Lunes, 11 Abril 2022 10:35

SIGNIFICADO Y CONTENIDOS DE LA ESPIRITUALIDAD MISIONERA Juan Esquerda Bifet

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           SIGNIFICADO Y CONTENIDOS DE LA ESPIRITUALIDAD MISIONERA

 

                                                         Juan Esquerda Bifet

 

 

Presentación: Necesidad de enmarcar el concepto y los contenidos de la espiritualidad misionera

 

      Hay que reconocer que el tema de la "espiritualida misionera" ha sufrido una evolución rápida y también imprecisa. Primero se ha pasado del desconocimiento del término, a una aceptación y concesión de carta de ciudadanía. En ese primer momento de la aceptación, fueron muy pocos los autores que hablaron del tema. Posteriormente, el tema ha venido generalizándose y también se ha aplicado a campos que ya no son propiamente de la espiritualidad misionera. Hoy es frecuente oir hablar del tema o encontrar estudios sobre el mismo. No siempre se encuadra correctamente. Cuando un tema pasa a ser de "actualidad" (o quizá de moda), frecuentemente es señal de que se ha comenzado a desvirtuar.

 

      No raras veces se aplica el término "espiritualidad misionera" al estilo de pastoral: más profética, más litúrgica, más diaconal o de servicios de caridad, etc. Estos campos de pastoral son esenciales para la evangelización; cada evangelizador tiene sus preferencias y su estilo. Pero la "espiritualidad" propiamente dicha tiene otro significado.

 

      Así como hay que distinguir la espiritualidad cristiana (o teología espiritual) de la teología pastoral, de modo parecido hay que distinguir entre espiritiualidad misionera y acción evangelizadora. No obstante, los dos niveles de la misión están íntimamente relacionados y se postulan mutuamente.

 

      Cualquier tema teológico puede estudiarse en su naturaleza, en su aplicación práctica y en su vivencia. En el caso de la "misión" o evangelización, la teología dogmática estudia la naturaleza de la misión, mientras que la pastoral estudia la acción evangelizadora, y la espiritualidad reflexiona sobre las actitudes que hay que tomar por parte del evangelizador y de la comunidad evangelizadora. La espiritualidad misionera estudia esta dimensión vivencial de la misión, que llevará necesariamente a comprender y aplicar mejor los principios dogmáticos y las consecuencias pastorales.

 

      Si no se tiene en cuenta la espiritualidad misionera en cuanto tal, entonces muchas reflexiones teológicas pastorales corren el riesgo de quedarse en aspectos teóricos, e incluso a veces en ideas discutibles sobre la misión. Por esto, afirma "Novo Millennio inneunte", que, además da la teología sistemática, hay que estudiar la teología que han vivido los santos y, en nuestro caso, los santos misioneros: "Además de la investigación teológica, podemos encontrar una ayuda eficazen aquel patrimonio que es la « teología vivida » de los Santos" (NMi 27).

 

 

1. Naturaleza y significado de la espiritualidad misionera

 

      El término "espiritualidad" indica el "espíritu" o estilo de vida. Se quiere "vivir" lo que uno es y hace. Para el cristiano, se trata de la vida "espiritual", es decir, de la "vida según el Espíritu" (Rom 8,9): "caminar en el Espíritu" (Rom 8,4). "Se llama espiritual quien obra según el Espíritu"[1].

 

      La "espiritualidad" o el "espíritu" de la vida cristiana tiene dimensión trinitaria y, por tanto, teológica, salvífica, cristológica, pneumatológica. Pero es también un caminar de hermanos que forman una sola familia o comunidad "convocada" (dimensión eclesial), comprometida en las situaciones humanas concretas (dimensión antropológica, social e histórica). Es una vida espiritual que se alimenta de la meditación palabra de Dios y de la celebración del misterio pascual (dimensión contemplativa y litúrgica). Es vida que debe anunciarse y comunicarse a todos los pueblos (dimensión misionera), hasta que un día será realidad plena en el más allá (dimensión escatológica).

 

      La vida espiritual no es una actitud intimista, sujetivista o alienante, sino una camino o proceso de santidad o de perfección, que se traduce en actitudes de fidelidad, generosidad y compromiso vital de totalidad. El "espíritu" o "espiritualidad" no es simplemente interiorización, sino un camino de verdadera libertad (cf. Gal 5,13; Jn 18,32), que pasa por el corazón y que se dirige a la realidad integral del hombre y de su historia personal y comunitaria. La espiritualidad cristiana se hace inserción ("encarnación") en la realidad, a imitación del Hijo de Dios hecho hombre. Este camino espiritual o de perfección se convierte, por su misma naturaleza, camino de misión.

