LA EUCARISTÍA, MEMORIAL DE LA PASCUA DE CRISTO.

LA EUCARISTÍA, MEMORIAL DE LA PASCUA DE CRISTO.

Aceptar y entender la Eucaristía es entender toda la fe católica ya que la Eucaristía es el resumen de todo el misterio de Cristo. Siendo la Eucaristía la concentración , en un poco de pan y de vino, de todo el misterio cristiano se comprende que a lo largo de la historia haya sido objeto de reflexión y meditación continuas, y también, no pocas veces, de desviación y error en la fe. Demasiado grande este misterio para ser comprendido por la mente humana. Ninguna verdad  de la Revelación cristiana ha sido tan estudiada y defendida por el Magisterio como  la Eucaristía. La Iglesia ha visto en ella el misterio central de su fe y lo ha cuidado con devoción suma.

La Eucaristía, instituida por Jesús en la última cena y dejada como memorial a su Iglesia, es una realidad tan original e insospechada, que podría parecer oportuno comenzar su estudio a partir directamente del Nuevo Testamento, teniendo en cuenta también el poco tiempo de que disponemos para su exposición. Pero no podríamos captar toda su importancia y significación si prescindiéramos del AT. en el que tiene su contexto y sus raices primeras.

Ya lo dijo Galbiati(L'Eucaristia nella Biblia,Milano 1969,9) afirmando que uno de los motivos de las dificultades y superficial entendimiento de este misterio radica en el desconocimiento del AT. Y esto lo decimos conscientes al mismo tiempo de que la Eucaristía sobrepasa de modo radical e insospechado las perspectivas mismas del Antiguo Testamento, ya que muchas de sus profecías y figuras no encuentran plenitud de sentido sino en ella misma. Por eso toda la Tradición patrística y eclesial han comprendido siempre la íntima relación de la Eucaristía con los signos de la Antigua Alianza. Y esta es la razón por la que comenzamos nuestra exposición con el estudio breve de aquellas realidades veterotestamentarias que la preparan y significan.

PRIMERA PARTE

I.- ANTIGUO TESTAMENTO: PASCUA HEBREA

A) LA PASCUA HEBREA COMO ACONTECIMIENTO HISTÓRICO

1) EL CORDERO PASCUAL

Comenzamos por la exposición de la pascua judía en la cual la Eucaristía encuentra su raiz y profecía. Como ya sabemos, la Pascua es el banquete anual que el pueblo judío celebra en conmemoración de la liberación de Egipto. Es el comienzo del éxodo, de la salida de la esclavitud, el comienzo singularísimo de la historia de Israel en el que Yahvé interviene en favor de su pueblo cumpliendo las promesas de Abraham, para establecer con ellos una alianza que sellará su existencia como pueblo elegido.

" Dijo Yahvé a Moisés y a Aarón en el país de Egipto: "Este mes será para vosotros el comienzo de los meses; será el primero de los meses del año... Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: el día 10 de este mes tomará cada uno para sí una res de ganado menor...lo guardaréis hasta el día 14 del mes; y toda la asamblea de la comunidad de los israelitas lo inmolará entre dos luces. Luego tomarán la sangre y untarán las jambas y el dintel de las casas donde lo coman...Es pascua de Yahvé.

....La sangre será vuestra señal en las casas donde moráis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera al pais de Egipto. Este será un día memorable para vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahvé, de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre." (Ex 12,1-14)

El éxodo, pues, abarca la noche de la celebración, el paso del mar Rojo y la alianza en el desierto. El éxodo es el evangelio del AT., la buena noticia de un Dios que ha salvado a su pueblo y lo seguirá salvando en el futuro.

Esta intervención salvífica de Dios, que, como sabemos constituye el primer credo de Israel(Dt 26,5-9), va ligada en el relato a la celebración de un sacrificio-banquete: "Este será un memorial entre vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahvé de generación en generación". Este ritual está descrito dos veces en el libro del Éxodo: en Ex 12,1-14 como orden dada por Dios a Moisés y en 12,21-27 como orden transmitida por Moisés al pueblo. La celebración de la pascua tenía lugar el día 15 del primer mes, (mes de Abib, llamado Nisán después del exilio) comenzando con la tarde del día 14. Es el inicio de la primavera y la noche de la tarde del 14 era precisamente plenilunio.

"Cuando os pregunten vuestros hijos: "¿qué significa para vosotros este rito?, responderéis: "Este es el sacrificio de la pascua de Yahvé, que pasó de largo por las casas de los israelitas cuando hirió a los egipcios y salvó vuestras casas."(Ex 12,26-27) Y celebrándolo así es como este rito se convierte en Memorial de la Pascua Judía.

2) LA ALIANZA

Dios, que había liberado al pueblo de Israel sacándolo de Egipto, lo conduce al desierto, donde tiene lugar la alianza que establece con él. Así como el éxodo ha sido el acontecimiento determinante de la historia de Israel, la Alianza va a ser la institución fundamental que regule las relaciones entre Dios y su pueblo.

La alianza contraída por Dios con su pueblo en el desierto emplea la sangre con el significado de vida que tenía entre los hebreos y viene a significar la comunión de vida que de ahora en adelante existirá entre Dios y su pueblo. Dice así Dios a Moisés:

"Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traido a mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." (Ex 19,3-6)

El rito de la conclusión de la alianza tiene lugar en el monte llamado Sinaí en los pasajes atribuidos al Yahvista(Ex 19,11b-18) y Horeb en los atribuidos al Elohista(Ex 33,6)

" Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahvé y levantándose muy de mañana, alzó al pie del monte un altar y doce estelas por las doce tribus de Israel. Luego mandó a algunos jóvenes de los israelitas que ofreciesen holocaustos e inmolaran novillos como sacrificios de comunión para Yahvé... tomó luego Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: "Esta es la sangre de la Alianza que Yahvé ha hecho con vosotros, según todas estas palabras."

