo portadores de la doctrina y ejemplo avilista en toda la Iglesia. Precisamente gracias a estos santos y autores, la doctrina avilista, cuando hoy es conocida o leída directamente, aparece como algo familiar en todos los ámbitos eclesiales.

 

 

2. INFLUENCIA DEL MAESTRO ÁVILA EN SU EPOCA

 

      Es ya muy conocida y ha sido muy estudiada la influencia del Maestro Ávila en las grandes figuras y en los grandes acontecimientos eclesiales de su época. Los numerosos estudios realizados atestiguan una íntima relación, que es, casi siempre de influencia. Entre las figuras contemporáneas, destacan: San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Ignacio de Loyola, San Juan Bautista de la Concepción, San Juan de la Cruz, San Juan de Ribera, Santa Teresa de Jesús, Santo Tomás de Villanueva, Fray Luís de Granada, Don Pedro Guerrero, Diego Pérez de Valdivia, etc.[22]

 

      Para valorar la importancia de esta relación interpersonal, cabe recordar que algunas de estas figuras relacionadas con el Maestro pertenecen a sus primeros tiempos de estudiante o de recién ordenado (el Maestro Domingo de Soto, Fr. Julián Garcés, Fernando de Contreras). Otras están relacionadas con él por vía de consejo espiritual o pastoral (San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Juan de Ribera). Otras son además grandes maestros de vida espiritual (Luís de Granada, San Pedro de Alcántara, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de la Cruz...).

 

      Algunos autores espirituales son más bien de referencia histórica (el franciscano Francisco de Osuna y el trinitario San Juan Bautista de la Concepción). Algunas de estas figuras hicieron posible su influencia en el concilio de Trento y en el sínodo de Toledo (Pedro Guerrero, Bartolomé de los Mártires, Cristóbal de Rojas).[23]

 

      Hay que recordar que esas figuras y escritores espirituales contemporáneos fueron portadores y propagadores de la doctrina avilista en sus propias instituciones, con clara repercusión para la posteridad. La mística y la vida espiritual española de los siglos XVI y XVII no sería descifrable sin la clave avilista, especialmente a partir del "Audi filia" y del hecho de haber aprobado la doctrina (autobiografía) de Santa Teresa.

 

      Hacemos resaltar sólo algunas figuras de su época, como transmisoras de la figura y doctrina avilista para la posteridad: Fr. Luís de Granada, San Juan de Dios, San Juan de Ribera, Don Pedro Guerrero, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Ávila, Diego Pérez de Valdivia.

 

      Fr. Luís de Granada(1504-1588), dominico, fue uno de sus mejores amigos y discípulos. Fue su primer biógrafo y el gran propagador de su doctrina y escritos[24]. Probablemente es el escritor español más leído en el mundo (en veinte idiomas, seis mil ediciones). Cita ampliamente al Maestro Ávila y también refleja su doctrina. En la "Guía de pecadores" (Lisboa 1556), publicó una parte del libro "Audi Filia" (todavía no editado por el Maestro). Era asiduo lector de las cartas del Maestro: "Ahora mi ordinario libro, que me leen de noche cuando ceno, son las epístolas del P. Ávila"[25]. Santa Teresa se reconocía deudora espiritualmente de los escritos de Fr. Luís.[26]

 

      San Juan de Dios(Juan Cidad, 1495-1550) realizó un cambio de vida a partir de un sermón de San Juan de Ávila, pronunciado en Granada, en la ermita de los mártires, el día de San Sebastián (20 de enero de 1537)[27]. El Maestro Ávila fue su director espiritual y con el arzobispo Pedro Guerrero le ayudó a fundar un hospital, llegando a pedir limosna para esta fundación. San Juan de Dios le llamaba "mi gran padre".[28]

 

      San Juan de Ribera(1532-1611) aparece en el epistolario avilista, cuando era obispo de Badajoz[29]. La influencia en él del Maestro Ávila fue muy grande, ya desde sus tiempos de estudiante y profesor en Salamanca (1544-1561). Cuando era arzobispo de Valencia, conservaba los sermones manuscritos del Maestro, con anotaciones propias al margen. Era gran amigo de los dos discípulos del Maestro Ávila: Fr. Luís de Granada (quien le dedicó la biografía avilista) y Diego Pérez de Valdivia (que dedicó al santo arzobispo el libro "Aviso de gente recogida").[30]

 

      Don Pedro Guerrero, arzobispo de Granada, era gran amigo del Maestro Ávila[31]. Invitado para acompañarlo al concilio de Trento, el Maestro, le envió los "Memoriales" (años 1551 y 1561)[32]. Las "Advertencias" que el Maestro Ávila redactó para el sínodo de Toledo, sirvieron también para el concilio provincial de Granada; el arzobispo las había pedido al santo Maestro y éste se las remitió (cfr. Cartas 243-244, año 1565)[33].

 

      San Ignacio de Loyola(1491-1556), aunque no se encontró personalmente con el Maestro Ávila, mostró siempre un gran aprecio por él; era en realidad una veneración mutua, como puede apreciarse por el epistolario[34]. Unos treinta discípulos del Maestro pasaron a la Compañía[35]. Durante su retiro en Montilla, el Maestro dirigía pláticas a los Padres y novicios jesuitas. Después de la muerte del santo fundador, el Maestro Ávila conservó siempre un gran aprecio hacia él y hacia su obra.[36]

 

      El encuentro epistolar con Santa Teresa de Jesús (1515-1582), hoy Doctora de la Iglesia, fue providencial para toda la mística española. La santa envió el "Libro de la Vida" ("mi alma" decía ella) en 1568 y en el mismo año recibió la respuesta (cfr. cartas avilistas 158 y 185). Las dos cartas del Maestro (2 de abril y 12 de septiembre de 1568), escritas en Montilla, alaban el modo de obrar de la santa peregrina (sus viajes fundacionales) y le dan orientación certera sobre sus experiencias místicas, prometiendo enviarle unas notas más amplias posteriormente (que no se han encontrado). La carta del 12 de septiembre, la segunda, al aprobar a Santa Teresa, se convierte en la llave de oro de la mística española del siglo XVI. Al Maestro le convenció la línea de amor y de humildad de los escritos de la santa. A la muerte del Maestro (un año después de la consulta), exclamó la santa: "Lo que me da pena es que pierde la Iglesia de Dios una gran columna y muchas almas un grande amparo, que tenían en él, que la mía, aun con estar tan lejos, le tenía por esta causa obligación"[37]. La Santa de Ávila guardó siempre un gran recuerdo del Maestro, conoció y apreció a algunos de sus discípulos (menciona a Diego Pérez en carta de 18 de febrero de 1577) y leyó algunos textos avilistas ("serían de gran provecho los sermones", dice en carta del 24 de mayo de 1581, al P. Gracián).[38]

 

