Jueves, 05 Mayo 2022 09:02

Atilano Rodríguez Martínez Obispo de Ciudad Rodrigo «SER Y MISIÓN DE LA IGLESIA, MISTERIO DE COMUNIÓN»

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Atilano Rodríguez Martínez

Obispo de Ciudad Rodrigo

«SER Y MISIÓN DE LA IGLESIA,

MISTERIO DE COMUNIÓN»

Exhortación pastoral ante el nuevo curso 2007-2008

Atilano Rodríguez Martínez

Obispo de Ciudad Rodrigo

«SER Y MISIÓN DE LA IGLESIA,

MISTERIO DE COMUNIÓN»

(Exhortación pastoral ante el nuevo curso 2007-2008)

Ciudad Rodrigo, 2007

Imprime: LLETRA, S.L.

Avda. Conde de Foxá, nº 89

Tel.: 923 48 12 68

37500 Ciudad Rodrigo

SEPARATA DEL BOLETIN OFICIAL DE LA DIOCESIS DE CIUDAD RODRIGO

Septiembre - Octubre 2007

Impreso en España

Depósito Legal: S - 857 - 1990

SUMARIO

INTRODUCCIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

PARTE I

CONTEMPLEMOS LA REALIDAD

a) Existe un gran confusionismo en la concepción de la Iglesia . . . . . 9

b) El confusionismo genera desafección hacia la Iglesia . . . . . . . . . . 11

c) La desafección lleva a la huida silenciosa de la Iglesia . . . . . . . . . 13

PARTE II

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS

a) La elección de los doce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

b) Caraterísticas de las primeras comunidades cristianas . . . . . . . . . 19

c) Elección de sus sucesores por parte de los apóstoles . . . . . . . . . . . 22

d) Jesús ora al Padre para que todos vivan la comunión . . . . . . . . . . 24

e) La Eucaristía edifica la comunión eclesial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

ACOJAMOS LAS ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA

a) La Iglesia, misterio de comunión (Concilio Vaticano II) . . . . . . . . 31

b) Enviados al mundo para ser artífices de comunión

(Enseñanzas de Juan Pablo II y Benedicto XVI) . . . . . . . . . . . . . . 34

c) La comunión trinitaria, modelo, fuente y meta de

la comunión eclesial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

d) Hagamos de la Iglesia casa y escuela de comunión. . . . . . . . . . . . 39

e) Para vivir la comunión es necesaria una espiritualidad

de comunión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42

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PARTE III

COMPORTAMIENTOS QUE IMPIDEN LA COMUNIÓN

a) Nuestros pecados rompen la comunión eclesial. . . . . . . . . . . . . . . 45

b) Las concepciones sociológicas de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

c) El activismo incontrolado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

d) Los grupos cerrados dificultan la comunión . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

e) El miedo a vivir la corresposabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54

PARTE IV

OBJETIVO PASTORAL Y POSIBLES ACCIONES PARA LA PROGRAMACIÓN

PASTORAL

Profundicemos en el conocimiento y en el amor a la Iglesia como misterio de comunión

par impulsar su misión evangelizadora desde la corresponsabilidad

1) Contemplación del misterio Trinitario para aprender

a vivir la comunión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

2) Atentos a la acción del Espíritu para colaborar con Él . . . . . . . . 59

3) Impulsar la espiritualidad de comunión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

4) Preparación de la Eucaristía dominical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

5) Vivencia de la comunión más alla de la parroquia. . . . . . . . . . . . 62

6) No podemos evangelizar si estamos divididos. . . . . . . . . . . . . . . 63

7) La comunión no es uniformidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64

8) La comunión debe llevarnos a la incorporación de

los pobres a la comunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

9) Necesitamos promover el asociacionismo laical . . . . . . . . . . . . . 66

10) La perfecta comunión de la Iglesia no se consigue

en este mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

CONCLUSIÓN

MARÍA, MODELO Y MADRE DE LA IGLESIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

- 4 -

 

 

 

 

 

Queridos diocesanos:

Todos somos conscientes de la novedad del momento que vivimos y de la dificultad que experimentamos para encontrar medios y caminos para evangelizar. Con el fin de dar respuesta a estas dificultades, el año pasado centrábamos nuestra mirada en el Proyecto Diocesano de las Unidades Pastorales en el que ha ido desembocando el trabajo pastoral de nuestra diócesis de años anteriores. Os recuerdo con gratitud que juntos hemos estado dispuestos durante estos años a trabajar confiando siempre en Dios (2003-2004), sintiéndonos llamados a evangelizar en un mundo nuevo (2004-2005), alegres en la esperanza(2005-2006), volviendo a las fuentes de la vida cristiana para contemplar a Jesucristo (2006-2007) y siempre animados por la virtud teologal de la esperanza.

Es cierto que la realidad del momento nos ha situado desde hace unos años ante una sociedad que se ha hundido en un mar de palabras e imágenes efímeras y vacías, en medio del ruido ensordecedor de la civilización moderna, con miles de propuestas, pero con gran ausencia de Dios. Los hombres y mujeres experimentan una gran insatisfacción y una creciente soledad que fácilmente les puede llevar por caminos distintos a los de la Iglesia y a los de la auténtica fe.

Por todo ello, y para llenar de contenido espiritual y pastoral el proyecto Diocesano de las Unidades Pastorales, como un medio y camino para la evangelización, en la carta pastoral escrita el pasado año, con ocasión de la programación pastoral del curso en los distintos arciprestazgos de la diócesis, os invitaba a “Volver a las fuentes de la vida cristiana”.

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Como seguidores de Jesús necesitamos volver constantemente a Él nuestros ojos, nuestro corazón y nuestra mente, porque es la piedra angular sobre la que reposa el edificio eclesial y sobre la que se sustenta toda nuestra vida cristiana. Si queremos fundamentar sólidamente nuestra identidad como creyentes y si deseamos construir el edificio de las “Unidades Pastorales” durante los próximos años en nuestra diócesis, debemos hacerlo sobre bases sólidas para no trabajar en balde y para no quedarnos en una organización fría y sin contenido. Precisamente por esto, con la programación pastoral en los distintos arciprestazgos de la diócesis, pretendíamos ayudar a todos los miembros de nuestras comunidades a volver la mirada y el corazón a Jesucristo, como evangelio de Dios.

Ahora bien, la misión nos exigía y nos sigue exigiendo profundizar en el Misterio Trinitario, porque la contemplación de Jesucristo es imposible si olvidamos o pasamos por alto su íntima relación de amor y de vida con el Padre y con el Espíritu Santo. Jesucristo vino al mundo como el enviado del Padre, para mostrarnos su rostro y para cumplir en todo momento su voluntad, guiado siempre por la acción del Espíritu Santo. Partiendo de esta verdad evangélica, podemos afirmar que es totalmente imposible conocer a Cristo y entender su vida sin adentrarnos en las profundidades del misterio Trinitario, que es misterio de vida, de amor y de unidad.

No podemos olvidar que para un verdadero creyente todo en la vida nace de este misterio y todo se orienta hacia la consumación de la existencia en él. Desde la comunión con la Trinidad, incoada en el sacramento del bautismo y desarrollada en los demás- 6 -sacramentos, todos los cristianos hemos sido constituidos hijos de Dios y somos invitados a caminar por el mundo en comunión con los hermanos, dejando que la Palabra divina ilumine y oriente nuestros pensamientos y acciones. De este modo, con el testimonio de la palabra y de las obras, podremos anunciar a todos las maravillas de Dios.

En la oración pausada y en la formación cristiana integral encontraremos los medios necesarios para fortalecer la fe, la esperanza y la caridad y para alcanzar el conocimiento interior y experiencial, personal y comunitario, del Dios vivo.

Pero, durante el tiempo de peregrinación por esta tierra, no debemos perder de vista que la vocación cristiana, nuestra filiación divina, la Iglesia, la evangelización, la comunión fraterna, el amor y la salvación son dones de Dios Padre, que se ofrecen a todos los hombres por medio de Jesucristo a impulsos del Espíritu Santo, sin mérito alguno por nuestra parte.

Por lo tanto, sólo volviendo a Cristo y permaneciendo en Él, podremos acoger estos dones, valorarlos y ofrecerlos a los hermanos. Sin olvidar nunca estos aspectos fundamentales y básicos de nuestra vida cristiana, en los cuales nos hemos detenido de un modo especial el curso pasado, durante los próximos meses meditaremos en el SER Y MISIÓN DE LA IGLESIA, MISTERIO DE COMUNIÓN.

Para hacer esta meditación será preciso que volvamos nuestros ojos al Evangelio, en donde Jesús mismo nos presenta el origen de la Iglesia. Sin sus enseñanzas y su testimonio vital resultará imposible entender el ser y la misión de la Iglesia fundada porÉl.

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Teniendo en cuenta las abundantes y atinadas reflexiones de los miembros del Consejo Pastoral Diocesano, del Colegio de Arciprestes y del Consejo del Presbiterio, en esta carta pastoral voy a fijarme fundamentalmente en la realidad de la Iglesia, concebida como misterio de comunión para la misión o como misterio de comunión misionera.

Los estudios eclesiológicos posteriores al Concilio y las intervenciones del Magisterio de la Iglesia señalan que esta es la expresión que mejor define y resume el contenido de los distintos documentos conciliares.

 

PARTE I

CONTEMPLEMOS LA REALIDAD

 

La Iglesiafundada por Jesucristo ha recibido el encargo de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra, compartiendo los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de todos los hombres, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren. Millones de cristianos en el mundo entero se levantan cada día con el deseo de seguir las huellas del Maestro y de ayudar a sus semejantes a descubrirle como el camino, la verdad y la vida. Sin embargo, observamos que en algunos países, como el nuestro, la misión de la Iglesia no es comprendida ni aceptada por parte de bastantes creyentes y no creyentes. La consideran como una institución pasada de moda, arcaica, trasnochada e incapaz de conectar con la vida y con las necesidades del hombre de hoy. Estas apreciaciones tienen que ayudarnos a pensar qué es lo que hacemos mal para corregirlo, para progresar en la conversión y para acrecentar la fidelidad al Señor. Pero, por otra parte, las dificultades y las incomprensiones no deben desanimarnos, ni mucho menos angustiarnos, pues sabemos que la Iglesia, al igual que le ocurrió a su Señor, debe asumir la cruz, la incomprensión y la persecución en el cumplimiento de su misión.

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Concretamente, tendríamos que preguntarnos qué le sucede a la Iglesia en España y cuál es la concepción que se tiene de la misma en estos momentos.

 

a) Existe un gran confusionismo en la concepción de la Iglesia. Conligeras variantes, los evangelios sinópticos nos presentan aquella escena íntima, en la que Jesús se encuentra a solas con sus discípulos y, en un clima de confianza y de amistad, les hace la pregunta sobre la identidad de su persona: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?”. La respuesta de los discípulos, recogiendo el sentir popular, es vaga, imprecisa y confusa:“Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas”.

Al escuchar esta respuesta tan equivocada sobre su identidad, el Señor les formula directamente a los discípulos la misma pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Pedro responde, en nombre de sus compañeros:“Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. (Mt. 16, 13-16).Como el mismo Jesús reconocerá, la respuesta de Pedro es acertada, pero resulta imposible formularla con tanta claridad y precisión sin que exista previamente una revelación por parte del Padre celestial. Los que han respondido a la llamada del Maestro y quieren seguirle, deben tener clara su identidad y para ello han de abrir la mente y el corazón a la acción de la gracia y a la revelación de Dios. Los discípulos no pueden permanecer en la confusión o en el desconcierto generalizado de la masa. Ellos deberán anunciara Jesucristo y tendrán que ser sus testigos hasta losconfines de la tierra.

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El discípulo necesita tener clara la identidad del Maestro. El discípulo no puede instalarse en la confusión

Pero, para que su testimonio sea verdadero y auténtico, han de conocer perfectamente la identidad del Maestro, es decir, deberán reconocerle  y acogerle como verdadero Dios y verdadero hombre en íntima comunión con la voluntad del Padre.

Si hoy formulásemos a los católicos españoles la misma pregunta que el Señor hizo a los doce, seguramente nos encontraríamos con muchas sorpresas. Sin duda, habría un grupo importante de cristianos que confesaría con gozo y claridad la verdadera identidad de Jesucristo como el enviado del Padre, el Mesías y Señor. Pero, como en tiempos de Jesús, también en nuestros días bastantes bautizados darían respuestas incompletas, superficiales y confusas sobre su ser y misión. Este mismo confusionismo lo percibiríamos en muchos bautizados, si hiciésemos la pregunta sobre el ser de la Iglesia, sobre su identidad, origen y misión.

Desgraciadamente la carencia de una verdadera experiencia de Dios y el desconocimiento de los principales contenidos doctrinales de la fe católica es alarmante en muchos bautizados. Esto queda patente en los estudios sociológicos y en los comunicados o declaraciones de algunos grupos que, al menos, de palabra confiesan su condición de cristianos.

La misión de Jesucristo no puede entenderse sin la Iglesia y ésta no tendría sentido sin su vinculación y referencia constante a Jesucristo. Sin embargo el cristiano de hoy disocia fácilmente ambas realidades. Con frecuencia, apenas ve lo que la Iglesia le aporta para vivir de Aquel que es su maestro de vida.

¿Cómo podremos decir que somos cristianos, seguidores de Jesucristo y miembros de la Iglesia, si no conocemos a fondo quién es Jesús y qué es la Iglesia?

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Pero no existe verdadera experiencia de Dios.Contenidos doctrinales de la fe católica, son ignorados por muchos bautizados.

 

b) El confusionismo genera desafección hacia la Iglesia

A pesar de este desconocimiento, observamos que en los últimos años son muchas las personas, creyentes y no creyentes, que se creen en el deber de opinar sobre la Iglesia y su misión. Todos se atreven a recordarnos a los restantes miembros de la comunidad cristiana lo que la Iglesia debe ser y hacer para no perder el tren de la historia, para adaptarse a las necesidades del momento presente y para ser bien vista por la sociedad actual.

En muchas ocasiones, bastantes personas ofrecen su visión de la Iglesia o de lo que ésta debe hacer sin tomar en consideración las enseñanzas evangélicas y sin respetar la Tradición viva de la Iglesia. Los criterios subjetivos y los gustos personales suelen ser su único punto de apoyo a la hora de enjuiciar la misión de la Iglesia. En ciertos casos, estas opiniones y comentarios se quedan en los aspectos externos, responden a fijaciones del pasado y obedecen a una concepción ideológica de la Iglesia, según la cual ésta estaría formada por buenos y malos, progresistas y retrógrados, avanzados y tradicionalistas.

En otros casos se percibe una concepción de la Iglesia puramente sociológica, equiparándola a cualquier otro grupo u organización social, sin tener en cuenta para nada su verdadera identidad y sin preguntarse por la misión confiada por el Señor a la misma.

Los contenidos de estos comentarios e informaciones llegan a través de los medios de comunicación a muchos católicos buenos, pero de fe débil y con poca formación religiosa. Ellos acogen estas informaciones y las noticias sobre la vida y la actividad de la Iglesia sin una actitud crítica y, en bastantes ocasiones, las reciben como si realmente reflejasen su verdadera identidad. Esta aceptación indiscriminada de lo que dicen otras personas sobre el ser de la Iglesia, poco a poco va calando en las conciencias y genera un gran confusionismo y un desprecio progresivo e infundado hacia la institución eclesial.

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Criterios subjetivos frente a enseñanzas evangélicas y  Tradición viva de la Iglesia. La opinión que muchos bautizados tienen de la Iglesia, viene desde fuera, sesgada, hostil y desmoralizadora

En la mayor parte de los casos estas informaciones sesgadas e incompletas sobre la identidad de la Iglesia no tienen en cuenta su origen, pasan por alto su quehacer, olvidan su servicio generoso a la sociedad y minusvaloran la misión confiada por el Señor a la misma.