Este rito de la alianza viene a significar que entre Dios y su pueblo se va a dar una vida en común, una alianza. Y cuando esta alianza se rompe por la infidelidad del pueblo, Dios, por los profetas, promete una nueva y definitiva:

"He aquí que vienen días (oráculo de Yahvéh) en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; no como la alianza que pacté con vuestros padres cuando los tomè de la mano para sacarlos de Egipto, que allí rompieron mi alianza... sino que ésta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel...pondré mi ley en sus corazones y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo." (Jer.31,31-33)

B.- LA PASCUA JUDÍA COMO MEMORIAL: CELEBRACIÓN RITUAL

Memorial es un concepto fundamental en toda la vida de Israel y en particular en la celebración ritual de la Pascua. Va asociado a un rito que tiene como objeto recordar las hazañas que Dios hizo en el pasado y que se vuelven a poner ante los ojos de Yahvé para que recordándolas, Dios actualice la salvación y la liberación concedidas a Israel.

Memorial ante Dios era la berakkák, la bendición de alabanza a Dios por los hechos realizados en el pasado, por los cuales el pueblo alababa a Dios y sentía como actual y presente la presencia salvadora de Dios, siempre fiel. Pero el memorial por excelencia era la celebración ritual de la pascua, en la cual el pueblo recordaba el acontecimiento salvífico que le había dado su existencia como pueblo y esperaba la presencia continua y salvadora de Dios.

"Dijo, pues, Moisés al pueblo: "Acordaos de este día en que salistéis de Egipto, de la casa de la servidumbre..."(Ex 13,3-10) Esencialmente repetición de lo que Yahvé había dicho ya a Moisés: "Este será un día memorial para vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahvé de generación en generación." (Ex 12,14)

Quiero terminar este apartado añadiendo que la pascua judía no solo era memorial de una liberaciòn que Dios hace presente sino que después del exilio miraba cada vez más al futuro. Ello era debido a que los profetas contemplan cada vez más el futuro a la luz del Éxodo. Habrá un nuevo éxodo, una nueva pascua. La potencia salvadora desplegada por Dios en el pasado es garantía de la esperanza mesiánica en el futuro.

SEGUNDA PARTE

 II.- NUEVO TESTAMENTO: JESUCRISTO: NUEVA PASCUA, NUEVA ALIANZA

A) EL CONTEXTO DE LA PASCUA CRISTIANA

Entramos ya en el NT. Aquí están las bases de toda la comprensión del misterio eucarístico. Antes de examinar los textos de la institución de la Eucaristía, veamos el contexto. Y lo primero será comprobar si Cristo instituyó la Eucaristía dentro o no  de la Pascua judia. Leamos el relato de Marcos:

"El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de pascua" Entonces envía a dos de sus discípulos y les dice: "Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle, y allì donde entre, decid al dueño de la casa: el maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la pascua con mis discípulos? El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada: haced allí los preparativos para nosotros." Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron todo como les había dicho y prepararon la pascua.(Mc 14,12-16)"

El evangelio crea una verdadera dificultad cronológica en torno al día en que Jesús celebró la Eucaristía con los suyos. Con los sinópticos en la mano, la cena de Jesús tuvo lugar "el primer día de los Ázimos", la noche del 14 al 15 de Nisán, al ocaso del sol; por consiguiente, fue una cena pascual judía y todos los acontecimientos de la pasión tuvieron lugar del 14 al 15. Sin embargo, según el evangelio de Juan(Jn 13,1.29; 18,28)Jesús muere el día 14, pues ese día, anota Juan era el día de la preparación de la pascua, cuando los corderos eran inmolados en el templo y cuando, puesto el sol, se comía la cena pascual. Quiere esto decir que Jesús adelantó la cena veinticuatro horas y los acontecimientos de la pasión tuvieron lugar del 13 al 14. Lógicamente se han dado intentos de armonización entre los sinópticos y Juan pero no podemos detenernos en este aspecto. Lo que más nos interesa es esta pregunta: ¿ Es o no es pascual la cena que Jesús celebró con los suyos? Porque lo verdaderamente importante no es si Jesús celebró la cena en el preciso momento en el que los judíos celebraban la pascua, sino si la realizó en el marco teológico de la misma.

A nuestro modo de ver, Joaquín Jeremías sigue un camino adecuado para indagar si la cena de Jesús tuvo lugar en el marco  de la celebración pascual judía siguiendo estos datos evangélicos:

-- Se menciona que la última cena tuvo lugar en Jerusalén y sabemos que la fiesta de pascua desde el año 621 a. C. había dejado de ser una fiesta doméstica para convertirse en una fiesta de peregrinación a Jerusalén.

-- Se utiliza un local prestado(Mc 14,13-15), según la costumbre judía de ceder gratuitamente a los peregrinos ciertos locales.

-- Jesús come en esta ocasión con los Doce; la celebración de la pascua exigía la presencia, al menos, de diez personas.

-- Tiene lugar al atardecer y recostados sobre la mesa, como se hacía en aquel tiempo, y no sentados.

-- El hecho de que Jesús parta el pan en el curso de la cena (mientra comían: Mc 14,18-22) es significativo, pues en una comida ordinaria se partía al principio.

-- El vino rojo era el propio de la cena pascual.

-- El himno que se canta ( Mc 14,26; Mt 26,30) era el himno Hallel, que se recitaba en la cena pascual.

-- Jesús anuncia  durante la cena su pasión inminente y sabemos que la explicación de los elementos especiales de la comida era parte integrante del rito pascual.

-- Al añadir el tema del memorial: "Haced esto en memoria mía" especifica que la cena se celebraba en el ambiente pascual y el Maestro se ha servido de él para instituir el nuevo rito pascual como memorial de su sacrificio.

Por todo lo dicho parece claro, que, aunque no sepamos resolver el problema cronológico, la cena se celebró en el contexto pascual. Para comprender mejor la institución de la Eucaristía como memorial de la Pascua de Cristo habría que añadir el rito mismo de la celebración pascual, para poder ver la conexión de ciertos gestos de Jesús con este rito y que resumimos esquemáticamente:

La liturgia propiamente pascual se iniciaba con la rememoración (haggadá) que hacía el padre de la noche de la liberación de Egipto, explicando el simbolismo de los alimentos: el cordero recordaba la liberación de Egipto; los ázimos, la prisa de la salida; las hierbas amargas, la amargura de Egipto. Después se cantaba la primera parte del Hallel.(Sal 112-113,8). Entonces se bebía la segunda copa.

-- Se lavaban las manos. El padre de familia tomaba el pan y lo bendecía, lo partía y daba un trozo a cada uno de los presentes.