      Diego Pérez de Valdivia(1520-1589) fue el discípulo predilecto del Maestro Ávila. Dice L. Muñoz que fue "parecido en todo a su gran Maestro, a quien procuró imitar, y lo consiguió felizmente"[39]. Convivió algunos años con el Maestro, renunció al cargo de predicador de Felipe II y a todos sus otros cargos, para vivir evangélicamente y para "ir a tierra de infieles a predicar el evangelio, con vehemente deseo de ser mártir"[40]. Para realizar este deseo, se dirigió a Valencia, donde se relacionó con San Juan de Ribera y San Luís Beltrán. La imposibilidad de embarcar le llevó a Barcelona. Siendo catedrático en la universidad y predicador, vivió pobremente y en comunidad con otros clérigos. Sus escritos son los de un grande maestro de espiritualidad, abriendo caminos de contemplación y perfección, estimulando a la lectura y estudio de la Escritura, fomentado la espiritualidad mariana.[41]

 

      Las figuras relacionadas con el Maestro Ávila (de las que hemos destacado algunas), pertenecen a diversas escuelas y familias sacerdotales o religiosas: dominicos (Domingo de Soto, Julián Garcés, Luís de Granada), franciscanos (Francisco de Osuna, Pedro de Alcántara), carmelitas (Teresa de Jesús, Juan de la Cruz), jesuitas (Ignacio de Loyola, Francisco de Borja), trinitarios (Bautista de la Concepción), hospitalarios (Juan de Dios), diocesanos o seculares (Fernando de Contreras, Juan de Ribera, Pedro Guerrero, Diego Pérez de Valdivia). No es una lista exhaustiva, sino que se podría ampliar con nombres que van apareciendo en el epistolario avilista.[42]

 

      Esta relación con santos y escritores espirituales de su época, se convirtió en un medio providencial y en una oportunidad extraordinaria para propagar sus enseñanzas a nivel internacional. Los numerosos discípulos que se hicieron jesuitas actuaron en España, Italia, Portugal, América, India. El aprecio que sentían por el Maestro, tanto San Ignacio como San Francisco de Borja y otras figuras jesuíticas eminentes (Nadal, Laínez, Araoz, Estrada, Plaza, Francisco de Toledo, etc.), se tradujo en una valoración y divulgación de sus escritos y de su fama de santidad. Los escritos catequísticos del Maestro fueron divulgados principalmente por los jesuitas (Roma, Mesina, Florencia...). El P. Juan de la Plaza llevaría a México una buena herencia avilista, especialmente por los sermones o pláticas que le había entregado el Maestro cuando el Padre Plaza estaba en Montilla y en Córdoba, predicando al clero.[43]

 

      En cuanto a la Orden carmelitana renovada, como hemos resumido más arriba, fue de suma importancia para la mística española y universal el que el Maestro Ávila garantizara la autenticidad de las gracias recibidas por Santa Teresa de Jesús. Algunos discípulos del Maestro se hicieron carmelitas de la descalcez, especialmente en Baeza y La Peñuela. El aprecio de Santa Teresa por el Maestro Ávila influyó en la divulgación de su vida y escritos.[44]

 

      La influencia del Maestro Ávila en Trento está demostrada en algunos temas concretos: figura y residencia de los obispos, catequesis, matrimonios clandestinos y, especialmente, la formación sacerdotal en los Seminarios. Hubo personas providenciales que hicieron posible esta influencia: Don Pedro Guerrero (arzobispo de Granada, que llevaba los "Memoriales"), Don Cristóbal de Rojas (obispo de Córdoba) y Fr. Bartolomé de los Mártires (arzobispo de Braga). Los "papeles" ("Memoriales") de Don Pedro Guerrero se hicieron famosos entre los padres conciliares. El decreto sobre los Seminarios refleja la doctrina avilista de los "Memoriales", especialmente cuando se trata de la formación teológica, pastoral y espiritual que se impartirá en los Seminarios.[45]

 

      La influencia en el concilio de Toledo y en otros concilios provinciales, fue especialmente por medio de las "Advertencias al concilio de Toledo" (a que hemos aludido más arriba). Este concilio provincial se celebró en los años 1565-1566, con el objetivo de aplicar los decretos tridentinos. Se trataron las cuestiones propuestas por el Maestro Ávila en las "Advertencias", preparadas con la colaboración del discípulo Lic. P. Francisco Gómez. Son especialmente cuestiones de reforma pastoral y espiritual de los obispos, sacerdotes y seglares. Hay una segunda redacción de las "Advertencias", con anotaciones jurídicas muy oportunas para la aplicación de los decretos conciliares de Trento. También el discurso de apertura es de mano del Maestro Ávila ("De la veneración que se debe a los concilios").[46]

 

      Por las cartas avilistas a Don Pedro Guerrero (nn. 243-244) conocemos que el texto de las "Advertencias" sirvió también para el concilio provincial de Granada. El mismo texto podía haber servido para otros concilios españoles y americanos, como lo demuestra la "Positio" para la canonización (ofreciendo textos paralelos)[47]. Pudo haber una influencia en el concilio provincial de Santiago de Compostela (1565-1566), por medio de San Juan de Ribera allí presente, obispo por entonces de Badajoz. Alguna influencia pudo haber en el concilio de Valencia (1565), presidido por el arzobispo Don Martín de Ayala, que había estado en Trento y conocía los escritos del Maestro. El tercer concilio de Lima (1582-1583), presidido por Santo Toribio de Mogrovejo, tomó algunas orientaciones de las actas de los concilios de Toledo y de Granada. Santo Toribio de Mogrovejo había sido presidente de la Cancillería de Granada y se había llevado a Lima los escritos de reforma del Maestro Ávila[48]. La influencia en el tercer concilio de México (1585) se puede constatar por el hecho de citar abundantes textos de los concilios de Toledo, Granada y Lima. El P. Plaza, jesuita, discípulo del Maestro Ávila, era consultor teólogo del concilio, visitador y provincial en México desde 1580. La influencia se nota especialmente en los decretos sobre la catequesis y sobre la vida clerical.[49]

 

 

3. INFLUENCIA POSTERIOR Y UNIVERSAL DE SU FIGURA Y DE SU DOCTRINA

 

      Además del influjo de la figura y doctrina del Maestro Ávila en su época o inmediatamente posterior, se puede constatar un influjo en todos los siglos posteriores hasta hoy por medio de grandes santos y autores que conocían su doctrina y que le citan con profusión. Estos autores siguen siendo de suma actualidad. La doctrina avilista sigue llegando de este modo, todavía hoy, a todos los estamentos del pueblo de Dios. En esta larga lista de santos y autores espirituales de época posterior a la del Maestro Ávila, que se suman a sus contemporáneos, encontramos santos fundadores, grandes tratadistas, doctores de la Iglesia, clásicos de espiritualidad.

 

      Una lista aproximada, pero muy significativa, puede ser la siguiente: Antonio de Molina, Diego de Estella (franciscano), Bérulle (escuela francesa); escritores jesuitas (Baltasar Álvarez, Martín Gutiérrez, Antonio de Cordeses, Luís de la Palma, Luís de la Puente, Alonso Rodríguez, Pedro Rivadeneira); Santo Toribio de Mogrovejo, escritores posteriores de la Escuela Francesa, San Francisco de Sales, San Vicente de Paul, San Alfonso María de Ligorio, Santo Cura de Ars, San Antonio María Claret, Bto. José Allamano, Bto. Manuel Domingo y Sol, SD José María Lahiguera... Son autores y santos que citan al Maestro con cierta profusión.