El mensaje que la Iglesia aporta al mundo es un mensaje de salvación sobre todo para los pobres, para los que sufren, para los que nada tienen o nada son. Nada ni nadie puede empañar este mensaje. Ciertamente la Iglesia hace cosas mal, puesto que quienes nos consideramos miembros de la misma somos pecadores y experimentamos las limitaciones propias de la condición humana. Esto ya lo sabía el Señor cuando llamó a los doce al seguimiento y esto lo sabe también cuando hoy nos llama a nosotros, que estamos tan alejados de la experiencia y del conocimiento directo e íntimo que ellos tenían de su persona.

La Iglesiano es ni mucho menos una especie de enclave “santo” dentro de un mundo profano e impío, sino que es la obra dispuesta por Dios para comunicara todos los pueblos la salvación. Ser cristiano es una gracia de Dios. Por eso, gracias a Él, en la Iglesia española y en la Iglesia universal, a pesar de las limitaciones y pecados de sus miembros, el Espíritu Santo continúa suscitando hombres y mujeres que caminan por las sendas de la verdad y de la santidad. Desde la adhesión incondicional a Jesucristo y desde un profundo amor a sus semejantes trabajan hasta el final, con la esperanza puesta en lo que no se ve y gastan la vida en silencio en los entornos del Reino de Dios. Son incontables los testimonios de fe y caridad, que cada día podemos comprobar y constatar, pero estos testimonios –no sé muy bien por qué razón- se acallan por parte de los medios de comunicación y nunca salen a la luz. No faltan verdaderos testimonios de fe y de caridad vividos en la esperanza

 

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Importancia de conocer, comprender y asumir nuestros orígenes y nuestras raíces

 

c) La desafección lleva a la huída silenciosa de la Iglesia

 

Pero en nuestros días, además, se produce una huida silenciosa de la Iglesia por parte de algunos que consideran que vive anclada en el pasado. Muchos esperan que la Iglesia, pasando por alto las enseñanzas evangélicas y las exigencias morales que se derivan del mensaje de Jesús, justifique actitudes y comportamientos personales o sociales que chocan frontalmente con el Evangelio y con el derecho natural. Aunque sea de forma inconsciente, se está pidiendo una religión a la carta y se espera una Iglesia que responda a los gustos de cada creyente o a los deseos de ciertos grupos sociales, aunque estos gustos o deseos sean contrarios a las enseñanzas evangélicas.

Ante este abandono de la Iglesia por parte de algunos y ante las mofas de otros, que, sin embargo, siguen recibiendo de ella el pan de la vida, los que la amamos de verdad debemos unirnos cada día más a ella para cumplir mejor su misión. Hemos de vivir nuestro cristianismo en profundidad, sabiendo dónde están nuestras raíces, comprendiendo que no puede existir seguimiento de Jesucristo como no sea dentro de la Iglesia y en comunión con ella. No podemos caer en la indiferencia o en la crítica

amarga contra la Iglesia, como hacen algunos. Ella es nuestra madre, la que nos ha engendrado a la vida cristiana, la que nos ofrece constantemente al Autor de la vida, la esperanza del mundo. El encargo que tenemos de evangelizar, incluso estando equipados

- 13 -

Se espera una

Iglesia que

responda a los

deseos de determinados

grupos

sociales

No hay

seguimiento de

Jesús, ni envío a

evangelizar si no

es en comunión

con su Iglesia.

con “toda la armadura de Dios” (Ef 6,11), conducirá siempre a una situación de acontecimiento difícil y dramático “como ovejas en medio de lobos”. Los Hechos de los Apóstoles, la vida de San Pablo y de muchos santos son testimonio de que la misión de la Iglesia siempre será victoriosa, pero solo en la persecución, el fracaso y el martirio: “Mirad, yo he vencido al mundo”. Pero esta victoria pasa por la cruz (Jn 16,33).

Siempre faltará algo esencial a quien, pretendiendo profundizar en el seguimiento de Jesucristo y en el servicio del Reino se niega a contemplar con ojos de fe y de esperanza el misterio de la Iglesia. La meditación de este misterio podrá comunicar a nuestra acción y a nuestra oración no solo equilibrio y autenticidad, sino también fuerza: la Iglesia todavía “fea” en muchos aspectos, no por ello deja de ser la “esposa”.

Y lo es por elección de su Creador. Lo es siempre, a pesar de sus faltas. Es bueno oír estas verdades, si queremos conservar pacíficamente la fe en la Iglesia real que peregrina por este mundo, no en la de nuestros sueños o desencantos. Esto nos ayudará a caminar con esperanza y nos permitirá mirar a la Iglesia como la fuente de la que el Espíritu hará brotar una vida espiritual auténtica, sólida y realista.

Sabemos que estamos lejos del ideal, pues el ser profundo de la Iglesia permanece oculto. Por eso es fundamental la paciencia en la esperanza, sin extrañarnos de las lentitudes. En particular, como miembros de la Iglesia, todos tenemos necesidad de conversión pues, si reflexionamos sobre el misterio de la Iglesia, siempre podremos sacar provecho de las luchas e incomprensiones, más para purificarnos que para defendernos.

- 14 -

Los bautizados

hemos de mirar

con ojos de fe y

esperanza el

Misterio de la

Iglesia

Como consecuencia de los comportamientos y actitudes de fuerzas poderosas ajenas a la Iglesia y de las afirmaciones de algunos de sus miembros, que lo han recibido todo de ella y que ahora la desprecian, ¿no estaremos cayendo bastantes cristianos en una desafección hacía la madre que nos ha dado y nos sigue dando la vida de Dios? Las actitudes negativas con relación a la Iglesia por parte de algunos hermanos nuestros, en vez de llevarnos a la desesperanza, deben ayudarnos a revisar nuestra concepción de la misma. En el credo apostólico, después de confesar la fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y en su obra de salvación, confesamos nuestra fe en la Iglesia, “una, santa, católica y apostólica”.

Pero tendríamos que preguntarnos: ¿Aceptamos con fe la salvación que Dios nos ofrece por medio dela Iglesia? ¿Actuamos y no comportamos de acuerdo con esta confesión de fe que sale de nuestros labios?

El gran individualismo, que afecta a muchos ciudadanosespañoles, está afectando también a bastantes creyentes que pretenden tener hilo directo con Dios, sin pasar por la Iglesia. ¿Habremos olvidado que el Señor ha fundado su Iglesia como canal por el que nos llega a todos la luz y la fuerza del Evangelio? ¿No estaremos dando más importancia y prestando más credibilidad a lo que nos dicen otros de la Iglesia que a lo que nos enseña el Evangelio, el Catecismo de la Iglesia Católica y el magisterio del Papa y de los obispos en comunión con él?

Tal vez estas preguntas podrían servirnos a todos para hacer un examen de conciencia y para preguntarnos por el grado de nuestra adhesión y amor a la única Iglesia de Jesucristo. Ya decía H. de Lubac, en los años posteriores a la celebración del ConcilioVaticano II, que no todos sus hijos comprenden a la Iglesia. Unos se espantan

- 15 -

Tantas actitudes

negativas respecto

a la Iglesia y

nuestra propia

confesión de fe

expresada en el

Credo, deben

ponernos en

disposición de

revisar nuestra FE

en la Iglesia y

nuestro grado de

adhesión a la única

Iglesia de Cristo, a

pesar de todo.

 

de ella otros se escandalizan y otros, que viven poco de su Espíritu, quieren introducir

en ella sus criterios innovadores y subversivos.

 

PARTE II

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS

 

El primer paso indispensable para todos es acercarnos a contemplar la Palabra de Dios. Debe ser nuestro alimento de cada día, para mirar desde ella cualquier realidad. La Palabra de Dios debe presidir todos los momentos de fe personales o comunitarios, los momentos significativos de nuestra vida, y especialmente nuestra oración. La cercanía a la Sagrada Escritura nos llevará a contemplar con ojos de fe las realidades que Dios mismo nos ha revelado. Ahora bien, esta contemplación es siempre un don de Dios.

Por eso, a nosotros nos toca buscarlo, quererlo, estar preparados para recibirlo. No tengamos miedo ni pongamos resistencias. El Espíritu Santo nos revelará los planes de Dios y nos guiará hasta la plenitud de la verdad. Por eso, aunque sea brevemente, os invito a hacerun recorrido por la Sagrada Escritura. En ella el Señor nos habla a todos y continúa diciéndonos cómo es la Iglesia por Él fundada y a la que nosotros pertenecemos por puro don de su infinita misericordia.

Debemos volver una y otra vez a la Palabra de Dios, a las fuentes de la vida cristiana, no sólo para descubrir nuestra vocación y recordar lo que el Señor quiere y espera de nosotros, sino para profundizar en el ser y en la misión de la Iglesia.

- 16 -

La Palabrade Dios

nos comunica

quién y cómo es la

Iglesia de

Jesucristo

a) La elección de los doce

 

La relación de Dios con el pueblo de Israel es una historia de alianza. En el desarrollo de esta historia, Dios toma siempre la iniciativa y su lenguaje con los miembros del pueblo elegido es en todo momento un lenguaje de amor. Jesús actuará a lo largo de su vida con estos mismos comportamientos. Él toma la iniciativa a la hora de elegir a los suyos y él siempre ama primero.

Al igual que la historia de Israel, la historia de la Iglesia es un entramado de luces y sombras, de pecados y virtudes, de errores y aciertos, de escándalos y de obras maravillosas. Pero lo extraordinario de todo esto es la fidelidad de Dios, que permanece inmutable.

El pueblo será dispersado o se alejará de los mandatos de Dios, pero Él no abandonará nunca a quien ha elegido.

Nos ahorraríamos muchos malentendidos y muchos esfuerzos inútiles si fuéramos capaces de considerar así a la Iglesia: no somos nosotros quienes la hacemos. Es el Espíritu el que no cesa de formarla en nosotros. Es el amor de Dios el que nos reúne en comunidad de hermanos. En Cristo Jesús, Dios ha entrado en el mundo para reunir a los hijos dispersos, invitándoles a formar parte de su pueblo.

El Concilio Vaticano II señala que “el Padre celestial decidió convocar a cuantos creen en Cristo en laSanta Iglesia” (LG. 2). Por eso, desde el comienzo de su vida pública, Jesús invitará incesantemente a la conversión de los pecados para poder participar del Reino de Dios y para dar testimonio de la llegada del mismo. En referencia a las doce tribus de Israel, Jesucristo llama a los doce y les invita a estar con Él.

Con esta elección quiere indicar que ha llegado el tiempo definitivo y que es necesario dar pasos para la reconstrucción del pueblo de las doce tribus, medianteuna Alianza nueva y definitiva.

- 17 -

En la dispersión

Jesús llama a los

Doce a “estar con

Él” como primer

paso para la comunión

 

Como consecuencia de la misión de Jesús, el pueblo de las doce tribus se convertirá en un pueblo universal, en su Iglesia. De este modo quedará patente que no puede existir oposición ni separación entre Jesús y su Iglesia. Los cristianos sabemos que la alianza de Dios sigue intacta, a pesar de nuestros pecados, y descubrimos también que no podremos encontrar a Jesús sin la Iglesia, pues Él la fundó para comunicarse por medio de ella a la humanidad entera.

Si nos fijamos en los apóstoles elegidos por el Señor, comprobamos que para cumplir adecuadamente el encargo que Él va a confiarles, deben conocer de cerca al Maestro. Tendrán que confesar públicamente su identidad y esto sólo se aprende desde el trato cercano, desde la comunión profunda y desde la convivencia íntima con su Maestro. Los apóstoles serán enviados al mundo por Jesús, como Él fue enviado por el Padre. Ahora bien, para realizar fielmente el encargo recibido deben ser “expertos” en Jesús.

Contemplando la actuación del Maestro y acogiendo con docilidad sus enseñanzas, los apóstoles aprenderán a amar al Padre sobre todas las cosas y estarán siempre dispuestos a dar la vida por sus semejantes.

Con el paso del tiempo comprobarán que, para ser verdaderos discípulos y auténticos testigos de Jesucristo, no sirve un amor cualquiera, sino que es necesario amar hasta el extremo, hasta la muerte y muerte de cruz, como el Maestro les ha amado. Los apóstoles comprobarán también que el grupo de los elegidos debe actuar siempre con el espíritu de las Bienaventuranzas, con actitud de servicio y de amor incondicional a todos. Con estos sentimientos y actitudes se comportó Jesús, el Siervo perfecto, que al final de su vida, para indicar el sentido del don que hacía de sí mismo en su pasión, se puso a los pies de sus discípulosy se los lavó.

 

- 18 -

El envío a la

misión requiere

ser “expertos” en

el Señor

 

Al escuchar las enseñanzas de Jesús y al descubrir sus comportamientos, el verdadero discípulo debe estar siempre dispuesto a dar la propia vida por amor y debe actuar siempre con sentimientos de perdón y de misericordia, incluso a los enemigos. El amor del discípulo no puede reducirse únicamente al círculo de los amigos o al grupo de los que piensan como él. Ese amor no tiene mérito alguno pues también los paganos y los no creyentes son capaces de amar a quienes les aman. El verdadero amor cristiano, descubierto en la comunión y en la relación frecuente con Cristo, nos abre siempre a la contemplación del amor del Padre y es derramado en nuestros corazones por la acción del Espíritu Santo. Sólo, si nos dejamos conducir por el Espíritu Santo, podremos amar a los hermanos como el Señor nos ama a cada uno de nosotros.

 

b) Características de las primeras comunidades cristianas

Con la muerte del Maestro, los apóstoles experimentan una profunda tristeza y parecen perder la confianza en la realización de sus proyectos. Por ello, después de resucitar de entre los muertos, el Señor busca a sus discípulos y se les aparece para renovar su fe debilitada, para hacerles ver que está vivo, para devolverles la alegría y la paz y para reconstruir la comunión entre ellos. De este modo, ellos podrán entender y aceptar que todo lo que habían dicho las Escrituras santas sobre su persona ha llegado a cumplimiento. El desánimo y la desesperanza de los apóstoles, como consecuencia de la muerte del Maestro, se transforman en gozo y alegría desbordantes, al experimentar nuevamente la presencia del Resucitado en medio de ellos.

 

- 19 -

La presencia del Resucitado

transforma el

desánimo y la

desesperanza en

gozo y alegría.

 

Después de estos encuentros con Jesucristo, los apóstoles vuelven a Jerusalén desde el monte de los Olivos. Pero hacen este viaje, no por cuenta propia, sino cumpliendo las indicaciones del Maestro. “Y cuando llegaron, subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro, Juan, Santiago y Andrés; Felipey Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo,Simón el Zelotes y Judas de Santiago. Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu encompañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús y de sus hermanos” (Act. 1, 13-14).

Esta primera descripción de la comunidad cristiana nos presenta a los apóstoles en oración, esperando la venida del Espíritu, pues debía cumplirse la promesa del Padre, según la cual todos serían bautizados con el Espíritu Santo.

La oración en común, que es la principal característica de esta comunidad, provoca y realiza la comunión entre los miembros de la comunidad. Con esta referencia, se nos quiere indicar a todos los creyentes que la oración en la Iglesia hace posible la profundización y consolidación de la comunión entre sus miembros, ayudando de este modo a superar las diferencias que pudieran existir entre ellos.

Según la narración del Libro de los Hechos de los Apóstoles, también observamos que, desde los primeros momentos, un grupo de mujeres participan con los apóstoles en la oración y en la actividad evangelizadora, sintiéndose todos arropados por la presencia de la Santísima Virgen. María acompaña maternalmente el nacimiento de la Iglesia, orando con ellos y por ellos, y esperando confiadamente el cumplimiento de laspromesas del Padre. Podríamos decir que esta comunidad, anterior al acontecimiento de Pentecostés, ya posee los elementos esenciales de la comunión, que se consolidará posteriormente con la venida del Espíritu.

