HOMILÍA DE ADVIENTO

HOMILÍA DE ADVIENTO

Queridos hermanos: Estamos en el segundo domingo de Adviento. Adviento es una palabra contrata que viene de advenimiento. Todo advenimiento, toda espera de alguien que viene supone una persona o acontecimiento que se acerca y por otra parte personas que salen a recibirlo. Si uno de los dos elementos falla, no hay advenimiento, no hay encuentro. Por eso es tan importante este tiempo litúrgico del Adviento cristiano, de la Navidad, porque aunque Cristo naciese mil veces si no hay encuentro personal de fe y de amor, si no nace en nuestro corazón, todo habrá sido inútil. Aunque sobren felicitaciones, regalos, champán y turrones, no habrá navidad cristiana.
Como se trata de un encuentro, nos preguntamos: ¿por dónde vendrá Cristo esta Navidad?

POR EL CAMINO DE LA FE:

1).- “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra” Así expresó María su total seguridad y confianza en la palabra y el anuncio del ángel. María vivió el primer Adviento con fe, con fe viva, superando dudas e incertidumbre inevitables: creer que era el Hijo de Dios el que nacía en sus entrañas.., por qué ella y no otra... ella no se sentía digna ni grande ni preparada para este misterio.., qué iba a creer su esposo... qué diría la familia... ¿Y cómo será eso si no conozco varón? Pero la Virgen se fió totalmente de la Palabra de Dios. Y creyó contra toda evidencia en el misterio que nacía en sus entrañas. Se fió totalmente de Dios y creyó solamente en la palabra de Dios que se encarnaba en ella, sin apoyaturas de nadie ni de nada. Así debemos creer también nosotros.

   2).- Señor, yo creo en la Navidad cristiana. Yo creo que tú me has amado desde toda la eternidad, a mí en concreto, en particular. Si existo es que Tú me amas, me has tenido en tu mente y has pensado en mí, me has llamado a ser feliz en tu misma felicidad trinitaria y eterna y cuando este proyecto se rompió por el pecado de nuestros primeros padres, no nos abandonaste.., sino que tu Hijo, viéndote entristecido te dijo: Padre, aquí estoy yo para hacer tu voluntad…etc

3).- Por eso la Navidad es que Dios ama al hombre, viene en busca del hombre, es que Dios no se olvida del hombre; si es Navidad es que Dios sigue amando al hombre, la vida tiene sentido, sentido divino y trascendente, la Eternidad se hace tiempo para que el tiempo del hombres sea eternidad en el niño que nace. Por eso estos días de Adviento son para creer y vivir personalmente estos misterios de Dios, pasar de la fe heredada a la fe personal, son día de orar y pedir esta fe para poder creer tanto amor.

¡Dios eterno! creo, creo, creo. Y me alegro de que existas y seas tan grande, tan infinito de vida y amor. Dios existe y nos ama. Eso es Navidad.

Por eso estos días de Adviento son para creer y vivir personalmente estos misterios de Dios, pasar de la fe heredada a la fe personal, son día de orar y pedir esta fe para poder creer tanto amor.

¡Dios eterno! creo, creo, creo. Y me alegro de que existas y seas tan grande, tan infinito de vida y amor. Dios existe y nos ama. Eso es Navidad.

JUAN EL BAUTISTA.

Queridos hermanos: todos los años, cuando el otoño está avanzado y se acerca el invierno, cuando se caen las hojas de los árboles y los pájaros de nuestra tierra tan fría emigran a regiones más cálidas, viene Juan el Bautista a enderezar los caminos de encuentro con Cristo en la Navidad. Siempre me ha impresionado la figura frágil, pero a la vez recia, de este profeta de todos los tiempos, obstinado, recalcitrante, capaz de hablar a los poderosos religiosos y políticos de su tiempo, sin que se le trabe la lengua. Juan es como el cristal, transparente pero cortante:

Juan llega puntual cada año, viene a cumplir su misión de ser el precursor que nos anuncia y prepara para las fiestas que se acercan, para que verdaderamente sean Navidad cristiana, un encuentro de gracia y salvación con Jesucristo Salvador, mediante la fe, la conversión y la oración.

2.- Impresiona oír la voz tonante de Juan porque, en estos tiempos de consumismo, se atreve todavía a hablarnos de austeridad, de penitencia, de caminos que hay que enderezar y de valles que hay que rellenar.

3.-  Juan es un profeta, un profeta verdadero, no un profeta palaciego, oficialista, de esos que predican más mirando al aplauso de los poderosos o de la multitud que el bien y la salvación de los oyentes. Juan no es un profeta recio, exigente, verdadero, sobrecogedor, que lo arriesga todo por la misión que se le ha confiado, sin cansarse, sin desanimarse, hasta dar la vida.

4.- La Iglesia necesita profetas verdaderos como Juan, sacerdotes profetas, padres profetas, profesionales profetas, cristianos profetas que hablen abiertamñetne de su fe y no e averguencen ante los amigos, los vecinos, lo compañeros de trabajo,  que hablen mirando sólo a Dios, sin que se les trabe la lengua y busquen honores y cargos.

5.- “Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre”. Es que el oficio de profeta verdadero no da para más.

Y acudía a El toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán. Es el premio del profeta de Dios.

CONVERSIÓN:

Juan predica la conversión, la conversión es querer amar a Dios sobre todas las cosas; y para- amar a Dios sobre todas las cosas lo primero es hablar con él siempre todos los días para recibir la gracia de preferirle a Él a nosotros mismos. Porque yo me amo tanto a mí mismo que me prefiero a Dios. Este es el pecado original. Por eso no olvidéis esto: Los verbos amar a Dios, orar y convertirse a Dios se conjugan igual. Y da lo mismo poner uno antes y otros después. Siempre se necesitan, tienen que estar juntos. Quiero amar a Dios, PORQUE NO LO NECESITO. Juan era el hombre del desierto, una voz que clama en el desierto, vivía en la soledad de la oración para convertirse y llenamos a todos de Dios. San Juan Bautista, el mayor de los nacidos de mujer, danos muchos y santos profetas. Los necesita la Iglesia de Cristo.-

         Adviento de cada día: al levantarme: teniendo a Dios en el fondo de todo mi vivir, decirle: qué puedo hacer por Dios; mejor decir a Cristo, qué podemos hacer juntos? Todos los días, siempre esperando a Dios a través de todos los acontecimientos, siempre esperándole… Adviento de cada día que nos prepara para el último, para el final de nuestros días, para el día de nuestro encuentro eterno en nuestra muerte del tiempo.

Visto 283 veces