GONZALO APARICIO S&Aacute;NCHEZ LA IGLESIA NECESITA Sacerdotes SANTOS (3&ordf; edici&oacute;n) REFLEXIONES SACERDOTALES MIRANDO AL S&Iacute;NODO &laquo;El cristiano del siglo futuro ser&aacute; un m&iacute;stico o no ser&aacute; cristiano&raquo;.(K. Rahner) Parroquia de San Pedro. Plasencia.- 1966-2018 GONZALO APARICIO S&Aacute;NCHEZ LA IGLESIA NECESITA OBISPOS Y Sacerdotes SANTOS &laquo;El cristiano del siglo futuro ser&aacute; un m&iacute;stico o no ser&aacute; cristiano&raquo; (K. Rahner) &iexcl;Ven, Esp&iacute;ritu Santo, te necesitamos! &iexcl;Te necesita tu Iglesia santa! Edibesa. Madrid. 2010 INTRODUCCI&Oacute;N LA IGLESIA NECESITA SACERDOTES Y OBISPOS SANTOS, Siempre los ha necesitado y el Se&ntilde;or lo dijo muchas veces: &ldquo;Quien quiera ser disc&iacute;pulo m&iacute;o&hellip;Sed santos, como vuestro Padre celetial es santo&hellip;etc&hellip;. &ldquo;, pero ahora m&aacute;s que en otros tiempos, debido al materialismo, ate&iacute;smo e increencia reinante en vidas, medios, radios y televisiones. Por eso el t&iacute;tulo completo de este libro tal como lo tengo en mi mente y en mi coraz&oacute;n grabados ser&iacute;a: LA IGLESIA NECESITA OBISPOS Y SACERDOTES SANTOS CON EXPERIENCIA DE LO QUE SON, PREDICAN Y CELEBRAN; pero por brevedad he puesto el que est&aacute; porque en mi vida sacerdotal y en mis ratos de oraci&oacute;n con Cristo Eucarist&iacute;a he descubierto que el m&aacute;s necesita esta santidad soy yo, para vivir unido a Cristo en su ser y existir sacerdotal. Y para eso he comprobado por la palabra del Se&ntilde;or y por mi propia vida sacerdotal que el mejor camino es la oraci&oacute;n personal y diaria y eucar&iacute;stica. Y en este sentido he publicado alg&uacute;n libro. La iglesia, desde su origen junto a Jes&uacute;s: &ldquo;sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada; yo soy la vid, vosotros, los sarmientos&hellip;&rdquo; siempre los ha necesitado, pero ahora m&aacute;s por las circunstancias actuales. Y tambi&eacute;n madres santas, madres sacerdotales, que sembraban la fe y cultivaban la vocaci&oacute;n rezando con sus hijos desde el seno materno: A&ntilde;os 1940- 80 en toda Espa&ntilde;a, en todas las di&oacute;cesis, seminarios a tope, iglesias llenas diariamente en la misa, sagrarios visitados todo el d&iacute;a, incluso en siesta. La Iglesia necesita santidad porque Cristo as&iacute; la quiso e instituy&oacute;, porque as&iacute; fueron los primeros ap&oacute;stoles, obispos y sacerdotes y cristianos, unidos a Cristo como canales de la gracia y de la salvaci&oacute;n y elegidos por &Eacute;l para ser prolongaci&oacute;n de su mismo ser y existir sacerdotal, encarnaciones en otras humanidades de Cristo Sacerdote y &Uacute;nico Salvador del mundo. Esto es de lo que estoy convencido y quiero decirme y exigirme a m&iacute; mismo, el primero, pero en voz baja, porque es duro y doloroso, aunque suficientemente alto, para que todos puedan o&iacute;rlo.La Iglesia actual y de todos los tiempos, tanto arriba como abajo, en la cabeza como en los miembros, por ser prolongaci&oacute;n de Cristo, necesita santidad, uni&oacute;n de vida y amor con Cristo; LA IGLESIA ACTUAL NECESITA SANTIDAD, EXPERIENCIA DE DIOS, experiencia de la fe, de lo que cree y celebra, experiencia m&iacute;stica por la oraci&oacute;n. Esto mismo te lo puedo expresar con otros nombres y afirmaciones, que repetimos en momentos oportunos, pero que no practicamos ni vivimos mayoritariamente. El problema de la pastoral de la Iglesia no es problema de pastoral sino de pastores; como el problema de la catequesis en la Iglesia no ser&aacute; problema de catequesis, sino de catequistas: la catequesis es el catequista; y el problema del apostolado de la Iglesia ser&aacute; siempre fundamentalmente problema de ap&oacute;stoles, formados e identificados con Cristo sacerdote en santidad y unidad de su ser y existir sacerdotal, junto al Coraz&oacute;n del &Uacute;nico Pastor y Sacerdote Jesucristo que &ldquo;llam&oacute; a los quiso para que estuvieran con &Eacute;l y enviarlos a predicar&rdquo;; el estar con &Eacute;l es condici&oacute;n primera, fundamental y esencial para ser ap&oacute;stol y hacer apostolado cristiano, conforme al Coraz&oacute;n de Cristo, es decir, la oraci&oacute;n es prioritaria a la misi&oacute;n; oraci&oacute;n personal que me lleve a la conversi&oacute;n total en &Eacute;l, a su vida y sentimientos y a su Caridad Pastoral, que no es mi amor sino el amor de Cristo Pastor actuando a trav&eacute;s de mi humanidad que se la presto para identificarme totalmente con su ser y existir y actuar sacerdotal. Yo tengo que amar con el mismo amor de Cristo o si prefieres, yo tengo que prestar toda mi humanidad, todo mi ser y existir a Cristo, para que &Eacute;l pueda prolongar en m&iacute; y por m&iacute;, su salvaci&oacute;n; y esto, todos los d&iacute;as de mi vida, tanto por la gracia del bautismo como del Orden sacerdotal. Y para esto, m&aacute;s que programas, santidad de vida. Santidad de vida necesito porque Cristo me comunique su caridad pastoral, su amor, porque yo no s&eacute; amar as&iacute;, yo no lo tengo ni puedo fabricar ese amor &ldquo;hasta el extremo&rdquo; al Padre y a los hombres; y para eso necesito ped&iacute;rselo todos los d&iacute;as, tratar todos los d&iacute;as de conocerlo en profundidad y en verdad, necesito hablar, revisar, encontrarme con &Eacute;l, necesito oraci&oacute;n permanente: &laquo;que no es otra cosa oraci&oacute;n sino trato de amistad estando muchas veces a solas con aquel que sabemos que nos ama&raquo;. Para vivir este amor y realizarlo en m&iacute; y en mis hermanos, necesito de la oraci&oacute;n permanente que me lleve a la conversi&oacute;n permanente, porque hasta media hora de haber muerto no estar&eacute; convencido de que he dejado de amarme a m&iacute; mismo m&aacute;s que a Dios. Son las consecuencias del pecado original. Y eso, es la santidad, la uni&oacute;n total de amor con Dios de todo bautizado o la identidad total con el ser y existir sacerdotal de Cristo.. Y al vaciarme de m&iacute; mismo, viene la experiencia del Dios vivo, de Cristo vivo, vivo y resucitado, &ldquo;que estaba muerto&rdquo; para m&iacute; y al vaciarme de mis pasiones y de mi &ldquo;yo&rdquo; puede llenarme por gracia de su vida; viene el gozo y la vivencia de lo que creo, predico, celebro y deseo, porque Dios Uno y Trino me habita y me llena, porque me he vaciado de todo mi &laquo;yo&raquo; y lo m&iacute;o. Es que no somos conscientes de esto, de que esto es lo impide la experiencia m&iacute;stica, la experiencia de Dios en nosotros; porque estamos tan llenos de nosotros mismos que no cabe Dios ni la vida de Cristo, ni sus sentimientos y el amor de Cristo, porque se lo impide mi &laquo;yo&raquo;, el amarme a m&iacute; mismo m&aacute;s que a Dios y a todos los hermanos: de esta forma no dejo a Dios que sea Dios y Se&ntilde;or de mi persona y facultades; el dios de mi vida soy &laquo;yo&raquo; y me busco y me doy culto de la ma&ntilde;ana a la noche, incluso en las cosas de Dios, sin ser consciente de ello, si no tengo ratos de oraci&oacute;n y encuentros sinceros con El, que siempre se convierten autom&aacute;ticamente en ratos de oraci&oacute;n-conversi&oacute;n-amor a Dios sobre m&iacute; mismo y todas las cosas. Por eso, donde digo experiencia de Dios, quiero poner y decir igualmente conversi&oacute;n, uni&oacute;n con Dios, oraci&oacute;n, santidad, humildad-andar en verdad, vida espiritual, &ldquo;verdad completa&rdquo;, esto es, VERDAD de Cristo y AMOR de Esp&iacute;ritu Santo, ap&oacute;stoles identificados con Cristo, con el Esp&iacute;ritu de Cristo, acciones y vida seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu Santo, ap&oacute;stoles con vida santa y amor total a Dios sobre todas las cosas, con experiencia de lo que somos, predicamos y vivimos. Son realidades cristianas que no veo ahora con frecuencia en la Iglesia. Por eso, le falta hermosura y belleza divina y atractivo a la Iglesia actualmente, a las Di&oacute;cesis, a las congregaciones religiosas, a los sacerdotes y cristianos en general; existen, pero necesitamos m&aacute;s santidad, m&aacute;s santos que nos entusiasmen con Cristo y su Iglesia, desde su conocimiento y amor sentido y experimentado en y por la oraci&oacute;n, por el encuentro diario y afectivo con Cristo, sobre todo, en el Sagrario. Que s&iacute;, que los hay. Pero debieran ser m&aacute;s abundantes, debiera ser el aspecto y la faz com&uacute;n y ordinaria y m&aacute;s admirada del cristianismo, sobre todo de Obispos, sacerdotes y consagrados, incluso por los no creyentes. La santidad, la experiencia de lo que creemos y celebramos, es la mejor apolog&eacute;tica del cristianismo, de la existencia y vida de Dios; es el mejor argumento para que la gente crea y se haga cristiana y siga esperando en Dios superando pruebas, &ldquo;viendo c&oacute;mo se aman&rdquo; y amen a Dios y a los hermanos, &ldquo;hasta el extremo&rdquo;, porque es Cristo mismo, desde la vida de gracia recibida en el bautismo y el car&aacute;cter sacerdotal, desde espiritualidad bautismal y sacerdotal, vida de su Esp&iacute;ritu Santo en nosotros, el que lo realiza en nosotros y a trav&eacute;s de nosotros. Comprendo que parte de lo que voy a expresar en este libro es duro, pero es la realidad misma, tal y como yo la veo. Es duro, porque exige en todos nosotros, en m&iacute;, el primero, mayor humildad, mortificaci&oacute;n, el cambio de proyectos y deseos y oscuridades de lo natural por las virtudes aut&eacute;nticas y verdaderas y sobrenaturales de fe, esperanza y amor purificadas por las noches espirituales de san Juan de la Cruz, que nos unen directamente con Dios porque vienen y se apoyan solo en &Eacute;l; es duro porque, a&uacute;n suponiendo la &laquo;prudencia&raquo; de los te&oacute;logos de turno y la lucha continua y permanente en la Iglesia &ldquo;entre el esp&iacute;ritu y la carne&rdquo;, no es cuesti&oacute;n de cinco, diez o quince a&ntilde;os lo que exige esta reconversi&oacute;n y santidad permanente y fomentada siempre por los santos pastores de turno en la Iglesia sino que es tarea de toda una vida vivida en amor y conversi&oacute;n permanentes por medio de la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n diaria, en t&eacute;rminos sanjuanistas por la meditaci&oacute;n-contemplaci&oacute;n-uni&oacute;n, y yo a&ntilde;ado preferentemente ante el Sagrario. Se ha descuidado mucho en estos tiempos, incluso en los seminarios y casas de formaci&oacute;n, por parte de los sacerdotes y congregaciones consagradas al Se&ntilde;or, se ha descuidado mucho la santidad, el concebir la vida humana y cristiana como una aspiraci&oacute;n permanente a la vida eterna de uni&oacute;n y felicidad en Dios, que se inicia ya en la tierra y para la que hemos sido so&ntilde;ados y creados por el Padre, redimidos por el Hijo que vino en nuestra b&uacute;squeda y nos abri&oacute; la puerta de amistad y felicidad trinitaria y que se realiza &uacute;nicamente por el Santo Esp&iacute;ritu, el Amor Personal del Padre al Hijo y del Hijo al Padre... esto es vida eterna comenzada por la vida de gracia para que &ldquo;te conozcan a Ti &uacute;nico Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo&rdquo;, Llegar a la santidad y a la experiencia de Dios por la conversi&oacute;n permanente no es cuesti&oacute;n de una operaci&oacute;n r&aacute;pida, por la que te quitan el c&aacute;ncer y punto; por ejemplo, convocar un nuevo Concilio o Cap&iacute;tulo general de la Orden y ya est&aacute; solucionado; o a nivel personal, convivencias, una tanda de ejercicios espirituales&hellip;; para todo esto, para curarse el cristiano y la misma Iglesia de la falta de santidad,primero hay que reconocerse enfermo, con el c&aacute;ncer del pecado original, del yo, de la mediocridad espiritual, y luego, tratar de curar esta falta de santidad de la Iglesia o de cada uno personalmente, si es personal. Y digo mediocridad espiritual, porque en este libro no me refiero a pecados graves, como estos de la pedofilia y otros de los que tanto se habla actualmente por parte de los medios, sino del instalamiento, de la falta de santidad, de tensi&oacute;n a la perfecci&oacute;n espiritual. Tenemos adem&aacute;s muy cerca la experiencia del Vaticanos II. Alguien ha dicho &laquo;que si el Concilio de Trento provoc&oacute; un despertar, una sacudida, un extraordinario golpe de ri&ntilde;ones a un organismo que parec&iacute;a echado a perder, fue porque aquellos documentos fueron tomados en serio y hechos realidad por una multitud de santos. En cambio, si las consecuencias del Vaticano II han sido capaces de provocar las quejas de un Papa que lo hab&iacute;a deseado, Pablo VI (&laquo;nos esper&aacute;bamos una primavera y ha llegado un invierno&raquo;), es porque sus indicaciones han sido gestionadas por te&oacute;logos, por intelectuales&raquo;[1]. Por lo tanto, esto que quiero decir y expresar, supone en la misma Iglesia, Di&oacute;cesis, Congregaciones, Institutos, &Oacute;rdenes religiosas, Seminarios, casas de formaci&oacute;n o noviciados y en la Iglesia, -- por aquello de &ldquo;si la sal se vuelve sosa, con qu&eacute; la salar&aacute;n, no sirve m&aacute;s que para que la tiren fuera y la pise la gente&rdquo;-- supone, repito, una conversi&oacute;n personal, un cambio doloroso y largo, el cambio del Esp&iacute;ritu de Dios sobre la carne, la prioridad de Dios y santidad y uni&oacute;n con Dios y seguimiento de Cristo en humildad y servicio sobre la prudencia y mediocridad del mundo y de la carne encarnada a veces en nosotros; como resultado esta reconversi&oacute;n personal, a veces sin apoyos doctrinales o ejemplos externos, se hace m&aacute;s penosa y antip&aacute;tica, no deseada, porque hay que hacerlo individual y personalmente desde s&oacute;lo Dios amado sobre todas las cosas y todos los d&iacute;as, y siempre desde la oraci&oacute;n o encuentro personal diario desde la meditaci&oacute;n del evangelio o lo que te ayude a la oraci&oacute;n, a veces sin apoyos institucionales y reconocidos que antes exist&iacute;an con m&aacute;s abundancia y visibilidad. Y reconozco que el Papa Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, algunos Obispos y Congregaciones como lo trato ampliamente en mi p&aacute;gina www. est&aacute;n hablando y actuando muy claro en este sentido &uacute;ltimamente. Lean los discursos del Papa Benedicto a Obispos, Institutos..., la Congregaci&oacute;n del Clero... etc. que he seleccionado en mi p&aacute;gina. Me cuesta escribir este libro tambi&eacute;n, porque este tipo de escritos no reporta alabanzas ni honores personales, todo lo contrario; pero siento algo en mi que me empuja a hacerlo por amor a Cristo y a su Iglesia y a mis hermanos sacerdotes y consagrados; alguien me empuja a ser un poco profeta, y no me gusta, porque s&eacute; que decir cosas desagradables, ser profeta, aunque sea en el nombre del Se&ntilde;or, sin que se me trabe la lengua, lleva consigo incomprensiones, cr&iacute;ticas, sufrimientos; tengo experiencia. Y me cuesta finalmente hacerlo porque s&eacute; que todo depende del concepto que cada uno tenga de Cristo, de Iglesia, de santidad y apostolado. Y el concepto que cada uno tiene de apostolado e Iglesia, es el que tiene personalmente de Cristo; y el concepto que tenemos de Cristo, no es el que uno aprendi&oacute; en teolog&iacute;a, sino el que cada uno tiene y vive por la relaci&oacute;n personal y diaria con &Eacute;l por la oraci&oacute;n y la eucarist&iacute;a, por la uni&oacute;n, santidad y experiencia de amistad personal con &Eacute;l; y si esta no existe, es superficial y poco profunda. As&iacute; que, a pesar de todo esto, hablar&eacute; de lo que veo en m&iacute; mismo y trato de superar en m&iacute; vida personal por una conversi&oacute;n permanente y luego, desde aqu&iacute;, tratar&eacute; ayudar y dar un poco de luz y &aacute;nimo a mis hermanos, a todo bautizado, pero especialmente a mis amados sacerdotes, religiosos, seminaristas&hellip;que quieran y lo necesiten. Entre todos hemos de dar m&aacute;s belleza, atractivo y hermosura a esta Iglesia nuestra actual, incluso para los no creyentes, para &ldquo;viendo vuestras buenas obras den gloria y alaben al Padre Dios del cielo&rdquo;. 1.- LA IGLESIA SIEMPRE NECESITA SANTIDAD, UNI&Oacute;N TOTAL CON DIOS PARA SER Y EXISTIR COMO IGLESIA Constato, por ejemplo, que la Iglesia actualmente tiene buenos te&oacute;logos y pastoralistas, buenos pastores y ovejas, pero faltan santos, santidad, &ldquo;estar en el mundo sin ser del mundo&rdquo;, somos mediocres; nos sobra oficialidad y nos falta fervor, piedad, santidad en vida personal y apost&oacute;lica y por eso no exigimos ni hablamos claro; hay mucha profesi&oacute;n y din&aacute;micas y organizaci&oacute;n y reuniones, pero falta Esp&iacute;ritu Santo, vida espiritual, vida seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu; faltan santos; falta experiencia de Dios, no s&oacute;lo en la parte baja de la Iglesia sino en su parte m&aacute;s alta: Obispos, sacerdotes, religiosos, consagrados, responsables, catequistas. Y no hablamos claro porque hoy, con estos nuestros medios de comunicaci&oacute;n nuestros fallos y pecados pueden exponerse al p&uacute;blico, &ldquo;experientia texte&rdquo;, lo veo por experiencia, obispos con novias...y casarse. Y falta esta experiencia personal o gozo o certeza de verdad en Dios o santidad o perfecci&oacute;n o vida espiritual seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu de Cristo que nos am&oacute; y se entreg&oacute; &ldquo;hasta el extremo&rdquo;, porque nos falta encuentro personal de amor, de amistad, de oraci&oacute;n-conversi&oacute;n personal con y en &Eacute;l, no meramente oficial y lit&uacute;rgica; y sin este encuentro personal de amor y experiencia gozosa de lo que somos, predicamos o celebramos &ndash; y a m&iacute; me parece que est&aacute; muy generalizada...y &ldquo;arriba&rdquo;, en la cabeza --, no hay encuentro diario de amor. Por eso siempre dir&eacute; y por experiencia personal y de iglesia, el de todos los santos, que el &uacute;nico camino para salir de esta mediocridad y lo repetir&eacute; miles de veces, siempre, es la oraci&oacute;n, oraci&oacute;n, la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n-amor sobre todas la cosas a Dios, nuestro principio y fin de esta vida. Y quiero quedar muy claro, desde el principio, que este libro est&aacute; escrito no desde la cr&iacute;tica de los defectos en la Iglesia actual en su ser y existir en Cristo Cabeza sino desde el dolor de que Dios Padre no sea conocido y amado en su proyecto de amor total y felicidad experiencial con el hombre; desde el dolor de la no experiencia de los brazos extendidos por el Hijo que vino en nuestra b&uacute;squeda para abrirnos nuevamente las puerta de la misma intimidad y experiencia de gozo trinitario, y desde la ignorancia de la Persona y Acci&oacute;n santificadora en la Iglesia del Esp&iacute;ritu de Amor Personal del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, en que hemos sido invitados y admitidos y sumergidos por la potencia de Amor de su mismo Amor, de su mismo Esp&iacute;ritu de Amor Uno y Trinitario, en que fuimos bautizados, confirmados y alimentados por los sacramentos de la iniciaci&oacute;n cristiana. Le falta belleza y atractivo, el de la santidad, el de los santos, a esta Iglesia actual que se queda m&aacute;s en lo exterior de su acci&oacute;n santificadora sin buscar y entrar en la vida de la gracia, en la participaci&oacute;n en la vida y belleza divina, en la primac&iacute;a de lo sobrenatural. Se puede constatar que la mayor parte de las normas y reuniones versan sobre lo natural, las din&aacute;micas humanas, sin dirigirse y trabajar por la uni&oacute;n divina, por la verdadera transformaci&oacute;n del hombre en Dios para la que hemos sido so&ntilde;ados y creados y recreados por Cristo y el Esp&iacute;ritu Santo. Ya he repetido muchas veces que mucho me preocupa la secularizaci&oacute;n del mundo; pero la peor de todas y la que m&aacute;s me preocupa es la secularizaci&oacute;n de la misma Iglesia, que debe ser el fermento del mundo y la minor&iacute;a salvadora del hombre y de la sociedad. Y que conste que no estoy hablando de pecados de la Iglesia actual o sacerdotes, sino de secularizaci&oacute;n, de p&eacute;rdida del sentido y fervor sobrenatural que ten&iacute;amos que transmitir en nombre de Cristo a este mundo ya que para esto vino y se encarn&oacute;, teniendo siempre presente el cuidado del consejo y advertencia que nos di&oacute;: &ldquo;estar en el mundo sin ser del mundo&rdquo; Para eso vino precisamente Cristo y para eso instituy&oacute; su Iglesia continuadora de su misi&oacute;n y para eso permanece con las manos abierta para abrazarnos a todos en todos los Sagrarios de la tierra: &ldquo;En aquel tiempo, Jes&uacute;s dijo a sus disc&iacute;pulos: Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirt&uacute;a, &iquest;con qu&eacute; se la salar&aacute;? Ya no sirve para nada m&aacute;s que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una l&aacute;mpara y la ponen debajo del celem&iacute;n, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que est&aacute;n en la casa. Brille as&iacute; vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que est&aacute; en los cielos&rdquo; (Mt 5,13-16). Se ve ya que la lluvia &aacute;cida de la secularizaci&oacute;n del mundo, externa antes a la Iglesia, se va metiendo en lo interno de la Iglesia, y va perdiendo hermosura y atractivo, por olvidar lo que ya nos dijo el Se&ntilde;or: &ldquo;estar en el mundo sin ser del mundo&rdquo;. En la Iglesia actual, con los ordenadores, m&oacute;viles, facebook, tuwwiter&hellip; etc&hellip; est&aacute; todo muy bien establecido y reglamentado, en general y no faltan Directorios para todo y ciertamente tiene que haberlos, pero faltan santos, falta experiencia personal de la gracia y necesitamos poner en el apostolado la primac&iacute;a de la gracia, de lo sobrenatural porque entre nosotros hoy se habla poco de ella, de lo sobrenatural; nos falta experiencia de la gracia, de lo que somos, predicamos, practicamos y celebramos. Y falta esta experiencia, porque falta oraci&oacute;n personal, relaci&oacute;n personal e &iacute;ntima de amor y amistad con Cristo, con Dios nuestro Padre, con el Esp&iacute;ritu de Amor, especialmente en los que tenemos que llevar a otros, por misi&oacute;n y encargo, a esta experiencia de Dios, a la santidad y uni&oacute;n con Dios, que es el gozo de la fe y del amor y de la esperanza cristiana. &laquo;La nota primera y m&aacute;s importante que ha de caracterizar a la espiritualidad del futuro es la relaci&oacute;n personal e inmediata con Dios. Esta afirmaci&oacute;n puede parecer una perogrullada, ya que se reduce a afirmar lo que constituye la esencia eterna de la espiritualidad cristiana. Sin embargo, actualmente est&aacute; muy lejos de ser algo que cae de su peso. Vivimos en una &eacute;poca que habla del Dios lejano y silencioso, que aun en obras teol&oacute;gicas escritas por cristianos habla de la &laquo;muerte de Dios&raquo;, en una &eacute;poca de ate&iacute;smo, que no nace simplemente de un coraz&oacute;n perverso, imp&iacute;o y rebelde, sino que es la interpretaci&oacute;n desacertada de una experiencia humana[2]&raquo;. Nos falta experiencia de Dios, tenemos teolog&iacute;a pero nos falta m&iacute;stica de lo que creemos y sabemos, por eso no trabajamos desde la vivencia de lo que somos y hacemos ni me esfuerzo por subir a la cima del monte Tabor, de la oraci&oacute;n contemplativa; no llegamos a una oraci&oacute;n personal que nos transfigure en Cristo, nos quedamos en el &laquo;llano&raquo;, con un amor y fe ordinaria, y no subimos por el monte de la oraci&oacute;n hasta la cima para ver a Cristo transfigurado y quedarnos nosotros transfigurados por su misma luz y resplandor de vida y gracia y poder decir: &iexcl;que bien se est&aacute; aqu&iacute;! y poder as&iacute; animar a otros a que suban y ense&ntilde;arles el camino porque lo hemos recorrido, y poder ser &laquo;notarios&raquo; espirituales o m&iacute;sticos de Cristo, testigos de su verdad y de su amor, porque podemos certificar la verdad de lo que creemos, la verdad de Dios y sus misterios, la verdad de la Eucarist&iacute;a que celebramos y poder confirmar que es &laquo;centro y c&uacute;lmen de la vida cristiana&raquo;, como dice el Vaticano II, porque as&iacute; la celebramos y vivimos nosotros. Y todo esto nos pasa y no llegamos a ver a Cristo transfigurado, porque nos falta conversi&oacute;n, subir con esfuerzo y muerte del yo por el camino de la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n que nos haga humildes, mirar nuestro interior &ndash;oraci&oacute;n-- y ver nuestra pobreza de gracia de Dios y sentimientos de Cristo y nos haga sentirnos necesitados de su presencia y vida y amor para ser y actuar como &Eacute;l y pedirla todos los d&iacute;as; necesitamos conversi&oacute;n y humildad que nos ayude a negarnos a nosotros mismos y seguir a Cristo pisando sus mismas huellas de humildad, de servicio aut&eacute;nticamente cristiano, seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu y los sentimientos y vida de Cristo y como Cristo, sin buscarnos a nosotros mismos en las mismas cosas de Dios, en los apostolados, en la misma Iglesia. Necesitamos orar m&aacute;s y mejor para ser y existir y actuar en Cristo Sacerdote, con sus mismos sentimientos, para sentirnos necesitados de su ayuda, para la verdadera caridad pastoral de Cristo Pastor &Uacute;nico. Y al hacerlo as&iacute;, identificados con su ser y existir sacerdotal, sentir el amor de Cristo, su abrazo, su gozo en nosotros, sentirlo vivo, vivo y cari&ntilde;oso y real y verdadero y resucitado, no pura teolog&iacute;a o conocimiento o que dijo o hizo, sino por lo que vive y hace y ama actualmente en nosotros y en cada uno dando la vida ahora y amando &ldquo;hasta el extremo&rdquo; de sus fuerzas y amor. Encuentro en Zenit del 14-9-10 estas palabras del Papa Benedicto XVI referida a los nuevos Obispos: &laquo;Se trata de una profunda perspectiva de fe y no sencillamente humana, administrativa o de cu&ntilde;o sociol&oacute;gico en la que se coloca el ministerio del obispo, el cual no es un mero gobernante o un bur&oacute;crata, o un simple moderador y organizador de la vida diocesana&raquo;. A la Iglesia actual nos falta el tri&aacute;ngulo oraci&oacute;n-conversi&oacute;n personal- amor a Dios sobre todas las cosas, esto es, amar, orar y convertirse para andar en la verdad de Cristo: &ldquo;sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&rdquo;; para no programar y hacer directorios y din&aacute;micas donde no aparece la necesidad de la gracia y de la oraci&oacute;n, es puro adorno esta palabra a veces, pero no se ve y se siente su convencimiento y necesidad en los mismos documentos y reuniones pastorales, porque no se vive en la vida personal y apost&oacute;lica, en vida de oraci&oacute;n y di&aacute;logo personal con Cristo Eucarist&iacute;a. Nos falta conversi&oacute;n llana y sencilla, de la que el Se&ntilde;or nos habla continuamente en el evangelio: &ldquo;Si alguno quiere ser disc&iacute;pulo m&iacute;o, ni&eacute;guese a si mismo tome su cruz y me siga&rdquo;; y de conversi&oacute;n se habla poco en las charlas de &laquo;formaci&oacute;n permanente&raquo; y dem&aacute;s reuniones apost&oacute;licas incluso en retiros sacerdotales, porque es un tema antip&aacute;tico, poco atractivo; la conversi&oacute;n nos duele, nos hace sufrir, y esta es la causa principal de que dejemos o fallemos en la oraci&oacute;n, y nos canse y nos aburra, porque nos cuesta convertirnos, y al dejar la conversi&oacute;n, hemos dejado el camino absolutamente necesario para la oraci&oacute;n y el encuentro personal con Cristo, y al dejar la oraci&oacute;n, no podemos tener experiencia de Dios ni hacer apostolado aut&eacute;ntico porque hemos dejado de amar a Dios sobre todas las cosas y no podemos sentir su presencia y gozo, al estar llenos de nosotros mismos y de nuestras cosas y deseos, hasta el punto de que no cabe Dios, como vida y amor; en nosotros, al estar y permanecer siempre llenos de nuestro &laquo;yo&raquo;, de nuestro amor propio, del &laquo;yo&raquo; al que damos culto de la ma&ntilde;ana a la noche aunque seamos curas y obispos al no vaciarnos de nosotros mismos, de nuestros apetitos y deseos de poder y honor y primeros puestos; de esta forma, impedimos que Dios entre en nosotros para que podamos sentirlo, ya que el Hijo de Dios encarnado nos lo dijo bien claro: &ldquo;Si alguno me ama, mi Padre le amar&aacute; y vendremos a &eacute;l y haremos morada en &eacute;l&rdquo;; pero a Dios hay que amarlo sobre todas las cosas para que podamos sentirnos habitados y amados por &Eacute;l; y esto supone, como he dicho, conversi&oacute;n: negarse a s&iacute; mismo para llenarse de Dios. Y l&oacute;gicamente al decir conversi&oacute;n, tambi&eacute;n estoy impl&iacute;citamente hablando de la frecuencia de acercarnos al sacramento de la Penitencia, --muy abandonado actualmente por los bautizados en Cristo, como todos podemos constatarlo&ndash;, donde manifestamos ante Dios nuestro prop&oacute;sito permanente de convertirnos y luchar por la vida en plenitud de su amor. Si no hay conversi&oacute;n permanente a Dios el sacramento de la Penitencia pierde su sentido porque &eacute;ste se nos da &laquo;para perd&oacute;n de los pecados, aumento de gracia y recompensa de vida eterna&raquo;, en la que hay que seguir. Qu&eacute; alegr&iacute;a me dan las personas que van con este deseo de amar m&aacute;s a Dios y convertirse totalmente a &Eacute;l. A este prop&oacute;sito K. Rahner, te&oacute;logo nada &laquo;beato&raquo;, sino m&aacute;s bien tenido en su tiempo como sospechoso, nos dice: &laquo;Y hay otros muchos cl&aacute;sicos de la literatura espiritual, cuyo desconocimiento implicar&iacute;a sencillamente en un buen cristiano ligereza de esp&iacute;ritu y de espiritualidad. Evidentemente el confesonario no es el tenderete anticuado de un moderno psiquiatra, y no debe ser tomado en tal sentido ni por quien est&aacute; al lado de ac&aacute; ni por quien est&aacute; al lado de all&aacute; de la rejilla. No es f&aacute;cil prever la funci&oacute;n perfectamente concreta que la confesi&oacute;n frecuente va a tener en la vida de un cristiano serio del futuro. Es muy posible que tambi&eacute;n en ese campo hayan de producirse algunas modificaciones por razones leg&iacute;timas. Pero eso no es motivo en manera alguna para relegar la confesi&oacute;n frecuente de devoci&oacute;n al museo de antig&uuml;edades eclesi&aacute;sticas. Quien en este campo se dedica a demoler sin construir al mismo tiempo, no ha captado el esp&iacute;ritu de verdadera seriedad &eacute;tica y de autocr&iacute;tica en la vida del cristiano[3]&raquo;. El sacramento de la Confesi&oacute;n es absolutamente necesario sobre todo en las primeras etapas de conversi&oacute;n -santidad -oraci&oacute;n-conversi&oacute;n permanente en la lucha contra el pecado, aunque sean veniales, pero que impiden el progreso en la oraci&oacute;n e intimidad con Cristo, sin oraci&oacute;n-conversi&oacute;n permanente repetir&eacute; toda mi vida no hay santidad ni uni&oacute;n verdadera con Cristo. Por lo tanto, la causa de todo esto, de no aspirar a la experiencia de Dios, de no amarle sobre todas las cosas, de no tender a la uni&oacute;n y santidad que recibimos como semilla en nuestro bautismo, no digamos en el car&aacute;cter y gracia sacerdotal del Orden, en definitiva para m&iacute; est&aacute; en la falta de oraci&oacute;n-conversi&oacute;n personal permanente, oraci&oacute;n convertida a Dios, en no caminar en direcci&oacute;n total a Dios, superando todos los dem&aacute;s amores, para que podamos encontrarnos en uni&oacute;n de amistad y uni&oacute;n perfecta con &Eacute;l y pueda morar en nosotros y, si somos sacerdotes, para que todo mi ser y existir pueda identificarse totalmente con el ser y existir sacerdotal de Cristo. Por esto no puede haber santidad sacerdotal, uni&oacute;n de amor total con Cristo sacerdote eterno, transformaci&oacute;n en lo que somos y hacemos y predicamos en Cristo, &Uacute;nico Sacerdote. Y para eso, para este camino de uni&oacute;n-conversi&oacute;n en Cristo aconsejo el sacramento frecuente de la Penitencia, sobre todo, en esta etapa primera, que dura a&ntilde;os, seg&uacute;n el grado de nuestra oraci&oacute;n- amor-conversi&oacute;n. Tristemente hay mucha mediocridad en nosotros, en nuestra piedad y amor a Dios; yo lo noto en m&iacute; mismo, y as&iacute;, aunque seamos curas y obispos y &laquo;digamos misa&raquo;, no llegamos al gozo de lo que creemos y celebramos y predicamos, no podemos contagiar entusiasmo por Cristo, no digamos de Cristo Eucarist&iacute;a en el Sagrario, porque nosotros somos los primeros que nos aburrimos con &Eacute;l y no hacemos oraci&oacute;n personal, porque nos aburre Cristo y por eso no tenemos todos los d&iacute;as y a hora determinada el encuentro de amistad con &Eacute;l porque est&aacute; en muchas partes pero en ninguna con la &ldquo;Verdad&rdquo; y &ldquo;Amor&rdquo; del Sagrario; y hablamos de &Eacute;l como un profesor que explica su materia, hablamos de &Eacute;l como de una persona que hemos estudiado y conocido por teolog&iacute;a, hablamos de un personaje y sobre sus ideas y evangelio, pero no de la persona misma, conocida y amada personalmente &laquo;en trato de amistad&raquo; todos los d&iacute;as; qu&eacute; poco hablamos de las personas divinas, de nuestro Padre, del Esp&iacute;ritu Santo, de la misma persona de Cristo en el Sagrario, con los brazos abiertos, en amistad permanente ofrecida a todos los hombres y todo esto es porque no hemos llegado a un grado de vivencia y de amistad personal con &Eacute;l por la oraci&oacute;n, nos falta cari&ntilde;o y amor personal, como lo tenemos con los verdaderos amigos de la tierra. Y para eso, para este trato personal, para esta amistad y relaci&oacute;n personal, el &uacute;nico camino es la oraci&oacute;n, &laquo;que no es otra cosa oraci&oacute;n sino trato de amistad estando muchas veces tratando a solas con aquel que sabemos que nos ama&raquo;. Si no me ven nunca junto al Sagrario, hablando y amando y goz&aacute;ndome con &Eacute;l, &iquest;c&oacute;mo decir a mi gente que Cristo est&aacute; all&iacute; vivo, vivo, y que se puede hablar y conversar con &Eacute;l en cada momento? Y si me ven pero poco y de prisa&hellip; es que creo y le amo poco. La mejor predicaci&oacute;n del cura y del Obispo y de todo creyente es la vida, sobre todo, Eucar&iacute;stica. Si no me ven junto al Sagrario, por lo que sea, no digamos, porque me aburre y predico que ah&iacute; est&aacute; Dios, c&oacute;mo voy a entusiasmar a mi gente, a la parroquia, al mundo con Cristo Eucarist&iacute;a? Aunque sea cura, obispo, consagrado, religioso, catequista, padre o madre de familia, cristiano...Y nada de decir que no tengo tiempo&hellip; es que te falta fe y amor, porque para los facebot, tuiwiter, wasadde y otras cosas&hellip; s&iacute; que lo tengo, pero para Dios, para Cristo en el Sagrario&hellip; no tengo tiempo&hellip; no tienes fe viva, no tenemos fe y amor verdadero en muchos de nosotros p&aacute;rrocos, religiosos, catequistas...c&oacute;mo vamos a hablar y a entusiasmar a nuestra gente con &Eacute;l, si nuestros feligreses no nos ven ratos largos ante el Sagrario de nuestras parroquias o conventos o capillas, c&oacute;mo vamos a entusiasmar con &Eacute;l, abandonado como est&aacute; en nuestros Sagrarios, incluso por los que deben ser gu&iacute;as, camino y testimonio de Cristo Eucarist&iacute;a. Y &Eacute;l es el Salvador, el Redentor, Dios del cielo en la tierra, la Eternidad comenzada aqu&iacute; abajo en Cristo Resucitado&hellip; &iquest;D&oacute;nde est&aacute; la fe de los sacerdotes, de los p&aacute;rrocos, de los creyentes de este mundo? 2. ALGUNOS TESTIMONIOS Y PRUEBAS IMPORTANTES 2.1.- EL MISMO JUAN PABLO II tambi&eacute;n lo expres&oacute; claro y profundo para la toda la Iglesia Universal en su Carta Pastoral Novo Millennio Ineunte. Por eso he querido transcribirla, en alguna de sus partes, al final de este libro. Qu&eacute; poco se han tenido en cuenta sus ense&ntilde;anzas y propuestas para la programaci&oacute;n pastoral en el nuevo milenio; es que he sido testigo y he le&iacute;do mucho sobre s&iacute;nodos y asambleas pastorales y programas diocesanos de Apostolado en todas las di&oacute;cesis de Espa&ntilde;a y del mundo entero; y, como sacerdote, asisto a reuniones pastorales en Espa&ntilde;a y leo sobre esta materia en Revistas y documentos, y qu&eacute; poco o nada se habla de santidad, uni&oacute;n con Dios, conversi&oacute;n y oraci&oacute;n, base de todo apostolado. En algunos s&iacute;nodos no he visto apenas mencionada la misma palabra santidad. M&eacute;tete en Internet y lo ver&aacute;s, porque all&iacute; salen todos los documentos de las di&oacute;cesis. Todo se reduce a programas y din&aacute;micas, todo al exterior, a las acciones, y poco se habla de la oraci&oacute;n, &laquo;alma de todo apostolado&raquo;, t&iacute;tulo de un libro de mi juventud, qu&eacute; poco se habla del Esp&iacute;ritu de Cristo, de la caridad pastoral, pero de la de Cristo, no la m&iacute;a o la tuya, de la necesidad del amor de Cristo para hacer las acciones de Cristo y con la misma fuerza y amor de Cristo. Sin el Esp&iacute;ritu de Cristo, sin santidad y uni&oacute;n con Cristo por oraci&oacute;n personal no podemos hacer las acciones de Cristo. Hacemos actividades, pero no son apostolado, es puro profesionalismo porque ya dijo el Se&ntilde;or: &ldquo;Sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada... si el sarmiento no est&aacute; unido a la vid, no puede dar fruto&rdquo;. Y esta necesidad de uni&oacute;n y experiencia de Dios viene exigida desde la misma creaci&oacute;n del hombre por Amor gratuito del Esp&iacute;ritu Personal del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, para cuyo gozo nos han so&ntilde;ado y nos han querido sumergir eternamente. El hombre es m&aacute;s que este tiempo y este espacio, el hombre ha sido so&ntilde;ado por Dios para una eternidad de experiencia de su mismo gozo esencial trinitario y original. Por eso, el hombre jam&aacute;s se podr&aacute; saciar o sentir satisfecho con las migajas de las criaturas; el hombre ha sido so&ntilde;ado y creado por Dios por Amor infinito de Esp&iacute;ritu Santo para ser inundado, extasiado, saliendo de s&iacute; mismo para ser sumergido en el mismo Gozo y Amor y Gloria del Dios Trino y Uno. Este misterio es inimaginable e indescriptible; y es verdad, pero si no se siente, si s&oacute;lo se cree en &eacute;l sin experiencia de la misma fe, es como si no existiese, porque no se puede comprender, hasta que no se vive por la experiencia de Dios comunicada con su Amor de Esp&iacute;ritu Santo. Para esto es para lo que vino el Hijo en nuestra b&uacute;squeda, esta es la raz&oacute;n y la explicaci&oacute;n de toda su vida y del evangelio, para abrirnos las puertas de la Amistad y Uni&oacute;n Trinitaria por participaci&oacute;n de su misma vida. El Hijo, viendo al Padre entristecido, porque su primer proyecto de Amor de Esp&iacute;ritu Santo, Beso y Abrazo y Gozo trinitario, hab&iacute;a sido destruido, le dijo: &ldquo;Padre, no quieres ofrendas y sacrificios, aqu&iacute; estoy yo para hacer tu voluntad&rdquo;. La Voluntad, el Amor del Padre fue, al crear al hombre, hacerle part&iacute;cipe de su mismo gozo esencial. Y repito, esto no es s&oacute;lo para saberlo o creerlo por la fe meramente profesada y cre&iacute;da que basta para salvarnos, es necesario experimentarlo por la fe vivida, que nos llena del mismo gozo y belleza y hermosura y gloria y dicha de Dios. Y es cuando uno dice: Esto es Verdad, Dios es Verdad, Dios existe y me ama, porque lo siento, me est&aacute; amando, luego existe, luego existo, porque Dios me ama, y me ama para su misma dicha y felicidad eterna y trinitaria. Por eso a veces pienso que el dicho de san Ignacio, que tantas veces hemos o&iacute;do y meditado en los Ejercicios Espirituales: &laquo;el hombre ha sido creado para amar y servir a Dios, y mediante esto, salvar su alma&raquo;, pod&iacute;a parafrasearse pidiendo permiso al santo, de esta forma: &laquo;el hombre ha sido so&ntilde;ado y creado para gozar de la experiencia de Dios y, mediante esto, empezar el cielo en la tierra&raquo;. Porque es verdad, es algo que podemos vivir ya en la tierra. Testigos, todos los m&iacute;sticos, los santos, los cristianos espirituales, de vida seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu Santo, que por gracia de Dios tengo algunos en mi parroquia y que tanto me han ayudado en este camino de &laquo;que muero porque no muero&raquo;. Lo tengo tan metido esto en el alma, que la invocaci&oacute;n &laquo;En el nombre del Padre y del Hijo y del Esp&iacute;ritu Santo, al saludarle a mi Dios Trino y Uno, todos los d&iacute;as, al empezar la oraci&oacute;n personal, la he traducido de la siguiente manera, como luego ver&aacute;s explicado en este libro: --En el nombre del Padre, del Hijo y del Esp&iacute;ritu Santo; en el nombre del Padre que me so&ntilde;&oacute;, me cre&oacute; y me dio la vida; en el nombre del Hijo que vino en mi b&uacute;squeda, que me salv&oacute; y me abri&oacute; las puertas de la eternidad; y en el nombre del Esp&iacute;ritu Santo que me ama, me santifica y me transforma en vida y amor trinitario--. Creo que hoy necesitamos la experiencia de Dios para superar el desencanto y p&eacute;rdida de atractivo de la fe cristiana en el mundo actual, s&iacute;, s&iacute;, la desilusi&oacute;n de los trabajos apost&oacute;licos que percibimos en muchos hermanos incluso consagrados/as, que no han pasado de la fe meramente te&oacute;rica o teol&oacute;gica a la fe experimentada, a la experiencia de esa fe que no s&oacute;lo salva, sino que nos llena de la presencia de Dios, de su mismo gozo y amor de Esp&iacute;ritu Santo, que llena de contemplaci&oacute;n y resplandores divinos y trinitarios el alma, inflamada en &laquo;llama de amor viva, qu&eacute; tiernamente hieres de mi alma en el m&aacute;s profundo centro, pues ya no eres esquiva, rompe la tela de este dulce encuentro&raquo;. La fe puramente cre&iacute;da, seca y sin enamoramiento nos salva, pero puede crear lejan&iacute;a del objeto amado, incluso desencanto al tocar todos los d&iacute;as el misterio, y no vivirlo; y el desencanto puede crear tristeza, dudas, desilusi&oacute;n, y, desde luego, poca vida cristiana alegre y gozosa, poco amor a Jesucristo vivo, vivo y resucitado, sobre todo ah&iacute; tan cerca, en el Pan consagrado de los Sagrarios, o en el mismo sacerdote, que debe tener los mismos sentimientos de Cristo encarnado en su humanidad prestada, en el Cristo encarnado en el barro de otros hombres, que es y debe ser todo sacerdote por la plenitud del car&aacute;cter y la gracia sacerdotal. El sacerdote, en raz&oacute;n de su identidad con Cristo por el sacramento del Orden, debe ser y existir en Cristo. Debe ser santo. Por eso, a imagen del Buen Pastor, en el sacerdote no hay lugar para una vida mediocre. La santidad sacerdotal no es un imperativo exterior, es la exigencia de lo que somos, del car&aacute;cter sacerdotal. De hecho, sin santidad sacerdotal no hay identidad ni eficacia plena y total con Cristo Sacerdote, porque &Eacute;l no puede hacer y actuar plenamente en su persona, &laquo;in persona Christi&raquo;, Cristo que es el &ldquo;Camino, la Verdad y la Vida&rdquo;. Por la gracia y el car&aacute;cter sacerdotal del sacramento del Orden todo sacerdote est&aacute; obligado a conocer, vivir y comunicar a Cristo y a que Cristo pueda actuar plenamente en el sacerdote y por el sacerdote. Y nadie puede dar lo que no tiene. Quiero decir que el sacerdote dar&aacute; los sacramentos y la gracia de Cristo, pero no podr&aacute; dar experiencia y vivencia de fe y amor a Cristo si &Eacute;l no la tiene, y esta solo se consigue por la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n-santidad de vida. TODO ESTO LO HA EXPUESTO MEJOR JUAN PABLO II EN LA CARTA APOST&Oacute;LICA&rdquo;NOVO MILLENNIO INEUNTE&rdquo; La oraci&oacute;n, fundamento de la santidad y del apostolado cristiano, en la Carta Apost&oacute;lica de Juan Pablo II Novo millennio ineunte Por eso, qu&eacute; raz&oacute;n tiene el Papa Juan Pablo II, en la Carta Apost&oacute;lica Novo millennio ineunte, cuando invitando a la Iglesia a que se renueve pastoralmente para cumplir mejor as&iacute; la misi&oacute;n encomendada por Cristo, nos hace todo un tratado de apostolado, de vida apost&oacute;lica, pero no de m&eacute;todos y organigramas, donde expresamente nos dice &laquo;no hay una f&oacute;rmula m&aacute;gica que nos salva&raquo;, &laquo;el programa ya existe, no se trata de inventar uno nuevo&raquo;, sino porque nos habla de la base y el alma y el fundamento de todo apostolado cristiano, que hay que hacerlo desde Cristo, unidos a &Eacute;l por la santidad de vida, esencialmente fundada en la oraci&oacute;n, en la Eucarist&iacute;a. Insisto que el Papa, en esta carta, lo que quiere es hablarnos del apostolado que debemos hacer en este nuevo milenio que empieza, y al hacerlo, espont&aacute;neamente le sale la verdad: lo que m&aacute;s le interesa, al hablarnos de apostolado, es subrayar y recalcar la necesidad de la espiritualidad de todo apostolado, y para eso, la meta es la santidad, la uni&oacute;n con Dios y el camino imprescindible para esta santidad y uni&oacute;n con Dios es la oraci&oacute;n, por eso nos habla de la necesidad absoluta de la oraci&oacute;n, alma de toda acci&oacute;n apost&oacute;lica: actuar unidos a Cristo desde la santidad, y para conseguir esta santidad de vida, la oraci&oacute;n...la oraci&oacute;n diaria y a hora fija, caminar desde Cristo, porque aqu&iacute; est&aacute; la fuente y la eficacia de toda actividad apost&oacute;lica verdaderamente cristiana. Qu&eacute; pena tengo, pero real, que despu&eacute;s de esta doctrina del Papa, Congresos y Convenciones, en S&iacute;nodos y reuniones pastorales, sigamos como siempre, hablando de acciones con ni&ntilde;os, j&oacute;venes, adultos, si tenerlas as&iacute; o de la otra forma, poniendo en el modo toda la eficacia dando por supuesto lo principal: &ldquo;sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&rdquo;; y para eso el camino m&aacute;s recto es la oraci&oacute;n personal para ense&ntilde;ar y llevar a efecto la de los evangelizandos. Si yo consigo que una persona ore, le he puesto en el f&iacute;n de todo apostolado, en el encuentro personal con Dios, al que tratan de llevar todas las dem&aacute;s acciones apost&oacute;licas intermedias, en las que a veces nos pasamos a&ntilde;os y a&ntilde;os sin llegar a la uni&oacute;n con Dios, al encuentro personal y afectivo con &Eacute;l. El camino y la verdad y la vida es Cristo, y sin encuentro personal con &Eacute;l no hay cristianismo, y el camino para encontrarnos con &Eacute;l &mdash;ning&uacute;n santo y ap&oacute;stol verdadero que no lo ha dicho y hecho--, es la oraci&oacute;n: &laquo;Que no es otra cosa oraci&oacute;n sino trato de amistad, estando muchas veces tratando a solas con aquel que sabemos que nos ama&raquo;. La oraci&oacute;n es el apostolado primero y fundamental, es empezar hablando con &Eacute;l y pidiendo, para que nos diga qu&eacute; y c&oacute;mo llevar directamente las almas hasta &Eacute;l, para no ir sin &Eacute;l a la acci&oacute;n o las mediaciones, que a veces no llegan hasta &Eacute;l; luego vendr&aacute;n los medios, que son a los que &uacute;nicamente llamamos y tenemos por apostolado, acciones apost&oacute;licas, que deben llegar y dirigir la mirada hasta &Eacute;l, pero a veces nos entretenemos en eternos apostolados de preparaci&oacute;n para el encuentro. &iexcl;Cu&aacute;nto mejor ser&iacute;a llevar a las almas hasta el final, ense&ntilde;arles y hacerles orar, y desde ah&iacute; recorrer el camino de santificaci&oacute;n! La santidad es la uni&oacute;n plena con Dios. Y para esta uni&oacute;n plena y transformante en Dios, el camino principal y fundamental y base de todos los dem&aacute;s es la oraci&oacute;n contemplativa o infusa de Dios en el alma. Como por otra parte, &ldquo;sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&rdquo; y &ldquo;todo lo puedo en aquel que me conforta&rdquo;, resulta que quien est&aacute; totalmente unido a Dios y el que m&aacute;s agua de gracia divina puede llevar a los surcos de la vida de los hombres y del mundo, el mejor ap&oacute;stol es el que m&aacute;s y mejor ora. Voy a recorrer la Carta, poniendo los n&uacute;meros pertinentes con su mismo orden y enumeraci&oacute;n, para que, quien quiera ampliarlos, pueda hacerlo acerc&aacute;ndose a la Carta, porque yo s&oacute;lo cito lo que considero m&aacute;s importante. Insisto que al Papa, lo que m&aacute;s le interesa, es hablarnos del apostolado, del nuevo dinamismo apost&oacute;lico que debe tener la Iglesia al empezar el Nuevo Milenio, pero al hablarnos de apostolado, quiere subrayar y recalcar, como el primero y fundamental, la necesidad de la espiritualidad de todo apostolado, y para eso, la meta es la santidad, la uni&oacute;n con Dios y el camino imprescindible para esta santidad es la oraci&oacute;n; cuanto m&aacute;s elevada sea, mejor, porque indica mayor uni&oacute;n de transformaci&oacute;n en Dios. Por eso nos habla de la necesidad absoluta de santidad por la oraci&oacute;n como el alma de todo apostolado. Es que no comprendo qu&eacute; apostolado pueda hacer aquel sacerdote que no hace oraci&oacute;n y tenga trato diario con el Se&ntilde;or, encuentro afectivo y efectivo para el &ldquo;opus operantis&rdquo; que debemos preparar para llevar las almas a Dios. No s&eacute; c&oacute;mo podr&aacute; entusiasmar a sus feligreses con el Se&ntilde;or, en concreto con Cristo presente con amor en el Sagrario para ser amigo de los hombres, un sacerdote que no tiene trato de amistad con &Eacute;l, eso es oraci&oacute;n seg&uacute;n santa Teresa, porque no tiene tiempo para &Eacute;l, sencillamente porque le aburre Cristo en el Sagrario. Paso a citar algunos de los textos de la Carta Apost&oacute;lica Novo millennio ineunte donde el Papa nos habla de esta experiencia de Dios; lo hago tal cual est&aacute; escrito en la Carta. <<Un nuevo dinamismo 15. Es mucho lo que nos espera y por eso tenemos que emprender una eficaz programaci&oacute;n pastoral postjubilar. Sin embargo, es importante que lo que nos propongamos, con la ayuda de Dios, est&eacute; fundado en la contemplaci&oacute;n y en la oraci&oacute;n. El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo f&aacute;cil del &laquo;hacer por hacer&raquo;. Tenemos que resistir a esta tentaci&oacute;n, buscando &laquo;ser&raquo; antes que &laquo;hacer&raquo;. Recordemos a este respecto el reproche de Jes&uacute;s a Marta: &laquo;T&uacute; te afanas y te preocupas por muchas cosas y sin embargo s&oacute;lo una es necesaria&raquo; (Lc 10,41-42). Con este esp&iacute;ritu, antes de someter a vuestra consideraci&oacute;n unas l&iacute;neas de acci&oacute;n, deseo haceros part&iacute;cipes de algunos puntos de meditaci&oacute;n sobre el misterio de Cristo, fundamento absoluto de toda nuestra acci&oacute;n pastoral. CAPITULO 3 CAMINAR DESDE CRISTO 29. &laquo;He aqu&iacute; que yo estoy con vosotros todos los d&iacute;as hasta el fin del mundo&raquo; (Mt 28,20). Esta certeza, queridos hermanos y hermanas, ha acompa&ntilde;ado a la Iglesia durante dos milenios y se ha avivado ahora en nuestros corazones por la celebraci&oacute;n del Jubileo. De ella debemos sacar un renovado impulso en la vida cristiana, haciendo que sea, adem&aacute;s, la fuerza inspiradora de nuestro camino. Conscientes de esta presencia del Resucitado entre nosotros, nos planteamos hoy la pregunta dirigida a Pedro en Jerusal&eacute;n, inmediatamente despu&eacute;s de su discurso de Pentecost&eacute;s: &laquo;&iquest;Qu&eacute; hemos de hacer, hermanos?&raquo; (Hch 2,37). Nos lo preguntamos con confiado optimismo, aunque sin minusvalorar los problemas. No nos satisface ciertamente la ingenua convicci&oacute;n de que haya una f&oacute;rmula m&aacute;gica para los grandes desaf&iacute;os de nuestro tiempo. No, no ser&aacute; una f&oacute;rmula lo que nos salve, pero s&iacute; una Persona y la certeza que ella nos infunde: &iexcl;Yo estoy con vosotros! No se trata, pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradici&oacute;n viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en &eacute;l la vida trinitaria y transformar con &eacute;l la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusal&eacute;n celeste. Es un programa que no cambia al variar los tiempos y las culturas, aunque tiene cuenta del tiempo y de la cultura para un verdadero di&aacute;logo y una comunicaci&oacute;n eficaz. Sin embargo, es necesario que el programa formule orientaciones pastorales adecuadas a las condiciones de cada comunidad. Doy las gracias por la cordial adhesi&oacute;n con la que ha sido acogida la propuesta que hice en la Carta apost&oacute;lica Tertio millennio adveniente. Sin embargo, ahora ya no estamos ante una meta inmediata, sino ante el mayor y no menos comprometedor horizonte de la pastoral ordinaria. Dentro de las coordenadas universales e irrenunciables, es necesario que el &uacute;nico programa del Evangelio siga introduci&eacute;ndose en la historia de cada comunidad eclesial, como siempre se ha hecho. En las Iglesias locales es donde se pueden establecer aquellas indicaciones program&aacute;ticas concretas &mdash;objetivos y m&eacute;todos de trabajo, de formaci&oacute;n y valorizaci&oacute;n de los agentes y la b&uacute;squeda de los medios necesarios&mdash; que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evang&eacute;licos en la sociedad y en la cultura. Por tanto, exhorto ardientemente a los Pastores de las Iglesias particulares a que, ayudados por la participaci&oacute;n de los diversos sectores del Pueblo de Dios, se&ntilde;alen las etapas del camino futuro, sintonizando las opciones de cada Comunidad diocesana con las de las Iglesias colindantes y con las de la Iglesia universal. Nos espera, pues, una apasionante tarea de renacimiento pastoral. Una obra que implica a todos. Sin embargo, deseo se&ntilde;alar, como punto de referencia y orientaci&oacute;n com&uacute;n, algunas prioridades pastorales que la experiencia misma del Gran Jubileo ha puesto especialmente de relieve ante mis ojos. LA SANTIDAD 30.- En primer lugar, no dudo en decir que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es la de la santidad...Este don de santidad, por as&iacute; decir, se da a cada bautizado...&ldquo;Esta es la voluntad de Dios; vuestra santificaci&oacute;n&rdquo; (1Tes 4,3). Es un compromiso que no afecta s&oacute;lo a algunos cristianos: &ldquo;Todos los cristianos, de cualquier clase o condici&oacute;n, est&aacute;n llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfecci&oacute;n del amor&rdquo; (Lumen Gentium, 40). 31.- Recordar esta verdad elemental, poni&eacute;ndola como fundamento de la programaci&oacute;n pastoral que nos ata&ntilde;e al inicio del nuevo milenio, podr&iacute;a parecer, en un primer momento, algo poco pr&aacute;ctico. &iquest;Acaso se puede &ldquo;programar&rdquo; la santidad? &iquest;Qu&eacute; puede significar esta palabra en la l&oacute;gica de un plan pastoral? En realidad, poner la programaci&oacute;n pastoral bajo el signo de la santidad es una opci&oacute;n llena de consecuencias... Como el Concilio mismo explic&oacute;, este ideal de perfecci&oacute;n no ha de ser malentendido, como si implicase una especie de vida extraordinaria, practicable s&oacute;lo por algunos &ldquo;genios&rdquo; de la santidad. Los caminos de la santidad son m&uacute;ltiples y adecuados a la vocaci&oacute;n de cada uno... Es el momento de proponer de nuevo a todos con convicci&oacute;n este alto grado de vida cristiana ordinaria. La vida entera de la comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta direcci&oacute;n. Pero tambi&eacute;n es evidente que los caminos de la santidad son personales y exigen una pedagog&iacute;a de la santidad verdadera y propia, que sea capaz de adaptarse a los ritmos de cada persona. Esta pedagog&iacute;a debe enriquecer la propuesta dirigida a todos con las formas tradicionales de ayuda personal y de grupo, y con las formas m&aacute;s recientes ofrecidas en las asociaciones y en los movimientos reconocidos por la Iglesia. LA ORACI&Oacute;N 32.- Para esta pedagog&iacute;a de la santidad es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oraci&oacute;n... Es preciso aprender a orar, como aprendiendo de nuevo este arte de los labios mismos del divino Maestro, como los primeros disc&iacute;pulos:&ldquo;Se&ntilde;or, ens&eacute;&ntilde;anos a orar&rdquo; (Lc 11,1). En la plegaria se desarrolla ese di&aacute;logo con Cristo que nos convierte en sus &iacute;ntimos: &ldquo;Permaneced en m&iacute;, como yo en vosotros&rdquo; (Jn 15,4). Esta reciprocidad es el fundamento mismo, el alma de la vida cristiana y una condici&oacute;n para toda vida pastoral aut&eacute;ntica. Realizada en nosotros por el Esp&iacute;ritu Santo, nos abre, por Cristo y en Cristo, a la contemplaci&oacute;n del rostro del Padre. Aprender esta l&oacute;gica trinitaria de la oraci&oacute;n cristiana, vivi&eacute;ndola plenamente ante todo en la liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial (cfr. SC.10), pero tambi&eacute;n de la experiencia personal, es el secreto de un cristianismo realmente vital, que no tiene motivos para temer el futuro, porque vuelve continuamente a las fuentes y se regenera en ellas. 33.