 

 

- 20 -

Perseveran en la

oración,

con un mismo

espíritu

María acompaña

el nacimiento de la

Iglesia

Una vez recibido el Espíritu Santo el día de Pentecostés, el grupo de los creyentes crecía constantemente como consecuencia de la incorporación de aquellos que se convertían al Señor y abrazaban la fe a partir de la predicación de los apóstoles y de los signosque el Espíritu realizaba por medio de ellos.

Todos “acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Act. 2, 42). Esto hacía posible el que todos tuviesen un solo corazón y una sola alma, es decir, permanecían íntimamente unidos a Cristo.

Esta comunión con Cristo y entre sí de los miembros de la primera comunidad cristiana es tan profunda y tan intensa que les impulsa a salir de sí mismos para dar testimonio público del Señor resucitado con obras y palabras y les mueve a compartir los bienes materiales con todos los hermanos, especialmente con los necesitados. Los primeros cristianos no podían guardar para sí mismos lo que ellos habían visto, oído y recibido. Sentían la urgencia de comunicarlo a todos para que pudiesen participar de la dicha y felicidad que ellos experimentaban.

La experiencia de la comunión con Cristo en sus padecimientos y en su resurrección transforma interiormente el corazón de los creyentes y genera una vida nueva en los reunidos. Esto les lleva a participar como piedras vivas en la construcción de la comunidad cristiana, en la edificación de aquel sólido edificio espiritual que se iba construyendo sobre Cristo, la Piedra angular. De esta comunión surge la conciencia

de pertenencia a la Iglesia y la llamada a la santidad, obradas en el corazón de los cristianos por la accióndel Espíritu Santo.

 

- 21 -

La experiencia de

comunión con

Cristo y entre sí:

transforma el

corazón, crea

conciencia de

pertenencia,

posibilita la

predicación eficaz,

los signos del

Espíritu, el

testimonio público

y el compartir.

 

c) Elección de sus sucesores por parte de los apóstoles

A partir de este momento, la Iglesia comienza sumisión. Los apóstoles nombran a sus sucesores para que, de este modo, sea posible dar continuidad a la misión recibida del Señor a través de los siglos. La comunidad cristiana, organizada y estructurada bajo la guía de los pastores e impulsada por la acción del Espíritu Santo, seguirá extendiéndose por el mundoc omo misterio de comunión, reflejo de la comunión

Trinitaria. El apóstol Pablo ya manifestará este origen trinitario de la comunión, cuando saluda a los cristianos de Corinto con el saludo que la Iglesia mantiene através de los siglos al comienzo de la Santa Misa: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor del Padre y lacomunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”

(II Cor. 13, 13). Esta comunión crea la Iglesia y    hace de ella una muchedumbre reunida por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La evangelización nace de la comunión con Dios, por medio de Jesucristo, bajo la guía del Espíritu. Exige siempre una actitud de sincera conversión por parte de todos los miembros de la comunidad creyente y se orienta a la consecución de la más perfecta comunión con Dios y con los hermanos por parte de todos los que acogen la Buena Noticia. No se puede disociar o separar la comunión con Dios de la comunión con los hermanos. El Papa Benedicto XVI, refiriéndose aeste tema, decía recientemente que todo el que rompe la comunión con Dios, destruye el fundamento y la raíz de la comunión entre los hermanos, y donde no se vive la comunión fraterna, tampoco puede ser verdadera y auténtica la comunión con Dios.

 

- 22 -

La misión de Jesús

requiere

continuidad en la

unidad

de la comunidad

La Iglesiacuenta

con la acción del

Espíritu, pero en la

libertad de los

creyentes, está

expuesta a la

división y a la

pérdida de la fe y

de la unidad

Desde los primeros momentos de la vida de la Iglesia, también podemos constatar que existe una relación íntima entre ésta y el Espíritu Santo. El Espíritu edifica la Iglesia, la conduce a la verdad plena e infunde el amor de Dios en el corazón de cada creyente.

Pero, juntamente con esta constatación, también descubrimos que el Espíritu no anula nunca la personalidad de los creyentes, no limita su libertad y, por tanto, no impide que puedan pecar, alejándose de Dios y de los hermanos. Como consecuencia de ello, la comunidad está siempre expuesta a la división y al distanciamiento entre sus miembros. Siempre existe el peligro de perder la fe y de romper por egoísmos y envidias la unidad pedida por Cristo al Padre. Pero, además de la acción constante y eficaz del Espíritu, la Iglesia para mantener la unidad necesita también del ministerio pastoral que, con prudente discernimiento, guarde y custodie la verdad recibida de Jesucristo. El libro de los Hechos de los Apóstoles señala que los primeros cristianos se reunían para la oración en común, para la fracción del pan y para escuchar la enseñanza de los apóstoles. Por lo tanto, la Iglesia, por voluntad expresa del Señor, además de recibir el don de la Eucaristía y los demás sacramentos, recibe también la sucesión apostólica que tiene la

misión de garantizar y velar para que la verdad entregada por Cristo a la Iglesia y el mandamiento del

amor permanezcan siempre vivos en ella. En este sentido, las primeras comunidades cristianas tenían muy claro que la fe, suscitada en el corazón de los creyentes por la predicación apostólica, se alimenta de la oración y de la fracción del pan y se expresa en el ejercicio de la caridad y en el servicio generoso a los hermanos.

- 23 -

Todos llamados a

acoger y promover

el don de la

comunión

La comunidad

cristiana necesita

el ministerio pastoral:

recibe la

sucesión apostólica,

que garantiza

la verdad recibida

de Cristo y la unidad

pedida por   

Cristo al Padre.

Ciertamente, todos los bautizados estamos llamados a acoger el don de la comunión, como un regalo del Señor, y debemos promoverlo con todos los medios anuestro alcance. Pero, de un modo especial, esta misión de custodiar el depósito de la fe y de velar por la comunión eclesial compete a los sucesores de los apóstoles, aunque esto les cueste críticas, incomprensiones y la entrega de la propia vida, si fuere necesario.

Los apóstoles, además de la experiencia de su encuentro personal y vital con Cristo durante los años de su vida pública y después de su resurrección, transmitieron también a sus sucesores el envío al mundo recibido del Maestro. Este envío implica hacer discípulos de todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que el Señor les había enseñado. Para llevar a cabo esta misión contarán siempre con la garantía de la presencia del Señor hasta el fin de los tiempos y con la asistencia del Espíritu Santo (Mt. 28, 18-20).

 

d) Jesús ora al Padre para que todos vivan la comunión

 

El evangelista San Juan nos ayuda a entender la importancia que el Señor da a la vivencia de la comunión entre todos los miembros de la Iglesia. Para que nunca se rompa esta comunión con Él y con el Padre por parte de los doce y por parte de quienes creerán en Él a través de los siglos, como consecuencia de la predicación apostólica, Jesús ora confiada e intensamente al Padre antes de la última cena. Esta oración es comola última voluntad o el testamento de Jesús: “No te ruego solo por estos, sino también por aquellos que,

por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que elmundo crea que tú me has enviado...Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno y el mundoconozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos, como me has amado a mí” (Jn. 17, 20-21. 23).

- 24 -

 

 

Teniendo en cuenta el contenido de la oración de Jesús al Padre, podemos vislumbrar la importancia que el Señor da a la vivencia de la comunión por parte de sus seguidores. Todos estamos llamados a permanecer en el amor de Dios para ser uno con Él y para acrecentar la íntima comunión de vida con el Padre.

De esta experiencia de amor y de unidad entre los hijos de un mismo Padre, dependerá el fruto de la misión evangelizadora y salvífica de la Iglesia y asimismo dependerá el que otros hermanos puedan acoger a Jesús como el enviado del Padre. Los últimos Papas nos han invitado insistentemente a emprender una nueva evangelización, pero no debemos engañarnos a nosotros mismos ni dejar que otros nos engañen con criterios humanos o con medias verdades. Si no acogemos el amor de Dios en nuestros corazones, sino somos testigos de ese amor en las relaciones con los hermanos y si vivimos divididos o enfrentados, no será posible la evangelización y el anuncio de Jesucristo. Las divisiones y los enfrentamientos son el mejor síntoma de que Dios no habita en nosotros y, consecuentemente, resulta imposible anunciarlo y dar testimonio de Él a los demás, porque lo que decimos con nuestros labios lo negamos con los hechos.

Pero Jesús, a quien debemos mirar y contemplar constantemente, no solo se presenta como modelo de amor y de comunión con el Padre y con los hermanos. Él mismo es la fuente de donde mana constantemente el amor y la unidad. En la parábola de la vid y los sarmientos, el Señor deja muy claro que, si el sarmiento deja de percibir la vida de la vid, se seca y no sirve para nada. Los cristianos recibimos vida y fecundidad de Cristo, el verdadero tronco de la vid. Por eso, aunque seamos muy dinámicos y activos, nada podremos hacer, si no permanecemos en Él (Jn. 15, 1-5).

 

- 25 -

Divisiones y

enfrentamientos,

síntoma

de que Dios no

habita en nosotros:

imposible

evangelizar

Jesús, fuente y

modelo de amor y

comunión.

De la íntima unión

con Él brota la

comunión entre

nosotros

De esta

íntima unión con Cristo nace y brota constantemente la comunión entre todos nosotros, pues somos sarmientos de la única vid. El Papa Juan Pablo II nos recordaba este origen trinitario de la comunión fraterna, al comentar la parábola de la vid y los sarmientos:

“El Señor Jesús nos indica que esta comunión fraterna es el reflejo maravilloso y la misteriosa participaciónen la vida íntima de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. (Ch L. n18). Por esto Jesús pedirá al Padre que todos seamos uno en Él y con el Padre para que el mundo crea que Él es su enviado.

 

 

e) La Eucaristía, fuente de la comunión eclesial

Pero la oración de Jesús por la unidad de los cristianos no es cuestión del pasado. Resucitado de entre los muertos, el Señor continúa intercediendo constantementeante el Padre para que todos seamos uno como

Él es uno con el Padre. En la celebración eucarística,se hace especialmente concreta, real y actual, la presencia viva del Resucitado en medio de su Iglesia. Enla Palabra proclamada y bajo las especies del pan y

del vino, santificadas por la acción del Espíritu Santo,el mismo Cristo que recorrió los caminos de Galilea,

curando las enfermedades y dolencias de sus hermanos,se hace real y verdaderamente presente en la

mesa de la Palabra y de la Eucaristía. El mismo quemurió y resucitó por la salvación del mundo continúa

entregando su cuerpo y su sangre para que esa salvaciónse haga actual y nos alcance a cada uno de nosotros.

El mismo que congregó a los apóstoles y discípulosen torno a sí, continúa hoy invitándonos a todos a

- 26 -

Cristo se hace

presente en la

Palabra y en la

Eucaristía.

formar un solo cuerpo con Él. Precisamente, por esto,en la segunda plegaria eucarística invocamos al

Espíritu Santo para “que congregue en la unidad acuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo”.

La Eucaristíaes el tesoro de la Iglesia. En la mismano es el ser humano el que tiene la iniciativa aportando

sus ofrendas, como en el Antiguo Testamento. EsDios mismo el que la tiene e invita al hombre a una

comida de alianza nueva y eterna. Él es el que quieremanifestar al hombre su amor, con un signo indiscutible.

Por eso el cristiano no puede concebir una vidaespiritual fuera de la celebración eucarística. En ella

aprende a vivir la comunión, a comprenderse a símismo y  vivir la vida en plenitud.

Para impulsar, cultivar y acrecentar la comuniónentre todos los miembros del pueblo de Dios es básico

y prioritario que sigamos cuidando con esmero la preparacióny celebración eucarística, especialmente la

celebración del domingo, día del Señor y de la Iglesia.No debemos olvidar nunca que la Eucaristía es la

fuente y la cima de la vida cristiana, es la fuente y lemeta de la comunión: “La Eucaristía es Cristo que se

nos entrega edificándonos continuamente como sucuerpo” (Sacramentum caritatis, 14). Por tanto, quien

no participa de la Eucaristía no puede beber del aguade la vida eterna que mana constantemente del corazón

de Cristo y tampoco puede llegar a la perfectaunión con Dios, a la santidad de vida y a la plenituddel amor, que el Señor derrama en nuestros corazonespor medio del Espíritu Santo.

El apóstol Pablo, consciente de la importancia de laEucaristía para el desarrollo y fortalecimiento de la

comunión, desautoriza en determinados momentos loscomportamientos y actitudes de los cristianos de

Corinto con relación a la celebración eucarística. Ellos

- 27 -

Congrega en la

unidad viva.

Manifiesta al

hombre su amor

real y presente.

El cristiano no

puede vivir su

cristianismo sin la

celebración de la

Eucaristía, fuente

y meta de

comunión.

La Eucaristíaes

fuente de la unidad

fe-vida.

sabían por las enseñanzas recibidas del apóstol que laparticipación en la Eucaristía les identificaba con

Cristo y les permitía entrar en comunión de vida yamor con el Resucitado, haciéndoles partícipes de su

salvación. Sin embargo vivían la Eucaristía como unpuro ritualismo y no cuidaban las exigencias de la

misma. Como consecuencia de ello, comulgaban elCuerpo de Cristo y, al mismo tiempo, con sus comportamientostributaban culto a los ídolos. Participabande la mesa eucarística y humillaban después a los hermanos,creando grupos o facciones en el seno de lacomunidad y olvidándose de las necesidades de los

pobres.Ante estos comportamientos, Pablo les recordaráque la Eucaristía ciertamente les abre a la participación

de la vida en el mundo venidero pero, mientrasestán en este mundo, les obliga a tener comportamientos

responsables y consecuentes con lo que han celebradotanto en las relaciones con el Padre, con los hermanos,

con la comunidad y con el mundo porque, alalimentarse de un mismo pan, forman un solo cuerpo

con el Señor. Dirá Pablo: “El cáliz de bendición quebendecimos, ¿no es comunión con la sangre de

Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión conel cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros,

aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo,porque comemos todos del mismo pan” (I Cor. 10, 16-

18).

El Concilio Vaticano II señala que “no se construyeninguna comunidad si esta no tiene su raíz y centro en

la celebración de la sagrada Eucaristía” (PO. 6). Elolvido o el abandono por parte de muchos cristianos

de la celebración eucarística del domingo como consecuenciadel indiferentismo religioso, del individualismo,

de la comodidad o de la nueva organización deldomingo desde el punto de vista laboral, están dificul-

- 28 -

tando grandemente la construcción de la comunidadparroquial. Para evangelizar son necesarias comunidades

vivas, en las que todos los miembros asumanconscientemente su misión. Pero esto no será posible,

si los cristianos tienen miedo a confesar su identidadeclesial o dejan de alimentarse del Cuerpo y de la

Sangre del Señor.

El Papa Juan Pablo II decía: “La Eucaristía dominical,congregando semanalmente a los cristianos

como familia de Dios en torno a la mesa de laPalabra y del Pan de la vida, es también el antídoto

más natural contra la dispersión. Es el lugar privilegiadodonde la comunión es anunciada y cultivada

constantemente” (NMI. 36). El cristiano que no participaen la celebración de la Eucaristía, tendrá muchas

dificultades para entender lo que es la Iglesia y paradescubrir su condición de miembro vivo, activo y

consciente de la misma. En la celebración de laEucaristía, la comunión es anunciada y celebrada

mediante la presencia de los fieles en torno a laPalabra y a la mesa del Señor. El mejor anuncio para

los no creyentes y para el mundo de que somos comunidad

reunida por Jesús es la participación en laEucaristía.