-- Después se comía el cordero con el pan ázimo y ya no se tomaba más alimento.

-- Se llenaba luego la tercera copa, llamada de la bendición porque el padre recitaba la bendiciòn sobre ella y se bebía.

-- Se llegaba así a la cuarta copa y se recitaba la segunda parte del Hallel(113,118). Se bebe esta copa y terminaba la cena pascual.

B) ESTUDIO COMPARATIVO DE LOS TEXTOS DE LA INSTITUCIÓN

Existen dos formas narrativas de la institución de la Eucaristía que han sido afirmadas independientemente la una de la otra y que trae muy bien estudiadas el libro " EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE VIDA NUEVA, publicado por el Comité para el Jubileo del año 2000; por una parte, la forma narrada por Marcos y seguida por Mateo; por otra, la forma narrada por Pablo y que ha influido sobre el relato de Lucas. Siendo más semítica la versión de Marcos y de Mateo, parece más cercana al origen, más literalmente fiel a las palabras de Jesús. Sin embargo, la versión de Pablo no está garantizada con menor solidez, en su fidelidad esencial a la tradición de la que proviene; ella manifiesta mayor adaptación al lenguaje y a la cultura del ambiente griego. La tradición de Pablo, desde este punto de vista, es más completa, más integralmente fiel al acontecimiento y a las palabras pronunciadas por Jesús. No se trata, por tanto, de acoger una forma de narración de la institución como si fuese la única válida. Las cuatro narraciones que poseemos nos ayudan a encontrar mejor el origen auténtico de la Eucaristía: cada una tiene su valor. Ambas tradiciones están influenciadas por el estilo breve y sucinto del uso litúrgico. Y precisamente a la liturgia debemos  que las palabras institucionales de Cristo se hayan conservado fieles al núcleo fundamental.

Veamos ahora las variantes principales que se dan entre ambas versiones:

-- Tanto Pablo como Lucas precisan que Jesús consagró el vino "después de haber cenado", mientras que Marcos y Mateo sostienen que Jesús instituyó la Eucaristía "mientras comían", sin precisar el momento.

-- Lucas y Pablo, en la bendición referente al pan, usan la fórmula "Habiendo dado gracias", en lugar de "habiendo bendecido", como lo dice la otra versión.

-- Marcos y Mateo traen la fórmula "esto es mi cuerpo" más exactamente, "esto mi cuerpo", mientras Pablo añade: "que es dado por vosotros"; y Lucas: "que por vosotros es entregado."

-- En la consagración del cáliz es donde aparece la diferencia más notable. Marcos y Mateo ponen como predicado la sangre: "Esta es la sangre de la alianza, que es derramada por los muchos", mientras que Pablo y Lucas colocan como predicado la alianza y sólo indirectamente hablan de la sangre: "Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre.

-- Marcos y Mateo no traen las palabras "haced esto en memoria de mí", que en Pablo y en Lucas vienen tras la consagración del pan y en Pablo también tras la consagración del vino.

En su versión escrita, la fórmula más antigua, es, sin duda, la de Pablo 1Cor 11,23-26, pues fue escrita hacia el año 56-7  y en ella recuerda Pablo a los Corintios cómo les transmitió la institución de la Eucaristía en su primera visita hacia el año 50. La fórmula que emplea Pablo es la de la parádosis ("recibí lo mismo que os transmití"), fórmula que los rabinos empleaban como medio de transmisión absolutamente fiel a la tradición.

Quisiera hacer notar, pensando principalmente en el mandato de reiteración: "haced esto en memoria mía", que dichas palabras pertenecen al núcleo primitivo histórico, porque el memorial tenía una función decisiva en el contexto pascual y porque la ausencia de este elemento en Marcos no es prueba alguna contra su autenticidad histórica, pues, con frase lapidaria de Benoit, tendríamos que decir que "una rúbrica no se recita, sino que se ejecuta." Sin el mandado de reiteración por parte de Cristo, no habría sido posible el desarrollo ulterior de la liturgia eucarística, fuere cual fuere el estado de su evolución.

I) SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS DE CRISTO

Veamos ahora el significado que Cristo dio a sus gestos y a sus palabras institucionales, primero en sus elementos particulares y después en su significado general.

A.- SIGNIFICADO PARTICULAR

"Habiendo bendecido, tomó el pan en sus manos y lo partió diciendo: "Tomad y comed, esto es mi cuerpo" "por vosotros" añade Pablo; "entregado", Lucas.

Si antes hemos mencionado los elementos esenciales y el rito de celebración de la pascua judía es para que ahora comprendamos mejor y en su sentido pleno los gestos, las palabras y el rito de la institución de la pascua de Cristo.

Jesús toma en sus manos el pan y bendecía (berakká) como hacía el padre de familia en la pascua judía.

"Tomad y comed", porque Jesús quería expresar la unión íntima entre comunión y sacrificio; quería darse como comida pascual.

 "Esto" (toûto) referido tanto al cuerpo como a la sangre indican que El no solo hace la ofrenda sino que es realmente la persona ofrecida. "Es" (toûto estin) "esto es" , esta cópula no aparece en hebreo, puesto que en esta lengua el valor copulativo está implícito.

"Mi cuerpo". El texto griego usa el término sôma.

"Entregado" y "derramado"  son participios que según J. Jeremías, tanto en hebreo como en arameo son intemporales, ya que su tiempo se determina por el contexto. En nuestro caso habría que traducir es la sangre que va a ser derramada en la cruz.

La preposición"por", en griego "iper" o "perí", es una clara alusión al sentido expiatorio que Cristo da a su muerte, como en cualquier sacrificio expiatorio de Israel. "El cual se entregó (ipér emon) "por nosotros" a fin de rescatarnos de toda esclavitud:Tit2,14.

"ESTA ES LA SANGRE DE LA ALIANZA, DERRAMADA POR LOS MUCHOS"

Jesús utiliza aquí la copa tercera o copa de bendición y la pone en relación directa con su sangre, que va a derramar en la cruz. Se trata de la sangre que va a sellar la nueva y definitiva alianza en sustitución de aquella con la que Moisés selló la antigua.(Ex 24,8) Sobre los términos "esta", "derramada", remitimos a los dicho a propósito del pan.