 

      Al hablar de "espiritualidad misionera", queremos relacionar estos dos términos: "espiritualidad" y "misión". La evangelización tiene dimensión "espiritual" de sintonía con los planes salvíficos del Padre, de relación personal con Cristo y de fidelidad a la acción del Espíritu Santo. La espiritualidad del evangelizador se concreta en "actitudes interiores" (EN 74), todas ellas impregnadas de relación personal con Cristo. Son actitudes de relación familiar con Dios, de confianza filial, de sintonía con los planes salvíficos de Dios, de amistad con Cristo, de fidelidad a la acción y presencia del Espíritu Santo, de escucha contemplativa de la palabra de Dios, de sensibilidad respecto a los problemas de los hermanos redimidos por Cristo.

 

      La expresión "espiritualidad misionera" se encuentra en el decreto conciliar "Ad Gentes" (1965). Es la primera vez que aparece en un documento magisterial. Está en el contexto del objetivo de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos: "Este Dicasterio promueva la vocación y la espiritualidad misionera, el celo y la oración por las misiones, y difunda noticias auténticas y convenientes sobre las misiones" (AG 29).[2]

 

      Los contenidos de la espiritualidad misionera se encuentran descritos en el capítulo IV del decreto "Ad Gentes", que tiene como título "los misioneros". Alí se habla de vocación misionera (AG 23), de virtudes (espiritualidad) del misionero (AG 24), de formación misionera (AG 25-26) y de los Institutos Misioneros (AG 27). Como puede apreciarse en las notas, el tema viene a ser una continuación de la doctrina expuesta anteriormente por las encíclicas misioneras.[3]

 

      El tema de la "espiritualidad misionera" comenzó a cobrar

actualidad desde la Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" de Pablo VI (año 1975), donde se dedica todo un capítulo al "espíritu de la evangelización" (título del cap. VII).[4]

 

      La Constitución Apostólica "Pastor Bonus" (art. 86-88) ratifica el objetivo del Dicasterio misionero según las indicaciones de AG 29 y puntualiza algo más: "estudios de investigación sobre la teología, la espiritualidad y la pastoral misionera" (art. 86), el "espíritu misionero" (art. 87), las "vocaciones misioneras" (art. 88). La encíclica "Redemptoris Missio" de Juan Pablo II dedica a este tema todo el capítulo VIII, que tiene como título "espiritualidad misionera"

 

      La "espiritualidad misionera" significa, pues, vivir la misión con fidelidad generosa al Espíritu Santo. Los estudios misionológicos, además de reflexionar sobre la naturaleza de la misión (teología) y sobre su práctica (pastoral), tienen que prestar atención también a su vivencia o "espíritu", es decir, su "espiritualidad" o vida según el Espíritu Santo.[5]

 

      Las "actitudes interiores" del apóstol (EN 74) son, pues, su estilo o "espíritu", como fidelidad generosa a la vocación y a la misión del Espíritu (EN 75), que equivale a cumplimiento del mandato misionero de Cristo según los designios salvíficos del Padre.

 

      La "espiritualidad misionera", como "espíritu de la evangelización" o dimensión espiritual de la misión, refleja el estilo de vida del apóstol, que se debe "renovar constantemente" (AG 24). Esta renovación espiritual comporta una renovación en la teología y en la pastoral misionera. Y de esta renovación "interior" o de "actitudes", derivará la renovación misionera de toda la Iglesia.

 

      Para encuadrar la espiritualidad misionera dentro de la misionología, basta recordar que todo tratado de ciencias eclesiásticas puede estudiarse según diversas funciones: teológica o de investigación y síntesis, pastoral o de metodología de la acción, vivencial o de espiritualidad, etc. Aunque siempre se trata de teología, la espiritualidad misionera es una parte integrante de la misionología como estudio de la función espiritual o vivencial de la misión.

 

 

2. Elementos fundamentales de la espiritualidad misionera

 

      Los datos o elementos fundamentales de la espiritualidad misionera se desprenden de la figura de Cristo Buen Pastor: "guiado por el Espíritu Santo" fue hacia el desierto y hacia la "evangelización de los pobres" (Lc 4,1.18) con el "gozo" pascual de la esperanza (cfr. Lc 10,21). Las figuras misioneras de todas las épocas y, de modo especial, la figura de Pablo, nos ofrecen una síntesis fenomenológica del tema, de la que derivará fácilmente una reflexión teológica y sistemática.