 

      Algunos autores espirituales de mucha influencia en escritos posteriores, citan al Maestro con amplitud: "El P. Baltasar Álvarez acude con frecuencia a inspirarse en las obras de Ávila; los PP. Martín Gutiérrez y Antonio Cordeses -en Pláticas sobre oración y en Itinerario de la perfección cristiana respectivamente- siguen de cerca el Audi filia. De mayor cuantía es la influencia que ejercieron los escritos avilinos en el Padre Luís de la Palma. Basta fijarnos en su Historia de la Sagrada Pasión. En los capítulos 8, 14, 21, 22, 23, 33, 37, 51, se pueden encontrar transcritos, casi al pie de la letra, numerosos pasajes de los escritos del Maestro, especialmente del Tratado del amor de Dios, del Audi Filia y de los sermones del Stmo. Sacramento y de la Virgen".[50]

 

      El P. Alonso Rodríguez (de enorme influencia en su tiempo) cita al Maestro Ávila más de treinta veces en Ejercicio de perfección y virtudes cristianas. El P. Pedro Rivadeneira, en su Tratado de la tribulación, deja constancia de tomar todo el capítulo 22 del los contenidos del Tratado del amor de Dios (de San Juan de Ávila).

 

      El cartujo de Burgos Antonio de Molina (1560-1619), cita abundantemente la doctrina del Maestro Ávila en su tratado "Instrucción de sacerdotes", y ha podido también influir en grandes figuras de la espiritualidad. El libro tuvo muchas ediciones y fue traducido a varios idiomas, llegando a ser libro de cabecera de muchos sacerdotes.[51]

 

      Es importante notar la influencia del Maestro Ávila en la escuela francesa, sin que ésta pierda su originalidad. Los autores de esta escuela conocieron y usaron el tratado de Antonio de Molina (que acabamos de citar) y también la figura y doctrina de San Juan de Ávila. P. Pourrat admite una cierta relación de dependencia con la doctrina avilista, al transmitir el testimonio de Bourgoing sobre Bérulle: "Dios ya había echado sus semillas (de renovación del clero) en diversas personas y lugares; me acuerdo haber oído decir a nuestro muy honorable Padre (P. Bérulle) que ello había sido un diseño (dessein) del P. Juan de Ávila, predicador apostólico; añadiendo, al mismo tiempo, que si hubiera vivido (Ávila) en nuestros días, hubiera ido a ponerse a sus pies, y lo hubiera tomado como maestro y director de esta obra, pues le tenía en singular veneración".[52]

 

       San Francisco de Sales (1567-1622), doctor de la Iglesia, en el "Tratado del amor de Dios", habla del Maestro Ávila como de "docto santo predicador de Andalucía" y lo propone como modelo de "mansedumbre e igualdad incomparable" (lib. IX, cap. 6); en la "Introducción a la vida devota", cita pasajes del "Audi Filia" (parte 1ª, cap. 4 y parte 2ª, cap. 17), remitiéndose a su autoridad espiritual. "Como dice el piadoso Ávila, por más que te fatigues no hallarás medio más seguro de hacer la voluntad de Dios, que esta obediencia... Dice el Maestro Ávila (respecto al director espiritual) que se ha de escoger uno entre mil; y yo digo que entre diez mil"[53]. La reflexiones de San Francisco de Sales sobre el amor de Dios están inspiradas por las "Meditaciones" de Fr. Diego de Estella, el cual cita abundantemente al Maestro Ávila.

 

       San Vicente de Paúl (1581-1660), en sus escritos, transcribe la doctrina sacerdotal de Antonio de Molina (que, a su vez, cita al Maestro Ávila). San Vicente prescribía, en el "Reglamento de los Ejercicios para los Ordenandos", la lectura diaria del tratado de Antonio de Molina en el refectorio.[54]

 

      La influencia enSan Juan María Vianney (1786-1859), Cura de Ars, consta por el hecho de que en su biblioteca personal se conservan las obras del Maestro (en traducción francesa).[55]

 

      San Alfonso María de Ligorio(1696-1787), doctor de la Iglesia, cita frecuentemente al Maestro Ávila en diversos escritos espirituales: "Glorias de María" (cita un sermón avilista mariano y el "Audi Filia"), "Visitas al Santísimo Sacramento" (2 veces), "Selva de materias predicables" (16 veces), "Cartas a un religioso amigo", "Sermones abreviados" y, sobre todo, "Práctica del amor a Jesucristo". En este último libro cita páginas enteras del "Tratado del amor de Dios" (del Maestro Ávila), de las cartas, de los sermones y del "Audi Filia".[56]

 

      Entre otras figuras más cercanas a nuestra época, que citan y recomiendan a San Juan de Ávila, destaca San Antonio María Claret (1807-1870). El santo predicador y fundador cuenta su propia experiencia, puesto que quedó impresionado por la vida del Maestro en cuanto predicador y modelo de celo apostólico. Reconoce que ningún autor, entre los muchos que había leído, le habían impresionado y convencido tanto: "Su estilo es el que más se me ha adaptado y el que he conocido que más felices resultados daba. ¡Gloria sea a Dios nuestro Señor, que me ha hecho conocer los escritos y obras de ese gran Maestro de predicadores y padre de buenos y celosísimos sacerdotes!"[57]. Los biógrafos del P. Claret afirman que el santo fundador conservaba anotadas las obras del Maestro Ávila (edición de 1759, en nueve tomos), y que en su cuaderno anotó también las cartas que más le habían ayudado.

 

      En el campo misionero hay que destacar la figura de un sacerdote diocesano de Turín, el Bto. José Allamano (1851-1926), fundador de los misioneros y misioneras de la Consolata. A sus misioneros les proponía con frecuencia a Juan de Ávila como modelo de apóstol y de santo. Lo cita junto a otros grandes autores, como autoridad indiscutible y lo presenta especialmente en relación con la Eucaristía, con la búsqueda de la voluntad de Dios y con la dirección espiritual.[58]

 

      El Bto. Manuel Domingo y Sol (1836-1909), gran promotor de la formación sacerdotal, dejó una fuerte huella avilista en la institución fundada por él (Sacerdotes Operarios Diocesanos) y en numerosas generaciones sacerdotales que se formaron en el Pontificio Colegio Español de Roma y en otros Seminarios de España y América Latina. Han sido especialmente sus discípulos quienes, en los últimos años, publicaron la edición crítica de las obras del Maestro Ávila y colaboraron eficazmente en su proceso de canonización.[59]

 

      Sobre el SD D.José María Lahiguera (1903-1989), arzobispo de Valencia, hemos preferido insertarlo en el apartado siguiente, por su importancia en el resurgir sacerdotal del siglo XX, en torno al concilio Vaticano II.