- La gran tradici&oacute;n m&iacute;stica de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, puede ense&ntilde;ar mucho a este respecto. Muestra c&oacute;mo la oraci&oacute;n puede avanzar, como verdadero y propio di&aacute;logo de amor, hasta hacer que la persona humana sea pose&iacute;da totalmente por el divino Amado, sensible al impulso del Esp&iacute;ritu y abandonada filialmente en el coraz&oacute;n del Padre. Entonces se realiza la experiencia viva de la promesa de Cristo: &ldquo;El que me ame, ser&aacute; amado de mi Padre; y yo le amar&eacute; y me manifestar&eacute; a &eacute;l&rdquo; (Jn 14,21). Se trata de un camino sostenido enteramente por la gracia, el cual, sin embargo, requiere un intenso compromiso espiritual, que encuentre tambi&eacute;n dolorosas purificaciones (la &ldquo;noche oscura&rdquo;), pero que llega, de tantas formas posibles, al indecible gozo vivido por los m&iacute;sticos como &ldquo;uni&oacute;n esponsal&rdquo;. &iquest;C&oacute;mo no recordar aqu&iacute;, entre tantos testimonios espl&eacute;ndidos, la doctrina de san Juan de la Cruz y de santa Teresa de Jes&uacute;s? S&iacute;, queridos hermanos y hermanas, nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser aut&eacute;nticas &ldquo;escuelas de oraci&oacute;n&rdquo;, donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petici&oacute;n de ayuda, sino tambi&eacute;n en acci&oacute;n de gracias, alabanza, adoraci&oacute;n, contemplaci&oacute;n, escucha y viveza de afecto hasta el &ldquo;arrebato del coraz&oacute;n&rdquo;. Una oraci&oacute;n intensa, pues, que sin embargo no aparte del compromiso en la historia: abriendo el coraz&oacute;n al amor de Dios, lo abre tambi&eacute;n al amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia seg&uacute;n el designio de Dios. Pero se equivoca quien piense que el com&uacute;n de los cristianos se puede conformar con una oraci&oacute;n superficial, incapaz de llenar su vida. Especialmente ante tantos modos en que el mundo de hoy pone a prueba la fe, no s&oacute;lo ser&iacute;an cristianos mediocres, sino &ldquo;cristianos con riesgo&rdquo;. En efecto, correr&iacute;an el riesgo insidioso de que su fe se debilitara progresivamente, y quiz&aacute;s acabar&iacute;an por ceder a la seducci&oacute;n de los suced&aacute;neos, acogiendo propuestas religiosas alternativas y transigiendo incluso con formas extravagantes de superstici&oacute;n. Hace falta, pues, que la educaci&oacute;n en la oraci&oacute;n se convierta de alguna manera en un punto determinante de toda programaci&oacute;n pastoral... Cu&aacute;nto ayudar&iacute;a que no s&oacute;lo en las comunidades religiosas, sino tambi&eacute;n en las parroquiales, nos esforz&aacute;ramos m&aacute;s, para que todo el ambiente espiritual estuviera marcado por la oraci&oacute;n. Primac&iacute;a de la gracia 38.- En la programaci&oacute;n que nos espera, trabajar con mayor confianza en una pastoral que d&eacute; prioridad a la oraci&oacute;n, personal y comunitaria, significa respetar un principio esencial de la visi&oacute;n cristiana de la vida: la primac&iacute;a de la gracia. Hay una tentaci&oacute;n que insidia siempre todo camino espiritual y la acci&oacute;n pastoral misma: pensar que los resultados dependen de nuestra capacidad de hacer y programar. Ciertamente, Dios nos pide una colaboraci&oacute;n real a su gracia y, por tanto, nos invita a utilizar todos los recursos de nuestra inteligencia y capacidad operativa en nuestro servicio a la causa del Reino. Pero no se ha de olvidar que, sin Cristo, &laquo;no podemos hacer nada&raquo; (cf Jn 15, 5). La oraci&oacute;n nos hace vivir precisamente en esta verdad. Nos recuerda constantemente la primac&iacute;a de Cristo y, en relaci&oacute;n con &eacute;l, la primac&iacute;a de la vida interior y de la santidad. Cuando no se respeta este principio, &iquest;ha de sorprender que los proyectos pastorales lleven al fracaso y dejen en el alma un humillante sentimiento de frustraci&oacute;n? Hagamos, pues, la experiencia de los disc&iacute;pulos en el episodio evang&eacute;lico de la pesca milagrosa: &laquo;Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada&raquo; (Lc 5, 5). Este es el momento de la fe, de la oraci&oacute;n, del di&aacute;logo con Dios, para abrir el coraz&oacute;n a la acci&oacute;n de la gracia y permitir a la palabra de Cristo que pase por nosotros con toda su fuerza: Duc in altum! En aquella ocasi&oacute;n, fue Pedro quien habl&oacute; con fe: &laquo;en tu palabra, echar&eacute; las redes&raquo; (ib). Permitidle al Sucesor de Pedro que, en el comienzo de este milenio, invite a toda la Iglesia a este acto de fe, que se expresa en un renovado compromiso de oraci&oacute;n&rdquo;. Escucha de la Palabra 39.- No cabe duda de que esta primac&iacute;a de la santidad y de la oraci&oacute;n s&oacute;lo se puede concebir a partir de una renovada escucha de la palabra de Dios. Desde que el Concilio Vaticano II ha subrayado el papel preeminente de la palabra de Dios en la vida de la Iglesia, ciertamente se ha avanzado mucho en la asidua escucha y en la lectura atenta de la Sagrada Escritura. Ella ha recibido el honor que le corresponde en la oraci&oacute;n p&uacute;blica de la Iglesia. Tanto las personas individualmente como las comunidades recurren ya en gran n&uacute;mero a la Escritura, y entre los laicos mismos son muchos quienes se dedican a ella con la valiosa ayuda de estudios teol&oacute;gicos y b&iacute;blicos. Precisamente con esta atenci&oacute;n a la palabra de Dios se est&aacute; revitalizando principalmente la tarea de la evangelizaci&oacute;n y la catequesis. Hace falta, queridos hermanos y hermanas, consolidar y profundizar esta orientaci&oacute;n, incluso a trav&eacute;s de la difusi&oacute;n de la Biblia en las familias. Es necesario, en particular, que la escucha de la Palabra se convierta en un encuentro vital, en la antigua y siempre v&aacute;lida tradici&oacute;n de la lectio divina, que permite encontrar en el texto b&iacute;blico la palabra viva que interpela, orienta y modela la existencia. Anuncio de la Palabra 40.- Alimentarnos de la Palabra para ser &laquo;servidores de la Palabra&raquo; en el compromiso de la evangelizaci&oacute;n, es indudablemente una prioridad para la Iglesia al comienzo del nuevo milenio. Ha pasado ya, incluso en los Pa&iacute;ses de antigua evangelizaci&oacute;n, la situaci&oacute;n de una &laquo;sociedad cristiana&raquo;, la cual, a&uacute;n con las m&uacute;ltiples debilidades humanas, se basaba expl&iacute;citamente en los valores evang&eacute;licos. Hoy se ha de afrontar con valent&iacute;a una situaci&oacute;n que cada vez es m&aacute;s variada y comprometida, en el contexto de la globalizaci&oacute;n y de la nueva y cambiante situaci&oacute;n de pueblos y culturas que la caracteriza. He repetido muchas veces en estos a&ntilde;os la &laquo;llamada&raquo; a la nueva evangelizaci&oacute;n. La reitero ahora, sobre todo para indicar que hace falta reavivar en nosotros el impulso de los or&iacute;genes, dej&aacute;ndonos impregnar por el ardor de la predicaci&oacute;n apost&oacute;lica despu&eacute;s de Pentecost&eacute;s. Hemos de revivir en nosotros el sentimiento apremiante de Pablo, que exclamaba: &laquo;&iexcl;Ay de m&iacute; si no predicara el Evangelio!&raquo; (1Cor 9, 16). Esta pasi&oacute;n suscitar&aacute; en la Iglesia una nueva acci&oacute;n misionera, que no podr&aacute; ser delegada a unos pocos &laquo;especialistas&raquo;, sino que acabar&aacute; por implicar la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios. Quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo s&oacute;lo para s&iacute;, debe anunciarlo >>. 2.2.- MUY CLARO Y ALTO LO DIJO TAMBI&Eacute;N MONS. ROUCO VARELA[4]: &laquo;III. Un programa pastoral para la esperanza. Perm&iacute;tanme recordar alg&uacute;n aspecto de tales prioridades: &laquo;La floraci&oacute;n de santos ha sido siempre la mejor respuesta de la Iglesia a los tiempos dif&iacute;ciles&raquo;. En esta afirmaci&oacute;n notable se centra la llamada que el Plan Pastoral pone a la cabeza de sus prioridades cuando invita al encuentro renovado con el Misterio de Cristo. Porque, en efecto, si &laquo;la santidad ha de ser la perspectiva de nuestro camino pastoral y el fundamento de toda programaci&oacute;n&raquo;, es precisamente porque ser santos no consiste en otra cosa que en la transformaci&oacute;n de nuestras vidas a imagen de Cristo y en virtud de la fuerza de su Esp&iacute;ritu. El cultivo de la vida interior, en la escuela de los grandes maestros de nuestra tradici&oacute;n m&iacute;stica espa&ntilde;ola, es el medio imprescindible para el camino de la santidad en el que nuestras iglesias se hallan, gracias a Dios, cada vez m&aacute;s seriamente empe&ntilde;adas. Naturalmente, si no hay Dios, no hay santidad; sin la presencia del Dios vivo en medio de la existencia humana, la palabra &laquo;santidad&raquo;, resultar&iacute;a poco m&aacute;s que un vocablo anticuado o carente de sentido. La transformaci&oacute;n de la vida en Cristo es nada m&aacute;s y nada menos que la divinizaci&oacute;n de nuestro ser, otorgada por el Esp&iacute;ritu del Redentor. Esa es la vocaci&oacute;n a la que est&aacute; llamado cada ser humano: la comuni&oacute;n de vida con el mismo Dios, el Santo. De ah&iacute; que --seg&uacute;n nos pide el Plan Pastoral en un p&aacute;rrafo que merece la pena citar-- sea &laquo;preciso poner a Dios como centro de nuestro anuncio y de toda la pastoral; hablar de Dios no como de un aspecto o tema de la fe, sino como el objeto central, el principio y el fin de toda la creaci&oacute;n, el sentido, fundamento, plenitud y felicidad del hombre. Hoy no son suficientes los signos de solidaridad; son necesarias las palabras que desvelen a la humanidad el rostro del Dios &uacute;nico y verdadero. Hay que volver a hablar de Dios con lenguaje fresco y vital. Hemos de anunciar a Dios Padre, Hijo y Esp&iacute;ritu Santo, comunidad de amor, que nos invita a su amistad; que por Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, nos ha redimido y nos da la posibilidad de ser hijos de Dios por la donaci&oacute;n del Esp&iacute;ritu Santo; que a trav&eacute;s de la Iglesia y de los sacramentos nos comunica la vida divina, que es la gracia, anticipo de la vida y la felicidad eterna, a la que estamos llamados&raquo;. &laquo;Anunciando sin descanso el amor eterno de Dios por cada persona, la Iglesia presta a la Humanidad el mayor de los servicios. Algunos dir&aacute;n que se trata de una tarea absolutamente trasnochada e in&uacute;til; no faltar&aacute; incluso alg&uacute;n cat&oacute;lico que, desorientado por los cantos de sirena del modo de vida inmanentista, considere secundaria la referencia a Dios y a la Vida eterna para la existencia en este mundo. Sin embargo, no s&oacute;lo la experiencia creyente, sino tambi&eacute;n la mera experiencia hist&oacute;rica pone hoy de manifiesto que las viejas ideolog&iacute;as agn&oacute;sticas y ateas son absolutamente incapaces de dar lo que prometen; es m&aacute;s, la historia del siglo XX ha dejado en evidencia sus consecuencias reales. Prometieron liberaci&oacute;n y acabar con los desfavorecidos&hellip; El programa pastoral se&ntilde;alado en nuestro Plan pastoral es, por tanto, un programa de esperanza. El programa de la santidad, de la uni&oacute;n con Dios, es el programa del futuro&raquo;. 2,.3.- El Cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, igualmente lo ha predicado recientemente en una bella meditaci&oacute;n en esta misma l&iacute;nea con el t&iacute;tulo &laquo;Conversi&oacute;n y misi&oacute;n&raquo; durante el encuentro internacional de sacerdotes en la conclusi&oacute;n del A&ntilde;o Sacerdotal, 19 junio 2010; paso a transcribir algunos p&aacute;rrafos: Al comenzar la meditaci&oacute;n, dice: &laquo;Pero quisiera dejarme guiar por el mismo Evangelio, junto a vosotros, hacia la conversi&oacute;n, para luego ser enviados por el Esp&iacute;ritu Santo a llevar a los hombres la buena noticia de Cristo&raquo;. (Pongo los n&uacute;meros tal cual los hall&eacute; en la revista) 3. Por eso no es suficiente que en nuestro trabajo pastoral queramos aportar correcciones s&oacute;lo a las estructuras de nuestra Iglesia para poder mostrarla m&aacute;s atractiva. &iexcl;No basta! Tenemos necesidad de un cambio del coraz&oacute;n, de mi coraz&oacute;n. S&oacute;lo un Pablo convertido pudo cambiar el mundo, no un ingeniero de estructuras eclesi&aacute;sticas. El sacerdote, a trav&eacute;s de su ser en el estilo de vida de Jes&uacute;s, est&aacute; de tal modo habitado por &Eacute;l que el mismo Jes&uacute;s, en el sacerdote, se hace perceptible para los otros. En Juan 14, 23, leemos: &ldquo;El que me ama ser&aacute; fiel a mi palabra, y mi Padre lo amar&aacute;; iremos a &eacute;l y habitaremos en &eacute;l&rdquo;. &iexcl;Esto no es s&oacute;lo una bella imagen! Si el coraz&oacute;n del sacerdote ama a Dios y vive en la gracia, Dios uno y trino viene personalmente a habitar en el coraz&oacute;n del sacerdote. 4. El mayor obst&aacute;culo para permitir que Cristo sea percibido por los otros a trav&eacute;s nuestro es el pecado. Este impide la presencia del Se&ntilde;or en nuestra existencia y, por eso, para nosotros no hay nada m&aacute;s necesario que la conversi&oacute;n, tambi&eacute;n en orden a la misi&oacute;n. Se trata, por decirlo sint&eacute;ticamente, del sacramento de la Penitencia. Un sacerdote que no se encuentra, con frecuencia, tanto de un lado como del otro de la rejilla del confesionario, sufre da&ntilde;os permanentes en su alma y en su misi&oacute;n. Aqu&iacute; vemos ciertamente una de las principales causas de la m&uacute;ltiple crisis en la que el sacerdocio ha estado en los &uacute;ltimos cincuenta a&ntilde;os. La gracia especialmente particular del sacerdocio es aquella por la que el sacerdote puede sentirse &laquo;en su casa&raquo; en ambos lados de la rejilla del confesionario: como penitente y como ministro del perd&oacute;n. Cuando el sacerdote se aleja del confesionario, entra en una grave crisis de identidad. El sacramento de la Penitencia es el lugar privilegiado para la profundizaci&oacute;n de la identidad del sacerdote, el cual est&aacute; llamado a hacer que &eacute;l mismo y los creyentes se acerquen a la plenitud de Cristo. En la oraci&oacute;n sacerdotal, Jes&uacute;s habla a los suyos y a nuestro Padre celestial de esta identidad: &ldquo;No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Cons&aacute;gralos en la verdad: tu palabra es verdad&rdquo; (Jn. 17,15-17). En el sacramento de la Penitencia, se trata de la verdad en nosotros. &iquest;C&oacute;mo es posible que no nos guste enfrentar la verdad? 5. &iquest;C&oacute;mo es posible &ndash; pregunt&eacute;monos una vez m&aacute;s &ndash; que un sacramento, que evoca tan gran alegr&iacute;a en el Cielo, suscita tanta antipat&iacute;a sobre la tierra? Esto se debe a nuestra soberbia, a la constante tendencia de nuestro coraz&oacute;n a atrincherarse, a satisfacerse a s&iacute; mismo, a aislarse, a cerrarse sobre s&iacute;. En realidad, &iquest;qu&eacute; preferimos?: &iquest;ser pecadores, a los que Dios perdona, o aparentar estar sin pecado, viviendo en la ilusi&oacute;n de presumirnos justos, dejando de lado la manifestaci&oacute;n del amor de Dios? &iquest;Basta realmente con estar satisfechos de nosotros mismos? &iquest;Pero qu&eacute; somos sin Dios? S&oacute;lo la humildad de un ni&ntilde;o, como la han vivido los santos, nos deja soportar con alegr&iacute;a la diferencia entre nuestra indignidad y la magnificencia de Dios. 2.4.- ROMA, MI&Eacute;RCOLES, 8 SEPTIEMBRE 2010 (ZENIT.org).- Del 8 de septiembre al 8 de octubre se est&aacute; celebrando en Roma el cap&iacute;tulo general de los Misioneros Oblatos de Mar&iacute;a Inmaculada sobre el tema de la conversi&oacute;n. La asamblea re&uacute;ne a 89 religiosos de todo el mundo para vivir lo que sus Constituciones y Reglas llaman: &laquo;un tiempo privilegiado de reflexi&oacute;n y conversi&oacute;n comunitarias. Juntos, y unidos a la Iglesia, discernimos la voluntad de Dios en las necesidades urgentes de nuestro tiempo y le damos gracias por la obra de salvaci&oacute;n que lleva a cabo por medio de nosotros&raquo;. Al terminar sus doce a&ntilde;os de servicio como superior general, el padre Wilhelm Steckling, und&eacute;cimo sucesor de san Eugenio de Mazenod, en su informe al Cap&iacute;tulo general, ha recordado a toda la Congregaci&oacute;n la centralidad de este importante momento en la historia de la Familia oblata. &laquo;El tema de nuestro Cap&iacute;tulo, sorprendentemente, no es la misi&oacute;n, sino la conversi&oacute;n&raquo;, asegura. El cap&iacute;tulo, como han acordado los religiosos tiene este objetivo: &laquo;Centrados en la persona de Jesucristo, la fuente de nuestra misi&oacute;n, nos comprometemos a una conversi&oacute;n profunda y comunitaria&raquo;. El proceso de preparaci&oacute;n del cap&iacute;tulo ha estado guiado por el lema: &laquo;Conversi&oacute;n: un nuevo coraz&oacute;n - un nuevo esp&iacute;ritu - una nueva misi&oacute;n&raquo;. 2.5.- FRANZ HENGSBACH, OBISPO ALEM&Aacute;N de Essen, lo dijo maravillosa y prof&eacute;ticamente hace treinta y seis a&ntilde;os Hab&iacute;a yo terminado este libro que est&aacute;s leyendo y lo hab&iacute;a enviado a Edibesa para que lo imprimiera y publicara. Providencialmente, al d&iacute;a siguiente, para mi lectura espiritual, escog&iacute; un libro de mi biblioteca que estaba como perdido entre revistas y dem&aacute;s de hace m&aacute;s de veinte a&ntilde;os. La raz&oacute;n era que necesitaba espacio, tir&eacute; las revistas que estaban pasadas ya de tiempo y temas, cojo el libro, empiezo a leer y, &iexcl;qu&eacute; sorpresa y providencia del Santo Esp&iacute;ritu! me encuentro con ideas expuestas ya hace treinta y seis a&ntilde;os y actual&iacute;simas para los tiempos actuales y coincidentes con las expuestas aqu&iacute;, en mi libro,. Por eso, no puedo resistir el gozo de exponerlas. Porque es un argumento y autoridad m&aacute;s a favor de lo que estoy diciendo. El libro se titula UN NUEVO COMIENZO, Pl&aacute;ticas sobre la oraci&oacute;n y la Eucarist&iacute;a, Patmos, Madrid 1977. Se trata de las conferencias y homil&iacute;as cuaresmales, que Franz Hengsbach, obispo de Essen predic&oacute; en el a&ntilde;o 1974 sobre el tema &laquo;La renovaci&oacute;n por la Oraci&oacute;n&raquo;, precisamente tema central de mi libro, y en el 1975 sobre &laquo;La Sagrada Eucarist&iacute;a&raquo;, supercoincidente tambi&eacute;n. Dice el obispo Franz Hengsbach en la presentaci&oacute;n alemana de su libro: &laquo;La oraci&oacute;n constituye, con los sacramentos, el comienzo poderoso que Cristo nos ofrece; con la Santa Eucarist&iacute;a nos ha donado la fuente de la nueva vida. As&iacute; que &mdash;explica el obispo alem&aacute;n&mdash; ambas tem&aacute;ticas se complementan&raquo;. Con lenguaje sencillo y directo, el obispo alem&aacute;n habla de verdades centrales de la fe cristiana e invita a incorporarlas en la propia vida. &laquo;Hemos venido desde la Iglesia de Munich, la iglesia madre de nuestro obispado. Desde hace mil cien a&ntilde;os alberga la tumba de un santo, el obispo San Alfredo, el fundador de la comunidad cristiana y la ciudad de Essen. Si hubi&eacute;ramos continuado nuestro peregrinaje una hora m&aacute;s hacia el sur, hubi&eacute;ramos llegado a la tumba de otro santo, el obispo San Ludgerio. &iquest;Nos damos cuenta del significado de vivir en una regi&oacute;n con la tumba de dos santos? &iquest;No hay ya en nuestro tiempo sitio para santos? &iquest;No tienen sentido ya, para la grandeza humana, e] hero&iacute;smo, la fe y el amor? Nuestro tiempo sufre un d&eacute;ficit de humanidad y un d&eacute;ficit de santos. Es la consecuencia de hallarse inmerso en un mundo de m&aacute;quinas, planificaciones y ordenadores. La humanidad es objeto de elaboradas investigaciones, de an&aacute;lisis sociol&oacute;gicos y de pruebas psicol&oacute;gicas. La individualidad del hombre se ve amenazada por el n&uacute;mero de una ficha, puede desaparecer tras los asientos de un banco de datos. Cuanto m&aacute;s amenazados de desaparici&oacute;n est&aacute;n la humanidad y el hombre, m&aacute;s aumenta la inhumanidad, la violencia, la brutalidad. Mientras se desprecia el esp&iacute;ritu de santidad, se ensalzan, por el contrario, toda clase de maldades y desverg&uuml;enzas. &iquest;Qu&eacute; va a ser de los hombres? Esta pregunta se nos repite una y otra vez, sin evasivas. &iquest;Y qu&eacute; va a ser de la Fe? &iquest;No habr&aacute; en este mundo, totalmente deshumanizado y planificado, lugar para que el Esp&iacute;ritu de Dios alcance y conmueva al hombre? &iquest;Se han acabado los santos porque los hombres est&aacute;n m&aacute;s convencidos de sus logros, sus planificaciones y programas, que de ser criaturas de Dios? &iquest;No es ya verdad lo que dec&iacute;an las Tablas de la Ley, que bajaron del monte Sina&iacute;: &ldquo;&iexcl; Yo soy el Se&ntilde;or, tu Dios!&rdquo;? &laquo; PERO ESTO TIENE CONSECUENCIAS. Hoy se habla demasiado frecuentemente de reformas y modificaciones. Apenas queda un elemento de la vida, desde la escuela hasta las leyes penales, del que no se soliciten reformas. Pues m&aacute;s importante y fundamental que la reforma de la comunidad y las leyes es la reforma espiritual del hombre, que consiste en la renovaci&oacute;n del esp&iacute;ritu y el alma. Esto significa, para nosotros los cristianos, en primer lugar, una <renovaci&oacute;n personal>. La oraci&oacute;n es meditaci&oacute;n. Es dirigir a Dios el pensamiento desde el punto de vista del hombre y descubrir con ello el amor de Dios y su misericordia. As&iacute; nos hacemos conscientes de nuestras faltas, pero no para que ellas nos separen de Dios, sino para que nos sintamos atra&iacute;dos hacia El. Con la oraci&oacute;n conseguimos una visi&oacute;n nueva de nuestras propias culpas. Dios viene a nuestro encuentro, nos toma del brazo y nos dirige hacia el banquete en su casa. Nuestra peregrinaci&oacute;n es un s&iacute;mbolo de nuestros primeros esfuerzos para conseguir la oraci&oacute;n y el arrepentimiento. Con esto llegamos a la segunda petici&oacute;n que quer&iacute;a haceros sentir: la renovaci&oacute;n de nuestras oraciones. Con la oraci&oacute;n aprende el hombre que no est&aacute; solo, que hay alguien con quien puede hablar y que le ama. En la oraci&oacute;n se abre el hombre al amor de Dios y se conf&iacute;a a El. Con ella obtiene el hombre la medida justa de su comportamiento con sus semejantes. Porque Dios ama al que ama a sus semejantes. &iquest;C&oacute;mo podr&iacute;amos amar a nuestros semejantes sin el amor de Dios? Con la oraci&oacute;n obtenemos tambi&eacute;n la medida del comportamiento correcto en nuestras tareas diarias, en nuestros trabajos y el valor de nuestras preocupaciones. De Dios proviene todo. &Eacute;l lo sabe todo y &Eacute;l lo hace todo. Pero esto no es para que podamos cruzarnos de brazos, sino para que sepamos que no podemos conseguir nada solos. Sabemos que aquellos que aman a Dios alcanzan el bien. Sabemos que, verdaderamente, no debemos temer nada, porque la oraci&oacute;n hace florecer una vida santa. Por tanto, no nos quejemos, demos fama al A&ntilde;o Santo, consiguiendo que en &eacute;l oren los hombres, las mujeres, las familias, los sacerdotes y las iglesias. Un camino especialmente valioso para llegar a la oraci&oacute;n ha sido siempre el de los ejercicios o retiros espirituales. A todos se nos invita a ellos. Ahora habla mucho la medicina de descansos de recuperaci&oacute;n y los m&eacute;dicos recomiendan curas de primavera. &iquest;No ser&iacute;a tambi&eacute;n l&oacute;gico que nos sometieramos a una cura de renovaci&oacute;n espiritual, por medio de los retiros? Y a&uacute;n nos queda una tercera cosa. Renov&eacute;mosnos por medio de la penitencia. Es una palabra que parece pasada de moda. &iquest;Qui&eacute;n va a vencerse a s&iacute; mismo? &iquest;Qui&eacute;n quiere sacrificarse? &iquest;Qui&eacute;n va a renunciar a algo que desea? &iquest;No vive la mayor&iacute;a bajo la ley de poseerlo todo, verlo todo, probarlo todo y disfrutar de todo? Nosotros queremos salvar la libertad humana, nuestra propia libertad, con esta renuncia. Por medio de la abstinencia, el ayuno y la limosna. &iexcl;De nuevo palabras antiguas! Pero que tienen eterna vigencia, porque demuestran que el hombre puede liberarse a s&iacute; mismo, puede examinar su conciencia y retornar a Dios por la penitencia y la oraci&oacute;n, por el autosacrificio y la renuncia. &laquo;RENOVACI&Oacute;N POR LA CONVERSI&Oacute;N Y PENITENCIA &ldquo;Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante&rdquo; (Juan 10, 10). En cualquier momento puede renovarnos su esp&iacute;ritu. Cada renovaci&oacute;n es, por tanto, la fuerza del nuevo comienzo que ha tra&iacute;do Cristo. Esta renovaci&oacute;n se produce porque nos despojamos de todo lo que es viejo y de todo lo que nos esclaviza. La renovaci&oacute;n es una conversi&oacute;n. La conversi&oacute;n, en el lenguaje de la Biblia, se llama penitencia. Verdaderamente, todo el proceso de la vida es una renovaci&oacute;n continua. Cada oraci&oacute;n, cada encuentro con Cristo, en sus sacramentos, es una conversi&oacute;n. Pero, junto a estas renovaciones continuas, existen tambi&eacute;n tiempos especiales de renovaci&oacute;n. &iquest;Qu&eacute; es lo que debe renovarse con nuestra conversi&oacute;n? Debemos renovarnos nosotros mismos, cada uno de nosotros. Debe renovarse la Iglesia y nuestra comunidad con Cristo en ella. Debe renovarse tambi&eacute;n el mundo en que vivimos, la sociedad, todas las relaciones de la vida y el trabajo. Porque no estamos aqu&iacute; para nosotros solos, sino para ser la luz y la levadura del mundo&raquo; &laquo;EL CORAZ&Oacute;N RENOVADO. Jesucristo, para renovar el mundo, no ha comenzado por crear nuevas estructuras, ni por cambiar las proporciones externas. No ha buscado sucesos espectaculares que saltaran de inmediato a los ojos del mundo. Ha buscado que se le abriera en obediencia incondicional y que pudiera utilizarlo para humanizaci&oacute;n de Dios... No dependemos de nuestros propios conceptos, nuestros derechos, nuestras esperanzas e inquietudes. S&oacute;lo debemos dejarnos guiar y poner o&iacute;dos a aquello que Dios quiere de nosotros personalmente. <El coraz&oacute;n renovado es la piedra angular de la Iglesia renovada>. Tampoco esta regla general tiene excepciones. Todos los movimientos con los que verdaderamente se renueva la Iglesia se fundan en conversiones aisladas; primero, de individualidades, y luego, de la sociedad; primero, el recomienzo aislado, y luego, el de toda la comunidad. Es como una creaci&oacute;n de la fuente siempre nueva del Evangelio. Los santos como Francisco de As&iacute;s, Catalina de Siena e Ignacio de Loyola no se dedicaron a hacer planes sobre las medidas a tomar y las estructuras que era necesario renovar para modernizar y hacer funcional la Iglesia. Simplemente tomaron en serio el Evangelio. Con ello obtuvieron tan actual claridad y vida, que hicieron decir de ellos: as&iacute; se puede vivir, as&iacute; se debe vivir, esto es lo que Jes&uacute;s predicaba. Naturalmente, de ello se derivaron tambi&eacute;n modificaciones externas. Tambi&eacute;n se crearon estructuras y planificaciones, y organizaciones. Pero el comienzo es siempre la vida, el coraz&oacute;n, el compromiso de sumisi&oacute;n incondicional. Tambi&eacute;n se renovar&aacute; la Iglesia si la amamos con un coraz&oacute;n renovado&raquo;. &laquo;III EL MUNDO RENOVADO. La Iglesia no es el objetivo final. &ldquo;Porque tanto am&oacute; Dios al mundo, que le dio su unig&eacute;nito Hijo&rdquo; (Juan 3, 16). Rara vez ha habido una generaci&oacute;n que se haya podido dar m&aacute;s cuenta que la nuestra, de la necesidad de renovaci&oacute;n del mundo. &laquo;...para activar al mundo. Cuando Jes&uacute;s quiso realizar la gran maravilla de la multiplicaci&oacute;n del pan, asust&oacute; a sus disc&iacute;pulos dici&eacute;ndoles: &ldquo;Dadles vosotros de comer&rdquo; (Marcos 6, 37). No ten&iacute;an nada con qu&eacute; alimentar a tantos millares. Pero cuando un muchacho le llev&oacute; un par de panes y peces, qued&oacute; con ellos satisfecha la multitud. La humanidad clama hoy por una renovaci&oacute;n total y completa de los hombres, de la Iglesia y del mundo. El Se&ntilde;or tambi&eacute;n nos habl&oacute; hoy a nosotros, a sus disc&iacute;pulos. Nosotros debemos conseguir la nueva vida. &iquest;C&oacute;mo podremos lograrlo? S&oacute;lo podemos ofrecer nuestro d&eacute;bil coraz&oacute;n y nuestras escasas fuerzas. Pero cuando con fe incondicional pongamos al servicio del Se&ntilde;or este coraz&oacute;n y nuestro esfuerzo, puede hoy mismo renovarse el tiempo. Los hombres pueden o&iacute;r ya el eco de sus palabras: &ldquo;He aqu&iacute; que hago nuevas todas las cosas&rdquo; (Apocalipsis 21, 5). &iexcl;Su Gracia sea con todos nosotros! *************************** LA EXPERIENCIA DE DIOS PRIMERA PARTE 1.- SANTIDAD Y EXPERIENCIA DE DIOS Lo primero que quiero decir es qu&eacute; entiendo yo por experiencia de Dios. Desde luego nada del Oriente, ni de respiraciones ni posturas ni cantos o danzas especiales. Mi comprensi&oacute;n es la de la Tradici&oacute;n, la de nuestros m&iacute;sticos, la que hemos meditado todos, desde los Ap&oacute;stoles hasta hoy, desde san Juan, san Pablo, Padres de la Iglesia, sobre todo, Oriental, hasta pasar a Catalina de Siena, Juan de &Aacute;vila, Teresa de Jes&uacute;s, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola, Teresita, Isabel de la Trinidad, Charles de Foucauld, Madre Teresa de Calcuta, Hermana Trinidad de la Santa Iglesia, bueno, &eacute;sta todav&iacute;a no ha muerto y no est&aacute; canonizada, pero a pocos santos he visto yo hablar de y con experiencia de Dios, como a esta hija de la Iglesia. Estos son los que yo m&aacute;s o menos he meditado y estudiado, pero hay muchos m&aacute;s. Por otra parte, por si alguno quiere profundizar m&aacute;s en este tema, lo tengo ampliamente estudiado en mi libro titulado precisamente LA EXPERIENCIA DE DIOS (Edibesa, Madrid 2007). Yo quiero hablar de este tema de la experiencia de Dios, porque estoy convencido de la necesidad de la misma en el mundo y en el hombre actual, sobre todo sacerdotes y consagrados. Quiero decir que en otros tiempos bastaba la piedad popular o la fe heredada, para ser buen cristiano o sacerdote, porque el ambiente creyente te ayudaba y te sosten&iacute;a; pero hoy d&iacute;a han desaparecido todos estos apoyos; por tanto, si mi fe y vida personal cristiana o apost&oacute;lica depende de que los dem&aacute;s me ayuden o no, de que el Obispo o los hermanos sacerdotes me valoren o no, de que la Iglesia est&eacute; llena de fieles o no, de que mis apostolados tengan &eacute;xito, sean reconocidos o no; de que los mismos creyentes o feligreses me valoren o no... al fallar estos apoyos, en estos tiempos actuales de laicismo y secularismo ateo, me vendr&eacute; abajo, estar&eacute; triste y no tendr&eacute; el gozo del Se&ntilde;or para predicarlo y comunicarlo, para que la gente crea en &Eacute;l y le siga, por no tener experiencia y fe personal intensa con Cristo y depender principalmente de la fe o teolog&iacute;a estudiada pero no vivida. Hoy el gozo de fe, el gozo de creer en Cristo, en la Eucarist&iacute;a, de ser cristiano o sacerdote, el fuego apost&oacute;lico, la caridad pastoral, el deseo de dar a conocer y amar a Jesucristo, vivo, vivo y resucitado, amigo y confidente del alma, depende de mi relaci&oacute;n personal y gozosa con Dios, con Cristo, con mi Dios Trino y Uno; depende, y &eacute;sta es la afirmaci&oacute;n fundamental de este libro y la raz&oacute;n de que lo escriba, de mi experiencia de Dios, sin necesidad de otros apoyos que antes ten&iacute;a y me ayudaron pero que ya no me son necesarios; y aqu&iacute; est&aacute; la afirmaci&oacute;n principal: el camino &uacute;nico para esta experiencia personal con Dios, con Cristo vivo y resucitado, especialmente en la Eucarist&iacute;a, es el camino de la oraci&oacute;n personal; pero no solo inicial o meditativa, sino de una oraci&oacute;n ya avanzada de la meditativa a la afectiva, unitiva, seg&uacute;n nuestros m&iacute;sticos y maestros de oraci&oacute;n S. Juan de la cruz, santa Teresa, los antes citados, esto es, que haya subido hasta el monte Tabor, hasta la experiencia m&iacute;stica, por la oraci&oacute;n contemplativa, despu&eacute;s de larga y profunda purificaci&oacute;n, que me vac&iacute;e totalmente de mi yo y mis cosas y faltas y limitaciones, y as&iacute; sentirme lleno de Dios, de Cristo y poder decir con San Pablo: &ldquo;Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en m&iacute;... para m&iacute; la vida es Cristo...todo lo puedo en aquel que me conforta&rdquo;. A m&iacute; me parece que a la Iglesia actual le falta experiencia de Dios, experiencia m&iacute;stica, experiencia de lo que predica, celebra, catequiza... tanto en su parte alta: Cardenales, Obispos, Sacerdotes y en religiosos y religiosas, especialmente de &laquo;clausura&raquo;, que son como los profesionales de la experiencia de Dios, de la oraci&oacute;n contemplativa, como en la parte m&aacute;s baja: simples bautizados, catequistas, cooperadores, padres y madres cristianos... No estoy hablando de la fe cre&iacute;da, porque en la Iglesia actual hay muchos y buenos creyentes, te&oacute;logos y pastoralistas. Estoy hablando de experiencia de la fe, de la experiencia de Cristo resucitado, de haber subido un poco m&aacute;s alto por el monte de la oraci&oacute;n contemplativa-conversi&oacute;n pasiva realizada por el Esp&iacute;ritu y aceptada en m&iacute; y por m&iacute; hasta ver, o&iacute;r y sentir a Dios en la altura del Tabor y poder decir: &iexcl;Dios existe y me ama, me siento amado! pero de verdad, desde dentro, desde no poder reprimirlo, porque no soy el que fabrica estos sentimientos, me vienen dados por Dios mismo que al vaciarme m&aacute;s profundamente de m&iacute; donde yo no pod&iacute;a llegar con mis pensamientos y deseos y esfuerzo va llenandome por el Esp&iacute;ritu de Amor, Esp&iacute;ritu Santo, de su mismo Ser y Existir Trinitario, de su misma Verdad-Verbo y Amor-Esp&iacute;ritu Santo y todo pasivamente, es decir, realizado por Dios en m&iacute; por su mismo Amor de Esp&iacute;ritu Santo, como en los Ap&oacute;stoles en Pentecost&eacute;s, porque el alma de estas cosas ni sabe ni entiende ni puede, solo, ya purificada, lo puede vivir como los Ap&oacute;stoles y todos los m&iacute;sticos santos que han existido y existir&aacute;n. Y esta falta de experiencia m&iacute;stica, de gozo en Dios, de certeza en la Verdad, de certeza en Jesucristo vivo y resucitado hasta poder decir: &laquo;Qued&eacute;me y olvid&eacute;me, el rostro reclin&eacute; sobre el amado; ces&oacute; todo y dej&eacute;me mi cuidado entre las azucenas olvidado...&raquo; porque uno ya no puede ni sabe vivir sin &Eacute;l, sin sentir este amor, pero de verdad, no de palabra o imaginaci&oacute;n, como los que van al Oriente a buscar esta experiencia, toda esta carencia viene provocada por la falta de oraci&oacute;n personal, de trato de amistad afectiva y diaria con &Eacute;l. Yo observo, pregunto y veo, despu&eacute;s de cincuenta y tantos a&ntilde;os de sacerdocio, que la mayor parte de los sacerdotes y de los anteriormente mencionados no hacemos oraci&oacute;n personal diaria ni por gusto o por necesidad o por obligaci&oacute;n; no somos constantes y asiduos, como un deber y trabajo personal y obligatorio por amor a Dios y misi&oacute;n a los hermanos, al trato personal de amistad con Cristo &laquo;estando muchas veces a solas con aquel que sabemos que nos ama&raquo;; con Jesucristo que existe y nos ama de verdad y est&aacute; en el Sagrario, pero no de palabra, sino de verdad, y nos espera todos los d&iacute;as para ayudarnos con los brazos abiertos en amistad permanentemente ofrecida. Y t&uacute; me dir&aacute;s ahora, querido hermano: si a ti. Siendo cristiano o sacerdote, te aburre personalmente Cristo, &iquest;c&oacute;mo vas a entusiasmar a la gente cuando hables de &Eacute;l? &iquest;con qu&eacute; convencimiento y fuego dir&aacute;s que es tu gozo y amor? si te cansa el estar y hablar con &Eacute;l, y no tienes relaci&oacute;n personal de amistad con &Eacute;l ni te ven junto al Sagrario, &iquest;c&oacute;mo podr&aacute;s decir que &Eacute;l est&aacute; all&iacute; y es Dios y la Hermosura y la Canci&oacute;n de Amor del Padre a los hombres? cuando te oigan hablar de &Eacute;l, dir&aacute;n para sus adentros: &laquo;eso no se lo cree ni &eacute;l mismo&raquo;; con esa fe que no se vive y experimenta &iquest;c&oacute;mo van a aumentar sus visitadores y amigos y adoradores y creyentes si a ti no te ven adorarlo ni visitarlo... ? Hablar&aacute;s con teolog&iacute;a, con ideas aprendidas pero sin el convencimiento y fuego necesario, sin entusiasmo, porque hablar&aacute;s de una realidad aprendida, pero no amada y vivida; hablar&aacute;s como un profesor, un profesional, pero no como un amigo, un testigo, uno que lo ve y lo siente y es feliz por &Eacute;l y con &Eacute;l y que vive lo que predica, celebra o hace apost&oacute;licamente. Como consecuencia de no tener este trato de amistad con &Eacute;l, no s&oacute;lo no somos ap&oacute;stoles seg&uacute;n el coraz&oacute;n de Cristo, porque no le tratamos personalmente y no tenemos sus mismos sentimientos a los que estamos llamados a vivir en raz&oacute;n de nuestra identidad sacerdotal con &Eacute;l sino que hemos dejado tambi&eacute;n de ser disc&iacute;pulos humildes, necesitados siempre de su presencia, ayuda, ejemplo; algo muy frecuente en nuestras vidas sacerdotales, una vez que salimos del seminario o de los centros de formaci&oacute;n. Al llegar a las parroquias o campos de apostolado, nos han y nos hemos convertido autom&aacute;ticamente en maestros,que, al desarrollar esta misi&oacute;n, olvidamos que tenemos que seguir siendo disc&iacute;pulos humildes toda la vida en relaci&oacute;n con Cristo, &Uacute;nico sacerdote del Alt&iacute;simo; disc&iacute;pulos humildes y obedientes que hemos de escucharle todos los d&iacute;as para aprenderlo todo de &Eacute;l en el trato personal con &Eacute;l, c&oacute;mo ser y vivir su sacerdocio &uacute;nico, convirti&eacute;ndonos as&iacute; tambi&eacute;n en sus mejores seguidores, pisando sus mismas huellas, con sus mismos sentimientos en relaci&oacute;n al Padre y a los hombres: &ldquo;si alguno quiere ser disc&iacute;pulo m&iacute;o, ni&eacute;guese a s&iacute; mismo tome su cruz y me siga&rdquo;. Hemos olvidado nuestra condici&oacute;n de disc&iacute;pulos y aprendices y seguidores de su vida y evangelio, que pisan o tratan de pisar todos los d&iacute;a humildemente sus mismas huellas de adoraci&oacute;n y obediencia al Padre, poniendo toda nuestra vida de rodillas ante &Eacute;l por una obediencia victimal en la propia santificaci&oacute;n y salvaci&oacute;n de las almas; en definitiva, que no le dejamos a Dios ser Dios de nosotros mismos y de nuestras vidas, por la adoraci&oacute;n y obediencia hasta la muerte del yo, y no nos podemos hacer y convertimos en verdaderos hijos suyos por la identificaci&oacute;n con el Hijo amado, hijos en el Hijo, por la uni&oacute;n de vida y santidad. Nunca debemos olvidar nuestra condici&oacute;n de disc&iacute;pulos, aunque seamos sacerdotes, porque toda la vida somos disc&iacute;pulos del Se&ntilde;or, y para eso es absolutamente necesaria la oraci&oacute;n personal, el trato con &Eacute;l, escucharle todos los d&iacute;as pero no como mera lectura o meditaci&oacute;n que llega al conocimiento de Dios, sino como disc&iacute;pulos que le escuchan todos los d&iacute;as por la oraci&oacute;n un poquito elevada y purificada, oraci&oacute;n-conversi&oacute;n activa y pasiva- y que nos lleva al amor, a amarle un poco m&aacute;s cada d&iacute;a porque nos va vaciando de nuestros defectos y llenando de Dios. Si no tenemos relaci&oacute;n personal con Cristo por el encuentro diario de amor, llegaremos as&iacute; a perder nuestra condici&oacute;n de &laquo;disc&iacute;pulos&raquo;, de alumnos permanentes de discipulado y seguimiento de Cristo en la obediencia total al Padre hasta dar la vida matando al &laquo;yo&raquo; que nos domina, y es due&ntilde;o en el fondo de nuestra persona y actividad y deseos y proyectos durante toda la vida. Nuestro yo se ha convertido en el dios que adoramos, &iacute;dolo al que servimos y damos culto de la ma&ntilde;ana a la noche, tambi&eacute;n en la parte alta de la Iglesia. Lo veo, lo olfateo, lo descubro en nombramientos, ascensos, grupos de presi&oacute;n y dem&aacute;s. Tenemos un poco olvidado en estos tiempos y se practica poco &ldquo;el que quiera ser disc&iacute;pulo m&iacute;o, ni&eacute;guese a s&iacute; mismo, tome su cruz y me siga... el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser disc&iacute;pulo m&iacute;o...&rdquo;. &ldquo;El negarse a s&iacute; mismo&rdquo; es condici&oacute;n indispensable para ser disc&iacute;pulo de un Cristo que llev&oacute; las cruces de todos, que &ldquo;siendo Dios se rebaj&oacute; y tom&oacute; la condici&oacute;n de esclavo...&rdquo;. Y termino esta reflexi&oacute;n repitiendo que en los tiempos actuales, se ha perdido en muchos de nosotros cristianos, pero especialmente sacerdotes, esa condici&oacute;n de disc&iacute;pulo y de pisar sus mismas huellas por no escucharle en la oraci&oacute;n personal; no basta la oraci&oacute;n lit&uacute;rgica, es necesaria la relaci&oacute;n personal, la oraci&oacute;n personal que entra en el coraz&oacute;n de los ritos y apostolado, y vive todo lo que el sacerdote predica, celebra y hace; sin el Esp&iacute;ritu de Cristo no se pueden hacer las acciones de Cristo, porque se hacen sin identificarnos con el ser y existir de Cristo &Uacute;nico Sacerdote, al que hemos prestado nuestra humanidad; y ese fuego y experiencia, el Esp&iacute;ritu de Cristo tiene que ser personal, se recibe singular y principalmente en la oraci&oacute;n personal y tambi&eacute;n en la lit&uacute;rgica: &ldquo;llam&oacute; a los que quiso para que estuvieran con &Eacute;l y enviarlo a predicar&rdquo;. Es m&aacute;s, aunque le vieron resucitado, Jes&uacute;s les dijo: &ldquo;Os conviene que yo me vaya, porque si yo no me voy, no vendr&aacute; a vosotros el Esp&iacute;ritu Santo... cuando venga, &Eacute;l os llevar&aacute; a la verdad completa&rdquo;. Y el Esp&iacute;ritu de Cristo, Esp&iacute;ritu Santo, Esp&iacute;ritu de Cristo Sacerdote que en la ordenaci&oacute;n sacerdotal nos uni&oacute; e identific&oacute; con Cristo Sacerdote &Uacute;nico, viene especialmente a nosotros por la oraci&oacute;n y la celebraci&oacute;n lit&uacute;rgica, liturgia en di&aacute;logo y uni&oacute;n de amor con Cristo celebrante principal al que tengo que prestar mi coraz&oacute;n, mis palabras, todo mi ser y actuar durante los actos lit&uacute;rgicos y durante toda mi vida sacerdotal y apost&oacute;lica; es m&aacute;s, si me dejo llenar de &Eacute;l, llegar&eacute; a sentirlo como los Ap&oacute;stoles en Pentecost&eacute;s. RESUMIENDO: No llegamos a la experiencia m&iacute;stica del amor en Dios, porque no hacemos en primer lugar oraci&oacute;n meditativa; y luego no continuamos y desde ella no llegamos oraci&oacute;n contemplativa, unitiva, porque esto supone conversi&oacute;n en Cristo-muerte de mi yo para la transformaci&oacute;n en Cristo; y esta transformaci&oacute;n, pregunt&aacute;dselo a san Juan de la Cruz, que es lo principal por lo que escribi&oacute; sus libros, supone y exige la muerte de nuestro yo, exige mortificaci&oacute;n y purificaci&oacute;n activa-nuestra, y luego pasiva-divina en nosotros, y esto es doloroso, terriblemente doloroso en etapas un poco elevadas; y por eso dejamos la oraci&oacute;n; esta es la raz&oacute;n &uacute;ltima por la que abandonamos la oraci&oacute;n personal: porque &eacute;sta nos va exigiendo la muerte de nuestros sentidos y pecados y proyectos y formas ego&iacute;stas de vivir, porque Dios nos quiere poseer totalmente con su amor, y estamos tan llenos de nosotros mismos, de nuestros deseos y ambiciones y amor propio que no cabe &laquo;ni Dios&raquo;, y esto ni el mismo Dios lo puede hacer con todo su poder infinito si nosotros libremente no le permitimos hacerlo; lo que ocurre es que al hacerlo Dios por su Esp&iacute;ritu Santo y no nosotros, como est&aacute;bamos acostumbrados en la primera purificaci&oacute;n y oraci&oacute;n y que era m&aacute;s nuestra que de Dios y que por eso ten&iacute;an a&uacute;n muchas imperfecciones&hellip;, resulta que el alma cree que ha perdido la fe y el amor porque no los siente como antes, no hace ella la oraci&oacute;n y la purgaci&oacute;n, porque las va haciendo Dios directamente y as&iacute; nos va pasivamente vaciando de nosotros mismos, de nuestras ideas y afectos ego&iacute;stas, al mismo tiempo que se nos da directamente por uni&oacute;n de amor que nos purifica pasivamente --Dios por su Esp&iacute;ritu actuando en nosotros-- . a la vez que nos da mayor vivencia que la que antes hac&iacute;amos nosotros, es Pentecost&eacute;s, la contemplaci&oacute;n,. Entonces y a medida que vayamos permitiendo a Dios obrar su purga y purificaci&oacute;n en nosotros, va entrando Dios en nuestra vida y amor, y lo vamos sintiendo y gozando y experimentando; porque una cosa es cortar las ramas de mi yo, del pecado original, del cari&ntilde;o que me tengo a m&iacute; mismo que siempre me estoy buscando, y otra cosa es cuando Dios toma las riendas de esta purificaci&oacute;n, porque nosotros no podemos ni sabemos hacerlo en estas alturas de la oraci&oacute;n contemplativa en que Dios quiere sumergirnos; tiene que ser su Amor, su Amor Personal de Dios Uno y Trino, Esp&iacute;ritu Santo por el amor loco y apasionado que nos tiene, el que se dispone a quitar las ra&iacute;ces del yo, de nuestros defectos, y entramos en las noches pasivas de la fe y del amor de san Juan de la Cruz, y acompa&ntilde;amos a Cristo en el Getseman&iacute; de nuestra pasi&oacute;n y muerte de las ra&iacute;ces de nuestro yo, porque uno siente como si Dios le hubiera abandonado porque no lo siente como antes, es m&aacute;s, siente que est&aacute; abandonado del mismo Dios, como Cristo en la cruz donde le &laquo;abandon&oacute; la divinidad&raquo; para que pudiera sufrir y redimirnos de nuestros pecados:&ldquo;Dios m&iacute;o, Dios m&iacute;o, por qu&eacute; me has abandonado&rdquo;. Pasadas estas limpiezas y purificaciones y muertes de las ra&iacute;ces del yo, consecuencia del pecado original, viene la experiencia m&iacute;stica, la oraci&oacute;n contemplativa, la uni&oacute;n total con Dios en cuanto es posible en esta vida, viene el &eacute;xtasis, el salir de nosotros mismos para vivir en Dios, pero con toda mi vida pose&iacute;da y llena de mis Tres: &laquo;Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal, en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya s&oacute;lo en amar es mi ejercicio. Pues ya si en el ejido de hoy m&aacute;s no fuere vista ni hallada, dir&eacute;is que me he perdido; que andando enamorada,me hice perdidiza, y fui ganada&raquo;. 2.- LA EXPERIENCIA DE DIOS, EXPERIENCIA DE LA GRACIA K. Rahner, gran te&oacute;logo del siglo XX, expresa muy bien esta necesidad: &laquo; &iquest;Hemos tenido alguna vez experiencia de la gracia? (Experiencia de gracia es experiencia de vida de Dios en nosotros, como la defin&iacute;a el catecismo Ripalda que yo aprend&iacute; en mi infancia). No nos referimos a cualquier sentimiento piadoso, a una elevaci&oacute;n religiosa de d&iacute;a de fiesta o a una dulce consolaci&oacute;n, sino a la experiencia de la gracia, experiencia de la Sant&iacute;sima Trinidad en nosotros por la vida de gracia en plenitud: &ldquo; si alguno me ama, mi Padre le amar&aacute; y vendremos a &eacute;l y haremos morada en &eacute;l&rdquo;. &iquest;Pero es que se puede tener experiencia de la gracia en esta vida? Afirmarlo &iquest;no ser&iacute;a destruir la fe, la nube claroscura que nos cubre mientras peregrinamos por la vida? Los m&iacute;sticos, sin embargo, nos dicen --y estar&iacute;an dispuestos a testificar con su vida la verdad de su afirmaci&oacute;n-- que ellos han tenido experiencia de Dios y, por tanto, de la gracia. Pero el conocimiento experimental de Dios en la m&iacute;stica es una cosa oscura y misteriosa de la que no se puede hablar cuando no se ha tenido, y de la que no se hablar&aacute; si se tiene. Nuestra pregunta, por tanto, no puede ser contestada sencillamente a priori. &iquest;Habr&aacute; tal vez grados en la experiencia de la gracia y ser&aacute;n accesibles los m&aacute;s bajos incluso para nosotros?&rdquo;[5]. Por eso, para que no haya dudas de qu&eacute; experiencia trato, he puesto el calificativo de m&iacute;stica, para que quede claro que no la podemos hacer nosotros, sino obra gratuita del Dios Amor Trinitario, y que nosotros la sufrimos &laquo;de mi alma en el m&aacute;s profundo centro&raquo;, somos te&oacute;patas. Y el camino para esta experiencia es la oraci&oacute;n, la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n que nos vac&iacute;e de nuestras imperfecciones y pecados para que Dios Trinidad nos pued llenar como Cristo nos dijo y prometi&oacute;. Y no hay otro camino. As&iacute; lo afirma San Juan de la Cruz y todos nuestros m&iacute;sticos, los de la Iglesia de todos los tiempos. Dice a este respecto el Santo Doctor: &laquo;Porque no ser&iacute;a verdadera y total transformaci&oacute;n si no se transformarse el alma en las Tres Personas de la Sant&iacute;sima Trinidad en revelado y manifiesto grado&raquo;; &laquo;Y esta tal aspiraci&oacute;n del Esp&iacute;ritu Santo en el alma, con que Dios la transforma en s&iacute; les es a ella de tan subido y delicado y profundo deleite, que no hay que decirlo por lengua mortal...; porque el alma unida y transformada en Dios aspira en Dios a Dios la misma aspiraci&oacute;n divina que Dios, estando ella en &Eacute;l transformada, aspira en s&iacute; mismo a ella... porque es estar transformada en las Tres Divinas Personas en potencia, sabidur&iacute;a y amor, y en esto es semejante el alma a Dios; y para que pudiese venir a esto la cri&oacute; a su imagen y semejanza&raquo;[6]. Dios quiere darse esencialmente como &Eacute;l es en su esencia, darse y recibirse en otros seres, que l&oacute;gicamente han de recibirlo por participaci&oacute;n de este ser esencial suyo, para que ellos tambi&eacute;n puedan entrar dentro de este c&iacute;rculo trinitario. Y por eso crea al hombre &ldquo;a su imagen y semejanza&rdquo;, palabras estas de la Sagrada Escritura, que tienen una profundidad infinitamente mayor que la que ordinariamente se le atribuyen. Dios nos ha creado por amor y para el amor, &eacute;sta es la &uacute;nica realidad que puede llenar al hombre y no puede ser sustituida por el consumismo de las cosas, y menos del amor llamado sexo, porque estamos llamados a la experiencia del Amor Divino. Los documentos &uacute;ltimos de la Iglesia nos hablan continuamente de la necesidad de esta experiencia. Quiero subrayar que trato de este tema con gusto, ilusi&oacute;n e inter&eacute;s, porque nunca he visto en los documentos oficiales de la Iglesia hablar tanto y con tanta claridad y desparpajo de la necesidad de esta experiencia de Dios para la vida cristiana y sacerdotal, para el apostolado aut&eacute;ntico y eficaz, para el gozo de ser y existir sacerdotal. &iexcl;Qu&eacute; l&aacute;stima que esta realidad tan maravillosa y necesaria no se cultive como debiera y es absolutamente necesaria en nuestros Seminarios, y siga ignorada muchas veces en nuestras programaciones y reuniones apost&oacute;licas y sacerdotales! La oraci&oacute;n contemplativa en San Juan de la Cruz no es contemplaci&oacute;n separada de la vida, ni puramente intelectual ni fabricada por manos humanas; la contemplaci&oacute;n pasiva de San Juan de la Cruz es obra de Dios en el alma y est&aacute; hecha de la misma vida de Dios metida en la misma vida y ser del orante, en la inteligencia y la voluntad, en la misma sustancia del alma, como el Santo gusta repetir, sentida y vivida y experimentada, y desde esa experiencia y vida, comprendida, gozada y sumergida en la misma esencia divina por su gracia participada en plenitud por la contemplaci&oacute;n purificadora que Dios mismo obra en el alma. Por eso, &uacute;nicamente lo que viene dado de Dios, y al modo de Dios, s&oacute;lo lo que es pura gracia, &laquo;sobrenatural&raquo;, puede definitivamente, en verdad, conectar al creyente con Dios. As&iacute;, la oraci&oacute;n, por vivencia teologal, est&aacute; abierta intr&iacute;nsecamente a la contemplaci&oacute;n, en la que el protagonismo de Dios, y seg&uacute;n Dios, se ir&aacute; imponiendo. Contemplaci&oacute;n que, por vivencia teologal, ser&aacute; expresi&oacute;n y signo calificad&iacute;simo de la relaci&oacute;n interpersonal, definici&oacute;n existencial de la comuni&oacute;n del hombre con Dios, y no tanto, y desde luego no antes, de una forma oracional concreta, porque ya la oraci&oacute;n no depende del sujeto, sino de Dios que le ilumina seg&uacute;n su proyecto de amor. Sobre esta base y estructura teologal se asienta la palabra sanjuanista sobre la oraci&oacute;n contemplaci&oacute;n. Y sobre ella est&aacute;n escritas las p&aacute;ginas que siguen, que es la &uacute;ltima parte de mi &uacute;ltima lecci&oacute;n como despedida de Profesor de Espiritualidad en el Seminario: &laquo;Voy a iniciar un poco esta lectura del C&aacute;ntico espiritual y Llama de amor viva, pero os invito a que la continuemos luego en nuestros ratos de oraci&oacute;n y lectura espiritual. Ser&iacute;a el mejor fruto de esta lecci&oacute;n que tan atentamente hab&eacute;is escuchado, sobre todo, en estos tiempos de ate&iacute;smo y secularismo, en que tanto la necesitamos, como expongo m&aacute;s ampliamente en mi libro LA EXPERIENCIA DE DIOS, meta y cumbre de la vida y apostolado cristianos (Edibesa, Madrid 2006). Karl Rahner, con voz prof&eacute;tica, nos dijo: &laquo;La nota primera y m&aacute;s importante que ha de caracterizar a la espiritualidad del futuro es la relaci&oacute;n personal e inmediata con Dios... porque vivimos en una &eacute;poca que habla del Dios lejano y silencioso, que aun en obras teol&oacute;gica escritas por cristianos se habla de la &laquo;muerte de Dios&raquo;. Solamente para aclarar el sentido de lo que se va diciendo y a&uacute;n a conciencia del descr&eacute;dito de la palabra &laquo;m&iacute;stica&raquo; - que bien entendida no implica contraposici&oacute;n alguna con la fe en el Esp&iacute;ritu Santo sino que se identifica con ella- cabr&iacute;a decir que el cristiano del futuro o ser&aacute; un m&iacute;stico es decir, una persona que ha experimentado algo o no ser&aacute; cristiano. Porque la espiritualidad del futuro no se apoyar&aacute; ya en una convicci&oacute;n un&aacute;nime, evidente y publica, ni en un ambiente religiosos generalizado, previos a la experiencia y a la decisi&oacute;n propia... Por la gracia, sin quedar enredado en la jungla de nuestra dial&eacute;ctica, se nos da a conocer como &laquo;tal&raquo; por una absoluta manifestaci&oacute;n de que quiere ser, y es, nuestro Dios. &raquo;[7] . Qu&eacute; necesidad tenemos, tiene el mundo entero, de la experiencia de Dios. Este mundo ateo, materialista y vac&iacute;o de lo trascendente. Es el mejor apostolado, la mejor gracia que podemos comunicarle. De esto hablo ampliamente en un art&iacute;culo que ha publicado la Revista Teol&oacute;gica Sacerdotal Surge, de la Universidad de Vitoria, en su &uacute;ltimo n&uacute;mero mayo-junio 2006: RETOS DEL SACERDOTE MODERNO, que a su vez es un resumen de una parte de mi libro ya publicado: SACERDOS I, Tentaciones y retos del Sacerdote actual, (Edibesa, 2&ordf; edic. Madrid 2009). Cuando uno siente que Dios existe y es Verdad, que Cristo existe y es Verdad, que su Amor-Esp&iacute;ritu Santo existe y es verdad y esto se siente y se experimenta como &Eacute;l lo siente y a veces lo vemos expresado en el evangelio de San Juan: &ldquo; Como el Padre me ama a m&iacute;, as&iacute; os he amado yo; permaneced en mi amor&rdquo;; &ldquo;Yo en ellos y t&uacute; en m&iacute;, y as&iacute; el mundo reconozca que t&uacute; me has enviado y que los amas a ellos como me amas a mi&rdquo;; fijaos bien, nos ama el Padre con el mismo amor de Esp&iacute;ritu Santo que ama al Hijo, y nos lo da por participaci&oacute;n, por gracia, por las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, porque nosotros no podemos ni sabemos fabricar estas luces de contemplaci&oacute;n de amor, de experiencias y sentimientos y amores infinitos y nos sentimos amados por el Padre en el Hijo, porque por la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n-transformaci&oacute;n nos vamos identificando con &Eacute;l hasta el punto de que el Padre no ve diferencia entre el Hijo Amado y los hijos, porque estamos llenos e identificados de la misma luz del Verbo, en el que el Padre ha puesto todas su complacencias. Cuando la simple criatura se ve y se siente amada y preferida singular y eternamente por Dios, m&aacute;s amada por &Eacute;l que por uno mismo, --me ama m&aacute;s que yo me amo y me puedo amar y me ha querido crear para amarme as&iacute; y para que lo ame as&iacute; igualmente-- y esto es verdad y lo siento y no es pura teor&iacute;a, es carne de mi carne y me amar&aacute; as&iacute; ahora y siempre, --qu&eacute; confianza, qu&eacute; seguridad, qu&eacute; gozo, Dios m&iacute;o, penetra todo mi ser y lo domina y lo eleva y lo consume...