 

      La misión recibida por la Iglesia es la misma de Jesús (cfr. Jn 20,21). La vivencia de la misión debe ser, pues, la misma de Jesús. La caridad pastoral de Jesús se concreta en donación de totalidad y de universalismo: se da él mismo, sin pertenecerse, como "consorte" o protagonista de todo ser humano. Jesús vivió la misión así y así la comunicó a los suyos. El mandato misionero que la Iglesia ha recibido de Jesús (cfr. Mt 28,19-20) tiene que vivirse como Jesús vivió el mandato recibido del Padre bajo la acción del Espíritu Santo.

 

      La espiritualidad misionera vivida por los santos tiene un valor permanente, aunque los matices varías según las épocas[6]. Hay que saber conjugar figuras misioneras, realizaciones, experiencias, documentos, etc. Estas figuras se inspiraron en los contenidos de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia. Hoy, depués de veinte siglos de vivencia y de reflexión, disponemos de abundante doctrina eclesial, en documentos del magisterio y en los estudios teológicos.

 

      Las líneas básicas de la espiritualidad del apóstol y de las comunidades eclesiales se pueden deducir de los tres elementos que componen la "vida apostólica" de todas las épocas históricas: seguimiento evangélico de Cristo, fraternidad o vida comunitaria del grupo, disponibilidad misionera. En realidad, es este último elemento el que matiza la generosidad evangélica y la vida fraterna del apóstol en general y del misionero en particular.

 

      Si se tienen en cuenta los contenidos de las encíclicas misioneras preconciliares y los documentos conciliares y postconciliares del Vaticano II, se puede afirmar que el tema de la espiritualidad misionera ha llegado a cierta madurez, ofreciendo ofrece los datos esenciales.

 

      Las encíclicas anteriores al concilio y la doctrina conciliar presentaban el tema de modo descriptivo, motivando las virtudes del misionero. La Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" ofrece un listado relativamente completo sobre nuestro tema, señalando unos puntos básicos: vocación (EN 74; cf. EN 5), fidelidad al Espíritu Santo (EN 75), autenticidad y testimonio (EN 76), unidad y fraternidad apostólica (EN 77), servicio de la verdad (EN 78), celo apostólico a lo Pablo y según el modelo de los santos misioneros (EN 79-80).

 

      La encíclica "Redemptoris Missio" amplía y matiza estos contenidos, presentando la fidelidad al Espíritu Santo (RMi 87, dimensión pneumatológica), la intimidad con Cristo (RMi 88, dimensión cristológica), el amor a la Iglesia (RMi 89, dimensión eclesiológica), el celo o caridad apostólica (RMi 89, dimensión pastoral), la cercanía al hombre concreto (RMi 89, dimensión antroplópgica y sociológica), la exigencia de santidad (RMi 90, dimensión vivencial), la contemplación (RMi 91, dimensión contemplativa), la presencia de María (RMi 92, dimensión mariológica).[7]

 

      Esta espiritualidad capacita para adentrarse en las cuestiones actuales de inculturación, de maduración de la Iglesia local, de presentación del evangelio en una época de cambio.

 

      Uno de los grandes desafíos misioneros de hoy, tal vez el más urgente, consiste en que, debido al cruce globalizado de religiones y culturas, se pregunta al cristianismo cuál es su experiencia peculiar de Dios. Si se trata de las religiones, la pregunta proviene de su experiencia de Dios, que deja entrever siempre un más allá. La respuesta cristiana no puede caer en el relativismo (como si todas las experiencias fueran iguales) ni en el exclusivismo (como si las otras experiencias no fueran válidas). La sociedad actual pregunta sobre lo que parece ser "silencio" y "ausencia" de Dios (injusticias, guerras, desgracias...).

 

      Decía Pablo VI: "Paradójicamente, el mundo, que, a pesar de los innumerables signos de rechazo de Dios, lo busca sin embargo por caminos insospechados y siente dolorosamente su necesidad, el mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible. El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para los pequeños y los pobres" (EN 76).

 

      La experiencia cristiana de Dios se basa en el encuentro con Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, que murió y que vive resucitado presente entre nostros. "Cristo, en la misma revelación del Padre y de su amor, manifiesta el hombre al propio hombre... Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: ¡Abba!, ¡Padre!" (GS 22).