"HACED ESTO EN MEMORIA MÍA": MEMORIAL EUCARÍSTICO

Llegados a este momento estamos ya en condición de entender la Eucaristía como  memorial de la  Nueva Pascua y Nueva Alianza instituida por Jesucristo. Pero sin olvidar por ello que la distancia entre el memorial del AT y el del NT es infinita, como afirma DURWELL.

Con estas palabras : "Haced esto en memoria mía," Jesús se inserta en la tradición del memorial, que actualizaba en el rito la liberación realizada por Dios en el éxodo. En la Eucaristía, El sustituye el antiguo memorial por el memorial de la nueva pascua que realiza con su muerte y resurrección y nos deja así una institución permanente, un rito que se repetirá por los siglos para actualizar la nueva alianza realizada por él en su cuerpo entregado y en su sangre derramada.

Lo dice Pablo con toda claridad: "Porque cuantas veces comiéreis este pan y bebiéreis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga" (1Cor 11,26) La participación en el pan y el cáliz de la cena supone la participación real en el sacrificio de Cristo, y por ello se proclama de forma objetiva y real la muerte de Señor.

Para comprender el significado global de lo que Cristo instituyó en la última cena no basta con la significación particularizada de las palabras institucionales que acabamos de hacer. Hoy en día se recurre frecuentemente al término de signo profético como clave de comprensión de lo que Jesús hizo. Cristo anticipó proféticamente sobre el pan y el vino su sacrificio en la cruz. Y se acude también al concepto de memorial: es decir, de la misma manera que el memorial veterotestamentario hacía presente en el tiempo actual la acción salvífica de Dios en el pasado, así el Señor, que instauró la cena en el contexto pascual, hace presente el misterio de su nueva pascua.

 El signo profético y el memorial son dos conceptos correlativos: uno actualiza anticipando y el otro recordando. Las palabras de Jesús en la última cena, al tener un sentido profético, no quiere decir que deban ser interpretadas en un sentido metafórico, sino que tienen un sentido totalmente realista, en cuanto que no es solo palabra profética que  se limita a anunciar lo que va a ocurrir al día siguiente, sino acción profética que lo hace ya presente anticipándolo. Jesús no quiere darnos con el pan y el vino una idea o una enseñanza, sino una realidad concreta que es su cuerpo entregado y su sangre derramada al día siguiente en la cruz. La Eucaristía que celebra ahora la Iglesia es memorial que recordando hace presente el misterio realizado por Jesús en la cena.

Jesús aquella noche no se limita a pronunciar sobre el pan y vino la bendición, sino que ha añadido unas palabras que los relacionan con su muerte expiatoria. Al pan y al vino los pone en estrecha relación con la suerte de su cuerpo y su sangre en la cruz, dándoles el mismo significado sacrificial que compete a su muerte. De esto no hay duda ninguna. Si Jesús a continuación ofrece ese mismo pan y ese mismo vino para comer y beber, es que los presenta como comida sacrificial. Pues bien, de la misma manera que para los hebreos la participación en la víctima era el modo de participar en el sacrificio, ahora Cristo se da a comer como víctima para hacer partícipes a los suyos de su sacrificio en la cruz, nueva pascua que él realiza en su muerte.    

Esta es la clave:participación en el sacrificio de la Nueva Alianza mediante la participaciòn en la víctima. Cristo es, pues, la víctima pascual que sustituye al cordero inmolado en el templo. Es el nuevo Cordero en el que se realiza la nueva y definitiva pascua de Yahveh sobre el mundo. Y esta interpretación es la de San Pablo en 1Cor 10,6:

"La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión en la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es, acaso, comunión con el cuerpo de Cristo? "

Por tanto, el Señor con su gesto se presenta como víctima pascual para hacernos partícipes de su sacrificio. Con su gesto en la última cena ha sustituido la antigua por la nueva pascua, hecha en la sangre que se va a derramar en la cruz, en el sacrificio de la Nueva Alianza. En el marco de la pascua judia da a los suyos su cuerpo y sangre: cuerpo y sangre que se van a inmolar cruentamente en la cruz, asumiendo la misma entrega o ofrecimiento que tendrá en la cruz y haciendo de este modo a los suyos ya desde ese momento, partícipes de su ofrecimiento al Padre y beneficiarios de los frutos que de ello se derivan.

En consecuencia, si esta comida sacrificial encierra la presencia de la víctima, podemos y debemos entender en sentido plenamente real las palabras de Cristo: "Esto es mi cuerpo, esto es mi sangre". Es la presencia de la víctima, requerida en esta comida sacrificial que nos hace partícipes del sacrificio de Cristo en la cruz, la que da al verbo ser toda su plenitud de sentido

Sin embargo, debemos indicar enseguida la diferencia entre el memorial judío y el memorial cristiano. La Eucaristía es memorial, tiene un marco memorial pero lo realizado y contenido en ese enmarque memorial es infinitamente más perfecto y total, es único e irrepetible. Porque una cosa es el cordero  comido y otra, el acontecimiento celebrado en la eucaristía, donde el cordero es único y el mismo para siempre y para todo el Pueblo de Dios: es Jesucristo, Dios y hombre verdadero. El acontecimiento que se celebra es su misterio personal, en dar su vida por nosotros para recobrarla resucitada para el mundo entero. Los celebrantes de esta pascua no comen carnes asadas; entran en comunión con ese hombre-Dios, son asumidos en él y reciben la salvación de  él  con su cuerpo que es alimento de vida eterna. Las dos pascuas, la judia y la cristiana, coinciden en su contexto y marco de memorial, pero en contenido y dimensiones y profundidad la distancia que las separa es infinita. Max Thurian afirmará: Si Cristo mismo no está real y personalmente presente, actuando como sacerdote, como ofrenda y alimento, todo cuanto hasta ahora hemos declarado no tiene realidad ni significado alguno", pag.282.))