 

 

4. LA FIGURA DEL MAESTRO ÁVILA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE PÍO XII, PABLO VI Y JUAN PABLO II

 

      A la lista anterior de santos y autores influenciados por el Maestro Ávila, hay que añadir algunos datos sobre el siglo XX e inicio del siglo XXI. En la primera mitad del siglo XX tiene lugar un resurgir sacerdotal en España (con repercusión en América Latina), debido, en gran parte, a la influencia de la figura y escritos de nuestro Santo. Este hecho ha sido analizado minuciosamente, con datos muy precisos referentes a diversas diócesis españolas.[60]

 

      En este contexto histórico (y en el arco de casi todo el siglo XX), hay que colocar una figura eminente del sacerdocio: el Siervo de Dios D.José María Lahiguera (1903-1989), arzobispo de Valencia y fundador de las HH. Oblatas de Cristo Sacerdote, quien ha tenido y sigue teniendo una gran influencia en muchos ambientes sacerdotales, a nivel internacional. Por donde pasó ejerciendo su ministerio (director espiritual en el Seminario de Madrid, Obispo auxiliar de Madrid, obispo de Huelva, arzobispo de Valencia), dejó huella imborrable de santidad y de vocaciones sacerdotales. La santidad sacerdotal era su "obsesión".

 

      En su Diario Espiritual, constata repetidas veces que, al inicio de su vida sacerdotal hizo discernimiento sobre si escogía una vida de cartujo o de misionero apostólico al estilo de San Juan de Ávila. Escogió la segunda opción, guiado por la obediencia, aunque, al final de su vida, ya dimisionario, recuerda de nuevo esta opción y la completa indicando que sus últimos años estaban dedicados a la contemplación, siempre para la santificación de los sacerdotes. La referencia San Juan de Ávila es muy frecuente en el Diario de D. José María Lahiguera. Seleccionamos sólo un fragmento muy significativo: "Mi Sacerdocio podía definirse: Sacerdote de los Sacerdotes... creí que esta vocación la cumplía trabajando en este campo, modo Juan de Ávila, pero insistiendo en mi vida espiritual, oración, etc., el pedir por la santificación de los Sacerdotes y aspirantes al Sacerdocio" (29 mayo 1979).[61]

 

      La celebración del cincuentenario de la beatificación del Maestro Ávila (1944) y, especialmente la declaración como Patrono del Clero secular español (Pío XII, 2 de julio de 1946), apenas terminada la segunda guerra mundial (1939-1945), fue como el detonante del fervor avilista en los Seminarios españoles y en grandes sectores del pueblo cristiano.

 

      La declaración de Juan de Ávila como Patrono del Clero secular español, fue hecha por Pío XII, el 2 de julio de 1946 (Breve "Dilectus filius"). La petición había sido presentada por el Cardenal Parrado, arzobispo de Granada, en nombre del episcopado español. Este hecho, cuando Juan de Ávila todavía no había sido canonizado, tuvo gran repercusión en el conocimiento de su figura y de sus escritos, especialmente por parte de los Seminarios y clero español y latinoamericano.[62]

 

      Los años que discurren entre el cincuentenario de la beatificación (1944), la declaración de patronazgo (1946) y la canonización (1970), fueron un hecho de gracia. La preparación inmediata de la canonización fue de gran fervor sacerdotal, que estimuló a estudiar y poner en práctica los documentos del concilio Vaticano II (finalizado en 1965). El espíritu del Maestro Ávila fue la mejor disposición para captar los contenidos de los documentos magisteriales preconciliares, conciliares y postconciliares sobre el sacerdocio, así como el instrumento providencial para superar la crisis sacerdotal de la época.[63]

 

      La canonización de Juan de Ávila tuvo lugar durante el pontificado de Pablo VI, el 31 de mayo de 1970. Se llama canonización "equipolente", porque, por dispensa papal, se realizó sin exigir un nuevo milagro (había habido alguno de más en la beatificación). Se habían presentado anteriormente algunos milagros, pero no se sometieron al estudio definitivo.[64]

 

      Pablo VI, en los discursos con ocasión de la canonización, delinea la figura de Juan de Ávila, especialmente como modelo de la santidad y ministerio del sacerdote. El Papa quiso presentar un modelo sacerdotal en tiempos de postconcilio, influenciados por cierta crisis ambiental. Efectivamente, se trata de una figura o "tipo polivalente de todo sacerdote de nuestro días", que, por su santidad de vida y por su disponibilidad ministerial, ayuda a superar las dudas nacidas de la "crisis de identidad". El Papa propone especialmente: "la firmeza en la verdadera fe, el auténtico amor a la Iglesia, la santidad de su Clero, la fidelidad al Concilio, la imitación de Cristo, tal como debe ser en los nuevos tiempos"[65]. En el discurso durante la audiencia del 1 de junio de 1970 (después de la canonización), el Papa resumía la figura "profética" del Maestro con esta pincelada: "Una santidad de vida nada común, un celo apostólico sin límites, una fidelidad sin engaños a la Iglesia".[66]

 

      La influencia posterior a la canonización puede constatarse en la celebración de su fiesta anual (como día sacerdotal en diversas diócesis y Seminarios) y en las peregrinaciones, en Instituciones que se inspiran en el Maestro, así como en las publicaciones a diferentes niveles: obras completas reeditadas, tesis doctorales, estudios monográficos, artículos, textos selectos, cursos especializados, etc.[67]

 

      En su primera carta del Jueves Santo (1979), Juan Pablo II invitaba a los sacerdotes de todo el mundo a tomar como modelo a figuras sacerdotales de la historia, entre las que nombra a San Juan de Ávila. La carta se dirige a todos los sacerdotes de la Iglesia y se puede calificar de programática para las que seguirían en otros Jueves Santos de años posteriores. En esta primera carta de Jueves Santo, el Papa actualiza la figura sacerdotal de San Juan de Ávila, entre otros santos sacerdotes: "Esforzaos en ser los maestros de la pastoral. Ha habido ya muchos en la historia de la Iglesia. ¿Es necesario citarlos? Nos siguen hablando a cada uno de nosotros, por ejemplo, San Vicente de Paúl, San Juan de Ávila, el Santo Cura de Ars, San Juan Bosco, el Beato Maximiliano Kolbe y tantos otros. Cada uno de ellos era distinto de los otros, era él mismo, era hijo de su época y estaba al día con respecto a su tiempo".[68]

 

      En su visitas a España, Juan Pablo II hizo referencia explícita a San Juan de Ávila. En Sevilla (5 de noviembre de 1982), durante la beatificación de Sr. Ángela de la Cruz, enumeró los santos de sur de la Península, entre los que nombra a San Juan de Ávila, e invita a imitarlos[69]. En Valencia (8 de noviembre de 1982), durante la ordenación sacerdotal (presbiterandos de toda España), después de recordar a San Vicente Ferrer, a Santo Tomás de Villanueva y a San Juan de Ribera, añade: "A ellos habría que añadir numerosos santos sacerdotes, entre ellos San Juan de Ávila, Patrono del clero español. Todos ellos nos acompañan con su intercesión".[70]

 

      A los seminaristas de toda España, el mismo día 8 de noviembre de 1982, el Papa dejó en Valencia un mensaje escrito, en el que recuerda a Santa Teresa, a San Juan de Ribera y a San Juan de Ávila, en el marco de la formación sacerdotal: "Son muchos los santos, hijos de esta bendita tierra, que han sentido en el corazón la llamada a colaborar en la formación integral de los sacerdotes, o futuros sacerdotes, según el modelo del Buen Pastor y de los Apóstoles... San Juan de Ávila, gran promotor de Seminarios en su tiempo y Patrono del clero secular español, afirmaba: «Si la Iglesia quiere buenos ministros, ha de promover que haya educación» (Memorial al concilio de Trento I, n.10)... Se trata de un camino que requiere tiempo y una larga maduración".[71]