-- recibiendo en mi alma el beso de su mismo Amor eterno e infinito, que es su Esp&iacute;ritu Santo, recibido por su gracia, pronunciando mi propio nombre en su Palabra llena de Amor de su mismo Esp&iacute;ritu, Palabra pronunciada luego en carne humana&hellip;en carnes humanas&hellip; Dice San Juan de la Cruz: el Padre, desde toda la eternidad, no ha tenido tiempo m&aacute;s que para pronunciar una sola Palabra y en ella nos lo dijo todo, y la pronunci&oacute; en silencio, es decir, en oraci&oacute;n, en di&aacute;logo de amor sin ruido, contempl&aacute;ndose en su infinito Ser por s&iacute; mismo en Verdad y Vida infinita, y as&iacute; debe ser escuchada, en el silencio de la oraci&oacute;n, en la misma Palabra del Padre pronunciada llena de amor para todos nosotros. Cuando Dios personalmente pronuncia para ti esta misma Palabra llena de luz y hermosura y verdad y belleza en la oraci&oacute;n personal, de t&uacute; a t&uacute;, en un T&Uacute;, persona divina, &laquo;inmenso Padre&raquo;, trascendentemente cercano, &ldquo;divinamente&raquo; comunicativo&rdquo;, y en un yo que, porque naciendo de este T&Uacute; y avanzando en creciente dinamismo hacia &Eacute;l, se percibe, padece y goza, como una &laquo;pretensi&oacute;n&raquo; infinita incolmable de Dios, el di&aacute;logo se ha hecho Trinidad, la amistad se ha hecho beso del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, la intimidad se ha fundido en esencia divina, en el Ser Infinito del Dios Trino y Uno. &laquo;Si el hombre busca a Dios, m&aacute;s le busca su Amado a &eacute;l&raquo;, repite San Juan de la Cruz. Entre personas anda el juego: Dios y el hombre, en mutua gravitaci&oacute;n amorosa, llenan todo el escenario de la experiencia de Dios sanjuanista. Quisiera que cada uno de los creyentes, pudiera decir a Dios, al Cristo vivo y resucitado de nuestras Eucarist&iacute;as y Sagrarios, como Job: &ldquo;Hasta ahora hablaba de ti de o&iacute;das, ahora te han visto mis propios ojos&rdquo;( Job 42, 5); o con palabras del M&iacute;stico Doctor: &laquo;Qu&eacute; bien se yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche; aquesta fonte est&aacute; escondida, en este vivo pan por darnos vida, aunque es de noche&raquo;. La oraci&oacute;n contemplativa personal, comunitaria o lit&uacute;rgica, siempre nos hace entrar, como los exploradores enviados por Mois&eacute;s, en la tierra prometida para volver cargados de los frutos que Dios nos ha preparado, y el explorador contemplativo, que ha visto y sentido todo esto, pero de verdad, no s&oacute;lo por teolog&iacute;a, o de o&iacute;das o te&oacute;ricamente, sino por la experiencia del Dios vivo, vuelve siempre de esa oraci&oacute;n cargado de gozo, de dones de santidad y de deseos de volver; pero con los hermanos. He ah&iacute; la esencia del cristianismo. He aqu&iacute; la clave del apostolado sacerdotal o del sacerdote verdaderamente apost&oacute;lico, de la verdadera experiencia de Dios en la oraci&oacute;n personal o lit&uacute;rgica, el final de la oraci&oacute;n sanjuanista, hasta el punto de que todos los cristianos, al escuchar la Palabra, celebrar los misterios, vivir la vida de gracia y de las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, puedan decir del misterio de Dios como los paisanos de la samaritana: &ldquo;Ya no creemos por lo que t&uacute; nos dicho; nosotros mismos lo hemos o&iacute;do y estamos convencidos de que &eacute;ste es de verdad el salvador del mundo&rdquo; (Jn 4, 42). Cuando uno lee el C&aacute;ntico y Llama de amor viva de san Juan de la Cruz, uno se entusiasma, se enfervoriza, aunque no entiende muchas cosas de lo que pasa en esas alturas. Pero la verdad es que la lectura de esas p&aacute;ginas, encendidas de fuego y luz, gustan y enamoran, contagian fuego y entusiasmo por Dios, por Cristo, por la Sant&iacute;sima Trinidad. &iquest;Hacemos una prueba? Pues s&iacute;, vamos a mirar ahora un poco el final de este camino de purificaci&oacute;n y conversi&oacute;n para llenarnos de esperanza, de deseos de quemarnos del mismo fuego de Dios, de convertirnos en llama de amor viva y trinitaria. Oigamos al M&iacute;stico Doctor hablarnos de la uni&oacute;n y transformaci&oacute;n total, substancial en Dios: &laquo;Y no hay que tener por imposible que el alma pueda una cosa tan alta que el alma aspire en Dios como Dios aspira en ella por modo participado; porque dado que Dios le haga merced de unirla en la Sant&iacute;sima Trinidad, en que el alma se hace deiforme y Dios por participaci&oacute;n, &iquest;qu&eacute; incre&iacute;ble cosa es que obre ella tambi&eacute;n su obra de entendimiento, noticia y amor, o, por mejor decir, la tenga obrada en la Trinidad juntamente con ella como la misma Trinidad, pero por modo comunicado y participado, obr&aacute;ndolo Dios en la misma alma?&raquo; (CB 39, 3-6). Y cuando el alma llega a estas alturas y siente todo esto, con amor y experiencia viva de Dios, puede exclamar con San Juan de la Cruz: &laquo;No me quitar&aacute;s, Dios m&iacute;o, lo que una vez me diste en tu &uacute;nico Hijo Jesucristo, en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgar&eacute; de que no te tardar&aacute;s si yo te espero. &iquest;Con qu&eacute; dilaciones esperas&hellip;? M&iacute;os son los cielos y m&iacute;a la tierra; m&iacute;as son las gentes, los justos son m&iacute;os y m&iacute;os los pecadores; los &aacute;ngeles son m&iacute;os, y la Madre de Dios y todas las cosas son m&iacute;as; y el mismo Dios es m&iacute;o y para m&iacute;, porque Cristo es m&iacute;o y todo para m&iacute;. Pues &iquest;qu&eacute; pides y buscas, alma m&iacute;a? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en migajas que se caen de la mesa de tu Padre. Sal fuera y glor&iacute;ate en tu gloria, esc&oacute;ndete en ella y goza, y alcanzar&aacute;s las peticiones de tu coraz&oacute;n&raquo; (Dichos 1, 26-27). Y como la experiencia de Dios es inefable, San Juan de la Cruz la expresa en palabras po&eacute;ticas llenas de s&iacute;mbolos, que iluminan el misterio, pero no abarc&aacute;ndolo y circunscribi&eacute;ndolo, sino dej&aacute;ndose abrazar por &eacute;l. La experiencia de Dios es vivir el abrazo del Padre al Hijo y del Hijo al Padre en el mismo Amor Trinitario de Esp&iacute;ritu Santo: Qued&eacute;me y olvid&eacute;me, el rostro reclin&eacute; sobre el Amado; ces&oacute; todo y dej&eacute;me, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. 3.- MIS BODAS DE ORO SACERDOTALES &iexcl;TE DEUM LAUDAMUS, TE DOMINUM CONFITEMUR! A MI DIOS TRINO Y UNO, GRACIAS POR LA VIDA Y POR EL SACERDOCIO BODAS DE ORO SACERDOTALES (11 de junio 1960-2010) A&Ntilde;O SACERDOTAL (19 Junio 2009-11 Junio 2010) A Jesucristo Eucarist&iacute;a, Sumo y Eterno Sacerdote, Pan de vida eterna y Presencia de amistad permanentemente ofrecida a todos los hombres, con amor extremo, hasta dar la vida; a mi Seminario de la Inmaculada de Plasencia y Obispo y Superiores y Profesores que me ayudaron a ser y existir en Cristo Sacerdote, y a todos mis condisc&iacute;pulos y hermanos sacerdotes, presencias sacramentales de Cristo, con su mismo amor celibatario, amor gratuito y total a Dios y a los hombres, nuestros hermanos; y a todos mis querid&iacute;simos feligreses de San Pedro, como SACERDOTE de CRISTO, durante cuarenta y cuatro a&ntilde;os, en mis cincuenta a&ntilde;os de sacerdocio. I DEO PATRI SIT GLORIA Quiero darte gracias y alabarte, Dios m&iacute;o, Trinidad a quien adoro, porque el Padre eterno, principio y origen de la vida y de la existencia, me so&ntilde;&oacute; y me cre&oacute; y me dio la vida en el s&iacute; de mis padres, y me eligi&oacute; y prefiri&oacute; entre millones y millones de seres que no existir&aacute;n para vivir en una eternidad de felicidad en su misma esencia divina y trinitaria. Cuando los padres m&aacute;s se quieren, nace lo m&aacute;s hermoso que es la vida, por el amor de Dios creador comunicado a los padres. Gracias, Padre Dios, porque me so&ntilde;aste, y en tu proyecto de vida me creaste, y me elegiste para ser sacerdote cat&oacute;lico desde el seno de mi madre, Graciana; ella fue madre sacerdotal que recibi&oacute; y percibi&oacute; en su coraz&oacute;n este proyecto del Padre en Consejo Trinitario, esta llamada de la vocaci&oacute;n sacerdotal para su hijo en su oraci&oacute;n eucar&iacute;stica diaria; y, desde su seno maternal, cultiv&oacute; esta semilla en su coraz&oacute;n y lo trasplant&oacute; al m&iacute;o, como hacen en mi bella tierra de la Vera extreme&ntilde;a los agricultores con las simientes de tabaco y pimiento plantadas en los semilleros. Quiero cantar nuestro Dios Trino y Uno con san Pablo en su carta a los Efesios: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Se&ntilde;or Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. &Eacute;l nos eligi&oacute; en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fu&eacute;semos santos e irreprochables ante &eacute;l por el amor. &Eacute;l nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redenci&oacute;n, el perd&oacute;n de los pecados. El tesoro de su gracia, sabidur&iacute;a y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, d&aacute;ndonos a conocer el misterio de su voluntad. Este es el plan que hab&iacute;a proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. II ET FILIO QUI A MORTUIS SURREXIT Quiero darte gracias y alabarte, Hijo de Dios resucitado, Sacerdote &Uacute;nico del Alt&iacute;simo, &ldquo;sentado a la derecha del Padre...Cordero de Dios degollado... intercediendo ante el trono de Dios...&rdquo;, encarnado por &laquo;obra del Esp&iacute;ritu Santo&raquo; en el d&iacute;a de mi Ordenaci&oacute;n sacerdotal por el sacramento del Orden en esta mi pobre humanidad prestada, para prolongar tu misi&oacute;n sacerdotal y salvadora. Mi padre, Ferm&iacute;n, &laquo;el m&aacute;s listo de la escuela&raquo;, como me dec&iacute;a la gente de mi pueblo, al reconocerme como hijo suyo, devoto fervoros&iacute;simo del Coraz&oacute;n de Jes&uacute;s, -- dejaba todos los d&iacute;as de la novena el taller de carpinter&iacute;a para presentarse en la iglesia con el &laquo;mono&raquo; de trabajo, para gran disgusto de mi madre al verlo comulgar as&iacute;-- tambi&eacute;n quiso tener un hijo sacerdote y cultiv&oacute; esta llamada desde el Coraz&oacute;n de Cristo Sacerdote que es fuente y modelo sacerdotal para todos los que&ldquo;&acute;&Eacute;l llam&oacute;... llam&oacute; a los que quiso para que estuvieran con &Eacute;l y enviarlos a predicar&rdquo;. Siempre lo tuve claro, pero ahora ya, desde las bodas de oro sacerdotales, contemplando mi vida desde <el descanso del s&eacute;ptimo d&iacute;a>, mirando para atr&aacute;s, como el Dios Creador al contemplar lo que hab&iacute;a creado: &ldquo;Y vi&oacute; que todo era bueno...&rdquo;, pod&eacute;is creerme que lo he comprendido todo perfectamente en la misma contemplaci&oacute;n de lo creado de mi Dios, desde su origen hasta el d&iacute;a de hoy y &ldquo;he visto que todo est&aacute; bien&rdquo;, que este ha sido su designio sobre mi existencia y eternidad, que todo ha sido es obra suya en el Hijo, en &ldquo;la Palabra por la que todo se ha hecho...&rdquo;, y siempre por la potencia de Amor del Esp&iacute;ritu Santo. Y me gozo con Dios mi salvador, porque me escogi&oacute; y llam&oacute; para ser sacerdote desde el vientre de mi madre: &ldquo;Antes de formante en el vientre de tu madre, yo te escog&iacute;. Antes de que salieras del ceno materno, te consagr&eacute;. Como luz del mundo te constitu&iacute;. No tengas miedo, que Yo estoy contigo&rdquo; (Jr 1,5. 8). Dios Padre me ha permitido verlo todo con los ojos de Amor de su mismo Esp&iacute;ritu Santo: &ldquo;Lo que exist&iacute;a desde el principio, lo que hemos o&iacute;do, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifest&oacute;. Eso que hemos visto y o&iacute;do os lo anunciamos, para que est&eacute;is unidos con nosotros en esa uni&oacute;n que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo&rdquo; (Jn 1, 1-3). Quisiera que toda mi vida, que toda mi eternidad sacerdotal no fueran otra cosa que un continuo repetirte: &iexcl;Gracias, gracias, mi Trinidad adorada, Padre, Hijo y Esp&iacute;ritu Santo! &iexcl;Gracias por el proyecto sacerdotal m&iacute;o, engendrado desde el seno del Padre por contemplarme en su Hijo, en su Palabra: &ldquo;En el principio exist&iacute;a la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres...&rdquo; &ldquo;Todo se hizo por ella&rdquo;, por el Verbo, la Canci&oacute;n de Amor cantada por el Padre en el Hijo por la potencia de Amor del Esp&iacute;ritu Santo, revelada y hecha humanidad y carne en Jesucristo Sacerdote y V&iacute;ctima perfecta de obediencia, adoraci&oacute;n y alabanza al Padre, Sacerdote &Uacute;nico del Alt&iacute;simo, mi amor y mi vida! &iexcl;Jesucristo, Sacerdote del Alt&iacute;simo, quiero verte para tener la luz del Camino, de la Verdad y de la Vida! &iexcl;Quiero ser Eucarist&iacute;a y Sacerdote contigo, quiero comerte y comulgar con tu misma vida, tus mismos sentimientos, tu mismo amor! Y en tu entrega y vida eucar&iacute;stica quiero hacerme contigo Sacerdote y V&iacute;ctima agradable al Padre, cumpliendo su voluntad, con amor extremo, hasta dar la vida! Quiero entrar as&iacute; en el misterio de mi Dios Trino y Uno, por la potencia de Amor del Esp&iacute;ritu Santo! &iexcl;Quisiera hacer locuras por Ti; cu&aacute;nto te deseo, c&oacute;mo te busco, con qu&eacute; hambre de Ti camino por la vida! &iexcl;Quisiera tener un coraz&oacute;n capaz de poder ser agradecido contigo! Me consuela pensar que T&uacute; te entregaste a mi pobre persona, sabiendo que nunca recibir&iacute;as la acci&oacute;n de gracias completa. Por eso, para darte gracias completas, mejor callar y celebrar contigo la Eucarist&iacute;a, la Acci&oacute;n de Gracias al Padre, al Hijo y al Esp&iacute;ritu Santo por este proyecto del sacerdocio eterno y v&iacute;ctima perfecta que has injertado para siempre en esta pobre humanidad, en mi vida presente y eterna, sacerdos in aeternum: &ldquo;Os exhorto, hermanos, por l misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; &eacute;ste es vuestro culto razonable&rdquo; (Rom 12, 1-2). III AC PAR&Aacute;CLITO, IN SAECULORUN SAECULA. AMEN Quiero darte gracias y alabarte, Esp&iacute;ritu Santo, Dios Amor, Abrazo y Beso de mi Dios, Alma de mi alma, Vida de mi vida, Amor de mi alma y de mi vida; yo te adoro y te amo con todo el amor con que tu me amas, porque yo no s&eacute; amar as&iacute;, como T&uacute; amas; yo no puedo amarte si T&uacute; no me lo das primero; para eso me ungiste y me consagraste sacerdote cat&oacute;lico en tu mismo Amor; me marcaste con la se&ntilde;al de los elegidos y me constituiste sacerdote en Cristo como proyecto del Padre por obra del Amor, Esp&iacute;ritu Santo, potencia de Amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, con el que se Besan y Abrazan y permanecen Unidos en el mismo Ser y Existir eterno de Felicidad y Gozo, y me trasplantaste e injertaste en el ser y existir sacerdotal del Hijo-hijo de la Virgen bella, Cristo, &Uacute;nico Sacerdote, &ldquo;sentado a la derecha del Padre...cordero degollado ante el trono de Dios&rdquo;. Oh Esp&iacute;ritu Santo, todo te lo debo a Ti, Amor Infinito del Padre y del Hijo, que me has fundido en una sola realidad en llamas con el Amado, el Hijo Amado del Padre, Sacerdote y Pont&iacute;fice Eterno, Puente divino y humano que une a Dios con los hombres y a los hombres con Dios, por donde nos vienen todas la gracias y dones de la Salvaci&oacute;n y de la Uni&oacute;n y de la Transformaci&oacute;n en Dios Trinidad por el Hijo, hecho hijo &ldquo;nacido de una mujer&rdquo; y sacerdote por su humanidad engendrada en Mar&iacute;a, Madre sacerdotal. En el sacerdocio todo se lo debo a Dios Trinidad en el Hijo-hijo nacido y hecho sacerdote en el seno de Mar&iacute;a. En mi camino sacerdotal, desde mi Seminario, todo fue desde Mar&iacute;a, Madre Sacerdotal, cuando a&uacute;n yo no la conoc&iacute;a como tal, simplemente como amparo y refugio, desde mi infancia y juventud hasta que Ella me dijo un d&iacute;a de vacaci&oacute;n en su santuario del Puerto: &laquo;pasa a mi hijo&raquo;, y que yo no comprend&iacute; en ese momento; lo comprender&iacute;a m&aacute;s tarde, poco a poco; Ella, luego, me pas&oacute; a su Hijo, a Cristo, y siguiendo por Cristo Eucarist&iacute;a y Sacerdote, pas&eacute; al Esp&iacute;ritu Santo y mi DiosTrinidad adorada. Por eso, Esp&iacute;ritu de Amor, con todo fervor te imploro y te rezo, como todos los d&iacute;as, con esta s&uacute;plica eminentemente sacerdotal inspirada por Ti, y elaborada poco a poco, a trav&eacute;s de muchos a&ntilde;os, recibiendo siempre tus dones de inspiraci&oacute;n y sabidur&iacute;a: &ldquo;&iexcl;Oh Esp&iacute;ritu Santo, Abrazo y Beso de mi Dios, Alma de mi alma, Vida de mi vida, Amor de mi alma y de mi vida, yo te adoro&iexcl; Qu&eacute;mame, abr&aacute;same por dentro con tu fuego transformante, y convi&eacute;rteme, por una nueva encarnaci&oacute;n sacramental, en humanidad supletoria de Cristo, para que &Eacute;l renueve y prolongue en m&iacute; todo su misterio de salvaci&oacute;n; quisiera hacer presente a Cristo ante la mirada de Dios y de los hombres como Adorador del Padre, como Salvador de los hombres, como Redentor del mundo. In&uacute;ndame, ll&eacute;name, pos&eacute;eme, rev&iacute;steme de sus mismos sentimientos y actitudes sacerdotales; haz de toda mi vida una ofrenda agradable a la Sant&iacute;sima Trinidad, cumpliendo su voluntad, con amor extremo, hasta dar la vida. &iexcl;Oh Esp&iacute;ritu Santo, Alma y Vida de mi Dios! ilum&iacute;name, gu&iacute;ame, fortal&eacute;ceme, consu&eacute;lame, f&uacute;ndeme en Amor Trinitario, para que sea amor Creador de vida en el Padre, amor Salvador de vida por el Hijo, amor Santificador de vida con el Esp&iacute;ritu Santo, para alabanza de gloria de la Trinidad y bien de mis hermanos, los hombres&rdquo;. IV PER TE SCIAMUS DA PATREM, NOSCAMUS ATQUE FILIUM, TE UTRIUSQUE SPIRITUM, CREDAMUS OMNI TEMPORE Realmente mi sacerdocio, vivido y experimentado desde Cristo sacerdote amado y &ldquo;amando hasta el extremo&rdquo;, me ha hecho plenamente feliz y lo es todo para m&iacute;. T&uacute;, Hijo de Dios encarnado sacerdote en el seno de la Virgen bella, Madre Sacerdotal, eres mi todo, mi luz, mi alegr&iacute;a, mi perd&oacute;n, mi consuelo, mi amigo y confidente, mi muerte y resurrecci&oacute;n, mi meta. Jes&uacute;s, Sacerdote &Uacute;nico del Alt&iacute;simo; &ldquo;T&uacute; me sedujiste y yo me he dejado seducir&rdquo; a lo largo de estos cincuenta a&ntilde;os en que T&uacute; has vivido y ejercido tu &uacute;nico sacerdocio en mi humanidad prestada; T&uacute; eres mi pasi&oacute;n, mi vida y mi corona. Quiero decirlo as&iacute;, alto y claro, porque es verdad, la verdad que vivo y siento, y porque todo es obra de tu Esp&iacute;ritu Santol que me ungi&oacute; y consagr&oacute; en tu mismo ser y existir sacerdotal. 4.- LA EXPERIENCIA Y EL GOZO DE CREER EN CRISTO EUCARIST&Iacute;A HOMIL&Iacute;A DEL CORPUS CHRISTI &iexcl;Qu&eacute; gozo ser cat&oacute;lico, creer, tener fe y sentir a Jesucristo Eucarist&iacute;a! &iexcl;Qu&eacute; gozo haberme encontrado con &Eacute;l, saber que no estoy solo, que &Eacute;l me acompa&ntilde;a, que mi vida tiene sentido! &iexcl;Qu&eacute; gozo saber que Alguien me ama, que si existo, es que Dios me ama en el Hijo hecho por amor pan de Eucarist&iacute;a, me ama hasta el extremo; hasta el extremo del tiempo, hasta el extremo del amor y de sus fuerzas, hasta el extremo de dar la vida por m&iacute;, hasta el extremo de ser Dios y, por amor, hacerse hombre, y venir en mi b&uacute;squeda, para abrirme las puertas de la amistad y amor de mi Dios Trino y Uno! &iexcl;Qu&eacute; gozo saber que se ha quedado para siempre conmigo en cada Sagrario de la tierra, con los brazos abiertos, en amistad permanentemente ofrecida! &iexcl;C&oacute;mo no amarlo, adorarlo y comerlo! &iexcl; c&oacute;mo no besarlo y abrazarlo y llevarlo sobre los hombros por calles y plazas, gritando y cantando, proclamando que Dios existe y nos ama, que la vida tiene sentido y es un privilegio existir, porque ya no moriremos nunca; que nuestra vida es m&aacute;s que esta vida y que este tiempo y este espacio; que soy eternidad, porque el Hijo de Dios me lo ha ganado con su muerte y resurrecci&oacute;n, que hace presente en la Eucarist&iacute;a, &ldquo;de una vez para siempre&rdquo;, donde me dice: &ldquo;yo soy el pan de la vida, el que coma de este pan, vivir&aacute; eternamente&rdquo;! &iexcl;C&oacute;mo no proclamarlo y gritarlo cuando todo esto se sabe por la fe, pero, sobre todo, se puede gustar y saborear ya aqu&iacute; abajo, y empieza el cielo en la tierra, y se viven ratos de eternidad, en encuentros de amistad y oraci&oacute;n junto al Sagrario, donde el Padre permanentemente me est&aacute; diciendo su Palabra de Amor en el Hijo, encarnado, primero en carne, luego, en el pan consagrado, por la potencia de Amor, que es su Esp&iacute;ritu Santo! Jesucristo en el Sagrario est&aacute; siempre en Eucarist&iacute;a, intercesi&oacute;n y oblaci&oacute;n perenne al Padre por sus hermanos, los hombres, en &laquo;m&uacute;sica callada&raquo;; me est&aacute; cantando, &ldquo;revelando&rdquo; la canci&oacute;n de Amor &ldquo;extremo&rdquo;, del Padre al hombre por la potencia de Amor del Esp&iacute;ritu Santo, en la que me dice: no te olvido, te amo, te ofrezco mi vida y amistad permanente y quiero hacerte part&iacute;cipe de mi misma vida y sentimientos: &ldquo;yo doy la vida por vosotros... a vosotros no os llamo siervos... a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que me ha revelado el Padre, os lo he dado a conocer&rdquo;. Cristo Eucarist&iacute;a &iexcl;qu&eacute; gozo haberte conocido por la fe, sobre todo, por la fe viva y experimentada en la oraci&oacute;n personal y lit&uacute;rgica, no meramente cre&iacute;da o celebrada! &iexcl;Qu&eacute; gozo haberme encontrado contigo por la oraci&oacute;n personal y eucar&iacute;stica: &laquo;que no es otra cosa oraci&oacute;n... sino trato de amistad estando muchas veces tratando a solas con aquel que sabemos que nos ama&raquo;. Parece como si santa Teresa hubiera hecho esta definici&oacute;n mirando al Sagrario. Por eso, qu&eacute; necesidad absoluta tiene la Iglesia de todos los tiempos de tener, especialmente en los seminarios y noviciados y casas de formaci&oacute;n, monta&ntilde;eros que hayan subido hasta la cumbre del Tabor eucar&iacute;stico, y puedan ense&ntilde;ar, no s&oacute;lo te&oacute;rica, sino vivencialmente, este camino; estamos necesitados de exploradores, como los de Mois&eacute;s, que hayan llegado a la tierra prometida de la vivencia eucar&iacute;stica y puedan volver cargados de frutos, para ense&ntilde;ar la ruta, dejando otros caminos que no llegan hasta el coraz&oacute;n del pan o de los ritos sagrados, hasta las personas divinas, a pesar de muchos movimientos y din&aacute;micas. El &uacute;nico camino es la oraci&oacute;n permanente que nos lleva a la conversi&oacute;n o comuni&oacute;n permanente con la vida y sentimientos de Cristo; y para esto hay que vaciarse de nuestros pecados, porque estamos muy llenos de nosotros mismos que no cabe Cristo en nosotros, su vida y amor al Padre y sus hermanos los hombres; poe eso creemos a veces que lo tenemos todo, pero nos falta el Todo, que es Cristo. Se&ntilde;or, por qu&eacute; me amas tanto, por qu&eacute; te humillas tanto, por qu&eacute; te rebajas tanto... &iquest;qu&eacute; puede darte el hombre que T&uacute; no tengas? No lo entiendo, s&oacute;lo hay una explicaci&oacute;n: &ldquo;Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los am&oacute; hasta el extremo... Tanto am&oacute; Dios al mundo, que entreg&oacute; a su propio Hijo...&rdquo;. &iexcl;Gracias, Padre, por tu amor extremo en tu Hijo encarnado primero en carne humana y luego en pan eucar&iacute;stico y siempre por el Amor Infinito, Amor de Esp&iacute;ritu Santo! &iexcl;Jesucristo, Eucarist&iacute;a perfecta de obediencia, adoraci&oacute;n y alabanza al Padre, y de amor extremo a los hombres, tus hermanos, hasta dar la vida por ellos; nosotros creemos en Ti, nosotros confiamos en Ti, T&uacute; eres el Hijo de Dios! 5. LA EXPERIENCIA Y EL GOZO DE SER SACERDOTE En el A&ntilde;o Sacerdotal que se prolong&oacute; hasta el 11 de junio de 2010, celebr&eacute; gozosamente con mis compa&ntilde;eros de curso, ingresados en el seminario menor de Plasencia en octubre del 1948, nuestras bodas de oro sacerdotales, mis cincuenta a&ntilde;os de sacerdote de Cristo. Y precisamente las celebramos el 11 de junio, d&iacute;a en que concluy&oacute; el A&ntilde;o Sacerdotal proclamado por el Papa Benedicto XVI con motivo del 150 aniversario de la muerte (dies natalis) de San Juan Mar&iacute;a Vianney. Ese d&iacute;a, cincuenta a&ntilde;os atr&aacute;s, en la Catedral placentina, fuimos consagrados sacerdotes todos los del curso por nuestro querid&iacute;simo obispo D. Juan Pedro Zarranz y Pueyo, a quien estar&eacute; eternamente agradecido y ante cuya tumba en la Catedral de Plasencia rezo todos los a&ntilde;os que viva los 14 de noviembre, d&iacute;a de su partida a la casa del Padre, y los 28, d&iacute;a de su consagraci&oacute;n episcopal. Uno de esos d&iacute;as, en mi oraci&oacute;n, hablando con Cristo, Sacerdote &Uacute;nico del Alt&iacute;simo, le hice la siguiente pregunta: &laquo;Jesucristo, Eucarist&iacute;a perfecta y Sacerdote &Uacute;nico del Alt&iacute;simo, confidente y amigo del alma, nosotros te decimos todos los d&iacute;as lo que t&uacute; eres para nosotros; y veo que te agrada, porque nos lo demuestras con afectos y gozos que nos comunicas en ratos de oraci&oacute;n, en el trabajo apost&oacute;lico, sobre todo, en la santa misa; yo, ahora, en nombre de todos los sacerdotes, especialmente de mis condisc&iacute;pulos, que este a&ntilde;o hacemos las bodas de oro, te pregunto a Ti: &iquest;qu&eacute; soy yo, qu&eacute; somos nosotros, los sacerdotes para Ti?&raquo;. Y as&iacute; sent&iacute; su respuesta: &laquo;Vosotros, los sacerdotes, sois mi coraz&oacute;n y mi vida, mi amor y mi entrega total al Padre y a mis hermanos, los hombres; querido sacerdote, t&uacute; eres todo mi ser y existir en el tiempo, t&uacute; eres mi adoraci&oacute;n y alabanza al Padre y puente eterno en m&iacute; de salvaci&oacute;n, de la gracia y vida divina para nuestros hermanos, los hombres; t&uacute; eres mis manos y mis pies; t&uacute; eres mi vida y mi palabra, mi amor y mi ser y existir encarnado en tu humanidad prestada&raquo;. &laquo;T&uacute;, querido sacerdote--segu&iacute;a experimentando en la oraci&oacute;n&mdash; eres y vives mi sacerdocio encarnado y hecho vida en ti, en todos vosotros, en la humanidad y vida que me hab&eacute;is entregado, en las manos y el coraz&oacute;n que me prest&aacute;is desde el d&iacute;a de vuestra ordenaci&oacute;n, y por eso, sin ti, no puedo dar gloria al Padre ni salvar a los hombres en la realizaci&oacute;n hist&oacute;rica y actual de Salvaci&oacute;n; sin vosotros, sacerdotes, no s&eacute; ni quiero ni puedo vivir, porque os he amado eternamente, os he elegido y sois presencia sacramental de mi persona y vida; os lo dije en la larga oraci&oacute;n de despedida y ordenaci&oacute;n sacerdotal de la &Uacute;ltima Cena, llena de pasi&oacute;n de amor que luego se derramar&aacute; en sacrificio: &ldquo;... en aquel d&iacute;a conocer&eacute;is que yo estoy en mi Padre, y vosotros en m&iacute; y yo en vosotros.., yo soy la vid, vosotros, los sarmientos... a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he o&iacute;do a mi Padre, os lo he dado a conocer... En verdad, en verdad os digo que quien recibe al que yo enviare, a m&iacute; me recibe, y el que me recibe a m&iacute;, recibe a quien me ha enviado; &ldquo;Haced esto en memoria m&iacute;a&rdquo;. &laquo;Te he so&ntilde;ado en el seno del Padre y te bes&eacute; con un beso de Amor de Esp&iacute;ritu Santo, el Amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre; y el d&iacute;a 11 de junio del 1960, fuiste ungido y consagrado sacerdos in aeternum, porque fuiste injertado en el &Uacute;nico Sacerdote del Alt&iacute;simo por la potencia de Amor del Esp&iacute;ritu Santo. Para eso te eleg&iacute; y te llam&eacute; por tu nombre y te prefer&iacute; entre millones de hombres que existir&aacute;n; te necesito para ser feliz y hacer feliz al Padre, al Dios Trino y Uno, que te eligi&oacute; entre millones de seres; eres un privilegiado; eres un cheque de salvaci&oacute;n eterna para los hombres firmado con mi sangre en que te concedo todo lo que pides porque lo haces &laquo;in persona Christi&raquo; &ldquo;in laudem gloriae eius&rdquo; (Trinitatis). Sin tu humanidad prestada, amado sacerdote, yo no podr&iacute;a consagrar, ni perdonar ni bautizar... contigo y en ti quiero ejercer mi sacerdocio ante el Padre eternamente &ldquo;in laudem gloriae ejus&rdquo;, para alabanza de su gloria: ser&aacute;s mi sacerdote eternamente para la salvaci&oacute;n de los hombres; y lo seguir&aacute;s ejerciendo como adoraci&oacute;n y alabanza y glorificaci&oacute;n de la Trinidad eternamente en el cielo junto a m&iacute; &ldquo;Cordero degollado ante el trono de Dios...&rdquo;, eternamente intercediendo por ellos , como lo hacen ya los que os han precedido, cuyos nombres est&aacute;n para siempre inscritos con fuego del Dios Amor, Abrazo y Beso eterno de Dios Tri-Unidad, Amor de Esp&iacute;ritu Santo: &laquo;Tu es sacerdos in aeternum&raquo;. &laquo;Queridos sacerdotes, os necesito. El Sacerdote &Uacute;nico del Alt&iacute;simo os necesita&raquo;; as&iacute; lo escucho con gozo internamente y muchas veces como sacerdote celebrante en la asamblea santa del domingo reunida en la Parroquia en torno a m&iacute; y as&iacute; lo canta la asamblea: &laquo;T&uacute; necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descansen, amor que quiera seguir amando&raquo;. 6.- &iexcl;QU&Eacute; GOZO Y BELLEZA SER Y EXISTIR EN CRISTO, SACERDOTE &Uacute;NICO DEL ALT&Iacute;SIMO! Queridos amigos: &iexcl;Qu&eacute; gozo ser sacerdote de Cristo! &iexcl;Qu&eacute; gozo saber que el Padre nos so&ntilde;&oacute; y nos cre&oacute; para ser sacerdotes &ldquo;in laudem gloriae eius&rdquo;, para alabanza de su gloria, en el Hijo amado y encarnado, Sacerdote &Uacute;nico del Alt&iacute;simo, para una eternidad de felicidad pontifical con &Eacute;l, como puentes entre el cielo y la tierra, para llevar los dones y la gracia de Dios a los hombres y llevar el amor y agradecimiento de los hombres hasta Dios, en el mismo ser y existir sacerdotal del Hijo ya triunfante y glorioso, &ldquo;Cordero degollado ante el trono de Dios&rdquo;! &iexcl;Qu&eacute; gozo ser prolongaci&oacute;n en el tiempo y en la eternidad, ante el trono del Padre, aclamado por los ancianos y los santos, del Hijo que, viendo al Padre entristecido por el pecado de Ad&aacute;n que nos imped&iacute;a ser hijos y herederos de su misma felicidad, le dijo: &ldquo;Padre, no quieres ofrendas y sacrificios, aqu&iacute; estoy yo para hacer tu voluntad&rdquo;; y vino en nuestra b&uacute;squeda para abrirnos a todos los hombres las puertas de la eternidad y felicidad con Dios, y fue consagrado y ungido Sacerdote del Alt&iacute;simo &ldquo;por obra del Esp&iacute;ritu Santo&rdquo; en el seno de Mar&iacute;a, Madre sacerdotal de Cristo, y nos escogi&oacute; a nosotros para vivir y existir y actuar siempre en &Eacute;l y como &Eacute;l, para hacernos en &Eacute;l y con &Eacute;l canales de gracia y salvaci&oacute;n para los hombres y de amistad y amor divino por ese mismo Beso y Abrazo de Esp&iacute;ritu Santo en la Trinidad Divina! &iexcl;Que gozo m&aacute;s grande haber sido elegido, preferido entre millones de hombres para ser y existir en &Eacute;l, porque &Eacute;l pronunci&oacute; mi nombre con amor divino de Esp&iacute;ritu Santo y en el d&iacute;a de mi ordenaci&oacute;n sacerdotal me bes&oacute;, me ungi&oacute;, me consagr&oacute; con su mismo Esp&iacute;ritu, Esp&iacute;ritu de Amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, y me uni&oacute; y me identific&oacute; con su ser y existir sacerdotal por la potencia de Amor de su mismo Esp&iacute;ritu, y se encarn&oacute; en m&iacute; y yo le prest&eacute; mi humanidad para que siguiera amando, perdonando, consagrando, ya que &Eacute;l resucitado y celeste, est&aacute; fuera ya del tiempo y del espacio y necesita la humanidad supletoria de otros hombres para seguir salvando a nuestros hermanos, los hombres! El sacerdote es otro Cristo. &iexcl;Qu&eacute; gozo ser otro Cristo, presencia sacramental de Cristo, prolongaci&oacute;n de su ser y existir sacerdotal, poseer su &laquo;exousia&raquo;, poder actuar &laquo;in persona Christi&raquo;, ser prolongaci&oacute;n sacramental de su Salvaci&oacute;n! Soy otro Cristo, s&iacute;, es verdad, humanidad prestada, coraz&oacute;n y vida prestada para siempre, pies y manos prestadas eternamente, tambi&eacute;n en el cielo, y lo quiero ser y me esforzar&eacute; de tal forma ya en la tierra, que el Padre no encuentre diferencias entre el Hijo y los hijos, entre el Hijo Sacerdote y los hijos sacerdotes. Quiero ser, como &Eacute;l, un cheque de salvaci&oacute;n eterna para mis hermanos los hombres firmado por el Padre en el mismo y &Uacute;nico Sacerdote, nacido de mi hermosa nazarena, Virgen bella, madre sacerdotal, Mar&iacute;a, Cristo Jes&uacute;s, que rompi&oacute; el cheque de la deuda que ten&iacute;amos contra&iacute;da desde nuestros primeros padres. En el sacramento del Orden, por la unci&oacute;n de Amor del Esp&iacute;ritu Santo, Dios Amor, Abrazo y Beso del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, nos une a Jesucristo, &Uacute;nico Sacerdote del Alt&iacute;simo, identific&aacute;ndonos en su mismo ser y existir sacerdotal, hasta tal punto que el Padre acepta nuestro sacrificio eucar&iacute;stico, como realmente es, esto es, ofrecido por su Sacerdote &Uacute;nico identificado con los hijos sacerdotes y elegidos sacerdotes por el mismo Padre, que se siente complacido totalmente por este sacrificio porque no ve diferencias entre Cristo y los otros &laquo;cristos&raquo; que le han prestado su humanidad para que sea &Eacute;l quien pueda seguir salvando, ya que es el &uacute;nico sacerdote, el &uacute;nico pont&iacute;fice, con el cual nos identificamos, el &uacute;nico puente entre lo humano y lo divino, por donde nos vienen todos los bienes de la Salvaci&oacute;n a los hombres, y por donde suben todas nuestras s&uacute;plicas y alabanzas al Padre. &iexcl;Mar&iacute;a, Hermosa Nazarena, Virgen Bella, Madre Sacerdotal, Madre del alma! &iexcl;Cu&aacute;nto te quiero, cu&aacute;nto nos quieres! 7.- EL GOZO DE TENER JUNTO A M&Iacute;, COMO JUAN, A MAR&Iacute;A, VIRGEN BELLA, MADRE SACERDOTAL Escrib&iacute; hace tiempo: Estamos en el A&Ntilde;O SACERDOTAL, estamos a punto de comenzar el mes de Mar&iacute;a, mayo, y en este mes de junio har&eacute; mis BODAS DE ORO SACERDOTALES; pues bien, esta ma&ntilde;ana, en mi oraci&oacute;n personal me he atrevido a dirigir esta pregunta a MAR&Iacute;A, MUJER, VIRGEN Y MADRE SACERDOTAL: MAR&Iacute;A &iquest;QU&Eacute; SOMOS NOSOTROS, LOS SACERDOTES, PARA TI? Es que lo ordinario, en mi ratos de conversaci&oacute;n con Ella, es que le pida cosas o le d&eacute; gracias por las recibidas o le diga cosas bellas, porque es linda y hermosa y se lo expresemos llenos de amor con palabras propias o con oraciones ya hechas; esta ma&ntilde;ana no le he dicho lo que nosotros, los sacerdotes, pensamos de ella, sino que he sido un poco curioso y atrevido, y quiero saber lo que Ella piensa de nosotros. Me atrev&iacute; a preguntarle, teniendo presente A&Ntilde;O SACERDOTAL, BODAS DE ORO SACERDOTALES, &iquest;qu&eacute; somos nosotros, sacerdotes, para Ti, Mar&iacute;a, hermosa nazarena, Virgen bella, Madre sacerdotal, Madre del alma? Y Ella nos dice a todos: -- por encargo del Hijo desde la cruz: &ldquo;he ah&iacute; a tu madre, he ah&iacute; a tu hijo&rdquo;, vosotros sois testamento de entrega y de amor y de sangre de mi Hijo; --vosotros, sacerdotes, en Juan y por voluntad expresada de mi Hijo, sois mis hijos predilectos de amor y sangre y l&aacute;grimas y entrega de vida de madre por todos en el Hijo; --yo soy vuestra madre y vosotros sois mis hijos predilectos, t&uacute; eres mi hijo predilecto &laquo;no sin designio divino&raquo; (Vaticano II) por voluntad del Padre en el Hijo; -- t&uacute; eres mi hijo sacerdote, tu eres mi hijo del alma, porque te identificas con mi Hijo en su ser y existir sacerdotal; no veo diferencia sacerdotal entre ti y &Eacute;l, sois id&eacute;nticos sacerdotalmente, &Eacute;l eres t&uacute;, t&uacute; eres &Eacute;l, por eso te amo igual que a &Eacute;l, porque &Eacute;l es el Hijo de Dios encarnado y t&uacute; eres el hijo en el Hijo hasta tal punto identificado sacerdotalmente ante el Padre y ante m&iacute;, su madre, que no veo diferencia, sois id&eacute;nticos sacerdotalmente, porque le amo a &Eacute;l en ti y a ti en &Eacute;l; -- t&uacute; eres mi Hijo Jes&uacute;s sacerdote, te quiero, te quiero, b&eacute;same, ven a mis brazos y estr&eacute;chame, abr&aacute;zame y siente mi amor maternal de Virgen, Mujer y Madre Sacerdotal, con toda confianza, con la misma confianza y ternura del Hijo, porque eres hijo en el Hijo por proyecto del Padre y por voluntad y deseo testamentario y lleno de amor extremo del Hijo en la cruz; -- t&uacute; eres el encargo m&aacute;s gozoso y profundo y eterno que he recibido del Hijo, eres su testamento, su &uacute;ltima voluntad, que cumplo con todo amor hasta dar la vida por ti si fuera necesario, si t&uacute; lo necesitas, como lo hice entonces, porque mor&iacute; no muriendo, no pudiendo morir por ayudar a los sacerdotes reci&eacute;n ordenados, muriendo y vi&eacute;ndolo y sufri&eacute;ndolo todo en el Hijo Sacerdote y V&iacute;ctima por toda la Iglesia, especialmente por los nuevos sacerdotes de todos los tiempos. -- Sacerdotes de mi hijo Jes&uacute;s, soy eternamente madre vuestra sacerdotal por voluntad de mi Hijo; y os quiero y me preocupo eternamente como madre sacerdotal de cada uno, y os espero a todos en el cielo, porque el &ldquo;hijo de la perdici&oacute;n&rdquo; no existe m&aacute;s entre los llamados, ya que fue &uacute;nico para siempre. Esto es lo que me dijo la Virgen. Te lo comunico para que participes de este gozo sacerdotal. &iexcl;Gracias, Mar&iacute;a, Madre Sacerdotal y Sacerdote de Cristo! &iexcl;SALVE, MAR&Iacute;A, HERMOSA NAZARENA, VIRGEN BELLA, MADRE SACERDOTAL! MADRE DEL ALMA! &iexcl;CU&Aacute;NTO TE QUEREMOS! &iexcl;CU&Aacute;NTO NOS QUIERES! &iexcl;GRACIAS POR HABERNOS DADO A TU HIJO, SACERDOTE &Uacute;NICO DEL ALT&Iacute;SIMO! &iexcl;GRACIAS POR HABERNOS AYUDADO A SER Y EXISTIR SACERDOTALMENTE EN &Eacute;L! &iexcl;Y GRACIAS TAMBI&Eacute;N, POR QUERER SER NUESTRA MADRE SACERDOTAL! &iexcl;NUESTRA MADRE Y MODELO! &iexcl;GRACIAS! 8. LA GRACIA Y LA EXPERIENCIA DE DIOS TRINO Y UNO. Y el problema o camino de la experiencia de Dios o santidad o del cielo en la tierra ser&aacute; siempre camino de oraci&oacute;n; sin oraci&oacute;n, no hay experiencia de Dios, no hay oraci&oacute;n m&iacute;stica; y el &uacute;nico camino o escala para llegar a la experiencia de Dios, a la oraci&oacute;n m&iacute;stica, a sentirnos habitados por Dios Trinidad ser&aacute; siempre el camino de la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n- purificaci&oacute;n- iluminaci&oacute;n y transformaci&oacute;n, vac&iacute;o de uno mismo para que Dios me pueda llenar hasta poder sentir y decir, ,: &ldquo; ya no soy yo, es Cristo quien vive en m&iacute;&hellip;&rdquo; con san Pablo; o con santa Teresa: &ldquo;vivo sin vivir en m&iacute;&rdquo;; o con san Juan de la Cruz y todos los m&iacute;sticos: &ldquo;Qued&eacute;me y olvid&eacute;me, el rostro reclin&eacute; sobre el Amado; ces&oacute; todo y d&eacute;jeme mi cuidado, entre las azucenas olvidado&rdquo;. Pod&eacute;is pregunt&aacute;rselo a todos los santos; ellos recorrieron este camino; unos m&aacute;s y otros, menos; por eso, no todos tuvieron la misma profundidad y gozo de esta experiencias; pero eso, s&iacute;, la tuvieron tanto contemplativos como activos, incluso la madre Teresa, que solo la citan para hablar de los pobres, pero ella se atreve a recomendar la oraci&oacute;n, incluso a los mismos obispos. Para esto escribi&oacute; san Juan de la Cruz todas sus obras: los tres libros de la Subida del Monte Carmelo y los dos de la Noche, para que no se despistasen las almas que Dios quer&iacute;a llevar hasta esta uni&oacute;n de amor, pero no encontraban directores por falta de experiencia del camino; y el C&aacute;ntico y Llama de amor viva, para entusiasmarlas con las alturas y belleza de esta uni&oacute;n, experiencia o contemplaci&oacute;n de Dios. Es ella, la experiencia de Dios, la que indica la verdad de nuestra oraci&oacute;n, de nuestra fe, de nuestra vida en Cristo y de la calidad de nuestro apostolado; todo depende de nuestro encuentro de amor con Dios; y para que &eacute;ste exista, me tengo que vaciar de m&iacute; mismo por estos encuentros de amor por la oraci&oacute;n, para que me llene Dios, es decir, me tengo que convertir totalmente a Dios: &ldquo;Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en m&iacute;&rdquo;. Entendida as&iacute; la oraci&oacute;n, orar, amar y convertirse se conjugan igual. Si me canso de orar, me canso de amar y convertirme. Si quiero amar, tengo que orar y convertirme cada vez m&aacute;s a Dios. Y la relaci&oacute;n es evidente: si uno no hace oraci&oacute;n, porque le aburre y le cansa, no s&eacute; c&oacute;mo podr&aacute; amar y entusiasmar a la gente con &Eacute;l, c&oacute;mo va a hablar y entusiasmar con la oraci&oacute;n a su gente; y si no hay oraci&oacute;n, no hay santidad aut&eacute;ntica y profunda en la parroquia, en las congregaciones, en las organizaciones eclesiales. Y esto es lo que yo veo mucho en la Iglesia actual, tanto arriba como abajo. S&iacute;, si predicamos a Cristo, hablamos de &Eacute;l, nos movemos y hacemos liturgias, pero no como testigos o con experiencia de lo que hablamos, de la Persona o Palabra que predicamos o celebramos o comulgamos, y eso se nota; podemos ser buenos profesionales, sabios te&oacute;logos o liturgos, pero sin la necesaria experiencia de Dios, de lo que predicamos, celebramos o hacemos. Pienso que hab&iacute;a que salir del Seminario iniciados en esta experiencia de lo que aprendemos en teolog&iacute;a o practicamos en liturgia. Luego ser&aacute; muy dif&iacute;cil. Para esto necesitamos unos superiores y sacerdotes y directores espirituales que hayan subido por la monta&ntilde;a de la oraci&oacute;n hasta el Tabor, porque nadie da lo que no tiene; no podemos hacer vivir lo que nosotros no vivimos; podemos dar las ideas, pero no la vivencia de ellas, si no la tenemos por la oraci&oacute;n; y para esto necesitamos Obispos que se enteren de qu&eacute; va esto, y elijan a las personas aptas para esta misi&oacute;n; porque si ellos mismos no tienen esta experiencia, los eligen seg&uacute;n otras categor&iacute;as; y as&iacute; ser&aacute; el apostolado y la Iglesia que hagamos, la Di&oacute;cesis, las parroquias. El Seminario es la presencia de Cristo que m&aacute;s hay que cuidar en la tierra, porque de all&iacute; han de salir los que convertir&aacute;n y transformar&aacute;n a los hombres en cristianos, seguidores de Cristo: &ldquo;Jes&uacute;s llam&oacute; a los que quiso, para que estuvieran con &Eacute;l y enviarlos a predicar&rdquo;. De nuestros Seminarios salen los futuros Papa, Cardenales, Obispos y pastores de la Iglesia y cada uno construye la Iglesia seg&uacute;n la vivencia que tiene de Cristo, no seg&uacute;n la teolog&iacute;a que aprendi&oacute; sino con la teolog&iacute;a que vive y practica en su coraz&oacute;n; la que no se vive, termina olvid&aacute;ndose; nos pasa a todos. Y estas son las ideas o vivencias o realidades que quisiera transmitir en este libro; por eso son muchos los t&iacute;tulos que me gustar&iacute;a haber puesto; te lo explico un poco con este art&iacute;culo que le&iacute; hace a&ntilde;os: &laquo;El P. Lesser es un sacerdote diocesano ingl&eacute;s, bien conocido entre los lectores cat&oacute;licos de la India. Nacido en la India de padres ingleses, hizo su carrera eclesi&aacute;stica en Inglaterra. Ordenado sacerdote opt&oacute; por una di&oacute;cesis de la India, y desde hace varios a&ntilde;os trabaja como misionero en el estado de Rajasthan. Hace pocos a&ntilde;os dict&oacute; una serie de conferencias en la BBC de Londres, sobre famosos l&iacute;deres religiosos de la India. El P. Lesser ofrece en un art&iacute;culo reciente, los resultados de una encuesta de los obispos de la India, cuyo fin era investigar y descubrir la raz&oacute;n por la que un buen n&uacute;mero de cat&oacute;licos han abandonado la Iglesia Cat&oacute;lica para unirse a grupos Pentecostales. La raz&oacute;n m&aacute;s convincente parece ser la falta de experiencia de Dios en la Iglesia Cat&oacute;lica. El P. Lesser se pregunta: &iquest;C&oacute;mo pueden tener nuestros cat&oacute;licos una profunda experiencia de Dios si no la reciben de sus sacerdotes? Y con l&oacute;gica contundente sigue interrog&aacute;ndose: &iquest;C&oacute;mo pueden los sacerdotes ofrecer a sus fieles una experiencia de Dios, si ellos mismos no la poseen? &iquest;Y c&oacute;mo pueden poseerla sin una intensa uni&oacute;n con Dios en la oraci&oacute;n? El P. Lesser da una respuesta clara y perentoria. Los sacerdotes de hoy no han sido formados en el Seminario en una atm&oacute;sfera de oraci&oacute;n. No han aprendido a orar, no han entendido la necesidad de la oraci&oacute;n. Para probar su tesis el P. Lesser cita un art&iacute;culo que ley&oacute; en una revista inglesa, referente a los franciscanos de Gran Breta&ntilde;a. Los franciscanos ingleses iban perdiendo por defecci&oacute;n un buen n&uacute;mero de sus sacerdotes. Contrataron a un psic&oacute;logo profesional para investigar las causas. No encontraron respuestas satisfactorias en la psicolog&iacute;a. Fuera del contexto de la investigaci&oacute;n, un seminarista hizo una observaci&oacute;n casual a prop&oacute;sito de que en los siete a&ntilde;os de su formaci&oacute;n en el Seminario no hab&iacute;a o&iacute;do ni una sola pl&aacute;tica o conferencia sobre la oraci&oacute;n. Casi todos los presentes confirmaron que lo mismo les hab&iacute;a ocurrido a ellos. El autor del art&iacute;culo visit&oacute; conventos y consult&oacute; a muchos sacerdotes, y lleg&oacute; a la conclusi&oacute;n de que la experiencia del joven franciscano era una experiencia muy extendida entre los sacerdotes de diversas tradiciones. El P. Lesser examina de nuevo la cuesti&oacute;n: &iquest;No nos est&aacute; ocurriendo algo semejante en la India? Los formadores en Seminarios menores, reciben con frecuencia de sus obispos esta admonici&oacute;n: Dad a vuestros estudiantes una buena formaci&oacute;n espiritual, pues si no la reciben en el Seminario menor, no la van a recibir en el Seminario mayor. A continuaci&oacute;n relata la revelaci&oacute;n que le hizo un profesor de uno de los m&aacute;s prestigiosos Seminarios de la India. Se lamentaba el sabio y devoto sacerdote de que durante el reciente campeonato mundial de cricket (en la India el cricket despierta un entusiasmo rayando la locura) los seminaristas estaban pegados a la televisi&oacute;n con notable detrimento de los estudios. Esto sin contar el da&ntilde;o para la vida y actividad espiritual. A los seminaristas se les deja que campen por sus respetos en su formaci&oacute;n espiritual, cuando no reciben ninguna clase de incentivos o est&iacute;mulos de los formadores, y por otra parte est&aacute;n expuestos a muchas tentaciones e invitaciones al mal desde el mundo fuera del Seminario. El P. Lesser entra en un detallado programa de s&oacute;lida formaci&oacute;n espiritual en nuestros Seminarios, y hace responsables a los profesores y formadores de hacer un estricto seguimiento o acompa&ntilde;amiento espiritual a sus j&oacute;venes. El P. Lesser concluye el art&iacute;culo: Todo seminarista, al entrar en el Seminario, desea ser un buen sacerdote. &iquest;Pero puede uno ser un buen sacerdote si no es un hombre que hace oraci&oacute;n, si no es santo, si no es un hombre de Dios? Hay muchos sacerdotes, dice el autor del art&iacute;culo, que son eruditos, muchos est&aacute;n sumergidos en trabajo social o en otras actividades apost&oacute;licas, pero son pocos los sacerdotes que pueden comunicar una experiencia de Dios porque ellos no son hombres de oraci&oacute;n, hombres de Dios. &iexcl;El Padre Lesser ha dado en el clavo!&raquo; (Gujerat, octubre 1996, n&ordm; 578, p&aacute;g 3-4). 9. A LA EXPERIENCIA DE DIOS SE LLEGA SIEMPRE POR LA VIDA DE GRACIA Y ORACI&Oacute;N-CONVERSI&Oacute;N. Jes&uacute;s es Palabra Eterna del Padre, Di&aacute;logo Eterno de Amor Personal de Esp&iacute;ritu Santo del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, en que se dicen y aman y se hacen Padre e Hijo; &ldquo;Y la Palabra se hizo carne&rdquo; en Mar&iacute;a por obra de ese mismo Amor de Esp&iacute;ritu Santo, y mientras &ldquo;Mar&iacute;a meditaba todas estas cosas en su coraz&oacute;n&rdquo;, la Palabra &ldquo;fue revelada&rdquo;, &ldquo;se hizo&rdquo; Canci&oacute;n de Amor en la que el Padre nos dice y canta a todos los hombres todo su proyecto de Amor; pronunciada &laquo;en silencio de amor&raquo;, debe ser escuchada &laquo;en silencio de amor&raquo;, en &laquo;m&uacute;sica callada&raquo; de amor, en oraci&oacute;n contemplativa (S. Juan de la Cruz). Perdonadme que repita que el problema de la Iglesia es y ser&aacute; siempre problema de la experiencia de Dios, de la experiencia m&iacute;stica, de experiencia de lo que cree y predica y celebra, esto es, de uni&oacute;n con Dios, de santidad, de identidad con el ser y existir sacerdotal de Cristo que hemos recibido en el Sacramento del Orden o en el santo Bautismo, de experiencia de lo que predicamos, celebramos y administramos. Dios es Dios, y tenemos que dejarle que Dios sea Dios, y nosotros, simples criaturas y que sea Dios de nuestras vidas y de nosotros, criaturas, siempre criaturas y para eso, todo hay que ponerlo de rodillas ante &Eacute;l, nosotros y nuestras vidas y deseos, ambiciones, porque esta la &uacute;nica forma de que nos pueda amar como Dios infinito con su mismo Amor de Esp&iacute;ritu Santo, Amor personal en el que nos so&ntilde;&oacute; y nos cre&oacute; hijos en el Hijo, en su Palabra-Canci&oacute;n de Amor, para una eternidad de felicidad en y con su mismo Amor Trinitario, Amor Personal del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, Esp&iacute;ritu Santo: &ldquo;En el principio exist&iacute;a la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron... La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo... Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre...Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo &uacute;nico, lleno de gracia y de verdad&rdquo;. El Padre nos envi&oacute; al Hijo eterno para salvarnos y hacernos hijos suyos eternamente, y para eso el Hijo se hizo hombre, como Sacerdote &Uacute;nico y Salvador, al que tenemos nosotros, los sacerdotes, que prestarle nuestra humanidad, identific&aacute;ndonos totalmente con su mismo ser y existir sacerdotal, para que &Eacute;l pueda seguir haciendo lo que hizo por sus sacerdotes, encarnaciones de su ser y existir, esto es, predicando, perdonando, bautizando y salvando a todos los hombres, por nuestra vida, sentimientos y humanidad prestada. Jesucristo Sacerdote &Uacute;nico del Alt&iacute;simo es la &Uacute;nica Palabra y Proyecto de Amor que el Padre ha pronunciado, es la Canci&oacute;n de Amor extremo del Padre y del Hijo a los hombres: &ldquo;tanto am&oacute; Dios al mundo que entreg&oacute; a su propio Hijo para que no perezca ninguno de los que creen en &Eacute;l, sino que tengan vida eterna&rdquo;, vida eterna que empieza aqu&iacute; abajo por el bautismo, por la que nos llamamos y hacemos hijos en el Hijo, y nos &ldquo;revela&rdquo; toda su esencia de Amor y Felicidad infinita. Y esta Palabra, dice san Juan de la Cruz, la pronunci&oacute; el Padre en el &laquo;silencio&raquo; de Amor Personal de Esp&iacute;ritu Santo, y en silencio de amor y en &laquo;m&uacute;sica callada&raquo; de oraci&oacute;n personal &ndash;oraci&oacute;n contemplativa- debe ser escuchada para sentirla y experimentarla. No puedo estar veinte, treinta, cuarenta, cincuenta a&ntilde;os orando, predicando, diciendo que Cristo est&aacute; vivo, o celebrando a Cristo Resucitado y su misterio de amor en la Eucarist&iacute;a, y sin embargo para m&iacute; sigue muerto y se reduce a pura idea o teolog&iacute;a estudiada, pero no vivida, y a no tener experiencia de Cristo, de su evangelio, de su amor loco y apasionado, de un Cristo vivo, vivo y resucitado en la Eucarist&iacute;a que celebro y comulgo y adoro, y no saber --&ldquo;sapere, saborear&rdquo;-- personalmente su amor y relaci&oacute;n de amistad en tantos a&ntilde;os. Si es as&iacute;, algo falla en mi vida sacerdotal; si es as&iacute;, ciertamente me salvar&eacute;, con la fe cre&iacute;da y profesada, pero algo falla, si despu&eacute;s de tanto a&ntilde;os, no puedo decir personalmente lo que Cristo es para m&iacute;, qu&eacute; me dice o revela, c&oacute;mo es Cristo para m&iacute;, y c&oacute;mo es su Amor y Gozo, despu&eacute;s de cientos y miles de comuniones, de miles de d&iacute;as de tratar con &Eacute;l, por lo menos, externa y oficialmente, porque mis misas son siempre v&aacute;lidas, aunque no sean plenamente vividas y santificadoras para m&iacute;; algo falta en mi vida, porque &Eacute;l vino para ser nuestro amigo y confidente, para eso est&aacute; y permanece en el Sagrario con los brazos abiertos en amistad permanente, algo falla en m&iacute; si no llego a tener experiencia de &Eacute;l, de su presencia, de su abrazo, de su emoci&oacute;n, no o&iacute;r que te dice: &ldquo;te amo, te perdono, est&aacute;s salvado&rdquo;, despu&eacute;s de tantos a&ntilde;os de trato y relaci&oacute;n personal con &Eacute;l en misas y comuniones&hellip; que m&aacute;s bien son comer a Cristo en el pan consagrado sin comulgar con su persona y sentimientos; o verme as&iacute; en un apuro, si alguien me pregunta: Y t&uacute;, sacerdote, despu&eacute;s de treinta o cuarenta a&ntilde;os de estar junto a &Eacute;l y predicarle y celebrar la Eucarist&iacute;a, no puedes decirme c&oacute;mo es, c&oacute;mo te ama, qu&eacute; te dice, qu&eacute; sientes, qu&eacute; te dice en la misa, al comulgarlo, al tocarlo, al estar ratos hablando con &Eacute;l... algo falla, si no puedo expresar algo de todo esto. Y donde pongo que el problema de la Iglesia es y ser&aacute; siempre problema de experiencia de Dios, se puede poner igualmente... es problema de oraci&oacute;n, de conversi&oacute;n, de santidad, de uni&oacute;n con Dios, de vida espiritual, de vida seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu, de vida evang&eacute;lica, de vivir en perfecci&oacute;n las virtudes sobrenaturales de la fe, esperanza y caridad...en los misterios que celebra. Preg&uacute;ntenselo a san Pablo, a san Juan, a san Pedro... y a todos los verdaderos ap&oacute;stoles de Cristo que han existido y existir&aacute;n. No basta el &laquo;todo vale&raquo; y el puro profesionalismo, porque lo ha dicho muy claro el Se&ntilde;or: &ldquo;vosotros sois los sarmientos... sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&rdquo;. Cristo repiti&oacute; varias veces a los Ap&oacute;stoles que necesitaban recibir al Esp&iacute;ritu Santo, su Esp&iacute;ritu de Sabiduria y Amor para llegar a la &ldquo;Verdad completa&rdquo;, esto es, a la &ldquo;Verdad&rdquo; que es &Eacute;l, pero &ldquo;completa&rdquo;, vivida y llena de Amor, de fuego de Esp&iacute;ritu Santo. Jesucristo es la Palabra llena de Amor del Padre en la que con Amor de Esp&iacute;ritu Santo nos dice todo su Proyecto, su Idea &Uacute;nica y Total de Amor y Salvaci&oacute;n para nosotros, pero &ldquo;completa&rdquo;, esto es, &ldquo;Verdad-Amor&rdquo;, con fuego y vivencia de Amor de Esp&iacute;ritu Santo, no pura Verdad de idea seca teol&oacute;gica, sin Fuego de Esp&iacute;ritu Divino, que, al sentirla en el coraz&oacute;n, los Ap&oacute;stoles no pudieron contener esa verdad-amor vivencial y les hizo abrir las puertas y quitar lo cerrojos de sus miedos y vidas y predicaci&oacute;n y testimonios martiriales. El Esp&iacute;ritu Santo les llev&oacute; a la &ldquo;Verdad completa&rdquo;, porque es la misma Verdad, el mismo Cristo Resucitado, pero no hecho solo evangelio o palabras, sino completo, hecho fuego, evangelio experimentado y palabra quemante, que no pueden contener y tienen que comunicarla en &laquo;llama de amor viva&raquo;. Y &iquest;c&oacute;mo lo recibieron?: &ldquo;Estaban todos en el cen&aacute;culo reunidos en oraci&oacute;n con Mar&iacute;a, la madre de Jes&uacute;s&rdquo;; Jes&uacute;s quiso que viniera en ese momento, cuando estaban &ldquo;en oraci&oacute;n&rdquo;, para indicarnos que as&iacute; hay que prepararse para recibirlo, y &ldquo;con Mar&iacute;a&rdquo;, porque la primera vez que vino sobre ella, tambi&eacute;n estaba orando la Virgen cuando le habl&oacute; el arc&aacute;ngel S. Gabriel como nos dicen los Evangelio. Ahora Cristo resucitado viene sobre toda la Iglesia, y no viene hecho tiempo y espacio, como vino al seno de Mar&iacute;a, hecho carne, sino hecho fuego y llama de Amor Viva, Amor de su Esp&iacute;ritu Santo, Amor invisible para los ojos carnales y solo viviente y experimentado entonces y siempre sobre las almas en oraci&oacute;n contemplativa, unitiva, transformante por el fuego de Pentecost&eacute;s. Hasta que no vino sobre los Ap&oacute;stoles esta vivencia hecha llama de Amor viva, aunque lo hab&iacute;an visto resucitado y hab&iacute;an celebrado la Eucarist&iacute;a con &Eacute;l, no abrieron los cerrojos y las puertas. Lo mismo que pasar&aacute; siempre y en todos los tiempos en la Iglesia, especialmente a sacerdotes, obispos, sucesores de los Ap&oacute;stoles cuando tengan que anunciarlo en &ldquo;verdad completa&rdquo;, no meramente en verdad teol&oacute;gica y doctrinal. Y para eso, el vivirlo es esencial: verdad llena de fuego y amor quemante. 10.- SIN ORACI&Oacute;N-CONVERSI&Oacute;N, NO HAY SANTIDAD AUT&Eacute;NTICA NI EXPERIENCIA DE DIOS TRINIDAD &ldquo;Sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&rdquo;. Y nuevamente aqu&iacute; habr&iacute;a que a&ntilde;adir algunos t&iacute;tulos o palabras, porque yo no me refiero a la oraci&oacute;n primera, &laquo;de principiantes&raquo;, sino de &laquo;aprovechados&raquo;, a la oraci&oacute;n afectiva o contemplativa, es decir, a la oraci&oacute;n unitiva que aspira a la identificaci&oacute;n total con Cristo: &ldquo;yo soy la vid, vosotros los sarmientos&rdquo;, identidad con su ser y existir sacerdotal, identidad del santo Bautismo, cuya vivencia a muchas almas, por ejemplo, a la Beata Isabel de la Trinidad la llev&oacute; a las cumbres de la m&iacute;stica trinitaria por la participaci&oacute;n de la vida de gracia, de la misma vida trinitaria comunicada por el Esp&iacute;ritu Santo ya en el santo bautismo y alimentada en la vida cristiana con los sacramentos y la oraci&oacute;n. El sacramento del Orden lleva al sacerdote a prestar a Cristo su humanidad para que &Eacute;l siga predicando, salvando, bautizando, consagrando...; para vivir esto hay que llegar a una oraci&oacute;n un poco elevada, que ha mortificado ya parte de los sentidos y que no es pura reflexi&oacute;n, sino amor y experiencia de Dios que por el amor contemplativo que aspira a la uni&oacute;n de vida y sentimientos con Cristo y por eso mismo rechaza todo pecado, que no quiere convivir con el pecado aunque sea venial y que lo rechaza y se esfuerza por descubrirlo oculto en el examen diario de ma&ntilde;ana y noche, y pide perd&oacute;n en la confesi&oacute;n frecuente y en la oraci&oacute;n diaria ante el Sagrario; y uno tiene o ha llegado a la oraci&oacute;n afectiva cuando uno empieza a sentir gozo y presencia de Dios en la oraci&oacute;n, no le cansa, no le aburre, no le cuesta tanto trabajo, como al principio, siente el gozo de la presencia y ayuda del Se&ntilde;or porque al vaciarse de s&iacute; mismo, Dios le va llenando, aunque luego vendr&aacute;n m&aacute;s noches de fe y purificaciones para llenarse m&aacute;s de Cristo y de su amor y gracia y vida. Si vas a san Juan de la Cruz o a santa Teresa o a nuestros muchos santos antiguos y modernos lo encontrar&aacute;s muy bien explicado. Mejor que en otros libros actuales sobre oraci&oacute;n que todo lo hacen consistir en imaginaciones o posturas y respiraciones especiales. Pero no veo que hablen mucho de conversi&oacute;n. Yo no niego nada. Pero leyendo a los que tuvieron experiencia de Dios, las noches purgativas son absolutamente necesarias. Es m&aacute;s, san Juan de la Cruz empieza a hablarnos de oraci&oacute;n, de meditaci&oacute;n o de la oraci&oacute;n discursiva, y &eacute;l no dice nada o casi nada de c&oacute;mo es o hay que hacerla y s&oacute;lo se preocupa y habla de negaciones de sentidos, inteligencia, memoria, voluntad, de purificaciones y noches de la oraci&oacute;n contemplativa o unitiva o transformativa o pasiva. Resumen: cada uno de nosotros ama a Cristo y trabaja y predica y hace apostolado seg&uacute;n el concepto que tiene de Iglesia, de evangelio y de Cristo; y cada uno conoce o tiene el concepto de Cristo, Iglesia y Evangelio seg&uacute;n la vivencia que tiene de Cristo; y cada uno tiene la vivencia de Cristo y de su palabra o evangelio que recibe en su oraci&oacute;n personal; y seg&uacute;n esta experiencia de Cristo, tiene el sentido de Iglesia y trabaja y hace apostolado y predica con m&aacute;s o menos fuego y uni&oacute;n de amor, no seg&uacute;n lo que estudi&oacute; en teolog&iacute;a, porque estas verdades teol&oacute;gicas, si no se viven, terminan olvid&aacute;ndose, porque se quedaron s&oacute;lo en el entendimiento y no llegaron al coraz&oacute;n, a la vivencia y as&iacute; no pueden quemar y contagiar. La teolog&iacute;a, como el evangelio, s&oacute;lo se comprenden cuando se viven; mejor, no se comprenden completamente, hasta que no se viven; desgraciadamente, si esto no fuera verdad, todos los te&oacute;logos ser&iacute;an o debieran ser santos y m&iacute;sticos; y la &uacute;nica forma que conozco de vivir y experimentar y sentir y gozar y decir Dios existe y es verdad y me ama y me llena y me siento verdaderamente amado por &Eacute;l, es la oraci&oacute;n personal, pero un poco elevada, no basta la mera meditaci&oacute;n porque para sentir a Dios me tengo que ir vaciando poco a poco de m&iacute; mismo, de mis faltas y pecados y en la medida en que me vaya vaciando Dios por el Esp&iacute;ritu Santo me ir&aacute; llenando y lo ir&eacute; sintiendo. Es lo que veo tanto en maestros como disc&iacute;pulos de la oraci&oacute;n personal. Ni siquiera la oraci&oacute;n lit&uacute;rgica es experiencia por s&iacute; sola, aunque es el fundamento, porque si no hay relaci&oacute;n y encuentro personal, &laquo;aunque diga misa&raquo;, todo se queda en el altar o en el evangeliario, porque no entro dentro del coraz&oacute;n del misterio celebrado y de los ritos por medio de mi encuentro o di&aacute;logo personal con Cristo, que celebra el misterio por mi medio. 