SIGNO PROFÉTICO Y MEMORIAL

El tema del signo profético ha sido utilizado últimamente con mucha frecuencia para explicar lo que Jesucristo realizó en la última cena. José Espinel hace dos años publicó un volumen ampliación de otro anterior sobre la Eucaristía como acción profética. Resumiendo diríamos que es necesario distinguir lo que es un signo profético y una parábola en acción o en acción simbólica. En el caso último se trata de un gesto que fundamentalmente se dirige a la inteligencia. El signo profético, sin embargo, es algo más. Dice Galbiati que no solo se mueve en el nivel del conocimiento, sino en el nivel de la acción. Es un hecho o gesto que hace presente ya el juicio salvador o punitivo de Dios. La misma palabra del profeta, como palabra que es de Dios, es una palabra que realiza lo que anuncia. Pero el signo profético hace ya presente en el momento actual la promesa de  Dios. En cierto modo, anticipa el acontecimiento y lo produce. Para comprenderlo mejor pongamos algún ejemplo:

Cuando Jeremías pone un yugo sobre su cuello para significar que una nación extranjera se va a apoderar de Jerusalén, los falsos profetas se lo quitan inmediatamente para que no se realice la invasión. Veían en el gesto el comienzo de la tragedia.    

Lo que Jesús hace en la última cena podría bien ser calificado de gesto profético. Es un anuncio de su pasión, que él actualiza en el marco de la cena pascual. Schurmann anota que lo que Jesús hace supera al signo de la promesa infinitamente. En efecto, en el ejemplo aducido del profeta Jeremías se trata de una anticipación en el momento actual de una acción futura de Dios, lo cual no representa dificultad alguna, pues Dios puede comenzar a realizar dicha acción en el momento mismo en el que el profeta la anuncia; pero en la cena no sólo se trata de la anticipación solamente de una acción salvadora de Dios, sino del sacrificio cumplido y realizado en el cuerpo y la sangre de Cristo como víctima. Por ello se necesita la presencia de la víctima como condición indispensable para la presencia del sacrificio, porque aquí la víctima es una persona representada por su cuerpo y por su sangre, es decir, no se trata solo de la anticipación de una acción, sino de la presencia de una realidad; la víctima en cuanto tal, que a la vez es sacerdote de su sacrificio. Es esta presencia de la víctima la que garantiza la presencia del sacrificio.

Y lo que acabamos de decir sobre la realidad profética de la eucarística, lo referimos también al concepto de memorial que hemos referido antes.

En ambos casos, el signo profético y el memorial veterotestamentario quedan superados por lo que Cristo hizo, en cuanto que se trata de la actualización no de una acción de Dios, sino de un acontecimiento histórico que se realizó con la carne y la sangre concretas de Cristo. Por ello se necesita la presencia de la víctima. Cómo se hace presente la víctima es algo que el texto bíblico no precisa. Es ocupación para la reflexión de la Iglesia y de la teología, como haremos a continuación, pero las palabras institucionales nos dicen que el hecho está ahí: Cristo da al pan y al vino carácter de comida sacrificial y se entrega en ellos como víctima para hacernos partícipes de su sacrificio en la cruz.

Resumiendo:Una vez examinados los pasajes del NT. sobre la Eucaristía, vemos en ella la condensanción de las profecías y figuras del Antiguo. Los temas de la Antigua Alianza se concentran en ella: la pascua, la alianza, la redención del Siervo de Yahvé, los sacrificios. Todos ellos vienen sintetizados de forma admirable en el gesto más sencillo que se pueda imaginar: un poco de pan y de vino que Jesús pone, en marco de la cena pascual, en conexión con su muerte en la cruz.

La Eucaristía aparece al mismo tiempo como el origen y fundamento del nuevo pueblo de Dios, liberado ahora por la pascua de Cristo y fundado en la sangre de la Nueva Alianza. Este pan y este vino son el fundamento y la base del cuerpo místico de Cristo.

La eucaristía contiene sobre todo el sacrificio mismo de la cruz y la misma vìctima pascual que nos es dada a comer para que podamos participar en él. Es, asimismo, prolongaciòn de la encarnación y prenda de la resurrección y del Espíritu, pues se trata de la carne resucitada de Cristo.

Toda esta riqueza, que es todo el misterio redentor de Cristo, la hemos encontrado en la descripción sencilla, pero al mismo tiempo densa, que nos ofrecen de la Eucaristía las páginas del NT. La Escritura presenta la Eucaristía en toda su inabarcable riqueza; riqueza que la Tradiciòn tendrá que ir desglosando poco a poco para poder comprenderla y asimilarla. El misterio y la Pascua redentora de Cristo se hacen presentes en la misa, en la eucaristía, en el sacrificio eucarístico... Es verdad de fe. Pero cómo se hace presente? Veamos algunas explicaciones.

TEORÍA SACRAMENTAL

Decíamos que el Señor está ahí inmolado y sacrificado por nosotros y dándose en comida por todos y para todos.  Pero queremos preguntarnos ¿Cómo está ahí presente, de qué forma podemos explicar esto?

En nuestros días la teología ha ido abandonando  poco a poco el método de recurrir a una noción general de sacrificio para aplicarla luego a la Eucaristía demostrando de esta forma que es sacrificio. En los textos de Teología de Lercher que estudiamos los sacerdotes de mi generación hay una amplia exposición de las mismas que no he podido sin embargo comprobar en ninguno de los textos actuales por mí consultados y me ha emocionado comprobar los subrayados que tengo en mi libro. Me ha emocionado verdaderamente comprobar que entonces yo elegí como preferida, aunque no era la defendida por Lercher, la teoría hoy llamada sacramental pero rematada o finalizada con la "mistèrica" o "per modum mysterii" de O. Casel. Conscientes de la unicidad del sacrificio de Cristo y de su singularidad, mejor provistos del conocimiento de la tradición de la Iglesia, los teólogos de hoy recurren a la idea fundamental de que el único sacrificio de Cristo en la cruz se hace presente "in sacramento","in mysterio".Según esto, el sacrificio eucarístico se realiza y tiene lugar en el plano de la causalidad sacramental, la cual no se limita a significar, sino que hace presente lo significado. la Eucaristía es el sacrificio de la cruz sacramentalmente presente en el hoy y en el aquí de la Iglesia.

El sacrificio eucarístico no produce solamente la gracia sino que hace presente a Cristo, como fuente de gracia. El sacrificio histórico  de Cristo como tal hecho histórico tuvo lugar en unas coordenadas determinadas de tiempo y espacio y hoy se superan afirmaO. Casel, mistéricamente, es decir, por la celebración litúrgica de los misterios cristianos. Según esto, cada eucaristía hace presente el mismo misterio de Cristo, la misma realidad y los mismos sentimientos y aptitudes,  superando la coordenadas y los límites de espacio y tiempo. Y lo puede hacer así porque la realidad que hace presente ya está en la realidad eterna y eternizada y la hace presente no de forma temporal e histórica sino de forma sacramental, metahistóricamente, como sacramento que actualiza, presencializa y contiene con toda su fuerza salvadora  el mismo sacrificio de la cruz hecho de nuevo presente por cada celebración eucarística, a modo de sacramento.