 

      El Congreso Internacional, celebrado con ocasión del quinto centenario su nacimiento (Madrid, 2000), ha sido una nueva muestra de su influjo permanente en la Iglesia[72]. Juan Pablo II envió un mensaje a este Congreso, de las que recogemos las siguientes afirmaciones: "El ejemplo de su vida, su santidad, es la mejor lección que sigue impartiendo a los sacerdotes de hoy, llamados también a dar nuevo vigor a la evangelización... Ante los retos de la nueva evangelización, su figura es aliento y luz también para los sacerdotes de hoy que, al ser administradores de los misterios de Dios, están en el corazón mismo de la Iglesia, donde se construye sobre base firme y se reune en la caridad".[73]

 

      También en relación con la celebración del quinto centenario del nacimiento del Maestro Ávila, Juan Pablo II tuvo un discurso programático, del que entresacamos algunas frases: "Dais así también un especial realce a la celebración del V centenario del nacimiento de san Juan de Ávila, patrono del clero secular

español, a la vez que os unís a las iniciativas del Episcopado en vuestro país para promover, en este Año del gran jubileo, una significativa renovación de los sacerdotes... En esta tarea os será de ayuda el ejemplo, siempre actual, de san Juan de Ávila. Él resumía su programa en un simple consejo: «Ore, medite, estudie» (Carta, 2, 285, a fray Alfonso de Vergara)... Este es el programa seguido fielmente por él mismo, al dar testimonio de una vida santa y dejar abundantes escritos con una doctrina sólida y una predicación elocuente... Os invito a imitar el ejemplo de vuestro santo patrono, su constante afán de llevar a Cristo a los hombres, su preocupación por el bien de sus hermanos sacerdotes, su especial sensibilidad ante las nuevas situaciones y su inquebrantable fidelidad a la Iglesia".[74]

 

 

LÍNEAS CONCLUSIVAS: ACTUALIDAD Y CARACTERISTICAS DE SU DOCTORADO

 

      Para ser declarado Doctor de la Iglesia se necesita, además de un preclaro ejemplo de santidad, una doctrina eminente y un influjo consistente en toda la Iglesia. En pocas figuras de la historia eclesial se encuentra una exposición tan completa de toda la doctrina cristiana como en San Juan de Ávila. No hay ningún tema cristiano fundamental en el que el Maestro no pueda decir algo muy claro, profundo y frecuentemente original. Esta doctrina influyó en muchas figuras y escritos contemporáneos y posteriores.

 

      Verdaderamente nos encontramos con un caso tal muy especial en la historia de la Iglesia. "Juan de Ávila es un genio del cristianismo y de la cultura humana en general"[75]. Sus exposiciones abarcan todos los campos de la doctrina eclesial. Los contenidos de estas exposiciones han pasado a ser un patrimonio común en toda la Iglesia, gracias a santos y maestros espirituales que lo citan frecuentemente. En el campo universitario actual es muy frecuente la elaboración de tesis y de estudios de investigación sobre el tema avilista.[76]

 

      El título de "Maestro" (equivalente a "Doctor"), que se le ha reconocido permanentemente en la Iglesia, quiere resumir la realidad que puede constatarse en su figura y en sus escritos: santidad excelente, doctrina eximia y completa, influjo universal (directa e indirectamente, en acto y en potencia). Los santos y autores que le citan han influido y siguen influyendo en la Iglesia universal. Son muchos los actuales Doctores de la Iglesia, cuya doctrina (siendo también eximia) no ha llegado al grado de influjo universal de San Juan de Ávila.

 

      Es patente la actualidad permanente del Maestro Ávila. La renovación eclesial del postconcilio del Vaticano II y de los inicios del tercer milenio del cristianismo, necesita la voz de este "Maestro", que bien pudiera calificarse de Doctor de la confianza en el amor de Dios y de la santidad cristiana y sacerdotal. Su doctrina, completa, bien fundamentada y plasmada en su propia vida, es una invitación a la confianza en el amor de Dios y a la generosidad por una entrega total en el camino de la santidad cristiana y sacerdotal.

 

      El Maestro Ávila sigue siendo "Maestro", "fiel a Cristo y a su Iglesia, fiel a los hombres, fiel a sí mismo... Tradicional, pero moderno con la modernidad que le pedía el momento renacentista en que le tocó vivir".[77]

 

      La figura del Maestro Juan de Ávila tiene una importancia especial para el repuntar actual de vocaciones y de la renovación espiritual y misionera en toda la Iglesia.



    [1]U. BETTI, A proposito del conferimento del titolo di Dottore della Chiesa: Antonianum 63 (1988) 278-291.

    [2]Ver los apartados 2-4. Hay que recordar que la mayoría de los Doctores de la Iglesia no tienen hoy un influjo universal directo. Algunos ni se celebran como "memoria" litúrgica obligatoria. Muchos son desconocidos por la mayoría de los creyentes. Y, no obstante, siguen teniendo un influjo universal, tal vez por las huellas imborrables que han dejado en santos, en autores espirituales, en el mismo Magisterio y en toda la historia eclesial.

    [3]Ver contenidos y abundante bibliografía actual en: Introducción a la doctrina de San Juan de Ávila (Madrid, BAC, 2000), cap.V (Maestro de vida y espiritualidad cristiana), cap.VI (Maestro de vida y espiritualidad sacerdotal).

    [4]L. MUÑOZ, Vida, Lib. 3º, cap. 4.

    [5]L. GRANADA, Vida, p.3ª, c.5. El biógrafo L. Muñoz recoge el testimonio de un padre dominico, quien, a pesar de algunas prevenciones, acudió a escucharle y afirmó: "Vengo de escuchar a San Pablo interpretar a San Pablo" (Vida, lib. I, cap. 9). El dominico P. Alonso Carrillo, del convento de Santo Domingo en Córdoba, afirmaba: "Si al apóstol San Pablo y a su doctrina habían de entender los hombres y dar explicaciones de ella, uno era el dicho P. Maestro Juan de Ávila y otro estaba por nacer, porque era único en el mundo en ciencia y virtudes" (L. MUÑOZ, Vida, l.1, cap.9).

    [6]R. GARCÍA VILLOSLADA, La figura del Bto. Ávila: Manresa 17 (1945) 389-403; 18 (1946) 87-97. Cfr. Obras completas (1970-1971), IV (introducción a los comentarios bíblicos, I,3: San Pablo interpretando a San Pablo).

    [7]L. MUÑOZ nos ha dejado unas pinceladas que describen su predicación (Vida, lib.1º, cap.7-11 y 22). También: L. GRANADA, Vida, parte 1ª, cap.2; parte 3ª, cap. 5.

    [8]L. MUÑOZ, Vida, lib. 3, cap. 14.

    [9]Ibídem, lib. 1, cap. 8.

    [10]L. MUÑOZ, Vida, lib. 3º, cap. 16 (ver también el cap. 15).

    [11]Esta oración, "Recordare", la recomienda en el sermón 66, 27ss. Ver: L. GRANADA, 2ª parte, cap. 7 (De la devoción que tenía a Nuestra Señora).