11.- LA ORACI&Oacute;N-CONVERSI&Oacute;N, CAMINO PARA AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS Toda oraci&oacute;n verdadera lleva a la conversi&oacute;n. La oraci&oacute;n aut&eacute;ntica lleva poco a poco al orante a convertirse a Dios, a lo que le dice e inspira en la oraci&oacute;n, prefiri&eacute;ndole a todas las cosas, para abrazarse y unirse m&aacute;s a &Eacute;l en una uni&oacute;n de vida y amor eterno, cada vez m&aacute;s perfecta, am&aacute;ndole sobre todas las cosas y prefiri&eacute;ndole a todas las cosas. Ah&iacute; es donde Cristo prueba la sinceridad de nuestra oraci&oacute;n y nuestro amor, am&aacute;ndole sobre nosotros mismos, sobre nuestras comodidades y perezas, sobre nuestros &eacute;xitos y puestos, y esforz&aacute;ndonos por conocerlo m&aacute;s y amarlo y vivir su misma vida y sentimientos, pisando sus mismas huellas de obediencia al Padre y a veces de dolor y humildad, cumpliendo en todo la voluntad del Padre. Y es que nosotros no podemos llegar a fabricar este amor a Dios sobre todas las cosas, este no buscarnos a nosotros mismos, es decir, amar a Dios como &Eacute;l se ama, con su mismo Amor de Esp&iacute;ritu Santo; nuestro amor es ego&iacute;sta, desde el pecado original, nos buscamos a nosotros mismos antes que a Dios, nos amamos a nosotros mismos sobre todas las cosas, porque desde el seno de nuestra madre, por el pecado original, nos buscamos y nos queremos m&aacute;s que a Dios; este amor total y gratuito sin buscarme a m&iacute; mismo incluso en la cosas de Dios, es divino, es el Amor del Esp&iacute;ritu Santo, s&oacute;lo Dios puede fabricarlo en la oraci&oacute;n con el barro de mis facultades limitadas, porque es el amor infinito con que Dios se ama y nos ama; Dios nos ama gratuitamente &iquest;qu&eacute; podemos darle nosotros a Dios que no tenga? nos ama para hacernos felices con su misma felicidad y esa es infinita y yo no puedo ni se amar infinitamente porque no soy Dios y Dios quiere que ame as&iacute; y me ha destinado a amar y ser feliz eternamente amando as&iacute; y eso empieza aqu&iacute; abajo por la oraci&oacute;n contemplativa que me va identificando poco a poco con su mismo Amor de Esp&iacute;ritu Santo al Hijo-hijo. Muchas veces le digo: Se&ntilde;or, dame tu amor para que yo pueda amar as&iacute; --(de ah&iacute; viene el &eacute;xtasis de los m&iacute;sticos, porque al sentir ese amor salen de s&iacute; mismo, de sus capacidades, para ser y sentir y amar solo en Dios y como Dios)--, comun&iacute;came por contemplaci&oacute;n, por amor contemplativo, ese Amor de Esp&iacute;ritu Santo con que T&uacute; Te amas y nos amas, porque yo no s&eacute; fabricar ese amor, no puedo hacerlo, soy finito y humano, aunque te ame con todo mi coraz&oacute;n, yo no s&eacute; amar as&iacute; sin buscarme a m&iacute; mismo, me busco m&aacute;s que a todos y en todo, comun&iacute;came ese amar gratuitamente,&ndash;agap&eacute;-, por hacer feliz al hermano, no &ndash;amor &ldquo;eros&rdquo;-er&oacute;tico--, que se busca siempre a s&iacute; mismo. Yo no s&eacute; amar as&iacute;. Por eso, Se&ntilde;or, env&iacute;ame tu Amor, tu Esp&iacute;ritu Santo para que yo ame como T&uacute; nos amas. Para este amar sobre el propio ego, sobre todas las cosas, necesito la conversi&oacute;n, pero no para un rato, o para un d&iacute;a, o para cincuenta a&ntilde;os, sino toda la vida empezando ya la eternidad de felicidad y amor. Y para esto tenemos que llegar a una oraci&oacute;n m&aacute;s elevada, que nos convierte o transforma totalmente en &ldquo;divinos&rdquo; por la gracia--participaci&oacute;n de la vida de Dios-- en cuanto es posible y que Dios ha proyectado sobre cada uno; hay que llegar por la oraci&oacute;n pasiva al amor pasivo producido por Dios-gracia- en m&iacute; por la oraci&oacute;n contemplativa, que yo no s&eacute; hacer ni fabricar, sino que lo hace y fabrica Dios en m&iacute; por participaci&oacute;n de su misma vida y esto solo es posible por el amor divino, por la oraci&oacute;n contemplativa, unitiva y transformativa y no por la oraci&oacute;n-meditaci&oacute;n-reflexi&oacute;n... que yo hac&iacute;a y puedo hacer. Yo s&oacute;lo tengo que aceptarla y sufrirla, porque como es oraci&oacute;n unitiva y transformativa, esa llama de Amor de Esp&iacute;ritu Santo tiene que quemar primero en m&iacute; todos mis defectos de memoria, entendimiento y voluntad ego&iacute;stas hasta sus ra&iacute;ces; yo tengo que ser sufriente, pat&oacute;geno de esta acci&oacute;n purificatoria de las ra&iacute;ces de mi yo y mis sentidos y defectos por el amor transformativo de mi Dios, para luego, una vez quemadas y a ese ritmo, ir sintiendo ese Amor, ese mismo Amor de Dios que me ama purific&aacute;ndome primero y luego abraz&aacute;ndome-santific&aacute;ndome- uni&eacute;ndome-bes&aacute;ndome y transform&aacute;ndome en Vida y Amor Trinitario participado. Y claro, para esto, hay que convertirse mucho, totalmente, porque si estoy lleno de m&iacute; mismo, no cabe Dios en m&iacute;, lo echo fuera, no lo dejo entrar y llenarme de todo y totalmente. Yo siento y experimento a Dios en la medida en que me voy vaciando de mi mismo y &Eacute;l me va llenando de su vida divina participada en la medida en que yo me voy vaciando de la m&iacute;a. Y para eso, como he dicho y dir&eacute; siempre, primero tengo yo que echar fuera mi propios amores y afectos que est&eacute;n sobre o contra Dios, el buscarme a m&iacute; mismo en mis sentidos, placeres, soberbia, orgullo, envidia, cr&iacute;ticas, &iacute;dolos de dinero, puestos, honores... y luego, cuando yo ya haya hecho todo lo que deb&iacute;a y pod&iacute;a con la ayuda ordinaria de Dios, viene Dios directamente en mi ayuda por su Esp&iacute;ritu Santo, Llama de Amor Viva, por el camino de la oraci&oacute;n pasiva y contemplativa y remata la obra, hecha por m&iacute; en la meditaci&oacute;n, matando las ra&iacute;ces de mi pecado, de mi yo, que yo no s&eacute; hacer ni puedo pero que est&aacute; presente en la mayor&iacute;a de los hombres, aunque estemos bautizados y seamos sacerdotes, obispos o cardenales... Qu&eacute; bien lo describe san Juan de la Cruz en sus libros al explicar sus poes&iacute;as de Llama de amor viva y la Noche: &laquo;&iexcl;Oh llama de amor viva que tiernamente hieres de mi alma en el m&aacute;s profundo centro! Pues ya no eres esquiva acaba ya si quieres, &iexcl;Rompe la tela de este dulce encuentro! &iexcl;Oh cauterio suave! &iexcl;Oh regalada llaga! &iexcl;Oh mano blanda! &iexcl;Oh toque delicado que a vida eterna sabe y toda deuda paga! Matando, muerte en vida has trocado.&raquo; &laquo;&iexcl;Oh noche que guiaste! &iexcl;Oh noche amable m&aacute;s que la alborada! &iexcl;Oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada! Qued&eacute;me y olvid&eacute;me, el rostro reclin&eacute; sobre el Amado, ces&oacute; todo y dej&eacute;me, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado&raquo;. Pero &iexcl;anda! que no hay que sufrir durante a&ntilde;os y a&ntilde;os hasta llegar a las ra&iacute;ces del yo, hasta vencer las tensiones permanentes del pecado original que dura toda la vida, aunque esta mortificaci&oacute;n primera de purificaciones se siente m&aacute;s en los comienzos y sobre todo en las noches pasivas, aunque aqu&iacute; uno ya sabe el camino y quiere continuarlo, preferir a Dios a todo lo creado. La conversi&oacute;n es permanente, pero avanzando en ella se hace m&aacute;s suave, una vez que el yo ha sido crucificado con pruebas internas, externas, calumnias, celotipias, segundos puestos... pero ante las pruebas ordinariamente muchos se echan para atr&aacute;s y no hay conversi&oacute;n ni oraci&oacute;n total, qued&aacute;ndose en zonas m&aacute;s bajas del culto al yo y por lo tanto de su vida cristiana, aunque toda la vida recen los salmos, o mediten el evangelio y hablen o escriban de oraci&oacute;n... se nota a la legua qui&eacute;n tiene experiencia de oraci&oacute;n, de santidad, de Dios. A m&iacute; me parece que a la Iglesia, y no s&oacute;lo en su parte baja, sino arriba, en la alta, le falta parte de esta purgaci&oacute;n y mortificaci&oacute;n permanente y, por eso mismo, falta experiencia de Dios; no encuentro muchos sacerdotes y obispos en esta din&aacute;mica de oraci&oacute;n-conversi&oacute;n, de mortificaci&oacute;n permanente del yo. Y lo peor de todo esto es que somos nosotros los maestros de la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n, los que hemos de llevar a otros por este camino, por voluntad de Dios y vocaci&oacute;n sacerdotal. Ya he dicho muchas veces que la Iglesia necesita de exploradores, como los de Mois&eacute;s, que hayan llegado a la tierra prometida de la experiencia de Dios, y vuelvan cargados de frutos para alegrarnos y ense&ntilde;arnos el camino. Es que si no se ha recorrido, no se sabe; si no hemos subido con Pedro, Santiago y Juan a la cumbre del Tabor, no podemos contemplar a Cristo transfigurado y decir: qu&eacute; bien se est&aacute; aqu&iacute;. Lo peor es cuando esto ocurre en los seminarios o en los noviciados o casas de Formaci&oacute;n, donde han de ser iniciados y ense&ntilde;ados los seminaristas o novicios en este camino, y los directores no lo han recorrido, mal lo podr&aacute;n ense&ntilde;ar y as&iacute; estamos. &iexcl;C&oacute;mo se nota! Es que es una excepci&oacute;n hoy d&iacute;a encontrar formadores entendidos en este camino de la santidad, de la oraci&oacute;n, de la experiencia de Dios, de la conversi&oacute;n total a Cristo por la oraci&oacute;n. Y no lo digo por decirlo; lo digo con mucha pena y a&ntilde;os de ver y hablar y hasta de examinar... En este sentido podr&iacute;a citar infinidad de textos de san Juan de la Cruz, de santa Teresa, santa Catalina de Siena Juan de &Aacute;vila, Ignacio de Loyola, Teresa del Ni&ntilde;o Jes&uacute;s, Sor Isabel de la Trinidad, Carlos de Foucauld, donde hablan de la necesidad de la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n permanente para tener esta experiencia. Y no s&oacute;lo entre los santos canonizados; tengo el consuelo, Dios sea bendito, bendecido, porque me ha dado el consuelo de encontrar entre mis feligreses y feligresas, verdaderos m&iacute;sticos, verdaderas m&iacute;sticas. Algunos de ellos me han ense&ntilde;ado bellezas de este camino. Podr&iacute;a citarlos. Pero me voy a conformar con citar a la Madre Teresa de Calcuta, conocida y admirada por todos, que se singulariz&oacute; por su amor a los pobres m&aacute;s pobres, y cuyo centenario de nacimiento estamos celebrando desde el 26 de agosto del 2010. Hoy que se habla tanto del compromiso solidario y del voluntariado con los m&aacute;s pobres, la Madre Teresa de Calcuta, que ha tocado la pobreza como pocos, que ha curado muchas heridas, que ha recogido a los ni&ntilde;os y moribundos de las calles , nos habla as&iacute; de la oraci&oacute;n para poder realizar estos compromisos, incluso a los Obispos: &laquo;No es posible comprometerse en el apostolado directo sin ser un alma de oraci&oacute;n... Tenemos que ser conscientes de que somos uno con Cristo, como &eacute;l era consciente de que era uno con el Padre. Nuestra actividad es verdaderamente apost&oacute;lica s&oacute;lo en la medida en que le permitimos que act&uacute;e en nosotros a trav&eacute;s de nosotros con su poder, con su deseo con su amor&raquo; &laquo;Cuando los disc&iacute;pulos pidieron a Jes&uacute;s que les ense&ntilde;ara a orar, les respondi&oacute;: Cuando or&eacute;is, decid: Padre nuestro...No les ense&ntilde;&oacute; ning&uacute;n m&eacute;todo ni t&eacute;cnica particular. S&oacute;lo les dijo que tenemos que orar a Dios como nuestro Padre, como un Padre amoroso. He dicho a los obispos que los disc&iacute;pulos vieron c&oacute;mo el Maestro oraba con frecuencia, incluso durante noches enteras. Las gentes deber&iacute;an veros orar y reconoceros como personas de oraci&oacute;n. Entonces, cuando les habl&eacute;is sobre la oraci&oacute;n os escuchar&aacute;n.... La necesidad que tenemos de oraci&oacute;n es tan grande porque sin ella no somos capaces de ver a Cristo bajo el semblante sufriente de los m&aacute;s pobres de los pobres... Hablad a Dios; dejad que Dios os hable; dejad que Jes&uacute;s ore en vosotros. Orar significa hablar con Dios. &Eacute;l es mi Padre. Jes&uacute;s lo es todo para m&iacute;&raquo;. (JEAN MAALOUF, Escritos Esenciales, Madre Teresa de Calcuta. Sal Terrae 2002, p&aacute;g. 78-9) 12. POR ESO, AMOR A DIOS, ORACI&Oacute;N Y CONVERSI&Oacute;N SE CONJUGAN IGUAL Y EL ORDEN NO ALTERA EL PRODUCTO Lo repetir&eacute; muchas veces en mi vida, en mis libros y conversaciones. Para m&iacute;, el &uacute;nico camino para mantenerse en forma sacerdotalmente, para vivir y hacer vivir la fe y el amor a Dios, para llegar al gozo de la fe, del apostolado y de la vida sacerdotal o cristiana, es la aut&eacute;ntica y verdadera oraci&oacute;n que es siempre encuentro de vida y amor con Cristo; si no hay conversi&oacute;n a &Eacute;l de toda mi vida, si me canso, si dejo la conversi&oacute;n, es que he dejado la oraci&oacute;n, aunque aparentemente tenga el tiempo se&ntilde;alado o el libro sobre mis manos; y esto que digo vale para todo creyente, todo cristiano, todo bautizado, y si menciono especialmente a los sacerdotes es por mi condici&oacute;n sacerdotal, porque lo he vivido como sacerdote, y porque quiero corregirme y aconsejar con amor para que otros puedan corregirse con la ayuda de la gracia. Y esa ayuda, lo repetir&eacute; mil veces, viene fundamentalmente por la relaci&oacute;n personal con Cristo, por la oraci&oacute;n personal que me lleva a la conversi&oacute;n personal de todo mi ser y existir en Cristo, que me lleva a vivir lo que soy, mi identidad con el &Uacute;nico y Eterno Sacerdote. Esto me ha obligado y ayudado a descubrir c&oacute;mo ha sido mi evoluci&oacute;n en la oraci&oacute;n, c&oacute;mo hago mi oraci&oacute;n, aunque alguno pueda pensar que es autocomplacencia. Lo hago &uacute;nica y exclusivamente, exponiendo tambi&eacute;n mis errores y pecados, para poder aconsejar y ayudar en este camino que considero esencial en la vida cristiana y sacerdotal. Y lo primero y principal que quiero decir en este aspecto es aconsejar la conveniencia de tener una escalera con escalones hechos y seguros para subir a la uni&oacute;n de amor con Dios, que eso es oraci&oacute;n; quiero aconsejar, desde el primer momento, la conveniencia, para m&iacute; necesidad, de tener una ruta marcada para todos los d&iacute;as cuando voy a la oraci&oacute;n, para no despistarme o depender de que tenga m&aacute;s o menos ideas, gusto, ganas; un camino fijo y fijado de ayudas para el camino, ayudas de invocaciones y oraciones como de lecturas de evangelio, libros, himnos... etc, y terminar siempre con la revisi&oacute;n-conversi&oacute;n de vida en tres o cuatro puntos principales, para recorrerlo todos los d&iacute;as hacia el encuentro de amor con Dios, que ha de durar toda la vida. Si deseo y pretendo amar a Dios sobre todas las cosas, tengo que luchar todos los d&iacute;as para preferir la voluntad y el amor de Dios sobre esas cosas, especialmente las apetencias y deseos de mi yo que se busca siempre a s&iacute; mismo incluso en las cosas de Dios; y esta tensi&oacute;n permanente hacia Dios sobre mi amor propio me lleva a la conversi&oacute;n permanente de mi yo; y todo esto lo voy viendo y meditando y descubriendo todos los d&iacute;as en la oraci&oacute;n, &laquo;que no es otra cosa oraci&oacute;n sino trato de amistad, estando muchas tratando a solas con aquel que sabemos que nos ama&raquo;, y que por lo tanto es para todos los d&iacute;as, es permanente, porque la oraci&oacute;n permanente es la que tiene que alimentar el amor permanente a Dios sobre todas las cosas, lo cual me exige la conversi&oacute;n permanente a Dios sobre todas las cosas, incluso sobre el cansancio o la falta de tiempo o de ganas de hacer la oraci&oacute;n: debo dejar a Dios ser Dios y yo ser siempre criatura suya, que le busco todos los d&iacute;as por la oraci&oacute;n para conocerle y amarle m&aacute;s, para ver lo que me dice y pide y ponerme a escucharle y seguirle en lo que me pida. Por eso, y siempre en l&iacute;nea de consejo, invito a que se empiece la oraci&oacute;n personal con alguna invocaci&oacute;n al Esp&iacute;ritu Santo, a Cristo, a la Virgen; lo correcto ser&iacute;a la Invocaci&oacute;n al Esp&iacute;ritu Santo, aunque no se entienda bien esto para un principiante porque &ldquo;ni siquiera hemos o&iacute;do hablar del Esp&iacute;ritu Santo&rdquo;, pero necesitamos de su gracia y de sus dones, sobre todo, de sus dones de inteligencia y sabidur&iacute;a, de gustar y saborear las verdades que meditamos, para que nos vaya llevando a la &ldquo;verdad completa&rdquo; de Dios, del evangelio, de la fe, del cristianismo. &Eacute;l es el verdadero director espiritual de la Iglesia por deseos de Cristo Resucitado y Ascendido al Cielo para enviarnosle como lo hab&iacute;a prometido a los disc&iacute;pulos y vino el d&iacute;a de Pentecost&eacute;s. Entre esas oraciones iniciales y preparatorias hay que escoger algunas que nos gusten y nos pongan en relaci&oacute;n con Jesucristo Eucarist&iacute;a y la Virgen Madre, que es el mejor camino de encuentro con Cristo &ldquo;porque meditaba todas estas cosas en su coraz&oacute;n&rdquo;, ayudas imprescindibles para hacer oraci&oacute;n &laquo;que no es otra cosa sino trato de amistad, estando muchas veces a solas con aquel que sabemos que nos ama&raquo;. Como he dicho, estas oraciones nos sirven a modo de mojones fijos de nuestra oraci&oacute;n personal, por los cuales hay que pasar todos los d&iacute;as, par&aacute;ndonos, medit&aacute;ndolas, dialogando con el Se&ntilde;or, con la Virgen, porque no se trata de rezarlas simplemente o decirlas seguidas y se acab&oacute;, sino a&ntilde;adiendo nuestras propias reflexiones, oraciones, peticiones y vivencias hasta llegar poco a poco, si queremos, a hacerlas originales. La ventaja de estas oraciones o mojones o escaleras fijas para subir hasta Dios todos los d&iacute;as es que, cuando uno se pierda o se despiste o se salga de ruta por distracciones, incluso distracciones santas que surgen en el di&aacute;logo con Dios, el orante pueda volver a coger el camino de su oraci&oacute;n, del encuentro personal con Cristo y la Virgen por la oraci&oacute;n fija que reza todos los d&iacute;as. Por mi experiencia en este camino, ya que he iniciado a muchas personas en la oraci&oacute;n, como luego te dir&eacute;, es necesario no dejarlo cada d&iacute;a a lo que salga, a la improvisaci&oacute;n, a lo que Dios te inspire o a ti se te ocurra o descubras cada d&iacute;a, porque muchas veces no se te ocurrir&aacute; nada, o no te sentir&aacute;s inspirado, o tendr&aacute;s otras preocupaciones o te despistar&aacute;s, perder&aacute;s la pista, y esto te dar&aacute; la sensaci&oacute;n de estar perdiendo el tiempo, esto despista, aburre, y hace que no sea atractiva la oraci&oacute;n. Por otra parte, no tengo que dejar la oraci&oacute;n para cuando tenga inspiraci&oacute;n, o me guste o tenga algo que decir o pedir, porque muchos d&iacute;as no tendr&eacute; nada que decir o no se me ocurrir&aacute; nada que meditar o no sabr&eacute; c&oacute;mo hacerla o qu&eacute; decir a Dios. Y menos he de dejar la oraci&oacute;n de todos los d&iacute;as para cuando tenga tiempo, porque entonces no lo tendr&eacute; y terminar&eacute; abandon&aacute;ndola. La oraci&oacute;n hay que concebirla como un trabajo, una obligaci&oacute;n, y por lo tanto costoso, que tengo para con Dios y para conmigo mismo y mis hermanos, los hombres, si quiero santificarme y santificar a los dem&aacute;s; pero no dif&iacute;cil, porque no sepa lo que tengo que hacer. La oraci&oacute;n es un trabajo, como el estudiar si quiero aprobar el curso; el m&aacute;s importante que tengo que hacer para progresar en mi vida espiritual, me guste o no me guste; y si mi trabajo va a ser verdaderamente sacerdotal, es absolutamente necesario en mi vida de sacerdote, seminarista o simple cristiano para poder hablar a los hombres de Dios con verdadera experiencia de lo que predico y celebro, para que Dios pueda comunicarme sus pensamientos y deseos de salvaci&oacute;n sobre los hombres, su proyecto y sentimientos y gracias y dones y ganas de trabajar y el modo de hacerlo perfecto: &ldquo;Jes&uacute;s llam&oacute; a los que quiso para que estuvieran con &Eacute;l y enviarlos a predicar&rdquo;. El estar con &Eacute;l es condici&oacute;n indispensable para poder identificarse con su ser y existir sacerdotal, con su vida y sentimientos. Repito: es muy conveniente tener un esquema fijo, una espina dorsal que luego tendr&aacute;s que ir rellenando de meditaci&oacute;n, reflexiones o sentimientos o peticiones o manifestaci&oacute;n de penas o alegr&iacute;as o de lo que sea, pero que sepas c&oacute;mo hay que empezar y continuar, cuando lo que estabas meditando se acabe o se vaya o te olvides o vengan otros pensamientos que te despisten, que incluso pueden ser peticiones o deseos o pensamientos sanos y santificadores; pero se acabaron y ahora qu&eacute;; con estos mojones sabr&aacute;s siempre volver a donde estabas y coger nuevamente el camino. Uno de mis libros: MI CAMINO DE ORACI&Oacute;N, lo dedico exclusivamente a este tema, a describir mi camino de oraci&oacute;n diaria. Ahora brevemente tratar&eacute; de describirlo, aunque no es f&aacute;cil. Yo comienzo mi oraci&oacute;n personal todos los d&iacute;as con una oraci&oacute;n que he compuesto a trav&eacute;s de los a&ntilde;os a la Stma. Trinidad y a&ntilde;ado luego otra que me gust&oacute; mucho en mi juventud de seminarista: La oraci&oacute;n a la Stma. Trinidad de Sor Isabel (no estaba canonizada) de la Stma. Trinidad. Y lo hago as&iacute;: primero recito despacio la oraci&oacute;n entera y luego vuelvo a recitarla despacio por p&aacute;rrafos, por partes, paro, repito, meditando, hablando, a&ntilde;adiendo ideas y sentimientos y as&iacute; hasta terminar. Una vez que he terminado de hacerlo por mi cuenta y modo, repito toda la oraci&oacute;n entera despacio sin pararme. As&iacute; que cada oraci&oacute;n tiene tres momentos: meditada entera, meditada por partes, y termino recit&aacute;ndola entera. Una vez que he terminado esta oraci&oacute;n primera, hago igual con las siguientes, y siempre, igual, la rezo entera, la repito por partes a&ntilde;adiendo y pensando y pidiendo lo que Dios me inspira&hellip; la termino y luego la repito entera. Todas son oraciones compuestas por m&iacute; a trav&eacute;s del tiempo excepto la oraci&oacute;n a la Sant&iacute;sima Trinidad de Sor (santa) Isabel de la Trinidad. El orden de mi oraci&oacute;n diaria es este: ORACI&Oacute;N A LA SANT&Iacute;SIMA TRINIDAD ORACI&Oacute;N A STMA. TRINIDAD de Sor Isabel Trinidad ORACI&Oacute;N AL PADRE DIOS ORACI&Oacute;N AL ESP&Iacute;RITU SANTO ORACI&Oacute;N A JESUCRISTO EUCARIST&Iacute;A ORACI&Oacute;N A LA STMA. VIRGEN MAR&Iacute;A EXAMEN PERSONAL DE MIS FALTAS GLORIA A LA SANT&Iacute;SIMA TRINIDAD REZO DE LAUDES 13.- LA EXPERIENCIA DE DIOS, META DE LA VIDA DE GRACIA DEL SANTO BAUTISMO Y DEL SACERDOCIO. Querido lector, conocer y amar a Dios es la vocaci&oacute;n del hombre. La experiencia de Dios, la visi&oacute;n intuitiva es el fin de todo lo creado: &laquo;La gloria de Dios es que el hombre viva&hellip; y la vida del hombre es la visi&oacute;n intuitiva&raquo;, nos dice San Ireneo ( Adv. Haer. 4, 20,7). Dios, &ldquo;al s&eacute;ptimo d&iacute;a, descans&oacute;&rdquo;, dej&oacute; de crear y se recre&oacute; contemplando lo creado seg&uacute;n su proyecto de amor. Y esto es el hombre, el f&iacute;n de la creaci&oacute;n: &ldquo;Dios es amor&hellip; en esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que &eacute;l nos am&oacute;&rdquo; (primero). Si existo es que Dios me ama y me ha llamado a compartir su experiencia de gozo esencial trinitario. No tengo que pregunt&aacute;rselo a nadie: existo, luego soy amado y he sido creado para amar en Dios. Me parece que en estos tiempos se insiste poco en la raz&oacute;n esencial y gratuita de nuestra existencia para la amistad eterna y gozosa con la Sant&iacute;sima Trinidad en el cielo de su misma vida, seg&uacute;n el proyecto que el Padre so&ntilde;&oacute; para todos los hombres, que es el fundamento y principio de la venida del Hijo de Dios en nuestra busca para reintegrarnos en ese primer proyecto, que es o debe ser, a su vez, principio y fin de la misi&oacute;n de la Iglesia y, por tanto, fundamento, meta y cumbre de la vida y el apostolado cristianos: la Experiencia del Dios vivo y verdadero, Uno y Trino: &laquo;La vida cristiana se entiende a s&iacute; misma como forma de experiencia de Dios. Lo esencial de la vida cristiana es el encuentro, la experiencia y el testimonio del Dios vivo. Tiene estructura y significaci&oacute;n trinitaria, es confesi&oacute;n de la Trinidad, bautismo en la din&aacute;mica del Padre por el Hijo en el Esp&iacute;ritu. En el conjunto de las formas de vida humana, la vida cristiana se justifica por su capacidad de vivir y testimoniar la experiencia del Dios de Jesucristo, celebrada, vivida y trasmitida en la comunidad eclesial. El &laquo;quaerere Deum&raquo; y la filocal&iacute;a est&aacute;n en la base de su inspiraci&oacute;n y su sentido, de sus dinamismos y su misi&oacute;n. Los cristianos son hombres y mujeres llamados a ser con su forma de vida, con su palabra y su acci&oacute;n, testigos del Dios vivo&raquo; (BONIFACIO FERN&Aacute;NDEZ, Jesucristo, seguimiento y contemplaci&oacute;n, Madrid 2006, p&aacute;g. 60). He dicho y escrito muchas veces, que siempre, pero sobre todo en estos tiempos actuales de ate&iacute;smo y secularismo, de cierto desencanto de la fe, de los creyentes te&oacute;ricos, la mayor necesidad y a la vez la mayor y m&aacute;s grave y peor pobreza de la Iglesia es la pobreza de experiencia de Dios, de vida m&iacute;stica; por otra parte y por la misma raz&oacute;n, es la m&aacute;s urgente y necesaria aportaci&oacute;n y ayuda y apostolado a este mundo triste y vac&iacute;o de sentido, que se ha quedado sin Dios, sin experiencia de Amor; que lo tiene todo, pero le falta todo, porque le falta Dios. Por eso estamos todos m&aacute;s tristes: los matrimonios m&aacute;s tristes, las familias m&aacute;s tristes, los amigos y los vecinos no existen, porque no existe Dios Amor en este mundo, lleno de sexo, pero falto de la experiencia de un Ser infinito que nos ama gratuitamente porque es &ldquo;Amor&rdquo; y fuente del amor verdadero. Nos falta la alegr&iacute;a de sentir su existencia y amor en nosotros, de alegrarnos de que exista y sea tan grande y haya querido existir para nosotros, porque pod&iacute;a existir s&oacute;lo para S&iacute;, haberse quedado en su esencia trinitaria e infinita llena de resplandores y amores divinos sin crearnos para hacernos eternamente part&iacute;cipes de su mismo Amor y Felicidad y Hermosura y Vida. Y no basta saberlo, hay que vivirlo: vivir la vida de la gracia, vida de Dios en nosotros por medio de la oraci&oacute;n y de los sacramentos. Y esto lo tenemos poco en cuenta en nuestro apostolado los mismos pastores y responsables de la pastoral. Y esto da&ntilde;a la gloria y el conocimiento y el amor de Dios porque nos priva del gozo y la certeza de nuestra fe y vida cristiana, de una programaci&oacute;n evang&eacute;lica del apostolado, seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu de Pentecost&eacute;s, como existi&oacute; en la Iglesia apost&oacute;lica y de los Padres de la Iglesia, y no llenamos de la luz brillante de la presencia de Dios a este mundo secularizado; &iexcl;qu&eacute; homil&iacute;as y sermones m&aacute;s maravillosos sobre el Esp&iacute;ritu Santo y la experiencia de Dios en los primeros siglos de la Iglesia! Olvidamos, por el bajo nivel de fe de nuestros cristianos actuales, que, por el sacramento del bautismo hemos sido injertados en Cristo resucitado, en su vida y gozo y sentimientos, de los que participamos por la vida de gracia, la misma vida de Dios. El Vaticano II nos dir&aacute; que todos los bautizados estamos llamados a la santidad, a la uni&oacute;n de amor con Dios, a la uni&oacute;n transformadora en Dios, a la visi&oacute;n de Dios, a la felicidad eterna en Dios Trino y Uno. Y para hacer a todos los hombres part&iacute;cipes de esta gracia y experiencia eterna de Dios que empieza aqu&iacute; abajo, existe el sacerdocio; los sacerdotes somos presencias sacramentales de Cristo, prolongaci&oacute;n de su mismo ser y existir sacerdotal, o si quieres, los sacerdotes prestan a Cristo su humanidad, su palabra, sus manos, sus sentimientos, su amor, para que Cristo puede seguir cumpliendo el proyecto del Padre, la salvaci&oacute;n eterna, llevarlos a todos a la visi&oacute;n intuitiva y eterna en la misma felicidad de Dios Trino y Uno. Y esto, si llega a realizarse, se siente y se experimenta. Claramente en los santos. Pero es que todos estamos llamados a esta identidad de vida y sentimientos con Cristo, &Uacute;nico Sacerdote del Alt&iacute;simo. Como consecuencia, las ovejas tienen derecho, por proyecto del Padre y del Hijo, y los sacerdotes tenemos la obligaci&oacute;n por el Sacramento del Orden, de tener y sentir y vivir los mismos sentimientos de Cristo, o dejar que Cristo los viva en nosotros y a trav&eacute;s de nosotros, que es lo mismo. Las ovejas de Cristo, los bautizados, tienen derecho a exigirnos esta santidad, esta vivencia, esta experiencia de Cristo en nosotros, en raz&oacute;n, tanto de creaci&oacute;n por el Padre, como de recreaci&oacute;n por el Hijo: &ldquo;Si alguno me ama, mi padre le amar&aacute; y vendremos a &eacute;l y haremos morada en &eacute;l&rdquo;; y nosotros tenemos el deber, la misi&oacute;n y la obligaci&oacute;n, por el sacramento del Orden, que nos hace ser y existir en Cristo, a tener sus mismos sentimientos, esto es, a vivir en Cristo, a tener experiencia de lo que somos y existimos, de nuestra identidad en Cristo, de sentir los gozos y vida de Cristo: &ldquo;Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en m&iacute;... para m&iacute; la vida es Cristo... me alegro hasta en mis debilidades, porque as&iacute; habite en mi la fuerza de Cristo... todo lo puedo en aquel que me llena con su mismo fuerza...&rdquo;. Esta misma obligaci&oacute;n aparece muchas veces en el evangelio, en los mandatos y recomendaciones de la predicaci&oacute;n de Cristo: &ldquo;Yo soy la vid, vosotros los sarmientos... como los sarmientos est&aacute;n unidos a la vid, as&iacute; vosotros en m&iacute;... sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&rdquo;. Sin m&iacute; no pod&eacute;is ni deb&eacute;is hacer nada; y para esto, para no convertirnos en unos profesionales de lo sagrado, necesitamos, por mandato e instituci&oacute;n sacerdotal en Cristo, tener experiencia de lo que somos y existimos en Cristo, necesitamos la experiencia de Cristo en nosotros o nosotros en Cristo para saber, saborear, gustar, comprender, porque no se comprende hasta que no se vive, necesitamos la vivencia de lo que hacemos, predicamos o celebramos. Desde los Ap&oacute;stoles en Pentecost&eacute;s, San Juan y San Pablo especialmente, todos nuestros Padres en la fe, todos nuestros santos y m&iacute;sticos y misioneros y ap&oacute;stoles, todos los apasionados verdaderamente por Cristo y su Evangelio, desde los m&aacute;s contemplativos hasta los m&aacute;s activos en el Esp&iacute;ritu de Cristo, Esp&iacute;ritu Santo, todos tuvieron su manantial de amor y de fuerza y entrega a los hermanos, pobres y ricos, enfermos o sanos, ni&ntilde;os o j&oacute;venes&hellip;etc, en la oraci&oacute;n personal vivida lit&uacute;rgica-comunitaria, o en la oraci&oacute;n lit&uacute;rgica vivida desde la oraci&oacute;n personal, especialmente contemplativa o de contemplaci&oacute;n amorosa y pasiva seg&uacute;n san Juan de la Cruz. Pregunto a los cristianos bautizados en Cristo: &iquest;Para qu&eacute; nos ha so&ntilde;ado y creado Dios Padre por el Hijo en el Esp&iacute;ritu de Amor y Felicidad que viven sin principio ni f&iacute;n? &iquest;Para qu&eacute; vino Cristo, en definitiva, a buscarnos? &iquest;No fue para abrirnos las puertas del cielo, esto es, de esta misma amistad esencial y personal de los Tres? &iquest;No es esto lo definitivo, la meta &uacute;ltima para lo que se encarn&oacute;, predic&oacute;, muri&oacute; y resucit&oacute;? &iquest;No es esto lo que tenemos que vivir, predicar y hacer que todos conozcan y vivan por medio de nuestro apostolado en el mismo Esp&iacute;ritu de Cristo?. Y ahora ya, despu&eacute;s de estos interrogantes, quiero manifestarte que, por experiencia de Dios, entiendo lo que vulgarmente todos comprendemos &laquo;por experiencia&raquo; en la vida ordinaria y que frecuentemente expresamos con frases como estas o parecidas: &laquo;eso es verdad, te lo digo yo; yo tengo experiencia de eso, lo siento en mi coraz&oacute;n; lo he visto y sentido dentro de m&iacute;; soy testigo de eso y experimento esto dentro de m&iacute;&hellip;&raquo;. Y para que lo entendamos bien y desde el principio y respetando otras acepciones del t&eacute;rmino, por experiencia de Dios entiendo propiamente la vida cristiana que ha llegado a etapas medias y elevadas de vida vivencial y m&iacute;stica por medio de la oraci&oacute;n, &uacute;nico camino y obligado de toda experiencia de Dios, que luego se manifestar&aacute; y reflejar&aacute; en otros campos de la actividad pastoral y personal. M&aacute;s claro todav&iacute;a para m&iacute; y por lo que yo he visto y le&iacute;do y comprobado, vida o almas m&iacute;sticas son las que han llegado a la oraci&oacute;n o contemplaci&oacute;n infusa, que tan clara y detenidamente describe el Doctor M&iacute;stico, san Juan de la Cruz despu&eacute;s de largas y profundas purificaciones del yo y de los sentidos y del esp&iacute;ritu, hasta sus mismas ra&iacute;ces. Si has le&iacute;do un poco al Doctor M&iacute;stico, donde pongo experiencia de Dios, cuya expresi&oacute;n &eacute;l no utiliz&oacute;, pero cuyo contenido desarroll&oacute; y explic&oacute; como nadie, el santo Doctor pondr&iacute;a tambi&eacute;n y con el mismo valor y significado &laquo;contemplaci&oacute;n infusa&raquo;, &laquo;teolog&iacute;a m&iacute;stica&raquo;, &laquo;oraci&oacute;n contemplativa&raquo;, &laquo;noticia amorosa&raquo;, &laquo;ciencia infusa&raquo;, &laquo;luz divina e influencia de Dios en el alma&raquo;, &laquo;oraci&oacute;n unitiva o transformativa&raquo;, &laquo;uni&oacute;n transformante&raquo;, &laquo;transformaci&oacute;n del alma en Dios&raquo;, &laquo;noche del sentido o del esp&iacute;ritu&raquo;, denominaciones todas diversas de la misma realidad en diversas etapas purificatorias para llegar a la contemplaci&oacute;n o experiencia de Dios, causada precisamente por la misma contemplaci&oacute;n infusa que limpia y purific primero con su luz y fuego y luego por este fuego luz de Esp&iacute;ritu Santo, como no oscuridades de defectos, ilumina al alma y la hace ver y sentir la presencia de la Trinidad en su alma. Tambi&eacute;n son efectos de la contemplaci&oacute;n infusa el &laquo;desposorio o matrimonio espiritual&raquo;, &laquo;la ciencia de amor&raquo;, &laquo;sabidur&iacute;a de amor&raquo;, siempre infusas, infundidas por Dios en el alma, que sufre ese impacto, convirti&eacute;ndose en pat&oacute;gena, en sufriente de la acci&oacute;n de Dios, que la une al mismo fuego de Dios, al Esp&iacute;ritu Santo, y la va transformando, con dolor purificatorio, porque es imperfecta, est&aacute; habituada al &laquo;sentido&raquo;, esto es, al natural y no entiende estos modos del Esp&iacute;ritu o espirituales del actuar divino, este ver lo sobrenatural con luz sobrenatural y divina, no meramente humana, y siempre participada por la vida de Dios de la gracia. De esta forma Dios purifica al sujeto en sus sentidos y esp&iacute;ritu, abandonando los modos humanos de pensar y amar, como lo hac&iacute;a antes en la meditaci&oacute;n, que para San Juan de la Cruz es una forma imperfecta de conocer y amar a Dios. Al ser ahora Dios el que la ilumina y purifica por la contemplaci&oacute;n y pasando as&iacute; a los divinos, le cuesta adecuarse a los modos divinos de conocer y amar, en contemplaci&oacute;n de amor esencial y eterno, y el alma, al no entender ni haberlo vivido y practicado ni saber fabricar este modo de conocer y amar a Dios en S&iacute; mismo, en su misma Palabra y Amor, como &Eacute;l se ama, porque precisamente en esas alturas s&oacute;lo quiere amar a Dios y ser amada por &Eacute;l, y no puede por s&iacute;, siente como si hubiera perdido el camino de la oraci&oacute;n, que le llevaba a Dios, porque ya no lo encuentra como antes meditando, leyendo, sino que ya ha empezado a conocer sin actos propios, s&oacute;lo contemplando lo que se ilumina en su alma por el fuego de Amor del Esp&iacute;ritu Santo, que a la vez que calienta, ilumina y purifica; ya todo es en pasividad de sentido y potencias, sin hacer actos, como antes, cuando meditaba y reflexionaba, sino simplemente contemplando, dej&aacute;ndose amar e iluminar por Dios y amando con el mismo amor con que Dios le ama y le infunde en su coraz&oacute;n. Un alma as&iacute; es volc&aacute;n de amor y deseos de que Dios sea conocido y amado tambi&eacute;n as&iacute;, porque es digno de tal amor en sus criaturas, hechas hijas de amor por su gracia, que es participaci&oacute;n de su misma vida y amor infinitos, hacia cuya meta debe tender todo apostolado cristiano, si quiere tener en cuenta lo que Cristo hizo y c&oacute;mo lo hizo, porque &eacute;ste es el fin para el que Cristo se encarn&oacute;, predic&oacute;, muri&oacute; y est&aacute; vivo y resucitado y celebra la Eucarist&iacute;a &laquo;memorial&raquo; en su mismo Amor de Esp&iacute;ritu Santo &ndash;Memoria de la Trinidad y de la Iglesia--, invocado en la ep&iacute;clesis de la celebraci&oacute;n por el que se hacen presentes todos los dichos y hechos salvadores de Cristo y tambi&eacute;n los bienes &uacute;ltimos y escatol&oacute;gicos, la alabanza de gloria -laudem gloriae ejus- del Dios vivo: &laquo;Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrecci&oacute;n, ven, Se&ntilde;or Jes&uacute;s&raquo;. Ven, Se&ntilde;or Jes&uacute;s, te necesitamos, te necesita este mundo, necesita tu experiencia, la vivencia de tus sentimientos, necesita tu mismo Esp&iacute;ritu para amar, vivir, predicar, trabajar y salvar a los hombres nuestros hermanos como T&uacute; lo hiciste. Necesitamos Pentecost&eacute;s, tu Esp&iacute;ritu, el Esp&iacute;ritu de Amor Trinitario que nos llene del mismoAmor del Padre, del Hijo y del Esp&iacute;ritu Santo y nos sintamos ya en este mundo fundidos en esta Amor infinito y eterno y trinitario.. 14.- BREVE ITINERARIO DE LA ORACI&Oacute;N PERSONAL Repito y lo hago por tratarse del camino m&aacute;s importante de la vida cristiana y espiritual, principio y motor de la santidad de la Iglesia y de los cristianos. Para orar, puede servirte la lectura espiritual de buenos libros, sobre todo, hecha en la presencia eucar&iacute;stica del Se&ntilde;or; la vida de alg&uacute;n santo que hable de su propia experiencia de Dios, y desde luego, insustituible, el Evangelio, qu&eacute; es lo que te dice a ti y ahora personalmente Cristo Eucarist&iacute;a en ese momento; al principio, tal vez escuchado, meditado y orado por otros, luego ya directamente por ti; puedes tambi&eacute;n escribir lo que se te ocurra ante Jesucristo, recitar los salmos que te gusten y meditarlos, repetir los vers&iacute;culos que m&aacute;s te gusten, responsorios preciosos de las Horas..... Pero la ciencia y la experiencia en este tema, de lo que uno ha visto y le&iacute;do en santos como Juan de &Aacute;vila, Ignacio de Loyola, Teresa de Jes&uacute;s, Juan de la Cruz, Teresa del Ni&ntilde;o Jes&uacute;s, Isabel de la Trinidad, Carlos de Foucauld...he llegado a la conclusi&oacute;n de que no se trata de descubrir un camino misterioso que pocos han descubierto y tengo que buscarlo hasta dar con &eacute;l. El camino de la oraci&oacute;n ya est&aacute; descubierto y es elemental en su estructura, aunque cada uno tiene que recorrerlo personalmente: no olvidar jam&aacute;s que orar es amar y amar es orar, que en la vida cristiana estos dos verbos se conjugan igual. Estoy convencido, por teor&iacute;a y experiencia, de que el que quiere orar, ese ya est&aacute; orando. Nunca mejor dicho que querer es poder, porque este querer es ya la mejor gracia de Dios. La dificultad en orar est&aacute; principalmente en que uno no est&aacute; convencido de su importancia y puede considerarla una m&aacute;s de las diversas formas de la piedad cristiana; adem&aacute;s, como cuesta al principio coger este camino de amar a Dios sobre todas las cosas, lo cual supone renuncia y conversi&oacute;n, uno cree poder sustituirla con otras pr&aacute;cticas piadosas. Lo primero, pues, que hemos de tener presente, como hemos dicho ya tantas veces, ser&aacute; pedir la fe y el amor que nos unen a Dios, y no pueden ser fabricados por nosotros. La oraci&oacute;n nunca ser&aacute; un camino dif&iacute;cil sino costoso, como cualquier camino que lleva a la cima de la monta&ntilde;a, sobre todo, en los comienzos. El camino es facil&iacute;simo: querer amar a Dios sobre todas las cosas. &ldquo;Est&aacute; escrito: Al Se&ntilde;or tu Dios adorar&aacute;s, s&oacute;lo a El dar&aacute;s culto&rdquo; (Mt 4, 10). Por lo tanto, abajo todos los &iacute;dolos, el primero, nuestro yo. Jes&uacute;s resumi&oacute; los deberes del hombre para con Dios con estas palabras: &ldquo;Amar&aacute;s al Se&ntilde;or tu Dios con todo tu coraz&oacute;n, con toda tu alma y con toda tu mente&rdquo; (Mt 22,37). Pero esto cuesta much&iacute;simo, sobre todo al principio, porque entonces no se tienen los ojos limpios para ver a Dios, no se sienten estos deseos con fuerza, no se tiene la fe y el amor y una esperanza de Dios suficientes para ir en su busca, empezando por renunciar al cari&ntilde;o y la ternura que nos tenemos. Este preferirnos nosotros a Dios ha hecho que nuestra fe sea a veces seca, te&oacute;rica, puramente heredada y ha de ser precisamente por esos ratos de oraci&oacute;n eucar&iacute;stica, cuando empieza a hacerse personal, a creer no por lo que otros me han dicho sino por lo que yo voy descubriendo y eso ya no habr&aacute; quien te lo quite. Es costosa la oraci&oacute;n, sobre todo al comienzo, hasta coger el camino de la conversi&oacute;n, porque la persona, sin ser consciente, achaca la sequedad de la misma a las circunstancias de la oraci&oacute;n o sus m&eacute;todos, siendo as&iacute; que en realidad la aridez y el cansancio vienen de que hay que empezar a ser m&aacute;s humildes, a perdonar de verdad, a convertirnos a Dios, para amarle m&aacute;s que a nosotros mismos y esto, si no hay gracias de Dios especiales, que se lo hagan ver y descubrir y para eso es la oraci&oacute;n, imposibilita la oraci&oacute;n de ahora y de siempre y de todos los siglos. Por eso, al hablar de oraci&oacute;n a principiantes, es m&aacute;s sencillo y pedag&oacute;gico y conveniente hablarles desde el principio, de que se trata de un camino de conversi&oacute;n a Dios, camino exigente, y que por y para eso necesitamos hablar continuamente con &Eacute;l, para pedirle y recibir luz y fuerzas. La dificultad en la oraci&oacute;n, en el encuentro con el Se&ntilde;or, en descubrir su presencia y figura y amor y amistad est&aacute; en que no queremos convertirnos porque nos amamos a nosotros mismos m&aacute;s que a Dios, primer mandamiento, y esta dificultad conviene que sea descubierta, sobre todo al principio, por el mismo principiante o por personas experimentadas en oraci&oacute;n, para descubrir la raz&oacute;n de la sequedad y las distracciones y no ponerla solo en los m&eacute;todos y t&eacute;cnicas de la oraci&oacute;n, teniendo en siempre cuenta que este camino de conversi&oacute;n durar&aacute; toda la vida sobre todo en las etapas duras de vaciarnos de nosotros mismos en las &ldquo;noches pasivas del esp&iacute;ritu&rdquo;, en que ser&aacute; el amor del Esp&iacute;ritu Santo el que lo haga en nosotros purific&aacute;ndonos porque nosotros no sabemos ni podemos y porque con las noches activas purificatorias hechas por nosotros hemos llegado hasta donde las criaturas podemos llegar con nuestras fuerzas, porque las purificaciones pasivas de las ra&iacute;ces del pecado original, las hace el Esp&iacute;ritu Santo porque nosotros no sabemos ni podemos y solo tenemos que sufrirlas, por eso S. Juan de la cruz las llama noches o purificaciones pasivas, activas si las hacemos nosotros. Algunos cristianos, por desgracia, no saben de qu&eacute; va la oraci&oacute;n personal, qu&eacute; lleva consigo y otros hablamos con frecuencia de ello, pero no hemos emprendido de verdad el camino o lo hemos abandonado y estamos ya instalados en la oraci&oacute;n con nuestros defectos y pecados, aunque sean veniales, pero que nos instalan tambi&eacute;n en la lejan&iacute;a de Dios e impiden la santidad y la oraci&oacute;n contemplativa y el encuentro pleno y permanente con el Se&ntilde;or y nos convierten en mediocres espirituales y consecuentemente nos llevan a la mediocridad pastoral y apost&oacute;lica. &iquest;C&oacute;mo entusiasmar a los hermanos con un Cristo que no nos entusiasma o nos aburre personalmente? Sin conversi&oacute;n no hay oraci&oacute;n y sin oraci&oacute;n no hay vivencia y experiencia de Dios, ni amor verdadero a los hermanos, ni entrega, ni liturgia vivida, ni gozo del Se&ntilde;or ni santidad ni nada verdaderamente importante en la vida cristiana ni verdadero apostolado que lleve a los hombres al amor y conocimiento vital de Dios, sino acciones, programaciones, organigramas que llevan a dimensiones poco trascendentes y perpendiculares y elevadas de fe y amor cristianos, donde muchas veces es hacer por hacer, para sentirse &uacute;til, en apostolados puramente horizontales, pero donde la gloria del Padre ni es descubierta, ni buscada ni siquiera mencionada, porque no se vive ni se siente, y Jesucristo no es verdaderamente buscado y amado como &uacute;nico salvador y sentido total de nuestras vidas; son acciones de un &laquo;sacerdocio puramente t&eacute;cnico y profesional&raquo;, acciones de Iglesia sin el coraz&oacute;n de la Iglesia, que es el amor a Cristo; acciones de Cristo sin el esp&iacute;ritu de Cristo, porque &ldquo;el sarmiento no est&aacute; unido a la vid&rdquo;... y para unirse a Cristo el mejor camino es la oraci&oacute;n-conversi&oacute;n un poco elevada. La oraci&oacute;n, desde el primer d&iacute;a, es amor a Dios, es querer y tratar de amar a Dios sobre todas las cosas y sobre nosotros mismos &laquo;Que no es otra cosa oraci&oacute;n mental, sino trato de amistad, estando muchas veces tratando a solas con aquel que sabemos que nos ama&raquo;. Por eso, desde el primer instante y kil&oacute;metro &iexcl;abajo los &iacute;dolos! especialmente el yo que tenemos entronizado en el altar de nuestro coraz&oacute;n. Y este cambio que ha de durar toda la vida es duro y cruel y despiadado contra uno mismo, sobre todo al principio, en que estamos incapacitados para amar as&iacute;, por no sentir el amor de Dios m&aacute;s vivamente, precisamente por esos mismos defectos, y cuesta derramar las primeras gotas de sangre, porque nos tenemos un cari&ntilde;o loco y apasionado. Y cuando, pasado alg&uacute;n tiempo, a&ntilde;os tal vez, los que Dios quiera, y ya plenamente iniciados y comprometidos, lleguen las noches de fe, las terribles purificaciones de nuestra fe, esperanza y caridad, porque T&uacute;, Se&ntilde;or, para prepararnos plenamente a tu amor sobre todas las cosas, lo exiges todo: personas, criterios propios, afectos, dinero, seguridad, cargos, honores..., cuando el entendimiento quiere ver y tener certezas propias, porque es mucho lo que le exiges y le cuesta creer en tu palabra, obedecerte y aguantar tanta exigencia, y quiere probarlo todo y razonar todo antes de entregarte todo: resulta que tu persona, tu presencia, tu evangelio, tus palabras y exigencias, hasta entonces tan claras y que no ten&iacute;amos inconveniente en admitir y meditar y predicar, porque eran puramente te&oacute;ricas, pero nos molestaban poco o casi nada, porque no nos las aplic&aacute;bamos del todo y ahora, al querer T&uacute;, Dios m&iacute;o, vaciarnos de todo para llenarnos de Ti, para querer unirme m&aacute;s a Ti, disponernos a una uni&oacute;n m&aacute;s perfecta y plena contigo... cuando exiges todo, porque quieres llenarlo todo con tu amor, y el alma, para eso, debe vaciarse de todo, porque T&uacute; quieres que te ame con todo mi coraz&oacute;n y con toda mi alma y con todo mi ser...entonces nada valen los conocimientos adquiridos, ni la teolog&iacute;a, ni la fe heredada, ni la experiencia anterior, que quedan obnubiladas, y mucho menos echar mano de ex&eacute;gesis o psicolog&iacute;as...entonces, en ese momento largo y tr&aacute;gico, que parece no acabar&aacute; nunca, porque es mucho parad&oacute;jicamente lo que el alma te desea y te ama en esa noche, sin ser consciente de ello y por eso sufre, la &uacute;ltima palabra, el &uacute;ltimo apoyo es creer sin apoyos y lanzarse a tus brazos sin verlos y sentirlos, porque no se ven ni sienten, porque T&uacute; solo quieres que me f&iacute;e y me apoye en t&iacute;, hasta el olvido y negaci&oacute;n de todo lo m&iacute;o, de todo apoyo humano y posible, racional y cient&iacute;fico, afectivo y familiar, y quedar el horizonte limpio de todo y de todos, y solo T&uacute;, s&oacute;lo T&uacute;, sin arrimos de yo y criatura alguna, porque quieres llenarme solo de tu presencia, amor y felicidad. En estas etapas, que son sucesivas y variadas en intensidad y tiempo y duran a&ntilde;os, seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu Santo crea oportuno purificar y seg&uacute;n sus planes de uni&oacute;n, ni la misma liturgia ni los evangelios dan luz ni consuelo, porque Dios lo exige todo y viene la &laquo;duda met&oacute;dica&raquo; puesta por Dios en el alma para conducirnos a esa meta: &iquest;Ser&aacute; verdad Cristo? &iquest;C&oacute;mo puedo quedarme sin fe, sin ver ni sentir nada? &iquest;Qu&eacute; me pasa, para qu&eacute; seguir? &iquest;No debe ser todo razonable, prudente, sin extremismos de ninguna clase? &iquest;Habr&aacute; sido todo pura imaginaci&oacute;n? &iquest;Por qu&eacute; no aceptar otros consejos y caminos m&aacute;s humanos y racionales? &iquest;C&oacute;mo entregar la propia vida, la misma vida en amor total y para siempre, las propias seguridades sin ninguna seguridad de que &Eacute;l est&aacute; en la otra orilla...? &iquest;Ser&aacute; verdad todo lo que creo, ser&aacute; verdad que Cristo vive, que es Dios, c&oacute;mo dejar estas cosas de la vida que tengo y toco y me sostienen vital y afectivamente por una persona que no veo ni toco ni siento, y menos en un trozo de pan, c&oacute;mo puede existir una persona que ya no veo en la oraci&oacute;n, en el evangelio, en la relaci&oacute;n personal que antes ten&iacute;a y cre&iacute;a...? &iquest;Ser&aacute; verdad? &iquest;D&oacute;nde apoyarme para ello? &iquest;Qui&eacute;n me lo puede asegurar? Con lo feliz que era hasta ahora, con el gozo que sent&iacute;a en mis misas y comuniones anteriores, con deseos de seguirle hasta la muerte, con ratos de horas y horas de oraci&oacute;n y hasta noches enteras en uni&oacute;n y felicidad plena... qu&eacute; me pasa... qu&eacute; est&aacute; pasando dentro de mi... En estas etapas, que empiezan por meses y luego pueden durar a&ntilde;os y a&ntilde;os, seg&uacute;n el proyecto de Dios y la generosidad del hombre, pero lo m&aacute;s duro es al principio hasta empezar a sentir mejor a Dios en su oraci&oacute;n aunque a oscuras y con dolor, el alma va madurando en la fe, esperanza y caridad, virtudes teologales que nos unen directamente con Dios, y sin ella ser consciente, se va llenando de la misma luz y fuerza de Dios; su fe, va recibiendo de Dios m&aacute;s luz, luz viv&iacute;sima y sin imperfecciones de apoyos de criaturas, y va entrando en este camino, donde el Esp&iacute;ritu Santo es la &uacute;nica luz, gu&iacute;a, camino y director espiritual, pero que al principio deslumbra por exceso de luz divina que supera todo lo humano y fabricado por el hombre y uno cree haber perdido el camino de la raz&oacute;n al quedar superada por la contemplaci&oacute;n elevada que supera y excede lo pensado por la mente humana. La causa de todo esto es una influencia y presencia especial de Dios en el alma, llamada por San Juan de la Cruz contemplaci&oacute;n infusa, que a la vez que ilumina, purifica al alma con su luz intens&iacute;sima, y la fortalece en aparente debilidad y poco a poco ya no soy yo el que lleva la batuta de la conversi&oacute;n, porque me correg&iacute;a lo que me daba la gana y muchos campos ni los tocaba y en otros me quedaba muy superficial... ahora es el Esp&iacute;ritu Santo, porque me ama infinito, el que me purifica como debe ser pero a modo divino que supera lo racional y yo debo confiar en El sobre el dolor y las dudas y la soledad y las sospechas que provocan tanta purificaci&oacute;n y conversi&oacute;n, porque al principio no me entero. Y cuando el alma haya sido purificada por esta llama de amor viva de la contemplaci&oacute;n, que, a la vez que calienta de amor, la quema todo su amor propio, de todos sus apegos y tendencias al yo personal, pasando ya totalmente a Dios: &ldquo;vivo yo, pero no soy yo es Cristo quien vive en mi... para mi la vida es Cristo...&rdquo;, envuelta en esta profunda oscuridad y noche de fe y amor, pero m&aacute;s cierta y segura y feliz que todos los razonamientos y amores humanos anteriores del yo, la criatura, transcendida y &laquo;extasiada&raquo; y unida o salida de s&iacute; misma en Dios, llegar&aacute; al abrazo y a la uni&oacute;n total transformada en el Amado y diciendo y alabando la noche de fe y amor y purificaci&oacute;n y purgaci&oacute;n y mortificaci&oacute;n : &laquo;Oh noche que guiaste, oh noche amable m&aacute;s que la alborada, oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada&raquo;. En relaci&oacute;n con esta evoluci&oacute;n y purificaci&oacute;n de la fe, quiero poner una p&aacute;gina de un autor muy querido por m&iacute; desde mis estudios en Roma; el trabajo es reciente y el autor es Jean Galot: &laquo;Al principio, la Madre ten&iacute;a que educar al Hijo para su funci&oacute;n de Mes&iacute;as introduci&eacute;ndolo en la Antigua Alianza; pero no fue ella, sino el propio conocimiento que el Hijo ten&iacute;a en el Esp&iacute;ritu Santo acerca de la misi&oacute;n del Padre, lo que le hab&iacute;a indicado qui&eacute;n era &eacute;l y lo que ten&iacute;a que hacer. Y as&iacute; se invierte la relaci&oacute;n: en lo sucesivo el hijo educar&aacute; a la Madre para la grandeza de su propia misi&oacute;n, hasta que est&eacute; madura para permanecer de pie junto a la cruz y, finalmente, para recibir orando dentro de la Iglesia al Esp&iacute;ritu Santo destinado a todos. Esta educaci&oacute;n est&aacute; desde un principio bajo el signo de la espada vaticinada por Sime&oacute;n, que ha de atravesar el alma de la Madre. Es un proceso sin miramientos. Todas las escenas que se nos han transmitido son de un rechazo m&aacute;s o menos brusco. No es que Jes&uacute;s no fuera obediente durante treinta a&ntilde;os, cosa que se asegura expl&iacute;citamente (Lc 2,51). Pero, de forma soberana y desconsiderada, hace saltar por los aires las relaciones puramente corporales a las que tan estrechamente segu&iacute;a ligada la fe en la Antigua Alianza: en lo sucesivo, ya se trata s&oacute;lo de la fe en &eacute;l, la Palabra de Dios humanada. Mar&iacute;a tiene esta fe; esto resulta especialmente claro en la escena de Can&aacute;, en la que dice sin desconcertarse: &ldquo;Haced lo que &eacute;l os diga&rdquo;; ella, la que cree perfectamente, debe aguantar, sin embargo, como objeto de demostraci&oacute;n para el Hijo y su separaci&oacute;n respecto a la &ldquo;carne y sangre&rdquo; (desde el s&iacute; de ella se puede dar forma a todo) y ser preparada precisamente as&iacute; para la fe abierta y consumada. Como hemos visto, brusca resulta ya la respuesta del adolescente, que contrapone su Padre al supuesto padre terreno; ahora s&oacute;lo cuenta el primero, lo entiendan o no sus padres terrenos. &ldquo;No lo comprendieron&rdquo; (Lc 2,50). Inexplicablemente &aacute;spera es la respuesta de Jes&uacute;s a la delicada insinuaci&oacute;n suplicante de su madre en Can&aacute;: &ldquo;&iquest;Qu&eacute; tengo yo contigo, mujer?