Cristo, como realidad típica y primordial, trasciende ya los límites del tiempo y del espacio y eternizado, eterno presente, sin pasado, tiene el poder de hacerse presente en el hoy y en el aquì de la Iglesia mistéricamente. Los sacramentos no solo hacen lo que significan,  sino que son acciones sacramentales de Cristo que bautiza, perdona, como explica muy bien Shillebekl, en su libro: Cristo, sacramento de encuentro con Dios. Me explico.Toda la liturgia, especialmente la Eucarística, hace presente en sacramento-memorial-misterio el mismo hecho,  superando los límites de espacio y tiempo, porque el hecho ya está eternizado, es decir, en presente eterno y permanente. Es como si la celebración litúrgica del misterio cortara con unas tijeras divinas no solo el hecho evocado y significado actuando eficazmente sino que cada vez que un sacerdote pronuncia las palabras de la consagración  hace presente toda la vida de Cristo que fue ofrenda al Padre, es decir, desde su Encarnación hasta Ascensión al Cielo, haciendola contemporánea a los testigos presentes, nosotros, reproduciendo todo el misterio de  Cristo y dando así la oportunidad a los hombres de todos los tiempos de ser testigos y beneficiarios del su misterio salvador, de su persona, de su amor, de su intimidad, de rozarlo y tocarlo....Y todo esto, porque Cristo ha trascendido ya la historia y el espacio. Es el Cristo celeste el que vive y ofrece en sacrificio eterno su inmolación pascual, que fue de toda su vida, pero significado especialmente en su pasión, muerte y resurrección. La irreversibilidad de las cosas temporales queda superada por el poder de Dios, que es en sí eternidad encarnada en el tiempo.

El sacrificio de la misa es el mismo de la cruz.La Carta a los Hebreos nos enseña que el sacrificio de Cristo en la cruz es único y definitivo sacrificio de expiación por los pecados. No hay otro. El problema está, como hemos dicho, en mostrar cómo un sacrificio que tuvo lugar hace dos mil años se hace presente aquí y ahora. Creo que la respuesta está en la misma carta. El sacrificio de Cristo ha sido ofrecido "de una vez para siempre" como dice  y tiene una presencia salvadora única, definitiva y escatológica. Es el mismo sacrificio de Cristo en la cruz, aceptado por el Padre, el que perdura de forma gloriosa en el cielo y hace presente el sacerdote en la tierra.

El sacrificio ya aceptado por el Padre mediante la resurrección y ascensión de Cristo al cielo, ese sacrificio celeste que perdura eternamente presentado por Cristo ante el Padre, hecho intercesión y ofrenda agradable, con las llagas ya gloriosas, es el que se hace presente sobre el altar de la tierra, velado por el pan y el vino, sacramentalmente, in mysterio. Y es así cómo Jesús resucita en nuestro mundo terreno en la visibilidad de este sacramento: la eucaristía es un forma permanente de apariciòn pascual, signo visible de realidades invisibles, como lo ha expresado muy bien el Papa Juan Pablo II en la carta apostólica "DIES DOMINI".

Al resucitar a su Hijo, Dios "hace habitar en él corporalmente toda la plenitud" y realiza de este modo la salvación en totalidad, sin que tenga que añadirse nada en adelante para completarla. En la resurrección y en virtud de la muerte filial(Fl.2,8s) es donde Cristo recibe el título de Señor(Rom,10,9s):nombre de la onmipotencia escatológica. La realidad escatológica, lo último ya está presente en la Eucaristía: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, Ven, Señor Jesús." Por la Eucaristía viene el esjatón, el final, Cristo ya está viniendo... No puedo pararme más en este aspecto. Por la Eucaristía se hace presente la escatología, el Cristo escatológico.

La pascua es el día del Señorío, el de la última revelación(Jn 8,28) el de la reunión universal(Jn12,32) el de la resurrección de los muertos(Rom1,4) del del juicio final(Jn.12,31) el de la salvaciòn total, es el día del Señor, el último día . Hemos de tener todo en cuenta si queremos captar el sentido pleno y total de la Eucaristía, memorial de la Pascua de Cristo que por su muerte nos ha pasado hasta el Padre "esjatón" final, valga la redundancia, y desde allí por la celebración de la eucaristía celeste presencializada por la liturgia terrestre viene al lado de los suyos y haciéndose presente como realidad y la salvación escatológica, comunica a los creyentes los frutos últimos y definitivos ya conseguidos, que son él mismo: El mismo y único que nació, murió y resucitó, el cordero inmolado y glorioso ante el trono del Dios Trino y Uno: El Cristo glorioso y escatológico, el VIVIENTE del Apocalipsis.

Esto es lo que se hace presente en la Eucaristía. ¿Cómo? Como memorial profético, en virtud del mandato: "haced esto en memoria de mí". La fe me asegura que Cristo está presente en la eucaristía, como está en la cena, está en la cruz y está en el santuario celeste. Está realizando íntegramente todo su misterio de Salvación y  presencializándolo en el aquí y ahora del tiempo  Cómo? Tratamos de explicarlo según la razón pero hasta ahora no  podemos explicarlo plenamente. Pero por la fe se que está y lo realiza ciertamente. Y esto es lo más importante. La fe lo ve, porque la fe es el conocimiento que Dios tiene de las cosas, aunque yo, que tengo esa fe, que participo de ese conocimiento no lo vea, porque no puedo ver como Dios. Dios me desborda en el objeto y en el modo de conocer. Solo el conocimiento místico se funde en la realidad amada y la conoce. Los místicos son los exploradores de Moisés que nos dicen las maravillas de la tierra prometida a todos para animarnos a conseguirlas.  