    [12]Invita a prestar atención "especialmente para hombres del campo, como son pastores, gañanes, caminantes, trajineros, carreteros y trabajadores, etc." (Doctrina cristiana, 1834ss).

    [13]"Ya consta que lo que este santo concilio pretende es el bien y la reformación de la Iglesia. Y para este fin, también consta que el remedio es la reformación de los ministros de ella" (Memorial I, n.9, 212ss). Las líneas básicas y la praxis concreta de la reforma, pueden verse en los "Memoriales" y las "Advertencias" (también en las "Advertencias necesarias para los reyes").

    [14]Homilía durante la canonización, 31 de mayo de 1970: Insegnamenti VIII/1970, 562-567.

    [15]Ver bibliografía sobre su espiritualidad cristiana y sacerdotal en: Introducción a la doctrina de San Juan de Ávila (Madrid, BAC, 2000), cap.V-VI. Anotamos aquí solamente algunos estudios actuales de carácter más general: M. ANDRÉS MARTÍN, San Juan de Ávila, Maestro de espiritualidad (Madrid, BAC, 1997); J. ESQUERDA BIFET, Juan de Ávila, Maestro de espiritualidad cristiana: Studia Missionalia 36 (1987) 83-107; Idem, Jean d'Avila, en: Dictionnaire de Spiritualité Chrétienne, VIII, 1 partie, 270-283; A. GRANADO BELLIDO, San Juan de Ávila. Por qué quema el fuego (Madrid, Paulinas, 1991).

    [16]J. ESQUERDA BIFET, Escuela sacerdotal española del s. XV: Juan de Ávila (Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 1969); A. GRANADO BELLIDO, La espiritualidad sacerdotal en los escritos de San Juan de Ávila (Sevilla 1983) (Miscelánea-Homenaje al card. J.Mª Bueno Montreal) 211-283; B. JIMÉNEZ DUQUE, Dimensión mística de la vida sacerdotal: Semana Avilista (Madrid 1969) 255-271; F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Dimensión eclesial del sacerdote: Semana Avilista (Madrid 1969) 69-91; A. MUÑOZ ALONSO, Carisma y ministerio sacerdotal: Semana Avilista (Madrid 1969) 31-44; J. Del RÍO MARTÍN, Espiritualidad sacerdotal en los escritos de San Juan de Ávila, en: Espiritualidad del presbítero diocesano secular (Madrid 1987) 535-582; R. VÁZQUEZ FREIRE, La formación del sacerdote según San Juan de Avila. Actualidad de la doctrina contenida en los Tratados de reforma(Romae, Pont. Univ. Gregoriana, Fac. Theol., Inst. Spiritualitatis, 2003, tesis de Licencia). Ver otros estudios en: Introducción a la doctrina de San Juan de Ávila, o.c., cap.V-VI.

    [17]Carta del Presidente de la Conferencia Episcopal Española, al Santo Padre, para pedir que el Maestro Avila sea declarado Doctor de la Iglesia (31 mayo 1995, en el XXV aniversario de su Canonización). En esta carta se hace resaltar la importancia y actualidad sacerdotal de esta declaración.

    [18]Ver el conjunto de su doctrina, en todas sus facetas, también en relación con los estudios teológicos actuales, en: Introducción a la doctrina de San Juan de Ávila, o.c., cap.III-VI. En esta publicación, todos los temas ecriturísticos y teológicos básicos tienen abuntante bibliografía actual. Al final de dicha publicación (pp.533ss) se recoge la bibliografía avilista distribuida por materias. Ver también cada uno de los temas, por orden alfabético y con la respectiva bibliografía, en: Diccionario de San Juan de Ávila (Burgos, Monte Carmelo, 1999).

 

    [19]Este "catecismo" avilista expone las oraciones del cristiano, el credo, los mandamientos, los sacramentos, las obras de misericordia, las virtudes y dones, las bienaventuranzas, los novísimos, los pecados, los misterios del rosario. Ver el texto en San Juan de Ávila, Obras completas (Madrid, BAC, 2001) II (Tratados menores, doctrina cristiana).

    [20]Además de la referencia bibliográfica general, que hemos indicado en las notas anteriores, ver: J. DEL RÍO MARTÍN, El Espíritu Santo y la Iglesia en los escritos de San Juan de Ávila: Isidorianum 7, n.13 (1998) 51-85; Idem, La Iglesia, misterio de amor de Dios a los hombres, según San Juan de Avila, en: AA.VV., El Maestro Avila. Actas del Congreso Internacional (Madrid, 27-30 noviembre 2000 (Madrid, EDICE, 2002), pp. 581-597; A. PLÁCIDO GUTIÉRREZ, La actuación de María en la Iglesia de Cristo, según San Juan de Ávila (Pamplona, Univ. de Navarra, 1984) (Tesis Doctoral); J.I. TELLECHEA IDIGORAS, San Juan de Avila y la reforma de la Iglesia, en: AA.VV., El Maestro Avila, en: Actas del Congreso Internacional, o.c., pp. 47-75.

 

    [21]La influencia internacional del Maestro Ávila, se puede constatar analizando la bibliografía actual sobre temas avilistas, distribuida por materias, publicada al final de: Introducción a la doctrina de San Juan de Ávila, o.c., pp.533-559. Algunas publicaciones posteriores, las incluimos en el presente estudio.

    [22]Ver datos básicos sobre cada figura en: Introducción a la doctrina de San Juan de Ávila, o.c., I, 1, c (grandes figuras) ; 2, 1, b (discípulos y Ordenes religiosas).

    [23]Sobre su influencia en general: (S.C. pro Causis Sanctorum), Positio super canonizatione aequipolenti (Romae 1970)  n.4, 379-436.

    [24]Vida del Padre Maestro Juan de Ávila... (Madrid, Pedro Madrigal, 1588), dedicada al arzobispo de Valencia, San Juan de Ribera, amigo suyo y del Maestro Ávila.

    [25]Carta a Sr. Ana de la Cruz, condesa de Feria, publicada por B. Velado Graña. Del libro de Juan de Ávila afirma: "El Audi Filia también podré yo decir que lo tengo en la cabeza por haberlo leído muchas veces; y, cuando lo leo, paréceme que veo vivo al Padre en aquellas letras muertas, mayormente acordándome cuántas veces platicó conmigo muchas de éstas" (ibídem).

    [26]Carta 89; Fundaciones 28,41; Constituciones 89,1. Ver: Positio super canonizatione aequipolenti (Romae 1970) 387-390.

    [27]Cfr. L. MUÑOZ, Vida, lib. 1º, cap. 13-15.

    [28]L. MUÑOZ, Vida, lib. 1º, cap. 15. Cfr. J. SÁNCHEZ MARTÍNEZ, «Kénosis-Diakonía» en el itinerario espiritual de San Juan de Dios (Madrid 1995) 262-266.

    [29]Carta 178, 17ss. Fue obispo de Badajoz (desde 1562) y arzobispo de Valencia y "patriarca" de Antioquía (desde 1568). Allí murió el año 1611. Ha sido llamado "San Carlos Borromeo español".