&rdquo;. Tampoco esto lo debi&oacute; de entender ella. &ldquo;Todav&iacute;a no ha llegado mi hora&rdquo; (Jn 2,4), presumiblemente la hora de la cruz, cuando la Madre recibir&aacute; el derecho pleno a la intercesi&oacute;n. Su fe inquebrantable: &ldquo;Haced lo que &eacute;l os diga&rdquo; obtiene, no obstante, una anticipaci&oacute;n simb&oacute;lica de la eucarist&iacute;a de Jes&uacute;s, lo mismo que la multiplicaci&oacute;n de los panes la prefigura. Casi intolerablemente dura nos parece la escena donde Jes&uacute;s, que est&aacute; ense&ntilde;ando en la casa a los que lo rodean, no recibe a su madre, que se encuentra a la puerta y quiere verlo: &ldquo;Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, &eacute;se es mi hermano, mi hermana y mi madre&rdquo; (Mc 3,34s.). &iexcl;Cu&aacute;nto se alude aqu&iacute; sobre todo a ella, aunque no sea mencionada! Pero &iquest;qui&eacute;n lo entiende? &iquest;Lo entendi&oacute; ella misma? Hay que acompa&ntilde;ar espiritualmente a Mar&iacute;a en su regreso a casa y hacerse cargo de su estado de &aacute;nimo: la espada hurga en su alma; se siente, por decirlo as&iacute;, despojada de lo m&aacute;s propiamente suyo, vaciada del sentido de su vida; su fe, que al comienzo recibi&oacute; tantas confirmaciones sensibles, se ve empujada a una noche oscura. El hijo, que no le hace llegar noticia alguna sobre su actividad, ha como escapado de ella; no obstante, ella no puede simplemente dejarlo estar, debe acompa&ntilde;arlo con la angustia de su fe nocturna. Y una vez m&aacute;s es colocada como alguien an&oacute;nimo en la categor&iacute;a general de los creyentes: cuando aquella mujer del pueblo declara dichosos los pechos que amamantaron a Jes&uacute;s. Esta f&eacute;mina da ya comienzo a la prometida alabanza por parte de todas las generaciones, pero Jes&uacute;s desv&iacute;a la bienaventuranza: &ldquo;Dichosos m&aacute;s bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan&rdquo; (Lc 11,28). El sentido de esta continua ejercitaci&oacute;n en la fe desnuda, y en el estar de pie junto a la cruz, a menudo no se comprende suficientemente; uno se queda asombrado y confuso ante la forma en que Jes&uacute;s trata a su madre, a la que se dirige en Can&aacute; y en la cruz llam&aacute;ndola s&oacute;lo &ldquo;mujer&rdquo;. &Eacute;l mismo es el primero que maneja la espada que ha de atravesarla. Pero &iquest;c&oacute;mo, si no, habr&iacute;a llegado a madurar Mar&iacute;a para estar de pie junto a la cruz, donde queda patente, no s&oacute;lo el fracaso terreno de su Hijo, sino tambi&eacute;n su abandono por parte del Dios que lo envi&oacute;? Tambi&eacute;n a esto tiene que seguir diciendo s&iacute;, en definitiva, porque ella asinti&oacute; a priori al destino completo de su hijo. Y, como para colmar la copa de amargura, el Hijo moribundo abandona adem&aacute;s expl&iacute;citamente a su madre, sustray&eacute;ndose a ella y encomend&aacute;ndole en su lugar otro hijo: &ldquo;Mujer, ah&iacute; tienes a tu hijo&rdquo; (Jn 19,26). En ello se suele ver ante todo la preocupaci&oacute;n de Jes&uacute;s por el ulterior paradero de su madre (con lo cual queda patente al mismo tiempo que Mar&iacute;a evidentemente no ten&iacute;a ning&uacute;n otro hijo carnal, pues, de haberlo tenido, habr&iacute;a sido innecesario e improcedente entregarla al disc&iacute;pulo amado); pero no se debe pasar por alto adem&aacute;s este otro tema: lo mismo que el Hijo est&aacute; abandonado por el Padre, as&iacute; &eacute;l abandona a su madre, para que ambos est&eacute;n unidos en un abandono com&uacute;n. S&oacute;lo as&iacute; queda ella preparada interiormente para asumir la maternidad eclesial respecto a todos los nuevos hermanos y hermanas de Jes&uacute;s&raquo;. SEGUNDA PARTE LA EXPERIENCIA DE DIOS, NOTA ORIGINAL Y CONSTITUTIVA DE LA IGLESIA &iexcl;Ven, Esp&iacute;ritu Santo, DIOS AMOR, Te necesitamos! &iexcl; Te necesita TU IGLESIA SANTA Lo tengo tan metido esto en el alma, que la invocaci&oacute;n &laquo;En el nombre del Padre y del Hijo y del Esp&iacute;ritu Santo, al saludarle a mi Dios Trino y Uno, todos los d&iacute;as, al empezar la oraci&oacute;n personal, la he traducido de la siguiente manera, como luego ver&aacute;s explicado en este libro:En el nombre del Padre, del Hijo y del Esp&iacute;ritu Santo; en el nombre del Padre que me so&ntilde;&oacute;, me cre&oacute; y me dio la vida; en el nombre del Hijo que vino en mi b&uacute;squeda, que me salv&oacute; y me abri&oacute; las puertas de la eternidad; y en el nombre del Esp&iacute;ritu Santo que me ama, que me santifica, que me transforma en vida y amor trinitarios. 1.- SIN PENTECOST&Eacute;S, NO HAY IGLESIA Cristo quiso que la Iglesia fuese constituida desde Pentecost&eacute;s, desde la experiencia de Dios por el Amor Personal del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, en el cual nos sumergen por la potencia de Amor del Esp&iacute;ritu Santo: &ldquo;Cuando venga el Par&aacute;clito, que yo os enviar&eacute; de junto al Padre, el Esp&iacute;ritu de la verdad, que procede del Padre, &eacute;l dar&aacute; testimonio de m&iacute;... Pero tambi&eacute;n vosotros dar&eacute;is testimonio, porque est&aacute;is conmigo desde el principio. Yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendr&aacute; a vosotros el Par&aacute;clito; pero si me voy, os lo enviar&eacute;: y cuando venga &eacute;l, el Esp&iacute;ritu de la verdad, os guiar&aacute; hasta la verdad completa... Todo lo que tiene el Padre es m&iacute;o. Por eso he dicho: Recibir&aacute; de lo m&iacute;o y os lo anunciar&aacute; a vosotros&rdquo;. Cuando los Ap&oacute;stoles experimentaron las palabras y los hechos salvadores de Cristo por su Esp&iacute;ritu, por el mismo Cristo, pero no hecho gestos y palabras externas como hasta entonces, sino hecho Esp&iacute;ritu Santo, Fuego de Dios y Llama de Amor viva de Cristo resucitado, al experimentarlo a Cristo completo y total en su coraz&oacute;n, no pudieron contenerlo, y quitaron los cerrojos y abrieron las puertas y Pedro ech&oacute; un serm&oacute;n que le sal&iacute;a del coraz&oacute;n, de la vivencia de lo que cre&iacute;a y experimentaba en su coraz&oacute;n, lleno del fuego de amor de Esp&iacute;ritu Santo que simbolizaban las llamas sobre sus cabezas: &ldquo;Al llegar el d&iacute;a de Pentecost&eacute;s, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una r&aacute;faga de viento impetuoso, que llen&oacute; toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Esp&iacute;ritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu les conced&iacute;a expresarse. Hab&iacute;a en Jerusal&eacute;n hombres piadosos, que all&iacute; resid&iacute;an, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congreg&oacute; y se llen&oacute; de estupor al o&iacute;rles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados dec&iacute;an: &laquo;&iquest;Es que no son galileos todos estos que est&aacute;n hablando? Pues &iquest;c&oacute;mo cada uno de nosotros les o&iacute;mos en nuestra propia lengua nativa? ...cretenses y &aacute;rabes, todos les o&iacute;mos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.&raquo; Todos estaban estupefactos y perplejos y se dec&iacute;an unos a otros: &laquo;&iquest;Qu&eacute; significa esto?&raquo; &laquo;&iexcl;Est&aacute;n llenos de mosto!&raquo; Entonces Pedro, present&aacute;ndose con los Once, levant&oacute; su voz y les dijo: &laquo;Jud&iacute;os y habitantes todos de Jerusal&eacute;n: Que os quede esto bien claro y prestad atenci&oacute;n a mis palabras: No est&aacute;n &eacute;stos borrachos, como vosotros supon&eacute;is, pues es la hora tercia del d&iacute;a, sino que es lo que dijo el profeta: Suceder&aacute; en los &uacute;ltimos d&iacute;as, dice Dios: Derramar&eacute; mi Esp&iacute;ritu sobre toda carne, y profetizar&aacute;n vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros j&oacute;venes ver&aacute;n visiones y vuestros ancianos so&ntilde;ar&aacute;n sue&ntilde;os. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramar&eacute; mi Esp&iacute;ritu... Y todo el que invoque el nombre del Se&ntilde;or se salvar&aacute;. &laquo;Israelitas, escuchad estas palabras: A Jes&uacute;s, el Nazareo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y se&ntilde;ales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sab&eacute;is...A este Jes&uacute;s Dios le resucit&oacute;; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Esp&iacute;ritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y o&iacute;s. Pedro les contest&oacute;: &laquo;Convert&iacute;os y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisi&oacute;n de vuestros pecados; y recibir&eacute;is el don del Esp&iacute;ritu Santo; pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que est&aacute;n lejos, para cuantos llame el Se&ntilde;or Dios nuestro.&raquo; Con otras muchas palabras les conjuraba y les exhortaba: &laquo;Salvaos de esta generaci&oacute;n perversa.&raquo; Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel d&iacute;a se les unieron unas 3.000 almas&rdquo;. 2.- &ldquo;OS CONVIENE QUE YO ME VAYA...EL ESP&Iacute;RITU SANTO, &Eacute;L OS LLEVAR&Aacute; A LA VERDAD COMPLETA&rdquo; La Iglesia es proyecto de la Sant&iacute;sima Trinidad; proyecto del Padre que nos so&ntilde;&oacute; y cre&oacute; para una vida eterna de Amor y Felicidad Trinitaria por el camino del env&iacute;o de Cristo Dios hombre hist&oacute;rico y encarnado, Cristo muerto y resucitado, &ldquo;sentado a la derecha del Padre&rdquo; enviando desde el gozo y la gloria del Padre, al Esp&iacute;ritu Santo, Fuego y Llama de Amor viva, Amor Personal del Padre al Hijo y del Hijo al Padre en que se abrazan eternamente y en el que desde Pentecost&eacute;s quieren sumergirnos a todos los bautizados hechos hijos en el Hijo, por la potencia de Amor del Esp&iacute;ritu Santo. Queridos hermanos: La venida &ldquo;del Esp&iacute;ritu Santo sobre los Ap&oacute;stoles reunidos en oraci&oacute;n con Mar&iacute;a la Madre de Jes&uacute;s&rdquo; en Pentecost&eacute;s eterno y permanente es y ser&aacute; siempre: A) LA MEMORIA DE CRISTO: &ldquo;Muchas cosas me quedan por deciros, pero a&uacute;n todav&iacute;a no pod&eacute;is cargar con ellas por ahora, cuando &eacute;l venga, el esp&iacute;ritu de la verdad (la verdad es Cristo)... os ense&ntilde;ar&aacute; todo lo que os estoy diciendo&hellip;&rdquo; As&iacute; se lo hab&iacute;a anunciado el Se&ntilde;or, aunque ellos no lo comprend&iacute;an. Y en el discurso de la &Uacute;ltima Cena espec&iacute;fica cu&aacute;l ser&aacute; el don principal de su Pascua, que nos enviar&aacute; desde el Padre:: &ldquo;Os conviene que yo me vaya, porque si yo no me voy, no vendr&aacute; a vosotros el Esp&iacute;ritu Santo, pero si me voy, os lo enviar&eacute;&hellip;&eacute;l os llevar&aacute; a la verdad completa&rdquo;.&ldquo;Yo rogar&eacute; al Padre que os dar&aacute; al Par&aacute;clito que permanecer&aacute; con vosotros, el Esp&iacute;ritu de la Verdad&rdquo;. Lo llama por vez primera Par&aacute;clito, que significa abogado, defensor.. &ldquo;El que me ama a mi ser&aacute; amado por mi Padre y yo le amar&eacute; y me manifestar&eacute; a &eacute;l&hellip;. Os he dicho est&aacute;s cosas mientras permanezco entre vosotros; pero el Abogado, el Esp&iacute;ritu Santo, que el Padre enviar&aacute; en mi nombre, &eacute;se os ense&ntilde;ar&aacute; todo y os traer&aacute; a la memoria todo lo que os he dicho&rdquo; (Jn 14, 15-30). Seg&uacute;n el proyecto del Padre realizado por el Hijo en el Amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre en el que nos han querido sumergir y bautizar y llenar, Esp&iacute;ritu Santo, esta memoria, siempre por la potencia de Amor del Esp&iacute;ritu Santo, en la Iglesia y en el mundo se convierte en B) &laquo;MEMORIAL DE LA IGLESIA&raquo;, que la constituye y hace presente, a la vez que con su fuerza creadora hace presente, especialmente en los sacramentos, todos por obra del Esp&iacute;ritu Santo, los dichos y hechos salvadores de Jes&uacute;s, por la ep&iacute;clesis- invocaci&oacute;n del Esp&iacute;ritu Santo, en el &laquo;opus Trinitatis&raquo;, Liturgia, especialmente en la Eucarist&iacute;a, y en el ser y existir de la Iglesia. C) Este memorial hace presente la EXPERIENCIA DE DIOS PERMANENTE de la vida nueva y apost&oacute;lica, conseguida por la muerte y resurrecci&oacute;n de Cristo y comunicada por el fuego del Esp&iacute;ritu de Cristo resucitado, Esp&iacute;ritu Santo, &ldquo;en oraci&oacute;n con Mar&iacute;a la madre de Jes&uacute;s&rdquo;. D) Y esa EXPERIENCIA DE DIOS es &ldquo;VERDAD COMPLETA&rdquo; del misterio completo y total de Cristo, a saber, de Cristo no solo conocido en la mente, sino hallado y experimentado y amado en el coraz&oacute;n de la Iglesia y sus bautizados con la experiencia de lo que cree, vive, predica y celebra. E) La experiencia de Dios se convierte en FRAGUA ARDIENTE Y FORJA DE AP&Oacute;STOLES de todos los tiempos, por el mismo Esp&iacute;ritu de Cristo resucitado, hecho FUEGO Y LLAMA de amor viva de la misma vida trinitaria, participada por gracia en &ldquo;todos los que crean y se bauticen&rdquo; en su nombre. &iquest;Por qu&eacute; los Ap&oacute;stoles permanecieron en el Cen&aacute;culo, llenos de miedo, con las puertas cerradas, antes de verle a Cristo resucitado? &iquest;Por qu&eacute; incluso, cuando Cristo se les apareci&oacute; y les mostr&oacute; sus manos y sus pies traspasados por los clavos, permanecieron todav&iacute;a encerrados y con miedo? &iquest;Es que no hab&iacute;an constatado que hab&iacute;a resucitado, que estaba ya en el Padre y que ten&iacute;a poder para resucitar y resucitarnos? &iquest;Por qu&eacute; el d&iacute;a de Pentecost&eacute;s abrieron las puertas y predicaron abiertamente y se alegraron de poder sufrir por Cristo? Porque ese d&iacute;a lo sintieron dentro, Cristo vino como hecho fuego, hecho Esp&iacute;ritu Santo, llama ardiente de caridad a sus corazones, y esa vivencia y experiencia de amor val&iacute;a infinitamente m&aacute;s que todo lo que hab&iacute;an visto con sus ojos de carne sin amor pleno y hab&iacute;an palpado sus manos y vieron sus ojos de carne en los tres a&ntilde;os de Palestina e incluso en las mismas apariciones de resucitado. El d&iacute;a de Pentecost&eacute;s vino Cristo todo entero y completo, Dios y hombre, pero hecho fuego y llama de Esp&iacute;ritu Santo a sus corazones, no como experiencia puramente externa de apariciones, sino con presencia y fuerza de Esp&iacute;ritu quemante, sin mediaciones exteriores o de carne, sino hecho &laquo;llama de amor viva&raquo;, y esto les quem&oacute; y abras&oacute; las entra&ntilde;as, el cuerpo y el alma y esto no se puede sufrir sin comunicarlo. Para Juan, el morir de Cristo no fue s&oacute;lo exhalar su &uacute;ltimo suspiro, sino entregar su Esp&iacute;ritu al Padre, porque tiene que morir; por eso el Padre le resucita entreg&aacute;ndole ese mismo Esp&iacute;ritu, Esp&iacute;ritu de Amor del Padre y del Hijo que resucita a Jes&uacute;s, para la vida nueva y la resurrecci&oacute;n de los hombres. En el hecho de la cruz nos encontramos con la revelaci&oacute;n m&aacute;s profunda de la Sant&iacute;sima Trinidad, y la sangre y el agua de su costado son la eucarist&iacute;a y el bautismo de esta nueva vida. La partida de Jes&uacute;s es tema caracter&iacute;stico del cuarto evangelio: &ldquo;Pero os digo la verdad: os conviene que yo me vaya, porque si yo no me voy, no vendr&aacute; a vosotros el Esp&iacute;ritu Santo, pero si me voy, os lo enviar&eacute;&hellip; muchas cosas me quedan aun por deciros, pero no pod&eacute;is llevarlas ahora, pero cuando viniere Aqu&eacute;l, el Esp&iacute;ritu de verdad, os guiar&aacute; hasta la verdad completa, porque no hablar&aacute; de s&iacute; mismo, sino que hablar&aacute; de lo que oyere y os comunicar&aacute; de lo que vaya recibiendo. El me glorificar&aacute; porque tomar&aacute; de lo m&iacute;o y os lo dar&aacute; a conocer. Todo cuanto tiene el Padre es m&iacute;o; por eso os he dicho que tomar&aacute; de lo m&iacute;o y os lo dar&aacute; a conocer&rdquo; (Jn 16,7-16). &iexcl;Qu&eacute; texto m&aacute;s impresionante! Perdonadme que lo repita; reconozco mi debilidad por Juan y por Pablo. Est&aacute; clar&iacute;simo, desde su resurrecci&oacute;n Cristo est&aacute; ya plenamente en el Padre, no s&oacute;lo el Verbo, sino el Jes&uacute;s hombre ya Verbalizado totalmente a la derecha del Padre, cordero degollado en el mismo trono de Dios, y desde all&iacute; nos env&iacute;a su Esp&iacute;ritu desde el Padre, Esp&iacute;ritu de resurrecci&oacute;n y de vida nueva. Este es el tema preferentemente tratado por Pablo que nos habla siempre &ldquo;del Esp&iacute;ritu que resucit&oacute; a Jes&uacute;s de entre los muertos&rdquo;. No se pueden separar Pascua y Pentecost&eacute;s, Salvaci&oacute;n Apost&oacute;lica y Uni&oacute;n con el Esp&iacute;ritu Santo, no hay vida nueva y resucitada en la Eucarist&iacute;a y en los Sacramentos sin ep&iacute;clesis, sin invocaci&oacute;n al Esp&iacute;ritu Santo, memoria y memorial de la Iglesia, para que realice lo que dice el sacerdote en nombre de Cristo en los sacramentos, especialmente en la Eucarist&iacute;a, fuente y c&uacute;lmen de todo apostolado. El env&iacute;o del Esp&iacute;ritu Santo es la plenitud cristol&oacute;gica, es la pascua completa, la verdad completa, fruto esencial y total de la Resurrecci&oacute;n. Si analiz&aacute;ramos m&aacute;s detenidamente esta realidad maravillosa de Pentecost&eacute;s, que tiene que seguir siendo actual en la Iglesia, en nosotros, nos encontrar&iacute;amos con el Pentecost&eacute;s lucano, que es principalmente esp&iacute;ritu de unidad de lenguas frente a la diversidad de Babel por el esp&iacute;ritu de profec&iacute;a, de la palabra; y como el de Pablo, que es caridad y carismas: &ldquo;si por tanto vivimos del Esp&iacute;ritu Santo, caminemos seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu&rdquo; y no seg&uacute;n la carne: carne y esp&iacute;ritu, naturaleza y gracia. Retomo el texto anterior de Juan: &ldquo;Porque os he dicho estas cosas os pon&eacute;is tristes, pero os digo la verdad, os conviene que yo me vaya porque si yo no me voy no vendr&aacute; a vosotros el Esp&iacute;ritu", pero si me voy os lo enviar&eacute;&hellip; El os llevar&aacute; a la verdad completa&rdquo;. Vamos a ver, Se&ntilde;or, con todo respeto: &iquest;es que T&uacute; no puedes ense&ntilde;ar la verdad completa, es que no sabes, es que no quieres, es que T&uacute; no nos lo has ense&ntilde;ado todo? Pues T&uacute; mismo nos dijiste en otra ocasi&oacute;n: &ldquo;Todo lo que me ha dicho mi Padre os lo he dado a conocer&rdquo;. &iquest;Para qu&eacute; necesitamos el Esp&iacute;ritu para conocer la Verdad, que eres T&uacute; mismo? &iquest;Qui&eacute;n mejor que T&uacute;, que eres la Palabra pronunciada por el Padre desde toda la eternidad? &iquest;Por qu&eacute; es necesario Pentecost&eacute;s, la venida del Esp&iacute;ritu sobre los Ap&oacute;stoles, Mar&iacute;a, la Iglesia naciente? Los ap&oacute;stoles te tienen a Ti resucitado, te tocan y te ven &iquest; qu&eacute; m&aacute;s pueden pedir y tener? Y T&uacute; erre que erre, que tenemos que pedir el Esp&iacute;ritu Santo, que &Eacute;l nos lo ense&ntilde;ar&aacute; todo, &iquest;pues qu&eacute; m&aacute;s queda que aprender?; que &Eacute;l nos llevar&aacute; hasta la verdad completa&hellip;&iquest;pues es que T&uacute; no puedes? &iquest;no nos has comunicado todo lo que el Padre te ha dicho, no eres T&uacute; la Palabra en la que el Padre nos ha dicho todo? &ldquo;En el principio ya exist&iacute;a la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios&hellip; Y la Palabra se hizo carne y habit&oacute; entre nosotros&hellip;&rdquo;. No se puede hacer ni amar m&aacute;s. Queridos hermanos, en Pentecost&eacute;s Cristo vino no hecho Palabra encarnada sino fuego de Esp&iacute;ritu Santo metido en el coraz&oacute;n de los creyentes, vino hecho llama, hecho experiencia de amor, vino a sus corazones ese mismo Cristo, &ldquo;me ir&eacute; y volver&eacute; y se alegrar&aacute; vuestro coraz&oacute;n&rdquo; pero hecho fuego, no palabra o signo externo, hecho llama de amor viva y apost&oacute;lica, hecho experiencia del Dios vivo y verdadero, hecho amor sin l&iacute;mites ni barreras de palabra y de cuerpo humano, ni milagros ni nada exterior sino todo interiorizado, espiritualizado, hecho Amor, experiencia de amor que ellos ni nosotros podemos fabricar con conceptos recibidos desde fuera a&uacute;n por el mismo Cristo y que s&oacute;lo su Esp&iacute;ritu quemante en lenguas de fuego, sin barreras de l&iacute;mites creados, puede por participaci&oacute;n meter en el alma, en el hond&oacute;n m&aacute;s &iacute;ntimo de cada uno. En Pentecost&eacute;s todos nos convertimos en pat&oacute;genos, en sufrientes del fuego y amor de Dios, en pasivos de Verbo de Dios en Esp&iacute;ritu ardiente, en puros receptores de ese mismo amor infinito de Dios, que es su Esp&iacute;ritu Santo, en el que &Eacute;l es, subsiste y vive.Por el Esp&iacute;ritu nos sumergimos en ese volc&aacute;n del amor infinito de Dios en continuas explosiones de amor personal trinitario y a cada uno de nosotros en su mismo amor Personal de Padre al Hijo y del Hijo al Padre, algo imposible de saber y conocer si no se siente, si no se experimenta, si no se vive por Amor, por el mismo amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, donde uno los sorprende en el amanecer eterno del Ser y del Amor Divino, y uno queda extasiado, salido de s&iacute; porque se sumerge y se pierde en Dios. All&iacute; es donde se entiende el amor infinito y verdadero de un Dios infinito por su criatura; all&iacute; es donde se comprenden todos los dichos y hechos salvadores de Cristo; all&iacute; es donde se sabe qu&eacute; es la eternidad de cada uno de nosotros y de nuestros feligreses; all&iacute; se ve por qu&eacute; el Padre no hizo caso a su Hijo, al Amado, cuando en Getseman&iacute; le ped&iacute;a no pasar por la muerte, pero no escuch&oacute; al Hijo amado, porque ese Padre suyo, que le ama eternamente, es tambi&eacute;n nuestro Padre, ante el cual el Esp&iacute;ritu del Hijo amado en nosotros nos hace decir en nuestro coraz&oacute;n: &laquo;abba&raquo;, pap&aacute; del alma. El Hijo amado que le vio triste al Padre porque el hombre no pod&iacute;a participar de su amor esencial y personal para el que fue creado, fue el que se ofreci&oacute; por nosotros ante la Sant&iacute;sima Trinidad: &ldquo;Padre, no quieres ofrendas y sacrificios, aqu&iacute; estoy yo para hacer tu voluntad&hellip;&rdquo; y el Padre est&aacute; tan entusiasmado por los hijos que van a volver a sus brazos, a su amor esencial, para lo que fueron creados, est&aacute; tan ensimismado en este retorno, que olvida al mismo Hijo Amado junto a la cruz; Cristo se qued&oacute; solo, abandonado, sin sentir la divinidad porque el precio era infinito, ya que la conquista, la redenci&oacute;n era infinita: entrar en la misma intimidad de Dios, en su coraz&oacute;n de Padre, quemado de amor a los hijos en el Hijo. Qu&eacute; misterio, qu&eacute; plenitud y belleza de amor divino al hombre. Dios existe, Dios existe y me ama, es verdad, Dios nos ama, se puede vivir y experimentar aqu&iacute; abajo, est&aacute; tan cerca&hellip; 3.- LOS AP&Oacute;STOLES FUERON TRANSFORMADOS EN PENTECOST&Eacute;S EN LLAMAS DE AMOR VIVA A CRISTO Y A LOS HOMBRES, SUS HERMANOS Vemos c&oacute;mo los Ap&oacute;stoles hab&iacute;an escuchado a Cristo y su evangelio, hab&iacute;an visto sus milagros, han comprobado su amor y ternura por ellos, le han visto vivo y resucitado, han recibido el mandato de salir a predicar, pero a&uacute;n permanec&iacute;an inactivos, con las puertas cerradas y los cerrojos echados por miedo a los jud&iacute;os; no se le vienen palabras a la boca ni se atreven a predicar que Cristo ha resucitado y vive. Y &iquest;qu&eacute; pas&oacute;? &iquest;Por qu&eacute; Cristo les dijo que se prepararan para recibir el Esp&iacute;ritu Santo, que &Eacute;l rogaba por ellos? por qu&eacute; nosotros tambi&eacute;n tenemos que desearle y pedirle que venga a nosotros? Pues porque hasta que no vuelve ese mismo Cristo, pero hecho fuego, hecho Esp&iacute;ritu, hecho llama ardiente de experiencia de Dios, de sentirse amados, no abren las puertas y los cerrojos y predican desde el balc&oacute;n del Cen&aacute;culo, y todos entienden siendo de diversas lenguas y culturas y empieza el verdadero conocimiento y conversi&oacute;n a Cristo y el verdadero apostolado, vamos, el completo, la verdad completa del cristianismo. Hasta que no llega Pentecost&eacute;s, hasta que no llega el Esp&iacute;ritu y el fuego de Dios, todo se queda en los ojos, o en la inteligencia o en los ritos; es el Esp&iacute;ritu, el don de Sabidur&iacute;a, el &laquo;recta s&aacute;pere&raquo;, el gustar y sentir y vivir&hellip; lo que nos da el conocimiento completo de Dios, la teolog&iacute;a completa, la liturgia completa, el apostolado completo. Es necesario que la teolog&iacute;a, la moral, la liturgia baje al coraz&oacute;n por el Amor de Esp&iacute;ritu Santo para quemar los pecados internos, perder los miedos y complejos en nosotros, abrir las puertas y predicar no lo que se sabe sino lo que se vive. Y el camino es la oraci&oacute;n, la oraci&oacute;n y la oraci&oacute;n, desde ni&ntilde;o hasta que me muera, porque es di&aacute;logo permanente de amor. Pero nada de tratados te&oacute;ricos de oraci&oacute;n, de sacerdocio o de eucarist&iacute;a, sino espirituales, seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu de Amor, que no es solamente vida interior, sino vida y experiencia quemante y sentida seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu. Oraci&oacute;n ciertamente en etapas ya un poco elevadas donde ya no entra el discurso, la meditaci&oacute;n sino la contemplaci&oacute;n: lectio, meditatio, oratio, contemplatio; primero oraci&oacute;n discursiva, con lectura de evangelio o de lo que sea, pero siempre con conversi&oacute;n; luego, un poco limpio, si avanzo en la conversi&oacute;n, avanzo en la oraci&oacute;n y empiezo a sentir a Dios, a ver a mi Dios y como le veo un poco m&aacute;s cercano, me sale el di&aacute;logo, ya no es el Se&ntilde;or lejano de otros tiempos que dijo, hizo, sino T&uacute;, Jes&uacute;s que est&aacute;s en m&iacute;, que est&aacute;s en el sagrario, te digo Jes&uacute;s, te pido Jes&uacute;s que&hellip; y es di&aacute;logo afectivo no meramente discursivo, y de aqu&iacute; si sigo purific&aacute;ndome, y es mucho lo que hay que purificar, aqu&iacute; no hay trampa ni cart&oacute;n, a Cristo no le puedo enga&ntilde;ar&hellip; Gonzalo, Pedro, Juan&hellip; esa soberbia, ese ego&iacute;smo, ese amor propio, ese buscar puestos y honores&hellip; y me convierto o dejo la oraci&oacute;n como trato directo y de t&ugrave; a t&uacute; con el Se&ntilde;or, s&iacute;, cierto, seguir&eacute; predicando, diciendo misa&hellip; Pero es muy distinto. Y de esta oraci&oacute;n purificatoria y afectiva pasar&eacute;, como dice San Juan de la Cruz, a la contemplativa, a la verdadera experiencia de Dios. Y para esto amar, orar y convertirse se conjugan igual, y el orden no altera el producto pero siempre juntos y para toda la vida. Sin conversi&oacute;n permanente no hay oraci&oacute;n permanente y sin oraci&oacute;n permanente no hay encuentro vivo espiritual con el Esp&iacute;ritu con Dios. Y &eacute;sta es toda la experiencia de la Iglesia, toda su Tradici&oacute;n desde los Ap&oacute;stoles hasta hoy, desde San Juan, Pablo, Juan de &Aacute;vila, Teresa de Jes&uacute;s, Juan de la Cruz, Ignacio&hellip; modernmente Sor Isabel de la Trinidad, Madre Teresa de Calcuta&hellip; hasta el &uacute;ltimo santo canonizado o no canonizado que existe y existir&aacute;. Cristo les ha ense&ntilde;ado todo a los Ap&oacute;stoles, pero una verdad no se comprende hasta que no se vive, el evangelio no se comprende hasta que no se vive, la Eucarist&iacute;a no se comprende hasta que no se vive, Cristo no se comprende hasta que no se vive, la teolog&iacute;a no se comprende hasta que no se vive, es m&aacute;s, lo que no se vive del misterio cristiano llega a olvidarse y as&iacute; podemos olvidar muchas cosas importantes de teolog&iacute;a, de liturgia, de nuestra relaci&oacute;n con Dios que hemos estudiado o realizamos, si no las vivimos espiritualmente. Queridos hermanos, la peor pobreza de la Iglesia es y ser&aacute; siempre la pobreza de vida m&iacute;stica, pobreza de vida espiritual, de Esp&iacute;ritu Santo, de Pentecost&eacute;s, como en la Ap&oacute;stoles y eso que hab&iacute;an visto a Cristo resucitado y celebrado la Eucarist&iacute;a, pobreza de santidad verdadera, de vida m&iacute;stica, de vivencia y experiencia de Dios. Y lo peor es si esta pobreza se va generalizando. Porque nunca viviremos el evangelio, el Esp&iacute;ritu de Cristo, como necesitamos y necesita nuestro trabajo apost&oacute;lico. Pero siempre, y yo lo espero, surgieron voces de renovaci&oacute;n verdadera, no en acciones, sino en el Esp&iacute;ritu de Cristo, en el Esp&iacute;ritu Santo. Y vinieron los santos y las instituciones santas, para renovar lo que otras hab&iacute;an perdido de su carisma evang&eacute;lico y espiritual, como sucede actualmente en la Iglesia. La Iglesia de todos los tiempos, la Iglesia actual necesita de esta Unci&oacute;n del Esp&iacute;ritu para quedar curada; necesita de este Fuego para perder los miedos, de este Fuego para amar a Dios total y plenamente. Sabemos mucha liturgia, mucha teolog&iacute;a y todo es bueno pero no es completo hasta que no se vive, porque para esto nos ha llamado Dios a la vida: Si existo es que Dios me ama, me ha preferido, y me ha llamado a compartir con &Eacute;l su mismo amor Personal, Esencial, su mismo fuego, Esp&iacute;ritu, San Hilario: &laquo;gloria Dei, homo vivens&hellip;, et vita hominis, visio Dei&hellip; la gloria de Dios es la vida del hombre&hellip; y la vida de hombre es la visi&oacute;n intuitiva&raquo;. Vamos a invocar al Esp&iacute;ritu Santo, nos lo dice y nos lo pide el mismo Cristo, vemos que lo necesitamos para nosotros y para nuestros feligreses, lo necesita la Iglesia: &ldquo;Le conocer&eacute;is porque permanece en vosotros&rdquo;, &eacute;sta es la forma perfecta de conocer a Dios, por el amor, ni siquiera s&oacute;lo por la fe. La Carta Apost&oacute;lica de Juan Pablo II Novo millennio ineunte va toda en este sentido, va cargada de la necesidad y deseo de la verdadera experiencia de Dios. Meta: la Uni&oacute;n perfecta con Dios, es decir, la Santidad; el camino: la oraci&oacute;n, la oraci&oacute;n, la oraci&oacute;n; el Papa insiste en que todo ap&oacute;stol debe fundamentar su apostolado en el encuentro con Cristo por la oraci&oacute;n; insisten en que hagan escuelas de oraci&oacute;n en las parroquias, porque el programa ya est&aacute; hecho, es el de siempre: Cristo, a quien hay que amar y hacer que le amen, eso es el apostolado; y el camino para realizarlo y la fuerza para mantenerlo toda la vida nos viene de Cristo por la oraci&oacute;n personal y lit&uacute;rgica. El apostolado sin oraci&oacute;n personal y comunitaria est&aacute; vac&iacute;o. Y las acciones de Cristo sin el Esp&iacute;ritu de Cristo est&aacute;n vac&iacute;as de contenido cristiano, por eso no todas nuestras acciones, aunque sean sacerdotales, son apostolado. Los Hechos de los Ap&oacute;stoles nos narran el episodio de Pablo en &Eacute;feso, cuando se encuentra con unos disc&iacute;pulos a los que pregunta: &ldquo;&iquest;Recibisteis el Esp&iacute;ritu Santo al aceptar la fe? Fijaos bien en la pregunta, ten&iacute;an fe&hellip; no se trata de conocer o no conocer a Jesucristo, ni de salvarse o no, ni de que todo sea in&uacute;til en mi vida cristiana, sacerdotal o apostolado, se trata de plenitud, de &laquo;verdad completa&raquo;, de que Dios pase de ser conocimiento a ser amor, que el evangelio pase de la mente al coraz&oacute;n, de tender hacia el fin querido por Dios, que nos ha llamado por la fe para un amor total, en su mismo Esp&iacute;ritu&hellip; La respuesta de aquellos disc&iacute;pulos ya la sabemos: &ldquo;Ni siquiera hemos o&iacute;do hablar del Esp&iacute;ritu Santo&rdquo;. No podemos negar que puede ser hoy tambi&eacute;n la respuesta de muchos cristianos y por eso, Pablo les habla de la necesidad del bautismo de amor y vivencia cristiana, que debe ser el bautismo del Esp&iacute;ritu Santo. En Pentecost&eacute;s es el Esp&iacute;ritu Santo el que hizo abrir las puertas de aquel Cen&aacute;culo y convertir en valientes predicadores del nombre de Jes&uacute;s a los que antes se escond&iacute;an atemorizados; es el Esp&iacute;ritu el que hace que se entiendan en todas las lenguas los hombres de diversas culturas; es el Esp&iacute;ritu el que va a &laquo;espiritualizar&raquo; -que sea llama de amor a Cristo Resucitado- el conocimiento de los dichos y hechos del Se&ntilde;or que ellos mismos han visto con sus propios ojos y sentidos externos, pero que deben hacerse espirituales, vivirse y conocer y amar seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu de Cristo, el Esp&iacute;ritu Santo; es este mismo Fuego y Esp&iacute;ritu de Cristo el que va a llenar el coraz&oacute;n de los Ap&oacute;stoles para formar las primeras comunidades cristianas; es este Esp&iacute;ritu el que empujar&aacute; a Esteban y dem&aacute;s Ap&oacute;stoles para dar la vida como primeros testigos de lo que ven y viven en su coraz&oacute;n; es el Esp&iacute;ritu Santo el que es invocado por los Ap&oacute;stoles para constituir los obispos y presb&iacute;teros; es ese mismo Esp&iacute;ritu el que vive en nosotros para que podamos decir: &laquo;Abba, Padre&raquo;, &ldquo;Nadie puede decir: Jes&uacute;s es el Se&ntilde;or sino por el influjo del Esp&iacute;ritu Santo&rdquo;(1Cor 12, 3). Para creer en Cristo, primero tiene que atraernos y actuar en nosotros el Esp&iacute;ritu Santo. &Eacute;l es quien nos precede, acompa&ntilde;a y completa nuestra fe y uni&oacute;n con Dios. Dice San Ireneo: mientras que el hombre natural est&aacute; compuesto por alma y cuerpo, el hombre espiritual est&aacute; compuesto por alma, cuerpo y Esp&iacute;ritu Santo. El cristiano es un hombre a quien el Esp&iacute;ritu Santo le ha hecho entrar en la esfera de lo divino. El repentino cambio de los ap&oacute;stoles no se explica sino por un brusco estallar en ellos del fuego del amor divino. Cosas como las que ellos hicieron en esa circunstancia, tan s&oacute;lo las hace el Amor de Dios, que es el Esp&iacute;ritu Santo. Los ap&oacute;stoles &mdash;y, m&aacute;s tarde, los m&aacute;rtires&mdash; estaban, en efecto, &laquo;borrachos&raquo;, como admiten tranquilamente los Padres, pero &laquo;borrachos de la caridad que les llegaba del dedo de Dios, que es el Esp&iacute;ritu&raquo;. &laquo;Porque no se trata s&oacute;lo de conocer. En el cristianismo, el conocimiento es s&oacute;lo camino para la comuni&oacute;n y el amor&hellip; Rastrear la experiencia es ir tras la acci&oacute;n del Esp&iacute;ritu, que viene a nosotros, act&uacute;a en nosotros y por medio de nosotros, arrastr&aacute;ndonos hacia &Eacute;l en una comuni&oacute;n y amistad, que hace ser el uno para el otro. Se trata de descubrir esa presencia invisible, que se hace visible a trav&eacute;s de los signos y de los frutos de paz, gozo, consuelo, iluminaci&oacute;n, discernimiento que deja en nuestro esp&iacute;ritu. En la oraci&oacute;n, en los sacramentos, en la vida de Iglesia y de evangelizaci&oacute;n, en el amor de Dios y del pr&oacute;jimo, percibimos la experiencia de una presencia que supera nuestros l&iacute;mites: &ldquo;El Esp&iacute;ritu mismo da testimonio a nuestro esp&iacute;ritu de que somos hijos de Dios&rdquo; (Rom 8,16). Y s&oacute;lo el Esp&iacute;ritu &ldquo;os llevar&aacute; a la verdad plena&rdquo; (Jn 16,13). Sin el Esp&iacute;ritu Santo, este escrito no servir&aacute; de nada. Espero, con San Cirilo, que el Esp&iacute;ritu me ayude a decir lo que la Escritura dice de &Eacute;l y que el mismo Esp&iacute;ritu comunique a los lectores una noticia m&aacute;s acabada y perfecta de S&iacute; mismo que lo aqu&iacute; escrito. Es el mismo Esp&iacute;ritu quien, en el silencio de la oraci&oacute;n, viene en ayuda de nuestra debilidad y se nos comunica, revel&aacute;ndonos el designio pleno de Dios. M&aacute;s que de estudio, se trata de oraci&oacute;n&raquo;[8] Dice el Vaticano II: &laquo;Al no haber querido Dios manifestar solemnemente el misterio de la salvaci&oacute;n humana antes de derramar el Esp&iacute;ritu prometido por Cristo, vemos a los ap&oacute;stoles, antes del d&iacute;a de Pentecost&eacute;s, &ldquo;perseverar un&aacute;nimes en la oraci&oacute;n, con las mujeres y Mar&iacute;a la madre de Jes&uacute;s y los hermanos de Este&rdquo; (Hhc 1, 14); y a Mar&iacute;a implorando con sus ruegos el don del Esp&iacute;ritu Santo, que en la Anunciaci&oacute;n ya la hab&iacute;a cubierto con su sombra&raquo;[9]. Y un autor moderno dice: &laquo;Pero, &iquest;por qu&eacute; esta insistencia en el sentir? &iquest;Es realmente necesario experimentar el amor de Dios? &iquest;No es suficiente, y hasta m&aacute;s meritorio tenerlo por fe? Cuando se trata del amor de Dios &mdash;dec&iacute;a el autor que acabamos de citar&mdash;, el sentimiento es tambi&eacute;n gracia; en efecto, no es la naturaleza la que puede infundirnos un deseo semejante. Aunque no dependa de nosotros conservar esta sensaci&oacute;n de manera estable, es bueno buscarla y desearla. &laquo;Nosotros hemos conocido y cre&iacute;do en el amor que Dios nos tiene&raquo; (cfr. 1 Jn 4, 16): no s&oacute;lo cre&iacute;do, sino tambi&eacute;n conocido, y sabemos que, seg&uacute;n la Biblia, &laquo;conocer&raquo; significa tambi&eacute;n experimentar&raquo;[10]. Si en esto consiste, concretamente, Pentecost&eacute;s &mdash;en una experiencia viva y transformadora del amor de Dios&mdash;, &iquest;por qu&eacute; entonces esta experiencia sigue siendo ignorada por la mayor&iacute;a de los creyentes? &iquest;C&oacute;mo hacerla posible? La oraci&oacute;n, la oraci&oacute;n, as&iacute; ha sido siempre en la Iglesia, en los santos, en los que han sido bautizados por el fuego del Esp&iacute;ritu Santo. El amor de Dios crea el &eacute;xtasis, la salida de uno mismo hasta Dios por su Esp&iacute;ritu. A Dios no podemos abarcarle con nuestros conceptos, porque le reducimos a nuestra medida, es mejor identificarnos con &Eacute;l por el amor, convertirnos en llama de amor viva con &Eacute;l hasta el punto que ya no hay distinci&oacute;n entre el madero y la llama porque todo se ha convertido en fuego, en luz, en amor divino, como dice San Juan de la Cruz. Una vez que se adentra al alma en este conocimiento, ya no desea otra forma de conocer y amar y vivir. Puede decir con San Juan de la Cruz: &laquo;&iquest;Por qu&eacute;, pues has llagado aqueste coraz&oacute;n, no le sanaste, y pues me lo has robado, por qu&eacute; as&iacute; lo dejaste, y no tomas el robo que robaste?&raquo;[11]. Y, comentando la canci&oacute;n 37, escribe: &laquo;El alma ama a Dios con voluntad de Dios, que tambi&eacute;n es voluntad suya; y as&iacute; le amar&aacute; tanto como es amada de Dios, pues le ama con voluntad del mismo Dios, en el mismo amor con que El a ella la ama, que es el Esp&iacute;ritu Santo, que es dado al alma seg&uacute;n lo dice el Ap&oacute;stol&raquo; (Rom 5,5)[12]. &iexcl;GRACIAS, ESP&Iacute;RITU SANTO! Y para terminar, vamos a hacerlo con la ante&uacute;ltima estrofa del &laquo;Veni Creador&raquo;: &laquo;Per te sciamus da Patrem, noscamus atque Filium, Teque Utriusque Spiritum, credamus omni tempore&raquo;. Por ti, Esp&iacute;ritu de Amor, creyendo siempre en Ti lleguemos a conocer al Padre y al Hijo. Este &laquo;credamus&raquo; tiene m&aacute;s de fiarse, de &laquo;creer a&raquo;, que de &laquo;creer en&raquo;. De todas formas esta fe en el Esp&iacute;ritu Santo nos lleva siempre hasta el que es el Amor del Padre y del Hijo, al que es uni&oacute;n, abrazo y beso de los Tres en Uno. &laquo;Haz que creamos en ti, que eres el Esp&iacute;ritu de amor del Padre y del Hijo&raquo;. &laquo;El objeto de nuestra fe no es una doctrina en la que hay que creer sino una persona en la que hay que confiar y vivir hasta la intimidad de Dios. Esto es lo que hoy tiene que ser y significar para nosotros decir: &laquo;Creo en el Esp&iacute;ritu Santo!&raquo;. No s&oacute;lo creer en la existenciade una tercera Persona en la Trinidad, sino tambi&eacute;n creer en su presenciaen medio de nosotros, en nuestro mismo coraz&oacute;n. Creer que el Esp&iacute;ritu Santo est&aacute; conduciendo a la Iglesia hacia la verdad completa. Creer en la unidad completa de todo el g&eacute;nero humano, aunque se nos antoje muy lejana y tal vez s&oacute;lo escatol&oacute;gica, porque es &Eacute;l quien gu&iacute;a la historia y preside el &laquo;regreso de todas las cosas a Dios&raquo;. Creer en el Esp&iacute;ritu Santo significa, pues, creer en la Pascua de Cristo, en el sentido de la historia, de la vida, en el cumplimiento de las esperanzas humanas, en la total redenci&oacute;n de nuestro cuerpo y todo el cosmos, porque es &Eacute;l quien lo sostiene y lo hace gemir, como entre los dolores de un parto. Creer en el Esp&iacute;ritu Santo significa adorarlo, amarlo, bendecirlo, alabarlo y darle gracias, como queremos hacer ahora, en que hemos emprendido la aventura de una &laquo;inmersi&oacute;n total&raquo; en &Eacute;l, de buscar en &Eacute;l por mandato y deseo de Cristo la verdad completa de nuestra fe, cristianismo, sacramentos y existencia, y apostolado por un nuevo bautismo de amor&raquo;[13]. 4.- NECESIDAD PERMANENTE EN LA IGLESIA DE LA VENIDA DEL ESP&Iacute;RITU SANTO. EL MISMO ESP&Iacute;RITU SANTO DE PENTECOST&Eacute;S QUE VINO SOBRE LOS AP&Oacute;STOLES REUNIDOS EN ORACI&Oacute;N EN EL CEN&Aacute;CULO CON MAR&Iacute;A, VINO Y VENDR&Aacute; TAMBI&Eacute;N SOBRE PABLO Y TODOS LOS VERDADEROS AP&Oacute;STOLES QUE HAN EXISTIDO Y EXISTIR&Aacute;N. Ese mismo Esp&iacute;ritu de Cristo Sacerdote &Uacute;nico es invocado en la ep&iacute;clesis de la ordenaci&oacute;n sacerdotal para que descienda sobre los ordenandos y vivan la misma vida apost&oacute;lica de Cristo en su mismo Esp&iacute;ritu, que es el Esp&iacute;ritu Santo. Y viene sobre todos los bautizados y ordenados y aumenta su presencia y acci&oacute;n poco a poco en misiones sucesivas, a trav&eacute;s de los sacramentos y de la oraci&oacute;n y acontecimientos de gracia de nuestra vida. Para que nuestro ser sacerdotal transforme nuestro actuar sacerdotal, para ser eficaces en el Esp&iacute;ritu de Cristo y no en el nuestro, puramente humano, necesitamos transformarnos poco a poco, y para conseguirlo, necesitamos vivir en clima de oraci&oacute;n pentecostal, como los ap&oacute;stoles en el Cen&aacute;culo con Mar&iacute;a; as&iacute; nuestra oraci&oacute;n personal ser&aacute; oraci&oacute;n espiritual, seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu de Cristo, y ser&aacute; oraci&oacute;n que realiza lo que invoca o pide o dice al Se&ntilde;or, al ser oraci&oacute;n epicl&eacute;ctica, que invoca al Esp&iacute;ritu Santo, &uacute;nico que transforma en realidad salvadora la palabra. S&oacute;lo as&iacute; podremos decir con San Juan y San Pablo y todos los santos: &ldquo;Yo en vosotros, vosotros en m&iacute;&hellip;&rdquo;, &ldquo;No soy yo, es Cristo quien vive en m&iacute;&rdquo;, &ldquo;para m&iacute;, la vida es Cristo&rdquo;, &ldquo;&iquest;Qui&eacute;n podr&aacute; apartarnos del amor de Cristo?&rdquo;. Y el camino obligado para vivir y trabajar seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu de Cristo fue, es y ser&aacute; siempre la oraci&oacute;n por la que viene a nosotros, la oraci&oacute;n espiritual, pentecostal, oraci&oacute;n y vida cristiana transformada por la venida y la acci&oacute;n santificadora del Esp&iacute;ritu Santo, la oraci&oacute;n transformante, la oraci&oacute;n personal de conversi&oacute;n permanente hecha liturgia o por la liturgia unida con la oraci&oacute;n personal y ofrenda agradable al Padre en la liturgia eucar&iacute;stica, o la oraci&oacute;n lit&uacute;rgica hecha oraci&oacute;n lit&uacute;rgica-personal permanente, que poco a poco va transformando mi vida diaria alimentada por la liturgia:&ldquo;El que me coma vivir&aacute; por m&iacute;&rdquo;. Y siempre con Mar&iacute;a, la madre de Jes&uacute;s. &ldquo;Mar&iacute;a guardaba todas estas cosas y las meditaba en su coraz&oacute;n&rdquo;. Ah&iacute; es donde nuestra hermosa Nazarena, la Virgen bella aprendi&oacute; a conocer a su hijo Jesucristo y todo su misterio, y lo guardaba y lo amaba y lo llenaba con su amor, pero a oscuras, en fe, por la oraci&oacute;n, la meditaci&oacute;n de todo lo que ve&iacute;a y o&iacute;a, m&aacute;s por lo que contemplaba interiormente que por lo exterior, y as&iacute; lo fue conociendo, &laquo;concibiendo a su hijo antes en su coraz&oacute;n que en su cuerpo&raquo;. Pentecost&eacute;s para ella fue el d&iacute;a de la Encarnaci&oacute;n del Hijo por obra del Esp&iacute;ritu Santo. Y quiso orar con los Ap&oacute;stoles en el Cen&aacute;culo para que ellos concibieran en su coraz&oacute;n, en su esp&iacute;ritu, lo que hab&iacute;an visto y o&iacute;do exteriormente, por el mismo Esp&iacute;ritu. Mar&iacute;a y los Ap&oacute;stoles no pudieron estar m&aacute;s unidos e identificados con Cristo que recibiendo su mismo Esp&iacute;ritu, su vida, sus mismos sentimientos. All&iacute; encontraron la fuerza para vivir el misterio del Enviado por el Padre para salvarnos. Pablo no conoci&oacute; al Cristo hist&oacute;rico, no le vio, no habl&oacute; con &Eacute;l, en su etapa terrena. Y &iquest;qu&eacute; pas&oacute;? Pues que para m&iacute; y para muchos le am&oacute; m&aacute;s que otros ap&oacute;stoles que lo vieron f&iacute;sicamente. &Eacute;l lo vio en vivencia y experiencia m&iacute;stica, espiritual, sinti&eacute;ndolo dentro, vivo y resucitado, sin mediaciones de carne, sino en su esp&iacute;ritu por el Esp&iacute;ritu Santo. De ah&iacute; le vino toda su sabidur&iacute;a de Cristo, todo su amor a Cristo, toda su vida en Cristo hasta decir. &ldquo;Para m&iacute; la vida es Cristo&rdquo;; &ldquo;Todo lo considero basura comparado con el conocimiento de mi Se&ntilde;or Jesucristo&rdquo;. Este Cristo, fuego de vivencia y Pentecost&eacute;s personal lo derrib&oacute; del caballo, camino de Damasco, y le hizo cambiar de direcci&oacute;n, convertirse del camino que llevaba, transformarse por dentro con amor de Esp&iacute;ritu Santo. Nos los dice &Eacute;l mismo: &ldquo;Yo s&eacute; de un cristiano, que hace catorce a&ntilde;os fue arrebatado hasta el tercer cielo, con el cuerpo o sin el cuerpo &iquest;qu&eacute; se yo? Dios lo sabe. Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al para&iacute;so y oy&oacute; palabras arcanas que un hombre no es capaz de repetir, con el cuerpo o sin el cuerpo &iquest;qu&eacute; se yo?, Dios lo sabe&rdquo; (2Cor 12, 2-4). Esta experiencia m&iacute;stica, esta contemplaci&oacute;n infusa, vale m&aacute;s que cien apariciones externas del Se&ntilde;or. Tengo amigos, con tal certeza y seguridad y fuego de Cristo, que si se apareciese fuera de la Iglesia, permanecer&iacute;an ante el Sagrario o en la misa o en el trabajo, porque esta manifestaci&oacute;n, que reciben todos los d&iacute;as del Se&ntilde;or por la oraci&oacute;n, no aumentar&iacute;a ni una mil&eacute;sima su fe y amor vivenciales, m&aacute;s quemantes y convincentes que todas las manifestaciones externas. La mayor pobreza de la Iglesia es la pobreza m&iacute;stica. Repito: la mayor pobreza de la Iglesia es la pobreza de vida m&iacute;stica, de vivencia de Dios, de deseos de santidad, de oraci&oacute;n, de transformaci&oacute;n en Cristo:&ldquo;Estoy crucificado con Cristo, vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en m&iacute;.&rdquo; &ldquo;Todo lo considero basura comparado con el conocimiento de mi Se&ntilde;or Jesucristo...&rdquo;, pero conocimiento vivencial, de Esp&iacute;ritu a esp&iacute;ritu, o si quieres, comunicado por el Esp&iacute;ritu Santo, fuego, alma y vida de Dios Trino y Uno. Todos y cada uno de nosotros, desde que somos engendrados en el seno de nuestra madre, nos queremos infinito a nosotros mismos, m&aacute;s que a nuestra madre, m&aacute;s que a Dios, y si no nos convertimos y matamos este yo, permanecemos siempre llenos y dominados por nuestro amor propio, incluso en muchas cosas que hacemos en nombre de Dios. Por eso, sin oraci&oacute;n no hay conversi&oacute;n y sin conversi&oacute;n no puede haber uni&oacute;n con Cristo, y sin uni&oacute;n con Cristo, no podemos hacer las acciones de Cristo, no podemos llevar las almas a Cristo, aunque hagamos cosas muy lindas y llamativas, porque estamos llenos de nosotros mismos y no cabe Cristo en nuestro coraz&oacute;n y sin amor a Cristo sobre el amor propio, algo haremos, pero muy bajito, de amor a Cristo. Por otra parte, si alguno trata de expresarnos defectos o deficiencias apost&oacute;licas que observa, aunque sea con toda la delicadeza y prudencia del mundo, qu&eacute; dif&iacute;cil es escucharle y valorarlo y tenerlo junto a nosotros y darle confianza; as&iacute; que para escalar puestos, a cualquier nivel que sea, ya sabemos todos lo que tenemos que hacer...Hay demasiados profetas palaciegos en la misma Iglesia de Cristo, dentro y fuera del templo, m&aacute;s preocupados por agradar a los hombres y buscar la propia gloria que la de Dios, que la santidad, verdad y eficacia del evangelio. Jerem&iacute;as se quej&oacute; de esto ante Dios, que lo eleg&iacute;a para estas misiones tan exigentes; el temor a sufrir, a ser censurado, rechazado, no escalar puestos, perder popularidad, ser tachado de intransigente, no justificar&aacute; nunca nuestro silencio o falsa prudencia.&ldquo;La palabra del Se&ntilde;or se volvi&oacute; para m&iacute; oprobio y desprecio todo el d&iacute;a. Me dije: no me acordar&eacute; de el, no hablar&eacute; m&aacute;s en su nombre; pero la palabra era en mis entra&ntilde;as fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerla, y no pod&iacute;a&rdquo; (Jr 20, 7-9). El profeta de Dios corregir&aacute;, aunque le cueste la vida. As&iacute; lo hizo Jes&uacute;s, aunque sab&iacute;a que esto le llevar&iacute;a a la muerte. No se puede hablar tan claro a los poderosos, sean pol&iacute;ticos, econ&oacute;micos o incluso religiosos. &Eacute;l lo sab&iacute;a y los profetiz&oacute;, les habl&oacute; en nombre de Dios. Y ya sabemos lo que le pas&oacute; por hablarles as&iacute;. Hoy y siempre seguir&aacute; pasando y repiti&eacute;ndose su historia en otros hermanos. Y se har&aacute; siempre desde un amor sobrenatural, de amar a Dios m&aacute;s que a uno mismo, porque los natural, el amor original y a uno mismo evitar&aacute; arriesgar puestos y dem&aacute;s cosas humanas, evitar ser perseguidos y ocupar as&iacute; &uacute;ltimos puestos y estimas. As&iacute; que por estos y otros motivos, porque la santidad es siempre costosa en s&iacute; misma por la muerte del yo que exige y porque adem&aacute;s resulta dif&iacute;cil hablar y ser testigos del evangelio en todos los tiempos, los profetas del Dios vivo y verdadero, en ciertas &eacute;pocas de la historia, los echamos mucho de menos, precisamente cuando son m&aacute;s necesarios, o no los colocamos en alto y en los p&uacute;lpitos elevados para que no se les oiga. Y eso que todos hemos sido enviados desde el santo bautismo, no digamos desde el sacramento del Orden sacerdotal, a predicar y ser testigos de la Verdad y continuadores de su misi&oacute;n. Por eso escasean los profetas a ejemplo de Cristo, del Bautista, de Pablo; verdaderos y evang&eacute;licos profetas que nos hablen en nombre de Dios y nos echen en cara nuestras actitudes y criterios defectuosos y porque si lo haces, pierdes amigos y popularidad; primero, porque hay que estar muy limpios de defectos y no siempre lo estamos, y segundo, porque hay que estar dispuestos a sufrir por el reinado de Dios y quedar en segundos puestos.He sido testigo y&hellip; en mi vida pastoral. 5.- NECESIDAD PERMANENTE DE PENTECOST&Eacute;S EN LOS AP&Oacute;STOLES DE LA IGLESIA Lo primero que quiero decir en este art&uacute;culo es que, en el pasado, hab&iacute;a sacerdotes en crisis, eran crisis personales, pero no hab&iacute;a una crisis del sacerdocio en cuanto tal. Hoy hemos pasado de la crisis del sacerdote a la crisis del sacerdocio. Hemos pasado de la crisis personal a la crisis de la instituci&oacute;n sacerdotal, en parte debido tambi&eacute;n al poco &eacute;xito, respuesta o atracci&oacute;n que suscita en el mundo actual y en los medios. En Espa&ntilde;a, hasta hace pocos a&ntilde;os, el sacerdote era mediador entre Dios y los hombres, y en lo era en doble aspecto: social y religioso, esto es, el sacerdote era valedor no s&oacute;lo ante Dios y la Iglesia, sino ante la sociedad y los poderes p&uacute;blicos. Todav&iacute;a recuerdo haber ido a Organismos nacionales de Madrid para conseguir dineros y realizaciones para mis pueblos&hellip; Ahora a ning&uacute;n sacerdote se le ocurre tal cosa porque no es competencia o trabajo sacerdotal. Ahora no hay ning&uacute;n sacerdote a quien se le ocurra ir a Madrid o a la Autonom&iacute;a ni a la capital de provincia ni siquiera a su Ayuntamiento, si es ciudad importante, para resolver nada de este tipo: primero, porque ya hay otras instituciones pol&iacute;ticas que lo hacen; segundo, porque no s&oacute;lo no es aceptado, sino ignorado y ridiculizado y mal visto. Es m&aacute;s, es que es &laquo;ninguneado&raquo; hasta en cometidos propiamente religiosos; pensad en fiestas religiosas que se han paganizado; procesiones de Semana Santa, que ya son m&aacute;s acontecimientos &laquo;culturales&raquo; que religiosos, como as&iacute; se les denomina; muchas fiestas patronales, donde ya manda y organiza m&aacute;s el Ayuntamiento o la cofrad&iacute;a que el p&aacute;rroco... &iexcl;lo que tienen que sufrir y tragar algunos sacerdotes! &iexcl;M&aacute;s de lo que quieren y debieran! Qu&eacute; contraste con aquellos tiempos, porque yo llegu&eacute; a conocer a alg&uacute;n sacerdote, que era el verdadero alcalde del pueblo en lo divino y humano. Y hasta cerraban salones y prohib&iacute;an fiestas profanas y las religiosas hab&iacute;a que celebrarlas como Dios manda y no se entraba en su iglesia sin velos o en mangas cortas... No lo hice nunca. Pero lo presenci&eacute;. Porque muchas fiestas, que empezaron y fueron durante a&ntilde;os y siglos estrictamente religiosas y cristianas, hoy han pasado a ser &laquo;fiestas de inter&eacute;s tur&iacute;stico&raquo;, sencillamente laicas, de inter&eacute;s auton&oacute;mico o nacional, puramente folkl&oacute;ricas, por orden y decreto del Ayuntamiento o de la Junta, y as&iacute;, con toda naturalidad las describen los medios, que muchas veces, al hacerlo, se olvidan de la parroquia y no mencionan ni al cura ni lo religioso. Pues bien, toda esa influencia social del sacerdote ha desaparecido, en la mayor&iacute;a de los casos, para bien; en otros, como el enumerado &uacute;ltimamente, para mal; quedamos reducidos al papel de una ONG, que sirve al sentimiento religioso vago y generalizado, donde lo espec&iacute;ficamente cristiano no aparece ni se celebra, aunque se trate de los misterios m&aacute;s exclusivamente nuestros, pero que, al no haber ya una fe popular y ambiental sana, se las considera puramente sociales o culturales; se han paganizado y olvidado su origen religioso, tanto en Semana Santa, como en otras fiestas patronales de los pueblos que tienen por objeto celebrar estos misterios. De esta forma, el sacerdocio cristiano y lo que representa ha perdido su contenido, su rol, su misi&oacute;n, su autoridad pertinente. Y ahora son m&aacute;s importantes los cohetes y las verbenas que se organizan o el pregonero de turno o el cantante que viene para amenizar las fiestas, que tuvieron un origen t&iacute;picamente cristiano, pero que ahora no aparece y ha quedado reducida a lo profano, a fiesta &laquo;cultural&raquo; o de &laquo;inter&eacute;s tur&iacute;stico&raquo;. Estos modos y maneras anteriores, a veces no estrictamente sacerdotales ni apost&oacute;licos, hicieron, sin embargo, que el sacerdocio y gremio clerical se sintiese valorado por el pueblo y por nuestras mismas familias, porque les daba poder humano y divino ante las gentes, aumentaban las vocaciones en las familias, y era interesante para muchos de nosotros, que nos sent&iacute;amos protagonistas en medio del pueblo y de los nuestros. Ahora, en cambio, no lo somos muchas veces ni en lo nuestro. Por eso tambi&eacute;n han descendido las vocaciones y no son valoradas por los padres y madres cristianas. El sacerdocio ha perdido poder y estima. No digamos nada si a todo esto a&ntilde;adimos las ayudas econ&oacute;micas que prest&aacute;bamos en tiempos de hambre o necesidades y me estoy refiriendo hasta los a&ntilde;os setenta y tantos... &laquo;la Ayuda Social Americana&raquo;... Entre mis libros aparecen a veces esos &laquo;vales&raquo;, que utiliz&aacute;bamos para poner los alimentos que d&aacute;bamos a una familia, y que como eran tipo ficha, yo los empleaba para anotar las ideas de la homil&iacute;a pertinente. La sociedad ya no recurre a nosotros para esos problemas. Siempre debi&oacute; ser as&iacute;, porque no era lo nuestro. Pero fue. Y ahora con las bodas civiles y alg&uacute;n intento de primera comuni&oacute;n civil no recurren a nosotros ni para lo nuestro. Ya no somos imprescindibles para un pueblo que no cree y que se va alejando y perdiendo la fe cat&oacute;lica. Y repetir&eacute; una y mil veces que yo no me he ordenado sacerdote, mejor, no me impusieron las manos para hacer obras de caridad, ni dar de comer ni hacer hospitales, ni asilos, ni repartir pan o medicinas; si hay que hacerlo, lo hago, pero no es eso para lo que me ordenaron ni me impusieron las manos. Debo trabajar para que nadie pase hambre, pero no es lo m&iacute;o propiamente sacerdotal y para lo que ordenaron sacerdote; debo preocuparme de que el hermano necesitado tenga ayuda, alguien cuide a los enfermos por ser obras de misericordia, pero yo no fui ordenado sacerdote para eso; lo fui esencialmente para la Eucarist&iacute;a, la Palabra, la Gu&iacute;a del Pueblo de Dios a la eternidad con Dios, y si en ocasiones hay que organizar acciones caritativas y echar una mano, lo hago, pero no es la misi&oacute;n propia para la que Dios me llam&oacute; al sacerdocio. Hay que tener mucho cuidado con desviaciones de los ministerios propiamente sacerdotales, que llevan directamente a Dios y lo sobrenatural, sustituy&eacute;ndolos por otros servicios a veces m&aacute;s apreciados por las mismas gentes religiosas y no religiosas, por necesitarlos materialmente y que hacen que muchos curas seamos valorados, pero no por lo propiamente sacerdotal, sino por otras dimensiones, que, a veces, abarcan la mayor parte de nuestro apostolado. El cura no es el asistente social del pueblo, empe&ntilde;ado en problemas puramente humanos y temporales de nuestra gente, con detrimento y olvido de la misi&oacute;n ministerial de la Palabra y Eucarist&iacute;a y Salvaci&oacute;n eterna y trascendente. Repito: hay que luchar por mandato de Cristo para que se hagan, y si hay que hacerlos, porque otros, que deben hacerlos, no los hacen, lo hacemos; pero no es mi cometido ministerial; y para eso, nada mejor que repasar la Oraci&oacute;n que reza el Obispo para ordenarme sacerdote, que analizar&eacute; en otro libro, y que marc&oacute; todo mi ser y existir sacerdotal. Mi misi&oacute;n es procurar de palabra y de acci&oacute;n que la caridad llegue a todos, pero la Caridad de Cristo, el amor de Cristo, el que lo conozcan y le sigamos, y desde ah&iacute;, todo lo dem&aacute;s. El coraz&oacute;n de mi mensaje ser&aacute; siempre Cristo, la filiaci&oacute;n divina, la gracia y salvaci&oacute;n eterna y trascendente para la cual vino y se encarn&oacute;; tambi&eacute;n cur&oacute; enfermos, dio de comer a los hambrientos, pero no se encarn&oacute; para esto, no dio de comer a todos ni todos los d&iacute;as, ni la dimensi&oacute;n puramente humana fue la raz&oacute;n de su venida, sino aceptar y asumir todo lo humano para hacerlo divino, trascendente, hacernos hijos amados del Padre, y desde ah&iacute; y por eso, ayudar a los hombres en todo, pero mirando siempre lo trascendente y eterno y definitivo. &iquest;C&oacute;mo salvar al hombre si no lo redimo de su ignorancia y pobreza sobrenatural? Ese es el origen y el fin de mi sacerdocio, porque es Cristo. Y para eso, oraci&oacute;n, oraci&oacute;n personal, trato diario de amistad con Cristo, especialmente en el Sagrario. Y all&iacute; me dice siempre: &ldquo;Id al mundo entero y predicad el evangelio&rdquo;. 