 

      Ante este desafío de experiencia espiritual, cabe afirmar que "el futuro de la misión depende en gran parte de la contemplación. El misionero, sino es contemplativo, no puede anunciar a Cristo de modo creíble. El misionero es un testigo de la experiencia de Dios y debe poder decir, como los Apóstoles: «Lo que contemplamos... acerca de la Palabra de vida..., os lo anunciamos» (1Jn 1,1-3)" (RMi 91).

 

       La renovación de los evangelizadores se traduce en una acción evangelizadora más ilusionada y tenaz. Para emprender una nueva evangelización, los apóstoles de hoy deben renovarse en su actitud relacional con Dios (contemplación), en su relación con los hermanos (comunión), en la capacidad de insertarse en el mundo (inserción), en la coherencia con el evangelio (autenticidad) y en el sentido de trascendencia (esperanza).

 

 

3. Elaboración de una síntesis doctrinal sobre la espiritualidad misionera

 

      En la exposición de la espiritualidad misionera es conveniente presentar una síntesis doctrinal que abarque un temario relativamente completo, en el que se puedan ver todos los elementos fundamentales indicados más arriba, pero de manera más ordenada. Como hemos visto anteriormente, el decreto conciliar "Ad Gentes" señala una lista de virtudes en relación a la vocación misionera (AG 23-25). La Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" y la encíclica "Redemnptoris Missio" ofrecen una lista de temas básicos.

 

      Faltaría un orden más lógico y sistemático, que podría elaborarse a partir de la definición sobre espiritualidad misionera (vivencia de la misión guiados por el Espíritu Santo). El temario sería entonces de tipo deductivo: naturaleza, niveles, alcance, aplicaciones, medios, etc. Pero podría también derivar de las realidades concretas de la vida misionera; sería entonces de tipo inductivo: situación, historia, dificultades, antropología, cultura, Iglesia local o particular, etc. El mejor método es siempre de síntesis de ambos enfoques, el deductivo y el inductivo: elaborar una doctrina espiritual a partir de realidades misioneras iluminadas por el mensaje evangélico predicado por la Iglesia y vivido por los santos misioneros.

 

      En la elaboración de este temario hay que inspirarse en la figura del Buen Pastor y de los Apóstoles, para iluminar las realidades de la acción evangelizadora que reclaman un especial estilo de vida. Para ello servirán los contenidos de los documentos de la Iglesia, las figuras misioneras de toda la historia, los carismas fundacionales de las instituciones misioneras, etc.

 

      Puede proponerse la siguiente síntesis doctrinal básica: Fidelidad al Espíritu Santo, en la misión de Cristo confiada a los Apóstoles y según los planes salvíficos del Padre (dimensión trinitaria, cristológica, pneumatológica); vocación misionera general y específica; comunidad apostólica donde se vive la vocación; virtudes concretas que derivan de la caridad pastoral; la oración como experiencia cristiana de Dios (dimensión contemplativa); sl sentido y amor de Iglesia misterio, comunión y misión (dimensión eclesiológica); la figura de María como Tipo de la Iglesia misionera (dimensión mariológica); necesidad de la espiritualidad misionera para una mayor inserción en la realidad (dimensión sociológica y cultural).

 

      Pero estos puntos necesitan desarrollarse bajo diversas perspectivas de actualidad. Por esto, hay que destacar algunos temas espirituales de actualidad: la actitud relacional con Cristo que deriva de la vocación misionera, la experiencia cristiana de Dios como experiencia peculiar, la actitud de las bienaventuranzas como cercanía a los pobres, la línea de inserción (inmanencia) como fruto de la trascendencia y esperanza, el misterio de la conversión desde la renovación personal y eclesial, la relación entre espiritualidad y acción apostólica, etc.

 

      La espiritualidad misionera puede aplicarse a todo cristiano, a partir de las exigencias del bautismo. Debe ser también la base de la animación misionera de la comunidad eclesial. La espiritualidad cristiana es esencialmente misionera. El camino de la perfección cristiana es una apertura comprometida y progresiva a los planes salvíficos y universales de Dios Amor, que trascienden el espacio y el tiempo. La gratitud por el don de la fe recuerda a todos los creyentes que la vocación cristiana es vocación a la santidad y al apostolado.[8]

 

      Ser Iglesia significa participar en su naturaleza misionera, puesto que "ella existe para evangelizar" (EN 14). La espiritualidad cristiana es auténtica cuando es espiritualidad de Iglesia misionera. Cuanto más se vive la espiritualidad cristiana, tanto más uno se adentra en el misterio trinitario, que se refleja en la realidad de una Iglesia misterio, comunión y misión.