Por eso, el teólogo no puede habitar en dos mundos separados, cada uno de los cuales exija certezas contrarias en donde la afirmación de la fe no pueda ser aceptada por la razón. La teología es la luz de la fe que intenta, con la ayuda del fiel, extenderse al terreno de la razón a fin de que el hombre se haga creyente por entero. La teología es un apostolado hacia dentro con una misión  hacia dentro: evangelizar la razón, llevándole a acoger el misterio ya presente en la Iglesia y en su corazón de creyente que también conoce por el amor.

 "Deshacemos sofismas y toda altanería que se subleva contra el conocimiento de Dios y reducimos a cautiverio todo entendimiento para obediencia de Cristo". (2 Cor 10,4s) Dios que resucita a Cristo en el poder y la gloria del Espíritu Santo es el Señor de la teología católica. El señorío de Cristo no violenta a la inteligencia que razona, forzándola a acoger unas verdades ininteligibles. No la humilla sino que la salva de sus estrecheces, haciendola, humilde, capaz de Dios, como María que acoge la Palabra de Dios sin comprenderla. La teología es esclava de la fe y de los fieles; no tiene que "dominar sobre la fe sino contribuir al gozo" de los creyentes(cf 2 Cor 1,24) Ante los propios misterios la teología ha de ser modesta y llena de discreción. Sería un sacrilegio y una ingratitud empeñarse en desgarrar el velo bajo el que se revela el Señor, cuando es ya tan grande la condescendencia de aquel que se da a conocer de este modo. Para seguir siendo discreta y sumisa la teología tendrá que imitar el respeto emocionado de los apóstoles ante la aparición del Resucitado en la orillas del lago: "Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿quién eres tú? Por lo tanto no buscará evidencias racionales para eludir la obligación de creer; no preguntará: ¿Es verdad todo esto que hace y dice el Señor? sino que humildemente dirá: Señor ayúdanos a comprender mejor lo que nos dices y haces.

La eucaristía puede estudiarse desde fuera partiendo de la elementos visibles que la constituyen o desde dentro, partiendo del misterio del que es sacramento memorial. Aquí es donde vale el axioma: "lex orandi, lex credendi". Que sepamos, Jesús no escribió nunca nada, a no ser aquel día en que escribió en el suelo con un dedo.(cfr.Jn.8,6)

Aquel que es para siempre la Palabra, la biblioteca inagotable de la Iglesia, su archivo inviolable  condensó toda su vida en los signos y palabras de la Eucaristía: es su suma teológica. Para leer este libro eucarístico que es único, no basta la razón, hace falta el amor que haga comunión de sentimientos con el que dijo: "acordaos de mí," de mi emoción por todos vosotros, de mis deseos de entrega, de mis ansias de salvación, de mis manos temblorosas...

Sin esta comunión personal de sentimientos con Cristo, el libro eucarístico llega muy empobrecido al lector. Este libro hay que comerlo para comprenderlo, como Ezequiel:" Hijo de hombre, come lo que se te ofrece; come este rollo y ve luego a hablar a la casa de Israel. Yo abrí mi boca y él me hizo comer el rollo y me dijo: "Hijo de hombre aliméntate y sáciate de este rollo que yo te doy." Lo comí y fue en mi boca dulce como miel." (Ez.3, 1-3)S. Juan de la Cruz nos dirá que para conocer a Dios y sus misterios es mejor el amor que la razón, porque ésta no puede abarcarle pero por  el amor me uno al objeto amado y me pongo en contacto con él y me fundo con él en una sola realidad en llamas. Son los místicos, los que experimentan los misterios que nosotros celebramos. Noticia amorosa, sabiduría de amor. No conocimiento frío, teórico, sin vida. El que quiere conocer a Dios ha de arrodillarse; el sacerdote, el teólogo debe trabajar en estado de oración, debe hacer teología arrodillada.

La Eucaristía es ese libro que hay leer como San Pablo: a partir del Cristo pascual, que es el misterio escatológico. La teología de la Eucaristía es una teleología, un discurso a partir del fin. Es la plenitud escatológica de la Salvación,  hace presente las realidades futuras, nos llena de la vida eterna y perdura en eterno presente del pasado, del presente y del futuro, no hay otro ni más sacrificio porque no hay más que un Cristo, que es Señor y la eternidad es ya la nota del presente. El sacerdote no hace presente el sacrificio de Cristo, sino que hace presente a Cristo que ofrece su único y definitivo sacrificio que fue toda su vida, desde la Encarnación hasta su resurrección pero que significó y realizó singularmente con su pasión y muerte.

Y desde esta comprensión de la Eucaristía como presencia sacramental de Cristo hay que reflexionar también y comprender el sacerdocio como sacramento de Cristo, como signo visible de Cristo invisible, humanidad supletoria prestada a Cristo para que pueda seguir realizando en el tiempo su misterio de Salvación. La Eucaristía y el sacerdocio en Cristo son una misma realidad. Y por eso mismo sacerdocio y eucaristía en nosotros deben estar vitalmente unidos, porque se fundamentan esencialmente el uno en el otro.

Por el sacramento del Orden se produce como una encarnación de Cristo en cada elegido, al que viene  para revivir todo su misterio de Adorador del Padre, salvador de los hombres, redentor del mundo, como consagrante en cada misa de su mismo cuerpo: "Esto es mi cuerpo, este es mi sangre". No la de Pedro, Juan o Gonzalo, sino la de Cristo que es el que consagra por medio del sacerdote, esto es, de su sacramento visible. Por el sacramento del orden el sacerdote queda configurado sacramentalmente a Cristo. El gozo sacerdotal viene de experimentar lo que soy, de sentirme identificado con Cristo, de sorprender al Padre inclinado sobre esta pobrecita criatura porque ha visto en mí al Amado en quien ha puesto sus complacencias.

El sacerdote es un sacramento vivo de Cristo, como el pan consagrado; por fuera pan, por dentro, Cristo. Es Cristo viviendo y actuando en mí: sería el "no soy yo, es Cristo quien vive en mí" de San Pablo; y el sacerdocio como vivencia, soy yo viviendo en Cristo, identificado con Cristo. "Para mí la vida es Cristo," "estoy crucificado con Cristo..." " Deseo morir para estar con Cristo."