Pero, además, la cordial acogida de la Palabra deDios proclamada y la comunión del Cuerpo de Cristo

entregado bajo las especies sacramentales nos exigena cuantos participamos en la celebración eucarística

salir hasta los últimos rincones del mundo para anunciary construir la comunión fraterna entre los hermanos,

cumpliendo así el encargo del Señor. No debemosolvidar nunca que la celebración eucarística cultiva y

alimenta la comunión porque el encuentro con laPalabra y la recepción del pan partido y entregado al

mismo tiempo que nos abren a la comunión con elPadre, por medio de Jesucristo sacramentado, bajo la

- 29 -

La Eucaristía

dominical es

antídoto contra la

dispersión de la

comunidad y es

fuente y sentido de

la misión

La celebración de

la Eucaristía

impulsa al creyente

a salir de sí

mismo, a descubrir

que el Cristo que

salva es el Cristo

de todos y quiere

formar un Cuerpo.

acción del Espíritu Santo, nos estimulan y empujan afomentar y construir la comunión fraterna con todos

los miembros del pueblo de Dios. Cuando celebramospodemos pretender comulgar solo con Jesús. Él, en

virtud del sacramento del bautismo nos ha incorporadoa todos a su cuerpo glorioso para que formemos

parte de él como miembros vivos. Por lo tanto, todo elque comulga el cuerpo de Cristo, debe estar dispuesto

a comulgar también con sus hermanos. Ellos sontodos miembros del único cuerpo de Cristo.

En la comunión sacramental se rompe la línea deseparación entre el Señor y nosotros. El nos ofrece su

cuerpo glorioso y resucitado para que, dejándoleentrar en nosotros, vivamos y actuemos con sus mismos

sentimientos, actitudes y comportamientos. Elnos entrega su cuerpo resucitado y glorioso para que

podamos superar nuestro subjetivismo y nuestraslimitaciones, al descubrir que Él nos acoge a todos.

Como dice Benedicto XVI, “la comunión edifica laIglesia, abriendo los muros de la subjetividad y agrupándonos

en una profunda comunión existencial”.

 

ACOJAMOS LAS ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA

El Concilio Vaticano II y los últimos Papas hanvuelto constantemente sus ojos a la Palabra de Dios

para redescubrir la identidad de la Iglesia y paraimpulsar su misión en la sociedad actual. Os animo a

repensar algunas enseñanzas del Concilio VaticanoII y del magisterio pontificio sobre la naturaleza, la

identidad y la misión de la Iglesia de Jesucristo. Deeste modo redescubriremos aspectos fundamentales dela misma, que debemos acoger desde la fe, y que, confrecuencia, pasan inadvertidos o son silenciados por

muchas informaciones religiosas.

- 30 -

a) La Iglesia, misterio de comunión

La celebración de Concilio Vaticano II, don delEspíritu a la Iglesia y al mundo, ha sido una extraordinaria

experiencia de comunión y de corresponsabilidadeclesial. En el desarrollo de las distintas sesiones

del mismo, los padres conciliares, entre otras cosas,reflexionaron y meditaron sobre el ser y la misión de

la Iglesia, teniendo en cuenta su origen en Cristo. Estareflexión era necesaria para que la Iglesia pudiera llevar

a cabo con decisión y confianza la misión encomendadapor el Señor en un mundo, que ya experimentaba

en aquellos momentos profundas transformacionessociales, culturales, económicas y religiosas.

Inspirados y guiados por el Espíritu Santo, los padresconciliares volvieron sus ojos y su corazón al

Evangelio, a los últimos descubrimientos de la exégesisy a las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, con

el fin de profundizar en los orígenes y buscar nuevoscaminos para el anuncio del evangelio desde la fidelidad

a Jesucristo. En todo momento, los obispos reunidosen el Concilio tuvieron muy claro que era imposible

pensar y lograr una reforma de la Iglesia o unapurificación de las deformaciones experimentadas en

su seno con el paso del tiempo, si éstas no se conformabano estaban de acuerdo con el querer de Cristo.

Para comprender a la Iglesia es necesario referirlatotalmente a Cristo, puesto que Él es el verdadero

arquitecto y constructor de la misma. La Iglesia no seconstruye o edifica desde criterios humanos, sino

desde los criterios de Dios, puesto que ya estaba en sumente desde toda la eternidad. Algunos Padres de la

Iglesia, para mostrar la total dependencia de ésta de lapersona de Jesucristo, se sirvieron en sus escritos de la

imagen del sol y de la luna. Según esta imagen, Cristo,el sol de justicia, que se ha definido a sí mismo como

la luz del mundo, es el único que puede iluminar la- 31 -

Cristo: origen de

la iglesia

existencia y el quehacer de la Iglesia. Esta recibe de Éltodo su esplendor, al igual que la luna lo recibe del

sol. Como la luna brilla en la noche, también la Iglesiabrilla en medio de la oscuridad de este mundo, iluminando

las tinieblas de nuestra ignorancia, para enseñarnosasí el camino que conduce a la salvación.

Al meditar los textos de la Sagrada Escritura y alestudiar los escritos de los Padres de la Iglesia, lospadres conciliares constatan en primer lugar que laIglesia es un misterio porque, aunque tiene una estructura

visible, con su organización y con su actuación enla historia, detrás de esta estructura organizativa y

visible siempre está el designio eterno del Padre, lapresencia viva del Resucitado y la actuación constante

del Espíritu Santo. La Iglesia es un don del cielo y, portanto, los estudios teológicos y la reflexión humana

nunca lograrán discernir y desentrañar completamentela profundidad y la hondura de su misterio. Serán

los místicos y los santos los que nos ayudarán,mediante la contemplación y la experiencia mística, a

mirar a la Iglesia con los ojos de Dios. El Papa PabloVI, refiriéndose a esta realidad misteriosa de la

Iglesia, decía al inicio de la segunda sesión delConcilio: “La Iglesia es una realidad impregnada de

la presencia de Dios y, por consiguiente, de tal naturalezaque admite siempre nuevas y cada vez más profundasexploraciones sobre sí misma”.

Intentando penetrar y profundizar en la realidad dela Iglesia, los obispos participantes en el Concilio no

se ciñen en sus deliberaciones a una definición concretade la misma. En los documentos conciliares,

especialmente en la Constitución Dogmática “LumenGentium”, se proponen distintas metáforas o imágenes

tomadas de la Palabra de Dios o de la Tradición vivade la Iglesia y, por tanto, inspiradas por el Espíritu

Santo, para referirse a distintos aspectos de la Iglesia.

- 32 -

La Iglesiaes un

Misterio, aunque

su estructura y

actuación es

visible en medio

del mundo

Ante la realidad

del Misterio, el

Concilio ha

necesitado

múltiples

imágenes y

metáforas para

referirse a la

Iglesia

De este modo el Concilio nos hablará de la Iglesiacomo pueblo de Dios, templo del Espíritu, cuerpo de

Cristo, sacramento, asamblea santa, nueva Jerusalén,ciudad construida de piedras vivas, madre que nos da

la vida, arca que nos salva de la muerte y viña delSeñor, en la que los sarmientos necesitan permanecer

unidos a la vid para vivir y para dar fruto.Al observar este conjunto de imágenes para definir

y mostrar el ser de la Iglesia, tendríamos que preguntarnos:¿Por qué el Concilio utiliza tantos nombres o

imágenes? Para responder a esta pregunta, deberíamostener muy presente en primer lugar la riqueza y variedadde dones y de carismas, con los que Dios ha enriquecido

a su Iglesia, mediante la acción constante delEspíritu Santo. Como consecuencia de ello, resulta

fácil deducir que este conjunto de expresiones o imágenes,referidas a la Iglesia, no se pueden reducir las

unas a las otras. Todas son necesarias y complementarias,

porque nos ofrecen distintos matices del misterio

eclesial.

Por lo tanto, si queremos profundizar en un aspectoo imagen de los anteriormente señalados para definir a

la Iglesia, podemos hacerlo, pero sin olvidar los otros,puesto que si no los tenemos en cuenta, podríamos

quedarnos con visiones parciales de la Iglesia y tendríamosdificultades para llegar a una idea suficientemente

comprensiva de su ser, así como de la actitudque Dios quiere y espera de cada uno de nosotros con

relación a ella. La historia, maestra de la vida, nosenseña que la utilización excluyente de algunas imágenes

o metáforas sobre el ser de la Iglesia, ha llevadoen ciertos casos a radicalismos innecesarios. En unos

casos, han permitido defender posiciones excesivamenteespiritualistas sobre el ser de la Iglesia; en otros

casos, han conducido a mantener concepciones excesivamentesociológicas o seculares de la misma.

- 33 -

Profundizar en

alguna de las

imágenes no debe

llevarnos a la

tentación de

prescindir de otras.

En todas estas imágenes, utilizadas para definir elmisterio de la Iglesia, existe siempre la referencia a un

grupo de personas, a una comunidad de hermanos, aun pueblo que, por su especial relación o vinculación

con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, constituyenel pueblo de la nueva alianza. Este pueblo es convocado

por el Señor para manifestar en todo momento y atodos los seres humanos el amor y la unidad existentes

entre las tres personas de la Santísima Trinidad. ElConcilio Vaticano II ha expresado con claridad meridiana

esta identidad eclesial, cuando señala que “laIglesia es en Cristo como un sacramento, es decir,

signo e instrumento de la íntima unión del hombrecon Dios y de la unidad de todo el género humano”

(LG. 1).

b) Enviados al mundo para ser artífices de

comunión

El Papa Juan Pablo II participó activamente en losdebates conciliares y, también, en la segunda

Asamblea del Sínodo de los Obispos, celebrada enRoma el año 1985. Una de las proposiciones de este

Sínodo confirma que la “eclesiología” de comunión esla idea central y fundamental de los documentos del

Concilio Vaticano II. Desde esta concepción de laIglesia como misterio de comunión, el Papa Juan

Pablo II nos legó importantes documentos en los queprecisa y desarrolla las enseñanzas conciliares. Con

insistencia y convicción nos invitó a todos loscristianos a vivir la comunión eclesial, a superar las

divisiones y a profundizar en las enseñanzas delConcilio Vaticano II.

Como sucesor de Pedro, Juan Pablo II viajó portodo el mundo abriendo caminos para promover la

comunión y suplicó constantemente la unidad entre- 34 -

El misterio de la

Iglesia siempre se

refiere a un pueblo

vinculado de

forma especial a

Dios.

Eclesiología de

comunión: idea

central de los

documentos

conciliares

todas las Iglesias que confiesan a Jesucristo comoSeñor y Salvador de los hombres. Para ampliar el

campo de la comunión y para pedir la colaboración enfavor de la paz y la defensa de los derechos humanos,

dialogó y oró fraternalmente con representantes deotras confesiones religiones. Podríamos decir que

Juan Pablo II fue un buscador, un trabajador y un promotorincansable de la comunión y testigo de la

misma hasta el último aliento de su vida entre nosotros.

Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI hanpresentado la comunión como el fruto y la manifestación

más perfecta del amor del Padre, manifestado enla persona de Jesús, y derramado en el corazón de

cada ser humano por medio del Espíritu Santo, parahacer de todos un solo corazón y una sola alma.

Ambos pontífices, en contra de la opinión de muchaspersonas que reducen la pertenencia a la Iglesia únicamentea los obispos, sacerdotes y religiosos, nos handicho en sus catequesis y en sus escritos que todos

somos Iglesia y, consecuentemente, todos formamosla familia de los hijos de Dios. Los cristianos no sólo

estamos en la Iglesia, sino que somos miembros vivosde la misma. Al tener un mismo origen en la comunión

trinitaria, somos enviados hasta los confines de latierra para colaborar en la edificación de la comunión

en la Iglesia y en el mundo, hasta que lleguemos a laplena comunión con la Trinidad en la vida eterna.

Las enseñanzas de los últimos papas deben ayudarnos

a no separar la realidad espiritual de la Iglesiade su realidad visible, a verla en sí misma, en su naturaleza,

y en su relación y misión en el mundo, a comprenderlamuy atenta a las esperanzas y necesidades

de los hombres para proponerles y presentarles aJesucristo, la única fuente de esperanza. En estos últimos

años, los sucesores de Pedro están mostrándonos- 35 -

Partiendo de una

concepción

trinitaria de la vida

cristiana y de la

Iglesia: todos

somos Iglesia,

enviados a edificar

la comunión,

siendo fieles a la

imagen trinitaria

de Dios para poder

ser fieles al

hombre,

presentando a

Jesucristo

a todos los bautizados que la Iglesia debe ser fiel aDios para ser fiel al hombre, debe estar en el mundo,

pero sin acomodarse a los criterios del mundo.Partiendo de una comprensión trinitaria de la vida

cristiana y de la Iglesia, los papas nos invitan a contemplarlaviniendo de la Trinidad. A imagen de la

Trinidad está organizada y estructurada. Impulsada yanimada por la Trinidad, peregrina y avanza hacia el

encuentro pleno y definitivo con las Tres personasdivinas.

c) La comunión trinitaria, modelo, fuente y meta

de la comunión eclesial

El Papa Juan Pablo II, teniendo en cuenta el origende la Iglesia en la comunión trinitaria, dejó escrito que

“la comunión de los cristianos con Jesús tiene comomodelo, fuente y meta la misma comunión del Hijo

con el Padre en el don del Espíritu Santo: los cristianosse unen al Padre al unirse al Hijo en el vínculo

amoroso del Espíritu... Esta comunión es el mismomisterio de la Iglesia como lo recuerda el Concilio

Vaticano II en la célebre expresión de San Cipriano:La Iglesia universal se presenta como un pueblo congregadoen la unidad del Padre, del Hijo y delEspíritu Santo” (Ch. l. n. 18).

El Dios cristiano se ha revelado y se ha donado a lahumanidad como trinidad de personas: Padre, Hijo y

Espíritu Santo. La comunión de amor y de vida existenteentre las tres personas divinas, les lleva a ser un

solo Dios. De hecho Dios Padre se ha manifestadocomo amor infinito a cada ser humano, ofreciendo a

su Hijo por la salvación del mundo, mediante el vínculoamoroso del Espíritu Santo. La Santísima

Trinidad es el modelo consumado de la comunión.La Iglesia y cada cristiano debemos mirarnos en este

- 36 -

Misterio de tres,

que se convierte en

el misterio del

hombre:

comunica-ción en

el amor, en la que

siendo cada uno él

mismo, encuentra

en el otro el

mismo amor que

les hace existir

juntos.

modelo, sabiendo que somos diferentes, pero complementarios.Sólo la diferencia entre unos y otros, suficientementevalorada y asumida, puede conducirnos ala comunión.

Ahora bien, la Trinidad no es sólo modelo de lacomunión sino fuente de la misma, porque la

Trinidad habita en nuestros corazones: “Al darnosel Espíritu Santo, Dios ha derramado su amor en

nuestros corazones” (Rom. 5, 5). El hecho de que laTrinidad fuese sólo modelo de la comunión, podría

llevarnos a pensar que es algo externo a nosotros, quesuscita nuestra admiración, pero que no es imitable.

Al habitar en nosotros, la Trinidad se convierte enfuente de comunión, es decir, en la fuente de donde

mana el amor y la unidad con las que nosotros hemosde vivir la relación de comunión con Dios y las relaciones

de amor entre nosotros. Esta presencia del Diostrinitario en nosotros y dentro de nosotros nos permite

recibir comunión y ofrecer comunión, superando elegoísmo y la envidia que con tanta frecuencia aparecen

en las relaciones humanas. Así concebida, lacomunión es ante todo vertical, es decir, nace de Dios

para llegar al hombre y abre el corazón del hombrepara acogerla y responder nuevamente a Dios. Ante

esta maravilla del amor de Dios hacia nosotros, deberíabrotar constantemente de nuestro corazón y de

nuestros labios la acción de gracias, porque ha queridoquedarse y permanecer con nosotros y en nosotros,

donándonos su amor, para que gocemos de su santidady para que permanezcamos siempre en el amor recibido.