 

      Pero la espiritualidad misionera tiene una aplicación especial cuando se trata del apóstol que se hace disponible "ad vitam" para la misión "ad gentes". La espiritualidad del apóstol está relacionada con la misión o envío y con la acción evangelizadora.[9]

 

      La espiritualidad misionera sabe encontrar el punto de equilibrio entre las tensiones que se originan en la vida apostólica: entre servicio y consagración, entre cercanía (inmanencia) y trascendencia, entre acción externa y vida interior, entre institución y carismas, etc.

 

      La espiritualidad del "misionero ad gentes" es fundamentalmente la misma que corresponde a todo evangelizador, pero con matices especiales, que tienen su punto de partida en la vocación específica. Cada vocación tiene sus gracias especiales, que reclaman una actitud espiritual de respuesta fiel y generosa. La espiritualidad del misionero es, pues, espiritualidad de dedicación al primer anuncio del evangelio, para implantar los signos permanentes de la evangelización en aquellas comunidades donde la Iglesia todavía no puede considerarse suficientemente implantada. Es la espiritualidad que corresponde a la misión universalista de dedicación permanente al anuncio del evangelio a todos los pueblos.

 

      El concilio Vaticano II describe así la fisonomía espiritual del misionero: "Lleno de fe viva y de esperanza firme, sea el misionero hombre de oración; inflámese en espíritu de fortaleza, de amor y de templanza; aprenda a contentarse con lo que tiene; lleve en sí mismo con espíritu de sacrificio la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús obre en aquellos a los que es enviado; llevado del celo por las almas, gástelo todo y sacrifíquese a sí mismo por ellas, de forma que crezca en amor de Dios y del prójimo con el cumplimiento diario de su ministerio. Obedeciendo así con Cristo a la voluntad del Padre, continuará la misión de Jesús bajo la autoridad jerárquica de la Iglesia y cooperará al misterio de salvación" (AG 25).

 

 

A modo de conclusión

 

      La "espiritualidad" misionera consiste en una vida según el "Espíritu" en relación con la misión, que procede el Padre y se nos transmite por medio de Jesucristo y bajo la acción del Espíritu Santo. Es la espiritualidad que ayuda a descubrir y vivir la prioridad y la iniciativa de Dios en el don de la misión. "La actividad misionera exige, ante todo, espiritualidad específica", que se delinea como "plena docilidad al Espíritu" (RMi 87) y "comunión íntima con Cristo" RMi 88).

 

      Como estilo de vida del misionero, la espiritualidad ayuda a profundizar en los temas teológicos sobre la misión (teología misionera) y es la mejor garantía para acertar en la pastoral misionera. La espiritualidad misionera, que se concreta en las "actitudes interiores" del apóstol a la luz del evangelio, es la base previa para captar y vivir el significado de la problemática misionera actual.

 

      Los contenidos de la misión sólo se descubren en sintonía con las vivencias de Cristo, es decir, poniendo en práctica la espiritualidad misionera. Entonces se capa, por sintonía con Cristo, el concepto de misión y de evangelización (AG 1-9; RMi I-II), la llamada universal a la conversión a Cristo y al bautismo (EN 53; RMi 46), el sentido y amor de Iglesia misterio-comunión-misión (AG 6; EN 28, 59-62), el proceso de "inculturación" (EN 20; RH 10-11; RMi 52), la inserción en las realidades humanas especialmente en la opción preferencial por los pobres (EN 30-38; RMi 58-60; Puebla 670, 1128ss), el diálogo evangelizador e interreligioso (RMi 55), el equilibrio entre ministerios (proféticos, cultuales, diaconales), las "comunidades de base" (RMi 51), la recta distribución de los apóstoles (RMi 67-68), los medios  y expresiones de evangelización (especialmente la piedad popular y medios de comunicación social) (RMi 37), la comunicación de la propia experiencia de Dios (RMi 24, 91; EN 76), etc.

 

      La dimensión mariana de la espiritualidad misionera hace redescubrir y vivir la naturaleza misionera y materna de la Iglesia (Gal 4,4, 4,19; 4,26). "María es el ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres" (RMi 92; cf. LG 65).



    [1]SAN BASILIO MAGNO, De Spiritu Sancto, cap. 26, n. 61: PG 32. 179.