"Haced esto en memoria de mí". En la misa no se repite nada:  ni los deseos de Cristo de morir por nosotros, ni su sufrimiento ni su ofrenda, sino que se presencializa el mismo sacerdote y víctima y ofrenda  que existe en el Cenáculo, en la cruz y  en el cielo. Por muchas celebraciones que se hagan, nunca se repite el sacrificio, siempre es el mismo, porque no se representa otra vez sino que se presencializa el mismo y único sacrificio ofrecido de una vez para siempre. Puede haber muchas muchas intenciones sacerdotales en la concelebración, tantas como sacerdotes, pero el sacrificio siempre es único y  el mismo.

Por lo tanto la eucaristía, por ser memorial profético sacramental , presencializa la misma Pascua, la misma Alianza, la misma víctima, intenciones, deseos sacerdotales y sacrificiales, el único sacrificio de la cruz ya consumado y aceptado por el Padre porque le resucitó sentándolo a su derecha  y es ya para siempre el cordero degollado y glorioso ante el trono de Dios, pura intercesión por nosotros y con el cual conectamos en cada misa.

Es más, me atrevo a decir personalmente: si la vida de Cristo hombre nació en el seno de la Santísima Trinidad como proyecto salvador de los Tres pero a realizar por el Verbo: "Padre, no quieres ofrendas ni sacrificios... aquí estoy para hacer tu voluntad...",(Hbr.) y se le dotó de un cuerpo humano nacido de María, esa voluntad ha sido ya consumada pascualmente -mediante el paso definitivo al Padre- pascua- como esjatón y ya no hay más novedad posible  en el mismo seno del Dios Trino Y Uno(según su proyecto); y el mismo fuego de Espíritu Santo que lo sacó del seno trinitario, lo impulsó a encarnarse "concibió por obra del Espíritu Santo...", lo llevó movido por el mismo Espíritu jadeante y polvoriento por los caminos de Palestina, predicando el amor del Padre, el evangelio de salvación y eternidad para todos los hombres, hasta el amor extremo de dar su vida por ellos: "ardientemente he deseado comer esta Pascua...",   al ser aceptada y recibida ya esa entrega personal de Jesucristo en el mismo seno del Amor Trinitario, en el mismo Espíritu Santo de donde había nacido....,perdura ya eternamente como sacerdote y víctima ofrecida, aceptada y adorada ante el trono de Dios Trino y Uno, como afirma la liturgia del Apocalipsis.

Por tanto, todo el misterio de Cristo, desde que nace en el seno del Padre: "La Palabra estaba junto a Dios", encarnándose: " Y la Palabra se hizo carne"-"sarx" para el sacrificio y la comida pascual cristiana, con su realización cruenta y sus ansias de entrega y amor "habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo" desde la Encarnación hasta su vida entera, especialmente  su pasión, muerte y resurrección, es la que se hace presente al hacer el sacerdote la memoria de Cristo como El quiso recordarse y ser recordado eternamente ante Dios y los hombres.

Al hacerse presente todo el misterio de Cristo, cada celebrante o participante puede decir en la misa con Santa Gertrudis este texto que leí, cuando preparaba esta charla, en la liturgia de la Horas de su fiesta: "Por todo ello, te ofrezco en reparación, Padre amantísimo, todo lo que sufrió tu Hijo amado, desde el momento en que, reclinado sobre paja en el pesebre, comenzó a llorar, pasando luego por las necesidades de la infancia, las limitaciones de la edad pueril, las dificultades de la adolescencia, los ímpetus juveniles, hasta la hora en que, inclinando la cabeza, entregó su espíritu en la cruz, dando un fuerte grito. También te ofrezco, Padre amantísimo, para suplir todas mis negligencias, la santidad y perfección absoluta con que pensó, habló y obró siempre tu Unigénito, desde el momento en que, enviado desde el trono celestial, hizo su entrada en este mundo hasta el momento en que presentó, ante tu mirada paternal, la gloria de su humanidad vencedora." (Libro 2.1.3.5.8.10.: Sch 139, 330-340)

Al decir "Haced esto en memoria de mí" el Señor también nos quiere indicar a cada participante: acordaós de mi encarnación, de mi amor, de mi entrega por vosotros que ahora presencializo, de mis manos temblorosas y mi voz emocionada de aquella noche, de mi amor loco y apasionado hasta el fin de las fuerza, del amor y de los tiempos....por vosotros: "Cuantas veces  hagáis esto, acordaos de mí... No nos olvidamos, Señor. Y todo eso se hace presente en cada misa y Jesús lo recuerda para El y para nosotros y para la Santísima Trinidad haciéndolo presente. Así es como salimos del Padre como proyecto de amor y en la eucaristía volvemos a él como proyecto logrado en y por el amor del Hijo-Hombre, que es  amor de Espíritu Santo, participamos de la única e irreversible devolución del hombre y del mundo al Padre, que él, el Hijo eterno y al mismo tiempo verdadero hombre, hizo de una vez para siempre" (Juan Pablo II: Enc. Redemptor hominis, 20: AAS 71(1979)310-1)

Por eso, la Eucaristía es Cristo entero y completo, el evangelio entero y completo, la fe cristiana entera y completa. Nada del misterio de Cristo queda fuera de la Eucaristía. Ni siguiera el misterio de Dios Trino y Uno manifestado por el Padre  enviando al Hijo salido de su seno, movido por su Amor - Espíritu Santo-  y Encarnado por la fuerza del mismo Espíritu. Todo esto, el primer impulso de amor, el proyecto en el Hijo por el Espíritu, la consumación y la glorificación actual en el cielo, todo esto se hace presente en la eucaristía.           

He hablado de la Eucaristía, queridos amigos, en la medida en que he podido captarla y expresarla yo mismo como creyente, no sólo como teólogo. En definitiva, he tratado de expresarla en palabras humanas. Hay otra manera mucho mejor de presentar la eucaristía: es la que el sacerdote hace sencillamente cuando eleva el pan consagrado y el cáliz a la vista de la asamblea y solicita de ella la fe: "Este es el sacramento de nuestra fe"

Y hay una manera mejor de acogerla. Es la que practicamos cuando respondemos al sacerdote en la misma fe y en una comunión, que debe prolongarse toda la vida: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, Ven, Señor Jesús."

Quiero terminar esta sencilla lección teológica haciendo uso de la inclusión semítica, en la que, para subrayar la importancia de un enunciado, se repite al final del discurso:

HERMANOS Y AMIGOS:¡REALMENTE, GRANDE ES EL MISTERIO DE NUESTRA FE!

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