Finalmente, la Trinidad es la meta de la comunión.Esto quiere decir que la vida cristiana tiene sentido en

la medida en que permanece bien fundamentada en elamor y la unidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Por lo tanto, la comunión recibida como don debemos- 37 -

La Palabrase hace

interior a nosotros

y produce frutos

de acción y de

amor.

La comunión

vivida como don

recibido nos abre

al amor de Cristo

que se convierte

en amor a los

otros.

construirla y ofrecerla a los demás en la convivenciadiaria y en todos los ámbitos de la actividad pastoral.

Pero, no podemos quedarnos en la simple comuniónhorizontal, ofreciendo amor a los hermanos y pensando

que nuestra existencia terminará en este mundo. Esmás, resulta difícil vivir la comunión en este mundo,

si no tenemos clara la meta de la vocación a la quehemos sido llamados, después de nuestro paso por

esta tierra. Si vivimos la comunión con Dios y la construimosen las relaciones con los hermanos, estamos

llamados a participar de forma definitiva y plena delamor y de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu

Santo por toda la eternidad.

De acuerdo con lo dicho, las relaciones entre lasdistintas vocaciones y ministerios suscitados por el

Espíritu en el seno de la Iglesia, así como las mismasestructuras organizativas de esta, deben ser como “un

sacramento, o sea signo e instrumento de la unióníntima de Dios” (LG. 1). Nacidos, habitados y enviados

por Dios comunión, estamos hechos para sersigno de comunión y para construirla cada día en las

relaciones interpersonales. En este sentido la comuniónvertical está completada siempre por la comunión

horizontal. Podemos afirmar que el misterio Trinitariono es algo lejano o alejado de nosotros, sino el fundamentode nuestro vivir y actuar como cristianos pues,cuando creamos comunión, somos para la Iglesia y

para el mundo presencia y sacramento de la SantísimaTrinidad. En este sentido, la comunión es siempre algo

dinámico, que hay que lograr y hacer entre todosdesde la acogida de Dios. Quien conoce a Dios, quien

ha descubierto y experimentado que Dios es amor ycomunión de personas, debe vivir siempre en la comunión

y para la comunión.

- 38 -

En la diversidad de

dones y tareas

estamos llamados

a trabajar por la

unidad y la

comunión de todos

en el Cristo vivo,

que es la Iglesia

d) Hagamos de la Iglesia casa y escuela de comunión

A la conclusión del Gran Jubileo del Año 2000, elPapa Juan Pablo II proponía a todos los cristianos el

gran reto de hacer de la Iglesia “la casa y la escuela dela comunión”. Las razones profundas para asumir este

reto había que buscarlas en la fidelidad a la voluntadde Dios y en la necesidad de ofrecer respuestas evangélicasadecuadas a las necesidades y esperanzas de lasociedad y de los hombres de nuestro tiempo. La

Iglesia tiene que ser casa de comunión porque, comosu Señor, debe abrir sus puertas a todos los hombres.

Si en el corazón de la Iglesia habita el Espíritu Santo,vínculo de comunión, ella tiene que ser en medio del

mundo un espacio para la comunión. Del mismomodo que Cristo escuchó y acogió a cuantos acudieron

a Él, entregando su vida por la salvación de todos,la Iglesia no puede excluir a nadie de su seno por

cuestiones de raza, cultura o condición social.

Pero, al mismo tiempo que es casa de comunión, laIglesia debe ser también escuela de comunión porque

en ella se enseña a todos a vivir de la comunión conDios y a proyectar esta comunión en los distintos

ámbitos de la vida. Por supuesto, es muy importantetener en cuenta el método para enseñar la comunión,

pues podemos caer en el error de ofrecer e impartirlecciones teóricas sobre cómo vivir la comunión. La

mejor forma de enseñar a los demás hermanos lo quees la comunión debe ser la vivencia y experiencia de

la misma en el seno de cada comunidad cristiana.Cuando falta el testimonio que confirma las palabras,

podemos quedarnos en el vacío de las palabras.La Iglesia y el mundo de hoy necesitan experimentar

esta vivencia real de la comunión frente al crecienteindividualismo, disgregación y egoísmo. Cuando

- 39 -

Buscar espacios de

comunión para ser

fieles a lo que

quiere Dios y para

responder

evangelizando

Escuela de

comunión:

vivencia concreta

en cada

comunidad, frente

al individualis-mo

y la dispersión

contemplamos la realidad de un mundo tan fracturadopor el afán de poder y por la defensa de intereses egoístasy mezquinos, en el que tantos sufren las consecuenciasde la violencia, de la guerra y de la marginación

social, la Iglesia debe ser espacio de acogida ytestimonio de perfecta comunión para mostrar con

hechos concretos que es posible otro mundo, otraforma de entender la existencia y otra manera de ordenar

la convivencia entre los seres humanos.

Por ello es importantísimo que cuidemos la comuniónentre todos los miembros de la Iglesia. Es verdadque las vocaciones suscitadas por el Espíritu en suseno son distintas, pero no debemos olvidar que, antes

de la vocación específica de cada uno, todos somoshermanos en Cristo y estamos llamados a colaborar en

la construcción de su único Cuerpo. En ocasionesdamos la sensación -que en algún caso se convierte en

realidad- de vivir y actuar cada uno a nuestro aire, depensar únicamente en lo nuestro, olvidando que todos

somos miembros del único Pueblo de Dios, que tenemosuna misma fe y hemos recibido un mismo bautismo,

para anunciar el mismo Evangelio hasta los confinesde la tierra. En ocasiones, algunos se escudan en

los carismas o dones particulares para justificar suactuación eclesial al margen de los demás o de espaldas

a los restantes miembros de la comunidad cristiana.Para vencer esta tentación, conviene que escuchemos

una vez más las enseñanzas del Papa Juan PabloII: “Los caminos por los que cada uno de nosotros y

cada una de nuestras Iglesias caminan son muchos,pero no hay distancias entre quienes están unidos por

la misma comunión” (NMI. 58).

En esta vivencia de la comunión eclesial, debemostener siempre muy presente que, aunque todos los

bautizados gozamos de la misma dignidad ante Dios,sin embargo cada uno debe ser fiel a la vocación reci-

- 40 -

Anteponer la

comunión ante

cualquier tentación

de justificar

actuaciones

individualis-tas y

separadas

bida del Señor y, por tanto, esta vocación debe serreconocida y aceptada por los demás miembros de la

Iglesia. No podemos ni debemos confundir las vocaciones,porque entonces perderíamos nuestra identidad.

Los pastores no podemos usurpar la vocación delos laicos ni estos la de los religiosos o sacerdotes.

Tenemos vocaciones y misiones distintas en el seno dela Iglesia que debemos ejercer responsablemente ante

Dios y ante la comunidad. En este sentido, el Papa essiempre vínculo de comunión para la Iglesia universal,

y los obispos, como sucesores de los apóstoles, somosvínculo de comunión en el seno de nuestras Iglesias

particulares. A unos nos toca servir al Pueblo de Dios,imitando al Buen Pastor, buscando siempre el bien

espiritual y humano de todos sus miembros, desde unaescucha atenta y eficaz de los distintos carismas. A

otros, a los laicos, de acuerdo con su vocación secular,les corresponde de un modo especial la colaboración

con el Señor para la construcción del Reino de Diosen el mundo, actuando corresponsablemente con los

pastores y con los restantes miembros de la Iglesia, yacogiendo con docilidad sus enseñanzas. Unos y otros

debemos actuar desde la comunión y para la comunión,manteniéndonos unidos en lo que es esencial y

llegando a decisiones ponderadas y compartidas,incluso en lo opinable. El difícil equilibrio entre obediencia

y corresponsabilidad debe mantenerse pormedio de “una escucha recíproca y eficaz entre pastores

y fieles” (NMI. 45).

Este mismo clima de comunión y de corresponsabilidaddebe existir también entre las asociaciones y

movimientos eclesiales en sus relaciones con la parroquia.Los nuevos y antiguos movimientos o asociaciones

eclesiales han sido suscitados por el Espíritu en elseno del Pueblo de Dios. Por tanto, deben ser valorados

y acogidos en las diócesis y en las parroquias- 41 -

Reconocer

siempre, desde la

comunión y para

la comunión la

diversidad de

vocaciones,

carismas y tareas

individuales para

hacer posible la

fidelidad a Dios en

las vocaciones

particulares.

como un don de Dios y como un bien para la Iglesia ypara el mundo. No podemos actuar unos contra otros.

Como señalé anteriormente, todos somos complementariosy nos enriquecemos mutuamente de las aportacionesde los demás. En este sentido, Juan Pablo IIafirmaba que “las diversas realidades de asociación,

que tanto en sus modalidades más tradicionales comoen las más nuevas de los movimientos eclesiales,

siguen dando a la Iglesia una viveza que es don delEspíritu, constituyen una auténtica primavera del

Espíritu” (NMI 46).

Para que sea posible la participación activa de todoslos miembros del Pueblo de Dios en la misión evangelizadora,para que cada uno viva conscientemente suvocación y misión en la Iglesia y en el mundo, hemosde impulsar entre todos los organismos y los mediosde comunión, como pueden ser los consejos pastoralesparroquiales, arciprestales y diocesanos. Son mediosmuy útiles para la escucha fraterna, para la vivencia dela comunión, para el ejercicio de la corresponsabilidady para buscar juntos los caminos y los medios másadecuados para el anuncio de la Buena Noticia en estemomento de la historia. Para seguir avanzando en estadirección, debemos vivir conscientemente y con ilusiónla propia vocación y debemos ver este trabajo

pastoral conjuntado y coordinado entre todos losmiembros del pueblo de Dios, no como una carga o

una imposición, sino como una responsabilidad confiadapor el Señor.

e) Para vivir la comunión es necesaria una espiritualidad

de comunión

Estos aspectos o caminos para la práctica de lacomunión y para la manifestación de la misma, pueden

ser eficaces y útiles, si existe una verdadera espiri-- 42 -

Comunión y

corresponsabilidad

entre

movimientos y

asociaciones

Necesidad y

relevancia de los

espacios de

comunión

tualidad de la comunión, es decir, si permitimos y acogemosla actuación del Espíritu en nosotros, si recibimos

sus dones y nos dejamos conducir por Él en nuestrasactuaciones, en vez de hacerlo desde nosotros

mismos y desde nuestros criterios. En el caso de queno sigamos los caminos del Espíritu, “los instrumentos

externos de la comunión se convertirían en mediossin alma, en máscaras de comunión, más que en sus

modos de expresión y crecimiento” (NMI 43).

¿Cuáles serían los aspectos que deberíamos cuidar

especialmente en esta espiritualidad de comunión?

El Papa Juan Pablo II señala cuatro, que melimito a copiar literalmente:“La espiritualidad de comunión significa ante todouna mirada del corazón, sobre todo hacia el misteriode la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz hade ser reconocida también en el rostro de los hermanosque están a nuestro lado”.

“Espiritualidad de la comunión significa, además,

capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad        profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como uno

que me pertenece, para saber compartir con él susalegrías y sufrimientos, para intuir sus deseos y atender

a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera yprofunda amistad”.“Espiritualidad de la comunión es también lacapacidad de ver lo que hay de positivo en el otro,para acogerlo y valorarlo como un regalo de Dios: un

don para mí, además de ser un don para el hermanoque lo ha recibido directamente”.

“En fin, espiritualidad de comunión es saber darespacio al hermano, llevando mutuamente la carga

de los demás (Cf. Gal. 6, 2) y rechazando las tentacionesegoístas que continuamente nos acechan y

- 43 -

engendran competitividad, ganas de hacer carrera,desconfianza y envidia” (NMI. 43).

La contemplación de estos aspectos de la espiritualidadde comunión nos recuerda a todos que, antes de

hacer cosas y antes de programar actividades pastorales,la evangelización exige de todos nosotros una profundizaciónen la vivencia de las virtudes teologalesde la fe, la esperanza y la caridad. Evangelizar y vivir

la comunión exigen ante todo mirar desde el corazónel misterio Trinitario, en el cual vivimos, nos movemos

y existimos, para luego contemplar a Dios encada ser humano para tratarlo como hermano y para

entregarle nuestra vida por amor.

Esto quiere decir que las comunidades parroquiales,para ser auténticas casas y escuelas de comunión,

deben ser antes casas y escuelas de oración. En lacarta pastoral del año pasado, ya hacía referencia a la

urgente necesidad de fomentar y favorecer los espaciosde oración en nuestras comunidades parroquiales,

ayudando y enseñando a orar a quienes no saben o hanolvidado la práctica de la oración. Hemos de tener

muy presente que sólo cuando un cristiano tiene capacidadcontemplativa puede adentrarse en el misterio

Trinitario. Y solamente desde la escucha sincera de laPalabra y desde la acogida cordial del amor de Dios,

se puede ver al hermano como lugar privilegiado de supresencia y como alguien que me pertenece. Pensando

en el futuro de la Iglesia y en el cumplimiento de sumisión evangelizadora, todos debemos asumir este

reto.

- 44 -

Los frutos de la

espiritualidad de

comunión se

siembran y se

llenan de sentido,

en la oración y en

la escucha sincera

de la Palabra

PARTE III

COMPORTAMIENTOS QUE IMPIDEN LA COMUNIÓ

Sin duda podríamos enumerar muchas actitudes ycomportamientos que hacen inviable la comunión con

Dios y la comunión eclesial. Por su importancia, mefijaré solamente en cinco aspectos, que pueden ser

especialmente llamativos en estos momentos y queexigen una revisión por parte de todos para superar el

individualismo pastoral, las falsas concepciones de laIglesia y las tensiones internas que nos incapacitan

para mostrar el verdadero rostro de Cristo a los demás.

a) Nuestros pecados rompen la comunión eclesialEl Concilio Vaticano II señala que, mientras Cristo,

santo, inocente e inmaculado no conoció el pecado, laIglesia, sin embargo, “encierra en su propio seno a

pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitadade purificación, avanza continuamente por la sendade la penitencia y de la renovación” (LG. 8). LaIglesia es santa, porque, surgiendo incesantemente de

la Cenadel Señor y de su costado traspasado en lacruz, recibe en todo momento la vida y la santidad de

Dios, mediante la actuación del Espíritu santificador.Como consecuencia de esta presencia permanente del

Espíritu en su seno, la misma Iglesia se convierte tambiénen santificadora, porque en ella están depositados

todos los medios para la santificación y salvación delos hombres. De hecho toda la actuación de la Iglesia

está orientada a conseguir “la santificación de loshombres en Cristo y la glorificación de Dios” (SC.

10).

Pero, al mismo tiempo, la Iglesia es pecadora porqueen ella aparecen las debilidades y miserias de

- 45 -

La Iglesiaes santa

y santificadora

todos sus miembros, de cada uno de nosotros. El pecadoprovoca la ruptura de la comunión con Dios y también

la división y el enfrentamiento entre los hermanos.Todos, sin excepción, debemos reconocernos

pecadores, puesto que quien diga que no ha pecado seengaña a sí mismo. De hecho, así lo hacemos, cuando

confesamos públicamente que hemos pecado muchocontra Dios y los hermanos, al comenzar la celebración

de la Eucaristía. Como consecuencia de la fragilidadde la condición humana y debido a nuestras

incongruencias en el seguimiento de Jesucristo, descubrimosque a lo largo de nuestra existencia la cizaña

del pecado se encuentra mezclada con la buena semilladel Evangelio y esto, desgraciadamente, sucederá

así hasta el fin de los tiempos. La Iglesia congregapues a pecadores, que han sido alcanzados ya por la

gracia y la salvación lograda por Jesucristo, pero queaún están en vías de santificación.