    [2]La expresión "espiritualidad misionera" es anterior al concilio Vaticano II. Se encuentra ya usada en: G.B. TRAGELLA, Per una spiritualità missionaria (Roma 1948); C. CARMINATI, Il problema missionario, Roma 1941, cap. V: "Spiritualità missionaria"; AA.VV., Espiritualidad misionera (Burgos, VI Semana Misionológica, 1954); A. RETIF, La mission, éléments de théologie et spiritualité missionnaire (Tours 1963).

    [3]Los comentarios al decreto conciliar "Ad Gentes" aportan algunos datos sobre la espiritualidad misionera cuando explican la figura del misionero: J. ESQUERDA BIFET, Spiritualità, vocazione e formazione missionaria, en: AA.VV., Chiesa e missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1990) 199-225; L.J. LECUONA, La vocazione missionaria, en: Le missioni nel decreto "Ad Gentes" del concilio Vaticano II (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1966) 209-225; K. MÜLLER, Les missionnaires (n. 13 à 27), en: VaticanII, L'activité missionnaire de l'Église (Paris, Cerf, 1967) 333-361.

    [4]La Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" ha sido estudiada bajo diversos aspectos: teológicos, pastorales, espirituales. AA.VV., Esortazione Apostolica "Evangelii Nuntiandi", Commento sotto l'aspetto teologico, ascetico e pastorale (S. Congregazione per l'Evangelizzazione dei Popoli 1976); AA.VV., L'Annuncio del Vangelo oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1977). En el año 1974, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos creó la primera cátedra sobre la "espiritualidad misionera" en el Pontificia Universidad Urbaniana (Facultad de Misionología).

    [5]Bibliografía actual: AA.VV., Lecciones de espiritualidad misionera (Buenos Aires, Claretiana, 1984); L.A. CASTRO, Espiritualidad misionera (Bogotá, Paulinas, 1993); M. COLLINS REILLY, Spirituality for mission (New York, Orbis Books, 1978); J. DAO DINH DUC, Spiritualità missionaria, in: Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana Univ. Press, 1992) 381-397; J. ESQUERDA BIFET, Espiritualidad misionera (Madrid, BAC, 1982); Idem, Teología de la evangelización (Madrid, BAC, 1995) cap. X-XI; Idem, Nueva evangelización y espiritualidad misionera (en el inicio del tercer milenio): Studia Missionalia 48 (1999) 181-201; S. GALILEA, Espiritualidad de la evangelización, según las bienaventuranzas (Bogotá, CLAR, 1980); J. MONCHAMIN. Théologie et spiritualité missionnaire (Paris, Beauchesne, 1985); K. MÜLLER, Les missionnaires, II La spiritualité missionnaire, en: Vatican II, L'Activité missionnaire de l'Église (Paris, Cerf, 1967) 338-347; Y. RAGUIN, I am sending you, Spirituality for the missioner (Manila, EAPI 1973; M.C. REILLY, Spirituality for mission, Manila, Loyola University, 1976 y New York, Orbis Book, 1978); A. RETIF, La mission, éléments de théologie et spiritualité missionnaire (Tours 1963); K. WOJTYLA, La evangelización y el hombre interior: Scripta Theologica 11 (1979) 39-57; F. ZALBA, Espiritualidad misionera: Rev. Telógica Limense 18 (1984) 371-382.

    [6]Las figuras misioneras son siempre fuente inspiradora de espiritualidad misionera. AA.VV., Spirito del Signore e libertà, Figure e momenti della spiritualità (Brescia, Morcelliana, 1982); F. CIARDI, Los fundadores hombres del Espíritu (Madrid, Paulinas, 1983); G SOLDATI, I grandi missionari (Bologna, EMI, 1985).

    [7]Los comentarios a la encíclica profundizan también el tema de la espiritualidad misionera: AA.VV., Haced discípulos a todas las gentes, Comentario y texto de la encíclica "Redemptoris Missio" (Valencia, EDICEP, 1991); AA.VV., Cristo, Chiesa, Missione, commento all'enciclica "Redemptoris Missio" (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1992). Ver algunos estudios especializados, en la nota 5.

    [8]Los estudios sobre la espiritualidad cristiana van adquiriendo cada vez más una dimensión misionera: AA.VV., La spiritualità della missione (Roma, Teresianum, 1986).

    [9]A. PARDILLA, La figura bíblica del apóstol (Roma, Claretianum, 1982). Ver bibliografía actual y específica, citada en la nota 5 de nuestro estudio.

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