6.- NECESIDAD DE LA EXPERIENCIA DE DIOS EN EL SACERDOTE ACTUAL ANTE LAS IGLESIAS VAC&Iacute;AS. Porque si el sacerdote no lleg&oacute; a la vivencia de fe personal, por la relaci&oacute;n de amistad personal con Cristo por la oraci&oacute;n, al perder este apoyo vivencial y ver la iglesia vac&iacute;a, algunos se quedan sin fuerzas para seguir con &aacute;nimo y superar o luchar contra la secularizaci&oacute;n del ambiente, super&aacute;ndolo por la fe y vivencia personal. Como consecuencia aparece el des&aacute;nimo, la tristeza y desconfianza en el sacerdote ante las iglesias vac&iacute;as y celebraciones diezmadas; los templos, que en mis tiempos primeros de sacerdocio permanec&iacute;an abiertos todo el d&iacute;a para las visitas al Sant&iacute;simo tanto de ni&ntilde;os como de j&oacute;venes y adultos, ahora permanecen cerradas la iglesia parroquial todo el d&iacute;a y solo se abren para la misa; sin embargo, para visitas tur&iacute;sticas y dem&aacute;s como LAS EDADES DEL HOMBRE algunas Catedrales se cierran por uno o m&aacute;s a&ntilde;os para el culto y s&oacute;lo se abren para ser visitadas por turistas o visitantes o para conciertos corales o art&iacute;sticos, en actos &laquo;oficiales&raquo;, profanos muchas veces. Esperemos que no venga el Se&ntilde;or con el l&aacute;tigo en la mano para echarnos y decirnos: &ldquo;Mi casa ser&aacute; casa de oraci&oacute;n&rdquo; pero ustedes la han convertido en &ldquo;cueva de ladrones&rdquo;&raquo;. En las celebraciones religiosas, sobre todo en misas de domingo, la mayor parte de los participantes son personas mayores, de sesenta a&ntilde;os para arriba. El sacerdote que preside ordinariamente tambi&eacute;n es entrado en a&ntilde;os. Nos hacen falta sacerdotes j&oacute;venes para trabajar con la juventud y para que no se forme la idea de que la misa es cosa de mayores, de abuelos. En algunas parroquias actuales no hay confirmaciones y pocas Comuniones y Bautizos. Por otra parte, lo que no se ve en la tele, no existe; y Dios y la Iglesia no aparecen en los medios de comunicaci&oacute;n intencionadamente. Es m&aacute;s: lo que dice la tele es verdad: &laquo;lo ha dicho la televisi&oacute;n&raquo;; con el poder de la imagen, todos los d&iacute;as, los que suben a los p&uacute;lpitos de las televisiones, las radios, los peri&oacute;dicos, internet, etc... predican y convencen a las gentes, sin el m&iacute;nimo sentido cr&iacute;tico, de todo lo contrario al evangelio, y los llevan como una riada o vendaval a las separaciones y divorcios, a los divorcios expr&eacute;s, a la uniones homosexuales, porque eso es lo que sale en la tele y en las pel&iacute;culas; y eso tiene m&aacute;s fuerza que la predicaci&oacute;n del cura; y eso si los sacerdotes y los obispos se atreven a condenar con constancia los errores y pecados de sus gentes porque si algunos se casan... &iexcl;pobre iglesia! De esta forma la Iglesia se ha quedado sin p&uacute;lpito y sin poder moral, porque ahora son los pol&iacute;ticos los que deciden lo que est&aacute; bien y lo que est&aacute; mal, mejor dicho, &laquo;lo pol&iacute;ticamente correcto&raquo;. Lo que no se anuncia en la tele, facebook, twitter, radio y peri&oacute;dicos, no existe. Aunque sea el mejor y m&aacute;s eficaz. Preg&uacute;ntenselo a las empresas y a las gentes, sobre todo a los j&oacute;venes.. sin guasad y medios. Ahora bien, la Iglesia no sale en la tele, no se anuncia, no predica su doctrina en los medios, luego no existe; no se habla de ella y del evangelio en la calle y con los amigos; total, que el cristianismo, la moral cat&oacute;lica, la familia cristiana, el evangelio, los valores cristianos, el matrimonio con amor exclusivo y para siempre no existen&raquo;[14]. Ante un mundo ateo, instituciones ateas, consumismo y materialismo ateo, &laquo;cabr&iacute;a decir que el cristiano del futuro o ser&aacute; un m&iacute;stico, es decir, una persona que ha experimentado algo, o no ser&aacute; cristiano&raquo;. Este texto de K. Rahner, tan repetido en documentos actuales, voy a transcribirlo con mayor integridad: &laquo;Para tener el valor de mantener una relaci&oacute;n inmediata con el Dios indecible en el sentido de esa sobria espiritualidad, y tambi&eacute;n para tener el valor de aceptar esa manifestaci&oacute;n silenciosa de Dios como el verdadero misterio de la propia existencia, se necesita evidentemente algo m&aacute;s que una toma de posici&oacute;n racional ante el problema te&oacute;rico de Dios, y algo m&aacute;s que una aceptaci&oacute;n puramente doctrinal de la doctrina cristiana. Se necesita una mistagogia o iniciaci&oacute;n a la experiencia religiosa que muchos estiman no poder encontrar en s&iacute; mismos; una mistagogia de tal especie que uno mismo pueda llegar a ser su propio mistagogo... Solamente para aclarar el sentido de lo que se va diciendo, y aun a conciencia del descr&eacute;dito de la palabra &laquo;m&iacute;stica&raquo; &mdash;que, bien entendida, no implica contraposici&oacute;n alguna con la fe en el Esp&iacute;ritu Santo, sino que se identifica con ella&mdash;, cabr&iacute;a decir que el cristiano del futuro o ser&aacute; un &laquo;m&iacute;stico&raquo;, es decir, una persona que ha &laquo;experimentado&raquo; algo, o no ser&aacute; cristiano. Porque la espiritualidad del futuro no se apoyar&aacute; ya en una convicci&oacute;n un&aacute;nime, evidente y p&uacute;blica, ni en un ambiente religioso generalizado, previos a la experiencia y a la decisi&oacute;n personales&rdquo;[15]. El sacerdote y todo hombre pueden tener muchas y variadas presencias o experiencias de Dios, pero la experiencia de Dios no est&aacute; bien tratada en los estudios de los Seminarios y Universidades, es considerada excepcional, propia de &eacute;lites, para grupos selectos de personas religiosas, sin tener en cuenta las palabras del Papa en la NMI: &laquo;Para esta pedagog&iacute;a de la santidad es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oraci&oacute;n... vivi&eacute;ndola plenamente ante todo en la liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial (cfr SC.10), pero tambi&eacute;n de la experiencia personal, es el secreto de un cristianismo realmente vital, que no tiene motivos para temer el futuro, porque vuelve continuamente a las fuentes y se regenera en ellas&raquo;[16]. Y de la relaci&oacute;n que expreso de la experiencia de Dios con el apostolado, siempre repetir&eacute; que la mayor pobreza vital y apost&oacute;lica de la Iglesia ser&aacute; siempre la pobreza de vida m&iacute;stica; quiero decir, que ahora y siempre &eacute;sta ser&aacute; la mayor necesidad y la mayor urgencia de la vida personal y apost&oacute;lica de los bautizados y ordenados; tener predicadores que hayan experimentado la Palabra que predican, que se hayan hecho palabra viva en la Palabra meditada; celebrantes de la Eucarist&iacute;a que sean testigos de lo que celebran y tengan los mismos sentimientos de Cristo v&iacute;ctima, sacerdote y altar, porque de tanto celebrar y contemplar Eucarist&iacute;a se han hecho eucarist&iacute;as perfectas en Cristo; orantes que se sientan habitados por la Sant&iacute;sima Trinidad, fundidos en una sola realidad en llamas en mismo fuego quemante y gozoso de Dios, que su Esp&iacute;ritu Santo, para que, desde esa uni&oacute;n en llamas con Dios, puedan quemar a los hermanos a los que son enviados con esta misi&oacute;n de amor en el Padre, en el Hijo por la potencia de amor del Esp&iacute;ritu Santo. Si no se llega, tendemos o se camina por esta senda de la santidad, de la uni&oacute;n total con el Se&ntilde;or por la oraci&oacute;n personal, todo trabajo apost&oacute;lico tender&aacute; a ser m&aacute;s profesional que apost&oacute;lico; habr&aacute; acciones y m&aacute;s acciones, pero muchas de ellas no ser&aacute;n apost&oacute;licas porque faltar&aacute; el Esp&iacute;ritu de Cristo: habr&aacute; bautizados, pero no convertidos; casados en la Iglesia, marco bonito para fotos, pero no en Cristo, en el amor y promesa de amar como Cristo, con amor total, &uacute;nico y exclusivo; habr&aacute; Confirmados pero no en la fe, porque algunos expresamente afirman no tenerla y all&iacute; no puede entrar el Esp&iacute;ritu Santo, por muchos cantos y adornos que hayamos hecho, eso no es liturgia divina, falta lo principal, la fe y el amor a Cristo&hellip; Y para hacer las acciones de Cristo, para hacer el Apostolado de Cristo hay que seguir su consejo: &ldquo;Vosotros venid a un sitio aparte&hellip; el Se&ntilde;or llam&oacute; a los que quiso para estar con &Eacute;l y enviarlos a predicar&rdquo;; el&ldquo;estar con &Eacute;l&rdquo; es condici&oacute;n indispensable para hacer las cosas en el nombre y esp&iacute;ritu de Cristo. Si no estamos a solas con &Eacute;l todos los d&iacute;as, --eso es la oraci&oacute;n personal--, nos faltar&aacute; la fe y el amor verdaderos para hacerle presente en palabras y acciones ante los hombres, nuestros hermanos; nuestro apostolado se mantendr&aacute; a niveles muy bajos de amor y eficacia salv&iacute;fica, porque ya lo dijo el Se&ntilde;or: &ldquo;sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&hellip;&rdquo;. Todos los grandes ap&oacute;stoles de la Iglesia fueron hombres de oraci&oacute;n empezando por el jefe y modelo para todos, Jesucristo. Y fij&aacute;os en S. Pablo, derribado del caballo pas&oacute; tres a&ntilde;os en los desiertos de Arabia en oraci&oacute;n y conversi&oacute;n; y no digamos de todos los m&iacute;sticos siempre llegaron a esas alturas de uni&oacute;n y amor a Cristo por la unidad entre oraci&oacute;n y conversi&oacute;n de vida. Para Juan de la Cruz, la oraci&oacute;n conduce a la vida y amor a Dios y al hermano e inflama en el servicio apost&oacute;lico. Entre tantos textos que nos recuerdan el profundo sentido apost&oacute;lico de Juan de la Cruz, cuando el cristiano que vive la perfecta vida en Cristo lo imita en el amor del pr&oacute;jimo, nos place citar aquel Dictamen o Ense&ntilde;anza espiritual, n&deg; 10, de Eliseo de los M&aacute;rtires, que nos ofrece una ense&ntilde;anza y una imagen viva de Juan convertido en fuente de agua tambi&eacute;n para los dem&aacute;s. Dec&iacute;a &laquo;que es evidente verdad que la compasi&oacute;n de los pr&oacute;jimos tanto m&aacute;s crece cuanto m&aacute;s el alma se junta con Dios por amor. Porque, cuanto m&aacute;s ama, tanto m&aacute;s desea que ese mismo Dios sea de todos amado y honrado. Y cuanto m&aacute;s lo desea, tanto m&aacute;s trabaja por ello, as&iacute; en la oraci&oacute;n como en todos los otros ejercicios necesarios y a &eacute;l posibles. Y es tanto el fervor y fuerza de su caridad, que los tales pose&iacute;dos de Dios no se pueden estrechar ni contentar con su propia y sola ganancia; antes pareci&eacute;ndoles poco el ir solo al cielo, procuran con ansias y celestiales efectos y diligencias exquisitas llevar muchos al cielo consigo. Lo cual nace del grande amor que tienen a su Dios, y es propio fruto y efecto este de la perfecta oraci&oacute;n y contemplaci&oacute;n&raquo; La pedagog&iacute;a de los santos del Carmelo ofrece un camino de interiorizaci&oacute;n enraizado en la experiencia cristiana, basado en el misterio de la presencia de Dios en nosotros y en el crecimiento en la vida teologal y en el amor a la Iglesia y los hermanos. Ambos parten de Cristo y en &Eacute;l encuentran al maestro de la oraci&oacute;n, al mediador de la comuni&oacute;n con Dios que abre la oraci&oacute;n a la comuni&oacute;n perfecta en la Trinidad y orienta hacia el servicio eclesial. Muchos contemplativos son verdaderos ap&oacute;stoles y patrono de apostolados concretos[17]. El sacerdote tiene la dimensi&oacute;n prof&eacute;tica y debe ser profeta de Cristo, porque ha sido llamado a hablar &laquo;in persona Christi&raquo;. Pero adem&aacute;s est&aacute; llamado a ser su testigo y para eso debe saber y haber visto y experimentado lo que dice. Me gustar&iacute;a no tener que hablar as&iacute;, ni tener que decir estas cosas, porque me supone incomprensi&oacute;n y reacciones dolorosas hacia mi persona; s&eacute; muy bien las reacciones desagradables que suscita en algunos hermanos, especialmente en algunos ambientes apost&oacute;licos; lo acepto con paz, pero esto es lo que veo y observo en algunos sectores de la Iglesia, especialmente de la Iglesia de arriba, cabeza del Cuerpo M&iacute;stico, desde donde la sangre santificadora tiene que llegar a los fieles y a todo el cuerpo, desde el Coraz&oacute;n de Cristo, a trav&eacute;s de Obispos o sacerdotes, sacramentos de su presencia y canales de su gracia. Y donde pongo sacerdote, pongo l&oacute;gicamente y con la misma fuerza y verdad a todo cristiano, a todo creyente que quiera conocer, amar y seguir a Cristo, sea catequista, madre o padre cristiano, colaboradores apost&oacute;licos, que, al no tener una uni&oacute;n fuerte y personal de sentimientos y amor y vida con Cristo, esta sangre redentora no llegar&aacute; en plenitud o con la plenitud necesaria al resto de los miembros del cuerpo de la Iglesia, de la parroquia, de la familia, de los catequizandos, de los hijos, porque las arterias est&aacute;n obstruidas por los criterios y programas y acciones puramente profesionales y por imperfecciones personales, incluso a veces infartadas las venas y los sarmientos, porque el coraz&oacute;n no vive ni vibra de amor, por falta de oraci&oacute;n vivencial con la fuente que mana y corre, que es Jesucristo vivo y resucitado, Jesucristo Eucarist&iacute;a: &laquo;qu&eacute; bien s&eacute; yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche&raquo;. Queridos hermanos, queridos ap&oacute;stoles de Cristo, hay que purificar la fe, los criterios, los sentidos, la mente y el coraz&oacute;n por la purificaci&oacute;n de la noche de los sentidos y del esp&iacute;ritu por medio de la oraci&oacute;n permanente que nos lleve a la conversi&oacute;n permanente, esto es, a la vivencia de la unci&oacute;n permanente en Cristo, para lo cual necesitamos hacer todos los d&iacute;as oraci&oacute;n, vivir la Eucarist&iacute;a, no s&oacute;lo creer y celebrarla; desde Pentecost&eacute;s, tiene que ser todo a partir de una fe purificada, sin criterios ni sentidos humanos, por la acci&oacute;n y el fuego de la oraci&oacute;n contemplativa. Por cierto que esta poes&iacute;a de San Juan de la Cruz, citada anteriormente, est&aacute; dedicada a la Sant&iacute;sima Trinidad, a la vida trinitaria, cuyo manantial para nosotros, los hombres, el Doctor M&iacute;stico lo pone en la Eucarist&iacute;a. Y ya, sin quererlo, he dicho donde est&aacute; y encuentro el camino para esta experiencia viva, encendida, apasionada, infundida, impactada por Dios en el alma; el manantial y la fuente y el coraz&oacute;n de esta experiencia est&aacute; en la oraci&oacute;n personal en sus grados medios y algo elevados de contemplaci&oacute;n y de uni&oacute;n, realizada por Dios directamente en el alma, especialmente en la oraci&oacute;n eucar&iacute;stica; es que teniendo all&iacute; la fuente, teniendo al Se&ntilde;or all&iacute; esper&aacute;ndonos como a la samaritana en el brocal del pozo del sagrario, no comprendo que no se le busque all&iacute; para encontrarle, para hablarle, para pedirle, preguntarle y amarle. Hay que subir por la monta&ntilde;a de la oraci&oacute;n para verle a Cristo transfigurado en la cumbre del Tabor; para ser testigos ante los hermanos, --que tanto lo necesitan en estos tiempos de increencia--, de que Cristo est&aacute; vivo y resucitado y llena tu vida de sacerdote, catequista, madre o padre cristiano; de que el cristianismo no es un sistema de verdades o valores sino una persona viva que llena de Luz y Verdad mi vida, --para qu&eacute; vivo, y por qu&eacute; y a d&oacute;nde voy--, con el cual podemos hablar y dialogar y amar y sentirnos amados, porque para esa alma Cristo est&aacute; realmente vivo y el sepulcro qued&oacute; vac&iacute;o para siempre; y este Cristo vivo y resucitado es verdad, existe y es verdad, y llena mi vida y est&aacute; en el Sagrario, en la Eucarist&iacute;a y me gusta estar con &Eacute;l por lo que me dice y ama, y noto que su contacto me llena de vida y de amor y de amistad eterna conmigo y con todos los hombres. Es que si no lo encuentro vivo y amigo en la Eucarist&iacute;a y en el Sagrario y luego tengo que hablar de &Eacute;l o actuar en su nombre, la gente notar&aacute; que soy profesor, pura teor&iacute;a, te&oacute;logo, libro, pero no viviente y amigo actual y presente en el Sacramento, porque no hablo de mi vivencia y relaci&oacute;n cn &Eacute;l. Hay que llegar a esta vivencia para que la religi&oacute;n no se convierta en una filosof&iacute;a o un programa meramente &eacute;tico, sino en una persona real humana-divina- viviente que muri&oacute; por los que amaba y vino a nuestro encuentro, para que todos tengamos su misma vida de amor y felicidad; para eso vino y se encarn&oacute; y muri&oacute; y resucit&oacute; y permanece en sacramento permanente de amistad que es la Eucarist&iacute;a como misa, comuni&oacute;n y presencia, para ser amigo nuestro, para llevar a todos los hombres a la amistad con nuestro adorado Dios Trino y Uno, que &eacute;ste fue el proyecto primero del Padre, recuperado de forma admirable por &Eacute;l, puesto que para esto nos so&ntilde;&oacute; el Padre y para esto fuimos creados, seg&uacute;n sus mismas palabras: &ldquo;Vosotros en m&iacute;, yo en vosotros, para que todos sean consumados en la unidad&hellip; el Padre os ama&hellip;&rdquo; o con San Juan: &ldquo;Dios es amor&hellip; en esto consiste el amor no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos am&oacute; y nos envi&oacute; a su hijo como propiciaci&oacute;n de nuestros pecados&hellip;&rdquo;. En una palabra, que todos nosotros, los cristianos, pero, sobre todo, los sacerdotes, estamos llamados, desde la unci&oacute;n y el mandato de Cristo, a ser testigos de esto que hacemos y predicamos, y de esta forma, cuando queramos predicar a los hermanos estas verdades de Cristo en el Sagrario, la Eucarist&iacute;a y su Evangelio, nos saldr&aacute;n quemantes y convincentes. De otra forma, saldr&aacute;n s&iacute;, ciertamente, pero teol&oacute;gicas y doctrinales fr&iacute;as, pero no quemantes, no quemar&aacute;n ni contagiar&aacute;n entusiasmo. Necesitamos exploradores, testigos de la tierra prometida, de la amistad y la felicidad con Dios como sentido &uacute;ltimo y definitivo de la vida, testigos de que el pan eucar&iacute;stico est&aacute; lleno de Cristo que llena: &ldquo;si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber&hellip; yo soy el pan de vida&hellip; si alguno viene a mi no pasar&aacute; m&aacute;s hambre&hellip;&rdquo; y, por eso, le visitas todos los d&iacute;as y has puesto tu tienda a la sombra del sagrario y all&iacute; permaneces atado por el amor y no necesitas m&aacute;s que a &Eacute;l; es m&aacute;s, sienten hambre de amar como &Eacute;l, de tener sus mismos sentimientos, su misma vida y por eso no pueden pasar el d&iacute;a sin acercarse a su banquete y comerle de amor. Y &eacute;ste debe ser el trabajo apost&oacute;lico m&aacute;s importante, permanente y diario del sacerdote, que no acabar&aacute; sino en el cielo. Hay que hacerlo todos los d&iacute;as, no solo &ldquo;cuando tengamos tiempo&rdquo; sino siempre porque Dios tuvo todo el tiempo por y para nosotros. Necesitamos predicadores, que no s&oacute;lo predican, sino que son testigos de lo que dicen, como los exploradores que mand&oacute; Mois&eacute;s a la tierra prometida, y que vinieron cargados de los frutos que hab&iacute;an visto y palpado y comido. &Eacute;stas son las almas de oraci&oacute;n profunda y permanente y eucar&iacute;stica. As&iacute; convencieron a sus hermanos israelitas a caminar y sufrir y luchar hasta conquistar la tierra prometida. Como debemos hacerlo todos los sacerdotes. Cuando se llega a esta experiencia, uno reconoce que ah&iacute; est&aacute; la Verdad y la Vida; y lo &uacute;nico que lamenta es no haberlo hecho antes. Mirad c&oacute;mo se expresa San Agust&iacute;n en sus Confesiones, en este texto que viene el d&iacute;a de su fiesta, en la Liturgia de las Horas: &laquo;&iexcl;Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Habi&eacute;ndome convencido de que deb&iacute;a volver a m&iacute; mismo, penetr&eacute; en mi interior, siendo t&uacute; mi gu&iacute;a, y ello me fue posible porque t&uacute;, Se&ntilde;or, me socorriste. Entr&eacute;, y v&iacute; con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo m&aacute;s alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo m&aacute;s bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce la verdad. &iexcl;Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! T&uacute; eres mi Dios, por ti suspiro d&iacute;a y noche. Y, cuando te conoc&iacute; por vez primera, fuiste t&uacute; quien me elev&oacute; hacia ti, para hacerme ver que hab&iacute;a algo que ver y que yo no era a&uacute;n capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con fuerza sobre m&iacute;, y me estremec&iacute; de amor y de temor; y me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre t&uacute; y yo, como si oyera tu voz que me dec&iacute;a desde arriba: &laquo;Soy alimento de adultos: crece, y podr&aacute;s comerme. Y no me transformar&aacute;s en sustancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que t&uacute; te transformar&aacute;s en m&iacute;. Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de ti, y no lo encontraba, hasta que me abrac&eacute; al mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jes&uacute;s, el que est&aacute; por encima de todo, Dios bendito por los siglos, que me llamaba y me dec&iacute;a: Yo soy el camino de la verdad, y la vida, y el que mezcla aquel alimento, que yo no pod&iacute;a asimilar, con la carne, ya que la Palabra se hizo carne, para que, en atenci&oacute;n a nuestro estado de infancia, se convirtiera en leche tu sabidur&iacute;a, por la que creaste todas las cosas &iexcl;Tarde te am&eacute;, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te am&eacute;! Y t&uacute; estabas dentro de m&iacute; y yo afuera, y as&iacute; por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que t&uacute; creaste. T&uacute; estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reten&iacute;anme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existir&iacute;an. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspir&eacute;, y ahora te anhelo; gust&eacute; de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y dese&eacute; con ansia la paz que procede de ti&raquo;[18]. 7.- NECESIDAD DE UNA FE PERSONAL EN DIOS NO MERAMENTE HEREDADA O ESTUDIADA PERO SIN VIVENCIA PERSONAL POR FALTA DE ORACI&Oacute;N-CONVERSI&Oacute;N DIARIA Y PERSONAL &iquest;Hab&eacute;is pensado por qu&eacute; muchos millones de espa&ntilde;oles se han alejado de la Iglesia en estos tiempos modernos? Por muchas razones ciertamente. Pero para m&iacute;, una de las m&aacute;s importantes es que la Iglesia no tiene ese poder econ&oacute;mico, esa influencia social, esa posibilidad de hablar con los jefes de la econom&iacute;a o incluso influir en su nombramiento, como ten&iacute;a antes; y al no tenerlo, ya no les interesa una Iglesia pobre, sin poder, sin relevancia; y se han ido, se han alejado, pero no de la fe que en el fondo no la ten&iacute;an personal, sino por la &ldquo;insignificancia&rdquo; actual en medio y dem&aacute;s de lo religioso, que antes tanto significaba en lo humano, social y econ&oacute;mico. Ahora la gente va a otros sitios, a otros centros de poder social y pol&iacute;tico, de poder econ&oacute;mico, que eso en el fondo es la pol&iacute;tica, y eso est&aacute; hoy acaparado por el poder pol&iacute;tico y econ&oacute;mico, que son los que acaparan tambi&eacute;n los medios de comunicaci&oacute;n, los que suben todos los d&iacute;as a los p&uacute;lpitos de las televisiones, las radios, los peri&oacute;dicos, internet, etc... Consecuencia: que antes, mucha gente, sin ser nosotros conscientes ni ellos, iban al sacerdote, a la Iglesia m&aacute;s por lo que pod&iacute;an conseguir de ella y por medio de ella, que por Cristo y por potenciar su fe y su vida en &Eacute;l; como ahora la parroquia no tiene ese poder influyente en lo econ&oacute;mico y social, como hasta los a&ntilde;os 50-70 del siglo pasado y primeros de la democracia, porque se lo ha llevado todo la pol&iacute;tica, pues all&iacute; va la gente, demostr&aacute;ndose as&iacute; que muchos de nuestros feligreses ven&iacute;an a la parroquia m&aacute;s por las ventajas materiales y de enchufes que pudieran conseguir que por la fe y la necesidad de vivir la vida cristiana, la vida de gracia y amor a Dios. He dicho muchos, pero no todos, porque ahora tenemos un resto de Yahv&eacute; m&aacute;s cristiano que aquellos. &iquest;Que esto no es verdad? &iquest;Que a ti no te parece que esta sea una de las causas principales del entusiasmo religioso de otros tiempos y de la ausencia actual de muchos bautizados en nuestras iglesias? Hagamos una prueba: Imag&iacute;nate por un momento que la Iglesia volviera a tener aquel poder de antes; ya ver&iacute;as c&oacute;mo empezaban a llenarse otra vez nuestros templos, a saludar, visitar y simpatizar con el p&aacute;rroco para pedirle favores, enchufes, colocaciones de los hijos&hellip; y no como ahora, que te has esforzado en hacer una boda que te ven&iacute;a en vacaciones, o un bautizo en d&iacute;as no designados&hellip; etc. y, al d&iacute;a siguiente, ni te saludan. Es muy importante reflexionar y meditar sobre esto, sobre los deseos materiales de ahora y de siempre del hombre, sobre la tentaci&oacute;n del demonio al mismo Cristo: &ldquo;haz que estas piedras se conviertan en pan&rdquo;, del deseo y tentaci&oacute;n permanente del hombre de querer reducirlo todo, hasta lo sagrado y religioso, a &eacute;xito y poder temporal. &laquo;Es que mi hija muri&oacute;, es que Dios no me solucion&oacute; el problema que le encomend&eacute;, es que mi padre se separ&oacute;, es que mi hijo est&aacute; enfermo o no aprueba la oposici&oacute;n o no encuentra trabajo&hellip;&raquo; y le echan la culpa a Dios y muchos se han alejado de la Iglesia y de la fe por estos motivos tambi&eacute;n; y por esto, mucha gente ha dejado de rezar y creer y venir a la iglesia, porque ellos s&oacute;lo quieren un Dios que les favorezca y est&eacute; a su disposici&oacute;n, que convierta las piedras en pan, en &eacute;xitos temporales, como San Judas, en algunos templos, que es m&aacute;s visitado que el mismo Cristo en el sagrario. &iquest;Por qu&eacute; San Judas y algunos santos tienen tanto &eacute;xito y son tan visitados? &iquest;Porque su ejemplo y su culto y veneraci&oacute;n les ayuda a los devotos a ser mejores cristianos, cumplir mejor los mandamientos de Dios, a ser ap&oacute;stoles de Cristo? &iexcl;Ni hablar! Con todo mi respeto, pero con toda verdad, los veneran y los rezan para que todos sus asuntos materiales y peticiones les salgan bien, es decir, por el ego&iacute;smo innato, que nos arrastra a todos y a algunos les lleva a la superstici&oacute;n. &Eacute;sta es una de las razones por las que los pol&iacute;ticos no quieren que la Iglesia tenga ni poder moral, social, ni caritativo&hellip; por eso la silencian totalmente en los medios y la persiguen y quieren suplantarla y considerarla como una ONG m&aacute;s, y para matrimonios y bautizos y primeras comuniones ya est&aacute;n las civiles de algunos ayuntamientos y para caridad, que siempre ha sido nota importante y especifica de la Iglesia, ahora est&aacute; la Cruz Roja y las ONG. Y no digamos otra faceta m&aacute;s de los medios de comunicaci&oacute;n, que nos ridiculizan a cada paso y te ponen como modelo muchas veces de servicios sociales y humanos a las ONG de turno, verdaderos negocios a veces, como est&aacute; escrito y demostrado, y silencian en los mismos lugares de pobreza o cataclismos a nuestras Misiones, la obra religiosa, caritativa y social y humana y divina m&aacute;s impresionante del mundo, con hombres y mujeres religiosos entregados de por vida a estar con los m&aacute;s pobres y necesitados, sin recompensa econ&oacute;mica y humana y social de ning&uacute;n tipo; verdadera presencia de Cristo entre los m&aacute;s pobres de los pobres. Menos mal que, a veces, hasta los periodistas ateos, como uno que recuerdo ahora, y que as&iacute; se declar&oacute; por la televisi&oacute;n, manifest&oacute; su asombro, en un reportaje de calamidades de un pa&iacute;s africano, por lo que hac&iacute;an los misioneros y misioneras y c&oacute;mo mor&iacute;an all&iacute; despu&eacute;s de 40 y 50 a&ntilde;os de vivir olvidados, sin haber vuelto a la patria. Tenemos que reconocer con tristeza y verdad, que hasta hace unos a&ntilde;os, no todos los espa&ntilde;oles iban por Cristo a la Iglesia; no recib&iacute;an los sacramentos desde la fe, no se acercaban a Dios por ser Dios, sino por los beneficios que pod&iacute;an recibir de &Eacute;l o de su Iglesia y de sus sacerdotes. Cosa que ahora no ocurre, porque el que no tiene fe, abiertamente lo dice y no va y nadie le dice nada ni se lo echa en cara, porque son muchos, son millones, no como antes, que iba todo el pueblo. En cuanto la Iglesia perdi&oacute; este poder, miles de j&oacute;venes y matrimonios se han ido a donde est&aacute;n las ganancias posibles. Y &eacute;sta es una de las razones principales por las que no vienen ya a nuestras iglesias ni llenan nuestros templos y las misas est&aacute;n m&aacute;s vac&iacute;as y se han hecho ateos. Un Dios que no les hace m&aacute;s ricos, sanos, poderosos&hellip; no les sirve. Adem&aacute;s, &laquo;yo hago lo que me apetece&raquo;, &eacute;ste es su lema y su grito de libertad, mejor dicho, su grito de acci&oacute;n y vida en todo; decir Dios, es decir, mandamientos: el sexto, el noveno y el primero y todos los dem&aacute;s&hellip; es obedecer; soluci&oacute;n: no creo, soy ateo y no tengo que obedecer ni dar cuentas a nadie. El ate&iacute;smo no es como el de nuestros tiempos j&oacute;venes; discut&iacute;amos con los estudiantes con razones filos&oacute;ficas y nosotros arg&uuml;&iacute;amos con las &ldquo;v&iacute;as de Santo Tom&aacute;s&rdquo;. Ahora ni un s&oacute;lo argumento filos&oacute;fico o cient&iacute;fico, ahora no se piensa ni estudia en los libros; ahora se &laquo;vive&raquo; s&oacute;lo el tiempo presente y lo m&aacute;s c&oacute;moda y placenteramente posible: &laquo;yo hago lo que me apetece&raquo;: regla suprema de vida y de moral. Y Dios no me apetece porque entonces no puedo hacer lo que me apetece y en el horizonte veo sus mandamientos. Y repito: si la Iglesia volviera a tener poder social, econ&oacute;mico y hasta pol&iacute;tico como entonces, que nunca debi&oacute; tenerlo ni dejarse seducir por ellos, como en otros tiempos los tuvieron hasta los Papas, en &eacute;pocas determinadas de la Historia; repito, que, como ahora pudi&eacute;ramos otra vez colocar y enchufar a la gente como antes ante los poderes econ&oacute;micos, sociales, y necesitasen de los informes de los sacerdotes para muchas profesiones y colocaciones y puestos de trabajo como en aquellos tiempos &iexcl;cu&aacute;ntos informes me toc&oacute; hacer para enchufar a la gente! Repito e insisto en decir y afirmar que las Iglesias otra vez volver&iacute;an a estar llenas. Haced la prueba mentalmente. Y fijaos en situaciones de iglesia parecidas a la nuestra de hace a&ntilde;os, en pa&iacute;ses de Am&eacute;rica Latina, &Aacute;frica, Ocean&iacute;a&hellip; el mismo poder de los muljaindines musulmanes&hellip; es lo mismo de la Iglesia de siglos atr&aacute;s, cuando tuvo estos poderes, y los Papas eran reyes. Y esto mismo, pero de otra forma, es lo que en el fondo est&aacute; presente en la vida y apostolado de algunos sacerdotes, que al no tener un amor, una experiencia personal de Cristo y de la eternidad que Cristo nos gan&oacute;, sentida y vivida y experimentada personalmente, viven mirando m&aacute;s lo humano que lo divino que nos trajo, m&aacute;s lo presente que la salvaci&oacute;n eterna, por la cual se encarn&oacute;; se valora m&aacute;s lo humano que lo divino, lo puramente material que lo espiritual. Y si el sacerdote no est&aacute; apercibido y no vive lo trascendente, se queda sin el sentido de su sacerdocio, de los valores eternos y esenciales de su sacerdocio para los cuales vino Cristo y le llam&oacute; al sacerdocio eterno. Del pecado del sexo dentro de la misma Iglesia no quiero hablar, es muy triste y no tengo informaci&oacute;n suficiente. Qu&eacute; noticias m&aacute;s tristes e inesperadas en la prensa y televisi&oacute;n, incluso de alg&uacute;n obispo joven que &hellip; Para m&iacute; es muy doloroso y no tengo informaci&oacute;n suficiente, solo lo que veo publicado o en televisi&oacute;n. Malos tiempos para la fe y la moral cristiana. &iexcl;Qu&eacute; silencio de estos temas morales en los documenos de obispos actuales! TERCERA PARTE RETOS IMPORTANTES PARA LA IGLESIA Y LOS SACERDOTES EN EL MUNDO ACTUAL Estos son algunos de los retos m&aacute;s importantes que se le presentan al sacerdote en el mundo actual. 1.- PRIMER RETO: NECESIDAD EN NOSOTROS SACERDOTES DE UNA FE EXPERIMENTADA Y VIVENCIAL, NO MERAMENTE ESTUDIADA Ante una sociedad y vida atea, hoy no es suficiente un amor a Cristo heredado y ordinario; hoy necesitamos un amor extraordinario y personal a Cristo vivo y resucitado, no puramente concepto o idea teol&oacute;g&iacute;ca Hoy no basta tener un amor ordinario a Cristo, hoy el sacerdote necesita un amor extraordinario, y ese amor solo se encuentra en la oraci&oacute;n personal, especialmente eucar&iacute;stica, junto al Sagrario; y desde esta experiencia de Cristo vivo, vivo y resucitado, luego puede hablar y predicarle como testigo convencido y viviente de lo que dice y celebra en la Eucarist&iacute;a, no desde la teolog&iacute;a o una fe que no se ha convertido en vida y vivencia por el encuentro de relaci&oacute;n y amistad personal de la oraci&oacute;n contemplativa: Qu&eacute; bien s&eacute; yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche. Aquesta eterna fonte est&aacute; escondida en este vivo pan por darnos vida, aunque es de noche. Aqu&iacute; se est&aacute; llamando a las criaturas, y de esta agua se hartan, aunque a oscuras porque es de noche. Aquesta viva fuente que deseo, en este pan de vida yo la veo, aunque es de noche. (de noche: por la fe) Todos percibimos, aunque sea de manera muy gen&eacute;rica, que algo est&aacute; cambiando profundamente en la conciencia religiosa de nuestra sociedad; en el mundo cristiano espa&ntilde;ol hay separaciones, divorcios, abortos, eutanasia, uniones homosexuales, violencia del g&eacute;nero, que es un eufemismo de los pol&iacute;ticos actuales para no llamar a las cosas por su nombre, como es el matar un esposo a su esposa o viceversa, y m&aacute;s grave, matar a la esposa y madre con los hijos, y cosa inaudita, matar la esposa y madre a sus hijos juntamente con su esposo... L&oacute;gicamente si esto ha cambiado en lo m&aacute;s profundo del hombre, tambi&eacute;n se tambalean otras convicciones &iacute;ntimas de ese mismo hombre, que antes dec&iacute;amos que era &laquo;naturaliter christianus&raquo;, cristiano por naturaleza; pero como ahora no se respeta ni la ley natural, ni los lazos y v&iacute;nculos y compromisos naturales, ni el amor natural, ni la verdad natural, tampoco se respeta lo m&aacute;s natural que existe, que es Dios, Dios creador del mundo, de los astros, de la vida y de la raz&oacute;n y del hombre. La ciencia que estudie y descubra el modo de hacerlo; porque el sentido del hombre y de la creaci&oacute;n nos lo da la revelaci&oacute;n. Dios no existe, ha dejado de existir &laquo;naturalmente&raquo; en el coraz&oacute;n del hombre, en la familia, en la educaci&oacute;n de los padres, en la Escuela, en la Universidad; ahora s&oacute;lo puede existir &laquo;sobrenaturalmente&raquo;, &laquo;milagrosamente&raquo;, es decir, al margen de lo natural, sin el apoyo de la educaci&oacute;n, de la escuela, de la formaci&oacute;n humana, incluso de la familia, la cosa m&aacute;s natural, donde ya no se habla de Cristo ni de religi&oacute;n y muchos afirman no creer. Si la escuela no da religi&oacute;n, si la familia no educa en la fe y la educaci&oacute;n humana en la escuela es deficiente, la Iglesia debe suplirlas, debe cambiar sus catequesis, sus exigencias, su preparaci&oacute;n para los sacramentos, porque de esta forma no son recibidos con las condiciones que Cristo quiso al instituirlos y la Iglesia debe exigirlas para administrar los sacramentos de bautizos, primera comuni&oacute;n, bodas correstamente... &iquest;Qu&eacute; pasa entonces? Pues lo que pasa, muchos disgustos pastorales, porque vemos que estos sacramentos de Cristo se dan muchas veces sin la fe debida a Cristo y necesaria para su eficacia. As&iacute; que muchas veces la parroquia es un supermercado m&aacute;s de la ciudad, pero de art&iacute;culos religiosos. Y lamento tener que empezar diciendo que seguimos celebrando S&iacute;nodos y reuniones pastorales y arciprestales con un concepto rancio y anticuado de apostolado, sin dar primac&iacute;a a la gracia, al &ldquo;sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&rdquo;, suponiendo en los bautizados la fe cristiana que precisamente hay que transmitir. P&aacute;ginas y m&aacute;s p&aacute;ginas, libros enteros, conferenciantes te&oacute;logos que hablan como si todo dependiera de nosotros, de nuestras actividades y organigramas y poco o nada de la espiritualidad del apostolado. Dice Juan Pablo II en la Novo millennio ineunte, al tratar de decirnos c&oacute;mo debemos trabajar y orientar la renovaci&oacute;n pastoral en el tercer milenio, para que no se ponga en puras programaciones de actividades pastorales, como seguimos haciendo, sino en la primac&iacute;a de nuestra uni&oacute;n con Cristo, en la primac&iacute;a de la espiritualidad de nuestras acciones, el buscar directamente a Cristo, la fe, la vida de amor a Dios en nuestras actividades, pero no de una forma &laquo;transversal&raquo;, sino directa y fundamentalmente, como inicio, camino y final de todo apostolado: &laquo;Primac&iacute;a de la gracia 38. En la programaci&oacute;n que nos espera, trabajar con mayor confianza en una pastoral que d&eacute; prioridad a la oraci&oacute;n, personal y comunitaria, significa respetar un principio esencial de la visi&oacute;n cristiana de la vida: la primac&iacute;a de la gracia. Hay una tentaci&oacute;n que insidia siempre todo camino espiritual y la acci&oacute;n pastoral misma: pensar que los resultados dependen de nuestra capacidad de hacer y programar. Ciertamente, Dios nos pide una colaboraci&oacute;n real a su gracia y, por tanto, nos invita a utilizar todos los recursos de nuestra inteligencia y capacidad operativa en nuestro servicio a la causa del Reino. Pero no se ha de olvidar que, sin Cristo, &laquo;no podemos hacer nada&raquo; (cf Jn 15,5). La oraci&oacute;n nos hace vivir precisamente en esta verdad. Nos recuerda constantemente la primac&iacute;a de Cristo y, en relaci&oacute;n con &eacute;l, la primac&iacute;a de la vida interior y de la santidad. Cuando no se respeta este principio, &iquest;ha de sorprender que los proyectos pastorales lleven al fracaso y dejen en el alma un humillante sentimiento de frustraci&oacute;n? Hagamos, pues, la experiencia de los disc&iacute;pulos en el episodio evang&eacute;lico de la pesca milagrosa: &laquo;Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada&raquo; (Lc 5,5). Este es el momento de la fe, de la oraci&oacute;n, del di&aacute;logo con Dios, para abrir el coraz&oacute;n a la acci&oacute;n de la gracia y permitir a la palabra de Cristo que pase por nosotros con toda su fuerza: Duc in altum! En aquella ocasi&oacute;n, fue Pedro quien habl&oacute; con fe: &laquo;en tu palabra, echar&eacute; las redes&raquo; (ib). Permitidle al Sucesor de Pedro que, en el comienzo de este milenio, invite a toda la Iglesia a este acto de fe, que se expresa en un renovado compromiso de oraci&oacute;n&raquo;. Tenemos que orar personalmente, incluso en la oraci&oacute;n lit&uacute;rgica, entrando as&iacute; en el coraz&oacute;n de los ritos y misterios celebrados y encontrar en ellos a Cristo vivo y celebrante, puesto que es el que los realiza y al que presto mi humanidad, mis manos y mis labios para que pueda realizarlos en &laquo;memorial eterno&raquo; dentro del espacio y del tiempo. Y para esto, para esta acci&oacute;n lit&uacute;rgica, de Cristo por medio de m&iacute;, ser consciente de lo que soy y hago en esos mementos con Cristo o Cristo por medio de m&iacute;, para todo esto: oraci&oacute;n y uni&oacute;n personal con Cristo en di&aacute;logo permanente con el celebrante principal, Cristo, sacerdote y v&iacute;ctima. Hemos de exigir la fe personal en Cristo a nuestros feligreses, a no ser que queramos seguir bautizando, confirmando, casando... sin necesidad de la fe en Cristo a quien no conocen ni siguen nuestros &laquo;sacramentandos&raquo;; sin catequesis para sembrar o potenciar o convertirlos a la fe en Cristo; sin confirmar a nuestra juventud en la fe, casando en la iglesia, pero no por la Iglesia o en Cristo, como muchos novios que ni creen ni lo tienen presente a la hora de unirse en matrimonio, que no es sacramento adem&aacute;s, porque no es amor exclusivo y para toda la vida, sino hasta que dure, y a veces no dura ni el viaje de novios. Conozco casos. Los canonistas te dicen que esos matrimonios son nulos. No es honrado ser testigos de ese sacramento en esas condiciones. &iquest;Cu&aacute;ntos sacerdotes piensan que dar el bautismo a ni&ntilde;os en la fe de sus padres, que positivamente dicen y manifiestan no creer ni rezar, les ayudar&aacute; luego a rezar y recibir una educaci&oacute;n cristiana a estos ni&ntilde;os bautizados en estas condiciones? Cuando te encuentras con casos parecidos, &iquest;cu&aacute;ntas veces tienes que cambiar la liturgia del bautismo sobre la marcha, porque sientes verg&uuml;enza para decir que los padres son testigos de la fe, se comprometen a educar en la fe cristiana a sus hijos y ellos son pareja de hecho, no est&aacute;n casados, est&aacute;n &ldquo;arrejuntaos&rdquo; que dec&iacute;amos antes o han dicho no a Dios cas&aacute;ndose en el Ayuntamiento y ahora dicen s&iacute; a Dios pidiendo el bautismo que damos a los hijos pero apoy&aacute;ndonos en la fe de los padres? &iquest;Y c&oacute;mo van a creerse los ni&ntilde;os de Primera Comuni&oacute;n que Jesucristo es Hijo de Dios y Se&ntilde;or y est&aacute; en el pan consagrado, cuando sus padres no comulgan nunca ni les han visto de rodillas nunca en la iglesia, ni van a misa los domingos, ni han rezado con ellos en casa y s&oacute;lo aparecen por la iglesia el d&iacute;a de su Primera Comuni&oacute;n? &iquest;Para qu&eacute; sirven los cursillos prematrimoniales para chicos que confiesan no creer en Cristo, viven al margen de la Iglesia, incluso votan contra ella y la critican continuamente y que l&oacute;gicamente se casar&aacute;n &ldquo;en la&rdquo;, pero no &ldquo;por la Iglesia&rdquo; porque es un marco muy bonito para la ceremonia y las fotos del recuerdo? &iquest;Cu&aacute;ntos enfermos rechazan la Comuni&oacute;n, al sacerdote y la Unci&oacute;n y luego algunos sacerdotes, por sistema, para quedar bien con la familia y dem&aacute;s, les meten en el cielo en la homil&iacute;a, sin contar con Dios, el &uacute;nico que salva o condena? Si sigue, como actualmente, sin el apoyo natural de los padres, la Iglesia lo tiene muy dif&iacute;cil para educar en la fe a estos ni&ntilde;os, para los cuales sus padres son como dios, son los que m&aacute;s los quieren y aman y se f&iacute;an de ellos, como si fueran el Dios verdadero. Muchos padres modernos ni creen, ni rezan ni van a misa ni les hablan de Dios a sus hijos ni sus hijos les ven de rodillas nunca ante Dios, aunque pidan bautismos, comuniones y dem&aacute;s para sus hijos; uds. me dir&aacute;n... Todo esto que he dicho ahora, no lo he dicho porque quiera analizar la pastoral de los sacramentos y sus dificultades; no, no es lo que pretendo ni lo que me interesa ahora. Lo que me interesa ahora es decir que todo esto puede influir muy negativamente en la fe y en la vida espiritual no s&oacute;lo de los que reciben as&iacute; los sacramentos, sino de los mismos sacerdotes que puedan administrarlos de esta forma. Y lo que dec&iacute;a el Vaticano II, de que la vida lit&uacute;rgica ten&iacute;a que ser fuente y cima de toda la vida cristiana, se convierte en un c&aacute;ncer de la vida espiritual de los sacerdotes, si no se atreven a administrarlos como Dios quiere y la Liturgia y la Teolog&iacute;a y la Moral mandan. Y puede matar su sacerdocio, no digamos su alegr&iacute;a y gozo sacerdotal. &iexcl;Cu&aacute;nta mentira! &iexcl;Qu&eacute; paradoja, que todos nos estamos tragando sin meter mano en el problema y estamos bautizando y dando comuniones y confirmando sin hacer m&aacute;s cristianos, m&aacute;s j&oacute;venes confirmados en una fe que algunos p&uacute;blicamente dicen no tener y le confirmamos en el Esp&iacute;ritu Santo, a quien no conocen ni han o&iacute;do hablar de &Eacute;l, porque en muchas catequesis de Confirmaci&oacute;n ni se habla de &Eacute;l, porque ser&iacute;a un tema muy elevado para los chicos y se aburren! Confirmarse en una fe que no estamos convencidos de que la tengan, bautizar en la fe de unos padres que no la tienen, casarse en Cristo en quien no creen ni quieren comprometerse en un amor exclusivo y para siempre como el de Cristo. &iquest;D&oacute;nde est&aacute; la exigencia absolutamente necesaria de la fe en Cristo para poder recibir los sacramentos? &iquest;Por qu&eacute; no tenemos en cuenta lo que exige la teolog&iacute;a y la moral cat&oacute;lica y est&aacute; definido dogm&aacute;ticamente para recibir los sacramentos? Si yo no lo hago as&iacute;, por no tener disgustos y problemas, estoy negando a Jesucristo, no creo que Dios sea lo primero y absoluto, que exija ser adorado y que yo me ponga de rodillas ante su Persona y mandatos, no valoro la fe y la gracia del Se&ntilde;or, estoy demostr&aacute;ndome que mi fe no es sincera, porque no estoy dispuesto a defenderla contra indiferentes, ignorantes conscientes o enemigos de la misma. Lo he dicho y predicado muchas veces: la gente de ahora es buena; vienen los novios al cursillo prematrimonial, son buena gente, pero no tienen ni idea del evangelio, de las par&aacute;bolas, de Cristo ni de su doctrina ni de sus ense&ntilde;anzas, no saben rezar a veces el credo o la salve o el Padre-nuestro, te preguntan qu&eacute; es eso de la Inmaculada, sencillamente porque ya no se lo ense&ntilde;an de ni&ntilde;os ni en casa, ni en la escuela y a veces... con ciertos modos de preparar a los sacramentos, ni en las catequesis. Antes ve&iacute;amos claro que el hombre era &laquo;naturalmente cristiano&raquo;, porque, aunque no fuera a misa, el ambiente lo proteg&iacute;a, las costumbres eran cristianas, el ambiente era cristiano y la familia era cristiana. Ahora, el ni&ntilde;o y el joven y el adulto no tienen apoyos, y esto es lo que quiero decir tambi&eacute;n en relaci&oacute;n con el sacerdote, ha perdido el apoyo de los padres que piden sacramentos; ha perdido el apoyo del ambiente cristiano, de las costumbres cristianas... por tanto, tiene un reto: tiene que pasar de una fe heredada o social o popular o comunitaria a una fe personal, vivida y elaborada desde s&oacute;lo Dios, sin apoyos de personas, individuos y teolog&iacute;a y moral, que ya no se viven. Todo este reto se convierte autom&aacute;ticamente en una tentaci&oacute;n, que le llevar&iacute;a a secularizar los sacramentos y luego su espiritualidad personal y luego su mismo ser y actuar sacerdotal, al dar los sacramentos sin las disposiciones exigidas por Cristo, para no sufrir y complicar su existencia y su relaci&oacute;n con los padres o j&oacute;venes &laquo;ateos&raquo;, en la petici&oacute;n o recepci&oacute;n de los sacramentos. Por otra parte, ahora tambi&eacute;n, el fen&oacute;meno de la increencia, en sus diversas manifestaciones de ate&iacute;smo intelectual o pr&aacute;ctico, agnosticismo, laicismo, materialismo, erotismo, falta de sentido y vac&iacute;o existencial: a d&oacute;nde voy, para que vivo, por qu&eacute; vivo... ha llenado nuestras aulas, calles, ciudades y ha dado origen a una nueva cultura atea, sin Dios, que tiene como denominador com&uacute;n que Dios no me tiene que decir lo que est&aacute; bien o mal moralmente sino que son los votos, con lo que decidimos lo bueno y lo malo, mejor dicho, &laquo;lo correcto&raquo; en las circunstancias actuales: de ah&iacute;, el aborto, la eutanasia, las uniones homosexuales, son buenas, sencillamente porque lo dice el hombre; lo que haya dicho Dios en la Biblia o Evangelio, &ndash; que no han le&iacute;do y menos meditado,- no cuenta, no existe para nosotros. Ha bastado que un partido tenga un pu&ntilde;ado de votos m&aacute;s para que esto sea la verdad y aquello, falso. No se busca el bien o la perfecci&oacute;n de la persona, sin imponer mis intereses, imponiendo mi opini&oacute;n y mis apetencias instintivas. Como consecuencia de esta cultura de la increencia, cada uno decide lo que est&aacute; bien y lo que est&aacute; mal y que ordinariamente es lo que le apetece: &laquo;yo hago lo que me apetece&raquo;, es la frase que m&aacute;s se repite en la calle y en la televisi&oacute;n; esto ha dado origen a unos comportamientos colectivos que tienen como denominador com&uacute;n, la no necesidad de Dios, acostumbr&aacute;ndonos a vivir en la caducidad del tiempo y de las cosas, sin trascendencia y eternidad, sin otra mirada superior de criterios y de vida, que es la del Dios infinito, que nos cre&oacute; por amor y nos ha llamado a compartir su misma felicidad para la que fuimos creados, empe&ntilde;&aacute;ndose el hombre por acomodarse a esta finitud, que nos llena de las migajas de las cosas finitas, -consumismo-, y nos priva de la hartura y de la plenitud de Dios, lo cual, por otra parte, est&aacute; produciendo m&aacute;s vac&iacute;os, depresiones, suicidios, cr&iacute;menes... que nunca, porque queremos suplir nuestros deseos de lo infinito, con cosas y m&aacute;s cosas, y llenamos nuestras casas de todo, y a nuestros hijos les damos y les llenamos de todo, y ahora resulta que les falta todo, porque les falta todo, que es Dios. Dios no cuenta para nada a la hora de orientar o motivar la vida humana y diaria. Esta es una herencia m&aacute;s del marxismo, del para&iacute;so en la tierra, para lo cual ha evolucionado de una filosof&iacute;a atea, no hay m&aacute;s cielo que lo presente, a un pragmatismo real utilitarista y consumista, y ha pasado de la ideolog&iacute;a, que no arrastraba, a la estrategia utilitarista y consumista atea, sin Dios, para mantenerse en el poder. Y como esto da votos, le han imitado hasta los partidos de ra&iacute;ces cristianas. Por eso, ahora, todos los partidos pol&iacute;ticos, unos m&aacute;s que otros, van buscando los votos de la mayor&iacute;a, y como la mayor&iacute;a nunca ser&aacute; exigente, no establecen leyes que exijan para conseguir esos valores humanos que no se pueden conseguir de otra forma, ni eduquen hacia lo superior, hacia la cumbre de lo perfecto humanamente que siempre ser&aacute; con esfuerzo y abnegaci&oacute;n; no, ahora todo debe ser f&aacute;cil, dulce, placentero, sencillo; la vida, la ense&ntilde;anza, un juego. Lo exigente se llama no pr&aacute;ctico. Citar&eacute; una vez m&aacute;s a Jos&eacute; M. Lahidalga: &laquo;La gente joven acusa una cierta <flojera> personal: la abnegaci&oacute;n a la baja. Vamos a terminar nuestro boceto. Y no queremos hacerlo sin ofrecer a nuestros lectores un peque&ntilde;o comentario sobre una actitud personal que observamos en nuestros j&oacute;venes y que nos llama poderosamente la atenci&oacute;n. Nos referimos a esa especial <flojera> que acusa, en general, la gente joven cuando tiene que hab&eacute;rsela con las dificultades de la vida. Quiz&aacute; una consecuencia del hedonismo que les rodea en las sociedades opulentas. Lo tienen todo y les cuesta privarse de algo que les apetece. Lo quieren tener, y ya.Al instante. No saben esperar y dar tiempo al tiempo. Los que somos mayores, muy mayores, y hemos pasado por situaciones de pobreza y escasez, tendemos a calificar de <blandos> a estos j&oacute;venes de ahora. Pensamos: no tienen el <esp&iacute;ritu de sacrificio> que se nos inculc&oacute; a nosotros. No aguantan nada. Se derrumban enseguida. Tiran la toalla. Los creyentes, fieles al Evangelio, hemos hecho nuestra, por lo menos en teor&iacute;a, una actitud fundamental, que es algo m&aacute;s que una actitud religiosa. Pensamos que vale tambi&eacute;n en el mundo secularizado en que vivimos. La convivencia, por ejemplo, en pareja o en familia, no es posible sin una buena dosis de abnegaci&oacute;n o negaci&oacute;n de s&iacute; mismo. Pensar en los otros y querer ayudarles, si no hay esa actitud humana, que no tiene por qu&eacute; tener una motivaci&oacute;n religiosa, es un deseo vano. Esta palabra &mdash;abnegaci&oacute;n&mdash; tiene hoy mala prensa. Sobre todo en las nuevas generaciones. Se piensa que es lo contrario a la autoestima o al amor a s&iacute; mismo o a la realizaci&oacute;n personal a tope. Se piensa que es como tener que renunciar a algo que nos gusta. Una especie de amputaci&oacute;n de la persona. El Diccionario de la Lengua nos da una pista nada despreciable para no sacar las cosas de quicio. &laquo;Abnegaci&oacute;n: sentimiento altruista que mueve al sacrificio de los propios afectos o intereses en servicio de Dios o para el bien del pr&oacute;jimo>. Lo que s&iacute; podemos afirmar es que el mundo, nuestro mundo, est&aacute; en crisis. Y en este mundo en crisis la juventud, nuestra juventud, est&aacute; ejerciendo un papel importante. No vamos a decir, una vez m&aacute;s, que el sintagma <crisis es una polisemia. Ya lo hemos glosado muchas veces, y aqu&iacute; mismo. Comporta un doble significado. Hay una crisis-peligro (cambio a peor) y una crisis-oportunidad (cambio a mejor). Y la gente joven est&aacute; participando, y, activamente, en la doble vertiente del cambio. Lo hemos podido comprobar respecto de la realidad humana del matrimonio. Ya est&aacute;n sugeridos los cambios. Conocemos los dos aspectos de la crisis. Los lectores ya est&aacute;n al tanto de <lo que va de ayer a hoy>. Nuestros j&oacute;venes est&aacute;n poniendo en peligro algunos valores sustanciales en la visi&oacute;n humana y cristiana de la vida. Lo dicho en nuestra colaboraci&oacute;n anterior. Y esto hay que denunciarlo sin complejos[19]&raquo;. El concepto sobre el hombre, la vida, el matrimonio, la sociedad es ateo, sin Dios, sin religi&oacute;n, sin racionalidad completa, y, desde luego, sin trascendencia. Por eso se lo ponen muy dif&iacute;cil al evangelio, porque tenemos que luchar contra unas actitudes y comportamientos pragm&aacute;ticos m&aacute;s que contra un pensamiento filos&oacute;fico o racional sobre el hombre y la sociedad, caracterizado por un estilo de vida consumista superficial, de disfrute inmediato, de s&oacute;lo lo presente, el futuro no importa, de trivialidad no comprometida en nada y menos religioso, de alergia al estudio, a la reflexi&oacute;n, a la filosof&iacute;a de las cosas y, l&oacute;gicamente, a la mirada trascendente de la vida, a las preguntas &uacute;ltimas que nos trae el evangelio de Cristo. Este es el ambiente que se respira en estos tiempos de modernidad o postmodernidad o como quieras llamarlo, y esto es lo que fabrican nuestras televisiones, revistas, Internet, pel&iacute;culas y muchos libros y novelas... laboratorios de la cultura emergente y que encuentra cauce en los &laquo;mass media&raquo;, en los cen&aacute;culos acad&eacute;micos, en las reuniones de pseudofil&oacute;sofos. en las tertulias de la tarde en las teles, verdadera droga para muchas mujeres y jubilados que permanecen en casa. Y este aire y ambiente es lo que respiran a bocanadas llenas nuestros feligreses, contra el cual los p&aacute;rrocos, los catequistas, los padres de familia se las ven y se las desean para educar en la verdad, en la constancia, en la renuncia, en el amor, en la verdad del hombre y del matrimonio a sus hijos, y no digamos en la fe, desprestigiada p&uacute;blicamente y desaparecida de la educaci&oacute;n. &iquest;C&oacute;mo educar en la fe cristiana a estos j&oacute;venes del botell&oacute;n, de las relaciones prematrimoniales, de la p&iacute;ldora abortiva, del aborto a los dieciocho a&ntilde;os, del alcohol y la droga, del &laquo;yo hago lo que me apetece&raquo; As&iacute; es c&oacute;mo la increencia, desde la vida y desde la pr&aacute;ctica, ha llegado hasta nuestros templos y acciones sagradas, que corren el peligro de no ser acciones de Cristo, de no ser sacramentales y santificadoras, porque ni dan gloria a Dios ni santifican a los que las celebran, porque a veces se realizan en la increencia, sin fe en el mismo Cristo y en los misterios que celebramos, consagrando m&aacute;s bien esa increencia en muchos bautizos, primeras comuniones, confirmaciones y bodas que no deben hacerse, si tenemos presente a Cristo y su evangelio: &ldquo;T&uacute; crees en m&iacute;&rdquo;; &ldquo;Si alguno quiere ser disc&iacute;pulo m&iacute;o, &mdash;yo no obligo, yo no te fuerzo a ser de los m&iacute;os, pero si t&uacute; lo quieres ser&mdash;ni&eacute;guese a s&iacute; mismo, tome su cruz y me siga&rdquo;. Conocer a Cristo, seguir y cumplir sus mandamientos, celebrar su Eucarist&iacute;a, es imprescindible, a no ser que nos acostumbremos a dar sacramentos sin Cristo, a confirmar en la fe sin fe en Cristo... Y como &ldquo;Jes&uacute;s es el mismo ayer, y hoy y siempre&rdquo;, nos dice la Carta a los Hebreos, pues muchos comen pero no comulgan con el Se&ntilde;or; muchos son bautizados pero no son convertidos, porque no tienen ni viven en condiciones para desarrollar esa fe, amor y esperanza, virtudes sobrenaturales que nos unen a Cristo y muchos se casan en la Iglesia, porque es muy bonito el marco para las fotos y dem&aacute;s, pero no se casan en el Se&ntilde;or. Es el consumismo que ha llegado a la Iglesia. El consumismo religioso, el &ldquo;tomar y llevar&rdquo; de las tiendas; la parroquia es una tienda m&aacute;s que me vende y barato un producto que no me exige fe, ni pr&aacute;ctica religiosa ni vida cristiana ni conversi&oacute;n ni me cuesta ning&uacute;n cambio en mi vida, ni me exige creer y practicar el evangelio o la misa dominical, que es centro y culmen de toda la vida de la Iglesia. Eso est&aacute; bien para llenar el tiempo de algunas homil&iacute;as pero nada m&aacute;s. Porque luego no se exige nada de eso en la vida del cristiano. 