    [30]Cfr. A. LLIN CHAFER, San Juan de Ávila y los arzobispos Santo Tomás de Villanueva y San Juan de Ribera: en: AA.VV., El Maestro Ávila. Actas del Congreso Internacional (Madrid, 27-30 noviembre 2000 (Madrid, EDICE, 2002), pp. 373-396.

    [31]Cfr. L. MUÑOZ, Vida, lib.3º, cap.11. Se conservan ocho cartas de San Juan de Ávila dirigidas al arzobispo de Granada (cartas nn. 177-181, 243-244, 248).

    [32]En la homilía de canonización de Juan de Ávila (31 de mayo de 1970), Pablo VI hizo referencia al "Memorial" sobre la "Reformación del Estado Eclesiástico"... "que el arzobispo de Granada, Pedro Guerrero, hizo suyo en el Concilio de Trento, con aplauso general" (Insegnamenti VIII/1970, 566).

    [33]Las "Advertencias para el Concilio de Toledo" (1565-1566) las redactó el Maestro para el obispo de Córdoba, Don Cristóbal de Rojas y Sandoval (1562-1571), que había participado en el concilio de Trento y que tenía que presidir el concilio provincial toledano en lugar de Bartolomé de Carranza (que estaba procesado por la Inquisición) (cfr. Cartas nn. 182 y 25). Cfr. R. GARCÍA VILLOSLADA, Pedro Guerrero representante de la reforma española: Atti del Convegno Storico Internazionale 1 (Roma 1963) 115-155; J. LÓPEZ MARTÍN, La imagen del obispo en el pensamiento teológico-pastoral de don Pedro Guerrero en Trento (Roma, Iglesia Nacional Española, 1971); A. MARÍN OCETE, El concilio provincial de Granada en 1565: Archivo Teológico Granadino 25 (1962) 23-95.

    [34]En las obras completas del Maetro Ávila, ver carta 190 (3 abril 1549); en apéndice a esta carta se encuentra una carta muy expresiva de San Ignacio.

    [35]L. MUÑOZ, Vida, lib.2º, cap.11.

    [36]Cfr. Carta 191. Ver tamibén: L. SALA BALUST, F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Santo Maestro Juan de Ávila (Madrid, BAC, 1970) (corresponde al volumen 1º de las obras completas), cap. V.

    [37]L. MUÑOZ, Vida, lib. 3º, cap. 24. El mismo Muñoz resume la consulta epistolar de Santa Teresa: lib. 1º, cap. 27.

    [38]Cfr. REDENTO DE LA EUCARISTÍA, Presencia del Beato Juan de Ávila y sus discípulos en la Reforma Teresiana: El Monte Carmelo 69 (1961) 3-46; L. SALA BALUST, F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Santo Maestro Juan de Ávila (Madrid, BAC, 1970) pp. 332-325. Ver un estudio de aplicación de los criterios que siguió San Juan de Ávila para discernir el caso de Santa Teresa, en el caso de "La Mística Ciudad de Dios", de M. Agreda (1602-1665): J. ESQUERDA BIFET, La "Mística Ciudad de Dios" vista a través de los criterios de San Juan de Ávila sobre el discernimiento de los fenómenos extraordinarios: Estudios Marianos 69 (2003) 43-80.

    [39]Vida, lib 2º, cap. 12; cfr. cap.14.

    [40]Ibídem, lib. 2º, cap. 12.

    [41]Cfr. L. MUÑOZ, Vida, lib. 2º, cap. 13. Le llamaban "el santo" y "el apostólico" en diversas comarcas de Cataluña. Sus principales escritos, impresos en Barcelona, son: "Camino y puerta para la oración mental" (1580); "Aviso de gente recogida" (1595) (dedicado a San Juan de Ribera, contra el falso "recogimiento" de los alumbrados; tuvo tres ediciones); "Explicación... del libro de los Cantares de Salomón" (1600); "Tratado de la singular y purísima Concepción de la Madre de Dios" (1600). Cfr. J. ESQUERDA BIFET, Diego Pérez de Valdivia, maestro de espiritualidad en el siglo XVI, discípulo de San Juan de Ávila (Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 1972); L. SALA BALUST, F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Santo Maestro Juan de Ávila (Madrid, BAC, 1970) cap. 8, n.3.

    [42]El biógrafo L. Muñoz ofrece una lista de autores de las diversas Órdenes religiosas, que se relacionaron más con el santo Maestro, a través de los cuales ha ido llegando a todas las latitudes su testimonio y su doctrina.Cfr. L. MUÑOZ, Vida, lib. 2º, cap. 26-27. El biógrafo se detiene en el año 1635, pero transmite unos datos que seguirán influyendo en siglos posteriores. Muñoz alude, entre otros, a Fr. Diego de Yepes (fraile jerónimo, obispo de Tarazona, confesor de Felipe II), Fr. Juan de Santa María (historiador de la Orden franciscana de la descalcez), Fr. Agustín Salucio (Maestro de la Orden de Santo Domingo), Fr. Antonio Daza (historiador de la Orden de San Francisco), P. Pedro de Rivadeneira (jesuita, biógrafo de San Francisco de Borja), Fr. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios (de la Orden carmelitana, en relación con Santa Teresa), Fr. Tomás de Jesús (también escritor carmelita), Francisco de Castro (biógrafo de San Juan de Dios) y otros más, religiosos y seculares. En el capítulo 27 aduce algunas autoridades de mucha valía histórica, también de las diversas Órdenes.

    [43]Ver abundancia de datos en: Obras completas I, biografía, cap. V. Algunos jesuitas se remiten a la autoridad del Maestro Ávila en cuestiones de moral (discutidas en la universidad de Salamanca, en el siglo XVI). Cfr. Informe de Miguel Pérez (Archivo Histórico Nacional, Madrid, papeles de jesuitas, leg 144, n.2); citado por M. BAJEN, Informe de Miguel Pérez (1550-1605)...: Dynamis 15 (1995) 445-457. Algunos escritos de autores espirituales jesuitas (que citan a San Juan de Ávila) llegaron hasta el Japón y sirvieron de aliento a los cristianos en tiempo de persecución.

    [44]Cfr. L. MUÑOZ, Vida, lib. 3º, cap. 24.La santa conoció a algunos discípulos del Maestro, entre ellos a Diego Pérez de Valdivia (a quien menciona en carta del 18 de febrero de 1577), al P. Martín Gutiérrez, jesuita (cfr. Fundaciones, cap. 18), al Francisco Hernández (que se haría carmelita, con el nombre de Francisco de Jesús Indigno y sería misionero en el Congo) y al P. Juan Díaz (que le dejó algunos sermones avilistas) (cfr. Carta del 24 de mayo de 1581, al P. Gracián). Cfr. HILARIO DE SAN JOSÉ, Espiritualidad avilina y espiritualidad carmelitana: Monte Carmelo 72 (1964) 337-364; REDENTO DE LA EUCARISTÍA, Presencia del Beato Juan de Ávila y sus discípulos en la Reforma Teresiana: El Monte Carmelo 69 (1961) 3-46.