El P. Raniero Cantalamessa, predicador del Papa,compara en alguno de sus escritos la realidad de la

Iglesia con el cuerpo humano. Y dice que un peligrogrande para el organismo de una persona son los coágulos,

grumos sólidos, líquidos o gaseosos que, enocasiones, se forman en las venas y en las arterias de

algunos individuos. Estos coágulos, como nosdemuestra la experiencia, si no se eliminan con rapidez,

pueden impedir la circulación de la sangre y puedenproducir daños graves en el organismo de las personas,

llegando incluso a la parálisis. En la Iglesia,cuerpo de Cristo, los coágulos son los obstáculos que

ponemos cada uno de nosotros a la comunión. Estoscoágulos son el orgullo, el deseo de imponer los propios

criterios a los demás, la envidia, la afirmación delpropio yo, la incapacidad para dudar de nosotros mismos,

la negación del perdón a los hermanos, las enemistadescrónicas. Si no eliminamos estos coágulos de

- 46 -

La Iglesia

congrega

pecadores.

El pecado separa y

distancia a los

hombres, les

impide

reconocerse,

provoca división

Necesidad de la

gracia divina y del

sacramento de la

Penitencia

nuestra vida con la ayuda de la gracia divina y con lacelebración del sacramento del perdón, será muy difícil

construir la comunión.

El apóstol Pablo escribía en su día a los cristianosde Éfeso, denunciando un conjunto de pecados cometidos

por sus miembros, que debían desterrar de sucorazón y de su conducta porque, si no lo hacían, estaban

negando su fe en Jesucristo y estaban haciendoimposible la convivencia fraterna y la comunión entre

ellos. Dice Pablo: “Desterrad de vosotros la amargura,la ira, los enfados, insultos y toda la maldad. Sed

buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otroscomo Dios os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef. 4,

31-32).

Para detectar estos obstáculos, que todos ponemos ala comunión en muchos momentos de la vida, deberíamos

hacernos un chequeo con cierta frecuencia, esdecir, un examen de conciencia que nos ayude a prevenirlos

y a desterrarlos de nosotros. Hemos de ponertodos los medios a nuestro alcance para superar los

posibles enfrentamientos y divisiones, que son un verdaderoobstáculo para que la Iglesia aparezca ante el

mundo como misterio de comunión.

b) Las concepciones sociológicas de la Iglesia

Las dificultades del hombre de hoy para abrirse a latrascendencia y las visiones puramente sociológicas

de la Iglesia, que se perciben en algunos medios decomunicación y en los planteamientos de bastantes

bautizados, conducen a una visión de la Iglesia segúnlas necesidades de cada uno, como si esta fuese una

organización social más. Como consecuencia de ello,estas personas, en ocasiones con buena voluntad, piensany manifiestan que es necesario emprender unareforma en profundidad de la Iglesia, puesto que los

- 47 -

La fe que la

Iglesia nos invita a

poner en Jesús nos

enseña el camino

de la unidad.

Desde un examen

de conciencia

sincero: superar

divisiones desde el

corazón

Sin apertura

a la trascendencia

la Iglesiase vive

solo desde una

mirada

“sociológica”

que deberían hacerlo no se atreven, tienen miedo o lesfalta capacidad.Los que desean emprender estas reformas eclesialesconciben la Iglesia más como una organización democráticaque como una comunión de hermanos. Noentienden que la Iglesia proceda de Dios, sino que laven y la miran como procedente de las decisiones decada uno o de los planteamientos de un pequeñogrupo. Según este modo de entender la Iglesia, lasdecisiones en la misma se tomarían por acuerdos, unavez hechas las oportunas deliberaciones. En una

Iglesia así concebida, las enseñanzas evangélicas, losdogmas y las verdades de fe podrían cambiarse de

acuerdo con los criterios de los grupos mayoritarios ysegún las urgencias del momento. Es más, en algunas

ocasiones servirían unos determinados criterios defuncionamiento, pero estos no serían estables y permanentesporque, con el paso de los años, apareceríanotros grupos que podrían imponer criterios distintos.

Es decir, todo lo que hacen o deciden unas personas,puede ser anulado por otras. De este modo la Iglesia

quedaría reducida a lo que es factible, al resultado delas propias acciones u opiniones. De alguna forma, la

fe en Dios quedaría reducida a lo que nosotros pensamos,queremos y decidimos.

Con esta concepción de la Iglesia se pierde la visióndel misterio y se olvida que lo más grandioso que ella

puede ofrecer a la humanidad, no son los puntos devista de cada uno o los criterios de cada grupo humano,

sino al Dios de Jesucristo. La verdadera dimensiónde la Iglesia y su grandeza, la oferta de salvación y

liberación que puede hacer a la humanidad, no dependennunca de nosotros ni de nuestras opiniones sino

de su origen en Dios y de la constante actuación delEspíritu en ella. La fuerza liberadora de la Iglesia no

está en lo que hacemos nosotros sino en lo que realiza- 48 -

La fe en Dios

queda reducida a

lo que nosotros

pensamos,

queremos y

decidimos.

La pérdida de la

visión del Misterio

y del Origen de la

Iglesia en Cristo

nos hace buscar la

liberación en

nuestras propias

fuerzas y criterios.

Sin el Espíritu.

el Señor, mediante el soplo permanente del Espíritu,que nos precede, viene a nosotros y nos acompaña

constantemente para saciar nuestras aspiraciones másprofundas y nuestros deseos de eternidad.

Ciertamente, la Iglesia tendrá siempre necesidad derenovación y de conversión, especialmente en sus

estructuras organizativas. Esta renovación será siemprenecesaria, conveniente y oportuna. Pero no nos

engañemos. La verdadera renovación de la Iglesia nodependerá en ningún momento histórico de la cerrazón

en nuestros criterios personales, que son pasajerosy transitorios, sino de la apertura a la luz que viene de

lo alto, del Padre de las luces. Él es el único que puedeofrecer respuesta permanente a nuestras inquietudes y

el que puede regalarnos la verdadera y auténtica libertad,la libertad de los hijos de Dios.

c) El activismo incontrolado

La sociedad actual está marcada por el activismo,por las prisas, por el deseo de llegar a todo, como si

todo dependiese de nosotros mismos y de nuestrosesfuerzos. El afán de poseer y de tener para dar respuesta

a las múltiples necesidades que cada personase crea, hacen muy difícil la reflexión y, con frecuencia,

incapacitan al ser humano para actuar desde planteamientosespirituales. Esto está generando en la

sociedad actual la aparición de personas que ponen elcompromiso personal por encima de todo y que, consecuentemente,limitan el horizonte de su mirada a loque se puede realizar o experimentar y a lo que es

fruto de sus realizaciones concretas. Estas personasestán incapacitadas para pensar en algo más grande

que ellas mismas, puesto que esto podría suponer unlímite a su actividad. Al activista le resulta muy difícil

- 49 -

Antes que la

renovación externa

de la Iglesia es

necesaria la

conversión de las

personas.

El exceso de

actividad y el

pragmatismo

impiden la

apertura y la

confianza más allá

de nuestras fuerzas

abrirse al infinito, a lo eterno, a la verdadera meta dela existencia humana.

En medio de esta realidad marcada por el activismoy el pragmatismo, los cristianos sabemos por experiencia

que la fe en Jesucristo nos permite superar lasbarreras limitadas de nuestra existencia y de nuestro

mundo para abrir la mente y las aspiraciones del corazónhumano a Dios. La Iglesia, al ofrecernos la Buena

Noticia, nos ayuda a superar las barreras de nuestrosaber y poder para verlo todo desde el saber y el poder

de Dios, contemplando el mundo y la existenciahumana desde la sabiduría divina. Cuando confesamos

nuestra fe en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica,estamos manifestando la capacidad que ella tiene

para ofrecernos al único Dios y para brindarnos lasantidad y la salvación que nunca podremos alcanzar

con nuestros esfuerzos y descubrimientos.

Con frecuencia existe la convicción en la sociedadactual y en muchos bautizados de que una persona es

más cristiana y más santa porque se mueve mucho,realiza muchas actividades o está presente en todos los

grupos pastorales de la parroquia. Sin embargo, estopuede no ser verdad. Cada uno debemos asumir nuestra

vocación y vivirla en la misión que el Señor nosconfía en la Iglesia y en el mundo, pero no debemos

olvidar nunca la fuente de nuestro quehacer y la metade nuestros compromisos. Por ello tenemos que preguntarnossiempre qué lugar ocupa la meditación de laPalabra, la participación en los sacramentos y lavivencia del mandamiento del amor en nuestra vida.Como dice el apóstol Pablo, podemos hacer muchas

cosas, incluso milagros, pero si nos falta el amor, todolo anterior no sirve de nada. El Santo Padre decía,

antes de su elección como sucesor de Pedro, que “loque necesitamos no es una Iglesia más humana, sino

- 50 -

El cristiano sabe

que la fe en

Jesucristo es la

que permite

superar barreras y

abrirse a la acción

de Dios

No olvidemos la

fuente y la meta de

nuestro

compromiso

una Iglesia más divina; solo entonces será verdaderamentehumana”.

La verdadera renovación de la Iglesia y la construcciónde la misma como comunidad de hermanos

vendrá, sobre todo, del reconocimiento de nuestrospecadosy de la acogida cordial del perdón de Dios.

La Iglesiaes una comunidad de convertidos y, por lotanto, nace de la acogida de la gracia y del perdón que

el Señor nos ofrece. La autosuficiencia y la excesivaconfianza en nosotros mismos nos incapacitan para

reconocer nuestras limitaciones y pecados y nos impidenrecibir el perdón que Dios brinda a todos en el

sacramento de la penitencia. Por aquí debe comenzarel camino de cualquier renovación personal y, por

tanto, también el camino de la renovación de la comunidadeclesial. Si no hay renovación personal, difícilmente

puede darse la renovación y la transformacióneclesial.

d) Los grupos cerrados dificultan la comunión

El apóstol Pablo acusa a los cristianos de Corintode vivir y actuar según criterios carnales y humanos,

olvidando lo que él les había enseñado y pasando poralto la actuación del Espíritu en la Iglesia. En medio

de la comunidad de Corinto habían surgido grupos opartidos, que no favorecían el desarrollo de la fraternidad

sino que rompían la comunión entre los hermanos.Unos se confesaban seguidores de Pablo, otros,

por el contrario, seguidores de Apolo. Estas actuacionesprovocaban envidias y discordias entre ellos y,

consecuentemente, rompían la fraternidad que siempredebe reinar entre los hijos de un mismo Padre. Al

declararse seguidores de Pablo o de Apolo, los corintiosdefendían los intereses de esos grupos o buscaban

una apoyatura para dar respuesta a sus inclinaciones.

- 51 -

La autosuficiencia

y la excesiva

confianza nos

incapacitan para

reconocer

limitaciones y

pecados

Existe el riesgo de

confundir la

Iglesia con la pertenencia

a un grupo determinado

dentro de

la misma

Como consecuencia de ello, confundían la Iglesia conun club o con un grupo de amigos, en el que existían y

se defendían determinados intereses personales o grupales.

Los corintios, con su comportamiento, olvidanque la Iglesia es, ante todo, la Iglesia de Jesucristo,

fundada por Él y guiada por la fuerza impetuosa delEspíritu. La pertenencia a la misma exige ponerse en

las manos de Jesucristo, sintiéndose miembros de sucuerpo, de su Iglesia.

Esta concepción de la Iglesia, descrita por Pablo, noes cuestión del pasado. Puede darse en nuestros días.

Hoy también existe el peligro de dividir la Iglesia, alpretender formar grupos que respondan a los intereses

y deseos de sus miembros. En vez de abrirnos todos ala Palabra de Dios y de sentirnos miembros vivos de la

única Iglesia de Jesucristo, corremos el riesgo de formarnosnuestra propia idea del cristianismo y de la

Iglesia, defendiendo los intereses de un determinadogrupo eclesial. En estos casos la fe se convierte en la

simple decisión personal a favor de algo que me resultaagradable o por lo que deseo comprometerme, en

vez de ser una llamada a la conversión a Jesucristo, asus sentimientos y actitudes.

Cuando perdemos de vista la constante referenciade la Iglesia a Jesucristo y nos dejamos llevar por

nuestros criterios sobre ella, somos siempre nosotroslos que obramos y los que decidimos lo que debe ser y

hacer la Iglesia. Además todos los intentos de renovaciónde la misma, si olvidamos lo que Cristo quiere de

ella, serán siempre el fruto de nuestros criterios o delos criterios del grupo, al que pertenecemos. Esto lleva

inexorablemente a confundir la Iglesia con un club ocon una asociación más en el seno de la sociedad y a

entender la fe como un programa de partido.

- 52 -

Grupos que

responden en su

identidad y en sus

acciones a los

intereses y

criterios de sus

miembros

Solo con criterios

humanos propios,

se pierde de vista

lo que Cristo

quiere de su

Iglesia.

Si realmente creemos que Cristo resucitado ha fundadola Iglesia, si estamos convencidos de que Él vive

y actúa en ella y en el mundo por la acción permanentedel Espíritu Santo, en todo momento tendríamos

que seguirle y obedecerle a Él, aunque esto lleve consigoponer los propios criterios en un segundo plano.

Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI, seguir aCristo no significa apoyarme en mis ideas o defender

un conjunto de criterios, aunque sean religiosos, sinoseguir a una persona y poner nuestra vida en sus

manos para que Él nos transforme en criaturas nuevas,creadas según justicia y santidad verdaderas.

Ciertamente hay muchas cosas en la Iglesia quedebemos hacer nosotros en plena fidelidad al encargo

del Señor y en comunión con el Papa, los obispos ylos demás hermanos, pero hay otras, que son fundamentales,y que nos vienen dadas. La fe, la graciadivina, el perdón de los pecados, la capacidad de amar

son dones de Dios a su Iglesia y no dependen de nosotros.

Por eso, si queremos ser miembros de la únicaIglesia de Jesucristo, debemos acogerlos y recibirlos

con profunda gratitud.En cualquier caso, debemos vencer la tentación deconstruir nuestra Iglesia, siguiendo las indicaciones demaestros particulares o de falsos profetas. ComoPablo les recordaba a los cristianos de Corinto, el queplanta y el que riega no son nada. Uno y otro son simplescolaboradores de Dios y miembros de la única

Iglesia común, fundada por Jesucristo, que tendrá su consumación al fin de los tiempos. El importante es

Dios, que nos llamó a todos a la fe, aunque haya sidopor mediación de otros hermanos. Él es el único que

puede hacer crecer la semilla depositada en el surco.

- 53 -

La comunión con

el Papa, con los

obispos, con los

demás creyentes

no tiene nada de

servil ni de

arbitraria.

Es la afirmación

de unirse a Cristo

en la comunidad y

en la unidad.

No caer en la

tentación de

construir nuestra

propia iglesia.

e) Las actividades pastorales de mantenimiento

El Concilio Vaticano II y otros documentos posterioresde los Papas y de los Obispos señalan que la

misión evangelizadora de la Iglesia es un derecho y undeber de todos los bautizados. Como consecuencia de

la inserción en Cristo, que se produce en el sacramentodel bautismo por la acción del Espíritu Santo, tenemos

acceso al Padre y, consecuentemente, somosconstituidos hijos suyos y hermanos de todos los creyentes,

iguales en dignidad y con idéntica misión. Porlo tanto, antes de las vocaciones específicas al laicado,

al sacerdocio o a la vida consagrada, todos nos identificamosen nuestra filiación divina, en la vivencia de

la caridad cristiana y en la misión de ser testigos deJesucristo hasta los confines de la tierra.