2- SEGUNDO RETO: HOY, PARA NO CAER EN UNA PASTORAL PROFESIONAL Y SECULARIZANTE, SE NECESITA UNA FE PERSONAL-VIVENCIAL PROF&Eacute;TICA EN EL SACERDOTE. Esta increencia, que se ha hecho ambiente y atm&oacute;sfera que respiramos, obliga a cultivar una fe personal que ya no viene o se tiene heredada como antes, y obliga a los mismos pastores a vivir una fe viva y experimentada, para no caer en una pobreza pastoral, que nos impida acercar al Cristo verdadero a este hombre moderno. La tentaci&oacute;n descrita anteriormente no puede rebajar nuestra acci&oacute;n pastoral al nivel de lo que le gusta al hombre actual, rebajando igualmente la moral, la teolog&iacute;a y la liturgia, reduci&eacute;ndolas a meros conceptos, necesarios para aprobar en el Seminario, predicar luego, pero no para exigirlo en la pr&aacute;ctica, porque nadie nos lleva el control de esto. Cristo s&iacute; lo lleva, porque &ldquo;&Eacute;l es el camino, la verdad y la vida&rdquo; y no quiere esta pastoral o liturgia donde &Eacute;l no es camino de la Verdad y por tanto no puede ser vida para los que reciben as&iacute; los sacramentos, que de esa forma no santifican ni llevan al encuentro personal y salvador con &Eacute;l. En los tiempos actuales ateos y rebajados moralmente, para no caer en una pastoral mediocre, es necesaria la fe y la experiencia de Dios en los sacerdotes; este es su reto, y que a veces no se entiende, porque quiz&aacute;s antes no era imprescindible pastoralmente, y tambi&eacute;n porque ahora, no tiene, como antes, apoyaturas en la escuela, familia y sociedad. El ambiente de la sociedad actual nos obliga a ser creyentes cabales y enteros, apoyados solamente en Cristo, sin ayuda a veces de catequistas convencidos, tan necesarios siempre, y sin padres verdaderamente creyentes y religiosos, imprescindibles en todas las &eacute;pocas, sino laicos y ateos, que no apoyan, es m&aacute;s, pueden contradecir con su comportamiento, falto de fe y pr&aacute;ctica religiosa cristiana, lo que nosotros ense&ntilde;amos y debemos exigir en nombre de la verdad de la fe y celebramos en la misma liturgia de los sacramentos, que tenemos que cambiar sobre la marcha, sobre todo el bautismo, porque cinco veces le dice la Iglesia que deben responsabilizarse y dar testimonio de la fe cristiana y los padres o no est&aacute;n casados o lo est&aacute;n por lo civil o nunca les hemos visto celebrar el domingo con la comunidad...etc. Esta situaci&oacute;n nos reta a todos, pero especialmente a los sacerdotes, a tener una fe personal sin necesidad de apoyaturas humanas, fe directamente apoyada en Dios por la oraci&oacute;n y el trato personal con Cristo de esas verdades que queremos hacer cre&iacute;bles a los dem&aacute;s; nos exige ser creyentes de cuerpo entero, convencidos por fe personal o los sacramentos vividos y experimentados: experiencia personal de lo que predicamos o celebramos. Y como esto cuesta y supone virtudes y muchos esfuerzos, no esperes mucha ayuda de hermanos sacerdotes para esta pastoral, porque escasean. La acci&oacute;n pastoral actual, la Liturgia, las catequesis, actualmente, muchas veces, no nos llevan a un encuentro con las personas divinas, s&oacute;lo a conocimientos y verdades. Mucha teolog&iacute;a, muchas ceremonias lit&uacute;rgicas y poco encuentro personal. Se predica una doctrina sobre Cristo y se celebra su misterio, pero no se despierta la experiencia del encuentro vivo con &Eacute;l. La presencia y la acci&oacute;n del Resucitado en el coraz&oacute;n de cada creyente y en el seno de la comunidad cristiana son m&aacute;s sistem&aacute;ticamente pensadas, que realmente vividas. Falta en no pocos cristianos, incluso sacerdotes practicantes, ese v&iacute;nculo de amor con Cristo como alguien a quien se busca conocer con m&aacute;s hondura, al que no se cansa uno de descubrir, del que se recibe continuamente miradas y toques de amor, alguien que est&aacute; en el centro del propio vivir y sin el que uno se derrumbar&iacute;a y caer&iacute;a en el sinsentido y vac&iacute;o de una vida puramente externa. Para que nuestro trabajo pastoral pueda ser comunicaci&oacute;n viva de la salvaci&oacute;n de Dios ser&iacute;a necesario, a mi juicio, un cambio de rumbo fundamental, para lo cual se requiere que, en el origen de nuestra acci&oacute;n evangelizadora, ha de estar Cristo, pero no simplemente predicado como fundador o legislador, sino vivo y resucitado, como est&aacute; en la Eucarist&iacute;a, en la Palabra, en la Asamblea, como Esp&iacute;ritu que da vida, como sembrador de lo Absoluto, como camino actual, que lleva al Padre. Antes, un cristiano, aunque no tuviera una fe personal viva, la fe social y comunitaria del pueblo cristiano le manten&iacute;a. Hoy, como esa fe ha desaparecido, nos obliga a pasar de una fe heredada a una fe experimentada personalmente en Cristo. Si no es as&iacute;, no tendremos convencimiento, ni fuerzas, ni deseos, ni constancia para comunicarla a los dem&aacute;s. Necesitamos una pastoral con interioridad, no solo de acciones exteriores, sino hecha en Esp&iacute;ritu Santo. Y para eso, nuestra vinculaci&oacute;n m&iacute;stica con Cristo. Necesitamos fe personal apoyada directamente en Dios, que se haga viva caridad apost&oacute;lica, operante por el Esp&iacute;ritu Santo; una fe, que haya hecho la experiencia de ese camino, desde fe heredada hasta fe personal y experimentada por la oraci&oacute;n y la Eucarist&iacute;a; que haya recorrido, en general, desde oraci&oacute;n discursiva, pasando por la afectiva, hasta oraci&oacute;n de uni&oacute;n con Dios contemplativa, como explico en otra parte de mi libro; una fe, que, en los sacramentos y en la Eucarist&iacute;a, haya pasado de hacer los ritos, a celebrar con Cristo y comulgar con Cristo &ldquo;en Esp&iacute;ritu y Verdad&rdquo;. Se acabaron las formas y las apariencias externas, los moldes, que antes bastaban. Hoy estos no son suficientes para ser predicadores o catequistas de la fe; hoy hay que ser testigos de la fe; hoy no se puede hablar de oraci&oacute;n, de vida espiritual sin ser un monta&ntilde;ero experimentado de la oraci&oacute;n y de la experiencia de Dios que ha subido a esta monta&ntilde;a del Tabor, para luego ense&ntilde;ar el camino recorrido en tu oraci&oacute;n personal hasta llegar a la cima del encuentro personal con Cristo, hasta poder decir: Dios existe y me ama, Cristo ha resucitado y vive y me ama, lo siento y experimento, y ha bajado y est&aacute; aqu&iacute; en el pan consagrado y me salva, como lo hicieron y siguen haciendo madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Isabel de la Trinidad, Teresita, Teresa, Juan de la Cruz y tantos y tantos y algunas personas de nuestras parroquias, que tienen experiencia del Dios vivo, en largos ratos de intimidad y oraci&oacute;n personal y eucar&iacute;stica y que luego con su presencia y testimonio tanto bien les hace y est&aacute;n haciendo a la comunidad y en reuniones apost&oacute;licas Hoy, las circunstancias hacen imprescindible la experiencia del Dios vivo, precisamente porque el pueblo cristiano la ha perdido con la lluvia &aacute;cida del consumismo, hasta el punto de que debemos hacer extensible a todos los creyentes el pensamiento y las palabras de Karl Rhaner: &laquo;el cristiano del ma&ntilde;ana ser&aacute; un m&iacute;stico, o no ser&aacute;, &ldquo;no ser&aacute; cristiano&raquo;. Y esto vale y con mayor raz&oacute;n para nosotros, sacerdotes. Cuando yo estudiaba en el Seminario, a&ntilde;os 50-60, los enemigos de la religi&oacute;n eran fil&oacute;sofos y la mayor parte de las objeciones y dificultades eran metaf&iacute;sicas, ven&iacute;an de la gente intelectual; ahora no hay dificultades metaf&iacute;sicas, nadie te pone razones abstractas para rechazar la religi&oacute;n, ahora es el consumismo, la reducci&oacute;n del hombre al instinto el que se encarga de la ley natural y sobrenatural y se carga y prescinde de lo divino. No hay leyes, conductas ni mandamientos que guardar, cada uno puede hacer lo que le plazca: &laquo;Yo hago lo que me apetece&raquo; es hoy, en general, el principio regulador de la vida humana: por eso no hay matrimonio fiel, familia estable, sexo masculino o femenino corresto, amor y defensa de la vida como algo sagrado e intocable, ni yo me comprometo toda la vida en el matrimonio, no; sino que yo me caso hasta que me canse, y por si no fuera suficiente ya la ley anterior del divorcio o parejas de hecho, ahora se aprueba el divorcio de fin de semana, de viaje de novios, el divorcio expr&eacute;s... o las uniones homosexuales, que har&aacute;n esquizofr&eacute;nicos a los hijos sin padre o sin madre, sobre todo sin madre, sin tener la ternura y la experiencia de una madre... Y cuando te lleguen estos ni&ntilde;os y ni&ntilde;as con dos padres o con dos madres, ahora t&uacute; transm&iacute;teles la fe, la religi&oacute;n, bautiza, da la primera comuni&oacute;n a estos ni&ntilde;os, a esta generaci&oacute;n... tendr&aacute;n que cambiar antes los Rituales de Bautismo, Confirmaci&oacute;n... El consumismo se ha cargado la metaf&iacute;sica y la ley natural, los valores humanos morales, &eacute;ticos, religiosos. La ley suprema, el dios de la vida a quien se sirve, es el consumismo. Y cuando no solo una cosa, sino incluso una persona humana no valga para consumir, no aporte placer o utilidad, la matamos, aunque sea vida humana; y para no llamarlo por su nombre, este crimen lo regulamos por leyes y lo legitimamos para salvar al que m&aacute;s puede y as&iacute; tenemos abortos, eutanasias, manipulaci&oacute;n de embriones de vida humana y todo lo que venga y que no tiene todav&iacute;a nombre... As&iacute; hemos convertido la vida humana y el mundo en una f&aacute;brica de producir y consumir. Y hemos matado el amor, la gratuidad, el deber, la renuncia, el sacrificio, la fidelidad, el amor... todo es hasta que me convenga. Y si una madre es capaz de matar a su propio hijo y todos los dem&aacute;s lo consentimos y aprobamos con nuestros votos, hemos matado entre nosotros el amor, la vida humana, porque no esperemos que una madre que mata a su hijo va a cuidar luego de su padre anciano o enfermo, para eso est&aacute; la eutanasia f&iacute;sica o social, aunque se les llame centros de recogida; y menos esperemos que ame al vecino o al de enfrente o que perdone, como Cristo nos ense&ntilde;a en el evangelio... estamos incapacitados ya para amar en plenitud, como Cristo quiere, y por tanto, para ser felices en plenitud. As&iacute; que nos queremos menos todos, estamos todos m&aacute;s tristes, los matrimonios m&aacute;s tristes, las familias m&aacute;s tristes, los amigos m&aacute;s tristes, tenemos menos confianza en amigos y en la gente. &iquest;Existen hoy vecinos..., amigos... amor de madre? Al desaparecer Cristo y su verdad sobre el hombre, sobre el matrimonio, sobre la sociedad, ha desaparecido el modelo obligado del amor extremo, obedeciendo al Padre, hasta dar la vida. Ha desaparecido la moral aut&eacute;ntica, porque ha desaparecido antes la relaci&oacute;n y la referencia a Dios de nuestro obrar; desaparece la religi&oacute;n, la religaci&oacute;n y el deseo de uni&oacute;n y perfecci&oacute;n en Dios. Y no me veng&aacute;is con casos particulares, yo hablo de la mayor&iacute;a, yo estoy hablando de la sociedad en general. Esta falta de fe, de experiencia de Dios y de vinculaci&oacute;n m&iacute;stica con Cristo, en el sacerdote, favorecetodo un estilo de trabajo pastoral marcado predominantemente por lo exterior, por la actividad, la planificaci&oacute;n y la organizaci&oacute;n, con una clara minusvaloraci&oacute;n de lo contemplativo, de lo interior, de vida seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu, de &laquo;atenci&oacute;n a lo interior y estarse amando al Amado&raquo;. Estarse amando al Amado en la oraci&oacute;n o en la Pastoral o en la Liturgia bien celebrada algunos sacerdotes lo consideran poco pr&aacute;ctico, poco pastoral. Por eso, de estos temas, jam&aacute;s se habla en las reuniones de arciprestazgo o pastorales; queda por si alg&uacute;n conferenciante de turno viene de paso. Se trabaja intensamente buscando un cierto tipo de eficacia y rendimiento pastoral, pero se trabaja como si no existiera el misterio. &laquo;Y esto lo podemos ver en los diversos campos. En la evangelizaci&oacute;n, predomina hoy en la Iglesia una concepci&oacute;n excesivamente doctrinal. El cristianismo es un sistema de verdades, no una persona. Para muchos, lo decisivo parece ser propagar el mensaje y la doctrina de Jesucristo. Naturalmente, esta manera de entender las cosas, crea todo un estilo de acci&oacute;n pastoral. Se busca, antes que nada, medios eficaces y de poder, que aseguren la propagaci&oacute;n del mensaje cristiano frente a otras ideolog&iacute;as y corrientes de opini&oacute;n; se promueven estructuras y se organizan acciones que permitan una transmisi&oacute;n eficaz del pensamiento cristiano; existe verdadera preocupaci&oacute;n por hacer crecer el n&uacute;mero y la capacidad pastoral de laicos comprometidos (catequistas, monitores, profesores de religi&oacute;n, di&aacute;conos casados..). Todo ello es, sin duda, necesario, pues evangelizar implica tambi&eacute;n anunciar un mensaje. Pero se olvida algo esencial: el Evangelio no es solo ni sobre todo una doctrina, sino la persona de Jesucristo y la experiencia de salvaci&oacute;n que en &eacute;l se nos ofrece. Por eso, para evangelizar es necesario hacer presente en la historia de los pueblos, en la convivencia de las gentes, en el coraz&oacute;n de las personas, la experiencia salvadora, liberadora, iluminadora, esperanzadora que nace de Jesucristo. Por todo ello, no basta cultivar la adhesi&oacute;n doctrinal a Jesucristo. El acto catequ&eacute;tico, la predicaci&oacute;n y la misma teolog&iacute;a, cuando se configuran al estilo de cualquier otra exposici&oacute;n doctrinal, corren el riesgo de convertirse en palabras, a veces hermosas y brillantes, que pueden satisfacer la inteligencia, pero que no alimentan el esp&iacute;ritu ni comunican la presencia salvadora de Dios. Y, sin embargo, el hombre de hoy est&aacute; necesitado de que alguien le ayude a descubrir esa presencia de Dios latente en lo hondo de su coraz&oacute;n. Lo mismo se ha de decir de la pastoral lit&uacute;rgica. Con frecuencia, las celebraciones aparecen escoradas hacia el discurso racional, la efusi&oacute;n sentimental o la exteriorizaci&oacute;n ritual, con un claro d&eacute;ficit de experiencia interior. Se hacen esfuerzos importantes por devolver a la liturgia su lugar central en la vida de la comunidad cristiana, pero falta muchas veces una interiorizaci&oacute;n del misterio salvador que se celebra y una personalizaci&oacute;n de la Palabra que se proclama. Se canta y se ora con los labios, pero el coraz&oacute;n est&aacute; con frecuencia demasiado ausente&raquo;[20]. 3.- NECESIDAD EN LOS P&Aacute;RROCOS DE CULTIVAR UNA FE VERDADERA EN SUS FELIGRESES PARA LA RECEPCION V&Aacute;LIDA Y EFICAZ DE LOS SACRAMENTOS La secularizaci&oacute;n es el resultado de un proceso hist&oacute;rico que se&ntilde;ala una vigorosa toma de conciencia de la autonom&iacute;a del hombre y de los valores terrenos sin necesidad de relacionarlos con Dios: cultura, arte, moral, pol&iacute;tica... El hombre se ha convertido en el centro del mundo, quit&aacute;ndole a Dios. El hombre moderno ha vuelto a comer del &aacute;rbol del bien y del mal, como Ad&aacute;n, y ya no tiene en cuenta en mirar a Dios para saber lo que est&aacute; bien o mal, es &eacute;l quien dicta la moral, lo que hay que hacer o rechazar como bueno y como malo. El cosmos y la naturaleza ya no son principios orientadores; el hombre ha sometido al cosmos y a la naturaleza y las domina. Y de esta forma el hombre es el creador de la ciencia, de la moral, de las leyes. El hombre es el sentido y la explicaci&oacute;n de este mundo en evoluci&oacute;n permanente. La naturaleza gira en torno al hombre y est&aacute; a su servicio. Por eso, el hombre ya no busca el encuentro con el Absoluto en la contemplaci&oacute;n de la naturaleza. Hoy muchos j&oacute;venes y adultos no saben mirar la naturaleza como obra salida de las manos del Creador y no saben cantar con San Juan de la Cruz: 1. &iquest;A d&oacute;nde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habi&eacute;ndome herido; sal&iacute; tras ti clamando, y eras ido. 2. Pastores los que fuerdes all&aacute; por las majadas al otero, si por ventura vierdes aquel que yo m&aacute;s quiero, decidle que adolezco, peno y muero. 3. Buscando mis amores ir&eacute; por esos montes y riberas; ni coger&eacute; las flores ni temer&eacute; las fieras, y pasar&eacute; los fuertes y fronteras. 4. &iexcl;Oh bosques y espesuras plantadas por la mano del Amado!, &iexcl;oh prado de verduras de flores esmaltado!, decid si por vosotros ha pasado. 5. Mil gracias derramando pas&oacute; por estos sotos con presura y, y&eacute;ndoles mirando, con sola su figura vestidos los dej&oacute; de hermosura. Y desde esta exaltaci&oacute;n de los valores profanos y antropoc&eacute;ntricos, desligados de toda relaci&oacute;n a Dios y a la naturaleza y a los valores humanos naturales, es corto el camino que nos conduce a la desvalorizaci&oacute;n de la Salvaci&oacute;n Eterna y Divina. No hay m&aacute;s salvaci&oacute;n que la humana y terrena. El hombre no necesita de la religi&oacute;n, ni de Cristo ni de su gracia ni de Dios. Como se ve f&aacute;cilmente, toda esta manera de pensar y de actuar crea interrogantes a la esencia del cristianismo, a la naturaleza de la misi&oacute;n de la Iglesia y al significado y finalidad del sacerdocio ministerial. En un mundo as&iacute; secularizado, l&oacute;gicamente el trabajo y la funci&oacute;n del sacerdote no es comprendida; para muchos es algo in&uacute;til y superado, propio de otras &eacute;pocas de ignorancia, o a lo sumo, es un profesional del culto para un resto de creyentes mayores y jubilados de la vida real, que a&uacute;n permanece, o simplemente un agente social de ciertos servicios sociales, pero nada m&aacute;s, y sin relevancia de ning&uacute;n tipo. Debe prestar ese servicio siempre que se lo pidan y sin necesidad de fe o de haber vivido o no dentro de la comunidad cristiana, sin saber c&oacute;mo vive o ha vivido o muerto, cosas que ya ni se preguntan por el mismo sacerdote. Se trata de bautismo, de bodas, de entierros: te lo traen muerto, t&uacute; lo entierras, aunque haya sido un perseguidor de todo lo cristiano o haya manifestado p&uacute;blicamente ser no creyente. Lo puedes enterrar y rezar por &eacute;l, pero no hacerle una apolog&iacute;a u homil&iacute;a de alabanzas que le metas ya en el cielo, sin mencionar a Cristo o la vida eterna en la que no cre&iacute;a. Esto hace que el sacerdote y lo que hace se considere insignificante, porque la gente no lo pide o celebra en relaci&oacute;n o referencia a Dios ni a la fe, sencillamente, porque no creen ni se le exige la fe; de esta forma, el sacerdote, acomplejado ante su trabajo, desea a veces otros trabajos complementarios, que le den la sensaci&oacute;n de ser &uacute;til y valorado por trabajar como los dem&aacute;s. Por raz&oacute;n de esta secularizaci&oacute;n, el trabajo pastoral es martirial, porque supone mucha valent&iacute;a ser testigo claro y valiente de la fe en Cristo, y lleva consigo muchos sufrimientos e incomprensiones por parte incluso de los mismos creyentes. Quiero decir m&aacute;s llanamente: el apostolado hecho con fe y desde la fe supone hoy recibir muchas bofetadas, necesarias todas desde una administraci&oacute;n correcta y santificadora de la gracia de la Predicaci&oacute;n y de los Sacramentos. Por eso, el apostolado, medio de santificaci&oacute;n para el sacerdote, realizado debidamente y desde la caridad pastoral, se ha vuelto hoy sumamente peligroso, una verdadera trampa, un verdadero peligro, una verdadera tentaci&oacute;n, que puede llevar consigo la autodestrucci&oacute;n de su identidad sacerdotal, desde una administraci&oacute;n no prof&eacute;tica de los dones de Dios. Hoy no se trata de que un sacerdote sea m&aacute;s profeta que otro, hoy todos debemos ser profetas y testigos, esto es, m&aacute;rtires y testigos de la fe. Me explico: viene uno a pedirte un sacramento; t&uacute; est&aacute;s convencido de que no debes d&aacute;rselo, porque para algo sabes Liturgia y Teolog&iacute;a y sabes que sin fe y las debidas condiciones no se debe conceder. Por presiones ambientales, por miedo a ser profeta incomprendido, a defender la gloria y el honor debidos a Dios, por miedo a incomprensiones y cr&iacute;ticas... celebras el sacramento. Aparentemente no pasa nada; desde luego, externamente, no se nota nada, la gente ha quedado agradecida y no &ldquo;como otros sacerdotes que...&rdquo;; por otra parte Dios est&aacute; mudo, no porque no hable claro por los evangelios y la doctrina de la Iglesia, o porque la teolog&iacute;a y la moral cat&oacute;lica no hablen con claridad sobre las condiciones de ser disc&iacute;pulo de Cristo o de recibir los sacramentos, sino porque no hay mayor sordo, que el que no quiere o&iacute;r. Es tan violento a veces celebrar los sacramentos en estas condiciones, que, como los Rituales est&aacute;n hechos desde la fe y para creyentes, sobre la marcha, en la administraci&oacute;n del bautismo, por ejemplo, hay que suprimir o modificar algunas preguntas y oraciones en la celebraci&oacute;n, porque resultan violentas o suenan a mofa para estos padres concretos, que no tienen fe o no la viven como es obligado, incluso, p&uacute;blicamente. Pero hay sacerdotes tan <comprensivos>, por no decir otro calificativo, que ser&iacute;a el correcto, que cambian hasta la misma naturaleza del sacramento que est&aacute;n administrando, teniendo que cambiar su misma teolog&iacute;a, y hasta su misma liturgia que est&aacute; hecha desde una concepci&oacute;n correcta teol&oacute;gica y lit&uacute;rgicamente del sacramento, del misterio que se est&aacute; celebrando. Pues bien, con esta forma de dar los sacramentos ni damos gloria a Dios ni santificamos a los hombres ni hacemos Iglesia ni realizamos la misi&oacute;n que se nos ha encomendado ni nos santificamos en nuestro sacerdocio y apostolado, como nos pide el Vaticano II, por la caridad pastoral. Se olvida hoy la forma de hacer cristianos en los primeros y en todos los tiempos: &ldquo;Id por el mundo entero y predicad el evangelio: los que crean que sean bautizados y entren a formar parte de la Iglesia&rdquo;; as&iacute; no hacemos Iglesia; nadie se va agregando; es m&aacute;s, de esta forma estamos destruyendo el concepto y la realidad de comunidad, y estamos perdiendo la fe viva y verdadera en Dios y sus misterios y las iglesias cada vez m&aacute;s vac&iacute;as, porque a estos hermanos y a estos sacramentados no les volvemos a ver m&aacute;s por la iglesia. A otros, s&iacute;, a los que recibieron o pidieron los sacramentos como la Iglesia quiere y nos manda. Y estos son los que quedan y nos acompa&ntilde;an en la comunidad. Sin embargo, Dios existe, y aunque no le escuchemos, &Eacute;l lo ve todo, y ve que preferimos nuestra honra a la suya, y como Dios es Dios, y no puede dejar de serlo, no puede menos de ser Verdad y Vida; &iquest;y qu&eacute; pasa? Pues que te alejas de &Eacute;l actuando de esta forma y a la vez autodestruyes tu sacerdocio y a la verdadera Iglesia de Cristo. El itinerario es el siguiente: no has valorado el sacramento, presencia viva de Cristo y de su gracia; la gente se da cuenta tambi&eacute;n de que esto no tiene valor porque lo vendes a ning&uacute;n precio de fe y de estima por el Se&ntilde;or; si lo haces as&iacute;, como consecuencia, no tendr&aacute; valor a la larga para ti y, de esta forma va entrando dentro de ti el microbio que destruye tu fe y amor personal a Cristo, el c&aacute;ncer de pulm&oacute;n que poco a poco te dejar&aacute; sin aire ni respiraci&oacute;n de fe y amor verdadero y personal al Cristo presente y que act&uacute;a en los sacramentos; as&iacute;, sin t&uacute; quererlo y darte cuenta, al dar los sacramentos y la gracia y los dones de Dios sin valorarlos, poco a poco entra dentro de tu coraz&oacute;n el convencimiento de que no tiene valor en s&iacute; lo que haces: tu ministerio, tu sacerdocio no vale nada; Dios no vale nada... es la crisis de fe, de sacerdocio, de apostolado verdadero y aut&eacute;ntico... Pero no hemos terminado. Ahora todos, de una forma u otra, pertenecemos a un arciprestazgo, a una unidad pastoral y programamos conjuntamente... &iquest;qu&eacute; pasa? Como cada uno piensa seg&uacute;n vive, salen estos y otros temas, hay discusiones, &iquest;qu&eacute; hacemos? Pobre Iglesia de Cristo... Te has preferido a Dios y esto, hecho con continuidad, produce crisis de identidad sacerdotal. No valoramos lo que administramos; no valemos, por tanto, tampoco nada los administradores, porque lo que administramos no tiene ning&uacute;n valor para la gente ni tampoco para nosotros mismos, se puede dar por nada, sin fe, porque la gente no se disguste. De esta forma tu sacerdocio termina no valiendo nada para ti. Esta es la causa de la secularizaci&oacute;n exterior y total del sacerdote que deja el sacerdocio, pero tambi&eacute;n de la secularizaci&oacute;n interior del sacerdote que puede llevar hasta el abandono de su santificaci&oacute;n, del gozo sacerdotal, de la b&uacute;squeda, mirando a Dios por encima de toda otra mirada, la verdadera eficacia apost&oacute;lica. De esta forma, los sacramentos se dan, pero luego nos quejamos de que la gente no viene a la Iglesia ni aumentan los grupos juveniles de postcomuni&oacute;n o confirmaci&oacute;n; ni hay grupo de adultos que quieran cultivar la fe y el amor a Dios... &iquest;para qu&eacute; van a venir y molestarse, si las cosas de la Iglesia se las dan igualmente? Es m&aacute;s, incluso para gente sin formaci&oacute;n y poca fe como la de ahora, estos sacerdotes son buenos, trabajadores y sobre todo, &ldquo;muy comprensivos&rdquo;. Y as&iacute; un sacerdote puede llegar a perder su identidad sacerdotal. Las consecuencias y el resultado son crisis de fe desde una mala administraci&oacute;n de lo sagrado, de los sacramentos; rutina y cansancio en una caridad pastoral mal realizada, porque no se realiza en el amor y en la fe aut&eacute;ntica en Cristo, sino en nuestra comodidad y falta de compromiso: &ldquo;Los Ap&oacute;stoles predicaban la palabra de Dios, y los que cre&iacute;an se bautizaban y entraban a formar parte de la comunidad&rdquo;. 4.- ESTO MISMO, DESDE OTROS NIVELES, LO VEO DESCRITO AS&Iacute; POR J.A. PAGOLA: &laquo;Todo lo que venimos diciendo favorece el desarrollo y sostenimiento de la mediocridad espiritual como fen&oacute;meno generalizado. Esta mediocridad no se debe s&oacute;lo a la debilidad, la impotencia o la infidelidad de cada individuo, sino que se debe tambi&eacute;n, y sobre todo, al clima general que creamos entre todos en el interior de la Iglesia, por una forma empobrecida de entender y de vivir el hecho religioso. Muchos cristianos, observantes fieles y practicantes piadosos, no llegar&aacute;n a sospechar nunca la experiencia salvadora que podr&iacute;a significar para ellos una comuni&oacute;n m&aacute;s vital con el Dios de Jesucristo. Este clima generalizado de mediocridad espiritual produce como primera consecuencia una especie de bloqueo de la acci&oacute;n evangelizadora. A la Iglesia concreta de cada lugar se le hace dif&iacute;cil ahondar en la fidelidad a su misi&oacute;n. Solo una experiencia nueva del Esp&iacute;ritu de Cristo resucitado presente en ella la podr&iacute;a hacer menos dependiente de un pasado poco evang&eacute;lico, menos sujeta a las presiones mundanas del presente... Ante esta mediocridad y falta de vigor espiritual, uno no puede evitar la sensaci&oacute;n de que en todo esto se oculta una larvada infidelidad. Una infidelidad de contornos poco precisos, que no es f&aacute;cil decir exactamente en qu&eacute; consiste, que no procede siempre de las intenciones y de las actuaciones concretas de quienes se desgastan en el trabajo pastoral, pero que est&aacute; ah&iacute; en la ra&iacute;z de todo, impidiendo la expansi&oacute;n de la verdadera evangelizaci&oacute;n. Esto no es la experiencia salvadora que vivieron los primeros que se encontraron con Jes&uacute;s y que quedaron sacudidos por la presencia transformadora del Resucitado. Aqu&iacute; falta Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, acogido en el fondo de los corazones. La falta de una experiencia m&iacute;stica de la salvaci&oacute;n cristiana trae consigo el riesgo de desfigurar y pervertir la acci&oacute;n pastoral. La evangelizaci&oacute;n no brota del coraz&oacute;n, como irradiaci&oacute;n o prolongaci&oacute;n de lo que vive el evangelizador. Es f&aacute;cil, entonces, que el trabajo pastoral se convierta en una actividad m&aacute;s entre otras, incluso a veces m&aacute;s absorbentes por ser m&aacute;s vinculantes para uno. Pero, sobre todo, cuando falta la experiencia m&iacute;stica de Jesucristo, pronto aparecen los signos que la delatan: el trabajo pastoral se convierte f&aacute;cilmente en actividad profesional; la evangelizaci&oacute;n es propaganda religiosa ideologizada desde la izquierda o desde la derecha; la liturgia, en ritualismo vac&iacute;o de esp&iacute;ritu; la acci&oacute;n caritativa, en servicio social o filantr&oacute;pico. Pero hay m&aacute;s. No es f&aacute;cil vivir en el mundo sin ser del mundo. Ser fiel al evangelio sin caer prisionero de lo que se piensa, se siente y se vive en medio de la sociedad. Una pastoral, espiritualmente d&eacute;bil, f&aacute;cilmente se deja arrastrar por &laquo;el mundo&raquo;. Quien no se inspira en Jesucristo, termina copiando de los hombres. Cu&aacute;ntos esfuerzos de renovaci&oacute;n, &laquo;aggiornamento&raquo; y adaptaci&oacute;n han terminado en una pastoral que era m&aacute;s &laquo;de este mundo&raquo; que &laquo;de Dios&raquo;. En esta misma l&iacute;nea, es f&aacute;cil observar c&oacute;mo nobles esfuerzos de acci&oacute;n pastoral terminan, a veces, sometidos a una ideolog&iacute;a de un signo u otro, que prevalece sobre lo esencial de la fe. Cuando falta uni&oacute;n m&iacute;stica con Cristo es f&aacute;cil el riesgo de sentirse m&aacute;s vinculado a ciertas ideolog&iacute;as de la &eacute;poca que a la misma fe. Brota entonces la ambig&uuml;edad e, incluso, el escepticismo y la incredulidad sobre la fuerza transformadora del evangelio&raquo;[21]. Y qu&eacute; pasa si el sacerdote se niega a administrar los sacramentos de esta forma. Pues primero: que Dios existe, que Cristo existe, al menos para el sacerdote y para los verdaderos creyentes y parroquianos; segundo: que los sacramentos son algo importante y, para recibirlos, no basta pedirlos sino que hay que prepararse y tener condiciones particulares de fe, esperanza y amor cristianos; tercero: que la gente se entera de que el sacerdote valora lo que hace y a lo que ha entregado su vida, neg&aacute;ndose a dar los misterios de Dios a ning&uacute;n precio; y de esta forma, esta pastoral, si se hace con prudencia, hace bien a Dios, a la Iglesia, al cura, a la feligres&iacute;a y al pueblo, a la verdad y moral cat&oacute;lica. Y cuarto, y esto es lo m&aacute;s importante: esto da gloria a Dios, hace Iglesia y nos santifica y salva a todos, y manifiesta que Cristo existe y es verdad, y es verdad todo lo que dijo e hizo. Para explicar un poco m&aacute;s esta dificultad, bastante generalizada hoy en la Iglesia, ten&iacute;amos que meditar un poco en el evangelio, cuando Pedro, ante la pregunta de Cristo, de qu&eacute; dice la gente de &Eacute;l, Pedro, en nombre de todos los Ap&oacute;stoles, responde: &ldquo;T&uacute; eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo&rdquo;. Afirma la Mesianidad y la Divinidad de Jes&uacute;s. Esta profesi&oacute;n de fe es la esencia de todo cristianismo. Sin esta fe en la divinidad y medianidad de Jes&uacute;s no hay catolicismo. Esta es la puerta para entrar en la fe de la Iglesia Cat&oacute;lica. Afirmar que Cristo es Dios significa estar dispuesto a poner de rodillas toda nuestra vida delante de &Eacute;l y todo cuanto soy; significa vivir para &Eacute;l, esforzarse porque &Eacute;l sea lo absoluto de mi vida. As&iacute; lo entiende el cat&oacute;lico verdadero. Todos los bautizados en Cristo han hecho esta profesi&oacute;n de fe y entrega. Para esto hay que luchar, orar, convertirse todos los d&iacute;as. Esto es lo que significa vivir la fe. Este Evangelio desarrolla dos aspectos: primero la Mesianidad: &ldquo;Empez&oacute; Jes&uacute;s a explicar a sus disc&iacute;pulos que ten&iacute;a que ir a Jerusal&eacute;n y padecer all&iacute; mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que ten&iacute;a que ser ejecutado&rdquo;; luego la Divinidad: &ldquo;y resucitar al tercer d&iacute;a&rdquo;. Pedro, que en el Evangelio anterior no hab&iacute;a tenido dificultad en confesar ambos aspectos, ahora le cuesta trabajo comprender el sufrimiento de Cristo. Y Pedro se opone a este camino porque &Eacute;l no sabe que ese es el camino que el Padre le ha trazado a Jes&uacute;s. Y Jes&uacute;s adora al Padre y quiere cumplir totalmente su voluntad aunque le lleve por la pasi&oacute;n y la muerte hasta la resurrecci&oacute;n. Jes&uacute;s quiere obedecer, entregando su vida al Padre, para la salvaci&oacute;n de los hombres, con amor extremo, hasta dar la vida. Y Jes&uacute;s le llama Satan&aacute;s a Pedro. A quien hace poco le hab&iacute;a bendecido ahora le maldice. &iquest;Por qu&eacute; esta reacci&oacute;n tan fuerte y distinta de Jes&uacute;s en relaci&oacute;n con Pedro? Porque Jes&uacute;s quiere obedecer al Padre hasta dar la vida, adorando su voluntad, antes que a los hombres, incluso ante la incomprensi&oacute;n de Pedro y los Ap&oacute;stoles; y Pedro, con su deseo de alejarle de ese sufrimiento, del que &eacute;l no sabe la raz&oacute;n, trata de desviar a Jes&uacute;s del camino de la voluntad del Padre, a quien &Eacute;l adora con amor extremo. Aprendamos esta lecci&oacute;n todos los sacerdotes, tan necesaria en estos tiempos tan martiriales de fe y de sangre derramada. 5.- NECESIDAD DE FE VERDADERA EN EL SACERDOTE ANTE BAUTIZOS, COMUNIONES Y BODAS CIVILES (SIN FE CRISTIANA) EN NUESTRAS IGLESIAS Porque se dan como si Dios no existiera en los sacramentos. Es un peligro inmenso para los sacerdotes, para su vivencia de fe. Y lo peor y lo tr&aacute;gico de todos estos sacramentos, a los que yo me atrevo a llamar civiles, no es lo que supone de imitaci&oacute;n o mofa de los cat&oacute;licos, porque se den en el Ayuntamiento por el Alcalde o los Concejales; lo peor de todo y el reto que se nos plantea a los sacerdotes cat&oacute;licos es que se celebren, no en el Ayuntamiento, que ya es triste, sino en nuestras propias iglesias, como ya he dicho anteriormente, y nosotros seamos los oficiantes. Porque vamos a ver: &iquest;qu&eacute; es lo que se requiere para recibir los sacramentos cat&oacute;licos? Fe, lo primero fe, y en algunos, adem&aacute;s de creer en Jesucristo, estar en gracia y estar dispuestos a vivir seg&uacute;n el Evangelio. Los Ap&oacute;stoles encontraron un mundo m&aacute;s dif&iacute;cil que el nuestro. &iquest;Qu&eacute; hicieron? &iquest;Cambiaron el evangelio? &iquest;Qu&eacute; hicieron en la primitiva Iglesia, qu&eacute; exig&iacute;an los Ap&oacute;stoles para entrar en la comunidad cristiana? &ldquo;Los Ap&oacute;stoles predicaban la palabra de Dios, y los que cre&iacute;an se bautizaban y entraban a formar parte de la comunidad&rdquo;. &iquest;Qu&eacute; fueron los catecumenados de los primeros siglos, para qu&eacute; y en qu&eacute; consist&iacute;an las catequesis mistag&oacute;gicas, qu&eacute; pasos ten&iacute;an que dar y por qu&eacute; hab&iacute;an establecido esos pasos para recibir los sacramentos, especialmente la Eucarist&iacute;a? Eran los pasos necesarios de formaci&oacute;n y vivencia de la fe para recibir los sacramentos con verdad y dignidad, para gloria y alabanza de Dios, en la que pocas veces se piensa y siente, y para la santificaci&oacute;n de los creyentes en Cristo. Este es el segundo o tercero, bueno, este es otro reto que tenemos en el momento actual: la cristiana, la necesaria, la correcta administraci&oacute;n de los sacramentos, de la gracia y los dones de Cristo. Parad&oacute;jicamente, para no necesitar de estas exigencias, junto a la increencia religiosa cristiana, se est&aacute; produciendo en la sociedad actual el fen&oacute;meno sustitutorio de los <nuevos cultos>, esto es, el consumismo religioso, un supermercado de cultos, sacramentos, religiones y dioses. Y lo cristiano para muchos es una m&aacute;s. Cuando parec&iacute;a que el hombre moderno hab&iacute;a secularizado la cultura, resulta que el consumismo religioso actual ofrece al hombre moderno una carta muy surtida de toda clase de sectas, ritos, religiones, cultos diab&oacute;licos, magias, amuletos, tarot, espiritismo, supersticiones y cosas peores si hablamos de sectas sat&aacute;nicas, ocultismo, magia negra..., etc. Y es que est&aacute; claro que el hombre no puede vivir sin Dios, sin religi&oacute;n, y cuando este sentimiento religioso no se orienta correctamente, cae en la idolatr&iacute;a de las cosas, en el consumismo, que quiere sustituir a Dios por los objetos, y hace as&iacute; dios a los adivinos, videntes, hor&oacute;scopos, como advert&iacute;a ya Chesterton con su proverbial causticidad: <Desde que los hombres han dejado de creer en Dios, no es que no crean en nada, es que se lo creen todo>. Y es que cuando Dios deja de ser nuestro fin, nuestra vida, nuestra raz&oacute;n de ser y existir y amar..., entonces nuestra seguridad y raz&oacute;n de vivir y la felicidad la queremos poner en las cosas presentes. Ante el reto de las falsas religiones, ante el reto de los sacramentos civiles, es la hora de la verdadera religi&oacute;n, de la verdadera experiencia de Dios, de sacerdotes que tengan experiencia de lo que predican y celebran, de la verdadera experiencia cristiana en nuestros feligreses, madres y esposos cristianos, al menos, para que nos sirvan de orientaci&oacute;n y apoyo. Porque si no hay experiencia, si celebras a&ntilde;os y a&ntilde;os la misa, la comuni&oacute;n, y no has sentido nada... si crees en el Cristo del Sagrario y no le saludas ni te pasas un rato ante &Eacute;l todos los d&iacute;as, no digo tanto rato como ante la tele o tu ordenador..., si te aburre Cristo o su evangelio no te dice nada y as&iacute; lo demuestras con tu forma de comportarte ante &Eacute;l... mira que yo soy sacerdote desde hace 50 a&ntilde;os... a m&iacute; no me vengas con cuentos..., si te aburre Cristo, si te pasas m&aacute;s tiempo en la tele, el m&oacute;vil, los guassads&hellip; etc&hellip;que ante el Sagrario o la oraci&oacute;n o lectura espiritual, t&uacute; no puedes entusiasmar a la gente con &Eacute;l, ni con su Eucarist&iacute;a, misterios, verdades... &iquest;como vas a entusiasmar a la gente con Cristo, querido hermano sacerdote, si a ti te aburre? Es la hora de la autenticidad, de ser verdaderamente santos, m&iacute;sticos, convertidos, la hora de vivir en conversi&oacute;n permanente a &Eacute;l, de ser testigo del Invisible, del Misterio del Dios verdadero. Ante estos hechos modernos, el reto y la urgencia pastoral no es la reacci&oacute;n violenta, sino &laquo;firmiter in re, suaviter in modo&raquo;; es la hora no de rechazos bruscos y posturas reaccionarias, sino de exponer con calma y paciencia en cada petici&oacute;n de un sacramento una verdadera catequesis sobre &eacute;l y sus condiciones para que ellos mismos juzguen si creen en Cristo, en la Iglesia, si viven o est&aacute;n dispuestos a vivir el evangelio Por nuestra parte, es la hora de una mayor purificaci&oacute;n de nuestra fe y apostolado; es la hora de la fe viva y trabajada mediante una oraci&oacute;n de conversi&oacute;n y de Eucarist&iacute;a permanentes; es la hora de la verdad, de la m&iacute;stica verdadera, de la experiencia de Dios, de la fe y el culto experimentado y vivido, de la oraci&oacute;n que pas&oacute; por la meditaci&oacute;n y la oraci&oacute;n afectiva, por lo menos, en que ya se siente el primer gozo y experiencia de Dios, y mejor si avanzamos a la uni&oacute;n con Dios en la oraci&oacute;n contemplativa, donde ya no te deja pensar y discurrir el Se&ntilde;or, porque est&aacute;s en el Tabor y s&oacute;lo puedes decir: qu&eacute; bien se est&aacute; aqu&iacute;: son los sacerdotes de la oraci&oacute;n diaria, aunque en temporadas cueste; la hago porque Dios es Dios, la hago, sienta o no sienta, porque quiero amarle sobre todas las cosas, tambi&eacute;n sobre mi ego&iacute;smo de sentir o no sentir; a estos nadie ni nada les tumba ni les asusta, ni el pecado ni la misma muerte porque han llegado a la experiencia del cielo en la tierra, que es Dios, y &Eacute;l est&aacute; dentro de ti. Sin esta experiencia, sin esta vivencia, con s&oacute;lo ideas y teolog&iacute;as, en que la religi&oacute;n se convirti&oacute; simplemente en un sistema m&aacute;s de verdades, como aquellos sistemas de ideas abstractas de filosof&iacute;a, que estudi&aacute;bamos en nuestros a&ntilde;os de seminario, es muy dif&iacute;cil, por no decir imposible, que el agua viva, el Dios vivo llegue a los que nos escuchan, porque la vida de Dios se comunica, a trav&eacute;s de nosotros, a los hermanos, al modo de canales y sarmientos: &ldquo;yo soy la vid y vosotros, los sarmientos... si el sarmiento no est&aacute; unido a la vid, no puede dar fruto... sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada...&rdquo;. Los Ap&oacute;stoles fueron sarmientos muy distintos antes y despu&eacute;s de Pentecost&eacute;s; y era el mismo Cristo, incluso le vieron resucitado y le tocaron, pero permanecieron con las puertas cerradas, &ldquo;por miedo a los jud&iacute;os&rdquo;; era el mismo evangelio, el mismo Cristo, ya resucitado, cre&iacute;an las mismas verdades, pero no se atrev&iacute;an a predicarlo &ldquo;por miedo a los jud&iacute;os&rdquo;. &iexcl;Por miedo a los jud&iacute;os! Con qu&eacute; humildad, con qu&eacute; sinceridad lo expresan los evangelios para que nosotros aprendamos. Y eran los Ap&oacute;stoles de Cristo, nuestros padres en la fe. De seguro que m&aacute;s de uno me criticar&aacute; por hablar as&iacute;. Pero no me importa, aunque sufra por ello. Quiero seguir el modo evang&eacute;lico, decir la verdad, aunque duela. Pero vamos a lo que estamos diciendo. &iquest;Por qu&eacute; cambiaron radicalmente los Ap&oacute;stoles con la venida del Esp&iacute;ritu Santo? Ya lo he dicho y lo repetir&eacute; muchas veces en mi vida. Porque fue Pentecost&eacute;s, porque vino el Esp&iacute;ritu Santo, que es el mismo Cristo, pero hecho fuego y llama de amor viva, Esp&iacute;ritu de Amor del Dios Trino y Uno, y lo sintieron en amor vivo por dentro, en su mismo esp&iacute;ritu, y al sentirlo as&iacute;, lo comprendieron todo porque lo experimentaron, y ya no pudieron permanecer por m&aacute;s tiempo en silencio, abrieron los cerrojos y las puertas para que todos les escuchasen y todos, aun siendo de diversas lenguas, los entendieron, porque hablaban el lenguaje del Amor del Dios que es Amor, pero desde la experiencia, no desde el puro conocimiento o teor&iacute;a. Cristo ha de pasar en nosotros de ser solo o principalmente teolog&iacute;a y concepto verdadero a ser llama y experiencia de amor viva en nuestro coraz&oacute;n, como en los Ap&oacute;stoles. Pero es necesario un Pentecost&eacute;s. Y para que haya Pentecost&eacute;s &ldquo;los ap&oacute;stoles estaban reunidos en oraci&oacute;n con Mar&iacute;a, la madre de Jes&uacute;s&rdquo;. S&oacute;lo por la oraci&oacute;n llegamos a Pentecost&eacute;s, a tener experiencia de Cristo vivo, vivo y resucitado.Por eso, la Iglesia siempre ha tenido y ha necesitado en todos los siglos, santos y m&iacute;sticos que tanto bien nos han hecho a todos. Y todo bautizado, especialmente los sacerdotes, estamos llamados a la santidad. Este reto es el que nos pide la carta Apost&oacute;lica de Juan Pablo II NMI, para m&iacute; no suficientemente estudiada y asimilada por la Iglesia, especialmente por los que tienen que dirigir los diversos aspectos de la vida pastoral: el primer apostolado de la Iglesia, el primero y fundamental es la santidad; y para ser santos, el camino es la oraci&oacute;n, la oraci&oacute;n y la oraci&oacute;n que nos lleva a la conversi&oacute;n permanente hasta la Uni&oacute;n con Dios. En Cristo conocido y amado en la oraci&oacute;n, radica todo mi apostolado, si quiero hacerlo con Cristo y desde Cristo como sarmiento suyo. No todas mis acciones son verdaderamente apost&oacute;licas, para que lo sean, necesito la vida, la savia de Cristo, porque soy sarmiento suyo: &ldquo;Y ni el que planta ni el que riega... sino el que da el incremento, Cristo&rdquo;. &laquo;Oh Dios m&iacute;o, qui&eacute;n te buscara con amor puro y sencillo que te deje de hallar muy a su gusto y voluntad, pues que t&uacute; te muestras primero y sales al encuentro a los que te desean&raquo; (S. Juan de la Cruz). &iexcl;Se&ntilde;or, que te busquemos siempre de verdad en todo y sobre todas las cosas y circunstancias! Que no sea yo el que adecue y acomode a mis gustos tu persona y evangelio sino que sea yo quien se esfuerce primero por identificarme contigo y luego, predicarlte. Que viva mi vida cristiana y sacerdotal en Ti y como T&uacute;. Que sea un sarmiento siempre unido a Ti y as&iacute; la savia de tu vida y amor corriendo por mi como sarmiento limpio y sin obst&aacute;culos de imperfecciones podr&aacute; llegar a mis feligreses. 6. OTRO RETO SACERDOTAL ES EL CELIBATO EN UN MUNDO CON M&Aacute;S SEXO Y MENOS FE El sacerdote actual tiene m&aacute;s dificultades para el celibato que en otras &eacute;pocas de la historia porque en el mundo actual, en general, el sexo como pecado no existe y esto se puede comprobar todos los d&iacute;as en teor&iacute;as y pr&aacute;cticas p&uacute;blicas y televisivas y dem&aacute;s medios. Por tele y guassads y dem&aacute;s te explican los mismos j&oacute;venes c&oacute;mo hacer actos sexuales en pareja, en grupos... Aqu&iacute; meter&iacute;amos tambi&eacute;n todas las tentaciones provenientes de la condici&oacute;n celibataria del sacerdote en un mundo lleno de sensualismo. Ahora, no se concibe una amistad pura, s&oacute;lo por afecto limpio; ahora, desde la juventud, todo es y est&aacute; orientado al sexo; la tele, las pel&iacute;culas, la vida misma actual de chicos y chicas, en simples encuentros primeros o semanales, termina en el sexo indiscriminado, por puro pasatiempo. Y el sacerdote es c&eacute;libe, lo cual no es solamente que no puede tener relaciones sexuales con una mujer, que es lo que todo el mundo entiende por el celibato, sino que no puede tener amor y ayuda de esposa, de amar a una mujer con amor de esposa, porque ese amor el c&eacute;libe lo tiene consagrado a Dios, s&oacute;lo a Dios, y por &Eacute;l y desde &Eacute;l puede amar a todos sin ser esposo de nadie. Y esto obliga a mayor soledad que antes; por una parte, por el peligro ambiental; y por otra, por el peligro personal de la virtud de la castidad, hoy incluso poco valorada y p&uacute;blicamente pisoteada y ridiculizada en televisiones y medios; sobre todo, porque se ha entronizado el sexo por el sexo y sin amor. Con todo lo cual, nuestro instinto, nuestra carne, que todos tenemos, como los mismos santos, algunos de los cuales fueron peores que nosotros en esta materia antes de convertirse y llegar al amor total de Cristo, nuestros instintos, repito, se sienten m&aacute;s incentivados hacia lo carnal, que impide este amor total a Cristo sobre todas las cosas, incluso sobre el amor conyugal y de entrega a una esposa, a una mujer. Y que conste ya desde este momento, que jam&aacute;s defenderemos el celibato ni queremos ser c&eacute;libes porque el matrimonio sea m&aacute;s imperfecto, no; l&eacute;ase el Vaticano II; de esto los Padres del Concilio tuvieron mucho cuidado cuando hablaron del celibato, ya que antes de hablar de &eacute;l en el Presbyterorum ordinis hab&iacute;an hablado y defendido el matrimonio, como camino de santidad, y la llamada de todos los hombres, sea cual sea su estado, a la santidad. Por eso esta tentaci&oacute;n de ser c&eacute;libes en un mundo con m&aacute;s sexo y menos amor se convierte para nosotros autom&aacute;ticamente en un reto, en un camino de santidad, que aceptamos al ser sacerdotes, donde puede haber o no haber alg&uacute;n fallo o ca&iacute;da personal contra la castidad sin compa&ntilde;&iacute;a jam&aacute;s, pero tambi&eacute;n y jam&aacute;s acept&aacute;ndolo e instal&aacute;ndose en nosotros, siempre levant&aacute;ndonos y luchando y pidiendo a la Virgen que sea la &uacute;ltima vez, que nos ayude, y a examinarse y exigirse todos los d&iacute;as en la oraci&oacute;n personal,&iexcl;nunca esc&aacute;ndalo con otro no digamos con otra, jam&aacute;s! &iexcl;Dios lo quiere y lo consiguimos con su ayuda! porque lo quiere y nos ha llamado a amarle, a amarnos en totalidad y gratuidad sin recompensa de instinto. Este es nuestro reto: tender siempre al amor total a Cristo y por Cristo, con amor total y gratuito, sin recompensa de sentidos, a los hermanos y hermanas. Al sustituirse el amor por el sexo, se le complica la vida al sacerdote celibatario, porque la gente tiene esa mentalidad y no va a hacer una excepci&oacute;n con el cura. As&iacute; que tenemos que tener m&aacute;s cuidado, sobre todo, con el Internet que lo facilita a todas horas y f&aacute;cilmente, sin complicaciones. Antes, el sacerdote pod&iacute;a tener m&aacute;s compa&ntilde;&iacute;as femeninas, hoy es m&aacute;s peligroso por los motivos aducidos. En consecuencia, el sacerdote se encuentra m&aacute;s solo afectivamente, m&aacute;xime cuando ya la hermana o la sobrina ya no quieren vivir en el pueblo o necesitan trabajar. Si tiene una <can&oacute;nica> relativamente joven, la gente desconf&iacute;a; si la tienes mayor, debes t&uacute; cuidar de ella; si no la tienes, de no ser un manitas, la cosa no marcha bien en la cocina o en la limpieza del piso y te toca comer todos los d&iacute;as de latas y conservas y precocinados. Tampoco la econom&iacute;a de un cura da para una buena asistenta. Hoy hay muchos que no lo consiguen, qued&aacute;ndose solos y aislados en la casa parroquial, fr&iacute;a y melanc&oacute;lica. Tampoco se encuentran f&aacute;cilmente mujeres en estos tiempos que sean aptas y apropiadas y no tengan tentaciones de dinero, afecto y... La propia familia te deja solo: ya no hay sobrinas, ni t&iacute;as solteras, quedan s&oacute;lo las madres.... Por otra parte se han hecho tentativas de vida en com&uacute;n entre sacerdotes, y la cosa no resulta f&aacute;cil: diferencias de gustos, costumbres, ego&iacute;smos, amor propio, mentalidades diversas. De todas formas nosotros no somos religiosos. Y a los religiosos la vida comunitaria tampoco les resulta f&aacute;cil. Porque viven juntos, pero a veces separados, no comunitariamente. En tiempos pasados, el sacerdote siempre encontr&oacute; abundante y m&aacute;s que suficiente compa&ntilde;&iacute;a en sus feligreses. El ambiente y las circunstancias eran distintas. Pero el hombre ser&aacute; siempre hombre y la mujer, mujer. Si de ni&ntilde;o o joven el sacerdote no tuvo rostros femeninos de amor c&eacute;libe que le amaran gratuitamente, sin nada de sexo, como son sus padres, sus hermanas y amigas de infancia o juventud, le va a ser m&aacute;s costoso este camino del amor c&eacute;libe, que en definitiva es amar con totalidad de amor a Dios y con esa gratuidad de amor de Dios a los hermanos. Esta es la parte positiva del celibato. La negativa es huir de lo carnal, es amar gratuitamente a la mujer o al hombre sin recompensas de carne. Dice J. LAPLACE:<< En efecto, es peligroso presentar tan de prisa la cumbre de todo amor. Dios es el Amor, pero es invisible, y, como de todo lo que es invisible, corremos el riesgo de que la imaginaci&oacute;n nos haga de &Eacute;l la idea que nosotros queremos. El amor no es verdadero sino cuando es palpable. A menudo he sentido ganas de decir a tal o cual joven que sue&ntilde;a con la donaci&oacute;n total: &iquest;Quieres darte a Dios? Tienes tal potencia de imaginaci&oacute;n que, incluso a los seres que te rodean, empleas a&ntilde;os enteros en descubrirlos como en realidad son, aunque est&eacute;n en tu presencia en carne y hueso para hacerse recordar de ti. Con mucha m&aacute;s raz&oacute;n si pretendes amar a Dios, a quien no ves. Crear&aacute;s de &eacute;l una idea que no tendr&aacute; nada de com&uacute;n con la realidad. Hay que tomar al pie de la letra la frase de San Juan: &laquo;Aquel que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve&raquo;&rdquo;>>[22]. Por eso la base de relaci&oacute;n con la mujer, que es muy importante para la vida personal y pastoral del sacerdote, depende en su parte principal del concepto y vivencia que el sacerdote tenga del celibato. Qu&eacute; mujeres m&aacute;s santas y trabajadoras y ejemplares y entregadas a Cristo he encontrado y sigo encontrando en mi vida. Verdaderas mujeres cristianas, llenas del Esp&iacute;ritu de Cristo, de Esp&iacute;ritu Santo. Estas mujeres saben amar y ayudar y darse gratuitamente desde la vivencia de su amor a Dios, sin pensar ni complicarte la vida. Pero a&uacute;n as&iacute; hay que tener mucho cuidado porque el sexo, dormido o despierto, siempre pedir su raci&oacute;n. Pero junto a estas y siempre con cuidado, ya sabemos todos cu&aacute;l es el denominador com&uacute;n de la mujer y del hombre, m&aacute;xime en estos tiempos, donde para los mismos j&oacute;venes de ambos sexos el erotismo es puro divertimiento, mientras que a nosotros nos va la vida sacerdotal en ello. Esta es la causa principal de la falta de vocaciones sacerdotales, incluso de religiosas y tambi&eacute;n de tantos esc&aacute;ndalos actuales en el mundo y en la misma Iglesia. Todos sabemos c&oacute;mo aman la mujer y el hombre, siempre con cuerpo y alma, y por tanto siempre, consciente o inconscientemente van buscando algo de recompensa, de cuerpo o de alma. Estamos hechos as&iacute; e instintivamente&hellip; San Pablo: &ldquo;carne y esp&iacute;ritu, deseo lo que es mejor pero hago lo que no quiero, el cuerpo lucha contra el esp&iacute;ritu y el esp&iacute;ritu contra la carne&rdquo;. Es el pecado original. No asustarse. No taparse los ojos ni ignorarlo: a est&iacute;mulos ordinarios, reacciones ordinarias: quiere decir que estamos bien constituidos por Dios; ahora ni hundirse en la soledad o en la tristeza. A luchar se ha dicho hasta que el esp&iacute;ritu venza a la carne. Y mil veces ca&iacute;do, mil veces levantado cuando es personal; con otros u otras, jam&aacute;s, jam&aacute;s, jam&aacute;s por la vida y la experiencia y la historia. Y Dios siempre nos perdona. Pero la carne seguir&aacute; pidiendo su raci&oacute;n cada d&iacute;a hasta que sea vencida; en unos, desde el principio, o porque no se enteraron o prometieron amar a Dios con todo su coraz&oacute;n y sus fuerzas o sus circunstancias personales les fueron m&aacute;s favorables: hermanas, amigas de infancia inocentes, buenos amigos; otros tendr&aacute;n que luchar m&aacute;s, pero todos vencer&aacute;n. Siempre luchando. Y todos llegaremos a ser santos, a estar unidos a Dios totalmente. Y de esto tenemos muchos ejemplos en la Iglesia. De los canonizados y no canonizados. Y algunos canonizados no fueron siempre ejemplares. Tambi&eacute;n quiero decir que algunos por su f&iacute;sico o psicolog&iacute;a pueden necesitar m&aacute;s ayuda, incluso la ayuda de psic&oacute;logos o m&eacute;dicos o de alg&uacute;n libro correcto o de moral cat&oacute;lica. No s&eacute; c&oacute;mo est&aacute; esta materia tratada hoy en teolog&iacute;a moral, en mis tiempos de seminaristas esta materia del sexto se pasaba por encima y no se daba o se daba muy superficialmente en la clase. Con estas mujeres, verdaderas cristianas, no tienes complicaciones, ni la misma feligres&iacute;a lo ve mal, pero con otras... hay que tener mucho cuidado, m&aacute;xime si t&uacute; mismo sientes tentaciones de complicarte la vida, a no vivir en plenitud la promesa hecha en tu ordenaci&oacute;n de amar a Dios sobre todas las cosas, en este caso, sobre todas las mujeres. Las que m&aacute;s nos pueden complicar son las <gatimansas >de turno, que nunca faltan, sobre todo, si el mismo sacerdote inconscientemente, por puro instinto natural, las va buscando. Y hoy ya la edad y otras cosas no importan, porque ya no hay peligro de tener hijos con los medios que existen. Y con los instintos de la carne no se puede jugar; hay que tener control absoluto, absoluto y total cuidado y unirse a Cristo sacerdote y v&iacute;ctima en la Eucarist&iacute;a diaria en su cruz y sangre derramada por amor total a Dios y a los hermanos, con donaci&oacute;n y entrega absoluta; es el momento del <nunca, nada, con nadie> que explico a mis alumnos del Seminario. Somos as&iacute;. Es el instinto, me da lo mismo de comer, de beber o de lo que sea, siempre pide su raci&oacute;n ego&iacute;sta, para &eacute;l solo, sin pensar en el hombre completo y en sus deseos de amor total a Dios y a los hermanos, bueno, en este caso m&aacute;s especialmente a las hermanas. La maduraci&oacute;n de la castidad en general, como parte de la vida cristiana, es fruto del amor a Cristo y de su gracia. Mucha oraci&oacute;n ante el Sagrario, mucha Eucarist&iacute;a y mucha devoci&oacute;n a la Madre Inmaculada. Todo esto era natural antes en la familia y ambiente cristianos. Por eso las j&oacute;venes de nuestro tiempo eran castas y hab&iacute;a muchas vocaciones de todo tipo; yo tuve una t&iacute;a hermana de mis madre, t&iacute;a Julia, que tuvo tres hijos en el seminario, lod tres llegaron a sacerdotes, y dos monjas, como dec&iacute;amos entonces. En mis tiempos de monaguillo, a&ntilde;os 45-48, si alguna quedaba embarazada se casaba en privado y en horas tempranas en la parroquia. Las diversiones y dem&aacute;s eran totalmente distintas a las de ahora. Hoy, hasta la familia, los hermanos, pueden complicar la cosa por su manera de pensar o vivir. Tenemos padres que violan a sus hijos&hellip; Hasta hace poco la gente aceptaba sin m&aacute;s dificultades que el sexo era para el matrimonio y para fundar una familia. Sin embargo la revoluci&oacute;n sexual de los a&ntilde;os ochenta, alimentada por la pol&iacute;tica, con deseos de ganarse los votos de los j&oacute;venes, propugn&oacute; la liberaci&oacute;n sexual total desde los diecis&eacute;is a&ntilde;os con la difusi&oacute;n de los anticonceptivos y preservativos, afirmando el derecho al placer como un derecho personal propio sin intromisiones ajenas, consideradas intromisiones ajenas. En consecuencia el sexo se ha convertido en algo cada vez m&aacute;s trivializado y comercializado, y desde luego, nada de pecado. Puro consumismo. Usar y tirar. Pero claro, para el cura, sobre todo joven, esto es una complicaci&oacute;n m&aacute;s, una dificultad mayor a superar. Hoy, entre j&oacute;venes mayores de 15 o16 a&ntilde;os, el sexo est&aacute; institucionalizado y se ve lo m&aacute;s natural. Yo confieso a los j&oacute;venes que vienen a casarse por la iglesia&hellip;ni se acusan aunque est&aacute;n viviendo juntos. Por otra parte, los guassad&hellip; ayer mismo un chico pidiendo un bautizo para el hijo me dijo que &eacute;l se relaciona con m&aacute;s chicas por el m&oacute;vil y dem&aacute;s&hellip; de hecho &iquest;cu&aacute;ntos j&oacute;venes de 15 a 30 a&ntilde;os confesamos? Esta soledad exaspera y agiganta m&aacute;s el problema del celibato propiamente dicho. M&aacute;xime, cuando la castidad se ha hecho hoy m&aacute;s dif&iacute;cil para todos, no s&oacute;lo para el sacerdote, por el ambiente pansensual y er&oacute;tico que lo envuelve todo en las diversas expresiones de la vida moderna, sino porque pocos j&oacute;venes la guardan conforme a la mentalidad de la Iglesia, ya que la consideran un bien personal y, por tanto, pueden disfrutar de &eacute;l cuando quieran y como quieran; y as&iacute; se ense&ntilde;a y practica en muchos programas y pel&iacute;culas y pornograf&iacute;a de televisi&oacute;n, y as&iacute; lo ense&ntilde;an en las aulas p&uacute;blicas y privadas, y ya se encargan los psic&oacute;logos de turno, por dinero y popularidad, de pregonarlo y el Gran Hermano de plasmarlo en la pantalla. Los adolescentes y los j&oacute;venes son ilustrados en los Colegios y Universidades en esta materia sin la m&aacute;s m&iacute;nima referencia moral; los j&oacute;venes ya no la guardan por la institucionalizaci&oacute;n de las relaciones prematrimoniales, desde los diecis&eacute;is a&ntilde;os; y solo lo que preocupa a los padres y a los educadores de la sociedad es la prevenci&oacute;n del sida y hasta las madres colocan a sus hijas los preservativos pertinentes en los bolsos para los fines de semana en el botell&oacute;n o para las excursiones o veraneos juntos de chicos y chicas y novios y ahora gays y lesbianas. Menudo l&iacute;o. Y conozco sacerdotes que han dejado de organizar acampadas y fines de semana parroquiales por este motivo. Y t&uacute; predica ahora la castidad: sinceramente: &iquest;cu&aacute;nto tiempo que no predicamos esta virtud cristiana? &iquest;Por qu&eacute; no lo hacemos? Me licenci&eacute; en Teolog&iacute;a Moral en Madrid hace a&ntilde;os; y en este aspecto puedo decir que hab&iacute;a cambiado mucho de la que estudi&eacute; en el seminario Y al celibato en concreto, hoy y siempre, le llueven dificultades desde todos los campos: teol&oacute;gico, pastoral, social, individual, psicol&oacute;gico, ambiental...sobre todo los medios actuales. Es problema de amor, divino para sublimarlo; humano, para complicarlo. Todos conocemos su problem&aacute;tica y sus leyes. Primera: los sacerdotes, todos los sacerdotes, desde los altos a los m&aacute;s bajos, desde los m&aacute;s fervorosos a los menos, desde los m&aacute;s m&iacute;sticos hasta los m&aacute;s apocados, todos estamos bien constituidos; as&iacute; que nadie se enga&ntilde;e: a est&iacute;mulos ordinarios, reacciones ordinarias, y a mayores est&iacute;mulos sexuales, ahora potenciados con Internet, pel&iacute;culas, Tele y dem&aacute;s medios modernos, wwassad&hellip;, mayores y m&aacute;s reacciones sexuales, bueno si uno es normal y est&aacute; bien constituido, repito. Y mientras todo vaya en esta direcci&oacute;n, vaya... lo peor es que vengan otras tentaciones m&aacute;s perversas. Ya hay que tener mucho cuidado con lo que tenemos o te encuentras sin buscarlo, pero si encima lo buscas... Por amor a Dios, por amor a la Iglesia, por el esc&aacute;ndalo que quita la fe a nuestros feligreses, esto jam&aacute;s, jam&aacute;s, jam&aacute;s. Cuidado con los ni&ntilde;os, cuidado con otras tendencias m&aacute;s perversas...Qu&eacute; esc&aacute;ndalos ahora dentro de la misma Iglesia. Y el mismo Estado nacional socialista y toda la izquierda investig&aacute;ndolo y d&aacute;ndolo en publicidad y&hellip; que se preocupe m&aacute;s y mejor de todos estos temas entre los espa&ntilde;oles que esta es su misi&oacute;n directa y natural. Sin embargo &iexcl;cu&aacute;ntos esc&aacute;ndalos y abusos en esta materia actualmente entre religiosos, consagrados y algunos sacerdotes. Dios quiso el sexo, nos cre&oacute; sexualizados y es un bien de la naturaleza y Dios quiere que la forma natural de vivirlo sea el matrimonio. Cristo fue verdadero hombre, hombre completo, pero no quiso casarse, el Padre no le se&ntilde;al&oacute; el matrimonio como camino para cumplir su voluntad, con amor extremo, hasta dar la vida. Si Cristo hubiera visto en esto la voluntad de su Padre, nos lo habr&iacute;a predicado. Y sus sacerdotes podr&iacute;amos seguir sus pasos. Pero el ser c&eacute;libe, por voluntad y amor total al Padre, no impidi&oacute; que Cristo amara tiernamente a sus amigos y amigas, como no tienen reparo en expresarlo los evangelios; es m&aacute;s, se dej&oacute; querer hasta formas de ser abrazado, besado y ba&ntilde;ado de l&aacute;grimas en los pies... que nosotros y m&aacute;xime, en aquel tiempo y con aquel concepto de mujer, nos extra&ntilde;a, pero apasiona.