    [45]Ses. 23, can. 18 de reforma: Concilium Tridentinum, IX, 628-630. Cfr. Positio super canonizatione aequipolenti (Romae 1970) 414-423 (la voz de Ávila en Trento). A la influencia del Maestro Ávila en Trento, hizo alusión Pablo VI, durante la homilía de la canonización (31 de mayo de 1970): "No pudo participar personalmente en él (en el concilio) a causa de su precaria salud; pero es suyo un Memorial, bien conocido, titulado Reformación del Estado Eclesiástico (1551) (seguido de un apéndice: Lo que se debe avisar a los Obispos), que el Arzobispo de Granada, Pedro Guerrero, hará suyo en el Concilio de Trento, con aplauso general". El Papa llega a esta conclusión: "El Concilio de Trento ha adoptado decisiones que él había preconizado mucho tiempo antes" (Insegnamenti VIII/1970, 566).

    [46]Don Cristóbal de Rojas y Sandoval (1562-1571) había participado en el concilio de Trento. A él van dirigidas las "Advertencias para el Concilio de Toledo" (1565-1566), por tener que presidir dicho concilio provincial en lugar de Bartolomé de Carranza. Dos cartas del Maestro, en 1565, dirigidas al obispo, hacen referencia a este evento (Cartas 182 y 215).

    [47]Positio super canonizatione aequipolenti(Romae 1970) 424-436. Ofrece datos de esta influencia: A. MARÍN OCETE, El concilio provincial de Granada en 1565: Archivo Teológico Granadino 25 (1962) 23-95.

    [48]Positio super canonizatione aequipolenti, n.4, 432-434 (influencia en el tercer concilio de Lima).

    [49]Ver textos paralelos en: Positio super canonizatione aequipolenti (Romae 1970)  n.4, 434-436 (concilio de México). L. MARTÍNEZ FERRER, Directorio para confesores y penitentes. La pastoral de la Penitencia en el tercer Concilio Mexicano (1585) (Pamplona, Eunate, 1996) 148-156 (influjo avilista en México por medio del P. Plaza).

    [50]Positio super canonizatione aequipolenti, n.4, p. 384.

    [51]Pueden verse textos de Molina, que son transcripción del Maestro Ávila, en: Positio super canonizatione aequipolenti, o.c., pp.385-387.

    [52]Le sacerdoce..., Paris, Bloud et Gay, 1933; cfr. afirmación de Bourgoing en el prólogo a las Oeuvres complètes de Bérulle, vol. I. Paris, 1855, p.VIII. Ver datos en: J. ESQUERDA BIFET, Escuela sacerdotal española del s. XV: Juan de Ávila (Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 1969).

    [53]Introducción a la vida devota, part. I, cap. 4. Ver otros datos en: Positio, o.c., 397-398.

    [54]Biografía y escritos(Madrid, BAC, 1955) p. 415. La Positio, o.c., pp. 399-400, constata la influencia de la doctrina avilista, por medio de Antonio de Molina.

    [55]Así lo afirma la revista "Annales d'Ars", n.42 (jan.-fev. 1963), reproduciendo una carta del Maestro Avila (subrayando ideas parecidas a las del Santo Cura).

    [56]Ver: Obras ascéticas de San Alfonso María de Ligorio (Madrid, BAC, 1952), índice onomástico del vol. I. Cfr. Positio, o.c., pp. 398-399.

    [57]Cfr. SAN ANTONIO Mª CLARET, Escritos autobiográficos (Madrid, BAC, 1981) n. 303. Cfr. J. BERMEJO, San Juan de Ávila y San Antonio María Claret, en: AA.VV., El Maestro Ávila. Actas del Congreso Internacional (Madrid, 27-30 noviembre 2000 (Madrid, EDICE, 2002), pp. 865-892.

    [58]Cfr. I. TUBALDO, Giuseppe Allamano. Il suo tempo, la sua vita, la sua opera (Torino, Ediz. Miss.Consolata, 1982-1986).

    [59]L. SALA BALUST, F. MARTÍN HERNÁNDEZ, San Juan de Ávila. Obras completas (Madrid, BAC, 2000ss).

    [60]J.L. MORENO MARTÍNEZ, Influjo de San Juan de Ávila en la espiritualidad sacerdotal española del siglo XX: Surge, 61 (2003) 275-314.

    [61]Ver su Diario Espiritual (publicado en Madrid, BAC, 2004). Cfr. J.M. GARCÍA LAHIGUERA, La santidad sacerdotal a través del Beato P. Juan de Ávila (Madrid, 1952).

    [62]Breve Dilectus filius (2 de julio de 1946): Boletín Ogficial del Arzobispado de Granada 100 (1946) 375-377. Pablo VI recordará más tarde este título en la homilía durante la Misa de canonización (30 de mayo de 1970), matizándolo con estas palabras: "Alabanzas al Episcopado español que, no satisfecho de la proclamación de Protector especial del Clero diocesano español, que nuestro predecesor de venerada memoria, Pío XII, hizo ya a favor del Beato Juan de Ávila, ha solicitado a esta Sede Apostólica su canonización" (Insegnamenti VIII/1970, 562).

    [63]Algunos Padres conciliares del Vaticano II, de reconocida línea avilista (como Don Casimiro Morcillo, Don Laureano Castán y otros), influyeron en la redacción de textos sacerdotales como LG 28, ChD 28, PO 8 (sobre la familia sacerdotal y fraternidad sacramental del Presbiterio).

    [64]Positio super canonizatione aequipolenti(Romae 1970).

    [65]Homilía durante la canonización, 31 de mayo de 1970: Insegnamenti VIII/1970, 562-567.

    [66]Ibídem, 571 (cfr. pp. 568-571).

    [67]Ver algunas publicaciones en las notas del presente estudio o en referencias bibliográficas citadas.

    [68]Carta del Jueves Santo de 1979, n. 6.

    [69]Insegnamenti V/3 (1982) 1145-1151.

    [70]Ibídem, 1216-1224.

    [71]Ibídem, 1225-1234.

    [72]Las aportaciones hechas por profesores de diversas Universidades y de áreas geográficas diversas, han sido publicadas en: AA.VV., El Maestro Ávila. Actas del Congreso Internacional (Madrid, 27-30 noviembre 2000 (Madrid, EDICE, 2002). En el presente estudio, hemos citado algunas de esas aportaciones.

    [73]JUAN PABLO II, Mensaje con ocasión del V centenario del nacimiento de San Juan de Ávila, 10 de mayo de 2000: L'Oss. Rom. esp. n. 22, 2 de junio de 2000, p.9.

    [74]Discurso 1 diciembre 2000: L'Osserv. Rom. esp., 8 dic. p.7.

    [75]B. JIMÉNEZ DUQUE, El Maestro Juan de Ávila (Madrid, BAC, 1988) p. 220.

    [76]Hemos citado algunos trabajos en el presente estudio. Son muy significativos los trabajos que se publican en este número 10 de la revista "Toletana" (2004). Ver también esta tesis de Licencia: R. VÁZQUEZ FREIRE, La formación del sacerdote según San Juan de Ávila. Actualidad de la doctrina contenida en los Tratados de reforma (Romae, Pont. Univ. Gregoriana, Fac. Theol., Inst. Spiritualitatis, 2003).

    [77]B. JIMÉNEZ DUQUE, Retrato de urgencia: Santo Maestro, Santuario de San Juan de Ávila, Montilla, n.18 (enero.junio 1999).

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