En este sentido, el Concilio Vaticano II ya invitabaa los pastores de la Iglesia a reconocer la dignidad y la

responsabilidad de los cristianos laicos, dejándoleslibertad y campo para actuar y animándoles a tomar

iniciativas. Para ello se consideraba necesario favorecerel diálogo fraterno, animar los proyectos pastorales

presentados por los laicos y escuchar sus peticiones(LG. 37). Durante estos cuarenta años, desde la

clausura del Concilio, se ha avanzado mucho en elestablecimiento de estas relaciones de colaboración

corresponsable entre sacerdotes, religiosos y laicos.

Sobre todo, en las actividades pastorales impulsadasen el seno de las parroquias y arciprestazgos se ha llegadoa una importante participación de los laicos,como consecuencia de la toma de conciencia de su

papel en la edificación de la Iglesia. Resulta muchomás difícil, sobre todo en estos tiempos, el que los laicos

cristianos se hagan presentes en la evangelizaciónde las realidades temporales.

- 54 -

Misión de

evangelizar:

derecho y deber de

todo bautizado.

Dignidad de los

laicos: comunión y

corresponsabilidad

entre

sacerdotes,

religiosos y laicos.

En nuestra diócesis se dan relaciones de estimamutua y de colaboración fraterna entre laicos y sacerdotes.

Los procesos de formación llevados a cabo enlos arciprestazgos y las reflexiones de años pasados

sobre la comunión eclesial y sobre la corresponsabilidaden la misión evangelizadora han producido frutos

importantes. Debemos dar gracias a Dios porque existengrupos de laicos bien formados y dispuestos a

colaborar con el Señor en la evangelización delmundo. No obstante, es necesario seguir avanzando en

el reconocimiento y en la estima de la vocación laical,ayudando a todos los bautizados, mediante una adecuada

formación integral, a asumir aquellas responsabilidadesque les corresponden por vocación y misión.

En algunos casos, los laicos tienen miedo a comprometerseporque consideran que les falta la adecuada

formación para desempeñar un papel más activo en elseno de la comunidad. En otros casos los sacerdotes

tienen dificultades para impulsar el protagonismo delos cristianos laicos, porque durante muchos años el

sacerdote era el único protagonista de la evangelizacióny, porque además, se le formaba para ello.

En estos momentos no debemos caer en la tentaciónestéril de culparnos unos a otros. Esto no ayuda a la

vivencia de la fraternidad ni al desarrollo de la comunión.Todos debemos ponernos ante el Señor, escuchar

su voz y responder confiadamente a la misma. Lanueva evangelización, como consecuencia de la secularizaciónprogresiva de la sociedad y de la indiferenciareligiosa, exige el protagonismo evangelizador de

todos los miembros del pueblo de Dios y demandavivir con fidelidad la vocación recibida. Las distintas

vocaciones y carismas, suscitados por el Espíritu en elseno de la comunidad, deben ser acogidos, impulsados

y acompañados para que surjan comunidades vivas,corresponsables y misioneras.

- 55 -

Realidad

esperanzadora en

nuestra diócesis:

frutos de

comunión eclesial

y de

corresponsabilidad

evangelizadora.

Ante las

dificultades, orar

al Señor y

responder con

confianza

Los encuentros arciprestales celebrados duranteestos últimos años nos han ayudado a conocernos

mejor, a orar juntos al Señor y a constatar que es posibleel trabajo pastoral desde la mutua colaboración. La

constitución progresiva de los consejos pastoralesparroquiales, arciprestales y diocesano es el mejor testimonio

del interés por trabajar unidos, en comuniónfraterna, para que otros se encuentren con el Señor ydescubran la alegría y el gozo de ser testigos y seguidoressuyos.

PARTE IV

OBJETIVO PASTORAL Y POSIBLES ACCIONES

PARA LA PROGAMACIÓN PASTORAL

A lo largo de la exposición he intentado, no sé sicon mucho acierto, compartir con todos vosotros mi

reflexión sobre el origen y la identidad de la Iglesiaconcebida como misterio de comunión misionera.

Espero que lo dicho pueda ayudarnos a descubrir quela Iglesia no se puede entender desde sí misma ni

desde concepciones y parámetros sociales, sinodesde Cristo y en Él. Y esto, no sólo porque ha sido

fundada por Jesucristo, sino porque su misión es lamisma que la de su Señor. Por medio de la Iglesia,

Dios sigue comunicando y ofreciendo a la humanidadla verdad y la gracia. Dios, por medio de la Iglesia,

hace llegar su misericordia de generación en generacióny continúa realizando en nuestros días obras

grandes en favor de todos los hombres.

El trabajo pastoral, realizado por miles de sacerdotes,religiosos y laicos a través de los siglos en el

mundo y en nuestra diócesis, nos permite hoy dar graciasa Dios por el don de la fe y nos brinda la posibilidad

de celebrar y acoger su acción santificadora y sal-

- 56 -

Progresar en los

espacios de

comunión creados

estos años

vadora. En estos momentos somos nosotros los llamadosy enviados al mundo para dar testimonio de fe, de

esperanza y amor a las generaciones más jóvenes. ElSeñor nos invita a colaborar en la construcción de su

Iglesia desde la más íntima comunión con Él y con loshermanos. De este modo, mediante la incesante acción

del Espíritu, la Iglesia seguirá siendo canal de vidadivina, de salvación y de esperanza para todos los

seres humanos. Por ello, os animo a todos los diocesanosa meditar y profundizar durante el próximo curso

pastoral en el siguiente objetivo pastoral:

Profundicemos en el conocimiento y en el amor

a la Iglesia como misterio de comunión para

impulsar su misión evangelizadora desde la

corresponsabilidad.

Ahora bien, para la realización o el cumplimientode este objetivo, como hemos hecho otros años, es

necesario que nos propongamos algunas accionesconcretas que nos permitan descubrir, acoger, vivir,

celebrar, pedir, construir y comunicar el misteriodel amor de Dios, del cual nace y fluye el misterio

de la Iglesia como comunión misionera.

A continuación os propongo unas cuantas accionesque nos pueden ayudar a encontrar caminos para la

vivencia de la comunión y para la realización de lamisma. Aunque no podamos recogerlas todas en nuestra

programación pastoral, me parece importante quelas tengamos presentes para que no pensemos nunca

que ya hemos llegado a la meta.

1) Contemplación del misterio Trinitario para

aprender a vivir la comunión

La comunión, como he señalado anteriormente,nace de la incorporación a la vida divina en virtud del

- 57 -

sacramento del bautismo, crece constantemente alimentadapor la participación en la Eucaristía y se

recupera, en el caso de que se pierda como consecuenciadel pecado, por el sacramento de la penitencia. Por

lo tanto, para hacer un examen sobre el grado devivencia de la comunión debemos preguntarnos si

realmente vivimos con Cristo, por Él y en Él o, por elcontrario, vivimos cerrados sobre nosotros mismos y

dominados por los criterios culturales del momento.

Sin duda, al responder a esta pregunta, descubriremosque hemos de buscar y encontrar espacios en

nuestra vida para avanzar en la contemplación delmisterio Trinitario, que habita en nosotros y en el

corazón de los hermanos. Aquí esta la fuente de lacomunión. No podremos experimentar el misterio de

la Iglesiacomo comunión ni vivir la comunión con loshermanos, si no tenemos estos espacios de oración y

contemplación en nuestra vida. Además, como lacomunión es siempre un don de Dios, debemos pedirla

confiadamente al Señor y acogerla en la recepciónfrecuente de los sacramentos, especialmente en la

Penitencia y Eucaristía.

Cada año programamos cursillos para la preparaciónde los sacramentos, porque estamos convencidos

de que cada día es necesaria una adecuada formaciónde quienes participan en los mismos, debido a las

carencias religiosas de muchos bautizados. En la programaciónde estos cursillos y en la misma celebración

de los sacramentos no debiera faltar nunca lapresentación de los mismos como encuentros personales

con la Palabra, con la vida, con el perdón y el amordel Dios Trino.

- 58 -

Preguntarnos si

vivimos en Cristo,

por Él y en Él

Buscar y encontrar

espacios de

oración y

contemplación del

Misterio Trinitario

Preparación de los

sacramentos como

encuentros

personales con

Dios

2) Atentos a la acción del Espíritu para colaborar

con Él

La diócesis y la parroquia deben realizar su misiónen un lugar concreto, pero no pertenecen a ese lugar.

Simplemente están en él. Esto quiere decir que todosdebemos estar muy atentos a los sufrimientos y esperanzasde los hombres, conociendo y asumiendo lascaracterísticas del lugar, pero sin dejarnos arrastrar ni

atrapar por ellas. Los miembros de una parroquiadeben conocer bien la realidad de la misma para evangelizarla

y purificarla de todo egoísmo y de aquellasactitudes y comportamientos que se oponen a los valores

del Evangelio.

Como consecuencia de lo dicho, la parroquia deberecordar frecuentemente a sus miembros que todos

somos peregrinos. Estamos en este mundo de paso, encamino, y no tenemos aquí morada definitiva. Nuestra

verdadera patria es el cielo. Somos ciudadanos delcielo. La profundización en la fe por parte de todos los

miembros de la comunidad cristiana y la contemplacióndel testimonio de los santos, que nos iluminas

con su testimonio y nos acompañan con su intercesión,permitirá salir del círculo cerrado de lo terreno y

material para abrir el corazón a lo trascendente y a laesperanza de lo que no se ve.

La vocación y misión de la parroquia es la de ser enel mundo lugar de comunión de los creyentes, es

decir, el ámbito donde la comunión se convierte enexperiencia y tarea diaria, fundiendo en la unidad

todas las diferencias humanas que en ella se dan (Ch.l. 27). Esta unidad no se puede presuponer, sino que

exige un esfuerzo permanente de colaboración con elEspíritu. Sólo Él puede transformar las divisiones y

las tensiones humanas provocadas por el pecado ysólo, mediante el soplo del Espíritu, será posible supe-

- 59 -

La diócesis y las

parroquias deben

conocer su propia

realidad para

evangelizarla.

La misión

evangelizadora de

la parroquia

también requiere

salir de lo sensible

y abrirse a la

esperanza.

Y con esfuerzo

permanente por

ser lugar de

comunión como

experiencia diaria

para todos.

rar las tendencias disgregadoras que puedan surgir enel seno de la comunidad. La catequesis y los tiempos

dedicados a la formación cristiana deben ayudar a loscristianos a recordar que no estamos en el mundo para

siempre sino que estamos llamados a heredar conCristo la vida eterna. Aquí debe estar fundamentada

nuestra esperanza.

3) Impulsar la espiritualidad de comunión

Los primeros cristianos se reunían para la oraciónen común, para la fracción del pan y para gozar de la

comunión fraterna. A partir de estos encuentros eranreconocidos y admirados por su testimonio de amor y

por la ayuda generosa a los necesitados. Sabían que lacomunión, como don de Dios, debían pedirla para

poder vivirla en cada momento de la existencia.La experiencia nos demuestra que, además de nuestros

pecados que en cualquier momento pueden romperla comunión con Dios y con los hermanos, hoy

existen grupos y personas especialmente interesadosen dividir a los miembros de la Iglesia. Los calificativos

de progresistas y conservadores –que no se sabemuy bien lo que quieren decir- aplicados a determinadas

personas o instituciones eclesiales tienen una finalidady unos objetivos bien definidos: provocar la división

entre obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Losprogresistas serían los buenos, los conservadores

serían los malos, los anclados en el pasado, los que nodeben ser tenidos en cuenta. Siempre es más fácil vencery confundir sembrando la división en el seno de lacomunidad cristiana.

Teniendo esto en cuenta, antes de programar iniciativaspastorales, debemos programar e impulsar una

espiritualidad de comunión en el seno de nuestrascomunidades. Esto nos exige programar espacios de

- 60 -

Pedir el don de la

comunión: oración

en común

Atentos a los

intereses ajenos en

dividir a los

miembros de la

Iglesia

oración y de escucha de la Palabra, que nos ayuden atodos a profundizar y adentrarnos en el misterio de

Dios y en el misterio de la Iglesia, así como en la acogidaa cada hermano como alguien que nos pertenece.

Desde la contemplación del amor de Dios, el Espíritunos ayudará a prodigar los gestos de amor con todos,

pero especialmente con los alejados de la Iglesia. Deeste modo podremos pasar de una comunión afectiva a

una comunión efectiva, concreta y real.

4) Preparación de la Eucaristía dominical

El Papa Juan Pablo II decía que la parroquia es unacomunidad eucarística. Esto significa que es una

comunidad idónea para celebrar la Eucaristía, porqueen ella encuentra la raíz profunda para su edificación y

el vínculo sacramental de su existir en plena comunióncon toda la Iglesia.

Cada día constatamos con más claridad la necesidadde impulsar la actividad evangelizadora de todos

los miembros del pueblo de Dios, pero ésta debe alimentarseconstantemente de la celebración litúrgica y

de los sacramentos, que son el fundamento y el culmende toda la actividad evangelizadora y misionera.

Puede haber parroquias con actividades pastoralesbien programadas, pero si sus miembros no participan

asiduamente en la Eucaristía y en las celebracioneslitúrgicas no podrán crecer en la comunión eclesial ni

la corresponsabilidad pastoral. Todas estas actividadesprogramadas pueden quedar en simple organización

pero sin Espíritu.

Por lo tanto, debemos poner todos los medios anuestro alcance para preparar y celebrar con esmero y

con paz la celebración de la Eucaristía dominical. Estano puede ser el simple cumplimiento de un mandato

sino el centro de la vida de la comunidad y el medio- 61 -

Antes de nada,

profundizar,

robustecer, llenar

de sentido la

comunión en el

interior de las

comunidades

La verdadera

actividad

evangelizadora y

misionera de

nuestras

comunidades ha

de tener su origen

en la celebración

de la Eucaristía y

de los demás

sacramentos.

para expresar la comunión con la Palabra de Dios, conJesucristo sacramentado y con los hermanos. En definitiva,el medio para vivir la identidad cristiana y eclesial.

Debido al desconocimiento por parte de muchosbautizados de los signos y símbolos utilizados en la

Eucaristía y en los demás sacramentos, podríamosorganizar en las parroquias alguna catequesis que

ayude a descubrir el sentido y la razón de ser de losmismos.

5) Vivencia de la comunión más allá de la

parroquia

Pero no basta vivir la comunión en el seno de laparroquia. Esta, como última localización de la

Iglesia, tiene una vocación universal. Por eso, lacomunión vivida entre los miembros de la comunidad

parroquial debe estar siempre abierta a la Iglesia universala través de la Iglesia particular, de la que recibe

su razón de ser, su eclesialidad.

Los planes pastorales y las programaciones debenayudarnos a crecer en esta apertura. En el futuro debemos

seguir incrementando la colaboración con lasparroquias vecinas a través de las programaciones

arciprestales. El arciprestazgo debe seguir siendo elámbito de una pastoral de conjunto, que ayude a la

constitución de las unidades pastorales. Ningunaparroquia y, mucho menos nuestras pequeñas parroquias,

pueden ser autosuficientes.

Pero, además, debemos cuidar la participación enlas actividades y en los encuentros diocesanos. No son

muchos y pueden ser una gran ayuda para expresarnuestra pertenencia a la Iglesia diocesana y para estimular

la participación de los laicos en la evangelización.

- 62 -

Buscar los medios

y las personas para

preparar y celebrar

con esmero y paz

la Eucaristía

dominical

La comunión

vivida en la

parroquia es

fundamental pero

no es suficiente.

Apertura y

participación

arcipreste y,

diocesana. Mirada

a la Iglesia

universal.