&iexcl;Qu&eacute; maravilloso eres, Cristo, qu&eacute; libre y qu&eacute; due&ntilde;o y se&ntilde;or de tus sentimientos! &iexcl;haznos semejantes a Ti, ay&uacute;danos a consagrados y sacerdotes a seguirte e imitarte! Por eso, me disgusta, pero no me ha impresionado absolutamente nada que en estos tiempos de tan poca fe y respeto a las personas, hayan hecho algunas pel&iacute;culas blasfemas en este sentido. Le quisieron mucho las mujeres y no s&eacute; si todas desde el principio le quisieron bien en este aspecto, pero &Eacute;l con su palabras, gestos y vida las cambi&oacute; a todas, incluso a las prostitutas, a las ad&uacute;lteras, a las mujeres de mala vida, con las que hablaba y se relacionaba, y de lo que le acusaron los escribas y fariseos, cosa que ellos, para no mancharse, no pod&iacute;an hacer. Yo en mi ni&ntilde;ez viv&iacute; unos tiempos y unas costumbres donde si una chica quedaba embarazada se casaba por la iglesia pero po la ma&ntilde;ana temprano o por la noche y un hombre que dejando a su esposa se iba a vivir con otra no pod&iacute;a ir a la iglesia&hellip; El sacerdote tiene que amar as&iacute; a la mujer, como Cristo, con amor c&eacute;libe y casto. La virtud de la castidad es una virtud t&iacute;picamente cristiana; en otros tiempos era virtud ordinaria para ni&ntilde;os, j&oacute;venes y adultos de mi tiempo, por el mero hecho de estar bautizados y estar llamados a vivir la vocaci&oacute;n cristiana en plenitud.; ahora, por las actuales circunstancias, pocos la viven y parece como si esto solo fuera para sacerdotes y religiosos y los que se preparan para serlo, porque el resto, desde ni&ntilde;os, son educados en sentido contrario, por eso hay tan pocas vocaciones. As&iacute; que los sacerdotes, pero sobre todo, los seminaristas, se quedan solos en esta lucha. Y los seminaristas lo tienen m&aacute;s dif&iacute;cil, por ellos, por el ambiente y por las mismas chicas que le consideran objeto de conquista apreciable, en los mismos centros de bachillerato, donde ellos tienen que ir, porque algunos seminarios no lo tienen. Esto lo he visto yo en mi Di&oacute;cesis. En el Colegio Espa&ntilde;ol de Roma, donde por raz&oacute;n de estudios estuve los a&ntilde;os 1963-1966, nos proyectaron un d&iacute;a la pel&iacute;cula de Pasolini <El Evangelio seg&uacute;n San Mateo>. Y no olvidar&eacute; en la vida aquella escena de Cristo mirando con mirada de misericordia y amor a la ad&uacute;ltera y de la ad&uacute;ltera agradecida y sorprendida ante tanto amor de aquel hombre que la miraba y la amaba de forma distinta a todos los hombres que hab&iacute;a conocido. Ning&uacute;n hombre le hab&iacute;a mirado hasta entonces con tanto amor y con tanto deseo de quererla. Aquella mujer ad&uacute;ltera no volvi&oacute; a pecar. No s&eacute; si volver&iacute;a a vivir con su marido; a lo mejor form&oacute; parte de las seguidoras de Cristo &iexcl;Santa ad&uacute;ltera! Ens&eacute;&ntilde;ame a mi a mirar y amar a Cristo como t&uacute; le amaste! &iexcl;Cristo, ens&eacute;&ntilde;ame a mirar y amar a la mujer como T&uacute;! He dicho esto porque algunos Obispos que estaban en Roma y en el Colegio con motivo del S&iacute;nodo se salieron de la sala del la proyecci&oacute;n al ver esta escena. Ahora otra mujer: la samaritana, la de los cinco maridos. No s&eacute; qu&eacute; tendr&iacute;a Cristo que las enamoraba. Era una forma distinta de mirar, de hablar, de amar. Yo se lo pido todos los d&iacute;as y sigo aprendiendo. Por eso, la samaritana, al encontrarse con Cristo, reconoci&oacute; prontamente sus muchos maridos, es decir, sus pecados. Los afectos y apegos desordenados impiden ver a Cristo, creer en Cristo Eucarist&iacute;a, sentir su presencia y amor. Cristo se lo insinu&oacute;, ella lo intuy&oacute; y lo comprendi&oacute; y ya no tuvo maridos ni m&aacute;s amor que Cristo, el mejor amigo. Se&ntilde;or, luchar&eacute; con todas mis fuerzas por quitar el pecado de mi vida, de cualquier clase que sea: &ldquo;los limpios de coraz&oacute;n ver&aacute;n a Dios&rdquo;. Quiero estar limpio de pecado, para verte y sentirte como amigo. Quiero decir con la samaritana:&ldquo;dame, Se&ntilde;or, de ese agua, que sacia hasta la vida eterna...&rdquo; para que no tenga necesidad de venir todos los d&iacute;as a otros pozos de aguas que no sacian plenamente. Todo lo de este mundo es agua de criaturas que no sacian. Yo quiero hartarme de la hartura de la divinidad, de esta agua que eres T&uacute; mismo, el &uacute;nico que puedes saciarme plenamente. Porque llevo a&ntilde;os y a&ntilde;os sacando agua de estos pozos del mundo y, como mis amigos y antepasados, tengo que venir cada d&iacute;a en busca de la felicidad, que no encuentro en ellos y que eres T&uacute; mismo. Se&ntilde;or, tengo hambre del Dios vivo que eres T&uacute;, del agua viva, que salta hasta la vida eterna, que eres T&uacute;, porque ya he probado el mundo y la felicidad que da. D&eacute;jame, Se&ntilde;or, que esta tarde, cansado del camino de la vida, lleno de sed y hambriento de eternidad y sentado junto al brocal del Sagrario, donde T&uacute; est&aacute;s, te diga: Jes&uacute;s, te deseo a Ti, deseo llenarme y saciarme s&oacute;lo de Ti, estoy cansado de las migajas de las criaturas, s&oacute;lo busco la hartura de tu Divinidad. Quien se ha encontrado contigo, ha perdido la capacidad de hambrear nada fuera de Ti. Contigo todo me sobra. Sin T&iacute; todo me falta. T&uacute; eres la Vida de mi vida, ll&eacute;name de Ti. <S&oacute;lo Dios basta, quien a Dios tiene, nada le falta>. Y para terminar, otra mujer. Esta dice el Evangelio expresamente que quer&iacute;a tocarle. Casi pecado. Sobre ella tengo escrito: Hemorro&iacute;sa divina, creyente, decidida, ens&eacute;&ntilde;ame a tocar a Cristo con fe y esperanza. (Comentario del Evangelio de Mateo 9, 20-26) &iexcl;Hemorro&iacute;sa divina, creyente, decidida y valiente, ens&eacute;&ntilde;ame a mirar y admirar a Cristo como t&uacute; lo hiciste, quisiera creer y confiar como t&uacute; en Jes&uacute;s, para tener esa capacidad de provocaci&oacute;n que t&uacute; tuviste con esos deseos de tocarle, de rozar tu presencia con la suya, esa seguridad de quedar curado si le toco con fe, de presencia y de palabra Ens&eacute;&ntilde;ame a dialogar con Cristo, a comulgarlo y recibirlo. Reza por m&iacute; al Cristo que te cur&oacute; de tu enfermedad, que le toquemos siempre con fe en nuestras misas, comuniones y visitas, para que quedemos curados, llenos de vida, de fe y de esperanza! &ldquo;Dij&eacute;ronle los disc&iacute;pulos: Si tal es la condici&oacute;n del hombre con la mujer, no conviene casarse. El les contest&oacute;: No todos entienden esto, sino aquellos a quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que nacieron as&iacute; del vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos por los hombres, y hay eunucos que a s&iacute; mismos se han hecho tales por amor del reino de los cielos. El que pueda entender, que entienda&rdquo; (Mt 19, 11-12). La Biblia de Jerusal&eacute;n dice textualmente en el Evangelio seg&uacute;n San Lucas, cap&iacute;tulo 8: &laquo;Mujeres que acompa&ntilde;aban a Jes&uacute;s&raquo;: &ldquo;A continuaci&oacute;n iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando el reino de Dios; le acompa&ntilde;aban los Doce, y algunas mujeres que hab&iacute;an sido curadas de esp&iacute;ritus malignos y enfermedades: Mar&iacute;a, llamada Magdalena, de la que hab&iacute;an salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que le serv&iacute;an con sus bienes&rdquo;. Termino con Lucas, en cap&iacute;tulo 7: &ldquo;Le invit&oacute; un fariseo a &eacute;l, y entrando en su casa, se puso a la mesa. Y he aqu&iacute; que lleg&oacute; una mujer pecadora que hab&iacute;a en la ciudad, sabiendo que estaba a la mesa en la casa del fariseo y con un pomo de alabastro de ung&uuml;ento se puso detr&aacute;s de &Eacute;l, junto a sus pies, llorando y comenz&oacute; a ba&ntilde;ar con l&aacute;grimas sus pies y los enjugaba con los cabellos de su cabeza y besaba sus pies y los ung&iacute;a con el ung&uuml;ento. Viendo lo cual, el fariseo que le hab&iacute;a invitado dijo para s&iacute;: Si &eacute;ste fuera profeta, conocer&iacute;a qui&eacute;n y cu&aacute;l es la mujer que le toca, porque era una pecadora. Tomando Jes&uacute;s la palabra, le dijo: Sim&oacute;n, tengo una cosa que decirte. El dijo: Maestro, habla. Un prestamista ten&iacute;a dos deudores; el uno le deb&iacute;a quinientos denarios; el otro, cincuenta. No teniendo ellos con qu&eacute; pagar, se lo condon&oacute; a ambos. &iquest;Qui&eacute;n, pues, le amar&aacute; m&aacute;s? Respondiendo Sim&oacute;n, dijo: Supongo que aquel a quien condon&oacute; m&aacute;s. D&iacute;jole: Bien has respondido, &ldquo;Y vuelto a la mujer, dijo a Sim&oacute;n: &iquest;Ves a esta mujer? Entr&eacute; en tu casa y no me diste agua para los pies; mas ella ha regado mis pies con sus l&aacute;grimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el &oacute;sculo; pero ella, desde que entr&eacute;, no ha cesado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con &oacute;leo, y &eacute;sta ha ungido mis pies con ung&uuml;ento. Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque am&oacute; mucho&rdquo;. &iquest;Qu&eacute; dir&iacute;an nuestros feligreses si vieran que alguna mujer tuviera gestos como estos con nosotros en un convite de bodas? Pues que est&aacute;bamos liados... Pues Cristo no lo estuvo. Y lo que quiero decir tambi&eacute;n con todos estos pasajes evang&eacute;licos es que el celibato no nos impide el amor, el afecto a la mujer; y que hasta llegar al pecado, hay mucho camino o ninguno, si uno ha hecho en serio esta promesa y lucha por mantenerla y no escoge jam&aacute;s este camino para tratar con la mujer; todo depende de nuestra intenci&oacute;n; precisamente porque sabemos que a est&iacute;mulos ordinarios, reacciones ordinarias, y no hay que dejarse enga&ntilde;ar ni por los sentidos, ni por el maligno ni por nadie; en esta materia, nuestro prop&oacute;sito: &ldquo;nunca, nada, con nadie ... Desde luego, qu&eacute; maravilloso eres Cristo, qu&eacute; valiente, qu&eacute; manera de amar y dejarte amar; yo tambi&eacute;n quiero amar y amarte as&iacute;: qu&eacute; hombre m&aacute;s libre eres, Se&ntilde;or, hasta del pecado, claro. Ay&uacute;dame a amar y ser amado as&iacute;. Cristo es la &uacute;nica raz&oacute;n de mi celibato; quiero rezar siempre: &ldquo;Por Cristo, con &Eacute;l y en &Eacute;l, a ti Dios Padre Omnipotente, todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amen&rdquo;. 7.1.- NECESIDAD DE LA ORACI&Oacute;N Y MORTIFICACI&Oacute;N DIARIA Y PERMANENTE DE LOS SENTIDOS PARA VIVIR EL CELIBATO EN CRISTO Y COMO CRISTO Lo primero que hay que decir es que el celibato es amar gratuitamente a los hombres y hermanos, en donaci&oacute;n total, sin ego&iacute;smo carnal. El celibato, en positivo, es un reto de querer amar a Dios con todo mi coraz&oacute;n, con toda mi alma y con todo mi ser sacerdotal, que me compromete y obliga al amor total y exclusivo y gratuito sin afecto carnal que ser&iacute;a el aspecto negativo, la cara negativa de la plenitud de ese amor. Por lo tanto, el amor c&eacute;libe es esencial y vivencialmente positivo, por &Eacute;l y por el reino de los cielos. Es escatol&oacute;gico, es &ldquo;el esjat&oacute;n&rdquo;, el final inaugurado en el tiempo, es lo &uacute;ltimo hecho presente: el cielo nuevo, la tierra nueva, el amor eterno a Dios y a los hermanos iniciado en el camino hacia la eternidad, es el &ldquo;ser&aacute;n como &aacute;ngeles&rdquo;. Hay documentos de la Iglesia muy claros hoy sobre la naturaleza y finalidad del celibato. Virgen o c&eacute;libe no consiste en no casarse o en mantenerse como un solter&oacute;n, solterona, no; c&eacute;libe es una forma espec&iacute;fica y experiencial de amar a Dios y a los hermanos sin relaci&oacute;n de carne, es no tener amor y actitudes y comportamientos y compromisos de esposo o esposa, es tratar de amar a Dios y a los hermanos sin relaci&oacute;n corporal de pensamiento, deseo y obras, es decir, incluso aunque en mis relaciones con otras personas, en concreto mujeres, no tenga relaciones carnales. Repito, el amor c&eacute;libe es primariamente virginal, sin amores y actitudes esponsales con criaturas y consecuentemente o como vivencia connatural es casto total de cuerpo, que ser&iacute;a el reverso negativo de este amor total y afectivo. Por lo tanto, si mi mentalidad es que el celibato ha sido el precio que he tenido que pagar para ser sacerdote, como no exista el deseo de transformarme en Cristo Sacerdote, esas razones quedan inundadas por el sensualismo actual del ambiente que no protege tanto como antes, aunque con esa mentalidad ahora y siempre ser&aacute; muy dif&iacute;cil vivir el celibato, y como consecuencia, nos ser&aacute; muy dif&iacute;cil ser c&eacute;libes de coraz&oacute;n por el reino de Dios. Si el sacerdote piensa as&iacute;, le parecer&aacute; excesivo el precio. Para algunos el celibato tendr&iacute;a que ser opcional. Y fue opcional, pero incluido en la opci&oacute;n sacerdotal, que me obliga a identificarme o tratar de identificarme todos los d&iacute;as en lo que celebro, la Eucarist&iacute;a, la Acci&oacute;n de gracias al Padre por todos los beneficios que me han venido por la vida nueva y resucitada que hace el Se&ntilde;or presente sobre el altar y de la cual participo y con la cual comulgo, y que mete en mi alma y cuerpo la &ldquo;sangre derramada&rdquo; y las llagas de Cristo, que da su vida en amor total al Padre y virginal a los hermanos, con entrega gratuita, en adoraci&oacute;n total, con amor extremo, hasta dar la vida. Con ese amor y con esa vida comulgo en el momento central de mi sacerdocio y del cristianismo, de mi seguimiento personal e identificaci&oacute;n sacerdotal y victimal con Cristo: &ldquo;Tened en vosotros los mismos sentimientos de Cristo&rdquo;; &ldquo;El que me come vivir&aacute; por m&iacute;&rdquo;. Para este amor, para este sacrificio agradable a Dios, para esta vivencia, lo he dicho millones de veces y lo repetir&eacute; todas las que pueda y sean necesarias, la oraci&oacute;n, la oraci&oacute;n- conversi&oacute;n diaria y permanente que me lleva al amor permanente y a la castidad permanente. Y mil veces ca&iacute;do, mil veces levantado por la confesi&oacute;n y el prop&oacute;sito de enmienda sincero, pero jam&aacute;s, nunca con otras personas, de ser as&iacute;, no puedo ser sacerdote y consultar con m&eacute;dicos por si hubiera alguna nomal&iacute;a f&iacute;sica o ps&iacute;quica, porque el amor y perd&oacute;n de Dios cura todas las heridas y limpia mi coraz&oacute;n de toda mancha sin dejar rastro. No me gusta escuchar en las confesiones: me acuso de los pecados de mi vida pasada, porque es como desconfiar de la misericordia de Dios. Y si es por el dolor de la ofensa, ya no queda ni rastro de la herida. Tengo que ser humilde, aceptar que necesito de su gracia y aceptar con sacrificio de mis instintos su ayuda, que me lleva a veces a identificarme con Cristo crucificado en su cuerpo y sangre derramada. Y pido a mis hermanos y hermanas y a toda la asamblea cristiana que me contempla en mi vida diaria: &laquo;Orad, hermanos, para que este sacrificio m&iacute;o y vuestro sea agradable a Dios Padre Todopoderoso&raquo;. Repito: el sacerdocio celibatario es una vocaci&oacute;n que me llama a amar a Cristo totalmente sobre todas las personas, incluido mi propio yo, mis propias inclinaciones ego&iacute;stas. Y vivir esta lucha es vida celibataria, realizar mi vocaci&oacute;n al sacerdocio, a la santidad plena y total en Cristo y por Cristo para la mayor santificaci&oacute;n personal y de mis hermanos los hombres a los que soy enviado.. No es primero querer ser sacerdote y luego c&eacute;libe, por exigencias del sacerdocio, sino todo unido; no es una renuncia al amor sino una invitaci&oacute;n del Se&ntilde;or al amor total a Dios y los hombres. 7.2.- LA EXPERIENCIA DE DIOS POR LA ORACI&Oacute;N Y LOS SACRAMENTOS TE AYUDA A VIVIR ESTE AMOR C&Eacute;LIBE EN DONACI&Oacute;N TOTAL A DIOS Y A LOS HERMANOS Vivir el celibato en un mundo as&iacute;, a veces es esquizofr&eacute;nico, y continuamente chocante, porque las instituciones, el matrimonio, las costumbres sexuales han cambiado tanto, bueno, la mentalidad del mundo actual, en general, ha cambiado tanto en los veinte &uacute;ltimos a&ntilde;os, que te parece vivir en otro planeta, en otro mundo; tu pisas la misma tierra de antes, tienes relaciones con los ni&ntilde;os, los j&oacute;venes y los adultos de ahora por tu dimensi&oacute;n pastoral, y te das cuenta que esos ni&ntilde;os y j&oacute;venes y adultos no son los que t&uacute; conociste cuando eras como ellos, ni los que conociste cuando decidiste ser sacerdote y cuando empezaste tu labor parroquial y pastoral. As&iacute; que si hablas con ellos entras en continuas discusiones porque no piensas ni puedes pensar desde el evangelio como ellos y nunca tienes un rato largo de di&aacute;logo en el que no tenga que discutir por no estar de acuerdo con lo que dicen o viven. Adem&aacute;s, no hace falta que hables con ellos, viendo lo que hacen p&uacute;blicamente; antes los hubieran llevado a la c&aacute;rcel por esc&aacute;ndalo p&uacute;blico. Pero eso ya no existe, no existe en las conciencias el esc&aacute;ndalo evang&eacute;lico, es otro mundo, otra mentalidad, otros matrimonios, otros hombres de otro planeta mental y existencial. Querido sacerdote joven o seminarista, que te toca vivir ahora en esta tierra atea, sin Dios, que no valora el celibato, el amor total a Dios y por Dios ni cree en &eacute;l ni en la virginidad femenina porque no lo practica esta sociedad, esta televisi&oacute;n y medios&hellip; ten en cuenta todo esto para vivir tu vida casta de amor total a Dios y a los hermanos, porque t&uacute; desde el evangelio no piensas as&iacute; ni puedes vivir esta vida del mundo actual. Y t&uacute;, queridos hermano sacerdote, de tu vida de sesenta o setenta a&ntilde;os que has predicado y visto vivir el matrimonio, la familia, la juventud con otros ideales a los actuales... procura vivir tu espiritualidad vivida y practicada desde tu juventud en el Seminario. Porque t&uacute; tienes que andar por otras calles, pisar otros caminos distintos en los que la televisi&oacute;n y muchos medios actuales no piensan ni practican; te encuentras con que la televisi&oacute;n jam&aacute;s piensa, ni por equivocaci&oacute;n, lo que t&uacute; piensas y vives; ah&iacute; no existe ni primero ni sexto ni noveno mandamiento, sino que se exalta y bendice todo lo contrario. No digamos los wassad, tuiwiter y dem&aacute;s medios modernos. En raz&oacute;n del instinto siempre hubo dificultades en esta materia, porque al no saber amar as&iacute; la mujer, aunque t&uacute; est&eacute;s preparado y luches, su repuesta siempre va en ese sentido, si no ha aprendido a amarte como tu madre o hermana. Pero es que ahora eso ni se concibe, porque nada m&aacute;s conocer un joven a una chica, ya est&aacute;n pensando en la cama, en el sexo, y de mil formas, solos o en pandas, los medios, la misma prensa escrita no lo oculta. Como consecuencia de todo esto, en esta materia del celibato y lo digo claro desde el principio, ni ayudas de tipo psicol&oacute;gico ni terapias ni grupo ni pastillas... todas las ayudas tienen que ser cristianas, espirituales, de vida seg&uacute;n el Esp&iacute;ritu Santo; estoy hablando de casos ordinarios, de lo normal; mucha oraci&oacute;n ante el Sagrario, mucha victimaci&oacute;n en la misa, mucha cruz y sangre derramada, mucho sacrificio de todo, devoci&oacute;n tierna a la Virgen, ser humilde, confesarse siempre y mucha direcci&oacute;n espiritual, si tienes la suerte de tener junto a ti un amigo o un hombre de Dios; no tratar jam&aacute;s de sustituir el Esp&iacute;ritu de Dios por el de los hombres; ni sustituir el Esp&iacute;ritu Santo por psic&oacute;logos; en caso de enfermedad, lo que sea necesario, ir al m&eacute;dico y a los medios curativos humanos; pero ninguna soluci&oacute;n puramente humana sino tratar de cumplir lo prometido, amando a Dios sobre todas las cosas y para eso, lo mismo de siempre: oraci&oacute;n, oraci&oacute;n, oraci&oacute;n-conversi&oacute;n diaria y permanente, y un buen director espiritual, un buen psic&oacute;logo de la gracia, de los caminos del esp&iacute;ritu, y mucha humildad, aceptaci&oacute;n de s&iacute; mismo, sin jam&aacute;s hundirse y desanimarse, sabiendo que se trata de debilidad y no de malicia,si es personal, pero que pueden destruir nuestra vida sacerdotal, y si son determinados fallos con otras personas, hombres o mujeres, podemos causar da&ntilde;os irreparables, estamos destruyendo la Iglesia de Cristo y son esc&aacute;ndalos irreparables; eso, jam&aacute;s, jam&aacute;s, pero. Desgraciadamente se est&aacute; dando en la Iglesia actual. Como en lo negativo se trata de mortificar la carne, es un reto continuo, y para eso mucha constancia asc&eacute;tica y mucha paciencia, mucha paciencia y poca soberbia para aceptarnos como somos, pobres y necesitados continuamente de la gracia de Dios y sobre todo, como he dicho, vida de oraci&oacute;n, confesi&oacute;n y conversi&oacute;n permanente, fundamento de toda la vida cristiana, que no hay que dejar nunca, y lo dicho, mil veces ca&iacute;do, mil veces confesado y levantado y lo dicho, jam&aacute;s con otras personas, y no pasa nada, siempre que me levante, siempre que no me instale y permanezca en el pecado, siempre que diga: perd&oacute;n, Dios, es la &uacute;ltima vez. Mi soberbia es el mayor peligro; porque yo quisiera ser totalmente limpio de todo, ofrecerle a Dios mi alma y mi cuerpo limpios, m&aacute;s que nada, para no sentirme humillado, m&aacute;s que por su gloria, y ah&iacute; est&aacute; mi soberbia; sin embargo, debo pensar que Dios tambi&eacute;n me acepta as&iacute;, porque me lo ha dicho mil veces por su Hijo, me acepta luchando, &laquo;simul justus y peccator&raquo;, en lucha permanente, siempre levant&aacute;ndome, porque eso indica que le quiero amar sobre todas las cosas y la gracia de Dios terminar&aacute; venciendo en m&iacute;, como en San Pablo: &ldquo;Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual mas yo soy de carne, vendido al poder del pecado. Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la ley en que es buena; en realidad, ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mi. Pues bien s&eacute; yo que nada bueno habita en mi, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en m&iacute;. Descubro, pues, esta ley; en queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley de Dios seg&uacute;n el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi raz&oacute;n y me esclaviza a la ley del pecado que est&aacute; en mis miembros. &iexcl;Pobre de m&iacute;! &iquest;Qui&eacute;n me librar&aacute; de este cuerpo que me lleva a la muerte? &iexcl;Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Se&ntilde;or! As&iacute;, pues, soy yo mismo quien con la raz&oacute;n sirve a la ley de Dios, mas con la carne, a la ley del pecado&rdquo; (Rom 7, 14-25). A m&iacute; me parece que se puede interpretar perfectamente mirando los problemas de la carne en relaci&oacute;n con la sexualidad. As&iacute; piensan algunos autores. Y lo que siente Pablo y lo que dice es para todos los cristianos. Y es Palabra revelada, verdadera. En concreto la Biblia de Jerusal&eacute;n pone una nota que dice: &laquo;7.24 Lit. &ldquo;del cuerpo de esta muerte&rdquo;.- El cuerpo con los miembros que lo componen Rom 12,4; 1Co 12, 12-14s, es decir, el hombre en su realidad sensible, 1Co, 3;2, Co 10, 10 y sexual, Rom 4,19; 1 Co 6,16; 7, 4; Ef 5,28, interesa a Pablo en cuanto campo de la vida moral y religiosa&raquo;. Otro autor: &ldquo;La perturbaci&oacute;n de la armon&iacute;a del individuo por el pecado aparece de la manera m&aacute;s palpable en el terrible desconcierto interno del hombre. Con palabras realmente impresionantes, San Pablo nos describe (Rom 7) este efecto del pecado, sobre el trasfondo de la impotencia de la ley del Antiguo Testamento. No cabe duda de que el Ap&oacute;stol, en este cap&iacute;tulo, piensa en el hombre irredento que no sabe nada de la salvaci&oacute;n en Cristo. El grito de desesperaci&oacute;n, que escuchamos en el v. 24, con su ardiente s&uacute;plica de un redentor, y la subsiguiente observaci&oacute;n de que yo &ldquo;por m&iacute; solo&rdquo; (e.d. sin la gracia) no encuentro el equilibrio interior: muestra claramente que San Agust&iacute;n y Lutero estaban equivocados, al considerar estas palabras como la descripci&oacute;n de la existencia cristiana. Es verdad que la impresionante y la clara perspectiva del estado efectivo del hombre pre-cristiano se describe desde el punto de vista de las luces proporcionadas por el Cristianismo; sin que San Pablo afirme por eso que dicho individuo tenga ya conciencia clara de la miseria y gravedad de su situaci&oacute;n. Ni tampoco el empleo de la primera persona del singular significa que la descripci&oacute;n del Ap&oacute;stol se refiera a sus propias experiencias, y. g. a alg&uacute;n doloroso &ldquo;pecado&rdquo; personal cometido en su juventud. Sino que el <yo> es realmente una forma ret&oacute;rica, que expresa una verdad universal en forma de enunciado personal. Pero, indudablemente, no es pura ret&oacute;rica. La propia experiencia y la observaci&oacute;n de la vida resuenan en el fondo de esta frase, y hacen que estas estremecedoras palabras sean plenamente inteligibles para todos. Adem&aacute;s, ser&iacute;a dif&iacute;cil decir que San Pablo se traslada aqu&iacute; sencillamente al alma del primer hombre, por m&aacute;s que la manera de expresarse en los vv. 9-11 muestre muchas resonancias con la historia b&iacute;blica del para&iacute;so, y no excluya que el recuerdo de dicho relato haya influido en la forma de la expresi&oacute;n. De todos modos, &ldquo;la miseria de toda la humanidad&rdquo; ha conmovido aqu&iacute; al Ap&oacute;stol&rdquo;[23]. Quiero terminar este apartado con el ejemplo de vida y doctrina de San Pablo, sincero como pocos; mira su historia; tiene un problema, que hasta parece que pudiera ser de alguna lacra del cuerpo: &ldquo;Por tres veces le he pedido a Dios que me libre de este est&iacute;mulo de Satan&aacute;s...&rdquo;; &ldquo;tres veces&rdquo; quiere decir que lo lleva much&iacute;simo tiempo, que est&aacute; cansado y desesperado. Como respuesta a su petici&oacute;n: &ldquo;te basta mi gracia&rdquo; y San Pablo sigue luchando; cuando Dios quiere y nosotros cooperamos, podremos decir con el Ap&oacute;stol, que siente ya la gracia y la ayuda de Dios, hecha victoria: &ldquo;Todo lo puedo en aquel que me conforta&rdquo;; &ldquo;libenter gaudebo in infirmitatibus meis ut inhabitet in me virtus Christi: me alegro en mis debilidades porque as&iacute; hago habitar en mi la fuerza de Cristo&rdquo;; y luego, cuando la gracia de Dios termina venciendo totalmente, dir&aacute;: &ldquo;Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi y mientras vivo en esta carne, vivo en la fe del Hijo de Dios que me am&oacute; y se entreg&oacute; por mi&rdquo;. &iexcl;Fant&aacute;stico Pablo! 7. 3.- CONCLUSI&Oacute;N: MEDIOS Y AYUDAS CONCRETAS PARA RESPONDER A ESTAS URGENCIAS Y RETOS DEL CELIBATO SACERDOTAL A.- Oraci&oacute;n personal, diaria y fija, en hora y tiempo: una hora. B.-Esta hora de oraci&oacute;n personal, diaria y fija, en hora y tiempo, me tiene que llevar todos los d&iacute;as a la lucha y conversi&oacute;n permanente y que me haga sentir necesidad permanente de Dios, de su amor y perd&oacute;n y ayuda de gracia y presencia de Amor Trinidad. C.-Hacer esta oraci&oacute;n diaria ante Jes&uacute;s en el Sagrario de mi Parroquia porque &ldquo;Sin m&iacute; no pod&eacute;is hacer nada&rdquo;. D.- Y cultivar tambi&eacute;n diariamente mi devoci&oacute;n a Mar&iacute;a, madre sacerdotal dada por Cristo en Juan para todos los sacerdotes como ayuda permanente de sus hijos sacerdotes en el Hijo, con mirada suplicante, que nos ayude a vivir la espiritualidad-identidad de lo que somos en el Hijo, su hijo. Rezo meditado del santo rosario. E.- Tener un esquema de la oraci&oacute;n diaria con invocaci&oacute;n a la Sant&iacute;sima Trinidad, invocaci&oacute;n y oraci&oacute;n al Padre, invocaci&oacute;n y oraci&oacute;n al Esp&iacute;ritu Santo, invocaci&oacute;n y oraci&oacute;n a Jesucristo en el Sagrario, invocaci&oacute;n y oraci&oacute;n a la Virgen y examen diario de mi oraci&oacute;n persona diaria, de la castidad y de la soberbia o caridad con y los hermanos. 1. Esto debe ser siempre el fundamento de nuestro ser y existir sacerdotal. Sin acomodarnos al mundo, porque no somos del mundo, ni seglares cat&oacute;licos. Prop&oacute;sito: &ldquo;Amar&aacute;s al Se&ntilde;or, tu Dios, con todo tu coraz&oacute;n, con todas tus fuerzas y con todo tu ser&rdquo;; mil veces ca&iacute;do, mil veces levantado, en cualquier materia excepto en la castidad con otras personas, masculinas o femeninas, mayores o peque&ntilde;os, ah&iacute; nada de nada y nunca. Dios es mi padre y siempre me perdona; ese es su &laquo;castigo&raquo;, que, como nuestro Dios es &ldquo;Dios Amor&rdquo;, su esencia es amar y si deja de amar, deja de existir, nuestro Dios, seg&uacute;n San Juan no puede dejar de amar; as&iacute; que siempre nos perdona y de verdad; pero me confesar&eacute; humildemente siempre ante &Eacute;l, sin desanimarme, pasar&eacute; un rato largo pidi&eacute;ndole perd&oacute;n y fuerzas e ir&eacute; luego al mismo sacerdote, si puedo; muchos santos fueron m&aacute;s pecadores que yo, pero no me apoyar&eacute; en esto jam&aacute;s; y de la lujuria, lucha diaria y humilde, mirando al Se&ntilde;or en el Sagrario que te dice:&ldquo;Ni se miente entre vosotros&rdquo;, &ldquo;si tus pies... si tu mano... si tu ojo... son objeto de esc&aacute;ndalo... arr&aacute;ncatelo, m&aacute;s te vale...&rdquo; . Y desde luego todos los d&iacute;as pidiendo y consagr&aacute;ndote a la Virgen Inmaculada: &laquo;Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen sagrada Mar&iacute;a, te consagro en este d&iacute;a alma, vida y coraz&oacute;n, m&iacute;rame con compasi&oacute;n, no me dejes, Madre m&iacute;a&raquo;. No olvidar nuca que soy sacerdote de Cristo en medio de un mundo de pecado, pero sin ser del mundo. A cada vocaci&oacute;n y estado, una espiritualidad concreta. No como en tiempos pasados, que nos quer&iacute;an hacer a todos religiosos. O como ahora, en algunos sitios, que a los religiosos o sacerdotes nos quieren confundir con los seglares bautizados. Somos sacerdotes de Cristo y en Cristo y estamos en el mundo pero sin ser del mundo. Una espiritualidad entendida as&iacute; pone orden a los diversos ministerios y aclara su importancia, encontrando su raz&oacute;n de ser, en definitiva, en los valores del Reino de Dios, donde me esfuerce todos los d&iacute;as para que Dios sea Dios de toda mi vida, lo primero y absoluto de cada; todos los dem&aacute;s, hermanos; y hacer una mesa muy grande, muy grande y apost&oacute;lica del Pan y la Palabra de Cristo, donde todos se sienten, pero especialmente los m&aacute;s necesitados de fe y amor. 2. &laquo; imita lo que conmemoras...&raquo; La liturgia de la ordenaci&oacute;n de los presb&iacute;teros contiene una antigua oraci&oacute;n que acompa&ntilde;a la entrega del c&aacute;liz y la patena al neopresb&iacute;tero y que termina con estas hermosas palabras, ya mencionadas anteriormente, que resumen toda la espiritualidad sacerdotal: &laquo;Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Se&ntilde;or&raquo;. Dios quiera que estas palabras resuenen siempre en la vida de sus presb&iacute;teros como eco de la liturgia de la ordenaci&oacute;n. La Iglesia nos pide en esta oraci&oacute;n que seamos conscientes de lo que celebramos en ese momento para vivirlo luego durante toda la vida. Vive durante toda la vida lo que un d&iacute;a celebraste en tu ordenaci&oacute;n. El momento celebrativo de la ordenaci&oacute;n se convierte para los presb&iacute;teros en el momento fontal de su espiritualidad y de su ministerio por la unci&oacute;n del Esp&iacute;ritu Santo, que les configura a Cristo y a su misi&oacute;n salvadora, para construir el pueblo santo de Dios para la consumaci&oacute;n de la Historia de la Salvaci&oacute;n. La ordenaci&oacute;n es ya el inicio de la misi&oacute;n sacerdotal; y la misi&oacute;n sacerdotal no es m&aacute;s que prolongar durante toda la vida la uni&oacute;n gozosa con Cristo, &Uacute;nico y Supremo Sacerdote, que el Se&ntilde;or dispuso por medio de su Esp&iacute;ritu Santo por la imposici&oacute;n de manos del Sr. Obispo en mi persona mediante el Sacramento del Orden Sacerdotal. El nuevo Ritual de Ordenaci&oacute;n es un precioso instrumento que la Iglesia pone en nuestras manos no s&oacute;lo para celebrar dignamente este sacramento sino tambi&eacute;n para meditar y aclamar el insondable misterio de amor que Dios realiz&oacute; en nuestra vida por la ordenaci&oacute;n presbiteral. Aqu&iacute; se fundamenta su espiritualidad, su grandeza y, a la vez, peque&ntilde;ez, el todo y la nada del ser y existir sacerdotal, condensado magistralmente en aquellas preciosas palabras, atribuidas a San Agust&iacute;n, que yo vi y le&iacute; muchas veces, sin entenderlas, en un cuadro de la sacrist&iacute;a de mi pueblo Jara&iacute;z de la Vera, cuando a&uacute;n era monaguillo, y que m&aacute;s tarde pude traducirlas siendo seminarista: &ldquo;O sacerdos, tu qui es? Non es a te, quia de nihilo. Non es ad te, quia mediator ad Deum. Non es tibi, quia sponsus Ecclesiae. Non es tuus, quia servus omnium. No es tu, quia Deus es. Quid ergo es? Nihil et omnia, o sacerdos. &iexcl;Oh sacerdote &iquest;qui&eacute;n eres t&uacute;? No existes desde ti, porque vienes de la nada. No llevas hacia ti, porque eres mediador hacia Dios. No vives para ti, porque eres esposo de la Iglesia. No eres posesi&oacute;n tuya, porque eres siervo de todos. No eres t&uacute;, porque representas a Dios &iquest;Qu&eacute; eres, por tanto? Nada y todo, oh sacerdote. 8.- JUAN PABLO II, CARTA APOST&Oacute;LICA &ldquo;NOVO MILLENNIO INEUNTE&rdquo; Pongo a continuaci&oacute;n y para terminar este libro algunos p&aacute;rrafos de la Enc&iacute;clica de Juan Pablo II: &ldquo;Novo milenio Ineunte&rdquo; que me han gustado referentes al tema que hemos tratado. CAP&Iacute;TULO 2 UN ROSTRO PARA CONTEMPLAR 16. &laquo;Queremos ver a Jes&uacute;s&raquo; (Jn 12,21). Esta petici&oacute;n, hecha al ap&oacute;stol Felipe por algunos griegos que hab&iacute;an acudido a Jerusal&eacute;n para la peregrinaci&oacute;n pascual, ha resonado tambi&eacute;n espiritualmente en nuestros o&iacute;dos en este A&ntilde;o jubilar. Como aquellos peregrinos de hace dos mil a&ntilde;os, los hombres de nuestro tiempo, quiz&aacute;s no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy no s&oacute;lo &laquo;hablar&raquo; de Cristo, sino en cierto modo hac&eacute;rselo &laquo;ver&raquo;. &iquest;Y no es quiz&aacute;s cometido de la Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada &eacute;poca de la historia y hacer resplandecer tambi&eacute;n su rostro ante las generaciones del nuevo milenio? Nuestro testimonio ser&iacute;a, adem&aacute;s, enormemente deficiente si nosotros no fu&eacute;semos los primeros contempladores de su rostro. El Gran Jubileo nos ha ayudado a serlo m&aacute;s profundamente. Al final del Jubileo, a la vez que reemprendemos el ritmo ordinario, llevando en el &aacute;nimo las ricas experiencias vividas durante este per&iacute;odo singular, la mirada se queda m&aacute;s que nunca fija en el rostro del Se&ntilde;or. 17. La contemplaci&oacute;n del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de &eacute;l dice la Sagrada Escritura que, desde el principio hasta el final, est&aacute; impregnada de este misterio, se&ntilde;alado oscuramente en el Antiguo Testamento y revelado plenamente en el Nuevo, hasta el punto de que san Jer&oacute;nimo afirma con vigor: &laquo;Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo mismo&raquo;. Teniendo como fundamento la Escritura, nos abrimos a la acci&oacute;n del Esp&iacute;ritu (cf Jn 15, 26), que es el origen de aquellos escritos, y, a la vez, al testimonio de los Ap&oacute;stoles (cf. Ib. 27), que tuvieron la experiencia viva de Cristo, la Palabra de vida, lo vieron con sus ojos, lo escucharon con sus o&iacute;dos y lo tocaron con sus manos (cf. 1Jn 1, 1). El camino de la fe 19. &laquo;Los disc&iacute;pulos se alegraron de ver al Se&ntilde;or&raquo; (Jn 20, 20). El rostro que los Ap&oacute;stoles contemplaron despu&eacute;s de la resurrecci&oacute;n era el mismo de aquel Jes&uacute;s con quien hab&iacute;an vivido unos tres a&ntilde;os, y que ahora los convenc&iacute;a de la verdad asombrosa de su nueva vida mostr&aacute;ndoles &laquo;las manos y el costado&raquo; (ib). Ciertamente no fue f&aacute;cil creer. Los disc&iacute;pulos de Ema&uacute;s creyeron s&oacute;lo despu&eacute;s de un laborioso itinerario del esp&iacute;ritu (cf Lc 24, 13-35). El ap&oacute;stol Tom&aacute;s crey&oacute; &uacute;nicamente despu&eacute;s de haber comprobado el prodigio (cf Jn 20, 24-29). En realidad, aunque se viese y se tocase su cuerpo, s&oacute;lo la fe pod&iacute;a franquear el misterio de aquel rostro. Esta era una experiencia que los disc&iacute;pulos deb&iacute;an haber hecho ya en la vida hist&oacute;rica de Cristo, con las preguntas que afloraban en su mente cada vez que se sent&iacute;an interpelados por sus gestos y por sus palabras. A Jes&uacute;s no se llega verdaderamente m&aacute;s que por la fe, a trav&eacute;s de un camino cuyas etapas nos presenta el Evangelio en la bien conocida escena de Cesarea de Filipo (cf Mt 16, 13-20). A los disc&iacute;pulos, como haciendo un primer balance de su misi&oacute;n, Jes&uacute;s les pregunta qui&eacute;n dice la &laquo;gente&raquo; que es &eacute;l, recibiendo como respuesta: &laquo;Unos, que Juan el Bautista; otros, que El&iacute;as; otros, que Jerem&iacute;as o uno de los profetas&raquo; (Mt 16, 14). Respuesta elevada, pero distante a&uacute;n &mdash;y &iexcl;cu&aacute;nto!&mdash; de la verdad. El pueblo llega a entrever la dimensi&oacute;n religiosa realmente excepcional de este rabb&iacute; que habla de manera fascinante, pero no consigue encuadrarlo entre los hombres de Dios que marcaron la historia de Israel. En realidad, Jes&uacute;s es muy distinto. Es precisamente este ulterior grado de conocimiento, que ata&ntilde;e al nivel profundo de su persona, lo que &eacute;l espera de los &laquo;suyos&raquo;: &laquo;Y vosotros &iquest;qui&eacute;n dec&iacute;s que soy yo?&raquo; (Mt 16,15). S&oacute;lo la fe profesada por Pedro, y con &eacute;l por la Iglesia de todos los tiempos, llega realmente al coraz&oacute;n, yendo a la profundidad del misterio: &laquo;T&uacute; eres Cristo, el Hijo de Dios vivo&raquo; (Mt 16,16). 20. &iquest;C&oacute;mo lleg&oacute; Pedro a esta fe? &iquest;Y qu&eacute; se nos pide a nosotros si queremos seguir de modo cada vez m&aacute;s convencido sus pasos? Mateo nos da una indicaci&oacute;n clarificadora en las palabras con que Jes&uacute;s acoge la confesi&oacute;n de Pedro: &laquo;No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que est&aacute; en los cielos&raquo; (16,17). La expresi&oacute;n &laquo;carne y sangre&raquo; evoca al hombre y el modo com&uacute;n de conocer. Esto, en el caso de Jes&uacute;s, no basta. Es necesaria una gracia de &laquo;revelaci&oacute;n&raquo; que viene del Padre (cf ib). Lucas nos ofrece un dato que sigue la misma direcci&oacute;n, haciendo notar que este di&aacute;logo con los disc&iacute;pulos se desarroll&oacute; mientras Jes&uacute;s &laquo;estaba orando a solas&raquo; (Lc 9,18). Ambas indicaciones nos hacen tomar conciencia del hecho de que a la contemplaci&oacute;n plena del rostro del Se&ntilde;or no llegamos s&oacute;lo con nuestras fuerzas, sino dej&aacute;ndonos guiar por la gracia. S&oacute;lo la experiencia del silencio y de la oraci&oacute;n ofrece el horizonte adecuado en el que puede madurar y desarrollarse el conocimiento m&aacute;s aut&eacute;ntico, fiel y coherente de aquel misterio, que tiene su expresi&oacute;n culminante en la solemne proclamaci&oacute;n del evangelista Juan: &laquo;Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo &uacute;nico, lleno de gracia y de verdad&raquo; (Jn 1,14). La profundidad del misterio 21. &iexcl;La Palabra y la carne, la gloria divina y su morada entre los hombres! En la uni&oacute;n &iacute;ntima e inseparable de estas dos polaridades est&aacute; la identidad de Cristo, seg&uacute;n la formulaci&oacute;n cl&aacute;sica del Concilio de Calcedonia (a. 451): &laquo;Una persona en dos naturalezas&raquo;. La persona es aquella, y s&oacute;lo aquella, la Palabra eterna, el hijo del Padre con sus dos naturalezas, sin confusi&oacute;n alguna, pero sin separaci&oacute;n alguna posible, son la divina y la humana. Somos conscientes de los l&iacute;mites de nuestros conceptos y palabras. La f&oacute;rmula, aunque siempre humana, est&aacute; sin embargo expresada cuidadosamente en su contenido doctrinal y nos permite asomarnos, en cierto modo, a la profundidad del misterio. Ciertamente, &iexcl;Jes&uacute;s es verdadero Dios y verdadero hombre! Como elap&oacute;stol Tom&aacute;s, la Iglesia est&aacute; invitada continuamente por Cristo a tocar sus llagas, es decir, a reconocer la plena humanidad asumida en Mar&iacute;a, entregada a la muerte, transfigurada por la resurrecci&oacute;n: &laquo;Acerca aqu&iacute; tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y m&eacute;tela en mi costado&raquo; (Jn 20,27). Como Tom&aacute;s, la Iglesia se postra ante Cristo resucitado, en la plenitud de su divino esplendor, y exclama perennemente: &laquo;&iexcl;Se&ntilde;or m&iacute;o y Dios m&iacute;o!&raquo; (Jn 20,28). 23. &laquo;Se&ntilde;or, busco tu rostro&raquo; (Sal 27[26],8). El antiguo anhelo del Salmista no pod&iacute;a recibir una respuesta mejor y sorprendente m&aacute;s que en la contemplaci&oacute;n del rostro de Cristo. En &eacute;l Dios nos ha bendecido verdaderamente y ha hecho &laquo;brillar su rostro sobre nosotros&raquo; (Sal 67[66],3). Al mismo tiempo, Dios y hombre como es, Cristo nos revela tambi&eacute;n el aut&eacute;ntico rostro del hombre, &laquo;manifiesta plenamente el hombre al propio hombre&raquo;. Jes&uacute;s es el &laquo;hombre nuevo&raquo; (cf Ef 4,24; Col 3,10) que llama a participar de su vida divina a la humanidad redimida. En el misterio de la Encarnaci&oacute;n est&aacute;n las bases para una antropolog&iacute;a que es capaz de ir m&aacute;s all&aacute; de sus propios l&iacute;mites y contradicciones, movi&eacute;ndose hacia Dios mismo, m&aacute;s a&uacute;n, hacia la meta de la &laquo;divinizaci&oacute;n&raquo;, a trav&eacute;s de la incorporaci&oacute;n a Cristo del hombre redimido, admitido a la intimidad de la vida trinitaria. Sobre esta dimensi&oacute;n salv&iacute;fica del misterio de la Encarnaci&oacute;n los Padres han insistido mucho: s&oacute;lo porque el Hijo de Dios se hizo verdaderamente hombre, el hombre puede, en &eacute;l y por medio de &eacute;l, llegar a ser realmente hijo de Dios. Rostro del Resucitado 28. La Iglesia mira ahora a Cristo resucitado. Lo hace siguiendo los pasos de Pedro, que llora por haberle renegado y retom&oacute; su camino confesando, con comprensible temor, su amor a Cristo: &laquo;T&uacute; sabes que te quiero&raquo; (Jn 21,15.17). Lo hace unida a Pablo, que lo encontr&oacute; en el camino de Damasco y qued&oacute; impactado por &eacute;l: &laquo;Para m&iacute; la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia&raquo; (Flp 1,21). Despu&eacute;s de dos mil a&ntilde;os de estos acontecimientos, la Iglesia los vive como si hubieran sucedido hoy. En el rostro de Cristo ella, su Esposa, contempla su tesoro y su alegr&iacute;a. &laquo; Jesu, dulcis memoria, dans vera cordis gaudia&raquo;: &iexcl;Cu&aacute;n dulce es el recuerdo de Jes&uacute;s, fuente de verdadera alegr&iacute;a del coraz&oacute;n! La Iglesia, animada por esta experiencia, retorna hoy su camino para anunciar a Cristo al mundo, al inicio del tercer milenio: &Eacute;l &laquo;es el mismo ayer, hoy y siempre&raquo; (Hb 3,8). INDICE Introducci&oacute;n&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;..&hellip;&hellip; 4 1. La Iglesia necesita santos&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;&hellip;.10 2. Algunos testimonios y pruebas&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;...&hellip;... 18 2.1. Muy claro lo dijo Mons. Rouco Varela&hellip;&hellip;.....&hellip;.&hellip;.&hellip;30 2.2. El mismo Juan Pablo II&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;&hellip;..31 2.3. El cardenal Joachim Meisner&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;....&hellip;, 32 2.4 Misioneros Oblatos de Mar&iacute;a Inmaculada.........................34 2..5 Franz Hengsbach, obispo&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;&hellip;...&hellip;&hellip;.&hellip; 35 Primera parte Santidad y Experiencia de Dios 1.- La experiencia de Dios&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;&hellip;....&hellip;&hellip;&hellip;41 2.- Experiencia de la gracia&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;....&hellip;&hellip;&hellip;50 3.- Mis bodas de oro sacerdotales&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;...&hellip;..&hellip;&hellip;58 4.- El gozo de creer en Cristo eucarist&iacute;a&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;....&hellip;&hellip;.... 72 5..- El gozo de ser sacerdote&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;..&hellip;.64 6.- &iexcl;Qu&eacute; belleza tan grande ser sacerdote!&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;66 7.- Mar&iacute;a, madre sacerdotal&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;......&hellip;.&hellip;.73 8.- La experiencia de Dios Trinidad&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;..&hellip;76 9.-Sin oraci&oacute;n no hay experiencia de Dios&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;..&hellip;..92 10.- Sin oraci&oacute;n no hay santidad verdadera&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;&hellip;.84 11.. Oraci&oacute;n, &uacute;nico camino &hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.....&hellip;&hellip; 85 12.. Oraci&oacute;n y conversi&oacute;n&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;....&hellip;&hellip; 92 13.- La experiencia de Dios por el bautismo&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;...&hellip;&hellip;96 14.- Breve itinerario de la oraci&oacute;n personal.. &hellip;&hellip;&hellip;&hellip;....&hellip;.102 Segunda parte Retos actuales importantes para la Iglesia y los Sacerdotes 1.- Sin Pentecost&eacute;s, no hay Iglesia&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;&hellip;.&hellip;.&hellip;... 112 2.- &ldquo;Os conviene que yo me vaya..............................................115 3.- Los Ap&oacute;stoles fueron transformados&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;&hellip;...124 4.- El Esp&iacute;ritu vino tambi&eacute;n sobre Pablo&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;&hellip;.&hellip;.. 129 5.- Necesidad de la experiencia de Dios&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;.&hellip;&hellip;136 6.- Ante las iglesias vac&iacute;as&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;&hellip;.&hellip; 139 7.- Necesitamos fe personal, no solo heredada&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;&hellip; 146 Tercera parte Retos al sacerdote en el mundo actual 1.- Necesidad de la fe personal&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.&hellip;..&hellip;151 2- No caer en una pastoral civil&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip; 161 3.-Administracion social de los sacramentos.&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;.....166 4.- Necesidad de la experiencia de Dios &hellip;&hellip;.&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;171 5.- No ser un profesional....&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;&hellip; 174 6.-Ayudas para vivir el celibato&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;...&hellip;&hellip;179 7.- Vivir en Cristo y por Cristo&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;..&hellip;.&hellip;.. 189 8.- Carta apost&oacute;lica Novo Millennio Ineunte&hellip;&hellip;&hellip;&hellip;...&hellip;&hellip; 199 Gonzalo Aparicio S&aacute;nchez es p&aacute;rroco de San Pedro en Plasencia, profesor de Teolog&iacute;a Esp&iacute;ritual en el Instituto Teol&oacute;gico del Seminario y Can&oacute;nigo Penitenciario de la S.I. Catedral. Hizo sus estudios en Plasencia y en Roma: Doctor en Teolog&iacute;a Dogm&aacute;tica, Licenciado en Teolog&iacute;a Pastoral y Diplomado en Teolog&iacute;a Espiritual por Roma y en Teolog&iacute;a Moral por Madrid.Su pasi&oacute;n desde siempre es la pastoral parroquial donde cultiva grupos de hombres, mujeres, matrimonios y hasta ni&ntilde;os de primera comuni&oacute;n, con el convencimiento de que la comunidad cristiana y humana debe ser fermentada por peque&ntilde;os grupos semanales de Formaci&oacute;n y Vida Cristiana, que se componen de tres partes principales: Escucha compartida y meditada del Evangelio del domingo; revisi&oacute;n de vida personal de la oraci&oacute;n diaria, caridad fraterna y conversi&oacute;n de vida; terminando con la parte doctrinal y teol&oacute;gica del libro pertinente que est&eacute; leyendo el grupo. D. Gonzalo, como fruto principal de su vida de oraci&oacute;n y de sus estudios as&iacute; como de sus clases de Teolog&iacute;a Espiritual en el Seminario y en sus grupos de oraci&oacute;n de la parroquia ha publicado varios libros, preferentemente sobre Teolog&iacute;a y Espiritualidad Eucar&iacute;stica y Sacerdotal y sobre la Oraci&oacute;n Eucar&iacute;stica para ayuda del pueblo cristiano, sobre todo de sus hermanos, los sacerdotes CRISTO EN ORACI&Oacute;N EJEMPLO Y MODELO DE TODO SACERDOTE [1]VITTORIO MESSORI, Por qu&eacute; creo, Madrid 2009, pag 360 [2]K. RAHNER, ESCRITOS DE TEOLOG&Iacute;A, La experiencia del Dios incomprensible, Madrid 1996, pag 24 [3]K. RAHNER, ESCRITOS DE TEOLOG&Iacute;A, o.c. pag 18 [4]Cfr. Discurso del Cardenal Antonio Mar&iacute;a Rouco en la sesi&oacute;n inaugural de la LXXIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Espa&ntilde;ola (22&mdash;11-2004) [5] K. RAHNER, ESCRITOS DE TEOLOG&Iacute;A III, Madrid 1968, p 103. [6]CB 39, 4. [7]K. RAHNER, La experiencia del Dios incomprensible, Escritos de Teolog&iacute;a VII, Madrid 1967, p&aacute;g 25 [8]EMILIANO JIM&Eacute;NEZ, El Esp&iacute;ritu Santo, dador de vida, Bilbao 1993, p&aacute;gs 15-17. [9] VATICANO II, L G, n. 59. [10]EMILIANO JIM&Eacute;NEZ, ibi, p&aacute;g. 215. [11]SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras Completas, BAC 1991, C.E., can. 6&ordf; y 10&ordf;. [12]Ibi. p&aacute;g. 723 [13]R. CANTALAMESSA, El canto del Esp&iacute;ritu, Madrid 1999, pag 412-3. [14]Cfr GONZALO APARICIO, Tentaciones del Sacerdote actual, SURGE, mayo-junio 2006, pp. 190-218 [15]K. RAHNER, Espiritualidad antigua y actual, Escritos de Teolog&iacute;a VII, Madrid 1967, p. 25. [16]Novo millennio ineunte, 32 [17]JESUS CASTELLANO, Pedagog&iacute;a de la oraci&oacute;n cristiana, Barcelona 1996, pag 207-210. [18]SAN AGUST&Iacute;N, Confesones: Libros 7, 10. 18; 10, 27: CSEL 33, 157-163. 255. [19]JOS&Eacute; M. LAHIDALGA, La gente joven, algunos de sus rasgos fundamentales, SURGE, mayo-junio 2005, pag 25.6. [20]JOS&Eacute; A. PAGOLA, Experiencia de Dios y Evangelizaci&oacute;n, San Sebasti&aacute;n 1998 [21]JOS&Eacute; A. PAGOLA, Experiencia de Dios y evangelizaci&oacute;n, San Sebasti&aacute;n 1998, pp.22-32. [22]J. LAPLACE, El sacerdote, hacia una nueva manera de vivir. Herder Barcelona, 1971, p.90 [23]MAX MEINERTZ, Teolog&iacute;a del Nuevo Testamento, Madrid 1966, pp. 404