Colaboración

evangelizadora

entre movimientos

y parroquias

Al mismo tiempo, tendríamos que fomentar muchomás la colaboración entre movimientos apostólicos y

parroquias, como medio para concretar la comunión ypara hacer más eficaz la misión evangelizadora. Las

parroquias y movimientos no pueden vivir de espaldas.Si esto fuese así, fallaría la comunión y la misión.

6) No podemos evangelizar si estamos divididos

Por el sacramento del bautismo no sólo hemos sidoincorporados a Jesucristo y a la Iglesia, sino que

hemos sido llamados por Dios para realizar unamisión. Esta misión, que es la evangelización, nos une

a todos: presbíteros, religiosos y cristianos laicos. Porvoluntad del Padre todos hemos sido llamados a la

comunión para la misión.

La participación de todos los bautizados en la       comunión y en la misión forma parte de la esencia de

la Iglesia. Todaslas vocaciones son importantes ynecesarias para el ser y para la evangelización en la

Iglesia. El Concilio ya decía que “la Iglesia no estáverdaderamente fundada, ni vive plenamente, ni es

signo perfecto de Cristo entre los hombres, mientrasno exista y trabaje con la jerarquía un laicado propiamente

dicho. Porque el Evangelio no puede quedarprofundamente grabado en las mentes, la vida y el

trabajo de un pueblo sin la presencia activa de loslaicos. Por eso, ya desde la fundación de la Iglesia, se

ha de atender sobre todo a la construcción de un laicadocristiano maduro” (AG 21).

La preocupación por fomentar la comunión eclesialdebe llevarnos a los sacerdotes a impulsar, animar y

acompañar la vocación laical. Y a los laicos a tomarcada día más clara conciencia de la propia vocación,

que no es una concesión delegada del obispo o de los- 63 -

Comunión para la

misión.

La misión nos une.

Importancia de un

laicado cristiano

maduro

Vocación laical:

impulsar, animar y

acompañar

sacerdotes, sino una exigencia de la incorporación aCristo y a su Iglesia.

Necesitamos seguir favoreciendo espacios para eldiálogo y para la escucha mutua en los distintos consejos

pastorales y grupos parroquiales para asumirtodos con gozo la responsabilidad misionera y evangelizadora

desde la vivencia de la propia identidad.

Manteniendo la unidad en lo esencial, hemos de propiciarla escucha recíproca, intentando confluir hacia

opciones ponderadas en lo opinable. No podemos salira evangelizar divididos porque entonces el Evangelio

no será creíble. Por lo tanto, creo que es llegado elmomento de constituir los consejos económicos parroquiales

y los consejos pastorales parroquiales y arciprestalesallí donde no están constituidos para que los

laicos asuman responsabilidades y ofrezcan sus criteriosy propuestas para la acción pastoral y evangelizadora.

7) La comunión no es uniformidad

Algunas personas se equivocan cuando conciben lacomunión como uniformidad. Si esto se produjese

sería un gran empobrecimiento para la Iglesia y seríatambién la negación de que el Espíritu Santo sopla

donde quiere y como quiere en el mundo y en el corazónde cada ser humano. Todos somos hijos de Dios,

profesamos la misma fe, participamos de los mismossacramentos y vivimos de la vida trinitaria, pero cada

uno debe vivir todo esto desde la propia vocación y deacuerdo con los talentos o los dones recibidos del

Señor.

Además, como nos recuerda el apóstol Pablo, loscristianos somos miembros del cuerpo de Cristo, aunque

tengamos funciones distintas. Este nos exige permanecerunidos a Cristo, cabeza del cuerpo, dejando

- 64 -

Esfuerzo por crear

consejos

pastorales y

económicos allí

donde no los haya

En la diversidad de

vocaciones y

carismas, la

comunión eclesial

no se consigue

imponiendo ideas

y criterios propios.

que la gracia divina vivifique nuestra existencia. Porlo tanto, aunque la mano nunca pueda realizar las funciones

del pie o de otro miembro del cuerpo, esto nosignifica que, buscando ser distintos, unos miembros

actúen en contra de los otros. Sería la destrucción y lamuerte del cuerpo, impidiendo al mismo tiempo valorar

y acoger lo positivo que hay en el otro.

La comunión eclesial nunca se podrá conseguir,imponiendo a los demás las propias ideas y criterios o

defendiendo criterios corporativos, sino acogiendotodos los criterios de Cristo. La comunión hemos de

buscarla mediante el diálogo y la fraternidad entretodas las vocaciones eclesiales. Solo el amor verdadero

y la estima cordial de las distintas vocaciones eclesialesayudan a superar las diferencias. “La unidad en

la Iglesiano es uniformidad, sino integración orgánicade las legítimas diversidades” (NMI. 46).

8) La comunión debe llevarnos a la incorporación

de los pobres a la comunidad

Como bien sabemos, en nuestros días existenmuchas pobrezas, materiales y espirituales. La mayor

pobreza de todas es la de aquellos que no conocen aDios o viven como si Él no existiese. Pero, además de

esta pobreza radical, existen otras pobrezas, comopueden ser la soledad de los ancianos, el abandono de

los niños, la explotación de los emigrantes o el sufrimientode los enfermos. A todos ellos debería llegarles

el amor de Dios por medio del amor, acogida ycercanía de los miembros de la comunidad cristiana.

Esto nos exige poner todos los medios a nuestro alcancepara eliminar las causas que provocan estas pobrezas,

ayudando de este modo a cada hermano a ser protagonistade su propia historia.

- 65 -

Diálogo,

fraternidad, estima

y reconocimiento

de lo diverso

Tomar

conciencia de

todas las pobrezas

que existen.

Poner medios para

eliminar las

causas.

Ahora bien, no basta acercarse a los pobres paramostrarles el amor de Jesucristo, es preciso invitarles,

cuando sea posible, a que entren a formar parte de lacomunidad cristiana, como miembros vivos de la

misma. De este modo experimentarán el gozo de serevangelizados para convertirse en evangelizadores. El

Papa Juan Pablo II decía que “los pobres en la comunidadcristiana deben sentirse como en su casa”

(NMI 50).

Una preocupación de la acción pastoral debe ser lade ayudar a los miembros de nuestras comunidades a

vivir la comunión de bienes con los necesitados y participaractivamente en la eliminación de las causas que

generan la pobreza. En este sentido tenemos queseguir animando a todos los cristianos a asumir su responsabilidaden el ejercicio de la caridad, pues elmandamiento del amor obliga a todos los bautizados.

La nueva imaginación de la caridad debe buscar nosolo la eficacia de las ayudas prestadas a los demás,

sino la cercanía a cada hermano para que pueda experimentarla solidaridad y el amor.

9) Necesitamos promover el asociacionismo

laical

Todos somos testigos del fuerte individualismo queafecta a amplios sectores de nuestra sociedad. Este

individualismo nos afecta también a muchos cristianos.Aunque el ser humano es un ser social y se realiza

como persona en la medida en que se abre a losdemás y establece relaciones con ellos, sin embargo

percibimos que la disminución de la generosidad estáprovocando un creciente enfriamiento y una permanente

desconfianza hacia todas las formas asociadas.Ante esta realidad, tenemos que dedicar tiempo al

impulso del asociacionismo laical. Los laicos no sólo- 66 -

Invitar al pobre y

al alejado a

incorporarse a la

comunidad

cristiana.

Profundizar en la

comunión de

bienes y en el

ejercicio de la

caridad, deber de

todo bautizado.

El individualismo

dentro de la Iglesia

provoca falta de

generosidad y

gran desconfianza.

tienen derecho a asociarse sino que deben hacerlocomo expresión de la comunión y de la unidad de la

Iglesia. Ciertamente, cada uno debe dar testimoniopersonal de su fe en Jesucristo, pero también ha de

hacerlo asociándose con otros. En tiempos de secularizacióny de indiferencia religiosa, la formas asociadas

de apostolado seglar y la participación en asociacionesciviles o eclesiales implicadas en la defensa de la dignidadde la persona y de los derechos humanos, puedenser una ayuda valiosa para que muchos cristianos

vivan más coherentemente las exigencias evangélicasy se comprometan de forma consciente en una acción

misionera y apostólica.

Por lo tanto, debemos apoyar las asociaciones ymovimientos apostólicos diocesanos. En el caso de

que sea imposible el asociacionismo, hemos de esforzarnospor la creación de grupos de laicos en nuestras

parroquias para que estas lleguen a ser comunidadesvivas y bien cohesionadas. Si dedicamos tiempo a la

formación integral de estos grupos de bautizados y lesofrecemos espacios de participación, será posible la

aparición de parroquias o unidades pastorales, vivasen la fe y comprometidas en la evangelización.

10) La perfecta comunión de la Iglesia no se

consigue en este mundo

La Iglesiaes un pueblo peregrino hacia la patriacelestial. Ella no es aún el Reino de Dios en plenitud

sino la forma inicial de ese Reino. Hacia la plenitudde ese Reino crece y avanza en este mundo, santificada

por la gracia divina y experimentando el pecado desus miembros. La comunión en la Iglesia, que nace de

la Trinidad, debe ayudar a todos los cristianos a peregrinarpor este mundo buscando la perfecta y plena

comunión con Dios y con los hermanos.

- 67 -

Formas asociadas

de apostolado

seglar.

Crear grupos de

formación integral.

Espacios de

participación.

El recuerdo de esta patria, aún no lograda, le enseñaa la Iglesia que debe ser humilde porque ella solo es el

instrumento, el medio pobre del Espíritu para conducira la humanidad hacia la tierra prometida, cuando llegue

el tiempo de la instauración de todas las cosas enCristo. Esta conciencia de peregrinación le impulsa

también a no dejarse atrapar por los poderes de estemundo, a mantener el vigor de la esperanza y a colaborar,

mediante el anuncio del Evangelio, hacia laconsecución de una convivencia regida por la verdad,la justicia y el amor. El recuerdo de la patria y la esperanzaen el cumplimiento de las promesas del Señor

llena a la Iglesia de gozo a pesar de las contradiccionesy de las pruebas experimentadas durante el tiempo

de su peregrinación.

En virtud de la gracia del Señor, común a la Iglesiaperegrina y a la Iglesia celestial, se produce entre

ambas una perfecta comunión. El Señor y su graciaunen a la Iglesia peregrina con la Iglesia triunfante y

con aquellos hijos que, habiendo dado el paso a laeternidad, aún necesitan purificación para ser integrados

totalmente en la Iglesia celestial. Desde la concienciade esta comunión, los cristianos peregrinos,

invocamos en la liturgia, además de la intercesión delSeñor, la intercesión de la Bienaventurada Virgen

María, de San José, de los santos apóstoles, de losmártires y de todos los santos. La profunda devoción a

los santos tan presente en la piedad del pueblo cristianoresponde, pues, a la realidad de la Iglesia como

misterio de comunión. Y de esta experiencia de comunióneclesial nace también la oración por los difuntos

por parte de la Iglesia peregrina para que sean purificadosde sus faltas y alcancen la gloria celestial. Por

tanto, hemos de seguir prestando especial atención alas manifestaciones de religiosidad popular y a la oración

litúrgica por los difuntos.

- 68 -

CONCLUSIÓN

MARÍA, MODELO Y MADRE DE LA IGLESIA

María es la respuesta perfecta a la llamada de Dios.Ella, en la profundidad de su fe acoge la Palabra y se

convierte en madre de todo el Cuerpo, Jesús y nosotros.

El Papa Juan Pablo II dijo en su visita a Canadáen el año 1985: “La fe de la Iglesia es, ante todo, la fe

de María, de la que Pedro es el garante”.La Iglesia, cuando vive su Misterio, no puede prescindir

de María sino que debe reconocerse plenamenteen ella. La Santísima Virgen aparece situada en la

cima de la historia de Israel y en el comienzo de lavida de la Iglesia para mostrar a los que la miramos

los caminos de la vida verdadera.Los evangelios señalan que la Santísima Virgen

colaboró incondicionalmente con el Padre en el hacersehombre el Hijo de Dios, mediante la acción del

Espíritu. La Iglesia nos invita a contemplar este misteriode la Anunciación. En el mismo, Dios y María se

encuentran por la mediación del ángel. Dios puederealizar en Ella su designio porque tiene ante sí una

criatura que responde al amor con amor y que reconoceque Dios lo es todo y que todo viene de Él. María

cree en la Palabra y en Ella se realiza lo imposible. LaIglesia comienza en María, mediante la fe en la

Palabra y por la acción del Espíritu. En Ella laTrinidad se hace presente a la humanidad y esta la

recibe en María. Dios, en la Trinidad de sus personas,se revela a María para convertirse en vida del hombre:

el Padre da, el Hijo se da y el Espíritu realiza el don.Cada una de las tres Personas divinas está actuando en

la persona de María.

La Iglesia, que se ve reflejada en este misterio,sigue viéndose en los distintos momentos de la vida

- 69 -

de María. María prosigue su camino con total docilidada la Palabra de Dios. Recorre caminos inesperados,

caminos de silencio, de pobreza, de olvido de sí.Vuelve a decir “sí” en cada instante y cada nuevo “sí”

abre su corazón a nuevas experiencias. Ella, con lacolaboración de San José, acompaña y cuida de Jesús

durante los años de su niñez y juventud. En los últimosinstantes de la vida, cuando Jesús se entrega hasta

la muerte de cruz para reunir en uno a los hijos deDios dispersos, María le acompaña y comparte sus

sufrimientos. En medio del profundo dolor, recibirá elencargo por parte de Jesús de cuidar del discípulo

amado y, en la persona del discípulo, de toda laIglesia.

Desde aquel instante, María comienza a cumplir lamisión confiada. Así la contemplamos acompañando a

los apóstoles el día de Pentecostés y consolidando conla oración y la cercanía la comunión de la primera

comunidad cristiana. Por eso, podemos decir que

María es modelo y figura de la Iglesia por su santidad,fidelidad y perfecta obediencia a la voluntad de

Dios. Pero, al mismo tiempo, como Madre de laIglesia y de todos los creyentes, intercede por cada

uno de nosotros ante su Hijo y ante el Padre. Mientrasperegrinamos por este mundo, intentando vencer el

pecado y permitiendo que Dios nos transforme interiormentemediante su Espíritu, levantamos los ojos a

María que resplandece como modelo de virtudes paratoda la comunidad de los elegidos.

La Iglesia, que se dedica a través de los siglos areunir en Jesús a los hijos de Dios dispersos, se reconoce

plenamente en María, que aparece ahora, a losojos de la fe, apoyada en Aquel a quien se entregó, en

Aquel que reina por los siglos de los siglos. Contra laIglesia puede desencadenarse la persecución y pueden

crecer los obstáculos para el desarrollo de su misión.

- 70 -

Pero por la fe de María, de la que Pedro es testigo, ypor la fuerza del Espíritu, que la sostiene, “las puertas

del infierno no prevalecerán contra ella”.Como nos recuerda el Concilio, ofrezcamos todos“súplicas apremiantes a la Madre de Dios y Madre delos hombres para que ella, que ayudó con sus oracionesa la Iglesia naciente, también ahora, ensalzada enel cielo por encima de todos los ángeles y bienaventurados,

interceda en la comunión de todos los santosante su Hijo hasta que todas las familias de los pueblos,

tanto los que se honran con el título de cristianoscomo los que todavía desconocen a su Salvador, llegue

a reunirse felizmente, en paz y concordia, en unsolo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e

indivisible Trinidad” (LG. 69).

Con mi bendición, os saludo a todos de corazón15 de agosto de 2007

+ Atilano Rodríguez

Obispo de C. Rodrigo

- 71 -

Atilano Rodríguez Martínez

Obispo de Ciudad Rodrigo

«SER Y MISIÓN DE LA IGLESIA,

MISTERIO DE COMUNIÓN»

Exhortación pastoral ante el nuevo curso 2007-2008

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